jueves, 2 de febrero de 2017

¡Cuídame! -Cap.12-


-Determinación en la búsqueda.-

Akira, con Kenta en su espalda, era seguido de Shinji y Amaya, quienes se habían dirigido hacia la fuente de poder porque Akira presentía el encontrar a sus padres en aquella dirección pero cuando los niños pudieron sentir con más intensidad el poderoso chakra, este dejó de fluir y ellos, se encontraban atrapados en medio de un pequeño bosque.

Akira se detuvo y mordió con fuerza su labio inferior, logrando que un poco de sangre fluyera y escurriese por su mentón.

– ¿Aniki?. – Llamó con duda Shinji a su hermano mientras seguía sujetando la mano a su hermana, que al detenerse se apegó a él.

– Medo… – Murmuró Amaya con la voz temblorosa indicando que iba a llorar.

 Akira se giró mirando a su alrededor antes de acercarse a sus hermanos.

– Amaya, pronto encontraremos a oto-san y ka-san. Todos iremos a casa. – Aseguró Akira.

– ¡Nii-chan..!– Pronunció sorprendido Shinji mirando a su hermano con admiración.

– Ka-san… oto-san… – Murmuró Amaya con sus ojos tristes debido al recuerdo de sus padres y que hacía días que no sabían nada de ellos.

– Lo prometo. – Sonrió Akira abiertamente al igual que lo hacía Naruto.

– Yo te creo, Akira-nii-chan pero tengo sueño. – Confesó Shinji bajando el volumen de su voz a cada palabra que pronunciaba.

– Yo también. – Susurró Akira. – Pero tenemos que seguir por ka-san y oto-san.

– No, Akira. Ya no puedo más, me duelen los pies de tanto caminar. – Declaró Shinji abrazando  a su hermana intentando que dejara de llorar.

– Está bien, está bien. – Akira suspiró y volvió a observar la zona hasta percatarse de un árbol de grandes raíces que se levantaban del suelo y formaban una especie de refugio. – Dormiremos ahí. – Señaló el hueco entre las raíces del enorme árbol.

Los niños se dirigieron al hueco que formaban las raíces del árbol y Akira dejó a Kenta, que no se había despertado, en el suelo para él, recostarse a su lado y al otro lado, se tumbaron Amaya y Shinji.

……

Los guardias al percibir que ya no había peligro y que el kyubi había desaparecido, informaron a la gente que estaba refugiada para que comenzaran a salir de aquel lugar y regresaran a sus casas o pedir un sitio donde quedarse, si su hogar había sido destruido en el sorpresivo ataque del binju.

Sakura se despidió de sus compañeras para ir a buscar a los cuatro pequeños rubios pero al llegar, grande fue su sorpresa, al descubrir que los niños ya no se encontraban en donde los dejó durmiendo.

Sakura sintió como su corazón dejó de latir y sus nervios aumentaron para comenzar a preguntar desesperadamente a cada persona que pasaba a su lado el si había visto a los pequeños de ojos negros. La de cabello rosa se sentía demasiado impotente y asustada ante la circunstancia. Por lo que cada vez que escuchaba la repuesta negativa de la gente a la que preguntaba su estado de ansiedad aumentaba.

La chica de ojos verdes ya había preguntado a todas las personas que se cruzó frente a ella, sólo quedaban los guardias pero estos, también, le habían asegurado no haber visto a niños que vagaran sin un adulto que los custodiase con la descripción dada cerca de la entrada/salida del refugio y Sakura era consciente de que, simplemente, podía hacer una cosa, comunicarle al hokage la inquietante noticia de la desaparición de los niños.

……

Los shinobis heridos en el enfrentamiento, comenzaban a amontonar para ser tratados y los que se encontraban en óptimas condiciones, empezaron a identificar y apilar los cadáveres de los ninjas que habían perecidos.

Tsunade se encontraba junto al hokage, atendiéndole las heridas después de haber hecho frente al kyubi, cuando Shizune entró para dar el reporte de los heridos y fallecidos, quien fue interrumpida al aparecer por la inquietante presencia de Ibiki Morino.

– Hokage-sama, ha habido una fuga durante la aparición del kyubi. – Se apresuró a hablar Ibiki captando toda la atención de los ocupantes en el interior de aquella tienda improvisada para atender al hokage y ser el punto de referencia de donde se encontraba el líder ninja.

– Habla, Ibiki. – Dijo Kakashi expectante por la urgida noticia.

– Señor, Uchiha Sasuke ha escapado de la prisión dejando a su paso a los guardias y ambus que los custodiaba inconsciente. – Declaró el Morino.

– ¿¡Qué!?. – Se sorprendieron todos los presentes en la tienda para luego mirarse a los rostros con preocupación que suponía el fugitivo.

– Ibiki, quiero que traigas ante mí a todos los hombres capacitado para un rastreo y lo suficientemente hábiles para enfrentarse a Sasuke Uchiha. No podemos dejar que logre huir, aún debe de estar por aquí y  tenemos que capturarlo antes de que ocasione más daño a la villa.  No olvides que estamos hablando de un criminal de rango S, además, de ser poseer del sharingan. – Ordenó el Hatake confiando en la capacidad de elección de ninjas por veterano shinobi de tortura.

Ibiki asintió antes de abandonar la tienda pero, no había pasado ni un minuto de la marcha de Ibiki,  un pequeño niño de pelo plateado, ojos negros y piel blanca irrumpió en ella.

– ¡OTO-SAN!. – Gritó el niño para dirigirse hacia los brazos del hokage con lágrimas en los ojos por la preocupación, el miedo y la incertidumbre aún marcada en su pequeño rostro.

– Sakumo… –Murmuró el Hatake acariciando el cabello plateado de su hijo.

……

Los rayos del sol despertaron a Naruto, percatándose de que había algo o alguien acostado a su lado y cuando giró su rostro, se encontró con la apacible cara de Sasuke, que dormía acurrucado al calor del Uzumaki.

Naruto sonrió y apartó el mechón de pelo oscuro que caía frente al pálido rostro de Sasuke para ponerlo detrás de su oreja y besar levemente la frente.

– Naruto… – Murmuró aun dormido el moreno mientras se removía en el calor del lecho.

El de ojos azules se despegó de su amante para sentarse sobre aquella pequeña cama, dejando que el poseedor del sharingan estuviese más cómodo. Luego, el chico de las marquitas en la mejilla acarició el vientre sobre los harapos que llevaba Sasuke pero eso era lo de menos.

El contenedor del Kyubi rompió aquellos girones de tela sucia, que en algún momento fue un bonito kimono, observando con horror las heridas que poseía el Uchiha en su cuerpo aunque, por suerte, su vientre estaba intacto, no impedía hacerle saber que Sasuke había estado sufriendo dolor físico.

– ¿Sasuke… qué te ha pasado? – Preguntó en voz baja mientras acariciaba las muñecas laceradas del moreno, palpando cuidadosamente la sensible piel con temor a dañarla aún más o despertar dolor en su compañero.

Los dedos siguieron viajando por la piel, acariciaron los brazos blancos, llenos de cortes y quemaduras, hasta llegar al pecho donde una enorme cicatriz lo cruzaba.

Naruto se detuvo, cerró con fuerza sus ojos azules y es que el rubio se sentía culpable de cómo se encontraba el cuerpo de Sasuke en esos momento por no haber podido hacer nada que pudiese evitar que el Uchiha fuera sometido en su delicado estado.

– Perdóname Sasuke, yo… yo dejé que te hicieran esto. En realidad, soy un idiota. – Susurró el de ojos azules con ira contenida hacia sí mismo por ser tan débil y no lograr intervenir.

– Tú no fuiste el responsable de hacerle eso a Sasuke. – Habló una voz a espaldas de Naruto.

El contenedor del kyubi se giró para encontrarse con el rostro serio de una mujer pelirroja que recordaba vagamente.

– Puede que no me recuerdes, soy Karin. En el pasado formé equipo con Sasuke hasta que me dejó a mi suerte, después de acabar con Danzou, tú y otros shinobis me trajeron a Konoha. – Reveló la pelirroja para dejar una cesta en una pequeña y vieja mesa de madera que crujió al sentir el peso de la canasta. – Ayudé a Sasuke a traerte hasta aquí pero estabas inconsciente. – Informó Karin lanzándole una camiseta gris y unos pantalones de color negro junto a unas botas ninjas. – Puede que te quede un poco grande porque son de mi esposo pero es mejor eso a que andes todo el tiempo desnudo aunque las botas las compré antes de venir, creo es tu calza.

– Gracias… – Agradeció un poco cohibido Naruto ante aquellos iris rojos que los escrutaban concienzudamente mientras se ponía apresuradamente la ropa que la chica le había traído.

– No es nada. Además, es lo menos que puedo hacer por el gran héroe de Konoha y una forma de pagarte el favor ya que fue gracias a ti que me encuentro en esta villa donde soy feliz. – Certificó la pelirroja.

– Tú sabes… ¿Quién ha hecho esto a Sasuke?. – Preguntó Naruto cogiendo en el aire una manta que le había lanzado Karin para abrigar a Sasuke.

Karin desvío el rostro mientras suspiraba pesarosamente porque había escuchado acerca del comportamiento del Uzumaki. Tenía constancia de que el rubio era alguien impulsivo que no atendía a razonar cuando se enfadaba, lo que le hizo recordar a su difunto compañero Suigetsu, que a pesar de sus insulsas discusiones, lo apreciaba como shinobi y compañero.

– Tú sabes, ¿cierto?. – Miró con ojos frustrados por la furia en el interior del rubio que apretaba sus puños a causa de que alguien se atrevió a agredir a la persona que está engendrando a su hijo y el que Sasuke fuese la persona que ama.

– Naruto aunque te diga eso, no va a cambiar el daño ocasionado. – Suspiró Karin.

– Tengo derecho a saber quien le ha hecho esto. – Exigió Naruto acercándose a la mujer y dejándole ver que sus ojos, antes azules, un brillante color naranja en el iris mientras que con sus pupilas se habían alargado a causa del chakra del kyubi.

Karin retrocedió asustada ante la amenazante mirada que mostraba el contenedor del kyubi hasta que chocó con la mohosa pared de madera.

– ¡Déjala!, ella no es responsable, Naruto…– Habló la voz adormilada del dueño del sharingan.

Karin miró al chico que estaba hasta hace poco durmiendo pero ahora, estaba sentado en la cama mirando sus manos.

Naruto también giró la cabeza para ver al moreno y, rápidamente, se calmó para ir hasta el otro, sentándose a un lado mientras peinaba sus mechones de pelo oscuro hacia atrás.

– No te esfuerces Sasuke, estas muy débil y no quiero que os pase nada. – Murmuro con ternura el Uzumaki sacando una leve sonrisa al Uchiha ante la sorprendida mirada de la pelirroja ya que pudo presenciar como Sasuke se dejaba hacer y no se comportaba de manera violenta o molesta con el rubio.

– Naruto… hay algo que tienes que saber y es mucho más importante del por qué estoy así o de lo que ha pasado en estos días. – Reveló Sasuke cogiendo la mano del de marquitas en las mejillas para apartarla de su cabeza y resguardarla entre las suyas. – Se trata de nuestros hijos.

El rubio miró al Uchiha a los ojos, en espera de que prosiguiera mientras en su interior esperaba que no fuera algo malo lo que fuera a revelar Sasuke acerca de los pequeños.

– Te escucho. – Indicó el Uzumaki viendo como los ojos negros de Sasuke se humedecían a causa de las lágrimas que se estaban amontonando.

……

Sakura le había contado todo al hokage y, ahora, muchos de los ninjas de Konoha se encontraban en grupos buscando a esos niños, incluido Sai.

Era por eso, que en esos momentos, la mujer de ojos verdes se encontraba sola mirando al frente por donde el sol ya había aparecido desde hacía rato, sintiendo una opresión en su pecho porque ella sentía a aquellos pequeños como si fueran sus propios hijos.

– Oka-san, tengo hambre. – Llamó la pequeña Miki tironeando del vestido rojizo de su madre pero la mayor no respondió a su hija como hubiera hecho comúnmente.

Sakura en silenció volvió a cargar a su hija en los brazos y caminó a paso lento, como si fuera una especie de robot sin sentimientos hasta su hogar, con el tormento brillando en sus ojos.

La Haruno tuvo que pasar por una de la plaza donde ya las personas se habían enterado de la fuga del Uchiha de prisión, la pérdida de control del contenedor del Kyubi causante de lo ocurrido en la noche, la búsqueda del cuerpo del jinchuriki y la desaparición de unos menores a cargo de la  familia Haruno siendo la comidilla de los chismes y noticias de la villa.

Sakura había pasado la plaza cuando escuchó como alguien la llamaba, se detuvo para permitir que la persona se acercara, hasta que esta llegó a su lado.

– ¿Cómo te encuentras, Sakura?. – Preguntó Tenten que sonrió a la pequeña Miki que ocultó su rostro en el pecho de su madre.

– ¿Y qué más da él cómo me encuentre?. Eso no cambia nada, ¿verdad?. Ha vuelto a suceder, ¿no has escuchado la gente hablar?, ¡TODOS LO SABEN!. – Gritó lo último Sakura comenzando a derramar lágrimas de frustración.

– Sakura… – Pronunció apesadumbrada Tenten.

– Soy una inútil, yo… yo no sirvo como ninja… siempre lo he sabido pero… no he querido aceptarlo pensando que… era capaz. Sin embargo, tan sólo… he conseguido que ocurran cosas malas… – Sakura sorbió por su nariz antes de continuar.– No conseguí que… Sasuke-kun se quedase en Konoha… no logré impedir que Naruto fuese…raptado por Sasuke-kun… No pude cumplir con la simple tarea de cuidar bien a unos niños… y, ahora, ellos pueden estar solos y asustados… en un lugar que no conocen… Ni siquiera fui a ver a Sasuke-kun…a la cárcel y decirle todo lo que…quería gritarle a la cara…y tampoco fui a ver a Naruto… Y mi oportunidad se ha ido… ellos vuelven a estar desaparecidos… – Sakura volvió a sorber por su nariz mientras sentía como Tenten la abrazaba, sin llegar a aplastar a Miki, sabiendo que el daño dejado por los dos chicos de su equipo volvía a dañarla. – Tenten…yo sólo me conformé con lo…que Ino me contaba…de Naruto… Soy tan cobarde… tan mala compañera… – Sollozó la chica mientras sus piernas cedían a su peso y caí al suelo, aferrando a su hija en sus brazos, pero siendo acompañada por el abrazo de Tenten que intentaba confortarla.

– Sakura, has hecho lo que has podido y nadie te está culpando por no poder ir a verlos, a enfrentarlos. Tú eres la única que debes de elegir ese momento y aún no estabas preparada para ello. Es cierto que no sabemos donde están pero lo encontraremos pero lo encontraremos y podrás hacerles frentes. No debes culparte porque no tienes ninguna culpa. – Intentó consolar a la de ojos verdes Tenten. – Vamos, te acompaño a tu casa. – Ofreció mientras ayudaba a la otra mujer a volver a ponerse en pie.

– Yo… – Murmuró la de ojos verdes mientras sorbía por la nariz.

– Sakura, tú no eres alguien inútil. – Comenzó a hablar Tenten después de que la chica se calmara un poco mientras caminaban hacia la casa de Sakura. – Eres una gran ninja médico y todos saben que superas con creces a Tsunade-sama. Tienes un familia que te quiere, no desprecies eso tan sólo por algunos acontecimientos que no podías hacer nada re, tú misma sabes que era inevitable. – Tenten miró a Sakura. – Yo creo que eres una mujer muy fuerte y aun no te has dado cuenta de ello pero.. Sakura ya es hora de que continúes tú camino sola, en que debes mirar al frente y vivir consciente de que tienes a una hija que te necesita y a un esposo que te quiere. No sigas culpándote por el pasado o sufriendo por algo que nadie pudo pensar que ocurriese.

– Tenten… – Pronunció la de cabello rosa dejando de sollozar para mirar al cielo y sonreír. – Gracias.

……

Kenta sintió un leve cosquilleo en la punta de su pequeña nariz y cuando abrió los ojos se encontró con unos enormes ojos de color rojo frente a los suyos. El niño asustado emitió un grito para comenzar a llorar mientras que la pequeña mariposa de colores rojos, naranjas y negros huía del lugar donde había decidido tomar un descanso.

Akira se despertó alertado por el grito y el sollozo del bebé pero se encontró en aquel lugar donde habían decidido dormir y viendo como una hermosa mariposa revoloteaba alejándose. Akira se acerco a su pequeño hermano y comenzó a acariciarle la cabeza y arrullarlo como había visto hacer en tantas ocasiones a su ka-san para que dejase de llorar.

Shinji también se despertó al igual que Amaya, que asustada y desorientada, se abrazó a Shinji en busca de protección.

– Ya, Kenta… la mariposa se fue… deja de llorar… – Le susurraba Akira al bebé.

– ¿Se asustó de una mariposa?. – Preguntó Shinji para ver como su hermano mayor asentía con la cabeza.

– ¡MAAPOSA! – Gritó Amaya señalando al colorido insecto.

Shinji miró hacia donde señalaba su hermana pero se asustó al ver como una sombra cruzó entre los árboles.

– Aniki, hay algo ahí. – Dijo asustado y señalando al exterior Shinji.

Akira miró, una vez Kenta había dejado de llorar, pero lo único que Akira vio fue las mariposas que revoloteaban en el exterior y los troncos de los árboles que formaban el bosque en el que se encontraban.

– No hay nada. – Aseguró Akira abandonando el escondite. – Vámonos, ahora que es de día, será más fácil encontrar a oto-san y ka-san.

– Sí. – Afirmó Shinji, aún temeroso de lo que había visto, siguiendo a su hermano mayor dejando atrás el escondrijo junto a sus otros dos hermanos.

Sin embargo, cuando los niños iban a dar un paso para avanzar, cayeron desde lo alto de los árboles un enorme perro blanco junto a un hombre con dos triángulos rojos en sus mejillas.

– Bien hecho Akamaru. Por fin los hemos encontrado. – Habló aquel desconocido acercándose a los niños que se habían abrazado entre sí debido al miedo que sintieron ante aquel hombre de aspecto salvaje y fiero.

……

Naruto tenía apretados con fuerzas sus párpados y sus puños mientras decía multitud de improperios debido a lo que estaba ocurriendo con sus hijos.

– ¡Ellos no tienen autoridad!. – Estalló Naruto.

– Perdona que te diga y lo siento mucho si te molesta pero el hokage si tiene toda la autoridad sobre vuestros hijos para hacer lo que cree que es mejor para ellos. Después de todo, tú estabas lo suficientemente sedado, enfermo y destinado a morir a causa del sello de Madara. Sin recordar que cuando despertaste, intentaste atacar a Tsunade, tus pocas oportunidades de obtener a vuestros hijos son, prácticamente, nulas. – Le recordó Karin. – Aunque puede que haya una posibilidad para que recuperes a los niños pero eso implica el creer en los milagros. La realidad que va a ser muy complicado el creerse que un hombre pueda gestar de la nada, hay que mostrar pruebas pero no evitará que haya peligro al hacerlo.

– Ella tiene razón Naruto, nadie me cree, aun y cuando les he dicho la verdad. Ellos sólo están dispuestos a que revele un plan que no creado. – Habló Sasuke apretando el pantalón que Karin le había traído pero eso no conseguía erradicar la impotencia que sentía en su interior. – No me han dado ninguna oportunidad… – Confesó Sasuke comenzando a derramar lágrimas de furia cuando los brazos de Naruto lo atrajeron hacia él en un abrazo para besarle la mejilla, acto que sonrojó a la chica por la escasa familiaridad de que dos hombres mostrasen cariño más allá de la amistad.

– Pues si no te quieren creer a ti, me tendrán que oír a mí y, de todas maneras, pienso ir a por nuestros hijos. Los traeré a la fuerza si es necesario para que sigan a nuestro lado. – Declaró Naruto.

– ¡Pero eso podría provocar cualquier cosa y Sasuke no se encuentra en condiciones de mantener una pelea!. – Exclamó la pelirroja escandalizada por lo que contenedor del kyubi afirmó.

– Lo sé. Por eso iré sólo y seré yo quien me enfrente a ellos. Tengo más de una técnica poderosa, dudo que alguien quiera enfrentarse a mí en estado consciente. Nadie va a  entrometerse en mi camino. – Sonrió el Uzumaki con prepotencia.

– Eres consciente de que hacer eso significa que le estas dando la espalda a la villa que te vio nacer y te convertiste en shinobi, ¿serás capaz de enfrentar a tus amigos y conocidos?. –Preguntó Karin mirando a los ojos directamente a Naruto.

– Ella tiene razón, Naruto. Tú luchaste mucho para que esta villa te reconociera y tu sueño siempre ha sido el convertirte en hokage. El enfrentarte a Konoha es renunciar a todo tu esfuerzo por demostrar tu valía e intentar lograr alcanzar tu sueño. – Murmuró el Uchiha.

– No importa, Sasuke. Mi sueño, realmente, era ser alguien reconocido y respetado, eso ya lo conseguí pero si ellos no pueden aceptar a mi familia, a las personas que más me importan, tampoco me importa el cómo me vean. – Naruto miró al chico que tenía entre sus brazos. – Tú y mis hijos son más importante que cualquier cosa que pueda desear y no importa si muero, si con ello os protejo, habrá valido la pena.

– No digas eso, Naruto. Yo no te voy a dejar ir sólo. – Habló con el seño fruncido y su rostro demasía inerte de emociones el Uchiha mientras se separaba del Uzumaki. – Yo también voy.

– ¿¡Qué…!? Pero tú no puedes arriesgarte tanto, Sasuke. Estas aun débil, sin mencionar que estas embarazado. ¡DILE ALGO, BAKA. NO DEJES QUE SE EXPONGA!. – Exigió Karin completamente escandalizada por lo dicho por Sasuke.

– Ya lo has decidido, ¿cierto?. – Inquirió Naruto escuchando uno de aquellos sonidos que emitía el de ojos negros mientras asentía con la cabeza. – Me lo imaginaba. Además, yo jamás he conseguido lo que logró Itachi, aun después de su muerte, convencerte. Sin embargo, ahora tendré que dar todo de mí porque no voy a dejar que nadie te toque ni un solo pelo. – Concluyó el Uzumaki.

Sasuke sonrió y se acercó al rubio para rodearle el cuello con sus blancos brazos, sintiendo como el de ojos azules lo cogía de la cintura y ambos chicos se fundieron en un fogoso beso, sin importarle el que hubiese alguien más en el lugar.

– Ambos sois unos inconscientes. – Murmuró la pelirroja agachando su cabeza con un sonrojo por lo que ambos chicos estaba haciendo.

Tanto Sasuke como Naruto terminaron el beso con la respiración agitada y una sonrisa en los labios.

 – Vamos, quiero estar junto a nuestros pequeños lo antes posible. Ya esos enanos han pasado mucho tiempo sin nosotros y es posible que hayan hecho alguna gamberrada, tenemos que ir darle un buen regaño después de decirle cuanto les queremos. – Comentó divertido el Uzumaki haciendo sonreír al Uchiha que asintió para coger la mano del de ojos azules.

– Karin, gracia por la ayuda. – Agradeció Sasuke para salir detrás de Naruto dejando a una pelirroja congelada en el suelo.

 Ambos chicos habían salido al exterior.

– Sasuke, te llevaré en mi espalda. No quiero que te esfuerces demasiado, recuerda que nuestro hijo crece en ti. – Recordó Naruto acuclillándose para que el moreno se subiese a su espalda y una vez el Uchiha se había subido, Naruto dio un gran salto para ir avanzando a toda velocidad mientras se concentraba para poder sentir los chakras de sus hijos.

Los irises del rubio se volvieron amarillas y su pupilas en una línea horizontal mientras que por encima de su parpado se coloreaba de rojo, indicando de que el de marquitas en las mejillas había adquirido la técnica del ermitaño.


Naruto consiguió captar muchos chakras conocidos pero cuando por fin dio con el de sus hijos, se sorprendió de que se encontraran en la torre hokage, a la cual se dirigió sin importarle el ser visto o no por los habitantes de la villa.

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