-Separación.-
Después de mucho caminar, los gemelos
consiguieron encontrar el edificio donde estaba el puesto que Sai les había
indicado.
Itachi y Sasuke sonrieron porque la
esperanza que se iluminaba en sus corazones como el ver una luz de atrocha en
mitad de la noche, proporcionándoles ese atisbo de felicidad. Por fin, podrían
ponerse en contacto con Kakashi para que viniera a auxiliarlos tomando sus
responsabilidades de hermano mayor y el heredero al título del marquesado de
Sharingan, ahora que sus progenitores habían perecido.
Los gemelos se dirigieron al edificio
sin importarles que sus pies nuevamente estaban sangrando porque las heridas se
había abierto, tampoco hicieron caso al dolor que emanaba sus cuerpos por
haberse excedido, sencillamente, en ese instante no había más pensamientos en
sus cabezas que el poder llegar al edificio y entrar donde aquella puerta
abierta los esperaba para brindarles lo que más deseaban, ponerse en contacto
con Kakashi.
Los hermanos atravesaron la puerta y lejos
de lo que podían imaginar, el interior de aquel lugar era muy diferente a como
esperaban que fuese. Se trataba de una habitación con una barra de madera que
separa en dos aquella sala. Detrás de la barra de madera estaba un hombre que
escribía algo en un trozo de papel con una pluma de oca nueva y detrás del
dueño, habían estanterías repletas de diferentes objetos, mesas que estaban
amontonadas de telas y desde el suelo se elevaban montañas de máquinas,
diversos tipos de herramientas y objetos que los gemelos desconocían su
utilidad.
Los gemelos miraron el lugar con
detenimiento y asombro de como el sitio pudiese albergar tantos objetos
mientras escuchaban como el papel era rasgado por la pluma empapada en tinta, bailando
diestramente en el papel gracias a su dueño.
El hombre que escribía dejó de hacerlo
al percatarse de los donceles que habían entrado en su tienda y los examinó
antes de levantarse de la butaca de madera en la que estaba sentado, mostrando
su total altura para intimidar a Itachi y Sasuke por si se trataban de unos
ladronzuelos que pretendían hacer una de sus jugarretas para hurtarle mercancía
aunque fuera técnicamente imposible porque deberían de saltar la barra,
enfrentar al dueño de la tienda pero solo los necios se atreverían a hacer tal
cosa debido a que el hombre que miraba receloso detrás de la barra era una
mole.
– Buen... día. – Se atrevió a decir
Sasuke tragando un poco de saliva ante aquel personaje que parecía desnudarlos
con la mirada.
– ¿Qué queréis?. – Preguntó con desazón
y entrecerrando los párpados para agudizar su mirada.
– Nos han dicho que aquí podíamos
conseguir lo suficiente para poder escribir una carta. – Respondió Itachi antes
de que aquel sujeto los expulsase de allí sin haber hablado.
El hombre los miró con más intensidad antes
de hablar porque dudaba que aquellos dos jóvenes supieran leer y escribir.
– Todo el material os saldrá un chunin
con diez genins. – Se limitó a decir con poca amabilidad.
Itachi y Sasuke se miraron con la confusión
pintada en sus rostro porque aunque se trataba de los nombres de las monedas,
ellos no tenían consigo tal cantidad y mucho menos habían esperado que para
poder obtener algo, que hasta hace poco consideraban insignificante, hubiese
que intercambiarlos por monedas.
– Si no tenéis el dinero, largo. –
Indicó el hombre señalando la puerta por la que habían entrado los gemelos.
– No nos eche, por favor. – Intervino
con desesperación Itachi. – Es cierto que no tenemos dinero pero si nos da lo
necesario para escribir una carta nuestro hermano vendrá y pagará.
– Estas intentado engañarme. – Acusó
con desagrado al mismo tiempo que golpeaba la superficie de la barra con una de
sus enormes manos. – Dejad vuestras mentiras para cuando acabéis en la horca
por vuestros crímenes y marchaos de aquí antes de que llame a los guardias.
– Pero no estamos mintiendo, le estamos
diciendo la verdad, nuestros padres eran los marqueses de Sharingan. – Confesó
Sasuke.
– Todo el mundo sabe que los marqueses
de Sharingan solo tienen un hijo y lo diré por última vez, fuera de mi tienda. –
Gruñó haciendo estremecer a los hermanos.
Aquellas eran las palabras que menos
deseaban escuchar los gemelos pero no les quedó más remedio que salir de la
tienda con olor a vinagre y sintiendo como su esperanza se desvanecía a cada
paso que daban hacia el exterior.
Sin embargo, antes de salir del
establecimiento un muchacho de ropas andrajosas que iba corriendo sin siquiera
disminuir al llegar y entrar a aquel comercio, tropezó con Sasuke y ambos cayeron
al suelo sin ser posible impedirlo.
Las monedas que el chico llevaba en su
mano cayeron y rodando por el suelo. El joven sin hacerse espera o a que
alguien se lo dijera se levantó para recoger apresuradamente cada uno de los
genins que se habían esparcido por el suelo de madera.
– Lo siento. – Se disculpó sin dejar de
recoger las monedas.
Los gemelos no dijeron nada e Itachi
ayudó a su hermano a ponerse de pie mientras se alejaban de allí hacia uno de
los callejones en busca de un lugar tranquilo.
Cuando los donceles se refugiaron en el
callejón se detuvieron sin decir nada porque ambos necesitaban meditar unos
minutos, tenían la necesidad de que el peso que les provocó las palabras del
comerciante se disipasen aunque el silencio era inexistente en la ciudad de La
Hoja, pues los sonidos de la agitada ciudad no cesaban en ningún momento.
– ¿Qué haremos, Itachi?. – Preguntó
Sasuke que se había sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared de
una casa, después de entender que su hermano no se iba a mover de aquel
callejón.
Itachi no respondió sino que apretó con
fuerza sus puños y tragó los gimoteos de su llanto dejando que sus lágrimas resbalaran
por su cara hasta caer a los adoquines de piedra sin dejar de dar la espalda a
su hermano.
– ¿Crees qué Kakashi nos buscará?. –
Dirigió sus negros ojos a sus manos sucias que descansaban sobre sus rodillas. –
¿Cómo vamos a sobrevivir?. – Susurró con angustia porque no sabía hacer ningún
trabajo duro, ellos fueron educados para las artes, la casa y el cuidado de los
hijos, tal y como se esperaba de un doncel o una dama de su clase.
Otro silencio por parte de Itachi fue
la contestación que Sasuke obtuvo.
Sasuke suspiró y cerró los ojos para
escuchar como gruñía su barriga, tenía demasiada hambre, aunque Sai le hubiese
brindado algo de alimento este se terminó rápido y su estómago no quedó
satisfecho.
– Itachi, debemos ir a buscar comida. –
Murmuró Sasuke poniéndose en pie tan rápido como le permitió su aquejado
cuerpo.
Como había ocurrido antes, Itachi no
respondió a su hermano por el simple hecho de que no se sentía con ánimos de
hablarle y solo pensaba en que el esfuerzo de haber ido hasta la ciudad había
sido en vano y errado.
Itachi comenzó a caminar con la cabeza
agachada, sin mirar al frente dando un aspecto aún más frágil y lastimero del
que pudiese tener.
Sasuke siguió a su hermano pero después
de que había pasado varias horas caminando por las calles de la ciudad, dedujo
que su hermano no pensaba ir en busca de comida.
– ¡Itachi!. – Llamó mientras se detenía
con sus ojos clavados en la espalda de su hermano que también se detuvo pero no
se giró para mirarlo. – Vayamos a buscar algo de comer, pronto anochecerá y
desde la mañana que no hemos probado bocado y si no nos alimentamos moriremos
de inanición. – Sasuke aguardó pero al presentir que su hermano estaba aún en
estado de mutis prosiguió. – Sé cómo te sientes y que todas nuestras esperanza
de ponernos en contacto con nuestro hermano mayor se han disipado pero no
podemos darnos por vencido, debemos encontrar la manera de sobrevivir y ponernos
en contacto con Kakashi.
Unos niños corrieron cerca de los
gemelos junto a un cachorro que los seguía mientras ladraba y Sasuke los miró
desaparecer entre el tumulto de personas que caminaban de un lado a otro en
espera de que su hermano hablase.
– Sé cómo te sientes, hermano porque yo
estoy padeciendo lo mismo que tú pero llorar y dejarnos morir como si fuésemos
mendigos, no hace que las cosas nos vayan a ir mejor. – Repitió. – Yo también echo
de menos a nuestros padres, quisiera que madre estuviese aquí y me abrazara
como solo ella puede hacerlo. Que padre estuviera cerca para sentirme seguro y
que el abuelo también se encontrara junto a nosotros refunfuñando porque algún sirviente
cometió un acto imprudente pero eso ya no es posible, ¿cierto?. – Dijo sin
pensar Sasuke mientras derramaba nuevas lágrimas. – Itachi, yo también quisiera
que esto fuera un sueño y en cualquier caso, me gustaría haber podido haberle
escrito una carta a Kakashi para que viniera y nos llevara a un lugar seguro. –
Sorbió con fuerza por la nariz. – Me encantaría decirle a todos cuanto los
quiero aunque fuese una última vez. – Sasuke tragó saliva para aclarar su
garganta. – Ahora solo estamos tú y yo, debemos hacer todo lo posible para
buscar la forma de ponernos en contacto con Kakashi. No podemos resignarnos a
morir aquí.
Itachi escuchó cada palabra de su
hermano como finas agujas que estaban hundiéndose en su pecho que hizo que
volviese a derramar lágrimas y aún así, en sus labios se formaron una pequeña
sonrisa.
–Tienes razón Sasuke, debemos buscar
otra forma de ponernos en contacto con Kakashi.
– Sí.
– Y tenemos que sobrevivir como sea. –
Itachi miró hacia el firmamento donde las estrellas estaban comenzando a
aparecer. – No podemos permitir que la muerte venga a por nosotros tan fácil y
hacer todo lo posible para vivir para que del lugar que estén nuestros padres viéndonos
se sientan orgullosos de nosotros. – Terminó de hablar Itachi sintiendo como
Sasuke se abalanzaba sobre él para abrazarlo. Un abrazo que Itachi no dudó en corresponder.
– Vamos, busquemos algo de comida y un
lugar donde pasar la noche, Sasuke. – Murmuró Itachi deshaciendo el abrazo.
Sasuke asintió con la cabeza y ambos
hermanos se pusieron en marcha para buscar alimento.
Los gemelos caminaron hasta puestos de
comida que ya estaban cerrando pero no pudieron obtener ni una manzana porque
al igual que le había ocurrido en la tienda que Sai les había indicado, no contaban
con dinero para comprar y nadie se apiadó de ellos, ni le ofrecieron comida dejándolos
a su suerte.
Con el estómago vacío se dirigieron
hacia un callejón, -lugar que parecía resguardarlo de la gente normal y los
guardias-, buscando un lugar donde dormir.
Los gemelos tuvieron que fabricarse un
refugio en el interior de uno de aquellos callejones con los escombros que allí
se encontraban para cobijarse del frío y de los borrachos que se internaban en
el callejón para orinar, vomitar, seguir bebiendo o hacer cualquier otro acto
desagradable.
Cuando habían pasado tres días sin
poder conseguir comida y el hambre se había instalado en ellos como un
insoportable dolor de barriga comenzaron a buscar comida en la basura o los restos de alimentos que la
gente tiraba porque no se comían.
Pasó un mes entero en que los gemelos
sobrevivían de esa manera en la ciudad de La Hoja, donde un ranció pedazo de
pan era un manjar. Los hermanos no se atrevían a robar porque eso sería
contradecir a lo enseñado por sus padres y ellos, no estaban dispuestos a
olvidar lo inculcado por sus progenitores. Por la noche se refugiaban en alguno
de los pequeños refugios que habían construidos con los escombros y residuos
que se hallaban en los callejones.
Todo ese mes le sirvió a Sasuke e
Itachi para adaptarse, como cualquier persona más que estaba viviendo en la
calle. Sus cuerpos ya no se quejaban tanto y en la planta de sus pies se
crearon callos que le permitían correr tan rápido como podían de un lugar a
otro.
Tanto Itachi como Sasuke, habían
adelgazado mucho debido a su mala alimentación en la que le hacía falta proteínas
que se obtenían de la carne, el pescado o los huevos, ya que este tipo de
alimentos solo se encontraban los huesos, las escamas, las raspas y las
cascaras en medio de la basura.
En ese mes, también, sus camisones se
habían transformado en delgados, sucios y roídos harapos que solo le ocultaban
lo suficiente de su cuerpo.
Todo ese mes de aprendizaje y
adaptación había sido muy duro para los gemelos.
– ¡Itachi!. – Llamó Sasuke con emoción
mientras corría hacia su hermano. – Mira lo que he encontrado. – Dijo mostrándole
dos vestidos muy feos y llenos de remiendos y parches. – No están tan mal en
comparación a nuestros camisones que dentro de poco no podremos utilizar.
Itachi cogió uno de los vestidos y se
lo puso sobre el camisón sin importarle el mal olor que desprendía, pues ya se
había acostumbrado a esos olores pestilentes, cuando de uno de los bolsillos
del vestido calló algo que hizo un ruido metálico al golpear el suelo de
adoquines.
Ambos donceles miraron hacia el lugar
en el que escucharon ese ruido y descubrieron un pequeño objeto de un color que
mezclaba el marrón y el naranja con el dibujo de una espiral dentro de una
hoja*.
– Eso... eso es... – Intentaba hablar
Sasuke.
– Una moneda. – Continuó Itachi que se
acercó y cogió la moneda como si tratase de un gran tesoro.
– ¿Crees que podremos comprar algo con
esta moneda?. – Preguntó Sasuke mirando el pequeño círculo de cobre que
sostenía su hermano mientras pensaba en comprar una hogaza de pan o una botella
de leche.
– No lo sé, no sé ni cuánto puede valer
o si nos servirá para pagarnos algo caliente de comer. – Itachi envolvió la
moneda con su mano antes de dejarla dentro del bolsillo del vestido que se
había puesto. – ¿Donde encontraste estos trajes?
Sasuke miró a Itachi con desconcierto.
– Puede que estos trajes tuvieran
alguna moneda más y cuando los dejaron aquí esas monedas hayan caído. – Explicó
Itachi.
– Por allí. – Indicó Sasuke señalando
con su dedo índice para acto seguido, ponerse el vestido que tenía en sus manos
y comenzando a rebuscar en los bolcillos pero pronto descubrió que estaban
vacios y uno de ellos tenía un agujero lo suficientemente grande para que le cupiese
la mano.
Los gemelos fueron hasta el pequeño
montículo de basura y comenzaron a rebuscar pero no encontraron más monedas en
aquel lugar, solo se agotaron más energía.
Agotados, los hermanos se sentaron
sobre el montón de escombros que habían removido.
– No hay más. – Habló con desanimo
Sasuke.
– ¿Me pregunto si podremos comprarnos
algo con esto?. – Inquirió Itachi mirando la pequeña moneda que había vuelto a
sacar de su bolsillo. – Al menos para cómpranos una hoja de papel.
– ¿¡Qué!?. – Sasuke se levantó del
lugar en el que estaba sentado. – ¿¡Pretendes gastarla en una simple hoja de
papel!?, sería más correcto usarla para conseguir un poco de comida y si es
posible, que fuese caliente como una sopa o un filete.
– ¡Eso sí que sería malgastar esta
moneda!. – Gritó Itachi también levantándose de su lugar ante lo dicho por su
hermano. – No sé lo que te ocurre pero si gastamos esta moneda en papel
estaremos más cerca de escribirle a Kakashi para que sepa que estamos vivos y
nos venga a buscar.
– Es una sola moneda. – Indicó Sasuke
con el entrecejo fruncido. – Si compramos una hoja y no compramos la tinta, la
pluma y una vela para hacerle el cello con la cera no servirá de nada, es mejor
que la gastemos en algo que necesitemos en estos momentos y es la comida.
– ¡No! eso sería malgastarla. – Itachi
puso sus manos en la cadera quedando en la posición de jarras. – No pienses que
te ofreceré la moneda para que la desperdicies.
– Tú sí que la desperdiciaras en un
trozo de papel que no podremos utilizar. – Afirmó adoptando la misma actitud
que su hermano. – Yo encontré los vestido, así que esa moneda me pertenece y
puedo decidir en qué gastarla.
– Ni hablar, puedes que hayas
encontrado los vestidos pero la moneda estaba dentro del bolcillo de mi traje,
así que soy el dueño de la moneda. – Contestó sin apartar la mirada de los ojos
de Sasuke. – Es mía y soy más sensato que tú.
Tras estas palabras Sasuke se abalanzó
sobre su gemelo y ambos comenzaron una pelea en la que se golpeaban, tironearse
del cabello, arañaban, insultaban y demás.
Estuvieron peleándose un buen rato
hasta que ambos se cansaron, quedando Itachi como el ganador y poseedor de la moneda ya que Sasuke no
consiguió arrebatársela.
– Espero que ahora quede claro que yo
soy el dueño de la moneda. – Aseguró Itachi mientras sonreía e hinchaba su
pecho orgullosamente.
– ¡Cállate! ¡Eres un egoísta, un
tramposo y ya estoy cansado de estar obedeciendo todas tus decisiones!. – Gritó
Sasuke a su hermano antes de salir corriendo y perderse al doblar una esquina alejándose
de Itachi, por primera vez en ese mes que habían pasado en la ciudad
sobreviviendo.
Itachi movió la cabeza de un lado a
otro antes de levantarse con calma y comenzar a caminar lentamente para ir a
buscar a su hermano porque todo lo que Sasuke había dicho no era real y se
trataba de un arrebato de furia.
Sin embargo, Itachi no encontró a su
hermano ese día.
Sasuke corrió por los callejones de la
ciudad y atravesando las calles que separaban su refugió. Corrió con el único
pensamiento de alejarse de su hermano porque se había sentido humillado. Corrió
con lágrimas de ira resbalando por sus mejillas a que sus ideas no fuesen
tomadas en cuenta por Itachi, al igual que él valoraba sus decisiones.
Sasuke llegó a una plaza en el que el
fondo se encontraba una plataforma con postes de madera y un escalofrío
recorrió su espalda.
El doncel rápidamente se volvió a
ocultar en el interior del callejón por el que había salido hasta esa plaza y a
diferencia de otros callejones, ese no estaba sucio ni con basura amontonada
pero el joven doncel no tomó suficiente importancia al lugar, sino que se
acercó a una de las paredes que formaban el estrecho callejón para sentarse en el suelo con la espalda
apoyada y las piernas flexionadas.
Sasuke apoyó sus brazos a sus rodillas
y reposó su frente sobre uno de sus antebrazos. Estuvo mucho tiempo en aquella
posición sin haber advertido que la noche había aparecido.
Sasuke ya se había calmado y por ello,
decidió ir en busca de su hermano caminando por las calles de la ciudad pero
para su suerte, no sabía dónde se encontraba y por ello, acabó dando vueltas
durante horas en esa zona de la ciudad de La Hoja en la que no había estado.
El doncel había decidido dormir hasta
que fuera de día para poder orientarse mejor, así que terminó durmiendo en un
portal del cual fue despertado en la mañana por un cubo de agua sucia que
habían tirado desde una de las ventanas procedentes a los pisos de arriba con
el grito de "¡Agua va!".
Empapado, hambriento y sucio Sasuke se
marchó tiritando de aquel lugar, sin poder mirar al frente debido al aire frío
que removía el viento y de esa manera, chocó con alguien.
– Ten más cuidado, mocoso. – Escupió
una voz.
– ¡Mirad!. – Indicó otra voz. – Este
andrajoso ha arruinado tu ropa.
Antes de que Sasuke se dignara a mirar
a aquellos dos hombres, sintió como algo duro se había impacto en su cabeza,
fue un golpe tan fuerte el que recibió que se mareó y cuando por fin levantó,
su ojos tan solo pudo captar el objeto con que fue golpeado. El desconocido lo
atacaba con un bastón con empuñadura dorada, que impactaba en él provocándole
que se desmayase y quedase tendido en el suelo sin importarle a ninguna de las
personas que estaban cerca.
Cuando Sasuke despertó se percató de
que tenía su mejilla izquierda hinchada y, casi, no podía abrir su ojo
izquierdo. Su cabeza le dolía, al igual que su mandíbula, y el costado derecho.
Su respiración era demasiado forzada y necesitaba abrir la boca para poder
respirar bien para no sentir que se estaba asfixiando. Además, su nariz emitía
un silbido, tanto cuando espiraba como cuando inspiraba el aire.
Intentó levantarse pero un mareo lo
aturdió y el crujido que acompañaba al fuerte dolor del costado solo provocó
que volviese caer sobre su espalda mientras soltaba un grito de dolor.
Entonces, unos pasos se acercaron
apresuradamente hacia él y la figura de una persona apareció pero debido al
mareo solo veía borroso, la persona era como una mancha en forma de humano de
color oscuro.
– No te muevas o te harás más daño del
que te hicieron ya. – Dijo una voz masculina.
Sasuke asintió con la cabeza e intentó
ver donde se encontraba pero solo consiguió marearse más.
– Será mejor que duermas un poco más. –
Aconsejó la voz y Sasuke volvió a asentir sintiendo como una mano acariciaba
con sutileza su frente para apartar los mechones de su cabello que le hizo
volver a caer en el mundo de Morfeo.
El chisporroteó de las ascuas captó la
atención del chico, dejó al doncel durmiendo mientras él se ocupaba de azuzar
el pequeño fuego y añadir más leña a la hoguera cuando dos golpes se escucharon
en la vieja y destartalada puerta de madera.
El muchacho se levantó y se dirigió hacia
para abrirla con impaciencia, dejando entrar a otro joven que cargaba una cesta
de mimbre.
– He traído algo de comida y algunas
prendas que a mi hermana ya no le sirve. – Anunció en un susurro mientras se
acercaba al fuego y una vez frente a la hoguera dejó la cesta en el suelo para
estirar sus manos que se le habían helado.
– Gracias, Gaara.
– Está todo hinchado, tuvo suerte de
que no le hubiese roto algún hueso aquel idiota. – Afirmó Gaara mirando a
Sasuke mientras frotaba sus manos por su cuerpo para subir la temperatura. – ¿Y
tú cómo estas, Naruto?. – Preguntó está vez a su amigo mirándole el brazo que
tenía vendado con una maltrecha tela amarillenta y la cual, estaba machada con
sangre.
– No tan mal como él. – Aseguró Naruto
sin mirar a su amigo porque estaba quitándose
su improvisada venda para mostrar una cortada, lo suficientemente profunda para
que no se hubiese cerrado aún y continuara ardiendo.
Naruto tomo su pequeño puñal del fuego,
que había dejado para que la hoja de hierro se calentase.
– Espera, es mejor que yo lo haga o
podrías ocasionarte más heridas. – Se apresuró Gaara para ver como su amigo
asentía con la cabeza. – Muerde esto. – Aconsejó pasándole un pañuelo de hilo
que Naruto se llevó a la boca mientras cerraba los ojos.
Gaara tomó el puñal y llevó la
abrasadora hoja a la herida de Naruto, la cual presionó un poco escuchando el
apagado alarido de dolor de su amigo antes de quitarla de la carne y viendo
como la piel se había pegado al metal.
Gaara dejó el puñal en el suelo, muy
cerca del fuego para que fuese visible, y tomo la aguja y el hilo con el que rápidamente
comenzó a coserle la herida que previamente había quemado para desinfectar.
Cuando el muchacho terminó de coser la herida le envolvió el brezo con una
venda de tela limpia y blanca que había traído en el interior del cesto.
– Yo ya me tengo que ir, así podrás descansar.
– Indicó antes de marcharse de allí.
– Gracias por todo, Gaara. – Susurró
Naruto viendo como la puerta se cerraba.
Naruto dejó el pañuelo que Gaara le
había dado dentro del cesto para recoger el puñal para tirarlo dentro de una
palangana* de hierro que contenía agua y que al contacto con el acero caliente
aulló, volviéndose vapor para enfriar la hoja del puñal.
Después Naruto se acercó a Sasuke para
comprobar que estaba durmiendo para luego, alejarse y tumbarse al otro lado de
la habitación en la que estaban para poder conciliar el sueño.
Aclaración de los términos:
* Una espiral dentro de una hoja: El símbolo
ninja que está grabado en las badanas de los shinobis de Konoha.
* Palangana: Es un pequeño recipiente
que antes se utilizaba para poner agua y lavarse la cara o las manos.
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