jueves, 2 de febrero de 2017

¡Cuídame! -Cap.7-


-Confesión problemática.-

El sol aun estaba saliendo de su guarida cuando una extraña águila gigante arrizó frente al enorme pórtico de Konoha convirtiéndose en tinta y dejando ver al pasajero que portaba en su lomo.

Sai se introdujo en la famosa villa shinobi sin la necesidad que los ninjas porteros lo detuvieran al reconocer la banda de su frente con el símbolo de la hoja y haberlo visto en más ocasiones cuando ha ido a misiones mandadas por el hokage.

Sai se dirigió a paso acelerado hacia una gran torre con el enorme kanji del fuego grabado bajo el tejado para que todo el mundo pudiese verlo y reconociera ese edificio como la torre hokage.

Cuando el moreno finalmente llegó a la torre, corrió escaleras arriaras hasta la planta en la que se encontraba el despacho del hokage pero antes de llegar al lugar, vio que en el escritorio del ninja secretario del actual hokage estaba una mujer que sollozaba.

Sai se detuvo a un lado de la mujer y acarició el peinado cabello liso de la secretaria, que se asustó ante el contacto del hombre de ojos negros para luego, mostrar su sorpresa en el rostro al ver frente a ella a Sai. La secretaria se lanzó a los brazos del shinobi y este sin dudarlo correspondió al abrazo.

–Me dijeron que tú… que tú… – Lloriqueaba la mujer.

– Tranquila, Sakura. Ya ves que estoy aquí. – Susurró a la de cabellos color rosa que lloraba en su regazo.

Durante unos minutos más continuaron de aquella manera hasta que la de ojos verdes se separó de su esposo con una sonrisa, tanto de alegría como de alivio por ver que estaban equivocados porque Sai seguí con vida y había regresado a la villa.

– Shikamaru y los otros vinieron aquí. Ellos abortaron la misión y hoy Kakashi-sensei iba a formar un equipo de búsqueda para encontrarte pero ya no será necesario. – Le informó su esposa antes de acercarse a Sai y besar ligeramente sus fríos labios. – Ahora puedes pasar, no hay nadie y bueno… Kakashi-sensei acaba de terminar una reunión con los ancianos y debe de estar estimando los grupos de shinobis que pronto llamará para que vayan en tu busca pero eso ya no es necesario. Apúrate a entrar, antes de que el hokage empiece a llamar a ninjas para una misión que no es necesaria.

– Sakura. – Llamó el moreno. – Entra conmigo, hay algo que debo decirle a hokage-sama y tú también debes saber lo que descubrí.

–¿¡Yo!?. – Preguntó sorprendida por la petición para ver como Sai asentía con la cabeza.

La de cabellos color rosa miró al chico con curiosidad para suspirar y asentir con la cabeza. Después de que ambos entraron al despacho del hokage, después de recibir el permiso desde el interior, Sakura observó con curiosidad a su esposo, expectante a lo que iba a comunicar.

–¡Sai!. – Llamó al ver entrar por la puerta al joven, reparando en como Sakura cerraba la puerta detrás de ella con la preocupación en la cara. – Me alegra que estés vivo. Estaba a punto de llamar a un equipo para que fuese a buscarte.

– Hokage-sama, tengo que informarle de algo que descubrí cuando fortuitamente me separé del equipo en el que iba. – Interrumpió la perorata de Kakashi obteniendo toda la atención de los dos ocupantes en aquella sala.

– ¿Y de qué se trata?. – Preguntó ante la ansiedad que mostraba la voz del extraño chico.

– ¡Naruto! ¡Naruto está vivo!. – Exclamó viendo como Sakura y el Hatake abrían los ojos a más no poder.

– Naruto…– Susurró Sakura tapándose su boca y volviendo a derramar lágrimas por todo lo que había pasado ante las infructuosas búsquedas del contenedor del kyubi.

–¿Estás seguro?. – Volvió a cuestionar el de cabello plateado.

– Sí. Lo he visto con mis propios ojos, se encuentra en una casa oculta dentro del caudal del río que limita el País del Fuego con el País del Arroz. Está en un saliente del barranco al cual es muy difícil llegar. – Respondió con premura el más pálido. – Pero… él no recuerda nada… ni a nadie y, lo peor de todo, es que está junto a Uchiha Sasuke. – Sai apretó los puños con fuerza recordando la ilusión en la que parecía estar viviendo el rubio. – Ese bastardo se está aprovechando de Naruto. – Farfulló con ira. – Lo está engañando y haciendo creer una falsa vida. Incluso, Naruto me atacó.

– ¿¡Qué!?. – Gritaron ambos interlocutores, tan sorprendidos como confundidos.

……

Shinji se había despertado sudando con la respiración agitada debido a una pesadilla y sin hacerse esperar se levantó de la cama, miró a la cama de al lado para ver a su hermano mayor dormido, completamente, espatarrado sobre la cama.

Fue hasta el baño para lavarse la cara y correr hacia la cocina en espera de encontrar a su ka-san aunque cerró con fuerzas sus oscuros ojos para no ver a aquel hombre que en la noche había aparecido y atacado a sus padres pero cuando llegó al lugar, Sasuke no se encontraba allí.

El niño abandonó la cocina comenzando a derramar lágrimas mientras su corazón repiqueteaba asustado y corrió hasta la habitación de sus padres para ver como la persona que buscaba estaba sentado a un lado de la cama, vestido con un kimono azul oscuro, ocupándose de su oto-san que respiraba violentamente.

Sasuke empapaba una compresa en agua fría para ponerla en la frente de Naruto y estaba demasiado preocupado por el estado del Uzumaki que ni siquiera se percató de la presencia del menor hasta que este habló.

– Ka-san. – Llamó acercándose pero antes de llegar vio como su oto-san se sentó en el colchón para vomitar sangre en un balde que, rápidamente, Sasuke le acercó al rubio al percatarse de lo que iba a suceder y echara todo lo que había en su estómago en el interior del recipiente, después, Naruto volvió a desplomarse sobre el colchón jadeando en su estado enfermizo.

– Ka–san… – Nuevamente llamó al moreno pero, en esta ocasión, obtuvo la atención de su ka-san después de que dejara el recipiente, donde Naruto había devuelto su estómago, en el suelo.

El Uchiha vio como su hijo estaba llorando con sus manitas agarrándose la enorme camisa que usaba de pijama como si fuese un camisón, indicando que estaba asustado por algo.

– Shinji, tranquilo. Ya sabes que oto-san está enfermo y no es la primera vez que lo ves. – Le recordó el mayor acercándose a su hijo que miraba con sus ojitos negros anegados de lágrimas que escurrían por sus mejillas.

– ¡KA-SAN!. –  Gritó el niño para abrazarse a Sasuke que no dudó en aceptarlo entre sus brazos. – Tengo miedo… – Susurró entre sollozos.

– Tranquilo pequeño, estas aquí con tus papás y aunque tu oto-san se encuentre enfermo, él tampoco dejará que te ocurra nada malo. – Murmuró el Uchiha acariciando la cabeza enmarañada de hebras rubias mientras su hijo se aferraba a él, tan fuerte como podía.

……

Tsunade se encontraba en el despacho hokage junto a Kakashi, donde fue informada de la noticia sobre el paradero de Naruto.

Frente a ellos, se encontraban un enorme grupo de ambus y shinobis de rango chunnin y jounin que habían sido llamados por el propio Hatake para comenzar la operación de “rescatar a Naruto y aprisionar a Sasuke”.

Kakashi les informaba a todos de la aparición del Uzumaki hasta que se dirigió donde se encontraba Sai, expectante de las palabras del actual hokage.

– Sai os guiará hasta el lugar donde Sasuke tiene retenido a Naruto. Vuestra misión es traerlo de vuelta sano y salvo. – Dictaminó el de cabello plateado.

– ¿Y qué haremos con el Uchiha?. – Preguntó uno de los ambus que tenía la máscara de mono.

– Traedlo también, Sasuke Uchiha debe ser juzgados por sus crímenes y por haber sido un shinobi de Konoha, es aquí donde pertenece ser sentenciado. – Esta vez fue Tsunade quien habló con severidad.
– Ya habéis escuchado. – Finalizó Kakashi para ver como todos aquellos ninjas abandonaban su despacho.

– Me preocupa lo que pueda pasar con Naruto. – Le confesó la Senju al Hatake.

– ¿A qué se refiere, Tsunade-sama?. – Preguntó Kakashi mirando a la anciana que ocultaba su verdadera edad con un jutsu que la hacía lucir joven.

– A lo que nos contó Sai. Si es cierto que Naruto no recuerda a nadie y está con Sasuke, me preocupa las consecuencias que esto acarreará el traerlo a la villa con su mente llena de información falsa sobre Konoha pero, aun así, no puedo dejar de pensar que recuraremos a Naruto y lo tendré a mi lado por muy cambiado que se encuentre. – Tsunade suspiró recordando al rubio a quien quería como si fuera un hijo, a pesar, de que la mujer nunca llegó a concebir progenie. – Sólo espero que recuerde todo, lo antes posible para que se dé cuenta de que Sasuke es un miserable traidor y nosotros somos sus verdaderos amigos. Su familia.

– Yo también lo espero. – Afirmó Kakashi apretando los puños con fuerza.

……

Estaba anocheciendo y la fiebre había descendido del cuerpo del Uzumaki mientras que Sasuke no se había despegado del de ojos azules esperando que despertara en algún momento para ofrecerle algo de comer. A pesar de que la cara del moreno no reflejara toda la preocupación que lo embargaba, en su interior se sentía en parte culpable de lo ocurrido por el sobre esfuerzo que había tenido el rubio.

El Uchiha tenía una de las manos del contenedor del kyubi agarrada por una de las suyas, en un intento de que Naruto pudiese sentir su presencia, que se encontraba a su lado esperándolo y le proporcionaba leves apretones a la mano que tenía cogida del rubio como si ayudara a Naruto a sentirlo más cuando escuchaba aflorar su nombre del los labios del de marquitas en las mejillas.

Sasuke era consciente de que sus hijos se encontraban jugando en la sala y este hecho le tranquilizaba, aunque en el fondo de su interior, había una preocupación que le molestaba debido al shinobi de Konoha que se había alojado, lo que le generaba miedos que no deseaba admitir. Sasuke no podía negar que desde el nacimiento de su primer hijo estaba temeroso de que algún estorbo de Konoha apareciese para irrumpir la calma de su familia, por la que estaba dispuesto a dar su vida para proteger, pero su mayor miedo había aparecido el día anterior y ahora, no podía dejar de estar asustado por las consecuencias que ocasionaría el haber sido encontrado por aquel tipo de Konoha.

– Sasu…ke… – Gimió Naruto al mismo tiempo que arrugaba su frente sudorosa, como si estuviera teniendo un mal sueño.

– Tranquilo, Naruto. Estoy aquí, contigo. – Susurró el Uchiha apretando un poco la mano antes de retirar la compresa de la frente del Uzumaki para remojarla y volverla a colocar sobre su acalorada frente.

Sasuke se inclinó un poco sobre el de ojos azules y le besó el mentón sintiendo el corto vello facial que había crecido, comenzado a espigarse en el rostro del rubio, mientras que él aun no había aparecido ni un solo pelo en cara, quizás debido a los fármacos que Orochimaru le había administrado y por los cuales era capaz de gestar.

– ¡AH!. – Escuchó gritar a la niña que interrumpió aquel momento alarmando al Uchiha.

Antes de salir de la habitación para ver que sucedía, el de ojos negros besó  los labios de su amante para abandonar la habitación.

Sin embargo, cuando salió vio a los ambus y shinobis de Konoha que reconoció por la insignia en los protectores. Sin esperar, el dueño del sharingan buscó a sus pequeños para verlo desmayados en los brazos de unos shinobis que lo miraron con recelo pero antes de que pudiese reaccionar un golpe en la nuca lo dejó inconsciente.

Cuando Sasuke despertó se encontraba en el interior de una celda fría, poco iluminada y de piedra. El aroma mohoso del aire le hizo marearse un poco pero el recuerdo de sus hijos provocó que se levantara de golpe de la dura cama en la que se encontraba para percatarse de que sus pequeños no estaban ahí, algo que lo tranquilizó un poco pero también lo aterraba.

Se dirigió hasta los barrotes metálicos, observando algunos rayos de sol, no estaba seguro del tiempo que había transcurrido mientras había estado desmayado, pero era capaz de asegurar que su captura había sido el día anterior.

El poseedor del sharingan tocó los barrotes de hierro pero tuvo que alejar el contacto con las barras de metal rápidamente al sentir como aparecían espinas que se clavaban en sus manos mientras soltaba una descarga eléctrica. Sin lugar a duda, los barrotes de la prisión tenían un jutsu para evitar su huida.

Sasuke cayó al suelo sobre su trasero, percatándose en ese instante que había un enorme sello en el techo y otro en el suelo que estaba absorbiendo su chakra, dejándolo en un nivel mínimo para que no escapase y siguiera vivo. El moreno chasqueó su lengua cuando una voz captó su atención.

– Parece que el cuervecito ha despertado.

Frente a la celda no se encontraba otra persona que Ibiki Morino, el famoso ninja experto en interrogatorios y tortura de Konoha. La sonrisa que el hombre de cicatrices portaba no le daba ninguna buena señal al Uchiha de lo que iba a ocurrirle a partir de ese instante.

Sasuke se levantó rápidamente del suelo sin apartar la mirada de aquel hombre, intentando decirle que no le temía.

– Te recomiendo que no utilices el sharingan o esos sellos que ves dibujados en las paredes de la celda se activaran y lo pasaras aún peor de cómo están actuando los sellos del techo y el suelo en ti. – Se mofó el mayor, en un intento de provocar al prisionero.

……

Akira miraba a aquellas personas con temor y no soltaba la mano de Kenta y Amaya que estaban llorando sin dejar de llamar a sus padres mientras que Shinji permanecía callado con la mirada oculta y, también, sostenía la mano de su hermanita.

– Entonces, estos son los niños. – Afirmó aquel extraño mirando a los menores que mantenía gran parte de su rostro oculto mientras que sus ojos analizaban cuidadosamente los rasgos de los niños.

– Así, es Hokage-sama. – Respondió Sai.

– Habrá que estar seguro que estos críos no son algo más de lo que aparenta a simple vista y tenga algo que ver para lo que fuese que estuviese tramando Sasuke con respecto a Naruto. Incluso, puede que sus cuerpos contengan algún tipo de jutsu. – Comentó Kakashi en voz alta e intentan acercarse a los menores que retrocedieron. – Sai tu misión junto a la de Sakura va a ser el de que vigiléis a estos críos y me informéis de algún comportamiento extraño o consigáis información que nos pueda revelar las intenciones de Sasuke Uchiha hacia Naruto.

– Sí, Hokage-sama. – Respondieron rápidamente la pareja.

– Pero Kakashi-sensei…– Se atrevió a llamar la de cabellos color rosa. – ¿Qué ocurre si estos niños no presentan nada sospechoso?.

– En ese caso, le trataremos como a todos los huérfanos de Konoha. Primero intentaremos buscarle un hogar y si no es posible ingresaran en la Academia ninja para que se formen como shinobis de la villa. – Declaró el de cabello plateado.

El matrimonio asintió con la cabeza antes de ir hasta donde estaban los niños que volvieron a retroceder asustados de esos extraños.

– Tranquilos, pequeños. – Habló Sakura sonriendo amablemente mientras se acuclillaba para quedar a la altura de los menores. – No voy a aceros daño. – Aseguró.

– ¿Dónde está oto-san y ka-san?. – Preguntó Akira sin soltar las manos de sus hermanos.
– ¿Oto-san y ka-san?. – Repitió la Haruno confundida.

– Ellos, están bien. – Dijo Sai sabiendo a quienes se refería aquel niño.

Akira lo miró con recelo al recordar el cómo había intentado herir a sus padres.

– Queremos ir con ka-san y oto-san. – Exigió Shinji.

– Eso no va a ser posible pero estaréis con nosotros. – Habló nuevamente Sai. – A mí ya me conocéis, soy Sai y ella es mi esposa, Sakura. Estaréis con nosotros un tiempo.

– ¡NO!. – Gritó Shinji. – ¡Nosotros queremos estar con ka-san y oto-san!. – Aseguró.

– Tranquilo, pequeño. Solo será por un tiempo que estaréis viviendo en nuestra casa. – Intentó tranquilizar al niño Sakura.

……

Naruto se encontraba desnudo sobre la camilla y tan sólo una fina sábana lo cubría mientras estaba siendo observado por varias personas que diagnosticaban su estado.

– Shizune, los resultados de las muestras que estas sacando de Naruto las quiero cuanto ante. – Ordenó la rubia ex hokage.

– Sí, Tsunade-sama. – Acató la asistenta que estaba sacando todo tipos de muestras del cuerpo del Uzumaki para poder analizar y conocer el estado actual del paciente.

Tsunade no dejaba de observar con cuidado el sello que presentaba en uno de sus hombros extendiéndose parte del pecho y la espalda.

– Ino. – Llamó la anciana y la Yamanaka se acercó inmediatamente a la mayor con el portapapeles en el que estaba tomando las notas sobre el estado del Uzumaki. – Escribe lo que voy a dictarte y Karin, acércate voy a necesitar tu ayuda. – Dijo cuando su antigua asistenta abandonó el cuarto al terminar de reunir todas las muestras que necesitaba.

Karin, la pelirroja que formó equipo con Sasuke en el pasado, había sido aceptada en Konoha después de haber sido interrogada y encarcelada cuando fue “capturada” y llevada a Konoha por Kakashi y Yamato después de que el Uchiha asesinase a Danzou.

– Sí, Tsunade-sama. – Dijeron ambas chicas a la vez.

Tsunade levantó al contenedor del Kyubi que gimió y la pequeña sábana que cubría al inconsciente y febril chico se moviera mostrando el dorado vello pubico y un poco el inicio del tronco de su sexo haciendo sonrojar a todas las féminas.

– Mantenlo así, Karin. – Decidió la de ojos castaños mientras volvía a ocultar la ingle del paciente y la de ojos escarlata acatara la orden.

– Sa…suke… – Jadeó Naruto abriendo un poco sus azules orbes al ser movido.

– Ino, apunta. – Advirtió Tsunade antes de dictar para que no prestara atención a la divagación del rubio. – El paciente presenta un extraño sello en el hombro derecho que se extiende por parte de su cuello, brazo, pecho y espalda pasando el omoplato. – Dictó la Senju mientras señalaba con su dedo todas las zonas que nombraba. – Al parecer este gran sello está dividido en dos… tres. Uno en forma de líneas tribales alargadas mientras que el otro sello que se encuentra casi oculto es circulas y el último, que parece estar desapareciendo, es discontinuo. Sólo se encuentra en el pecho sin llegar al hombro y en la espalda, casi pareciese como si este sello fuera el principal, el cual no solo parece un retenedor del otro que se extiende en varias direcciones sobre el paciente sino que está atravesando de un extremo a otro el torso del paciente. – Tsunade suspiró señalando el dibujo del sello circular. – El último sello parece que fue un intento de retener pero que no es lo suficientemente fuerte y solo queda rastros de su uso. –  La mujer indicó los escasos puntos que mostraban algún sello que estaba desapareciendo. – Ino, retrata los sellos y en la zona que se encuentra.

– Sí, Tsunade-sama.

– Karin deja al paciente y acércame las radiografías que le hicimos antes a Naruto. – Pidió la mayor de las mujeres.


La chica de gafas asintió con la cabeza y fue en busca de lo solicitado mientras las otras dos mujeres seguían observando al rubio y escribiendo.

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