-Confesión problemática.-
El sol
aun estaba saliendo de su guarida cuando una extraña águila gigante arrizó
frente al enorme pórtico de Konoha convirtiéndose en tinta y dejando ver al
pasajero que portaba en su lomo.
Sai se
introdujo en la famosa villa shinobi sin la necesidad que los ninjas porteros
lo detuvieran al reconocer la banda de su frente con el símbolo de la hoja y
haberlo visto en más ocasiones cuando ha ido a misiones mandadas por el hokage.
Sai se
dirigió a paso acelerado hacia una gran torre con el enorme kanji del fuego
grabado bajo el tejado para que todo el mundo pudiese verlo y reconociera ese
edificio como la torre hokage.
Cuando
el moreno finalmente llegó a la torre, corrió escaleras arriaras hasta la
planta en la que se encontraba el despacho del hokage pero antes de llegar al
lugar, vio que en el escritorio del ninja secretario del actual hokage estaba
una mujer que sollozaba.
Sai se
detuvo a un lado de la mujer y acarició el peinado cabello liso de la
secretaria, que se asustó ante el contacto del hombre de ojos negros para luego,
mostrar su sorpresa en el rostro al ver frente a ella a Sai. La secretaria se
lanzó a los brazos del shinobi y este sin dudarlo correspondió al abrazo.
–Me
dijeron que tú… que tú… – Lloriqueaba la mujer.
–
Tranquila, Sakura. Ya ves que estoy aquí. – Susurró a la de cabellos color rosa
que lloraba en su regazo.
Durante
unos minutos más continuaron de aquella manera hasta que la de ojos verdes se
separó de su esposo con una sonrisa, tanto de alegría como de alivio por ver
que estaban equivocados porque Sai seguí con vida y había regresado a la villa.
–
Shikamaru y los otros vinieron aquí. Ellos abortaron la misión y hoy Kakashi-sensei
iba a formar un equipo de búsqueda para encontrarte pero ya no será necesario.
– Le informó su esposa antes de acercarse a Sai y besar ligeramente sus fríos
labios. – Ahora puedes pasar, no hay nadie y bueno… Kakashi-sensei acaba de terminar
una reunión con los ancianos y debe de estar estimando los grupos de shinobis
que pronto llamará para que vayan en tu busca pero eso ya no es necesario.
Apúrate a entrar, antes de que el hokage empiece a llamar a ninjas para una
misión que no es necesaria.
–
Sakura. – Llamó el moreno. – Entra conmigo, hay algo que debo decirle a hokage-sama
y tú también debes saber lo que descubrí.
–¿¡Yo!?.
– Preguntó sorprendida por la petición para ver como Sai asentía con la cabeza.
La de
cabellos color rosa miró al chico con curiosidad para suspirar y asentir con la
cabeza. Después de que ambos entraron al despacho del hokage, después de
recibir el permiso desde el interior, Sakura observó con curiosidad a su
esposo, expectante a lo que iba a comunicar.
–¡Sai!.
– Llamó al ver entrar por la puerta al joven, reparando en como Sakura cerraba
la puerta detrás de ella con la preocupación en la cara. – Me alegra que estés
vivo. Estaba a punto de llamar a un equipo para que fuese a buscarte.
– Hokage-sama,
tengo que informarle de algo que descubrí cuando fortuitamente me separé del
equipo en el que iba. – Interrumpió la perorata de Kakashi obteniendo toda la
atención de los dos ocupantes en aquella sala.
– ¿Y
de qué se trata?. – Preguntó ante la ansiedad que mostraba la voz del extraño
chico.
– ¡Naruto!
¡Naruto está vivo!. – Exclamó viendo como Sakura y el Hatake abrían los ojos a
más no poder.
–
Naruto…– Susurró Sakura tapándose su boca y volviendo a derramar lágrimas por
todo lo que había pasado ante las infructuosas búsquedas del contenedor del
kyubi.
–¿Estás
seguro?. – Volvió a cuestionar el de cabello plateado.
– Sí.
Lo he visto con mis propios ojos, se encuentra en una casa oculta dentro del
caudal del río que limita el País del Fuego con el País del Arroz. Está en un
saliente del barranco al cual es muy difícil llegar. – Respondió con premura el
más pálido. – Pero… él no recuerda nada… ni a nadie y, lo peor de todo, es que está
junto a Uchiha Sasuke. – Sai apretó los puños con fuerza recordando la ilusión
en la que parecía estar viviendo el rubio. – Ese bastardo se está aprovechando
de Naruto. – Farfulló con ira. – Lo está engañando y haciendo creer una falsa
vida. Incluso, Naruto me atacó.
–
¿¡Qué!?. – Gritaron ambos interlocutores, tan sorprendidos como confundidos.
……
Shinji
se había despertado sudando con la respiración agitada debido a una pesadilla y
sin hacerse esperar se levantó de la cama, miró a la cama de al lado para ver a
su hermano mayor dormido, completamente, espatarrado sobre la cama.
Fue
hasta el baño para lavarse la cara y correr hacia la cocina en espera de
encontrar a su ka-san aunque cerró con
fuerzas sus oscuros ojos para no ver a aquel hombre que en la noche había
aparecido y atacado a sus padres pero cuando llegó al lugar, Sasuke no se
encontraba allí.
El
niño abandonó la cocina comenzando a derramar lágrimas mientras su corazón repiqueteaba
asustado y corrió hasta la habitación de sus padres para ver como la persona
que buscaba estaba sentado a un lado de la cama, vestido con un kimono azul
oscuro, ocupándose de su oto-san que respiraba violentamente.
Sasuke
empapaba una compresa en agua fría para ponerla en la frente de Naruto y estaba
demasiado preocupado por el estado del Uzumaki que ni siquiera se percató de la
presencia del menor hasta que este habló.
– Ka-san.
– Llamó acercándose pero antes de llegar vio como su oto-san se sentó en el
colchón para vomitar sangre en un balde que, rápidamente, Sasuke le acercó al
rubio al percatarse de lo que iba a suceder y echara todo lo que había en su
estómago en el interior del recipiente, después, Naruto volvió a desplomarse
sobre el colchón jadeando en su estado enfermizo.
– Ka–san…
– Nuevamente llamó al moreno pero, en esta ocasión, obtuvo la atención de su
ka-san después de que dejara el recipiente, donde Naruto había devuelto su
estómago, en el suelo.
El
Uchiha vio como su hijo estaba llorando con sus manitas agarrándose la enorme camisa
que usaba de pijama como si fuese un camisón, indicando que estaba asustado por
algo.
–
Shinji, tranquilo. Ya sabes que oto-san está enfermo y no es la primera vez que
lo ves. – Le recordó el mayor acercándose a su hijo que miraba con sus ojitos
negros anegados de lágrimas que escurrían por sus mejillas.
– ¡KA-SAN!.
– Gritó el niño para abrazarse a Sasuke
que no dudó en aceptarlo entre sus brazos. – Tengo miedo… – Susurró entre
sollozos.
–
Tranquilo pequeño, estas aquí con tus papás y aunque tu oto-san se encuentre
enfermo, él tampoco dejará que te ocurra nada malo. – Murmuró el Uchiha
acariciando la cabeza enmarañada de hebras rubias mientras su hijo se aferraba
a él, tan fuerte como podía.
……
Tsunade
se encontraba en el despacho hokage junto a Kakashi, donde fue informada de la noticia
sobre el paradero de Naruto.
Frente
a ellos, se encontraban un enorme grupo de ambus y shinobis de rango chunnin y
jounin que habían sido llamados por el propio Hatake para comenzar la operación
de “rescatar a Naruto y aprisionar a Sasuke”.
Kakashi
les informaba a todos de la aparición del Uzumaki hasta que se dirigió donde se
encontraba Sai, expectante de las palabras del actual hokage.
– Sai
os guiará hasta el lugar donde Sasuke tiene retenido a Naruto. Vuestra misión
es traerlo de vuelta sano y salvo. – Dictaminó el de cabello plateado.
– ¿Y
qué haremos con el Uchiha?. – Preguntó uno de los ambus que tenía la máscara de
mono.
–
Traedlo también, Sasuke Uchiha debe ser juzgados por sus crímenes y por haber
sido un shinobi de Konoha, es aquí donde pertenece ser sentenciado. – Esta vez
fue Tsunade quien habló con severidad.
– Ya
habéis escuchado. – Finalizó Kakashi para ver como todos aquellos ninjas
abandonaban su despacho.
– Me
preocupa lo que pueda pasar con Naruto. – Le confesó la Senju al Hatake.
– ¿A
qué se refiere, Tsunade-sama?. – Preguntó Kakashi mirando a la anciana que
ocultaba su verdadera edad con un jutsu que la hacía lucir joven.
– A lo
que nos contó Sai. Si es cierto que Naruto no recuerda a nadie y está con
Sasuke, me preocupa las consecuencias que esto acarreará el traerlo a la villa
con su mente llena de información falsa sobre Konoha pero, aun así, no puedo
dejar de pensar que recuraremos a Naruto y lo tendré a mi lado por muy cambiado
que se encuentre. – Tsunade suspiró recordando al rubio a quien quería como si
fuera un hijo, a pesar, de que la mujer nunca llegó a concebir progenie. – Sólo
espero que recuerde todo, lo antes posible para que se dé cuenta de que Sasuke
es un miserable traidor y nosotros somos sus verdaderos amigos. Su familia.
– Yo
también lo espero. – Afirmó Kakashi apretando los puños con fuerza.
……
Estaba
anocheciendo y la fiebre había descendido del cuerpo del Uzumaki mientras que
Sasuke no se había despegado del de ojos azules esperando que despertara en
algún momento para ofrecerle algo de comer. A pesar de que la cara del moreno
no reflejara toda la preocupación que lo embargaba, en su interior se sentía en
parte culpable de lo ocurrido por el sobre esfuerzo que había tenido el rubio.
El
Uchiha tenía una de las manos del contenedor del kyubi agarrada por una de las
suyas, en un intento de que Naruto pudiese sentir su presencia, que se
encontraba a su lado esperándolo y le proporcionaba leves apretones a la mano
que tenía cogida del rubio como si ayudara a Naruto a sentirlo más cuando
escuchaba aflorar su nombre del los labios del de marquitas en las mejillas.
Sasuke
era consciente de que sus hijos se encontraban jugando en la sala y este hecho
le tranquilizaba, aunque en el fondo de su interior, había una preocupación que
le molestaba debido al shinobi de Konoha que se había alojado, lo que le
generaba miedos que no deseaba admitir. Sasuke no podía negar que desde el
nacimiento de su primer hijo estaba temeroso de que algún estorbo de Konoha
apareciese para irrumpir la calma de su familia, por la que estaba dispuesto a
dar su vida para proteger, pero su mayor miedo había aparecido el día anterior
y ahora, no podía dejar de estar asustado por las consecuencias que ocasionaría
el haber sido encontrado por aquel tipo de Konoha.
– Sasu…ke…
– Gimió Naruto al mismo tiempo que arrugaba su frente sudorosa, como si
estuviera teniendo un mal sueño.
–
Tranquilo, Naruto. Estoy aquí, contigo. – Susurró el Uchiha apretando un poco
la mano antes de retirar la compresa de la frente del Uzumaki para remojarla y
volverla a colocar sobre su acalorada frente.
Sasuke
se inclinó un poco sobre el de ojos azules y le besó el mentón sintiendo el
corto vello facial que había crecido, comenzado a espigarse en el rostro del
rubio, mientras que él aun no había aparecido ni un solo pelo en cara, quizás
debido a los fármacos que Orochimaru le había administrado y por los cuales era
capaz de gestar.
–
¡AH!. – Escuchó gritar a la niña que interrumpió aquel momento alarmando al
Uchiha.
Antes
de salir de la habitación para ver que sucedía, el de ojos negros besó los labios de su amante para abandonar la
habitación.
Sin
embargo, cuando salió vio a los ambus y shinobis de Konoha que reconoció por la
insignia en los protectores. Sin esperar, el dueño del sharingan buscó a sus
pequeños para verlo desmayados en los brazos de unos shinobis que lo miraron
con recelo pero antes de que pudiese reaccionar un golpe en la nuca lo dejó
inconsciente.
Cuando
Sasuke despertó se encontraba en el interior de una celda fría, poco iluminada
y de piedra. El aroma mohoso del aire le hizo marearse un poco pero el recuerdo
de sus hijos provocó que se levantara de golpe de la dura cama en la que se
encontraba para percatarse de que sus pequeños no estaban ahí, algo que lo
tranquilizó un poco pero también lo aterraba.
Se
dirigió hasta los barrotes metálicos, observando algunos rayos de sol, no
estaba seguro del tiempo que había transcurrido mientras había estado
desmayado, pero era capaz de asegurar que su captura había sido el día anterior.
El
poseedor del sharingan tocó los barrotes de hierro pero tuvo que alejar el
contacto con las barras de metal rápidamente al sentir como aparecían espinas
que se clavaban en sus manos mientras soltaba una descarga eléctrica. Sin lugar
a duda, los barrotes de la prisión tenían un jutsu para evitar su huida.
Sasuke
cayó al suelo sobre su trasero, percatándose en ese instante que había un
enorme sello en el techo y otro en el suelo que estaba absorbiendo su chakra,
dejándolo en un nivel mínimo para que no escapase y siguiera vivo. El moreno
chasqueó su lengua cuando una voz captó su atención.
–
Parece que el cuervecito ha despertado.
Frente
a la celda no se encontraba otra persona que Ibiki Morino, el famoso ninja
experto en interrogatorios y tortura de Konoha. La sonrisa que el hombre de
cicatrices portaba no le daba ninguna buena señal al Uchiha de lo que iba a
ocurrirle a partir de ese instante.
Sasuke
se levantó rápidamente del suelo sin apartar la mirada de aquel hombre,
intentando decirle que no le temía.
– Te
recomiendo que no utilices el sharingan o esos sellos que ves dibujados en las
paredes de la celda se activaran y lo pasaras aún peor de cómo están actuando
los sellos del techo y el suelo en ti. – Se mofó el mayor, en un intento de
provocar al prisionero.
……
Akira
miraba a aquellas personas con temor y no soltaba la mano de Kenta y Amaya que
estaban llorando sin dejar de llamar a sus padres mientras que Shinji permanecía
callado con la mirada oculta y, también, sostenía la mano de su hermanita.
–
Entonces, estos son los niños. – Afirmó aquel extraño mirando a los menores que
mantenía gran parte de su rostro oculto mientras que sus ojos analizaban
cuidadosamente los rasgos de los niños.
– Así,
es Hokage-sama. – Respondió Sai.
–
Habrá que estar seguro que estos críos no son algo más de lo que aparenta a
simple vista y tenga algo que ver para lo que fuese que estuviese tramando
Sasuke con respecto a Naruto. Incluso, puede que sus cuerpos contengan algún
tipo de jutsu. – Comentó Kakashi en voz alta e intentan acercarse a los menores
que retrocedieron. – Sai tu misión junto a la de Sakura va a ser el de que vigiléis
a estos críos y me informéis de algún comportamiento extraño o consigáis
información que nos pueda revelar las intenciones de Sasuke Uchiha hacia
Naruto.
– Sí, Hokage-sama.
– Respondieron rápidamente la pareja.
– Pero
Kakashi-sensei…– Se atrevió a llamar la de cabellos color rosa. – ¿Qué ocurre
si estos niños no presentan nada sospechoso?.
– En
ese caso, le trataremos como a todos los huérfanos de Konoha. Primero
intentaremos buscarle un hogar y si no es posible ingresaran en la Academia ninja para que
se formen como shinobis de la villa. – Declaró el de cabello plateado.
El
matrimonio asintió con la cabeza antes de ir hasta donde estaban los niños que
volvieron a retroceder asustados de esos extraños.
–
Tranquilos, pequeños. – Habló Sakura sonriendo amablemente mientras se
acuclillaba para quedar a la altura de los menores. – No voy a aceros daño. –
Aseguró.
–
¿Dónde está oto-san y ka-san?. – Preguntó Akira sin soltar las manos de sus
hermanos.
– ¿Oto-san
y ka-san?. – Repitió la Haruno confundida.
–
Ellos, están bien. – Dijo Sai sabiendo a quienes se refería aquel niño.
Akira
lo miró con recelo al recordar el cómo había intentado herir a sus padres.
–
Queremos ir con ka-san y oto-san. – Exigió Shinji.
– Eso
no va a ser posible pero estaréis con nosotros. – Habló nuevamente Sai. – A mí
ya me conocéis, soy Sai y ella es mi esposa, Sakura. Estaréis con nosotros un
tiempo.
– ¡NO!.
– Gritó Shinji. – ¡Nosotros queremos estar con ka-san y oto-san!. – Aseguró.
–
Tranquilo, pequeño. Solo será por un tiempo que estaréis viviendo en nuestra
casa. – Intentó tranquilizar al niño Sakura.
……
Naruto
se encontraba desnudo sobre la camilla y tan sólo una fina sábana lo cubría
mientras estaba siendo observado por varias personas que diagnosticaban su
estado.
–
Shizune, los resultados de las muestras que estas sacando de Naruto las quiero
cuanto ante. – Ordenó la rubia ex hokage.
– Sí,
Tsunade-sama. – Acató la asistenta que estaba sacando todo tipos de muestras
del cuerpo del Uzumaki para poder analizar y conocer el estado actual del
paciente.
Tsunade
no dejaba de observar con cuidado el sello que presentaba en uno de sus hombros
extendiéndose parte del pecho y la espalda.
– Ino.
– Llamó la anciana y la
Yamanaka se acercó inmediatamente a la mayor con el portapapeles
en el que estaba tomando las notas sobre el estado del Uzumaki. – Escribe lo
que voy a dictarte y Karin, acércate voy a necesitar tu ayuda. – Dijo cuando su
antigua asistenta abandonó el cuarto al terminar de reunir todas las muestras
que necesitaba.
Karin,
la pelirroja que formó equipo con Sasuke en el pasado, había sido aceptada en
Konoha después de haber sido interrogada y encarcelada cuando fue “capturada” y
llevada a Konoha por Kakashi y Yamato después de que el Uchiha asesinase a
Danzou.
– Sí,
Tsunade-sama. – Dijeron ambas chicas a la vez.
Tsunade
levantó al contenedor del Kyubi que gimió y la pequeña sábana que cubría al
inconsciente y febril chico se moviera mostrando el dorado vello pubico y un
poco el inicio del tronco de su sexo haciendo sonrojar a todas las féminas.
–
Mantenlo así, Karin. – Decidió la de ojos castaños mientras volvía a ocultar la
ingle del paciente y la de ojos escarlata acatara la orden.
–
Sa…suke… – Jadeó Naruto abriendo un poco sus azules orbes al ser movido.
– Ino,
apunta. – Advirtió Tsunade antes de dictar para que no prestara atención a la
divagación del rubio. – El paciente presenta un extraño sello en el hombro
derecho que se extiende por parte de su cuello, brazo, pecho y espalda pasando
el omoplato. – Dictó la Senju
mientras señalaba con su dedo todas las zonas que nombraba. – Al parecer este gran
sello está dividido en dos… tres. Uno en forma de líneas tribales alargadas
mientras que el otro sello que se encuentra casi oculto es circulas y el
último, que parece estar desapareciendo, es discontinuo. Sólo se encuentra en
el pecho sin llegar al hombro y en la espalda, casi pareciese como si este
sello fuera el principal, el cual no solo parece un retenedor del otro que se
extiende en varias direcciones sobre el paciente sino que está atravesando de
un extremo a otro el torso del paciente. – Tsunade suspiró señalando el dibujo
del sello circular. – El último sello parece que fue un intento de retener pero
que no es lo suficientemente fuerte y solo queda rastros de su uso. – La mujer indicó los escasos puntos que
mostraban algún sello que estaba desapareciendo. – Ino, retrata los sellos y en
la zona que se encuentra.
– Sí,
Tsunade-sama.
–
Karin deja al paciente y acércame las radiografías que le hicimos antes a
Naruto. – Pidió la mayor de las mujeres.
La
chica de gafas asintió con la cabeza y fue en busca de lo solicitado mientras
las otras dos mujeres seguían observando al rubio y escribiendo.
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