jueves, 2 de febrero de 2017

¡Cuídame! -Epílogo-


-Y lo que después pasó.-

Había pasado algunos años y todo había cambiado en Konoha hasta el punto que nuevamente los habitantes gozaban de la calma y tranquilidad. A pesar de lo ocurrido con Naruto, los ciudadanos de la villa de la Hoja no tomaron represalia aunque muchos shinobis fallecieron en la batalla al intentar hacer retroceder al kyubi.

El hokage había explicado lo ocurrido y había mentido en ello para otorgarles la privacidad a sus últimos alumnos. Anunciado la muerte de Naruto junto a Sasuke, para poder proteger al Uzumaki y a su familia de un motín hacia ellos a causa de que los ciudadanos aun no perdonaban a Sasuke.

Sin embargo, algunos pocos conocían la verdad y eran los shinobis cercanos al rubio, aquellos en quienes se podía confiar el secreto  o fueron espectadores de lo que realmente sucedió como eran Sai, Sakura, Karin, Shino, Kiba, Hinata, Neji, Tenten, Lee, Tsunade, Shizune, Ino, Chouji, Shikamaru, Iruka y el mismo hokage. También se habían enterado del paradero del rubio el kazekage y sus hermanos, que no dudaron en ir en su busca, para ofrecerle vivir en Tsuna.

Por supuesto, Gaara había insistido mucho e incluso, le había ofrecido a Naruto un puesto importante como miembro del consejo de la Arena pero el Uzumaki era consciente de que Sasuke era buscado por medio mundo y considerado un criminal. Fue por eso, que el de ojos azules había rechazado la oferta a sabiendas de que si rechazaban al Uchiha, sus pequeños también serían rechazados y repudiados. Era un dolor que Naruto no iba a permitir que viviesen las personas que ama.

Naruto le había explicado a Gaara, hasta que convenció al ex contenedor de Shukaku aunque, a causa del rechazo a su oferta por Naruto, le había hecho prometer que si necesitaban algo, no dudase en pedírselo. Incluso, Sasuke aceptó con esfuerzo pero era una petición que la pareja también había tenido que acceder de parte del hokage, como una muestra de enmendar el daño que le habían creado a la familia compuesta por el Uzumaki, el Uchiha y sus hijos.

Los amigos de Naruto lo habían ido a visitar con frecuencia y estos habían llevado a sus hijos para que el rubio los conociese aunque, sin duda, el que más sorprendió al Uzumaki fue Iruka, su ex sensei de academia se había casado con la hija del dueño del Ichiraku ramen, Ayame, y tenían ya dos hijas muy hermosas.

Sin embargo, había algunos de sus amigos que no habían ido a visitar a Sasuke y Naruto, causándole tristeza a la pareja por la ausencia de que fueran precisamente Sakura y Sai, los que en esos años no lo hubiera visitado.

Naruto pensaba que la de cabello color rosa se había enfado con ellos o pudiese que estuviera muy dolida. Incluso, pensó en que no aceptara su relación y esto lo entristecía pero intentaba que ese sentimiento no lo pudiese apreciar su familia aunque era un sentimiento muy difícil de ocultar a Sasuke, quien había visto aquel ápice de amargura en el rostro del contenedor del Kyubi cuando ocurría; ya fuera en una charla con sus compañeros contando anécdotas o hablaban de los viejos tiempos donde el nombre de la de cabello color rosa se mencionaba o simplemente, los pensamientos del rubio giraban en torno a sus ex compañeros de equipo.

Cada vez que Sasuke observaba esa aura deprimente en su pareja, rápidamente, cambiaba el tema o intervenía. Incluso, se mostraba más cariñoso de lo habitual con Naruto, tan sólo para que olvidara a esa chica que si no era capaz de aceptar su situación, tampoco era digna de su amistad y mucho menos de que el de ojos azules se entristeciera por su causa.

……

Sakura se encontraba junto a su familia en el enorme pórtico de Konoha y a su espalda cargaba una mochila con algunos aperitivos para el camino.

– ¿Estás segura de esto, Sakura?. – Preguntó Sai que también cargaba una mochila, mirando a su esposa que le sonrió.

– Ya es hora, Sai. – Respondió la de ojos verdes para comenzar a caminar fuera de Konoha.

Sai suspiró y siguió a la de cabello color rosa, quien iba sosteniendo de la mano de su hija mientras él, cargaba en sus brazos a su hijo.

……

Mientras tanto en el oculto hogar de Sasuke y Naruto.

Naruto miraba por la ventana el iluminado cielo azul que de vez en cuando era corrompido por una blanca nube que era empujada por el viento, aunque el rubio estaba más metido en sus pensamientos que observando la bóveda celeste y de vez en cuando, un suspiro escapaba de sus labios con melancolía.

El rubio sintió como alguien se sentaba a su lado para abrazar su cintura con un brazo y dejaba descansar su cabeza sobre su hombro.

– ¿Qué miras, Naruto?. – Preguntó la voz de la persona que estaba a su lado con un ápice de preocupación por apreciar el sentimiento de la añoranza en el rostro del Uzumaki.

– Nada. – Respondió para abrazar al dueño de la voz. – Sólo estaba recordando.

– ¿Puedo saber que era lo que recordabas o es algo que no quieres compartir conmigo?. – Aquella pregunta dibujó una sonrisa en el rostro del Uzumaki para cerrar con fuerzas sus párpados.

– Estaba pensando en todo lo que hemos pasado juntos, Sasuke. – Comentó el de marquitas en las mejillas mientras volvía a abrir sus ojos mostrando aquellas dos joyas azules que eran sus irises.

– ¿Te arrepientes?. – Preguntó el moreno levantando su cabeza para mirar al rubio que seguía con sus ojos perdidos en la bóveda celeste.

– No, no podría arrepentirme de nada. – Aseguró el de ojos azules para girar ferozmente su cabeza y chocar con aquellos ojos tan negros y que lo miraban con anhelo.

Naruto no pudo resistirse y acercó su rostro al contrario para besar aquellos labios que lo esperaban para recibirlo con pasión.

La mano libre del rubio se acercó para acariciar aquella redonda barriga y repartir suaves caricias en donde Sasuke albergaba a su próximo hijo o hija.

Cuando el beso terminó, el rubio se alejó del rostro contrario con lentitud para observar aquellos pómulos blancos, ahora tintado con un leve carmín.

– No podré arrepentirme jamás de haber cumplido todos mis sueños de futuro, Sasuke. Tengo la familia que siempre he querido, soy respetado en la villa que nací, a pesar de que crean que estoy muerto, y convertido en una leyenda aun más famosa que el yondaime pero, sobre todas las cosas, tengo tu atención sólo para mí. – Reveló Naruto sintiendo como Sasuke se levantaba de aquel sofá de dos plazas, situado en el interior de su habitación frente a la ventana.

– Creí que tu sueño era llegar a comer cada uno de los diferentes ramen del mundo y ser hokage. – Recordó el Uchiha escuchando como Naruto rió un poco.

– Cuando tú estabas con Orochimaru recorrí el mundo con ero-senin durante dos años y si también le aunamos la multitud de misiones que recibí después, es fácil pensar que ya he probado el ramen de los diferentes países. También me di cuenta que jamás lograría comer la multitud de ramens que existen en el mundo, así que ese sueño lo di por concluido a los 14 años. – Explicó Naruto. – Y sobre lo de convertirme en hokage, era para que la gente dejara de mirarme con odio y sintieran un mínimo de aprecio hacia mi persona pero eso lo fui ganado poco a poco. Sin embargo, cuando vencí a Pain fue cuando toda Konoha mostró su apreció hacia mí aunque pensé que ya lo había vuelto a perder, después de lo ocurrido con kyubi, al parecer nadie me tomó represalia ni rencor, a pesar de que ya tan sólo soy una leyenda en la villa. – Naruto también se levantó del sofá. – Realmente, lo que quería es lo que tengo ahora, era ser alguien importante en tu vida, Sasuke. Que tú me miraras y conseguir tu amistad aunque esto es mucho mejor que la amistad. – Terminó diciendo con una sonrisa tonta en sus labios.

– Naruto no digas tonterías, eres consciente que jamás conseguirías mi amistad por mucho que te esforzaras. – Afirmó el de ojos negros viendo el rostro desencajado de Naruto ante sus palabras. – Yo te amo, jamás podría ser tu amigo, tan sólo puedo ser tu pareja, tu amante, tu… – Pero Sasuke fue abruptamente silenciado por un fogoso beso que lo hizo temblar de placer.

– Yo me alegro que jamás seamos amigos porque prefiero que estés a mi lado de esta manera y que ese lazo que nos une se fortifique con cada hijo que puedas engendrar y producto de nuestro amor. – Anunció Naruto cuando cortó el beso. – Y no sabes cuánto me alegro de que Orochimaru fuera el causante de que te puedas embarazar porque al final el hombre fue capaz de regalarnos un milagro.

– Naruto… – Jadeó Sasuke al sentir una dura erección entre sus piernas debido a los fogosos besos y a las palabras de rubio. – Deja de hablar y has tu trabajo de una vez o me quejaré con la vieja para que se entere de que no cumples bien con tu papel de enfermero al cuidarme.

Tsunade los iba a visitarlos mensualmente y se quedaba durante una semana con ellos y los niños, los cuales la llamaban abuela.

– Ni se te ocurra decirle nada, Sasuke, porque no tienes motivo para decir eso.

Naruto llevó a Sasuke hasta la cama donde lo desvistió a toda prisa para saborear cada rincón de la piel pálida antes de fundirse con su pareja. Sasuke gimió un poco por la rápida intromisión de su pareja en él aunque terminó sintiendo todo aquellas sensaciones que lo hacían divagar hasta que todo el placer explotó en forma de orgasmo que les hizo ver las estrellas y saborear las mieles de la ambrosia* que eran privadas para los mortales.

Sasuke ahora tenía su rostro oculto en el pecho del rubio, respirando su agradable aroma mientras era abrazado y mimado por las manos del contenedor del kyubi, dejando al moreno demasiado adormilado y tranquilo por las atenciones dadas en el seguro regazo.

Naruto miró a Sasuke y sonrió para su interior. Él era el único en ver aquella faceta del Uchiha y sintiéndose privilegiado porque, lo que nadie sabía, era que Sasuke era una persona que necesitaba ser querido y mimado como un pequeño que no es capaz de protegerse por sí solo.

– Sasuke. – Llamó en un suspiro al moreno que emitió un leve gruñido. – No te duermas. – Pidió el de marquitas en las mejillas escuchando otro gruñido mientras sentía  como el moreno volvía su mano en un puño. – Tenemos que darnos un baño y prepara la comida. – Pero Sasuke volvió a gruñir con molestia.

Naruto se levantó apartando al moreno de su cuerpo, el cual abrió los ojos para mirarlo con molestia mientras el rubio sonreía para acercarse al moreno y besarlo en un tierno beso.

Sasuke aceptó el beso, disfrutando del sabor de su compañero y enredó sus brazos en el cuello del Uzumaki para sentir como el rubio pasaba un brazo por su espalda y la otra por sus piernas antes de cargarlo. Muy poco le importó al Uchiha el ser sostenido de aquella manera cuando aun podía disfrutar de aquella boca que jugueteaba con la suya hasta que llegaron al baño y la conexión se rompió en un suspiro de inconformidad de la boca de Sasuke.

Naruto sonrió mientras dejaba al moreno en el suelo para comenzar a asearse junto a su pareja.

……

Sai y Sakura habían hecho un pequeño descanso para comer en el camino pero ya habían llegado al lugar al que se dirigían, sintiendo el calor que el abrazante sol desprendía sobre sus cabezas, indicando que ya debía ser la hora del almuerzo.

– Ya hemos llegado. – Anunció Sai para sacar su pergamino blanco en el que dibujó dos palomas y recitar su jutsu mientras aplicaba su chakra para que el dibujo de tinta cobrara vida.

Las palomas se desprendieron del pergamino convirtiéndose en dos enormes aves de tinta en la que ambos shinobis subieron con sus hijos, en una iba Sai y en la otra Sakura, cada uno con un menor.

Las palomas descendieron por el barranco y pasaron cerca del agua que atravesaba con fuerza el canal hasta que llegaron a un saliente donde una casa había sido tallada laboriosamente en el risco donde las aves descendieron con elegancia.

Cuando los pasajeros de las aves descendieron de sus lomos, estas volvieron a ser dos dibujos del pergamino de Sai.

Sakura escrutó el lugar con sus ojos jades. Había un corralito con gallinas, un huerto con verduras plantadas y árboles frutales al lado de la casa. También, había dos gatos, uno blanco y otro amarillo, que los estaban observando sin dejar su posición en la cima de la muralla en la que estaban tomando sol. De la chimenea de la casa salía humo y la casa desprendía un agradable olor a comida pero su atención, fue puesta por un perro marrón que se había acercado contento en esperas de caricias y que al percibir que no  lo habían visto ladró pidiendo ser mimado.

– ¿Aquí es donde viven?. – Preguntó Sakura viendo como Miki estaba encantada repartiendo caricias al feliz canino que parecía estar acostumbrado a recibir atenciones por todos los que llegaban al inhóspito lugar.

– Aquí es. – Afirmó Sai para comenzar a caminar hacia la casa hasta que se percató de que la puerta fue abierta por la que salió una niña de pelo negro y ojos negros de unos seis años.
El matrimonio miró a la pequeña con curiosidad y un poco sorprendidos por aquella niña que no reconocieron.

Sakura miró a Sai con preocupación para, nuevamente, mirar a la entrada del hogar pero la niña no estaba y la puerta estaba cerrada.

De nuevo, el matrimonio comenzó a caminar junto a sus hijos, siendo seguido por el perro hasta la casa pero antes de llegar al edificio, la puerta se abrió. Ante el matrimonio, estaba un alto rubio de ojos azules que no pudo evitar sorprenderse por los inesperados visitantes, luego sonrió y el perro salió corriendo hacia su dueño en busca de su atención.

El rubio se acercó al matrimonio, sin prestarle atención a la mascota que lo seguía, y Sakura apreció como aquel hombre que reconoció como Naruto. Como aquel chico molesto que gritaba y la molestaba acreditando que estaba enamorada de ella pero aquellos ojos azules cargado de madurez, ya no la miraba con la ilusión de antaño por tener una cita con ella y, en cierto modo, esto entristeció a la Haruno.

– ¡Hola!. –Saludó Naruto extendiendo la mano una vez cerca y ahí Sakura apreció cuan alto era el Uzumaki y sintiéndose baja a su lado, teniendo en cuenta que ella había sido en algún momento más alta que Naruto, la hizo sentir un poco intimidada.

Sai estrechó la mano con una sonrisa sincera porque se alegraba de ver de nuevo al rubio, sabiendo que ya lo reconocía.

– ¡Hola, Naruto!. – Saludó el moreno.

Esta vez el rubio se acercó a la de cabello color rosa, que por instinto, retrocedió un paso, provocando que el de ojos azules se detuviese porque no quería incomodar a los visitantes.

– Me alegro de veros, ya hace mucho tiempo de la última vez. – Dijo el de marcas en las mejillas. – Me alegro que ambos estéis juntos y tengáis una bonita familia. – Felicitó el rubio mirando como Miki, quien se parecía a Sakura salvo por sus negros ojos y su piel tan pálida como la de Sai.

Miki se había abrazado al brazo de Sakura y aquel niño de unos cuatro años que se escondía detrás de las piernas de Sai pero del cual, Naruto pudo apreciar su cabello negro y ojos verdes, que compartía el mismo color de piel casi cadavérico de su padre.

– Gracias… – Susurró Sakura con un leve sonrojo de vergüenza al recordar todo lo que hizo Naruto en el pasado por ella y jamás le dio una oportunidad, más allá de lo que fue la amistad.

– Ellos son nuestros hijos. – Habló Sai en un intento de presentación. – Nuestra hija mayor Miki y nuestro segundo hijo, Daiki. –

– Tienen bonitos nombre. – Afirmó Naruto mientras sonreía. – Estoy seguro que se harán amigos de mis hijos. – Habló el Uzumaki sacando una pequeña sonrisa a Sakura que en esos años había añorado a los cuatro niños que estuvo cuidando. – Perdonadme, ya sabéis que soy un despistado pero vamos dentro de la casa, os presentare a mi familia aunque ya conocéis a algunos. Además, Sasuke estaba preparando la comida pero no os preocupéis, siempre hace de sobra porque debéis de tener hambre, el camino hasta aquí de Konoha es bastante largo. – Informó el rubio, desconociendo que los shinobis responsable de sus hijos en Konoha fueron ellos, y Sakura suspiró aliviada de que no hiciera mención lo sucedido porque creía que no se tomaría bien si supiera que ella y Sai estaban cuidando a los niños.
Naruto acompañó a la familia hasta la puerta, dejando que entraran primero a la casa donde se respiraba un ambiente cálido y agradable pero el perro no siguió a su amo hasta el interior de hogar, sino que se acostó en un rincón del patío donde tenía una casita de madera.

– ¡Sasuke!. – Llamó el rubio dejando a la familia en mitad de la sala. – Tenemos visita.

El Uchiha apareció por la puerta vestido con un yukata de color azul, siendo una burda imitación del iris del contenedor del kyubi y un obi negro en el que se apreciaba su gran vientre.

Sasuke se sorprendió ante las personas que estaban en su casa, aunque no lo mostró en sus facciones, y el recuerdo de cómo aquel moreno los había separado, se impactó en su cabeza a una gran velocidad pero una patada en su abultado vientre le hizo cerrar los ojos. Sasuke suspiró lentamente para olvidar esos malos momentos mientras repartía caricias por su enorme tripa para tranquilizarse, él más que el bebé.

– Hola. – Saludó parco el Uchiha sintiendo todos aquellos ojos clavados en su gran vientre, incomodándolo.

Sin embargo, Sakura, Sai o sus hijos dijeron nada al respecto porque sólo podían ver un enorme vientre con la forma impropia para un hombre pero que era la exacta para una mujer que esperaba un bebé.

Naruto de dos enormes zancada se acercó al dueño del sharingan para cogerle la mano.

– ¿Te encuentras bien? – Preguntó el de ojos azules para transferir un poco de chakra al estómago del embarazado y comprobar que todo estaba conforme pero como respuesta recibió un asentimiento de cabeza que tranquilizó al de ojos azules. Luego, miró a la familia que estaba en la sala de su casa. – Sasuke está embarazado de cinco meses. – Explicó para romper aquel incomodo silencio. – ¿Por qué no vamos a comer?, seguro que tenéis hambre después del viaje hasta aquí. – Sugirió el rubio con alegría.

A pesar de los asentimientos con la cabeza, nadie se movió hasta que el sonido de un estómago pidiendo comida se escuchó.

– Lo siento. – Dijo Miki sonrojada.

Sasuke miró a la pequeña y, entonces, Sakura comprendió que debía presentar a sus hijos.

– Ellos son nuestros hijos, Miki y Daiki. – Señaló la mujer, viendo como el Uchiha asentía con la cabeza.

– Vamos a comer, pondré algunos cubiertos más en la mesa. – Declaró Sasuke haciendo sonreír a Sakura, que asintió con la cabeza para entrar a la cocina siguiendo a sus ex compañeros de equipo donde ya habían personas esperando a comer, sentadas en una gran mesa rectangular de madera.

– Ellos son nuestros hijos. – Señaló Naruto a los menores que miraban a los recién llegados. – El es nuestro primogénito Akira, tiene 12 años. – Señaló Naruto al adolescente y Sai y Sakura se tragaron el comunicarle que ya lo conocían. – Detrás de él, nacieron Shinji que tiene 10 años, Amaya, tiene 8 años, Kenta que ya cumplió los 7 años. – Naruto iba señalando a los pequeños, según iba mencionando a sus hijos, y Sakura se había sorprendido cuando reconoció lo cambiado que estaban los niños que había cuidado como a sus propios hijos durante un mes entero, sintiendo ganas de llorar, porque ella no los había olvidado pero cuando Sai llegó a la casa y le contó todo, no lo pudo creer y seguiría sin creerlo sino es que frente a ella estuviese un Sasuke embarazado de 5 meses. – Saki tiene 6 años. – Continuó Naruto y el matrimonio se dio cuenta que era la misma niña morenita que habían visto  cuando llegaron. – Los gemelos Haruto y Hayato, tienen 4 año y por último, Yuta que tiene 2 años. Claro, sin contar al pequeño que está creciendo en el vientre de Sasuke. – Declaró con firmeza, orgullo y felicidad el Uzumaki haciendo sacar una sonrisa al Uchiha que nadie vio, por estar sacando los vasos que colocaría en los puestos que ocuparía la familia recién llegada.

– Tienes una gran familia, Naruto. – Habló Sai mirando a cada pequeño y deteniéndose en el pequeño Yuta, que al igual que Saki tenía diferente el color de su cabello, pues Yuta era pelirrojo pero su rostro, al igual que su hermana Saki, era como mirar a Naruto más joven.

– Tenemos una gran familia, Sai. – Corrigió Naruto sentándose, al igual que todos, en su lugar en la mesa. Naruto ocupaba el lugar principal que lo acreditaba como el dueño del hogar y padre de esa familia mientras Sasuke ocupó el lugar a la derecha del de ojos azules. – Nos hace más felices.

Sai, Sakura, Miki y Daiki se sentaron en uno de los laterales al lado de Akira y Amaya.

– ¿Naruto, cómo sabes que Sasuke va a tener un niño y no una niña?. – Se atrevió a preguntarle Sakura conociendo que existían algunos jutsus médicos que lo podían acreditar pero que era necesario haber más de un ninja médico experimentado para realizarlo o aparatos que mostraban al bebé donde se le podía diferenciar su sexo y por lo que le habían contado sus amigos, ellos no recibían atención médica de nadie, algo que también la preocupó, en ese instante, porque Sasuke estaba embarazado y necesitaría a un doctor.

Sasuke sonrió, al igual que el resto de sus hijos y Naruto, ante la pregunta de su ex compañera de equipo.

– Oto-san sabe siempre si tendremos un hermano o una hermana. – Afirmó Shinji con seguridad.

– Naruto tiene una especie de radar y hasta el momento no ha fallado en el sexo de nuestros hijos. – Aclaró Sasuke – Itadakimasu.

– ¡Itadakimasu!. – Dijeron Naruto y sus hijos para comenzar a comer la deliciosa comida mientras un clon de Naruto daba de comer al pequeño Yuta.

Sai y Sakura habían degustado el delicioso almuerzo apreciando como había un ambiente cálido y agradable en aquella casa.

Mientras que Miki, que sabía acerca de los cuatro hijos mayores de aquellos dos extraños hombres pero que no recordaba, no había apartado sus ojos de Shinji y cuando este la miró, la niña había apartado su rostro completamente sonrojada y sintiendo que su corazón iba a salirse de su pecho.

Por otro lado, Daiki prestaba más atención a su plato de comida mientras escuchaba como sus padres reían de algún comentario que hacía alguno de aquellos desconocidos que estaban allí.

– Chicos porque no acompañáis a Miki y Daiki a hacer algún juego o a mostradles la casa para que os conozcáis mejor. – Propuso Naruto a sus hijos que asintieron y se llevaron junto a ellos a los hijos de Sakura y Sai. – ¿Qué tal si vamos a la sala y tomamos un poco de té mientras hablamos?. – Propuso está vez Naruto al matrimonio que asintieron.

Sasuke cogió a Yuta en sus brazos y salió de la cocina hacia la sala donde dejó al niño dentro de un parquecito con juguetes.

El matrimonio salió detrás del moreno mientras que Naruto y el clon se quedaron en la cocina preparando el té, recogiendo la mesa y fregando los platos y cubiertos utilizados.

– ¿Queréis ver la casa?. – Preguntó Sasuke viendo como la de cabello color rosa asentía y comenzó a mostrarle la enorme casa, que a primera vista no se apreciaba bien desde el exterior, dejando a Sakura fascinada con la belleza de la arquitectura y también, notando sin ser consciente, los cambios físicos en el Uchiha.

Cuando volvieron a la sala, Naruto salía con una bandeja con pastas y té que sirvió en tazas para cada uno de los presentes, cogiendo una de más para sentarse al lado de Sasuke y entregarle la taza de té que el Uchiha no dudó en aceptar.

– Tenéis una casa preciosa. – Alagó Sakura para dar un sorbo e injerir el cálido líquido.

– Gracias. – Agradeció Sasuke mientras acariciaba su abultado vientre mientras a su lado el contenedor del kyubi asentía con la cabeza ya que no podía hablar debido a que estaba masticando una de las deliciosas pastas de avena.

Hubo un pequeño e incomodo silenció en el que sólo se escuchaba a Yuta que jugaba con sus osos de felpa en una perorata que sólo el bebé entendía.

– Lo siento. – Balbuceo Sakura comenzando derramar lágrimas. – He venido hasta aquí para poder disculparme. – Se explicó la de ojos verdes con todas las miradas de sus compañeros en ella y sintiendo como Sai ponía una de sus manos en uno de sus hombros. – He sido una cobarde todo este tiempo y lo siento mucho porque yo no fui capaz de ir a veros cuando estabais en Konoha y hasta ahora no había reunido la fuerza necesaria para venir aquí y disculpadme. Quiero deciros que os he echado de menos, que no me importaba que ambos estéis junto o seáis homosexuales. Ante todo eso sois mis compañero de equipo, mis amigos. – Sakura se limpió las lágrimas con el dorso de su mano. – Tenéis una hermosa familia. – Sonrió la de cabello color rosa.

La pareja sonrió aunque Naruto tuvo el impulso de decir algo, Sasuke lo cogió del brazo indicando que callara.

– Yo también debo disculparme. – Esta vez habló Sai. – Ya sabéis lo que pienso, os lo dije antes de marcharos de Konoha pero eso no quita que yo fuera el responsable de todo por lo que pasasteis. – Recordó el moreno. – Y también, quiero que sepias que mientras ustedes estabais separados, en la prisión y en el hospital, vuestros hijos estaban a nuestro cuidado y los cuidamos como si fuesen nuestros propios hijos durante ese tiempo. – Reveló el ex miembro de Ne.

– Nosotros ya lo suponíamos. – Afirmó Sasuke viendo el rostro de asombro del matrimonio. – Siempre creímos que la pareja que eligió Kakashi debió de ser ustedes. – Confirmó el  Uchiha entrelazando sus dedos con los del Uzumaki. – Después de todo y siendo consciente de que era difícil de creer el que yo pudiese quedar embarazado, era predecible que Kakashi os pidiera que cuidarais de nuestros cuatro hijo mayores ya que en algún momento fuimos un equipo. – Aseguró el dueño del sharingan.

Ante las palabras de Sasuke, Sakura no pudo evitar desprender más lágrimas al recordar lo sucedido la última vez que se encontró con el moreno y este le había aclarado que los lazos que habían mantenido en algún momento como compañeros de equipo habían quedado disueltos.

Después de esto y unas horas más en las que hablaron sobre su situación actual en la que corroboraron lo feliz que se encontraban, las dos familias se encontraban en el amplio patio para despedirse.

– Espero que volvías a visitarnos. – Habló Naruto con una sonrisa.

– Sí… oka-san oto-san, tenemos que volver aquí. – Pidió Miki para volver su vista hacia Shinji que suspiró mientras escuchaba como aquella niña soltaba un gritito con un sonrojo en las mejillas mientras giraba su rostro hacia otro lado.

Es igualita a Sakura. – Pensó Sasuke para mirar a su hijo que tenía el entrecejo fruncido, trayéndole un dejá vù aquella situación, mientras escuchaba la risa del resto de sus hijos por lo ocurrido entre su hermano y  Miki.

– Está bien, Miki. Volveremos otro día sino es una molestia, por supuesto. – Respondió Sakura a su hija antes de mirar a sus amigos en espera de saber si podían volver a visitarlos.

– Claro que no molestáis, seréis bienvenidos. – Respondió Naruto. – ¡Adiós!. – Se despidió el rubio mayor para ver como la familia se subía al lomo de las dos palomas de tinta.

– ¡Adiós y gracias por todo!. – Se despidió Sakura con una sonrisa en sus labios.

Cuando Sai y Sakura junto a sus hijos desaparecieron en el aire, Naruto miró Shinji.

– ¡Ne, ne Shinji! ¿Qué le dijiste a Miki-chan para haberla enamorado de esa manera?. – Preguntó con picardía el rubio mayor escuchando un resoplido de su hijo mientras otros de sus hijos reían.

– Tienes otra fan Shinji. – Le recordó el primogénito a su hermanito, sabiendo de que Chouko, la hija pequeña de Ino y Chouji, le gustaba Shinji.

Akira no podía evitar reír, aunque tenía a Yuta en brazos.

– No sé de qué te ríe tanto Akira, o no recuerdas Kurara-chan. –Le dijo con malicia Shinji a su hermano recordando a la pelirroja hija de Gaara.

Akira dejó de reír abruptamente mientras seguía a sus hermanos y comenzaba una discusión con Shinji que entraban a la casa dejando a sus padres solos.

Sasuke sintió como un enorme brazo se enredó en su cintura, provocándole un estremecimiento para, luego, mirar al dueño de ese brazo que lo aprisionaba.

– Naruto. – Susurró antes de que sus labios fueran capturados por los del de ojos azules en un beso que no duró mucho porque el de marquitas en las mejillas lo rompió.

– Gracias por todo, Sasuke. – Habló Naruto para ver como el moreno lo miraba sin entender pero aumentando la sonrisa en su rostro del contenedor del kyubi. – Gracias por cuidarme cuando estaba herido y desmemoriado. Gracias por corresponder a mis sentimientos. Gracias por regalarme esta familia tan hermosa.

– Naruto… – Murmuró para recibir otro beso muy dulce del Uzumaki y para cuando se separaron, escucharon silbidos y aplausos desde la puerta de la casa.

La pareja se giró y descubrieron sonrojados y con vergüenza a todos sus hijos mirándolos.

– ¡OTO-SAN, KA-SAN QUE SEPÁIS QUE QUIERO UNA HERMANITA DESPUÉS DE QUE NAZCA EL BEBÉ!. – Gritó Amaya a todo pulmón, haciendo que se abochornaran más a sus padres.
– ¡OTO-SAN, RECUERDA QUE DEBES DE CUIDAR A KA-SAN POR SU EMBARAZO O LA ABUELA SE ENFADARÁ!. – Esta vez fue Kenta quién chilló para dar un silbido.

– Si serán… – Siseó Naruto que se contuvo de decir un  taco para sentir de improviso como Sasuke le tomaba del cuello y lo besó, sin vergüenza alguna, pero aun sonrojado porque sabía que sus hijos lo estaban mirando mientras besaba esta vez él a Naruto y no era al contrario.

– ¡TÚ PUEDES, KA-SAN!. – Chilló Saki mientras aplaudía.

–ASÍ SE HACE, KA-SAN. – Vociferó Shinji junto a más silbidos y aplausos procedentes de sus hermanos, viendo como su oto-san deslizó la mano de la cintura de su ka-san hasta el trasero, el cual apretujó.

–¡VAMOS, OTO-SAN!. – Gritó Akira para silbar a continuación con diversión.

Cuando el beso se cortó, Sasuke miró a sus hijos con el sharingan activado.

– TODOS ESTÁIS CASTIGADOS. – Declaró el Uchiha cogiendo de la mano a Naruto y dirigiéndose a la casa escuchando a sus hijos refunfuñar por estar castigados mientras Naruto reía. – ¿De qué te ríes?.

– De lo guapo que te pones cuando te enfadas. –  Aseguró el de ojos azules volviendo a sacar un sonrojo al Uchiha.

– Pues no debería, dobe, porque tú también estas castigado. – Declaró el moreno soltando el agarre de sus manos y seguir caminando hacia la casa mientras que Naruto se quedaba atrás. Estupefacto debido a las palabras de Sasuke.

– ¿¡Qué..!? – Preguntó por lo dicho del Uchiha.

– Lo que has oído, usuratonkachi. Estas castigado, con el peor de todos los castigos, que es atender a todas mis necesidades, Naruto. Espero que me cuides muy bien esta noche porque si no se lo contaré a la vieja. Además, es tú culpa que ahora esté así, me has exitado frente a nuestros hijos y no pienso levantarte el castigo tan fácilmente. – Sonrió Sasuke al sentir como Naruto corrió hasta él para susurrarle al oído.

– Si ese es el castigo, estoy encantado de ejercerlo, Sasuke y de seguro que no te quejaras de la manera en que te voy a cuidar de ti, teme. Solo, espero que tengas energía de sobra, Sasuke, porque no voy a dejarte descansar ni un solo instante aunque me lo ruegues. – Afirmó Naruto.

– Estate seguro que no voy a rogarte nada, Naruto. Menos esos cuidados de los que presumes me vas a dar. – Comentó divertido el moreno. – Estoy deseoso de recibir tus cuidados.

Los dos entraron a la casa con un único objetivo, el dormitorio, sin prestar atención a sus hijos que volvieron a retomar el tema del enamoramiento de Miki con Shinji y lo estaban molestando.

El sol comenzaba a asomar entre las montañas, indicando que ya era hora de despertar pero en una habitación en el interior de una casa construida en un barranco, la pareja que la moraba tenía la respiración agitada y sus cuerpos envueltos en una capa de sudor.

– Sasuke… – Gruñó el rubio dando la última estocada y, finalmente, liberando su semen en el interior del esfínter de su amante que tenía el trasero en pompa mientras su cabeza estaba hundida en la almohada amortiguando sus gemidos.

– Naruto… – Jadeó Sasuke al llegar al clímax, sin saber cuántas veces esa noche se había corrido.
El de ojos azules salió del interior del Uchiha después de un rato y lo observó volviendo a excitarse por lo que veía. Naruto se acostó sobre el colchón mientras cogía al moreno para abrazarlo a su cuerpo.

– ¿He cumplido mi castigo, Sasuke?. – Preguntó el rubio.

–Sí… pero, ahora, déjame dormir. Lo has hecho bien. – Murmuró Sasuke sintiendo como el rubio lo besaba en la frente para caer dormido después de tanto ejercicio.

Naruto sonrió y acunó al dormido Uchiha en su regazo.

– Eres la persona que siempre he seguido y, ahora, que te tengo a mi lado te cuidaré todo lo bien que pueda porque no podría soportar que me dejaras, Sasuke. – Murmuró acariciando la blanca cara del moreno. – Tú y mis hijos sois lo más importante. Tú siempre has sido lo más importante. Te amo. – Susurró antes de dejarse llevar al mundo de Morfeo para acompañar a su pareja.


Fin.


Aclaración de  los términos:


* Ambrosia: Se trata del alimento de los dioses.

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