domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -45-


- Memorias acabadas.-

Era un pasadizo oscuro y estrecho que solo posibilitaba el caminar a una sola persona y en el caso de encontrar a alguien que venía en dirección contraria a la que Minato, Naruto y Gaara iban, no había lugar alguno para permitir el paso más que el retroceder de alguna de las personas que se encontraban frente a frente en el interior de ese pasadizo.

Minato iba palpando las paredes en medio de la oscuridad a cada paso que daba, se aseguraba de que el suelo no tenía algún escalón o rampa que ascendiera o descendiera y parecía ir recto, dándole la impresión de que caminaba en una superficie llana a donde quiera que llevara aquel pasadizo.

Naruto sabía que caminaba detrás de Minato y que Gaara lo seguía gracias al sonido que hacían las botas de sus compañeros a cada paso que daban ya que la intensa oscuridad no le dejaba ver el cuerpo de sus camaradas, siendo el pasadizo demasiado incómodo, tanto por el silencio como por no poder ser capaz de que sus ojos visualicen a la persona que había caminando frente a él. Solo podía guiarse por el resto de sus sentidos, los cuales se agudizaron ante la carencia de visión.

– ¡Oh… Dios misericordioso!, ¿qué es este olor?. Es nauseabundo. – Habló Gaara llevándose rápidamente la mano a uno de sus bolsillos para sacar un pañuelo de tela con el que se cubrió la nariz y la boca para intentar disminuir el fuerte olor.

– Debemos de haber descendido, llevamos horas caminando y no me extrañaría que estuviésemos cruzando por debajo del foso*. – Supuso Minato con su mano sobre su nariz y boca para apaliar el mal olor que a cada paso parecía aumentar.

– ¿Cómo puede ser qué este inmundo olor llegue hasta aquí a…? – Estaba preguntando Gaara cuando se interrumpió a sí mismo al percatarse de que las paredes cubiertas de ladrillos de piedra que tocaba con las palmas de sus manos como única guía para continuar avanzando por el pasadizo privado de luz se volvían húmedas, pegajosas y aceitosas. – ¡Maldición!. – Bufó con enfado al sentir como su mano se había embadurnado con la sustancia que cubría las paredes en ese lugar del pasadizo.

– La tierra se ha tragado los desperdicios del foso que han sido más líquida y estas paredes deben de tener grietas que han permitido que acceda hasta aquí esas hediondas aguas. – Habló Naruto también utilizando una de sus manos como máscara ante el mal olor y con la mano que utilizaba de guía completamente cubierta de la sustancia pegajosa. – Será mejor que nos apresuremos, no quiero volver junto a Sasuke oliendo a excrementos. – Advirtió.

– Posiblemente, ya nuestras ropas huelen tan inmundamente como este lugar. – Opinó Gaara sin dejar de avanzar. – Estoy seguro que el olor a excremento es mucho más soportable que esta hediondez.

– ¡Callaos!. No gastéis fuerzas en insulsas palabras que nos debe de quedar mucha distancia hasta encontrar la salida de este pasadizo porque aún no consigo ver el final. – Dijo Minato cansado de escuchar las quejas que solo le provocaban ganas de retomar el camino ya andado para volver al lugar en el que encontraron ese pasadizo.

– No eres quien para darnos órdenes porque no tengo conocimiento de que te hayan nombrado el líder a cargo. – Gruñó Gaara ante las palabras de Minato y mostrando su desagrado hacía él. – Si alguien de nosotros debía de ser el líder, debería de ser yo, fue mi esposo quien tramó todo este plan para poder entrar al castillo real y poder encontrar al rey.

– No necesitamos un líder para hacer esta aventura, solo necesitamos suerte, Gaara, y no creo que Minato haya hablado con intensiones de ser paladín*. – Intentó calmar Naruto a su amigo que parecía muy exaltado.

– No lo parece, considero que se ha tomado un puesto que no le ha sido otorgado y en esta reyerta, creo que es el hombre que menos motivos tiene para desear confrontar al rey Orochimaru. Solo está intentando engañarnos con la actitud gallarda que ha tomado y continuar rompiendo los corazones de las damas y damiseles que caen rendido a su influjo malicioso. – A cada palabra que Gaara pronunciaba iba levantando su voz para mostrar la irritación que le provocaba Minato.

Las palabras del hombre pelirrojo hicieron que Minato se detuviera y causando que Naruto chocara contra su espalda dando un leve quejido antes de que Gaara colisionara con la espalda de su amigo, empujándolos un poco, a Naruto y Minato, por ser un acto inesperado.

– Que no tenga un pasado que me honra, lo sé muy bien pero no sois quien para juzgarme tan deliberadamente puesto que no me conocéis más de unos días en los que no hemos cruzado muchas palabras. Así, que os pido un poco de confianza en mi persona porque soy un hombre que se arrepiente de cada uno de sus pecados. – Aclaró Minato mientras rechinaba sus dientes al hablar.

– Jamás podré creer a alguien como usted, no tiene moralidad y se atreve a pedir respeto. Un hombre corrompido siempre será lo que es porque carecen de consciencia para darse cuenta de los despreciables actos que hace. – Espetó Gaara. – Un hombre decente se casa antes con la mujer o doncel que Dios ha creado para él para que luego, los hijos nazcan en el mundo con pureza y puedan recibir con dignidad la bendición divina, que a usted no le ha importado en su vida. Es muy probable que tenga otros hijos bastardos olvidados en las faldas de mujeres desvergonzadas con las que ha retozado en otros lugares.

– ¡Gaara, calla!. – Ordenó Naruto porque sabía que no era el momento adecuado para comenzar una juiciosa pelea en la que su amigo no debía de entrometerse como lo estaba haciendo.

– ¿Qué te pasa, Naruto?, ¿es que ahora defiendes a este patán?. – Inquirió Gaara. – Este hombre no tuvo interés en saber de Kushina, de vuestra madre, después de haberla mancillado, solo se comportó como un cobarde para convertirse en las lágrimas de tantas mujeres y donceles conociera en sus viajes.

– ¡Ya basta, Gaara!. – Volvió a gritar Naruto en medio de la oscuridad y provocando que su voz volviese a ellos en forma de eco. – Madre sabe lo que hace y yo jamás he tenido ni tendré padre. Minato es el padre de Minako, la hija del hermano de mi esposo y si cuando todo esto termine, Minato no toma la decisión de responsabilizarse de esa niña y su madre, al que no ha dejado de decirme que ama más que a su vida, yo mismo me ocuparé de que retome el camino correcto y contraiga nupcias con Itachi. No puedo permitir que haya más preocupaciones y sufrimiento en el corazón de mi esposo. – Aclaró con rotundidad. – Esto solo es un problema que me confiere solucionarlo sin ayuda alguna.

– ¿Te has oído, amigo?, estás poniendo sobre tus hombros más peso del que podrás ser capaz de llevar en tu camino, este hombre no cambiará porque carece de integridad. – Respondió Gaara. – Aún y cuando consigas obligar a este hombre a pasar con Itachi por la vicaría, no dudará en abandonar a Itachi, Minako y el bebé que está creciendo en el vientre del doncel.

– Eso no ocurrirá. – Intervino Minato con voz sumisa ante la discusión que se había iniciado con respecto a su persona. – Itachi no es como el resto de mujeres o damiseles que he conocido. Yo realmente lo amo, sé que después de conocer mi historia es  difícil el creerme pero yo no estoy dispuesto a escapar de los brazos de Itachi, ni de ver crecer a Minako o conocer el rostro de mi futuro hijo que aún crece en las entrañas de Itachi. – Minato se giró aún cuando sabía que no podría ver el rostro de sus acompañantes en medio de la oscuridad del pasadizo. – He cambiado y solo Dios es conocedor de ello. No huiré más y me comportaré como el hombre que soy.

– Da igual cuanto digas, no puedo creer tus palabras. – Juzgó Gaara a pesar de que sabía que Naruto no deseaba que interviniese.

– Espero que sea cierto, lo menos que deseo es tener que ataros para que no huyáis a mitad de la noche y obligaros a entrar en la iglesia para desposar a mi cuñado. – Advirtió Naruto en un tono de voz que le aseguraba a Minato que no estaba bromeando y estaba dispuesto a cumplir con sus palabras.

– Podéis estar seguro de mis palabras aunque no tengo formas de mostraros lo reales que son. – Contestó Minato concluyendo la conversación.

Después de aclarara la pequeña discusión que habían iniciado en medio de la oscuridad del pasadizo, los tres hombres reanudaron la marcha y se percataron cuando habían terminado de cruzar el foso del castillo cuando el nauseabundo olor comenzaba a disminuir a cada paso que daban, al mismo tiempo que el suelo del pasadizo comenzaba a ascender hasta que, finalmente, llegaron a la salida en medio del bosque.

– Hemos terminado en el bosque que rodea el castillo. – Dijo Gaara al reconocer el lugar en el que el pasadizo había desembocado.

– Ya presentía que debíamos salir en el bosque cuando el suelo se inclinó grotescamente mientras caminábamos  los últimos metros del pasadizo. – Añadió Minato.

– Los caballos deben de estar por aquella dirección. – Recordó Naruto señalando a su derecha con la mano mientras intentaba agudizar su mirada en un intento de ver a los animales.

– ¡Fijaos! Estas han de ser las huellas de Orochimaru y parece que no va solo. – Indicó Minato al encontrar sobre la tierra blanda y húmeda del bosque el rastro de pisadas que había tenido que dejar dos individuos.

– Van dirección al este. Quizás tengan intenciones de dirigirse a al pueblo de Alas. – Supuso Gaara. – Deberíamos ir en busca de nuestras monturas para poder seguirlo, ya nos tiene una gran ventaja a pie y dudó el poder darle alcance.

– Entonces, le estaríamos dando más ventaja a que consiga escapar, Gaara. Los caballos se encuentran varios metros de distancias. – Acotó Naruto a su amigo. – No tenemos otra opción que intentar alcanzarlo sin ayuda de nuestras monturas.

– Creo lo mismo que Naruto. Su intención no solo es llegar al pueblo más próximo sino hacerse con monturas que le ayuden a salir del reino y no podemos permitir que ocurra. – Alegó Minato para comenzar a correr siguiendo el rastro de pisadas seguido de Naruto.

Gaara chasqueó la lengua inconforme con la decisión de sus compañeros para luego, también, comenzar a correr en un intento de lograr detener la huida del monarca que no deseaba confrontar al pueblo que había subyugado con sus decisiones.

Cuando los tres hombres salieron del bosque, se encontraron con la inesperada sorpresa de un grupo de muchachos jóvenes, los cuales debían de haberse quedado en la ciudad o en el improvisado campamento para cuidar de las mujeres, donceles, ancianos y niños pero las ansias de hacer justicia y participar en la reyerta de todo aquellos jóvenes, los había impulsado a dirigirse al castillo real aunque no habían llegado a este aún, al estar rodeando a alguien o algo.

– ¿Qué… qué está ocurriendo?. – Preguntó Gaara al detenerse junto a sus compañeros mientras tomaba aire a grandes bocanadas y observar el grupo de mozos que no dejaba de hacer escándalo.

– No me da buena espina lo que sea que estén haciendo todos esos mozos aquí. – Opinó Naruto sin apartar sus ojos del enorme grupo de muchachos.

– Acerquémonos, las huellas nos guían hasta el grupo de muchachos. – Habló Minato comenzando a aproximarse al eufórico grupo de jóvenes junto a Naruto y Gaara.

Sin embargo, cuando llegaron al corro de ruidosos mozos se encontraron con una turbadora escena. En medio del grupo de jóvenes yacían Orochimaru y uno de sus lacayos reales con hoces, tridentes y otros tipos de herramientas que se utilizaban en el campo para la siembra y recolección de los vegetales y hortalizas clavadas en su cuerpo como estacas que impedían que cayesen al suelo.

Naruto no puedo evitar soltar un grito de furia después de asimilar lo que sus ojos veían por la desaparición de la oportunidad de conseguir esclarecer su inocencia de las muertes del rey Danzou, así como de su prometida, los marqueses de Sharingan y Fugaku. Todas sus esperanzas se habían esfumado en las manos de esos inconscientes y apasionados mozos que habían actuado impartiendo su propia justicia.

– ¡Maldición!. Al final no hemos podido hacer nada, ni siquiera intentar hacer confesar a Orochimaru de los crímenes que cometió. – Dijo en voz baja Gaara apretando sus puños con molestia.

– Tendremos que marcharnos de este reino cuanto antes, ya no podemos tener esperanzas de esclarecer nada. – Murmuró Minato tan frustrado como sus compañeros e intentando que ninguno de los muchachos los escuchara salvo Naruto y Gaara.

Los tres hombres se disponían a marcharse cuando un grito de ovación y expectación del grupo se formó, cuando Gaara, Naruto y Minato volvieron a mirar los cuerpos empalados en herramientas de labranza que se habían convertido en mortíferas armas que terminaron con la vida de Orochimaru y su lacayo, observaron como la cabeza del monarca había sido degollada y trinchada en un tridente que se utilizaba para recoger la paja.

Los jóvenes como si tuviesen un trofeo de caza en su poder agitaban la herramienta que contenía la cabeza del soberano para irse entre vítores hacia el castillo real y mostrar la dantesca ejecución con la que indicaban que habían sido los autores de darle fin al reinado de Orochimaru.

Los tres hombres observaron como el grupo de jóvenes se marchaba y dejaban los cuerpos abandonados en mitad del camino.

– Naruto, ¿qué pretendes?. Deberíamos irnos de inmediato y abandonar este reino. Ya no queda nada que podamos hacer. – Habló Gaara al ver como su amigo caminaba hacia donde estaban los cuerpos del rey decapitado y el lacayo que en un intento de lealtad, había acompañado a su señor  para que salvara su vida.

– Lo sé pero no podemos dejarlos así, ningún hombre debería de ser olvidado de esta manera cuando ha perecido. Ni siquiera alguien como Orochimaru. – Contestó Naruto.

– ¿Pretendes darle un entierro?, no tenemos mucho tiempo y tampoco hay un sacerdote que le rece a su alma. Estás exponiéndonos a que nos reconozcan y terminemos de la misma manera que ellos. – Recordó Minato al saber que al ser acusado de la muerte del anterior monarca muchas personas estaban resentidas con ellos y no dudarían en darle el mismo fin a sus vidas como le habían dado a Orochimaru.

– Lo sé pero será más rápido si me ayudáis. – Insistió Naruto cogiendo una de las herramientas de labranza y comenzar a retirarla del cuerpo del lacayo para liberarlo. – Al fin y al cabo, Orochimaru ha sido el último monarca del Reino del Fuego por muy vil que hayan sido sus actos y este lacayo, solo ha sido una víctima de su propia lealtad al rey.

– Te ayudaré. – Dijo Gaara acercándose a Naruto.

Minato bufó antes de acercarse y también ayudar a sus camaradas.

No obstante, cuando habían terminado de liberar a los dos fallecidos de las herramientas que le causaron la muerte se vieron en la difícil tarea de cavar con la ayuda de sus manos los dos agujeros que no fueron lo suficientemente profundos pero si lo justamente grandes para que los cuerpos cupiesen en su interior.

Cuando terminaron de sepultar los dos cuerpos, Naruto y Minato acercaron una roca que colocaron frente a las improvisadas tumbas y Gaara con ayuda de su martillo y un puñal, escribió el nombre del rey junto a la mención de que no tenía cabeza antes de advertir de que se encontraba acompañado de uno de sus fieles lacayo, aunque este se vio privado de su nombre ya que no sabía de quien se trataba. Finalmente, Gaara terminó el cincelado en la superficie de la roca con una pequeña cruz.

– Será mejor que nos marchemos. – Indicó Minato al ver como Gaara terminaba de grabar la roca y guardaba su martillo y puñal en el cinturón de sus pantalones.

Naruto asintió con la cabeza antes de marcharse del lugar junto a sus camaradas, dejando atrás las recientes tumbas e internándose en el bosque para ir en busca de sus monturas.

A medio camino de llegar donde se encontraban sus caballos, los tres hombres encontraron un arroyo que aprovecharon para lavar sus manos y rostro, así como para beber de la cristalina agua y continuar hasta que al anochecer llegaron donde se encontraban los equinos esperándolos.

Sin siquiera decirse nada, cada uno montó sobre su jamelgo y dieron un último vistazo al castillo que el fuego estaba devorando antes de incitar a sus monturas a comenzar un galope hasta las olvidadas tierras que fueron propiedad de los Marqueses de Sharingan en el que lo esperaba los donceles con sus hijos y Kushina.

El fuego que se encontraba en medio del grupo de carromatos les indicó a los tres jinetes que Itachi, Sasuke, Sai y Kushina debían de estar despiertos y no se equivocaron cuando detuvieron sus caballos para desmontarse y sintieron como fueron abrazados por sus respectivas parejas mientras Kushina agradecía a Dios el que hubieran vuelto con vida, al mismo tiempo que le daba la bienvenida a su hijo.

– ¡Naruto! – Gritó Sasuke abrazando mientras lloraba de alegría porque su marido volviese a su lado sano y salvo.

– ¡Hijo! –Aulló Kushina para unirse en el abrazo de bienvenida a su único hijo. – Hemos rezado tanto y no sabes cómo me alegra conocer que nuestros ruegos se cumpliesen, Dios ha escuchado nuestras suplicas a que regreséis a nuestro lado. – Farfulló en medio de su sollozo.

– ¡Gaara, Gaara...!. – No dejaba de repetir en medio de su llanto Sai, aún y cuando su marido lo había refugiado con sus brazos protectoramente.

– ¡Kurama…! – Había susurrado Itachi a pesar de que el nombre solo se trataba de un alias pero que, en ese momento, había acudido a su cabeza impidiéndole pronunciar el verdadero nombre del hombre al que amaba mientras se acariciaba su vientre, aún pequeño y sin la redondez que indicara su embarazo, a pesar de saber que estaba en plena gestación.

Minato se acercó a Itachi para abrazarlo porque ,a pesar de que su rostro mostrará felicidad y alivio de que regresase con vida, no parecía estar seguro de acercarse a él para estrecharlo entre sus brazos.

Cuando Itachi sintió los brazos de su pareja no pudo evitar el romper en llanto, que parecía no querer salir del interior del doncel, al igual que los otros donceles y no poner ningún impedimento cuando sintió como Minato ahogó sus lloros en un pequeño y tierno beso en el que le aseguraba de que a partir de ahora todo comenzaría a ir bien.

– Me alegro tanto de que hayáis vuelto. – Confesó Kushina limpiando sus lágrimas mientras se separaba de su hijo, el cual continuaba abrazando a Sasuke.

– Madre, Sasuke, vayamos hasta la hoguera he de contaros lo sucedido antes de partir. – Comunicó Naruto en voz baja sin soltar a su esposo y caminando hacia la fogata donde tomaron asiento para contarle lo sucedido ya que sabía que estaban deseosos de saber lo que había pasado con Orochimaru.

Gaara que se percató de cómo su amigo se dirigía al fuego a descansar un poco siendo acompañado de Sasuke y Kushina, decidió hacer lo mismo, él también necesitaba descansar un instante antes de partir hacia el mismo reino en el que se había instalado su hermana.

Minato e Itachi fueron los únicos que permanecieron apartados de la hoguera, abrazándose, sin importarle el que los demás se hubieran dirigido al fuego.

– Itachi… sé que debía de haberte pedido esto hace mucho tiempo pero… ¿quieres casarte conmigo?. – Farfulló Minato en un acto impulsivo y sintiendo que si no le proponía matrimonio en ese instante al doncel, no encontraría el valor necesario para hacerlo en otra ocasión.

Itachi no fue capaz de pronunciar nada, la pregunta que tantas veces había deseado y soñado con oír formular de la boca de su amado se hacía real, sorprendiéndolo y dejándolo sin habla a pesar de querer gritar su respuesta.

– Sé que no he sido un buen hombre, que carezco de dignidad cuando impuse mis instintos y ambiciones sin importarme el deshonrarte pero… yo ya no soy ese hombre, Itachi. He cambiado, tú me has hecho cambiar y me has hecho que me dé cuenta de que te amo. Por favor Itachi, sé que aún estás molesto por todo lo que te oculte, por todas las mentiras que fui capaz de engendrar pero ahora, no soy capaz de vivir la vida sin que tú estés a mi lado. – Expuso con nerviosismo todos sus sentimientos Minato ante el silencio del doncel pero al darse cuenta que continuaba en silencio, Minato deshizo el abrazo y se arrodillo para tomarle las manos como haría cualquier caballero enamorado al delirio de su corazón. – Itachi, por favor, Itachi… ¿quieres ser mi esposo?. – Repitió con temor en su voz para al terminar su petición, llenar de suaves besos las manos de Itachi.

Nuevas lágrimas resbalaron por el rostro de Itachi mientras pronunciaba un trémulo “Sí” pero antes de que Minato pudiera celebrar el que había sido aceptado, se percató como el doncel se desvanecía a causa de la emoción que había sentido.

Minato no permitió que su amado llegase a tocar el suelo y lo cargó en sus brazos para dirigirse hasta la hoguera donde Naruto con ayuda de Gaara le estaban contando a sus esposos y Kushina lo que había ocurrido con el castillo y el rey.

– ¿¡Qué ha pasado!?. – Inquirió Sasuke e interrumpiendo a su cónyuge al percatarse de cómo Minato traía a su hermano, lo cual le agitó.

– Se ha desmayado pero pronto se pondrá bien. – Contestó Minato mientras se sentaba con Itachi en su regazo y aceptando una taza de hierro que contenía agua en su interior que le había brindado Kushina.

Minato comenzó a mojar levemente el rostro de Itachi hasta que este recuperó la consciencia, percatándose de que todos estaban observándolo y esto lo avergonzó.

– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó Sasuke con rapidez al ver como su hermano había abierto los ojos.

– S-Sí… – Contestó Itachi mientras intentaba ponerse en pie pero sintió un mareo que gracias a que Minato lo afianzó a él por la cintura, no cayó al suelo.

– ¡Vamos!, te llevaré al carromato, será mejor que duermas porque no es bueno para tu estado que te sobre esfuerces. – Indicó Minato, llevando a Itachi a la carreta donde lo ayudó a subir. – Esta noche nos vamos del Reino del Fuego, así que no te preocupes que en cuanto lleguemos a un pueblo o aldea iremos a la iglesia para que nos case el sacerdote que la custodie. – Murmuró dándole un leve beso al doncel que se recostó en el interior del carromato abrazando a Minako que dormía profundamente.

Después de que Minato dejase a su amado en el interior de la carreta los tres hombres comenzaron a ajustar los corceles a los carromatos y cuando todo estuvo listo, apagaron la hoguera y emprendieron camino.

Tal y como Minato le había prometido a Itachi y jurado frente a Naruto y Gaara, contrajo nupcias con el doncel en la primera aldea a la que llegaron.

Las cuatro carretas se dirigieron hasta el reino vecino donde Minato, Naruto y Kushina se separarían de Gaara ya que él junto a su familia se quedarían en el Reino del Viento donde, actualmente, vivía Temari con su esposo e hijo.

– Gaara, yo… – Intentó decir Naruto pero fue interrumpido antes de poder terminar lo que iba a decir.

– No pongas esa cara, amigo, que no me debes nada. Estoy encantado de haber podido vivir tantas aventuras a tu lado o sino no tuviera nada que contarles a mis nietos cuando sea un anciano. – Rió Gaara. – Yo sé que no será fácil el encontrar un trabajo y una casa pero nos irá mejor que en el Reino del Fuego. – Dijo con seguridad sin dejar de sonreír. – Naruto, si regresas algún día a estas tierras, no dudes en venir a visitarme ya sabes que eres como un hermano para mí y estaré encantado de recibirte. – Confesó un poco avergonzado a su amigo.

– Lo sé, hermano. – Espetó Naruto con una sonrisa. – ¡Adiós!. – Se despidió antes de blandir las riendas y hacer que los caballos tiraran del carromato donde iban él y Sasuke.

– ¡Adiós, muchacho!. Ha sido un placer el conocer a tu familia y te agradezco que hayas sido el amigo de mi hijo. – Se despidió Kushina.

– ¡Adiós, tío Gaara, tío Sai!. – Gritaron Asahi y Haruto que iban en el carromato de su abuela para cantar canciones infantiles y populares que tanto parecían divertirles. – ¡Misao, Takeru, Ryo adiós!. – Se despidieron también los niños de los hijos del matrimonio formado por Gaara y Sai.

Gaara y Sai sonrieron mientras veían a los gemelitos despedirse con sus manos y a sus hijos también despidiéndose de ellos. Luego, se acercó Minato, el cual sentía que no tenía mucho que decirle a Gaara, pues sabía que no le agradaba.

– Espero que os vaya bien. – Dijo en forma de despedida Minato mientras sentía como su esposo le golpeaba levemente con el codo para que se despidiera con más afectividad. – Y gracias por hacerte cargo de Itachi y mi hija cuando estaban en la ciudad de La Hoja. Sé que no te simpatizo pero, realmente, te deseo suerte.

– No tienes que agradecerme nada, yo lo hice porque aprecio a Naruto y supongo que debería de disculparme. – Contestó Gaara rascándose la cabeza con su mano izquierda mientras que con su mano derecha sujetaba las riendas del caballo. – Fui muy grosero contigo pero en estos días no solo has cumplido con tu palabras y has sido de ayuda. Supongo, que los hombres pueden cambiar, estaba equivocado cuando te juzgue tan duramente. – Se disculpó Gaara sintiendo como le costaba pronunciar la disculpa. – Deseo que tengáis fortuna en vuestro viaje.

– Lo mismo digo. – Respondió Minato con una sonrisa. – ¡Buena suerte!.

– ¡Adiós!. – Dijeron Itachi y Minako a Gaara y su familia mientras seguían el mismo camino de los otros dos carromatos.

Después de que Gaara con su familia se separará de la caravana que formaba los carromatos que conducían Minato, Naruto y Kushina, estos continuaron su camino hasta el puerto de ese reino, donde salían los barcos con rumbo al desconocido continente Ambriano, donde esperaban tener la oportunidad de poder vivir sin preocupaciones o miedos.

Cuando llegaron al puerto de la ciudad Celeste, Naruto se había quedado junto a los donceles, los niños y Kushina mientras que Minato se ocuparía de comprar los billetes para poder subir a uno de los barcos que lo llevarían a su destino.

Sasuke se removió un poco en su asiento, algo incómodo debido al malestar de su cuerpo que llevaba días aquejándolo y que parecía no funcionar los remedios que había tomado.

– ¿Estás bien?. – Le preguntó Naruto cogiendo la mano de su consorte.

– Naruto… sabes que hace días que me siento así y…. – Pero Sasuke no pudo terminar de hablar.

– Lo siento, he sido demasiado brusco últimamente, a pesar de que he intentado ser cuidadoso. – Murmuró Naruto en voz baja aunque sabía que nadie lo podría escuchar porque sus hijos se la pasaban en el carromato junto a su madre canturreando y jugando e Itachi y Minako estaban en el otro carromato donde la pequeña no dejaba de hacer todo tipo de preguntas a su madre sobre el bebé que gestaba en su vientre ya crecido.

– No, no es eso. – Contestó Sasuke sintiendo como no podía evitar el removerse con inconformidad. – Naruto, lo  que estoy tratando de decirte es que creo que estoy esperando. – Susurró mientras se llevaba una mano al vientre mientras su marido tragaba saliva y parecía querer atravesar con la mirada sus ropas y carnes para poder corroborar sus palabras.

– ¿Estás seguro, Sasuke?. – Preguntó Naruto mientras llevaba una de sus manos a la espalda e su esposo para comenzar a acariciarlo como si con ese simple acto, consiguiera confortar a Sasuke. – ¿Cuándo quedaste embarazado de Asahi y Haruto te sentías así?. – Preguntó curioso ya que no había podido estar presente en medio del embarazo de Sasuke cuando gestaba a los pequeños gemelos.

– No, cuando  los gemelos fue diferente porque no sentía este malestar pero hay algo en mi interior que me dice que estoy esperando. – Sasuke suspiró antes de continuar contándole. – Ayer, Kushina me preguntó que me pasaba y le dije que llevaba días sintiéndome así. Ya sabes, y me dijo que podría ser que estuviera embarazado. – Sasuke emitió un leve quejido al sentir que seguía sin estar cómodo sobre el asiento del carromato. – Además, sería normal y he tomado demasiado infusiones para que desaparecieran los gases, si es que se tratase de ello, pero no funcionan. Solo puedo pensar que estoy esperando un hijo tuyo, Naruto.

Naruto sonrió y llevó una de sus manos al lugar en el que se encontraba la barriga de Sasuke para palparla con cuidado.

– Si realmente vas a traer otro hijo mío, estoy feliz de saberlo y si no es así, podemos continuar intentando el que quedes en cinta. Estoy seguro de que Asahi y Haruto estarán felices de tener otro hermanito o hermanita. – Susurró Naruto en la oreja de Sasuke, haciendo que su aliento le provocara placenteros escalofríos al doncel y su rostro se coloreara de carmín, consciente de que se encontraban en medio de la calle del puerto donde carretas y todo tipo de personas no dejaba de caminar de un lado a otro frente a ellos.

– Naruto, no hagas este tipo de cosas fuera de la intimidad. Es vergonzoso. – Murmuró con nerviosismo Sasuke que había tenido que juntar sus piernas y ocultar con sus manos lo que su marido le había provocado en su cuerpo en un intento de calmarse y volver a la normalidad.

Naruto sonrió y se separó de su marido al ver como Minato se acercaba apresuradamente.

– ¡Aquí los tengo!. No ha sido fácil pero he conseguido los pasajes. – Dijo Minato sacando un sobre para coger los billetes correspondientes a él y su familia mientras le entregaba los otros a Naruto. – El barco zarpará dentro de media hora y se llama “Volador”. Creo que el capitán se llama Jiraiya y por lo que he escuchado antes, pertenecía a la milicia náutica de este país. – Informó.

Después de que el conductor de cada carromato tuviese su pasaje y Haruto y Asahi volvieran a estar en el carromato junto a sus padres, se dirigieron hacia donde estaba el barco que los llevaría hacia otro continente.

El “Volador” era uno de los barcos más grandes que se encontraban atracados en el puerto de ciudad Celeste y no tardaron en subir para que tal y como había dicho Minato, el barco zarpara con rumbo al continente Ambriano.

Naruto que tenía en brazos a Haruto, Sasuke a un lado de su cónyuge, Kushina que tenía a Asahi entre sus brazos, Minato que había cogido en brazos a Minako e Itachi a su lado, habían subido a cubierta para ver como poco a poco el barco se alejaba de la costa del continente en el que habían nacido, crecido, vivido gran cantidad de aventuras y dejado amistades como enemigos en ese lugar.

Itachi se llevó una mano a su abultada barriga, al sentir como el hijo que esperaba se revolvía en su interior mientras que sus ojos no podían apartarse de la tierra que dejaban atrás.

– Madre, mi hermanita también se está despidiendo. – Dijo una sonriente Minako al ver como el vientre de siete meses de Itachi se agitaba levemente.

Al escuchar la voz de Minako, Itachi sonrió.

– Minako, sabes que no sabemos si será un niño o una niña o quizás un doncel. – Regañó Minato haciendo que la niña arrugara su entrecejo. – Solo sabremos que es cuando nazca el bebé.

– No, yo quiero una hermanita. – Aseguró confiada Minako haciendo reír a todos menos a su padre que esperaba que en esta ocasión si fuera un varoncito lo que Itachi estaba gestando en su gran vientre.

– Sabéis, siento que seremos muy felices en ese nuevo continente al que vamos. – Dijo Kushina con una sonrisa, asiendo que todos los demás sonrieran y desearan llegar lo antes posible a su destino con la esperanza en sus corazones, de lo que Kushina había dicho, se cumpliese.



«Puede que haya pasado demasiado tiempo, que ya no quede nadie que recuerde exactamente lo que ocurrió con todos estos hombre, donceles y mujeres, desde que le sucedieron todo ese tipo de acontecimientos y dificultades que marcaron la vida de mis queridísimos difuntos abuelos pero, cada vez que escuchaba por todas las adversidades que tuvieron que afrontar para poder alcanzar la felicidad que consiguieron lograr al abandonar su antiguo continente, me percataba de lo fuertes que eran. A pesar de ello, su amor continuó creciendo cada año que pasaban como si de una semilla que poco a poco se convierte en un gigantesco árbol se tratase. Solo puedo pensar en cuan dura es la vida para las personas y que cada decisión tomada tendrá repercusiones futuras porque esta es la historia de mi familia y que yo, Kushina, la menor de los cinco hijos de Ami que fue la tercera hija de Naruto y Sasuke Uzumaki y bisnieta de Kushina Uzumaki de la cual, mis padres decidieron ponerme el mismo nombre en honor a ella, me despido con esta novela con la que pretendo esclarecer que mi familia solo han sido víctimas de las malas artes de personas ingratas que intentaron opacar sus vidas.» – Kushina dejó de escribir la autobiografía de sus abuelos que pensaba llevar a la imprenta de inmediato para que fuera publicada y en un intento de que el nombre de su familia fuera limpiado como merecía, al aclarar lo sucedido antes, durante y después de que ocurriera la conocida “Revolución del Fuego” que culpaba a sus familiares de crímenes que no habían cometido ya que su fallecido abuelo no lo había conseguido, ella lo intentaría con esa historia que relataba la verdad que habían tenido que padecer y que deseaba que las personas conocieran que los protagonista de la historia habían sido víctimas inocentes de un destino despiadado.

– Kushina, ¿ya terminaste el escrito?. – Preguntó un hombre pelirrojo de ojos negros a la mujer de larguísimo cabello negro que tenía recogido en una trenza y rasgados ojos azules.

– Sí, lo estaba empaquetando para llevarlo ahora mismo a la imprenta, Harusuke.

– ¿Te importa si te acompaño?. Sabes que tengo interés en saber si se publicará de inmediato tu novela, también mis abuelos, Gaara y Sai, aparecen en tu historia. – Le recordó con una leve sonrisa. – Además, tengo intensiones de invitarte a un té y pastas después. – Confesó formando una pequeña sonrisa que había heredado de su difunto abuelo Gaara.

– No cambiaras nunca, ¿cierto?. – Acotó antes de salir de su casa junto a Harusuke para dirigirse a la imprenta que esperaba no rechazase su escrito.

Fin.

Aclaración de  los términos:

* Mal olor de los fosos de los castillos: Recordemos que los fosos son zanjas enormes que rodeaban los castillos. En algunas ocasiones había un puente o montículo de la misma tierra por donde se encontraba la puerta de acceso al castillo y sobre todo los fosos se crearon como una táctica militar en los castillos para que al enemigo le resultara difícil acceder al interior del edificio o hacer fracasar un ataque enemigo.

El mal olor en los foso se debe a que en ellas se tiraban todo tipo de desechos al interior de los fosos, así que por muy bonito que pueda parecer un foso rodeando un castillo en realidad se trata de un agujero lleno de desperdicios y que obviamente cuando llovía solía llenarse de agua pero en los cuales no sería posible que viviera animales.

*Paladín: Líder, dirigente, etc.

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