-Determinación en la búsqueda.-
Akira,
con Kenta en su espalda, era seguido de Shinji y Amaya, quienes se habían dirigido
hacia la fuente de poder porque Akira presentía el encontrar a sus padres en
aquella dirección pero cuando los niños pudieron sentir con más intensidad el
poderoso chakra, este dejó de fluir y ellos, se encontraban atrapados en medio
de un pequeño bosque.
Akira
se detuvo y mordió con fuerza su labio inferior, logrando que un poco de sangre
fluyera y escurriese por su mentón.
–
¿Aniki?. – Llamó con duda Shinji a su hermano mientras seguía sujetando la mano
a su hermana, que al detenerse se apegó a él.
– Medo…
– Murmuró Amaya con la voz temblorosa indicando que iba a llorar.
Akira se giró mirando a su alrededor antes de
acercarse a sus hermanos.
–
Amaya, pronto encontraremos a oto-san y ka-san. Todos iremos a casa. – Aseguró
Akira.
– ¡Nii-chan..!–
Pronunció sorprendido Shinji mirando a su hermano con admiración.
– Ka-san…
oto-san… – Murmuró Amaya con sus ojos tristes debido al recuerdo de sus padres
y que hacía días que no sabían nada de ellos.
– Lo
prometo. – Sonrió Akira abiertamente al igual que lo hacía Naruto.
– Yo
te creo, Akira-nii-chan pero tengo sueño. – Confesó Shinji bajando el volumen
de su voz a cada palabra que pronunciaba.
– Yo
también. – Susurró Akira. – Pero tenemos que seguir por ka-san y oto-san.
– No,
Akira. Ya no puedo más, me duelen los pies de tanto caminar. – Declaró Shinji
abrazando a su hermana intentando que
dejara de llorar.
– Está
bien, está bien. – Akira suspiró y volvió a observar la zona hasta percatarse
de un árbol de grandes raíces que se levantaban del suelo y formaban una
especie de refugio. – Dormiremos ahí. – Señaló el hueco entre las raíces del
enorme árbol.
Los
niños se dirigieron al hueco que formaban las raíces del árbol y Akira dejó a
Kenta, que no se había despertado, en el suelo para él, recostarse a su lado y
al otro lado, se tumbaron Amaya y Shinji.
……
Los
guardias al percibir que ya no había peligro y que el kyubi había desaparecido,
informaron a la gente que estaba refugiada para que comenzaran a salir de aquel
lugar y regresaran a sus casas o pedir un sitio donde quedarse, si su hogar
había sido destruido en el sorpresivo ataque del binju.
Sakura
se despidió de sus compañeras para ir a buscar a los cuatro pequeños rubios
pero al llegar, grande fue su sorpresa, al descubrir que los niños ya no se
encontraban en donde los dejó durmiendo.
Sakura
sintió como su corazón dejó de latir y sus nervios aumentaron para comenzar a
preguntar desesperadamente a cada persona que pasaba a su lado el si había
visto a los pequeños de ojos negros. La de cabello rosa se sentía demasiado
impotente y asustada ante la circunstancia. Por lo que cada vez que escuchaba
la repuesta negativa de la gente a la que preguntaba su estado de ansiedad
aumentaba.
La
chica de ojos verdes ya había preguntado a todas las personas que se cruzó
frente a ella, sólo quedaban los guardias pero estos, también, le habían
asegurado no haber visto a niños que vagaran sin un adulto que los custodiase
con la descripción dada cerca de la entrada/salida del refugio y Sakura era
consciente de que, simplemente, podía hacer una cosa, comunicarle al hokage la
inquietante noticia de la desaparición de los niños.
……
Los
shinobis heridos en el enfrentamiento, comenzaban a amontonar para ser tratados
y los que se encontraban en óptimas condiciones, empezaron a identificar y apilar
los cadáveres de los ninjas que habían perecidos.
Tsunade
se encontraba junto al hokage, atendiéndole las heridas después de haber hecho
frente al kyubi, cuando Shizune entró para dar el reporte de los heridos y
fallecidos, quien fue interrumpida al aparecer por la inquietante presencia de
Ibiki Morino.
– Hokage-sama,
ha habido una fuga durante la aparición del kyubi. – Se apresuró a hablar Ibiki
captando toda la atención de los ocupantes en el interior de aquella tienda improvisada
para atender al hokage y ser el punto de referencia de donde se encontraba el
líder ninja.
–
Habla, Ibiki. – Dijo Kakashi expectante por la urgida noticia.
–
Señor, Uchiha Sasuke ha escapado de la prisión dejando a su paso a los guardias
y ambus que los custodiaba inconsciente. – Declaró el Morino.
–
¿¡Qué!?. – Se sorprendieron todos los presentes en la tienda para luego mirarse
a los rostros con preocupación que suponía el fugitivo.
–
Ibiki, quiero que traigas ante mí a todos los hombres capacitado para un
rastreo y lo suficientemente hábiles para enfrentarse a Sasuke Uchiha. No
podemos dejar que logre huir, aún debe de estar por aquí y tenemos que capturarlo antes de que ocasione
más daño a la villa. No olvides que
estamos hablando de un criminal de rango S, además, de ser poseer del
sharingan. – Ordenó el Hatake confiando en la capacidad de elección de ninjas
por veterano shinobi de tortura.
Ibiki
asintió antes de abandonar la tienda pero, no había pasado ni un minuto de la
marcha de Ibiki, un pequeño niño de pelo
plateado, ojos negros y piel blanca irrumpió en ella.
– ¡OTO-SAN!.
– Gritó el niño para dirigirse hacia los brazos del hokage con lágrimas en los
ojos por la preocupación, el miedo y la incertidumbre aún marcada en su pequeño
rostro.
–
Sakumo… –Murmuró el Hatake acariciando el cabello plateado de su hijo.
……
Los
rayos del sol despertaron a Naruto, percatándose de que había algo o alguien acostado
a su lado y cuando giró su rostro, se encontró con la apacible cara de Sasuke,
que dormía acurrucado al calor del Uzumaki.
Naruto
sonrió y apartó el mechón de pelo oscuro que caía frente al pálido rostro de
Sasuke para ponerlo detrás de su oreja y besar levemente la frente.
–
Naruto… – Murmuró aun dormido el moreno mientras se removía en el calor del
lecho.
El de
ojos azules se despegó de su amante para sentarse sobre aquella pequeña cama, dejando
que el poseedor del sharingan estuviese más cómodo. Luego, el chico de las
marquitas en la mejilla acarició el vientre sobre los harapos que llevaba
Sasuke pero eso era lo de menos.
El
contenedor del Kyubi rompió aquellos girones de tela sucia, que en algún
momento fue un bonito kimono, observando con horror las heridas que poseía el
Uchiha en su cuerpo aunque, por suerte, su vientre estaba intacto, no impedía
hacerle saber que Sasuke había estado sufriendo dolor físico.
–
¿Sasuke… qué te ha pasado? – Preguntó en voz baja mientras acariciaba las
muñecas laceradas del moreno, palpando cuidadosamente la sensible piel con
temor a dañarla aún más o despertar dolor en su compañero.
Los
dedos siguieron viajando por la piel, acariciaron los brazos blancos, llenos de
cortes y quemaduras, hasta llegar al pecho donde una enorme cicatriz lo
cruzaba.
Naruto
se detuvo, cerró con fuerza sus ojos azules y es que el rubio se sentía
culpable de cómo se encontraba el cuerpo de Sasuke en esos momento por no haber
podido hacer nada que pudiese evitar que el Uchiha fuera sometido en su
delicado estado.
–
Perdóname Sasuke, yo… yo dejé que te hicieran esto. En realidad, soy un idiota.
– Susurró el de ojos azules con ira contenida hacia sí mismo por ser tan débil
y no lograr intervenir.
– Tú
no fuiste el responsable de hacerle eso a Sasuke. – Habló una voz a espaldas de
Naruto.
El
contenedor del kyubi se giró para encontrarse con el rostro serio de una mujer
pelirroja que recordaba vagamente.
–
Puede que no me recuerdes, soy Karin. En el pasado formé equipo con Sasuke
hasta que me dejó a mi suerte, después de acabar con Danzou, tú y otros
shinobis me trajeron a Konoha. – Reveló la pelirroja para dejar una cesta en
una pequeña y vieja mesa de madera que crujió al sentir el peso de la canasta.
– Ayudé a Sasuke a traerte hasta aquí pero estabas inconsciente. – Informó
Karin lanzándole una camiseta gris y unos pantalones de color negro junto a
unas botas ninjas. – Puede que te quede un poco grande porque son de mi esposo
pero es mejor eso a que andes todo el tiempo desnudo aunque las botas las
compré antes de venir, creo es tu calza.
–
Gracias… – Agradeció un poco cohibido Naruto ante aquellos iris rojos que los
escrutaban concienzudamente mientras se ponía apresuradamente la ropa que la
chica le había traído.
– No
es nada. Además, es lo menos que puedo hacer por el gran héroe de Konoha y una
forma de pagarte el favor ya que fue gracias a ti que me encuentro en esta villa
donde soy feliz. – Certificó la pelirroja.
– Tú
sabes… ¿Quién ha hecho esto a Sasuke?. – Preguntó Naruto cogiendo en el aire
una manta que le había lanzado Karin para abrigar a Sasuke.
Karin
desvío el rostro mientras suspiraba pesarosamente porque había escuchado acerca
del comportamiento del Uzumaki. Tenía constancia de que el rubio era alguien
impulsivo que no atendía a razonar cuando se enfadaba, lo que le hizo recordar
a su difunto compañero Suigetsu, que a pesar de sus insulsas discusiones, lo apreciaba
como shinobi y compañero.
– Tú
sabes, ¿cierto?. – Miró con ojos frustrados por la furia en el interior del
rubio que apretaba sus puños a causa de que alguien se atrevió a agredir a la
persona que está engendrando a su hijo y el que Sasuke fuese la persona que ama.
–
Naruto aunque te diga eso, no va a cambiar el daño ocasionado. – Suspiró Karin.
–
Tengo derecho a saber quien le ha hecho esto. – Exigió Naruto acercándose a la
mujer y dejándole ver que sus ojos, antes azules, un brillante color naranja en
el iris mientras que con sus pupilas se habían alargado a causa del chakra del kyubi.
Karin
retrocedió asustada ante la amenazante mirada que mostraba el contenedor del kyubi
hasta que chocó con la mohosa pared de madera.
– ¡Déjala!,
ella no es responsable, Naruto…– Habló la voz adormilada del dueño del
sharingan.
Karin
miró al chico que estaba hasta hace poco durmiendo pero ahora, estaba sentado
en la cama mirando sus manos.
Naruto
también giró la cabeza para ver al moreno y, rápidamente, se calmó para ir
hasta el otro, sentándose a un lado mientras peinaba sus mechones de pelo
oscuro hacia atrás.
– No
te esfuerces Sasuke, estas muy débil y no quiero que os pase nada. – Murmuro
con ternura el Uzumaki sacando una leve sonrisa al Uchiha ante la sorprendida
mirada de la pelirroja ya que pudo presenciar como Sasuke se dejaba hacer y no
se comportaba de manera violenta o molesta con el rubio.
–
Naruto… hay algo que tienes que saber y es mucho más importante del por qué
estoy así o de lo que ha pasado en estos días. – Reveló Sasuke cogiendo la mano
del de marquitas en las mejillas para apartarla de su cabeza y resguardarla
entre las suyas. – Se trata de nuestros hijos.
El
rubio miró al Uchiha a los ojos, en espera de que prosiguiera mientras en su
interior esperaba que no fuera algo malo lo que fuera a revelar Sasuke acerca
de los pequeños.
– Te
escucho. – Indicó el Uzumaki viendo como los ojos negros de Sasuke se
humedecían a causa de las lágrimas que se estaban amontonando.
……
Sakura
le había contado todo al hokage y, ahora, muchos de los ninjas de Konoha se
encontraban en grupos buscando a esos niños, incluido Sai.
Era
por eso, que en esos momentos, la mujer de ojos verdes se encontraba sola
mirando al frente por donde el sol ya había aparecido desde hacía rato,
sintiendo una opresión en su pecho porque ella sentía a aquellos pequeños como
si fueran sus propios hijos.
– Oka-san,
tengo hambre. – Llamó la pequeña Miki tironeando del vestido rojizo de su madre
pero la mayor no respondió a su hija como hubiera hecho comúnmente.
Sakura
en silenció volvió a cargar a su hija en los brazos y caminó a paso lento, como
si fuera una especie de robot sin sentimientos hasta su hogar, con el tormento
brillando en sus ojos.
La
Haruno tuvo que pasar por una de la plaza donde ya las personas se habían
enterado de la fuga del Uchiha de prisión, la pérdida de control del contenedor
del Kyubi causante de lo ocurrido en la noche, la búsqueda del cuerpo del
jinchuriki y la desaparición de unos menores a cargo de la familia Haruno siendo la comidilla de los
chismes y noticias de la villa.
Sakura
había pasado la plaza cuando escuchó como alguien la llamaba, se detuvo para
permitir que la persona se acercara, hasta que esta llegó a su lado.
–
¿Cómo te encuentras, Sakura?. – Preguntó Tenten que sonrió a la pequeña Miki
que ocultó su rostro en el pecho de su madre.
– ¿Y
qué más da él cómo me encuentre?. Eso no cambia nada, ¿verdad?. Ha vuelto a
suceder, ¿no has escuchado la gente hablar?, ¡TODOS LO SABEN!. – Gritó lo
último Sakura comenzando a derramar lágrimas de frustración.
–
Sakura… – Pronunció apesadumbrada Tenten.
– Soy
una inútil, yo… yo no sirvo como ninja… siempre lo he sabido pero… no he
querido aceptarlo pensando que… era capaz. Sin embargo, tan sólo… he conseguido
que ocurran cosas malas… – Sakura sorbió por su nariz antes de continuar.– No
conseguí que… Sasuke-kun se quedase en Konoha… no logré impedir que Naruto
fuese…raptado por Sasuke-kun… No pude cumplir con la simple tarea de cuidar
bien a unos niños… y, ahora, ellos pueden estar solos y asustados… en un lugar
que no conocen… Ni siquiera fui a ver a Sasuke-kun…a la cárcel y decirle todo
lo que…quería gritarle a la cara…y tampoco fui a ver a Naruto… Y mi oportunidad
se ha ido… ellos vuelven a estar desaparecidos… – Sakura volvió a sorber por su
nariz mientras sentía como Tenten la abrazaba, sin llegar a aplastar a Miki,
sabiendo que el daño dejado por los dos chicos de su equipo volvía a dañarla. –
Tenten…yo sólo me conformé con lo…que Ino me contaba…de Naruto… Soy tan
cobarde… tan mala compañera… – Sollozó la chica mientras sus piernas cedían a
su peso y caí al suelo, aferrando a su hija en sus brazos, pero siendo
acompañada por el abrazo de Tenten que intentaba confortarla.
–
Sakura, has hecho lo que has podido y nadie te está culpando por no poder ir a
verlos, a enfrentarlos. Tú eres la única que debes de elegir ese momento y aún
no estabas preparada para ello. Es cierto que no sabemos donde están pero lo
encontraremos pero lo encontraremos y podrás hacerles frentes. No debes
culparte porque no tienes ninguna culpa. – Intentó consolar a la de ojos verdes
Tenten. – Vamos, te acompaño a tu casa. – Ofreció mientras ayudaba a la otra
mujer a volver a ponerse en pie.
– Yo…
– Murmuró la de ojos verdes mientras sorbía por la nariz.
– Sakura,
tú no eres alguien inútil. – Comenzó a hablar Tenten después de que la chica se
calmara un poco mientras caminaban hacia la casa de Sakura. – Eres una gran
ninja médico y todos saben que superas con creces a Tsunade-sama. Tienes un
familia que te quiere, no desprecies eso tan sólo por algunos acontecimientos que
no podías hacer nada re, tú misma sabes que era inevitable. – Tenten miró a
Sakura. – Yo creo que eres una mujer muy fuerte y aun no te has dado cuenta de
ello pero.. Sakura ya es hora de que continúes tú camino sola, en que debes
mirar al frente y vivir consciente de que tienes a una hija que te necesita y a
un esposo que te quiere. No sigas culpándote por el pasado o sufriendo por algo
que nadie pudo pensar que ocurriese.
–
Tenten… – Pronunció la de cabello rosa dejando de sollozar para mirar al cielo
y sonreír. – Gracias.
……
Kenta
sintió un leve cosquilleo en la punta de su pequeña nariz y cuando abrió los
ojos se encontró con unos enormes ojos de color rojo frente a los suyos. El
niño asustado emitió un grito para comenzar a llorar mientras que la pequeña
mariposa de colores rojos, naranjas y negros huía del lugar donde había
decidido tomar un descanso.
Akira
se despertó alertado por el grito y el sollozo del bebé pero se encontró en
aquel lugar donde habían decidido dormir y viendo como una hermosa mariposa
revoloteaba alejándose. Akira se acerco a su pequeño hermano y comenzó a
acariciarle la cabeza y arrullarlo como había visto hacer en tantas ocasiones a
su ka-san para que dejase de llorar.
Shinji
también se despertó al igual que Amaya, que asustada y desorientada, se abrazó
a Shinji en busca de protección.
– Ya,
Kenta… la mariposa se fue… deja de llorar… – Le susurraba Akira al bebé.
– ¿Se
asustó de una mariposa?. – Preguntó Shinji para ver como su hermano mayor
asentía con la cabeza.
– ¡MAAPOSA!
– Gritó Amaya señalando al colorido insecto.
Shinji
miró hacia donde señalaba su hermana pero se asustó al ver como una sombra cruzó
entre los árboles.
–
Aniki, hay algo ahí. – Dijo asustado y señalando al exterior Shinji.
Akira
miró, una vez Kenta había dejado de llorar, pero lo único que Akira vio fue las
mariposas que revoloteaban en el exterior y los troncos de los árboles que
formaban el bosque en el que se encontraban.
– No
hay nada. – Aseguró Akira abandonando el escondite. – Vámonos, ahora que es de
día, será más fácil encontrar a oto-san y ka-san.
– Sí.
– Afirmó Shinji, aún temeroso de lo que había visto, siguiendo a su hermano
mayor dejando atrás el escondrijo junto a sus otros dos hermanos.
Sin
embargo, cuando los niños iban a dar un paso para avanzar, cayeron desde lo
alto de los árboles un enorme perro blanco junto a un hombre con dos triángulos
rojos en sus mejillas.
– Bien
hecho Akamaru. Por fin los hemos encontrado. – Habló aquel desconocido acercándose
a los niños que se habían abrazado entre sí debido al miedo que sintieron ante aquel
hombre de aspecto salvaje y fiero.
……
Naruto
tenía apretados con fuerzas sus párpados y sus puños mientras decía multitud de
improperios debido a lo que estaba ocurriendo con sus hijos.
–
¡Ellos no tienen autoridad!. – Estalló Naruto.
–
Perdona que te diga y lo siento mucho si te molesta pero el hokage si tiene
toda la autoridad sobre vuestros hijos para hacer lo que cree que es mejor para
ellos. Después de todo, tú estabas lo suficientemente sedado, enfermo y
destinado a morir a causa del sello de Madara. Sin recordar que cuando
despertaste, intentaste atacar a Tsunade, tus pocas oportunidades de obtener a vuestros
hijos son, prácticamente, nulas. – Le recordó Karin. – Aunque puede que haya
una posibilidad para que recuperes a los niños pero eso implica el creer en los
milagros. La realidad que va a ser muy complicado el creerse que un hombre
pueda gestar de la nada, hay que mostrar pruebas pero no evitará que haya
peligro al hacerlo.
– Ella
tiene razón Naruto, nadie me cree, aun y cuando les he dicho la verdad. Ellos
sólo están dispuestos a que revele un plan que no creado. – Habló Sasuke
apretando el pantalón que Karin le había traído pero eso no conseguía erradicar
la impotencia que sentía en su interior. – No me han dado ninguna oportunidad… –
Confesó Sasuke comenzando a derramar lágrimas de furia cuando los brazos de
Naruto lo atrajeron hacia él en un abrazo para besarle la mejilla, acto que
sonrojó a la chica por la escasa familiaridad de que dos hombres mostrasen
cariño más allá de la amistad.
– Pues
si no te quieren creer a ti, me tendrán que oír a mí y, de todas maneras,
pienso ir a por nuestros hijos. Los traeré a la fuerza si es necesario para que
sigan a nuestro lado. – Declaró Naruto.
–
¡Pero eso podría provocar cualquier cosa y Sasuke no se encuentra en
condiciones de mantener una pelea!. – Exclamó la pelirroja escandalizada por lo
que contenedor del kyubi afirmó.
– Lo
sé. Por eso iré sólo y seré yo quien me enfrente a ellos. Tengo más de una
técnica poderosa, dudo que alguien quiera enfrentarse a mí en estado
consciente. Nadie va a entrometerse en
mi camino. – Sonrió el Uzumaki con prepotencia.
– Eres
consciente de que hacer eso significa que le estas dando la espalda a la villa
que te vio nacer y te convertiste en shinobi, ¿serás capaz de enfrentar a tus
amigos y conocidos?. –Preguntó Karin mirando a los ojos directamente a Naruto.
– Ella
tiene razón, Naruto. Tú luchaste mucho para que esta villa te reconociera y tu
sueño siempre ha sido el convertirte en hokage. El enfrentarte a Konoha es
renunciar a todo tu esfuerzo por demostrar tu valía e intentar lograr alcanzar
tu sueño. – Murmuró el Uchiha.
– No
importa, Sasuke. Mi sueño, realmente, era ser alguien reconocido y respetado,
eso ya lo conseguí pero si ellos no pueden aceptar a mi familia, a las personas
que más me importan, tampoco me importa el cómo me vean. – Naruto miró al chico
que tenía entre sus brazos. – Tú y mis hijos son más importante que cualquier
cosa que pueda desear y no importa si muero, si con ello os protejo, habrá
valido la pena.
– No
digas eso, Naruto. Yo no te voy a dejar ir sólo. – Habló con el seño fruncido y
su rostro demasía inerte de emociones el Uchiha mientras se separaba del Uzumaki.
– Yo también voy.
–
¿¡Qué…!? Pero tú no puedes arriesgarte tanto, Sasuke. Estas aun débil, sin
mencionar que estas embarazado. ¡DILE ALGO, BAKA. NO DEJES QUE SE EXPONGA!. –
Exigió Karin completamente escandalizada por lo dicho por Sasuke.
– Ya
lo has decidido, ¿cierto?. – Inquirió Naruto escuchando uno de aquellos sonidos
que emitía el de ojos negros mientras asentía con la cabeza. – Me lo imaginaba.
Además, yo jamás he conseguido lo que logró Itachi, aun después de su muerte,
convencerte. Sin embargo, ahora tendré que dar todo de mí porque no voy a dejar
que nadie te toque ni un solo pelo. – Concluyó el Uzumaki.
Sasuke
sonrió y se acercó al rubio para rodearle el cuello con sus blancos brazos,
sintiendo como el de ojos azules lo cogía de la cintura y ambos chicos se
fundieron en un fogoso beso, sin importarle el que hubiese alguien más en el
lugar.
–
Ambos sois unos inconscientes. – Murmuró la pelirroja agachando su cabeza con
un sonrojo por lo que ambos chicos estaba haciendo.
Tanto
Sasuke como Naruto terminaron el beso con la respiración agitada y una sonrisa
en los labios.
– Vamos, quiero estar junto a nuestros
pequeños lo antes posible. Ya esos enanos han pasado mucho tiempo sin nosotros
y es posible que hayan hecho alguna gamberrada, tenemos que ir darle un buen
regaño después de decirle cuanto les queremos. – Comentó divertido el Uzumaki
haciendo sonreír al Uchiha que asintió para coger la mano del de ojos azules.
–
Karin, gracia por la ayuda. – Agradeció Sasuke para salir detrás de Naruto
dejando a una pelirroja congelada en el suelo.
Ambos chicos habían salido al exterior.
–
Sasuke, te llevaré en mi espalda. No quiero que te esfuerces demasiado,
recuerda que nuestro hijo crece en ti. – Recordó Naruto acuclillándose para que
el moreno se subiese a su espalda y una vez el Uchiha se había subido, Naruto
dio un gran salto para ir avanzando a toda velocidad mientras se concentraba para
poder sentir los chakras de sus hijos.
Los
irises del rubio se volvieron amarillas y su pupilas en una línea horizontal
mientras que por encima de su parpado se coloreaba de rojo, indicando de que el
de marquitas en las mejillas había adquirido la técnica del ermitaño.
Naruto
consiguió captar muchos chakras conocidos pero cuando por fin dio con el de sus
hijos, se sorprendió de que se encontraran en la torre hokage, a la cual se
dirigió sin importarle el ser visto o no por los habitantes de la villa.
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