domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -6-


-Separación.-

Después de mucho caminar, los gemelos consiguieron encontrar el edificio donde estaba el puesto que Sai les había indicado.

Itachi y Sasuke sonrieron porque la esperanza que se iluminaba en sus corazones como el ver una luz de atrocha en mitad de la noche, proporcionándoles ese atisbo de felicidad. Por fin, podrían ponerse en contacto con Kakashi para que viniera a auxiliarlos tomando sus responsabilidades de hermano mayor y el heredero al título del marquesado de Sharingan, ahora que sus progenitores habían perecido.

Los gemelos se dirigieron al edificio sin importarles que sus pies nuevamente estaban sangrando porque las heridas se había abierto, tampoco hicieron caso al dolor que emanaba sus cuerpos por haberse excedido, sencillamente, en ese instante no había más pensamientos en sus cabezas que el poder llegar al edificio y entrar donde aquella puerta abierta los esperaba para brindarles lo que más deseaban, ponerse en contacto con Kakashi.

Los hermanos atravesaron la puerta y lejos de lo que podían imaginar, el interior de aquel lugar era muy diferente a como esperaban que fuese. Se trataba de una habitación con una barra de madera que separa en dos aquella sala. Detrás de la barra de madera estaba un hombre que escribía algo en un trozo de papel con una pluma de oca nueva y detrás del dueño, habían estanterías repletas de diferentes objetos, mesas que estaban amontonadas de telas y desde el suelo se elevaban montañas de máquinas, diversos tipos de herramientas y objetos que los gemelos desconocían su utilidad.

Los gemelos miraron el lugar con detenimiento y asombro de como el sitio pudiese albergar tantos objetos mientras escuchaban como el papel era rasgado por la pluma empapada en tinta, bailando diestramente en el papel gracias a su dueño.

El hombre que escribía dejó de hacerlo al percatarse de los donceles que habían entrado en su tienda y los examinó antes de levantarse de la butaca de madera en la que estaba sentado, mostrando su total altura para intimidar a Itachi y Sasuke por si se trataban de unos ladronzuelos que pretendían hacer una de sus jugarretas para hurtarle mercancía aunque fuera técnicamente imposible porque deberían de saltar la barra, enfrentar al dueño de la tienda pero solo los necios se atreverían a hacer tal cosa debido a que el hombre que miraba receloso detrás de la barra era una mole.

– Buen... día. – Se atrevió a decir Sasuke tragando un poco de saliva ante aquel personaje que parecía desnudarlos con la mirada.

– ¿Qué queréis?. – Preguntó con desazón y entrecerrando los párpados para agudizar su mirada.

– Nos han dicho que aquí podíamos conseguir lo suficiente para poder escribir una carta. – Respondió Itachi antes de que aquel sujeto los expulsase de allí sin haber hablado.

El hombre los miró con más intensidad antes de hablar porque dudaba que aquellos dos jóvenes supieran leer y escribir.

– Todo el material os saldrá un chunin con diez genins. – Se limitó a decir con poca amabilidad.

Itachi y Sasuke se miraron con la confusión pintada en sus rostro porque aunque se trataba de los nombres de las monedas, ellos no tenían consigo tal cantidad y mucho menos habían esperado que para poder obtener algo, que hasta hace poco consideraban insignificante, hubiese que intercambiarlos por monedas.

– Si no tenéis el dinero, largo. – Indicó el hombre señalando la puerta por la que habían entrado los gemelos.

– No nos eche, por favor. – Intervino con desesperación Itachi. – Es cierto que no tenemos dinero pero si nos da lo necesario para escribir una carta nuestro hermano vendrá y pagará.

– Estas intentado engañarme. – Acusó con desagrado al mismo tiempo que golpeaba la superficie de la barra con una de sus enormes manos. – Dejad vuestras mentiras para cuando acabéis en la horca por vuestros crímenes y marchaos de aquí antes de que llame a los guardias.

– Pero no estamos mintiendo, le estamos diciendo la verdad, nuestros padres eran los marqueses de Sharingan. – Confesó Sasuke.

– Todo el mundo sabe que los marqueses de Sharingan solo tienen un hijo y lo diré por última vez, fuera de mi tienda. – Gruñó haciendo estremecer a los hermanos.

Aquellas eran las palabras que menos deseaban escuchar los gemelos pero no les quedó más remedio que salir de la tienda con olor a vinagre y sintiendo como su esperanza se desvanecía a cada paso que daban hacia el exterior.

Sin embargo, antes de salir del establecimiento un muchacho de ropas andrajosas que iba corriendo sin siquiera disminuir al llegar y entrar a aquel comercio, tropezó con Sasuke y ambos cayeron al suelo sin ser posible impedirlo.

Las monedas que el chico llevaba en su mano cayeron y rodando por el suelo. El joven sin hacerse espera o a que alguien se lo dijera se levantó para recoger apresuradamente cada uno de los genins que se habían esparcido por el suelo de madera.

– Lo siento. – Se disculpó sin dejar de recoger las monedas.

Los gemelos no dijeron nada e Itachi ayudó a su hermano a ponerse de pie mientras se alejaban de allí hacia uno de los callejones en busca de un lugar tranquilo.

Cuando los donceles se refugiaron en el callejón se detuvieron sin decir nada porque ambos necesitaban meditar unos minutos, tenían la necesidad de que el peso que les provocó las palabras del comerciante se disipasen aunque el silencio era inexistente en la ciudad de La Hoja, pues los sonidos de la agitada ciudad no cesaban en ningún momento.

– ¿Qué haremos, Itachi?. – Preguntó Sasuke que se había sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared de una casa, después de entender que su hermano no se iba a mover de aquel callejón.

Itachi no respondió sino que apretó con fuerza sus puños y tragó los gimoteos de su llanto dejando que sus lágrimas resbalaran por su cara hasta caer a los adoquines de piedra sin dejar de dar la espalda a su hermano.

– ¿Crees qué Kakashi nos buscará?. – Dirigió sus negros ojos a sus manos sucias que descansaban sobre sus rodillas. – ¿Cómo vamos a sobrevivir?. – Susurró con angustia porque no sabía hacer ningún trabajo duro, ellos fueron educados para las artes, la casa y el cuidado de los hijos, tal y como se esperaba de un doncel o una dama de su clase.

Otro silencio por parte de Itachi fue la contestación que Sasuke obtuvo.

Sasuke suspiró y cerró los ojos para escuchar como gruñía su barriga, tenía demasiada hambre, aunque Sai le hubiese brindado algo de alimento este se terminó rápido y su estómago no quedó satisfecho.

– Itachi, debemos ir a buscar comida. – Murmuró Sasuke poniéndose en pie tan rápido como le permitió su aquejado cuerpo.

Como había ocurrido antes, Itachi no respondió a su hermano por el simple hecho de que no se sentía con ánimos de hablarle y solo pensaba en que el esfuerzo de haber ido hasta la ciudad había sido en vano y errado.

Itachi comenzó a caminar con la cabeza agachada, sin mirar al frente dando un aspecto aún más frágil y lastimero del que pudiese tener.

Sasuke siguió a su hermano pero después de que había pasado varias horas caminando por las calles de la ciudad, dedujo que su hermano no pensaba ir en busca de comida.

– ¡Itachi!. – Llamó mientras se detenía con sus ojos clavados en la espalda de su hermano que también se detuvo pero no se giró para mirarlo. – Vayamos a buscar algo de comer, pronto anochecerá y desde la mañana que no hemos probado bocado y si no nos alimentamos moriremos de inanición. – Sasuke aguardó pero al presentir que su hermano estaba aún en estado de mutis prosiguió. – Sé cómo te sientes y que todas nuestras esperanza de ponernos en contacto con nuestro hermano mayor se han disipado pero no podemos darnos por vencido, debemos encontrar la manera de sobrevivir y ponernos en contacto con Kakashi.

Unos niños corrieron cerca de los gemelos junto a un cachorro que los seguía mientras ladraba y Sasuke los miró desaparecer entre el tumulto de personas que caminaban de un lado a otro en espera de que su hermano hablase.

– Sé cómo te sientes, hermano porque yo estoy padeciendo lo mismo que tú pero llorar y dejarnos morir como si fuésemos mendigos, no hace que las cosas nos vayan a ir mejor. – Repitió. – Yo también echo de menos a nuestros padres, quisiera que madre estuviese aquí y me abrazara como solo ella puede hacerlo. Que padre estuviera cerca para sentirme seguro y que el abuelo también se encontrara junto a nosotros refunfuñando porque algún sirviente cometió un acto imprudente pero eso ya no es posible, ¿cierto?. – Dijo sin pensar Sasuke mientras derramaba nuevas lágrimas. – Itachi, yo también quisiera que esto fuera un sueño y en cualquier caso, me gustaría haber podido haberle escrito una carta a Kakashi para que viniera y nos llevara a un lugar seguro. – Sorbió con fuerza por la nariz. – Me encantaría decirle a todos cuanto los quiero aunque fuese una última vez. – Sasuke tragó saliva para aclarar su garganta. – Ahora solo estamos tú y yo, debemos hacer todo lo posible para buscar la forma de ponernos en contacto con Kakashi. No podemos resignarnos a morir aquí.

Itachi escuchó cada palabra de su hermano como finas agujas que estaban hundiéndose en su pecho que hizo que volviese a derramar lágrimas y aún así, en sus labios se formaron una pequeña sonrisa.

–Tienes razón Sasuke, debemos buscar otra forma de ponernos en contacto con Kakashi.

– Sí.

– Y tenemos que sobrevivir como sea. – Itachi miró hacia el firmamento donde las estrellas estaban comenzando a aparecer. – No podemos permitir que la muerte venga a por nosotros tan fácil y hacer todo lo posible para vivir para que del lugar que estén nuestros padres viéndonos se sientan orgullosos de nosotros. – Terminó de hablar Itachi sintiendo como Sasuke se abalanzaba sobre él para abrazarlo. Un abrazo que Itachi no dudó en corresponder.

– Vamos, busquemos algo de comida y un lugar donde pasar la noche, Sasuke. – Murmuró Itachi deshaciendo el abrazo.

Sasuke asintió con la cabeza y ambos hermanos se pusieron en marcha para buscar alimento.

Los gemelos caminaron hasta puestos de comida que ya estaban cerrando pero no pudieron obtener ni una manzana porque al igual que le había ocurrido en la tienda que Sai les había indicado, no contaban con dinero para comprar y nadie se apiadó de ellos, ni le ofrecieron comida dejándolos a su suerte.

Con el estómago vacío se dirigieron hacia un callejón, -lugar que parecía resguardarlo de la gente normal y los guardias-, buscando un lugar donde dormir.

Los gemelos tuvieron que fabricarse un refugio en el interior de uno de aquellos callejones con los escombros que allí se encontraban para cobijarse del frío y de los borrachos que se internaban en el callejón para orinar, vomitar, seguir bebiendo o hacer cualquier otro acto desagradable.

Cuando habían pasado tres días sin poder conseguir comida y el hambre se había instalado en ellos como un insoportable dolor de barriga comenzaron a buscar comida en  la basura o los restos de alimentos que la gente tiraba porque no se comían.

Pasó un mes entero en que los gemelos sobrevivían de esa manera en la ciudad de La Hoja, donde un ranció pedazo de pan era un manjar. Los hermanos no se atrevían a robar porque eso sería contradecir a lo enseñado por sus padres y ellos, no estaban dispuestos a olvidar lo inculcado por sus progenitores. Por la noche se refugiaban en alguno de los pequeños refugios que habían construidos con los escombros y residuos que se hallaban en los callejones.

Todo ese mes le sirvió a Sasuke e Itachi para adaptarse, como cualquier persona más que estaba viviendo en la calle. Sus cuerpos ya no se quejaban tanto y en la planta de sus pies se crearon callos que le permitían correr tan rápido como podían de un lugar a otro.

Tanto Itachi como Sasuke, habían adelgazado mucho debido a su mala alimentación en la que le hacía falta proteínas que se obtenían de la carne, el pescado o los huevos, ya que este tipo de alimentos solo se encontraban los huesos, las escamas, las raspas y las cascaras en medio de la basura.

En ese mes, también, sus camisones se habían transformado en delgados, sucios y roídos harapos que solo le ocultaban lo suficiente de su cuerpo.

Todo ese mes de aprendizaje y adaptación había sido muy duro para los gemelos.

– ¡Itachi!. – Llamó Sasuke con emoción mientras corría hacia su hermano. – Mira lo que he encontrado. – Dijo mostrándole dos vestidos muy feos y llenos de remiendos y parches. – No están tan mal en comparación a nuestros camisones que dentro de poco no podremos utilizar.

Itachi cogió uno de los vestidos y se lo puso sobre el camisón sin importarle el mal olor que desprendía, pues ya se había acostumbrado a esos olores pestilentes, cuando de uno de los bolsillos del vestido calló algo que hizo un ruido metálico al golpear el suelo de adoquines.

Ambos donceles miraron hacia el lugar en el que escucharon ese ruido y descubrieron un pequeño objeto de un color que mezclaba el marrón y el naranja con el dibujo de una espiral dentro de una hoja*.

– Eso... eso es... – Intentaba hablar Sasuke.

– Una moneda. – Continuó Itachi que se acercó y cogió la moneda como si tratase de un gran tesoro.

– ¿Crees que podremos comprar algo con esta moneda?. – Preguntó Sasuke mirando el pequeño círculo de cobre que sostenía su hermano mientras pensaba en comprar una hogaza de pan o una botella de leche.

– No lo sé, no sé ni cuánto puede valer o si nos servirá para pagarnos algo caliente de comer. – Itachi envolvió la moneda con su mano antes de dejarla dentro del bolsillo del vestido que se había puesto. – ¿Donde encontraste estos trajes?

Sasuke miró a Itachi con desconcierto.

– Puede que estos trajes tuvieran alguna moneda más y cuando los dejaron aquí esas monedas hayan caído. – Explicó Itachi.

– Por allí. – Indicó Sasuke señalando con su dedo índice para acto seguido, ponerse el vestido que tenía en sus manos y comenzando a rebuscar en los bolcillos pero pronto descubrió que estaban vacios y uno de ellos tenía un agujero lo suficientemente grande para que le cupiese la mano.

Los gemelos fueron hasta el pequeño montículo de basura y comenzaron a rebuscar pero no encontraron más monedas en aquel lugar, solo se agotaron más energía.

Agotados, los hermanos se sentaron sobre el montón de escombros que habían removido.

– No hay más. – Habló con desanimo Sasuke.

– ¿Me pregunto si podremos comprarnos algo con esto?. – Inquirió Itachi mirando la pequeña moneda que había vuelto a sacar de su bolsillo. – Al menos para cómpranos una hoja de papel.

– ¿¡Qué!?. – Sasuke se levantó del lugar en el que estaba sentado. – ¿¡Pretendes gastarla en una simple hoja de papel!?, sería más correcto usarla para conseguir un poco de comida y si es posible, que fuese caliente como una sopa o un filete.

– ¡Eso sí que sería malgastar esta moneda!. – Gritó Itachi también levantándose de su lugar ante lo dicho por su hermano. – No sé lo que te ocurre pero si gastamos esta moneda en papel estaremos más cerca de escribirle a Kakashi para que sepa que estamos vivos y nos venga a buscar.

– Es una sola moneda. – Indicó Sasuke con el entrecejo fruncido. – Si compramos una hoja y no compramos la tinta, la pluma y una vela para hacerle el cello con la cera no servirá de nada, es mejor que la gastemos en algo que necesitemos en estos momentos y es la comida.

– ¡No! eso sería malgastarla. – Itachi puso sus manos en la cadera quedando en la posición de jarras. – No pienses que te ofreceré la moneda para que la desperdicies.

– Tú sí que la desperdiciaras en un trozo de papel que no podremos utilizar. – Afirmó adoptando la misma actitud que su hermano. – Yo encontré los vestido, así que esa moneda me pertenece y puedo decidir en qué gastarla.

– Ni hablar, puedes que hayas encontrado los vestidos pero la moneda estaba dentro del bolcillo de mi traje, así que soy el dueño de la moneda. – Contestó sin apartar la mirada de los ojos de Sasuke. – Es mía y soy más sensato que tú.

Tras estas palabras Sasuke se abalanzó sobre su gemelo y ambos comenzaron una pelea en la que se golpeaban, tironearse del cabello, arañaban, insultaban y demás.

Estuvieron peleándose un buen rato hasta que ambos se cansaron, quedando Itachi como el ganador y  poseedor de la moneda ya que Sasuke no consiguió arrebatársela.

– Espero que ahora quede claro que yo soy el dueño de la moneda. – Aseguró Itachi mientras sonreía e hinchaba su pecho orgullosamente.

– ¡Cállate! ¡Eres un egoísta, un tramposo y ya estoy cansado de estar obedeciendo todas tus decisiones!. – Gritó Sasuke a su hermano antes de salir corriendo y perderse al doblar una esquina alejándose de Itachi, por primera vez en ese mes que habían pasado en la ciudad sobreviviendo.

Itachi movió la cabeza de un lado a otro antes de levantarse con calma y comenzar a caminar lentamente para ir a buscar a su hermano porque todo lo que Sasuke había dicho no era real y se trataba de un arrebato de furia.

Sin embargo, Itachi no encontró a su hermano ese día.

Sasuke corrió por los callejones de la ciudad y atravesando las calles que separaban su refugió. Corrió con el único pensamiento de alejarse de su hermano porque se había sentido humillado. Corrió con lágrimas de ira resbalando por sus mejillas a que sus ideas no fuesen tomadas en cuenta por Itachi, al igual que él valoraba sus decisiones.

Sasuke llegó a una plaza en el que el fondo se encontraba una plataforma con postes de madera y un escalofrío recorrió su espalda.

El doncel rápidamente se volvió a ocultar en el interior del callejón por el que había salido hasta esa plaza y a diferencia de otros callejones, ese no estaba sucio ni con basura amontonada pero el joven doncel no tomó suficiente importancia al lugar, sino que se acercó a una de las paredes que formaban el estrecho callejón  para sentarse en el suelo con la espalda apoyada y las piernas flexionadas.

Sasuke apoyó sus brazos a sus rodillas y reposó su frente sobre uno de sus antebrazos. Estuvo mucho tiempo en aquella posición sin haber advertido que la noche había aparecido.

Sasuke ya se había calmado y por ello, decidió ir en busca de su hermano caminando por las calles de la ciudad pero para su suerte, no sabía dónde se encontraba y por ello, acabó dando vueltas durante horas en esa zona de la ciudad de La Hoja en la que no había estado.

El doncel había decidido dormir hasta que fuera de día para poder orientarse mejor, así que terminó durmiendo en un portal del cual fue despertado en la mañana por un cubo de agua sucia que habían tirado desde una de las ventanas procedentes a los pisos de arriba con el grito de "¡Agua va!".

Empapado, hambriento y sucio Sasuke se marchó tiritando de aquel lugar, sin poder mirar al frente debido al aire frío que removía el viento y de esa manera, chocó con alguien.

– Ten más cuidado, mocoso. – Escupió una voz.

– ¡Mirad!. – Indicó otra voz. – Este andrajoso ha arruinado tu ropa.

Antes de que Sasuke se dignara a mirar a aquellos dos hombres, sintió como algo duro se había impacto en su cabeza, fue un golpe tan fuerte el que recibió que se mareó y cuando por fin levantó, su ojos tan solo pudo captar el objeto con que fue golpeado. El desconocido lo atacaba con un bastón con empuñadura dorada, que impactaba en él provocándole que se desmayase y quedase tendido en el suelo sin importarle a ninguna de las personas que estaban cerca.

Cuando Sasuke despertó se percató de que tenía su mejilla izquierda hinchada y, casi, no podía abrir su ojo izquierdo. Su cabeza le dolía, al igual que su mandíbula, y el costado derecho. Su respiración era demasiado forzada y necesitaba abrir la boca para poder respirar bien para no sentir que se estaba asfixiando. Además, su nariz emitía un silbido, tanto cuando espiraba como cuando inspiraba el aire.

Intentó levantarse pero un mareo lo aturdió y el crujido que acompañaba al fuerte dolor del costado solo provocó que volviese caer sobre su espalda mientras soltaba un grito de dolor.

Entonces, unos pasos se acercaron apresuradamente hacia él y la figura de una persona apareció pero debido al mareo solo veía borroso, la persona era como una mancha en forma de humano de color oscuro.

– No te muevas o te harás más daño del que te hicieron ya. – Dijo una voz masculina.

Sasuke asintió con la cabeza e intentó ver donde se encontraba pero solo consiguió marearse más.

– Será mejor que duermas un poco más. – Aconsejó la voz y Sasuke volvió a asentir sintiendo como una mano acariciaba con sutileza su frente para apartar los mechones de su cabello que le hizo volver a caer en el mundo de Morfeo.

El chisporroteó de las ascuas captó la atención del chico, dejó al doncel durmiendo mientras él se ocupaba de azuzar el pequeño fuego y añadir más leña a la hoguera cuando dos golpes se escucharon en la vieja y destartalada puerta de madera.

El muchacho se levantó y se dirigió hacia para abrirla con impaciencia, dejando entrar a otro joven que cargaba una cesta de mimbre.

– He traído algo de comida y algunas prendas que a mi hermana ya no le sirve. – Anunció en un susurro mientras se acercaba al fuego y una vez frente a la hoguera dejó la cesta en el suelo para estirar sus manos que se le habían helado.

– Gracias, Gaara.

– Está todo hinchado, tuvo suerte de que no le hubiese roto algún hueso aquel idiota. – Afirmó Gaara mirando a Sasuke mientras frotaba sus manos por su cuerpo para subir la temperatura. – ¿Y tú cómo estas, Naruto?. – Preguntó está vez a su amigo mirándole el brazo que tenía vendado con una maltrecha tela amarillenta y la cual, estaba machada con sangre.

– No tan mal como él. – Aseguró Naruto sin mirar a su amigo porque estaba  quitándose su improvisada venda para mostrar una cortada, lo suficientemente profunda para que no se hubiese cerrado aún y continuara ardiendo.

Naruto tomo su pequeño puñal del fuego, que había dejado para que la hoja de hierro se calentase.

– Espera, es mejor que yo lo haga o podrías ocasionarte más heridas. – Se apresuró Gaara para ver como su amigo asentía con la cabeza. – Muerde esto. – Aconsejó pasándole un pañuelo de hilo que Naruto se llevó a la boca mientras cerraba los ojos.

Gaara tomó el puñal y llevó la abrasadora hoja a la herida de Naruto, la cual presionó un poco escuchando el apagado alarido de dolor de su amigo antes de quitarla de la carne y viendo como la piel se había pegado al metal.

Gaara dejó el puñal en el suelo, muy cerca del fuego para que fuese visible, y tomo la aguja y el hilo con el que rápidamente comenzó a coserle la herida que previamente había quemado para desinfectar. Cuando el muchacho terminó de coser la herida le envolvió el brezo con una venda de tela limpia y blanca que había traído en el interior del cesto.

– Yo ya me tengo que ir, así podrás descansar. – Indicó antes de marcharse de allí.

– Gracias por todo, Gaara. – Susurró Naruto viendo como la puerta se cerraba.

Naruto dejó el pañuelo que Gaara le había dado dentro del cesto para recoger el puñal para tirarlo dentro de una palangana* de hierro que contenía agua y que al contacto con el acero caliente aulló, volviéndose vapor para enfriar la hoja del puñal.

Después Naruto se acercó a Sasuke para comprobar que estaba durmiendo para luego, alejarse y tumbarse al otro lado de la habitación en la que estaban para poder conciliar el sueño.



Aclaración de  los términos:

* Una espiral dentro de una hoja: El símbolo ninja que está grabado en las badanas de los shinobis de Konoha.


* Palangana: Es un pequeño recipiente que antes se utilizaba para poner agua y lavarse la cara o las manos.

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