domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -38-


-Vestigios.-

Kushina tenía los ojos fuertemente cerrados mientras escuchaba la historia de Minato y del hombre que se había convertido en su mentor después de la noche en la que ella, al igual que él, se habían dado por muertos.

– Ocurrieron tantos acontecimientos en un instante. – Murmuró con pesar Minato, haciendo una pequeña pausa para continuar. – Mis sentimientos se desbordaron, en ese momento mi alma se debió de volver roja por la ira o la locura que nublaron la visión de mi coherencia cuando ante mis ojos, mi señor se interponía con sus últimas fuerzas para impedir que mi vida acabase en esa misma alcoba y si no es porque Naruto me alentó a huir del lugar, la muerte que sufriría a manos de aquella escoria sin alma al apresarme, no sería digna del hombre que soy ahora. – Otra pausa del hombre para poder beber un poco de agua del vaso, hizo que se percatarse de cómo sus manos temblaban debido a la tensión de estar contando por primera vez a alguien, la historia de Fugaku y de él. Además, de las vívidas emociones que habían estado ocultas en lo más profundo de su alma, ahora salían a la luz haciéndolo sentir miserable por no haber podido hacer nada para impedir la muerte de Fugaku en manos de Orochimaru. – La guardia real nos persiguió por días hasta que conseguimos despistarlos, después aparecieron los mercenarios y cazas recompensas que iban detrás de nuestra cabeza y no importaba a donde fuéramos porque aparecía alguno de esos hombres poseídos por la codicia. Por suerte, hemos conseguido salir vivos de cada ataque que hemos sufrido. – Reveló Minato pasándose una mano por su cabeza. – En nuestro vagabundear de un reino a otro de este viejo mundo, hemos escuchado acerca del trato que está teniendo el nuevo rey con sus súbditos. Las revueltas que se han producido en algunas ciudades del reino y estas habladurías son las que han provocado el que decidamos regresar porque tenemos obligaciones en la ciudad de La Hoja. – Minato miró con firmeza a Kushina. – Yo tengo que responsabilizarme de sacar de este reino a mi familia.

Kushina, antes las últimas palabras de Minato, asintió con la cabeza sin mostrar asombro ya que no lo sentía. Luego, la mujer sonrió con dulzura porque ella siempre había sabido la verdad y el amor que alguna vez había tenido por Minato se había transformado en un recuerdo con el pasar de los años, siendo que en ese momento de saber que estaba vivo y cuales habían sido las circunstancias que lo habían llevado a no volver a saber nada el uno del otro, ella se alegraba por su amigo. Kushina estaba realmente contenta de que Minato se hubiese convertido en el hombre que observaba sentado en la mesa de su casa frente a ella y comprendía que ambos se habían convertido en unos completos desconocidos.

– Es sorprendente todo lo que me habéis contado, Minato. Vuestro señor debía de ser un hombre muy fuerte para ser capaz de soportar tanto dolor y su alma no llegar a corromperse por el sufrimiento que había albergado. – Comentó Kushina casi sin voz. – Me siento complacida de que hayas encontrado a una persona que te haya hecho feliz. Estoy muy contenta de que tengas una familia, siento mucha alegría de que tengas personas que te quieran porque siempre he deseado que seas feliz, Minato, así como yo he sido feliz con mi hijo.

– Veo que no has cambiado, Kushina. Siempre he recordado lo considerada que eras con otras personas, a pesar de que estas terminarán hiriéndote, así como lo hice yo en aquella ocasión de la cual me arrepiento y me disculpo por ello, aunque sé que no es suficiente el pedirte perdón para lo que te hice. – Habló Minato formando una triste sonrisa.

– No, no es verdad. No he sido tan buena persona como piensas y no te preocupes, lo hecho, hecho está y no podemos cambiarlo. Igualmente, yo me siento afortunada de haber tenido a Naruto. – Respondió la mujer para mirar a su hijo, el bebé que alguna vez acunó en su regazo y que ahora era un hombre del cual, se enorgullecía. – Acerca de lo que habéis oído sobre el trato del rey Orochimaru, puedo contaros como ha afectado en la aldea las órdenes dadas por el nuevo rey pero no sé nada de lo ocurrido en otros lugares del Reino del Fuego.

– Nos sería de ayuda saber la veracidad que tiene lo que se cuenta en otros sitios sobre este reino. – Aportó Minato induciendo a que Kushina les revelara acerca de sus vivencias en esos últimos años desde que Orochimaru se había hecho con el poder y control del Reino del Fuego.

– Supongo que lo más destacado es el abuso continuo que mantiene el rey, los impuestos cada vez son más altos y en la aldea se nos quita gran parte de la cosecha que cultivamos. Los pastores no tienen mayor suerte que por cada animal que maten, solo se quedan con un tercera parte de la carne porque todo va para las casas de los nobles y el castillo del rey aunque es lo que nos dicen los diligentes que vienen a recaudar los impuestos y la comida en nombre de su majestad Orochimaru. – Reveló Kushina. – También, como vosotros, he oído algún rumor sobre revueltas en pueblos vecinos acontecidas pero no puedo aseguraros nada porque esta aldea está tan próxima al fin de las tierras de este reino que las nuevas o rumores que llegan son muy cuestionables de que sean ciertos. – Señaló Kushina. – Aquí, algunos de los aldeanos estamos haciendo comidas colectivas. Ya que a duras penas tenemos para comer pero entre todos ponemos lo poco que tenemos y hacemos un almuerzo común donde todos los vecinos almorzamos juntos pero debido a la dificultad que estamos pasando, no hay nadie en la aldea del Remolino que no tema el que se vuelva más difícil la vida en este reino y ya muchos vecinos han decidido marcharse a otros reinos o a las ciudades en busca de una mejora en sus vidas. – Kushina suspiró afligida por el hecho de ver como cada vez eran más las personas que se marchaban de la aldea. – Es posible que dentro de poco ni siguiera nosotros mismos, los aldeanos del Remolino, tengamos que llevarnos a la boca, sobre todo cuando las cosechas están siendo muy malas y a penas recolectamos lo suficiente.

– Es aún más terrible de lo que podía pensar la situación por la que está afrontando las gentes de esta aldea y sí en el campo se está pasando mal y el mismo rey os arrebata la comida, no quiero ni imaginar cómo deberá de estar transcurriendo este abuso en las ciudades del Reino del Fuego. Si no hay cultivos o carnes que se puedan vender o comer. – Reflexionó Minato en voz alta.

– Solo espero que la guerra no vuelva a azotar este reino, ahora que ha acabado la batalla del Reino del Viento y al que este reino ha prestado su ayuda pero dicen, que por eso estamos pasando esta carencia, ya que el rey Orochimaru tiene que celebrar diferentes fiestas y bailes para perpetuar la paz con los reinos enemigos. – Añadió la mujer de cabellos rojos.

– ¡Eso solo son patrañas!. – Gritó Minato golpeando la mesa con su mano izquierda. – Dejar morir a personas devastadas por el hambre es insignificante en comparación a gozar de bailes gloriosos para regocijarse en lujos en nombre de la paz, no tiene justificación alguna que pueda llegar a existir en este mundo. Es comprensible que se haya producido desorden y enfrentamientos en algunos pueblos y ciudades del reino, puesto que las personas se están viendo apresados por el hambre ante las discriminatorias decisiones de un rey jactancioso de poder.

El silencio tras la razonables palabras de Minato se había apoderado de la estancia solo siendo roto por la pesada respiración del propio Minato, quien estaba molesto al conocer la cruda realidad en la que estaban viviendo los súbditos del Reino del Fuego y en ese instante, Minato se maldijo por no haber acabado con la vida de Orochimaru en aquella ocasión que estaba frente a él. En ese momento que lo había visto asesinar sin escrúpulos a personas loables y a Fugaku, un hombre digno al que le había arrebatado todo lo que tenía. Por ello, la furia que estaba comenzando a emerger en él, hizo que Minato se levantara de la mesa y se marchara hasta el pequeño cuarto en el que había pasado la noche para no dañar a las dos personas que no eran culpables de que su enfado estuviera acrecentándose.

– ¡Disculpadme!. – Farfulló Minato rompiendo el silencio y dejando a solas madre e hijo.

– Madre, yo no quiero que os quedéis sola en este reino, mucho menos ahora, podría hacer algo así. Ahora que se lo que está pasando, mi preocupación no puede ser más angustiada, quiero que vengáis conmigo para que conozcáis a Sasuke y podamos partir todos juntos, irnos de estas tierras donde hay dolor. – Intervino Naruto que había cogido una de las manos de su madre para abrigarla con las suyas. – Estoy seguro que mi esposo os agradara, no tuve oportunidad de traerlo al pueblo para que lo conocierais después de haber contraído nupcias con él y, tampoco, podías venir a vernos a la ciudad por los motivos que la llevaron a abandonar La Hoja pero, en este momento, será diferente porque quiero partir de inmediato de este reino que está desmoronándose a causa del egoísmo de su soberano. Como hombre es mi deber proteger a mi familia.

– ¡Hijo! – Exclamó Kushina sorprendida de lo dicho por su hijo sin poder evitar el derramar una traicionera lágrima de emoción ante la madurez que mostraba Naruto. – Me alaga tus buenas intenciones y tus palabras pero yo ya soy una vieja, solo entorpecería a ti y a tu esposo.

– No hable así, madre. Eso no podrá suceder y jamás me podría perdonar el dejaros atrás. – Aseguró Naruto. – ¿Qué hijo sería si no me hiciera cargo de la mujer que me dio la vida y me ha criado con tanto ímpetu?. Ni siquiera piense por un instante que la dejaré aquí para que muera de hambre, no os merecéis que os haga eso, madre.

Kushina conmovida por las palabras de Naruto no pudo reprimir las lágrimas que salieron de sus ojos mientras abrazaba a su único hijo con fuerza pero dicho momento fraternal entre ellos terminó cuando la puerta de la casa de Kushina fue golpeada.

– Hijo, será mejor que nadie te vea, ve al cuarto para poder abrir la puerta. – Aconsejó la mujer recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de Naruto para luego, marcharse.

Cuando Naruto cerró la puerta de la pequeña habitación, Kushina fue a atender a la persona que llamaba a su casa.

Naruto se sentó sobre el colchón de la cama en la que había dormido en la noche, antes de mirar a la otra cama donde Minato se encontraba tumbado, dándole la espalda y en silencio.

– Yo… creo que…

– Jamás quise que sucediera lo que ocurrió entre Kushina y yo. – Interrumpió Minato sin darse la vuelta para mirar a Naruto a la cara. – Tu madre era alguien muy importante para mí en el pasado y jamás quise herirla ni hacerle daño como le hice aquel día. Sé que no merezco la compasión de Kushina ni que tú llegues a perdonarme pero… lo siento. Tu madre ha sufrido sola en todo este tiempo y tú también has de haber sufrido al no saber que era crecer con un padre pero mi juventud, los temores y la vergüenza que sentía por lo hecho, me impedían pensar que Kushina pudiese quedar albergando un hijo con mi sangre en sus entrañas y mucho menos, ser lo suficiente coherente para hacerme responsable de lo sucedido.

– No es que sea fácil crecer en las calles de la ciudad sin un padre pero mi madre es una mujer muy fuerte y ella ha llenado esa parte de mí y, también, quería disculparme. – Naruto se llevó su mano derecha a su nuca para frotarse el cuello en un acto que reflejaba que estaba avergonzado. – Yo no debí haberos golpeado, no sabía más que lo que mi madre me había contado y puede que yo actuaría de la misma manera si hubiera pasado por lo mismo.

– No habrías hecho lo mismo que yo hice en esas circunstancias, muchacho. – Minato sonrió aún si mirar al joven. – En este tiempo me has mostrado lo valiente que eres, habrías tomado tu parte de responsabilidad sin dudarlo ni por un instante. En cambio, yo he sido un cobarde toda mi vida. Mis padres me dejaron en aquella ciudad cuando tenía seis años, sin dinero y hambriento no pude hacer otra cosa que convertirme en un ladronzuelo más de La Hoja que por las noche no podía dormir y me las pasaba llorando en espera a que mis padres regresaran por mí en cualquier momento aunque sabía que eso no ocurriría. Hasta que un día, creí ver a mi madre y corrí hacia ella llamándola, gritando que me esperara y, sin embargo, ella no se volvió a mirarme ni se detuvo. Cuando la alcancé, fue entonces que me percaté de que no era mi madre sino una mujer joven con un pelo tan rojo como las manzanas. Esa mujer era Kushina e iba a marcharme a llorar el engaño que mis ojos vieron cuando, de repente, Kushina abrió sus ojos y me cogió de la vieja y sucia camisa que tenía para pedirme ayuda. Sin saber que tenía que hacer, hurgué en mis bolsillos donde guardaba un pedazo de pan y se lo di para alejarme de ella como si se tratara del mismo demonio. A partir de ese día me acercaba al lugar y cada día le llevaba comida que dejaba cerca de ella, en algunas ocasiones me quedaba sin comer por dárselo a ella y la llamaba hermana sin que ella consiguiera escucharme pero todo eso desapareció aquel día. Después la creí muerta con tanta facilidad, tan solo para apaliar mi propia culpa. Yo no he sido un buen hombre. ¡Maldición!, ni siquiera merezco el que Itachi se enamorase de mí, no he merecido nunca el amor que me han brindado las damas y donceles a los que he seducido para luego robarles y huir como una detestable rata. Minako, esa pequeña no merece tener un padre como yo. – Terminó por desahogarse Minato sentándose sobre el colchón del mueble mientras se frotaba con violencia su rostro y cabellos sin ser capaz de mirar a su compañero.

Una bofetada detuvo a Minato para mirar luego a su agresor que volvía a bajar la mano con la que lo golpeó.

– ¡Deja de hablar de esa manera!. – Gritó Naruto antes de tomar una gran bocanada de aire que soltó con rapidez mientras se volvía a sentar en su cama. – ¿Acaso escuchas lo qué dices?. Hablas como si no te importara nada ni nadie mientras sueltas esas atrocidades por tu boca. – Naruto hizo una pausa en espera de que Minato le respondiera pero no dijo nada. – Puede ser que hayas tenido un cruel pasado o que seas mi padre pero ya te he dicho que no siento nada más hacia vuestra persona que no sea la que se tiene por una amistad y por ello, os lo digo con total confianza y con el más profundo respeto, ¡controlaos!. Puede que hayáis tenido vuestros motivos para mentirnos a todos, que yo haya sido un impetuoso al aceptar un ruego de mi esposo para intentar adentrar mi amor en su corazón sin saber qué clase de personas erais o Itachi no os conociera lo suficiente pero no tenéis derecho de ignorar a vuestra hija a la que sé que adoráis. Esa niña querrá y necesitará conoceros porque sois su padre. – Naruto encorvó su espalda y reposó sus antebrazos sobre sus muslos mientras sus ojos azules miraban el suelo de madera de antes de continuar. – Yo… sé el gran esfuerzo que ha hecho mi madre para criarme y conseguir que me convirtiera en un hombre. No quiero que repitáis la historia, debéis ser honestos con vuestros sentimientos, Minato, no huyáis para torturaros de nuevo por temor a fantasmas que probablemente no existan porque si alguno de los dos debería estar más asustado y preocupado, ese debería de ser yo. – El joven cerró sus ojos con fuerza mientras chasqueaba su lengua como un acto de reprimir su dolor. – Tenéis una hija con el doncel que amáis, os asegura la fidelidad de Itachi, yo en cambio… yo no tengo nada para estar convencido de que Sasuke me crea vivo y me espere. Es posible que me haya olvidado y mi regreso a la ciudad solo sea para darme cuenta que sería mejor alejarme de él. – Naruto sonrió tristemente para luego volver a mirar a Minato que estaba observándolo atentamente. – Sé que me he mostrado fuerte a mis terrores pero no deja de ser lo más probable que cuando vuelva a la ciudad, haya perdido lo más importante que puede tener un hombre. – Tras estas palabras Naruto se volvió a poner de pie para acercarse a Minato y de uno de sus bolsillos sacó el medallón que Fugaku le había entregado y el cual, había estado guardando para dárselo a Itachi como le había pedido el hombre antes de morir. – Jin, quiero decir, Fugaku, me dio esto antes de perecer para que se lo entregara Itachi, pensaba hacerlo pero creo que tú eres la persona que debe cedérselo. – Tras estas palabras Naruto volvió a salir de la habitación dejando a Minato observando el medallón que estaba sosteniendo en sus manos y que le había birlado el mismo día que había deshonrado a Itachi para más tarde, no solo conocer que era el hijo de Fugaku sino, también, el damisel que lo enamoraría y le daría una hija.

La tarde había llegado en la aldea del Remolino y Kushina regresó a su hogar pero no lo hacía sola, iba acompañada por dos mujeres con las que estaba hablando animadamente.

Minato y Naruto, que se encontraban en la mesa comiendo de sus provisiones ya que sabían la situación por la que estaba pasando Kushina, se sorprendieron al percatarse que la puerta se abrió de improviso.

– ¡Naruto!. – Gritaron las dos mujeres que acompañaban a Kushina, quien se ocupaba de cerrar la puerta a su espalda.

– ¡Sasame!. ¡Prima Karin!. – Exclamó Naruto levantándose del taburete para abrazar a las dos mujeres. – ¡Vaya!. Mi madre no me contó que os habíais casado. – Comentó Naruto al percatarse de la redondez de los vientres de las mujeres aunque una de las muchachas tenía la panza más grande que la otra.

– ¡Oh!, se me olvidó decírtelo, hijo. – Se excusó Kushina mientras reía.

– Tía Kushina, siempre está igual. Ella se olvida de contar lo importante y si no es porque nos lo dijo a estas horas no hubiéramos sabido que habías regresado. – Reprochó Karin cruzando sus brazos encima de su gran panza. – Por cierto, estoy casada con Suigetsu. El muy sinvergüenza fue a mi casa a decirles a mis padres que si no me aceptaban el que se casara conmigo me raptaría y no me volverían a ver. Claro, era mejor que Suigetsu les dijera eso a que en el festival de la cosecha se me lanzó como un lobo y me dejó en cinta. – Dijo divertida mientras reía a carcajadas. – Este será el tercer hijo que espero de ese hombre bueno para nada aunque espero que esta vez sea varón ya que tengo dos hijas.

– No has cambiado en todo este tiempo, prima Karin, sigues siendo tan dicharachera como de costumbre. – Aportó Naruto al percatarse de que si no decía nada continuaría hablando sin  parar un instante.

– Naruto, yo… – Sasame se sonrojó antes de abrazarlo nuevamente. – Naruto, te he extrañado todo este tiempo. – Murmuró Sasame mientras deshacía el abrazo ya que para ella, Naruto era como su hermano, así como a Kushina la consideraba una madre. – Hace poco que me casé con Arashi, me hubiera gustado que estuvieras en mi casamiento.

– Lo siento, Sasame y por cierto… ¿Haku? ¿Cómo está Haku? ¿Por qué no ha venido?. – Preguntó Naruto por el pequeño doncel al que también apreciaba como a un familiar y que había acompañado a su madre, junto a Sasame, de la ciudad de La Hoja a la aldea del Remolino.

– Él ya no vive en la aldea desde que se casó. – Dijo Kushina. – Aunque puedes estar tranquilo, su marido es un soldado que conoció y se marchó a vivir con él a otro reino.

– ¿Haku se casó?. – Inquirió Naruto para ver como su madre asentía con la cabeza.

– Nosotras tenemos que irnos o nuestros maridos se preocuparan. Además, tengo que ayudar a mi madre con la cena. ¡Adiós Naruto, Kushina!. – Se despidió Karin pues ninguna de las jóvenes embarazadas se habían percatado de Minato que había sido un simple espectador de todo lo ocurrido.

– ¡Adiós, Naruto!. – Se despidió Sasame volviendo a abrazar a Naruto antes de marcharse.

– ¡Adiós!. – Se despidió Naruto.

– ¡Adiós e id con cuidado de camino a vuestras casa!. – Se despidió Kushina con un consejo para escuchar como las dos muchachas le respondían con un «».

– Madre, cuéntame lo de Haku. – Pidió Naruto volviendo a tomar asiento a la mesa, al igual que su madre, después de que la puerta de su casa se cerrase por las dos mujeres que se habían acabado de marchar.

– Verás, hijo. Lo cierto es que después de meses sin saber de ti aunque sabía que estabas en la ciudad, Haku se propuso ir y encontrarte para que supieras que todo en la aldea estaba bien. Él al regresar, nos contaría como te encontrabas, sería como un mensajero pero no fue así. Por lo que me contó antes de irse con el soldado con el que se casó, Haku te estaba buscado por la ciudad y el tercer día se tropezó con el soldado en medio de las calles. En realidad, no lo entendí muy bien pero me afirmó que cuando sus ojos se toparon con los de su marido se enamoró al instante y al parecer, el hombre sintió lo mismo, por lo que su cortejo no duró más que tres días casándose de inmediato. A mí me resulta sorprendente pero se veía muy feliz cuando volvió para contarme de su boda y disculparse por no poder encontrarte, así que no pude hacer otra cosa que bendecirlo y desearle la felicidad a su matrimonio. – Reveló Kushina.

– ¡Vaya! Me alegro por él y espero sea feliz. – Deseó Naruto.

– Yo también lo deseo, hijo. – Apoyó Kushina para acto seguido escuchar la tos de Minato que interrumpía el diálogo entre madre e hijo después de que él también escuchara la historia de un doncel al que no conocía.

– Espero que las mujeres que has traídos no revelen el que estamos aquí o podría traer problemas a la aldea. – Comentó Minato con preocupación.

– No te preocupes, Sasame es como una hija para mí y, a pesar, de que Karin habla mucho puedo confiar en ellas. Estoy segura que no dirán nada. – Afirmó Kushina.

– Madre, de todas formas no podemos continuar en esta aldea. Mañana en la noche partiremos para la ciudad de La Hoja y luego, nos iremos de este reino. Por ello, me gustaría saber tu decisión, ¿vendrás con nosotros, madre?. – Preguntó Naruto.

 – Naruto, he pensado todo lo que me dijiste el resto del día y he decidido que iré con vosotros. Mañana le diré a Sasame y Karin que me marcho, es lo menos que puedo hacer por ellas. – Respondió Kushina con una sonrisa.

La tarde transcurrió rápido y la noche llegó, así que las tres personas que estaban en la casa se marcharon a dormir.

– No sabía que Kushina tuviera hermanos. – Comentó Minato una vez se había acostado.

– Madre no tiene hermanos. – Aseguró Naruto. – La familia de Karin ayudó a mi madre y al parecer, el padre de mi madre y la madre de Karin eran primos hermanos, así que por eso, nos llamamos primos. Mi madre nació aquí y se crió en esta aldea antes de ir a la ciudad. – Explicó Naruto entendiendo a que se refería Minato y a continuación, quedar dormidos.

El día siguiente transcurrió muy veloz para Kushina, quien se había despedido de los amables aldeanos después de comunicarle el que se marchaba de la aldea mientras que para Minato y Naruto, el día transcurrió muy lento.

Cuando, finalmente, la luna estaba en lo más alto del cielo nocturno y los vecinos dormían para reponer fuerzas después de tener un agotador día, de una de las casas, tres personas salían con los jamelgos preparados para el viaje y Naruto y Minato no tardaron en montar en sus respectivos caballos mientras que Kushina miró por última vez la aldea, tan significativa para ella antes de subir a su corcel y seguir a los dos hombres para dirigirse a la ciudad de La Hoja.




Aclaración de  los términos:


* Aclaro que lo que cuenta Kushina sobre cómo había cambiado su vida en la aldea del Remolino una vez Orochimaru ha ocupado el trono como el nuevo rey, lo he recopilado de crónica para este fic con lo acaecido en Francia antes de que, finalmente, estallara la conocida Revolución Francesa (1789–1799) que sucedió a finales del siglo XVIII y con el que se acabó en Francia con el Antiguo Régimen, es decir, el poder monopolizado por el rey al que le importaba poco la situación en que vivían sus súbditos. Así, que lo descrito en la historia es cómo fue que comenzó el descontento de la gente debido a la pobreza y el hambre sufrido que luego terminó años posteriores en una revolución que cambiaría drásticamente Francia y que el resto de Europa tomarían como referencia para replantearse el cambiar su estado político - social con el fin de no sufrir lo mismo que aconteció en Francia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario