- Grato.-
Sasuke despertó escuchando el
chisporroteo del pequeño fuego que había en mitad de aquella habitación y no
pudo reprimir el bostezo que salió de su boca mientras estiraba sus
extremidades para despertar a sus músculos que exigían sentir la tensión antes
de levantarse del lecho.
Cuando por fin terminó de desperezarse
y percatarse de que estaba solo, se levantó para irse a sentar frente al fuego,
el cual alimentó añadiendo más trozos de madera que se encontraban apilados
cerca de la hoguera.
No había pasado más de cinco minuto en
soledad cuando la puerta de la casa se abrió y por ella entró Naruto con la respiración agitada a causa de haber
corrido para llegar hasta allí.
Naruto se acercó a Sasuke con una
sonrisa dibujada en los labios y de sus
bolsillos sacó una hogaza de pan blanco y un pequeño botecito bien cerrado.
– ¡Mirad!. – Dijo alegremente Naruto a
Sasuke mientras retiraba el corcho que cerraba el bote. – He conseguido
mermelada.
Sasuke no pronunció palabra alguna,
pues no le gustaba esa dulce jalea de fruta pero tampoco desecharía la
oportunidad de comerla porque prefería eso antes de estar comiendo corazones de
manzana en putrefacción como se había visto obligado a comer junto a su hermano
para poder amortiguar su hambre aunque después ternará vomitando el corazón de
manzana junto a sus propios jugos gástricos y teniendo más hambre y dolor de
estómago.
Naruto cogió la cuchara para hundirla
en el interior de la mermelada, luego agarrar su puñal con el que torpemente
rebanó el pan y lo puso en el interior del cuenco en el que había dado de comer
a Sasuke.
Ambos jóvenes cogieron una rebanada de
pan y el anfitrión fue el primero en agarrar la cuchara llena de la pringosa y
dulce sustancia que extendió uniformemente sobre la hogaza de pan. Rápidamente,
la base quedo coloreada con el color marrón de la mermelada.
Sasuke miró como su compañero se
llevaba el pan con mermelada a la boca y lo degustaba con felicidad.
– Es de ciruela. – Notificó masticando
el pan con mermelada a lo que su huésped ignoró la falta de educación del
muchacho.
El doncel también embadurnó su hogaza
de pan con la mermelada para acto seguido comerla y comprobar que,
efectivamente, se trataba de mermelada de ciruela.
Cuando las rebanadas de pan se
terminaron, bebieron agua antes de que Naruto volviese a colocar el corcho al
pequeño tarro de mermelada y evitar que algún animalejo u insecto tocara la
dulce melaza.
– Ahora que hemos desayunado debemos
irnos. – Anunció Naruto. – Creo que debemos dirigirnos al monasterio, puede que
allí conozcan algo acerca de tu hermano.
– ¿Y no sería mejor ir a preguntarle a
un sacerdote?. Ellos deben de tener más información que los monjes. – Sugirió
levantándose del suelo en el que estaba sentado.
Naruto miró a Sasuke como si estuviese desvariando
antes de negar con la cabeza.
– No conoces la ciudad de La Hoja pero
esto deberías de saberlo de antemano. – Comentó con un suspiro antes de
aportar. – Debemos ir al monasterio de La Rosa para buscar a un monje llamado
Iruka, él es el único que puede saber algo o como mucho, haberlo visto.
– Sigo sin entender como un monje
podría... – Sasuke fue interrumpido.
– Iruka no es como el resto de los
monjes. – Aclaró para llevarse una mano en el mentón en busca de las palabras
adecuadas. – Él es... – Dudó mientras indagaba un calificativo que describiese
al monje. – ¿Extraño?. – Miró a Sasuke con impotencia. – No sé cuál sería la
palabra concreta para referirme de como es Iruka pero cuando lo veas
comprenderás a que me refiero. – Dijo mientras se rascaba la nuca con su mano
derecha. – Solo, no confíes en él ante la amabilidad que muestra.
– Definitivamente, no entiendo nada de
lo que me dices.
– Sasuke, aquí, en la ciudad de La Hoja
hay muchas personas que no son lo que aparenta y aunque no sé de dónde eres o
de donde procedes, puedo percibir que eres ingenuo. – Le advirtió un poco
dudoso de sus palabras porque no sabía si el doncel se ofendería con ellas.
– Mejor será que nos dirijamos hacia
dónde está ese Iruka. – Gruñó Sasuke enfadado por las palabras de Naruto.
– Sí. – Respondió el muchacho con
desánimo al saber que había molestado a su compañero.
Sasuke siguió a Naruto por las calles
de la ciudad sin dirigirle la palabra debido a su enfado, hasta que llegaron al
viejo y famoso monasterio de los monjes de La Rosa. El monasterio más
importante del reino del Fuego.
Se trataba de un edificio hecho de
piedra y madera para los ojos de los transeúntes pero cuyo interior estaba
construido con mármol y adornado que simbolizaban la religión hechos de oro y
plata. Siendo el edificio más valioso del reino y el que más monjes habitaban.
Sasuke había leído mucho acerca de
aquel monasterio que reconoció rápidamente por la pequeña oración en latín
esculpida en la piedra sobre la entrada y la enredadera grabada en todo el
marco de la enorme puerta en la que estaba tallada una enorme rosa, la cual
había sido la responsable del nombre del monasterio, ya que se decía que esa
puerta había sido un regalo del primer rey del Fuego como una forma de
agradecerle a Dios que lo hubiese designado a gobernar esas tierras.
– Podría darme otro pedazo para
llevarle a mi hermana. – Dijo una voz femenina que captó toda la atención de
Sasuke que hasta ese momento estaba admirando el sagrado edificio y entonces,
se percató del grupo de niños y muchachos que rodeaban a un monje de piel
morena que sostenía entre sus manos una bolsa enorme de tela.
– ¿Y tu hermana por qué no viene a buscar su propio trozo?. – Preguntó la suave
voz del monje. – Si ella no viene a buscarlo, no puedo darte otro pedazo de pan
porque sería injusto para el resto de los chicos.
– Está enferma. – Confesó la niña
dejando que sus lágrimas saliesen de sus ojos castaños.
– Lo lamento. – Se disculpó Iruka
mientras acariciaba la sucia y enmarañada cabeza de la niña. – Trae a tu
hermana y os llevaré al convento. Las hermanas cuidaran de vosotras dos.
La niña no dijo nada y salió corriendo
después de escuchar las palabras del monje que continuó extrayendo mendrugos de
pan para ofrecérselo al resto de personas que había allí.
– ¿Ese es Iruka?. – Preguntó Sasuke.
– Sí. – Contestó Naruto. – Será mejor
que esperemos a que este solo para poder
preguntarle sobre tu hermano.
– Es un monje normal. – Habló Sasuke
recordando la advertencia de Naruto. – No parece una persona del que no se puede
confiar.
– ¿Un monje normal?. – Naruto cogió del
brazo a Sasuke para atraer la atención del doncel. – Iruka no es un monje como
los otros. ¿Es que has visto a algún otro monje ofreciendo algo de comida a
personas como nosotros?. – Inquirió con severidad. – Iruka es el único monje
que se preocupa por los huérfanos, los enfermos, moribundos y mendigos pero a
pesar de eso... – Naruto se mordió el labio para mirar hacia el monje. – Ya
viste y oíste lo que le dijo a esa niña y aún así no le entregó ninguna porción
de pan de las que lleva en la bolsa.
Sasuke miró al monje sintiendo como
Naruto le soltaba el brazo.
– ¿Pero si le ha ofrecido hospitalidad?
– Sasuke, le ha dicho que las llevaría
al convento y te puedo asegurar que nadie quiere ir a un convento.
– ¿Por qué no?
Naruto resopló antes de hablar debido a
la ignorancia de Sasuke a cómo funcionaban la ciudad de La Hoja.
– Todos los huérfanos que son
hospedados en un convento no se le vuelve a ver. Dicen que en realidad son
llevados a mercaderes que comercializan con los mineros de las montañas del
sur.
– Pero... ¿estás seguro de eso?. –
Preguntó horrorizado al imaginarse a personas extrayendo los minerales de las
rocas de una cantera.
– No te aseguro nada pero te diré que
no he vuelto a ver a muchos amigos que entraron a causa del hambre o en busca
de ser atendido por sus heridas.
– Lo siento. – Sasuke se disculpó un
poco incómodo por haber hecho una pregunta tan obvia.
– ¿Por qué te disculpas?. – Preguntó
pero ni siquiera dejó hablar a Sasuke cuando lo cogió de la mano para empujarlo
un poco. – ¡Vamos! o entrará en el monasterio. – Naruto señaló a Iruka mientras
hablaba porque el monje una vez se le había terminado el pan se dirigía hacia
la entrada del edificio.
Sasuke tan solo se dejó guiar con su
rostro sonrojado por ir hacia el monje cogido de la mano de Naruto mientras
refunfuñaba en su interior debido a la osadía del muchacho que no respetaba las
costumbres que representaban una buena educación al tratarlo con toda esa
confianza para tomarle la mano en público.
– ¡Buen día!. – Saludó en un grito
Naruto a Iruka mientras se dirigía hacia el monje tirando de Sasuke.
– ¡Buen día, jóvenes!. – Saludó Iruka
deteniéndose para mirar a quién lo saludaba tan llamativamente.
– Monje, esperamos no importunarle pero
queríamos saber de si usted tiene conocimiento o entendimiento de un asunto que
es de nuestro interés. – Pidió Naruto con gran elocuencia un hecho que provocó
en Sasuke estupefacción por la forma tan carismática en la que habló su
compañero.
– Decidme cual es ese asunto y ya os
daré la respuesta aunque espero no se trate de un pecado o una indecencia. –
Contestó abrumado Iruka porque si era verdad de que ya había visto a Naruto en
más de una ocasión, jamás pensó que tuviese tanta educación al hablar ya que
sus actos para buscar la comida que el repartía no revelaban ningún indicio y
mucho menos, cuando solo se expresaba con gestos sin llegar a pronunciar su
nombre.
– No se trata de ninguna insensatez. –
Se apresuró a afirmar Naruto.
– Bien, ¿qué es eso de lo que quieres
saber?. – Preguntó mirando a los dos jóvenes más detenidamente.
– Estamos buscando a un amigo. – Reveló
para mirar a Sasuke. – Y se parece mucho a él, cualquiera podría confundiros
por parientes. Puede que haya venido por aquí y queremos saber si lo ha visto. –
Inquirió Naruto.
– Jamás he visto a este doncel y
tampoco ha venido al monasterio alguna persona que se parezca a tu amigo. –
Reveló Iruka mirando a Sasuke más detenidamente. – Lamento no haberos podido
ayudar pero si queréis podéis entrar al monasterio, podría ser que vuestro
conocido también os esté buscando y se acerqué aquí. – Iruka sonrió con
amabilidad antes de añadir. – Si entráis conmigo al monasterio os daré algo de
comida.
A Sasuke le rugió el estómago y ante la
disponibilidad del monje se disponía a aceptar su oferta porque a pesar de
recordar lo contado por Naruto, no podía creer que el monje fuese un alguien
malvado.
– Gracias pero continuaremos buscando a
nuestro amigo. – Se apresuró a decir Naruto para, nuevamente, coger la mano de
Sasuke y correr hasta la primera esquina donde soltó la mano del doncel.
– ¿Por qué has hecho eso?. Pudimos
aceptar su oferta. – Replicó Sasuke molesto.
– ¿No me escuchaste cuando te dije que
no te fiaras de Iruka?. Si entramos al monasterio no saldremos de él y no
podrás encontrar a tu hermano. – Le recordó Naruto con enfado.
– No lo sabes. – Afirmó Sasuke
cruzándose los brazos sobre el pecho.
– Si tanto quieres ir con Iruka,
¡vete!. – Terminó gritando la última palabra. – Cuando estés dentro y no se te
permita salir para poder encontrar a tu hermano, no habrá nadie ni nada que
pueda ayudarte a salir.
– Eres cruel. – Susurró con dureza
Sasuke.
– ¿Cruel?. La crueldad es la que se
vive todos los días en esta ciudad y no mis palabras tan verdaderas como esta
pared. – Naruto palmeó la pared del edificio con fuerza. – Si quieres irte tras
el monje no te detendré pero no me busques, ni intentes disculparte después
porque no obtendrás mi ayuda aunque no creo que te vuelva a ver si vas con el
monje.
Naruto se giró después de unos segundos
y comenzó a caminar sin mirar a su espalda donde Sasuke se había quedado
inmóvil con las manos hechas puños, apretándolas con fuerza sin importarle que
se estuviese clavando las uñas.
– Creí que eras una buena persona. – Pronunció
Sasuke provocando que Naruto se detuviese. – Sin embargo, mis pensamientos han
sido errados todo este tiempo. – La voz de Sasuke comenzó a sonar diferente. –
¿Por qué me ayudaste? ¿por qué te comportas de esta manera conmigo?. No
entiendo tu actitud.
Naruto suspiró y dejó que su cuerpo se
relajase, sus hombros cayeron mientras negaba con la cabeza.
– Él que no entiende soy yo. – Se rascó
la cabeza con una mano pero aún seguía sin mirar al doncel que estaba a su
espalda. – Ni siquiera comprendo el por qué me esfuerzo por agradarte. Solo sé
que cuando vi a aquel... – Naruto se tragó la blasfemia. – Sencillamente, no
soy de esas personas que viven auxiliando al prójimo porque a duras penas tengo
para mi propia subsistencia pero ese día, no pude contener mi cuerpo y antes de
darme cuenta estaba golpeando como una bestia a aquellos dos. Estaba tan
enajenado que ni siquiera sentí como la navaja que empuñaba uno de ellos me
cortaba la carne. – Naruto se llevó las manos a su rostro notando las marcas
que perdurarían para recordarle el cómo había terminado peleándose con los
hijos de unos burgueses para ayudar a un desconocido. – Si Gaara no llega a
estar cerca, posiblemente, hubiera cometido una imprudencia pero aún así, no
hice caso a los regaños de Gaara y te llevé conmigo a mi casa. – Sonrió con la mirada en el adoquinado suelo
recordando a su amigo. – En realidad, no quiero que te alejes de mí.
– ¿Qué estas tratando de decir?. –
Preguntó confundido Sasuke por la explicación que le estaba dando Naruto.
– Estoy intentando decirte que hay algo
en ti que me atrae desde el día que te vi y no quiero que te alejes de mí. –
Naruto se giró con una pequeña sonrisa.
Sasuke estaba sorprendido por la
declaración de Naruto y sin ser consciente ni teniendo alguna alternativa para
evitarlo su rostro enrojeció.
– Eso no puede ser. – Aseguró cuando
por fin pudo reaccionar Sasuke. – Solo Dios es capaz de unir a los hombres y no
los instintos humanos.
Naruto miró a Sasuke con desilusión
antes de aportar.
– Por supuesto, Dios nos maneja a su
antojo. – Forzó una sonrisa. – ¡Vamos! Hay que buscar algo de comer para continuar
buscando a tu hermano.
Sasuke asintió sintiéndose incómodo por
la respuesta de Naruto pero no dijo nada.
Naruto guió a Sasuke hasta una calle
donde había varios puestos de fruta y verduras.
– Espera aquí. – Ordenó Naruto a
Sasuke, el cual asintió con la cabeza sintiéndose torpe.
Naruto dejó a Sasuke y se encaminó
hacia el tercer puesto de frutas y miró toda la mercancía del puesto con desinterés
en espera de que el dueño del puesto se despistase, acto que se produjo cuando
una señora se acercó para preguntarle por el precio de los albaricoques. En ese
instante, Naruto aprovechó la oportunidad para coger rápidamente tres manzanas
y salir corriendo escuchando como el hombre le gritaba y lo seguía.
– ¡Corre!. – Le gritó a Sasuke llegando
a donde se encontraba.
Sasuke ante la orden salió corriendo
detrás de Naruto hasta que después de un rato consiguieron despistar al hombre
al refugiarse en uno de los callejones con montañas de basura.
La carcajada de Naruto rompió el
silencio.
– ¿De qué te ríes?. – Cuestionó Sasuke
una vez recuperó el aliento.
– Ha sido divertido.
– No, no ha sido divertido. Pensé que
no iba a dejar de perseguirnos y estaba aterrado de que me atrapara. No quisiera
que me volviesen a golpear.
– Esa es la emoción pero hemos
conseguido escapar, ya no debemos de preocuparnos más. – Comentó como si tal
cosa Naruto. – Toma. – Ofreció una de las jugosas manzanas a su compañero.
– No la quiero, la has hurtado y eso no
está bien.
Naruto se encogió de hombros y le dio
un mordisco a la manzana.
El estómago de Sasuke volvió a rugir al
escuchar el sonido de masticar y ver como Naruto devoraba la carnosa fruta y
sin poder aguantar más los indicios de su cuerpo a causa del hambre, arrebató
una de las manzana a Naruto, la cual devoró con gula mientras escuchaba como su
compañero se reía.
Después de que Sasuke se comiese la
fruta que quedaba ambos continuaron buscando a Itachi pero no lo encontraron
por ninguno de los lugares que visitaron.
Estaba anocheciendo y a las personas
que habían preguntado no conocían al hermano de Sasuke.
– Será mejor que volvamos a la casa. –
Dijo Naruto mirando los colores tostados que presentaba el cielo y donde ya
comenzaban a aparecer las estrella. – Mañana buscaremos por la Plaza Del
Granjero.
– ¿La Plaza Del Granjero?
– En realidad no es una plaza sino una
de las entradas de la ciudad y también, es donde los campesinos, comerciantes, caravanas,
troupe de artistas ambulantes o mercenarios se establecen para hacer negocio.
Todos en La Hoja saben que si quieres hacer un buen trato para obtener
servicios o concebir alimentos, animales o armas debes ir a la Plaza Del
Granjero. – Informó Naruto con entusiasmo.
– Parece que es un lugar muy alegre. –
Sasuke sonrió con cansancio mientras su compañero asentía con la cabeza.
Antes de llegar a la morada de Naruto,
este se había detenido para mendigar en una esquina ante la abochornada mirada de Sasuke.
El muchacho no consiguió más que nueve
genins, suficiente para comprar un pedazo de calabaza, una cebolla y una taza
de arroz que, probablemente, pesaría 300 gramos y llevó en una pequeña bolsa de
tela blanca.
Cuando entraron a la pequeña casa de
Naruto se percataron de que el fuego se había apagado pero eso no pareció
preocuparle al dueño de la morada y es que apartó con un trozo de madera las
cenizas hasta que encontró las brazas que aun estaban candentes, las cuales
avivó, alimentándolas con un poco de paja y madera.
Sasuke se sentó junto al fuego para
calentar su cuerpo que estaba helado a causa del frío nocturno mientras
observaba como Naruto llenaba la pequeña olla con el agua que contenía un
barril casi tan alto como su anfitrión y tan ancho que era posible que dos
personas pudiesen caber en su interior perfectamente.
El anfitrión colgó la olla sobre el
fuego para que el agua fuese calentando mientras comenzó a pelar la cebolla
para luego, cortarlas con ayuda de su puñal y la echó en el interior de la olla
junto a todo el arroz que había comprado. Continuó preparando la comida al
tomar el trozo de calabaza y tras quitarle la cascara, la añadió en el interior
de la olla.
Antes de que Naruto se sentase sacó una
cajita de madera y que contenía sal de la que atrapó una pizca que le añadió al
guiso.
– Ojalá hubiera un trozo de carne que
añadirle. – Se lamentó Naruto guardando la cajita.
Cuando el guiso acabó su cocción, ambos
lo comieron y se fueron a dormir para ir a la mañana siguiente hacia la Plaza Del
Granjero.
La mañana llegó antes de lo esperado y
sin haber comido, Naruto y Sasuke se fueron hasta la Plaza Del Granjero. Por el
camino, Naruto robó dos panes recién hechos sin que el propietario de la
panadería se diese cuenta. También, Naruto le arrebató una pequeña lechera al
carro del lechero para ir comiendo por el camino y bebiendo la leche
directamente del recipiente hasta que llegaron a la Plaza Del Granjero.
En el lugar solo se encontraban
carretas llenas de frutas y verduras diferentes, también las había con jaulas que encerraban a
los pollos y las gallinas. Había asnos, mulas y bueyes en su mayoría para tirar
de las carretas.
Sasuke miró sorprendido como los
campesinos y comerciantes hacían sus negocios y como las carretas estaban
repletas de alimentos e incluso, escuchó la música emitida por la flauta, el
laúd y la lira acompañada por canticos de una pareja pertenecientes a una
troupe que se encontraba en el lugar.
– Sasuke, no te acerques a aquello
hombres que están apoyados en la pared detrás del afilador de cuchillo, son
mercenarios. – Indicó Naruto mirando hacia un grupo de hombres que estaban
vestido con oscuras capas y sombreros de ala ancha adornados con una enorme
pluma.
Sasuke asintió para seguir a Naruto
hasta que llegaron donde la troupe estaba actuando, tocando música alegre,
bailando y haciendo malabarismos con pelotas. Se quedaron viendo la actuación y
rieron cuando el malabarista vestido de arlequín lanzó las bolas al aire, las
cuales le cayeron en la cabeza y sintieron deseos de bailar cuando la música se
volvió más alegre.
– Debemos continuar. – Advirtió Naruto
al ver como a Sasuke le brillaban los ojos de la emoción de ver actuar a todos
aquellos artistas.
– Sí.
Iban a seguir su camino, cuando Sasuke
colisionó con un muchacho que pasaba corriendo y ambos cayeron al suelo.
– ¡Ten más cuidado!. – Gritó el
desconocido levantándose y limpiando el polvo de sus ropas sin mirar con quién
se había golpeado para silbar. – ¡Vamos, Kēki!. – Vociferó para salir corriendo siendo
seguido por un perro de pelaje marrón que ladró persiguiendo a su dueño.
– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó
Naruto ayudando a ponerse en pie a Sasuke.
– Sí. – Respondió frotándose la cadera
debido al dolor.
No muy convencido, Naruto guió a Sasuke
por toda aquella plaza en la que permanecieron hasta el mediodía para buscar en
las calles cercanas a la Plaza Del Granjero pero el atardecer llegó sin obtener
noticias de Itachi.
Sasuke seguía a Naruto para regresar a la
pequeña casa pero al doblar una esquina, Naruto se detuvo para emitir un fuerte
silbido para llamar la atención de una persona.
– ¡Gaara!. – Llamó a un muchacho
pelirrojo que caminaba junto a una pareja con un niño.
– ¡Naruto!. – Nombró Gaara a su amigo
que se acercó ante la atenta mirada de las tres personas. – ¿Qué haces por
aquí?. – Preguntó con una sonrisa pícara pero no permitió contestar a su amigo
cuando se dio cuenta de Sasuke. – ¡Hola! Te ves mejor. – Ante el mutismo del
doncel, Gaara se presentó. – Me llamo Gaara Sabaku aprendiz de herrero y
amigo de Naruto.
– Mi nombre es...
– No hace falta que te presentes,
Sasuke porque Gaara conoce tú nombre. – Interrumpió Naruto.
– Cierto, soy culpable. – Afirmó Gaara golpeándose
el pecho con el puño.
Sasuke no pudo evitar reír ante la
actitud de Gaara mientras escuchaba a Naruto contarle a su amigo acerca de la búsqueda
de Itachi.
– Lo lamento, yo tampoco he visto a
nadie tan parecido porque si lo hubiese visto estoy seguro que tan lindo rostro
no lo olvidaría. – Dijo Gaara guiñándole un ojo a Sasuke que se sonrojó por el
descarado gesto. – ¿Por qué no venía a comer algo a la taberna?. Nosotros vamos
hacia allí. – Ofreció para mirar a las personas que lo esperaban.
Sin embargo, antes de que alguien
pudiese abrir la boca, los estómagos de Naruto y Sasuke rugieron a la vez, sacándole
una carcajada a Gaara.
– Vuestras panzas han hablado por
vosotros. – Declaró Gaara. – Ven Sasuke, te presentaré a mi primo y maestro
Sasori. – Anunció extendiendo la mano hacia él, que abochornado tomó la mano de
Gaara que sonrió y lo llevó hasta la pareja. – Sasuke, este es mi primo y
mentor, Sasori Akasuna. – Ante la presentación Sasori sonrió afablemente
obteniendo una mirada molesta por parte de su acompañante. – El es su esposo
Deidara.
– Encantado. – Dijo Deidara con falsa
empatía, pues no le había agradado la sonrisa de su marido.
– Y este pequeñajo es Hiroshi.
– Es un placer conoceros. – Sasuke hizo
una floritura que desconcertó a los presentes.
Tras las presentaciones el grupo se
dirigió hacia la taberna, propiedad de la familia Sabaku y Sasuke sufrió el
acoso de Gaara, que no dejaba de coquetearle y preguntarle cómo había
conseguido que Naruto se preocupase por él, a lo que recibía más de un gruñido
o una colleja por parte de Naruto.
Sasuke, también se percató de como
Deidara lo miraba con desagrado mientras caminaba abrazado a su esposo que, -a
pesar de la incomodidad que debía de tener al caminar de esa manera-, no se
quejó en ningún momento solo parándose para besar los labios de Deidara, el cual
le exigía cada cinco pasos una muestra de su amor.
Cuando llegaron a la taberna, el
matrimonio entró por la puerta principal mientras que Naruto y Sasuke siguieron
a Gaara para entrar a la taberna por la puerta trasera, dando a la cocina donde
se encontraba Kankuro removiendo el estofado.
– ¡Hola, Naruto! ¿Cuánto tiempo?. –
Saludó Kankuro alegremente hasta que se percató de la presencia de Sasuke. –
¿Quién es vuestro amigo?.
– Es Sasuke, ya sabes… el doncel que
Naruto salvó épicamente al casi matar a Utakata y Menma. – Informó Gaara como
si tal cosa mientras cogía una de las manzanas del frutero que frotó sobre sus
ropas antes de darle un gran mordisco. – Los he invitado a comer.
– Disculpa los modales de mi hermano,
me llamo Kankuro. – Se presentó mientras golpeaba la nuca de Gaara sacándole
una sonrisa a los invitados de su hermano.
– ¿¡Serás bruto!?. – Inquirió sarcásticamente
mientras se frotaba con la mano que tenía libre la nuca. – Por cierto, Sasori
ha venido a comer, supongo que padre ya debe de estales atendiendo.
– ¿Han venido Deidara y Hiroshi con
él?. – Preguntó mientras removía el
estofado.
– Así es.
– Bueno, espero que Deidara no intente matar
a nadie como la otra vez.
– ¡Kankuro!. Dame inmediatamente los
tres platos para Sasori. – Ordenó el
padre de Gaara que sin prestar atención a los recién llegados se marchó de la
cocina con los platos que contenían el pan rebanado.
Y sin más que contar, Gaara fue en
busca de una botella de vino para comenzar a comer en compañía de Naruto y
Sasuke el delicioso estofado que había preparado Kankuro.
Rápidamente, dos botellas se habían
acabado y la tercera estaba a la mitad.
Sasuke mostraba en su enrojecido rostro
una sonrisa insulsa mientras escuchaba a los dos muchachos hablar sin poder
entender que decían porque sentía que Gaara y Naruto habían comenzado a hablar
en otro idioma que le provocaba breves risas.
– ¿Sasuke, te encuentras bien?. –
Preguntó por cuarta vez Naruto viendo como el doncel se balanceaba lentamente
de un lado a otro para soltar una carcajada.
– Está borracho. – Certificó Kankuro
que miraba preocupado a Sasuke que volvía a reír. – No debieron dejarle que
tomara vino.
– ¿Y qué íbamos a saber nosotros de que
se iba a emborrachar?. – Se excusó Gaara. – Debió advertirnos cuando traje la
botella.
– Será mejor que me lo lleve. – Naruto
interrumpió la discusión de los hermanos.
– No puedes salir a la calle con el
doncel en ese estado, será mejor que se quede aquí. – Aconsejó Kankuro. – Gaara,
vete a por la llave de la habitación que está al final del pasillo. – Ordenó a
su hermano que fue en busca de la llave. – También quédate tú, Naruto. Será mejor si cuando despierte te
ve o se asustará porque no reconoce la habitación. Además, debe de estar
acompañado por si comienza a vomitar.
Naruto no dijo nada mientras cogía a
Sasuke en sus brazos y este se abrazó a él con fuerza mientras reía.
Gaara guió a Naruto hasta la habitación
y le abrió la puerta antes de marcharse para volver a aparecer con una muda
para cada uno.
– Estas ropas eran de Temari, es
posible que a Sasuke le sirvan y estas ropas ya no las quiero, os la podéis
quedar. – Gaara dejó las prendas sobre un sillón. – También, he traído toallas
y jabón para que os podías asear.
– Gracias. – Murmuró Naruto antes de
que su amigo se fuera y el por fin, consiguiera deshacer el abrazo de Sasuke a
su cuello.
Durante un buen rato, Sasuke continuó
riendo para comenzar a farfullar oraciones carentes de sentido común y
finalmente, caer dormido sobre la cama en la que lo había dejado Naruto
mientras que él ocupaba la cama que estaba paralela a la de Sasuke.
Cuando Sasuke despertó, no se atrevió a
abrir los ojos rápidamente porque un fuerte dolor de cabeza lo aquejaba pero aún
así, abrió sus parpados para darse cuenta de que no se encontraba en ningún
lugar que conociese.
A toda velocidad se sentó sobre el confortable
colchón pare sentir como una punzada de dolor en su cabeza le hizo sisear como
una serpiente.
– No debes de moverte tan rápido o acabarás vomitando a causa del mareo.
Sasuke miró en dirección a la persona
que le hablaba para encontrarse con Naruto.
– No hables tan fuerte y ¿por qué hay
tanta luz?. Es molesta. Cubre la ventana, por favor. – Pidió con las manos en
la cabeza y con los ojos cerrados a causa de la luz del sol. – ¿Dónde estamos?
– No estoy hablando tan alto y la luz
del día es demasiado débil para dañarte los ojos porque el cielo está nublado,
así que no correré la cortina porque hayas bebido demasiado vino para ser tu
primera vez. – Naruto se levantó de la mecedora en la que estaba sentado para
acercarse a la cama en la que Sasuke estaba frotándose la cara con las manos en
un intento de mitigar la claridad del día. – Estamos en la posada de la familia
Sabaku.
– No me encuentro bien. – Confesó
Sasuke tocándose su barriga.
– Se te pasará pero debes de beberte
esto, te hará bien. – Aseguró Naruto cogiendo la taza de barro cocido en frente
de Sasuke.
– No quiero, huele mal.
– Es lo único que te puede ayudar a
encontrarte un poco mejor. Además, ya debemos irnos de aquí.
Sasuke tomó la taza y miró el líquido
que yacía frío en el interior del pequeño recipiente para cerrar sus ojos y
tragar saliva antes de contener la respiración y beber todo aquel brebaje con rapidez.
Naruto retiró la taza de las manos de
Sasuke que hacia muecas de desagrado por haberse bebido aquel desagradable
líquido.
– Gaara ha traído ropas para ti porque
pensó que te agradaría darte un baño.
Sasuke miró con los ojos brillantes a
Naruto y sin esperar se levantó de la cama con tanta velocidad que se mareó un
poco pero para su suerte, Naruto no permitió que cayera.
– Gracias. – Murmuró.
– Esa puerta de ahí es el aseo y ya
está preparada el agua. – Susurró en el oído de Sasuke asiéndolo estremecer con
su cálido aliento para acto seguido soltarle la cintura e ir hasta una pequeña
mesa de la que cogió las prendas. – Aquí tienes las ropas y la toalla, en el
baño encontraras el jabón.
– Gracias. – Volvió a agradecer pero
esta vez con el rostro sonrojado.
Sasuke se dirigía hacia el baño cuando
se percató de algo que lo hizo detenerse y girarse para mirar a Naruto.
– ¿Tú no vas a asearte?. – Preguntó un
poco nervioso. – Quiero decir, el baño ya estaba preparado para ti, yo debería
esperar para poder bañarme cuando terminases. – Se apresuró a decir sacando una
sonrisa a Naruto.
– Cálmate. Lo haré en cuanto hayas
terminado y es mejor que seas tú el primero en asearte. – Reveló Naruto para
acercarse a Sasuke y girarlo para acompañarlo hasta la puerta que le abrió muy
galantemente para que entrase y luego, cerrar la puerta.
Sasuke suspiró con el rostro teñido de
rojo, una vez se quedó a solas en el baño.
– ¿Pero qué me ocurre?. – Murmuró antes
de mirar al frente y ver la bañera llena de agua caliente.
Sasuke terminó de bañarse y secarse
había decidido tirar todas sus ropas que estaban muy deterioradas para ponerse
aquellas otras prendas que, a pesar de ser usadas, para él era como si fuesen
nuevas y no le importó ponerse la ropa interior.
Se terminó de peinar su pelo oscuro y salió
del baño donde vio a Naruto hablando con una muchacha con el cabello recogido
en coletas.
– ¡Oh! Tú debes de ser Sasuke, yo soy
Temari. – Se presentó la mujer caminando hacia Sasuke con una sonrisa en la
boca. – ¿El agua estaba a tu agrado?. – Sasuke asintió ante la pregunta de la
moza que lo miraba intensamente de la cabeza a los pies. – Me alegra y a ti te
queda mucho mejor ese vestido que cuando yo lo usaba.
– ¿¡Es tuyo!?. – Se sorprendido Sasuke.
– No sab...
– Tranquilo, te lo regalo porque a mí
no me sirve como puedes ver. – Comentó divertida Temari. – Prefiero que lo
tenga una persona que necesita estas prendas a que terminen como alimento de
las llamas o como nido de polillas y ratones.
Sasuke sonrió un poco ante el
comentario de la muchacha para mirar por encima del hombro de Temari dándose
cuanta de que Naruto ya no estaba ahí por lo que sintió nervioso al estar solo
con esa chica que era una desconocida.
– ¡Oh! Te hacen falta unos zapatos, ven
conmigo. – Dijo Temari al ver los desnudos pies de Sasuke al que cogió de la
mano y lo llevó hasta una habitación.
Sasuke miró la pequeña habitación de
una sola ventana con unas cortinas de color amarilla en la que había una cama,
un armario, un baúl, un tocador con su espejo ovalado y una mecedora.
– Esta es mi habitación. – Informó
Temari. – Puedes tomar asiento mientras yo busco los zapatos. – Ofreció
soltando la mano de Sasuke y abrir el baúl de donde comenzó a sacar zapatos y
botas.
Sasuke se dirigió hacia la cama y se
sentó sobre el cómodo mueble y miró el gato de pelaje naranja y dorado que dormía
plácidamente. Sasuke estiró su mano y antes de llegar a tocar al felino, el
gato abrió sus verdes ojos y maulló.
Sasuke sonrió y el gato volvió a
maullar para levantarse y estirar sus extremidades antes de olfatear la mano
del doncel y frotar su peluda cabeza en la palma de la mano de Sasuke.
– ¡Aquí están!. – Gritó Temari haciendo
que el gato saliese corriendo despavorido.
La muchacha guardó todos los zapatos y
botas que había sacado del baúl para luego, correr hasta el armario de dónde
sacó un par de calcetines blancos.
– Toma. – Dijo entregándole los
zapatos. – Están algo gastados pero es mejor que ir descalzo. – Comentó mirando
a su invitado pero al ver que Sasuke dudaba en aceptarlo. – Quiero que te los pruebes,
si te sirven te serán imprescindible para andar por las calles, ya que pronto
el invierno comenzará.
– Gracias.
– No tienes porque agradecer nada, yo
lo hago porque quiero y, también, porque estoy muy contenta de que Naruto se
vea diferente.
– Yo... no entiendo.
– Bueno, ya entenderás. – Temari
sonrió.
Sasuke se puso los calcetines y los
zapatos, los cuales le quedaban bien. Luego, Temari guió a Sasuke hasta la
cocina donde vio a Kankuro y Gaara hablando con un muchacho de cabellos dorados,
el cual estaba de espalda y por tanto, no se había percatado de la presencia de
Temari y Sasuke en el lugar.
– ¡Ya lo he traído!. – Gritó Temari.
El mozo del cabello dorado se giró con
una sonrisa y Sasuke quedó impactado ante el hecho de que aquella persona se
trataba de Naruto. El doncel sintió como un escalofrío le recorrió la columna
para terminar en sus mejillas que se colorearon de rosa.
– Gracias pero ya nosotros debemos
irnos y dejar que Sasuke descanse. – Habló Naruto.
– No hace falta que te marches, puedes
quedarte aquí.
– Gracias, Gaara pero no quiero abusar
de tu amistad.
– Adiós Naruto y trae otro día a Sasuke,
quiero que mi madre conozca a Sasuke. – Pidió Temari.
– Eso será si él quiere volver a
visitaros. – Comentó divertido mientras cogía a Sasuke de la mano y lo guiaba
hasta la puerta.
– ¡Cuidaros!. – Se despidió Kankuro antes
de que los chicos abandonaran el edificio.
En silencio, Naruto y Sasuke caminaron
por las calles de La Hoja hasta llegar a la casa de Naruto.
– Eres rubio. – Articuló por fin
Sasuke.
– ¿Qué...?. – Preguntó desconcertado
Naruto al no haber escuchado bien lo que había dicho su compañero.
– Que tu pelo es amarillo, yo no sabía
que eras rubio pensé que tu pelo era de color negro o castaño. – Confesó
abochornado Sasuke escuchando como Naruto rió un poco.
– Tenía el pelo oscuro debido al hollín
y la suciedad porque aunque me haya aseado el cuerpo, no había lavado mi cabeza
desde hacía tiempo pero no te preocupes, que no tengo piojos, esos bichos
prefieren vivir en cabezas limpias y muy aseadas. – Terminó con una sonrisa. –
Aunque creo que Gaara me ha cortado mucho el pelo. – Comentó mientras se
palmeaba la cabeza.
– Yo creo que te queda bien. – Murmuró
abochornado.
– Sasuke. – Llamó al doncel que miró
los ojos contrarios con nerviosismo. – ¿Te encuentras mejor?.
– S-Sí, ya casi no siento el dolor de
cabeza. – Habló con el corazón tamborileando en su pecho con fuerza.
– Me agrada saberlo. – Una mano de Naruto
tocó la mejilla de Sasuke para sonreír. – Será mejor que descanses para que
mañana continuemos buscando a tu hermano. – Habló en voz baja Naruto mientras
retiraba la mano del rostro de Sasuke.
– Sí. – Murmuró Sasuke sintiéndose defraudado y comenzando a
caminar hacia el lecho.
– Sasuke.
El doncel al escuchar su nombre se giró
para tropezar con Naruto donde sus labios se unieron tan suave y velozmente al mismo tiempo que
provocó que un remolino se instalara en el vientre de Sasuke y a pesar de ello,
no se despegó de Naruto sino que sus manos se agarraron de la camisa del
muchacho mientras las manos de Naruto abrazaron su espalda.
El beso continuó fluyendo y las bocas
se abrieron pero la lengua de Naruto fue la única aventurera en explorar la cavidad
bucal contraria hasta que encontró a su compañera con la cual bailo tímida y
torpemente hasta que tuvo que volver a su guarida. Los dos jóvenes quedaron con
la respiración agitada y el rubor ardiendo en su rostro.
– Es... – Intentó pronunciar Sasuke
pero un dedo sobre sus labios le impidió continuar.
– No digas nada, solo ve y descansa. –
Sugirió Naruto dejando libre a Sasuke el cual asintió y caminó hasta el lecho
donde se acostó cubriéndose hasta la cabeza con la capa.
Naruto sin borrar la sonrisa fue a
encender el fuego que se había extinguido antes de que la tarde se convirtiese
en noche.
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