jueves, 2 de febrero de 2017

¡Cuídame! -Cap.8-


-Frustración de la añoranza.-

Habían pasado tres días en que el Uzumaki había sido traído a la villa y continuaba inconsciente en estado febril. Tsunade decidió ocuparse del estado de Naruto y acogiendo en su estudio médico como prioritario aquel extraño sello que el rubio poseía y el cual, era el causante de ese estado de inconsciencia y fiebre en el contenedor del kyubi pero lo más alarmante fue el descubrir que ese sello se estaba extendiendo por el cuerpo del chico devorándolo poco a poco su masivo chakra, dando como resultado que el portador del sello muriese.

La ex hokage no podía dejar de preguntarse él por qué Sasuke le pondría ese sello a Naruto mientras lo retenía a su lado, ¿es qué Sasuke se trataba de un cínico que pretendía disfrutar no sólo de mantener engañado al Uzumaki sino también de saborear como estaba muriendo lentamente frente a sus ojos? ¿Es qué no había ni siquiera un poco de compasión en el último Uchiha para hacerle eso a la única persona que creía en él y en poder devolverlo al camino de la luz?. Esa y muchas preguntas más se formaban en la cabeza de la Senju, mientras se desesperaba buscando una información para poder eliminar ese sello y teniendo la vaga esperanza de lograr que Naruto recuperase la memoria, ya que Sai le había informado sobre la amnesia que padecía el Uzumaki.

Tsunade e Ino se encontraba en la habitación en la que se estaba Naruto, el cual aun permanecía desnudo para facilitar sus revisiones y exploraciones médicas. También, tenía suero inyectado en vena, así como controles para conocer su pulso, tención arterial, etc.

Ino estaba terminando de pasar los últimos datos al expediente de Naruto mientras que Tsunade aplicaba un poco de chakra en los sellos del rubio y Naruto arrugó la frente y apretó sus parpados antes de abrir sus ojos repentinamente.

El Uzumaki al encontrarse en un lugar desconocido en compañía de aquellas personas que no conocía y sin ninguna delicadeza apartó las manos de la mujer que lo estaba tocando, sintiendo repulsión al tacto, mientras se incorporaba en el colchón descubriendo que se encontraba desnudo y tan sólo lo cubría una fina sábana que se perdió en el bruco movimiento.

– Naruto… – Susurró con alegría Tsunade al ver por fin conciente al rubio.

El contenedor del kyubi registró la habitación con sus orbes azules en busca del Uchiha pero Sasuke no se encontraba allí, tampoco sus hijos, sólo estaban aquellas dos personas que lo miraban con los ojos cristalizados en alegría y sorpresa.

– ¿Dónde estoy?. – Preguntó en voz baja el de ojos azules.

– Estas en casa, Naruto. – Habló la Senju. – ¿Cómo te sientes, Naruto? ¿Quieres algo de comer o un poco de agua?. – Preguntó intentando tocar al de marquitas pero este se apartó evitando el contacto. –Ino trae algo de comer. – Ordenó a la otra rubia que se fue velozmente a cumplir el mandado con una gran sonrisa en su rostro por ver que el paciente había despertado.

Naruto arrugó el ceño por las libertades que tenía aquella desconocida mujer con él, cuando no la conocía o por lo menos, ahora, que no era más que una persona anónima para él.

– ¿Dónde están?.– Exigió con voz demandante al mismo tiempo que se levantaba de la cama sin ninguna vergüenza mostrando su maduro cuerpo a los ojos de la ex hokage que no pudo evitar enrojecerse ante el atlético cuerpo bien proporcionado del Uzumaki.

– Naruto, tranquilízate y vuelve a la cama. Acabas de despertar de una fuerte fiebre y tus músculos están demasiado débiles para estar forzándolos de esa manera. – Pidió Tsunade recordando el estado tan delicado que poseía el rubio en la actualidad.

Naruto estaba preparado para atacar a Tsunade a medida que la de ojos caramelos se acercaba a él, cuando una sombra se lanzó sobre el rubio al percatarse de la intenciones del de ojos azules y lo inmovilizó dándole un fuerte golpe en el cuello que lo dejó inconsciente. Después se apartó del cuerpo bajo él y cogió al contenedor del kyubi en sus brazos para volver a dejarlo sobre la cama, en la que hasta hace poco sufría una elevada fiebre.

– Kakashi…– Murmuró la ex hokage.

–Tsunade-sama, recuerde que Naruto no es el mismo y por lo que nos ha contado Sai no sabe quién es. ¿Es qué no se percató que la miraba como a una enemiga? Estuvo a punto de atacarla sino llego a aparecer en este momento pudo haber sido herida o algo peor y estoy seguro que cuando llegase a recordar, Naruto no se perdonaría haber hecho eso. – Le recordó el Hatake a la voluptuosa mujer que comenzó a derramar lágrimas de tristeza por haberse dejado llevar por sus emociones y el cariño que le tenía al rubio.

– Esto no debe ser así… ese maldito Uchiha…– Tsunade apretó los puños con fuerza ante la mirada afligida que también tenía el actual hokage.

Después de ese suceso, Tsunade mantenía sedado a Naruto para imposibilitar un ataque a su persona o cualquiera del personal que estaba ayudando a restablecer al de ojos azules mientras continuaba haciéndole pruebas y buscando algún jutsú para poder destruir el sello que tenía el Uzumaki sin que afectara al sello del kyubi creado por el cuarto hokage.

……

Miki observaba a aquellos niños que desde hacía un mes sus padres habían traído a casa aunque al principio se sintió muy tímida y re huyente a causa de que no los conocía pero, rápidamente, consiguió la amistad de Amaya, la única niña de entre todos los rubitos. Incluso, les había pedido a sus padres que durmiera en su habitación, algo que no le fue permitido pero que no dejaba de insistir para que su amiguita fuera también su compañera de habitación.

Sin embargo, no fue lo mismo con Akira y Shinji. Ambos niños casi ni hablaban y siempre estaban juntos, era muy pocas las veces que jugaban con las niñas.

Shinji y Akira estaban llevando muy mal el estar separados de sus padres después de vivir el violento suceso antes de llegar a ese lugar, no podían dejar de añorarlos y desear el volver a estar juntos a sus progenitores como antaño. No obstante, de los dos rubitos, el que peor estaba llevando la situación en especial era Shinji, por las noches se despertaba llorando por las pesadillas que sufría a consecuencia de las bruscas escenas de cómo fueron arrancados de su hogar y regazo de sus padres, creando que el pequeño rubito se convirtiera en un chico taciturno y que sólo buscara apoyo en su hermano mayor porque sentía que era en el único en que podía confiar y llorar sus miedos. Era por ello, que en más de una ocasión iba hasta donde se encontraba su hermano mayor y le pedía dormir junto a él, en un intento de que las pesadillas dejaran de atormentarlo, y llorara mientras llamaba a sus padres en un vano intento de que lo escuchara y lo consolara.

Sakura había comenzado a encariñarse, en demasía, de los menores, hasta les había encontrado un parecido, no sólo de actitud sino también físico, del Uzumaki y del Uchiha e incluso, aún sabiendo que era imposible que los niños fueran hijos biológicos de Sasuke y Naruto, por la sencilla razón que los hombre no podían albergar hijos en sus cuerpos, muchos menos se capaz dos hombres el procrear, sin mencionar que cada vez que pensaba en que ellos dos pudieran mantener intimidad de esa forma le daban arcadas de lo repulsivo que le parecia.

Sakura, se comportaba muy amable con los niños, aunque los dos mayores eran distantes, y estaba demasiado encantada con el pequeño Kenta, que era un amor de bebé, que se la pasaba sonriendo y hasta había comenzado a llamarla oka-san, algo que la enternecía, agrandándole su instinto maternal, logrando que ocupara toda su atención el pequeño infante y achucharlo con amor para ver la gran sonrisa que mostraba.

Al contrario que su esposa, Sai miraba a aquellos niños que no parecían tener ningún tipo de jutsu en sus cuerpos y como se relacionaban con su hija, haciendo enfurecer al moreno porque pensaba que aquellos niños podían haber sido manipulados por el Uchiha con algún fin, pero al parecer eran pequeños inocentes que ahora se encontraban a salvo de aquel traidor e intentando no imaginar lo que podría haber cometido Sasuke con aquellos niños. Incluso, pensaba que el comportamiento de Akira y Shinji se debía al mal trato recibido por parte del poseedor del sharingan y no por haber sido arrancados tan violentamente de su entorno.

Aún Sai se irritaba al recordad lo que vio aquella noche en aquel lugar y como el Uchiha estaba utilizando al Uzumaki en su propio beneficio, haciendo algo bello y placentero en aquel acto en una imagen grotesca. Sin duda para Sai, Sasuke se había encargado de ir en contra de la naturaleza, volviendo en un acto violento y asqueroso el practicar el coito con otro hombre, engañándolo y aprovechándose de su ausencia de recuerdos para recrear sus perversiones con un fin que desconocía.

Tanto Sakura como Sai, llevaban su informe diario sobre los menores al hokage y por las estadísticas obtenidas, pronto deberían dejar su casa para buscar alguien que quisiera hacerse cargo y adoptara a los rubitos o, sencillamente, ingresarían a la Academia Ninja y se le ofrecería un pequeño lugar para dormir como a todo huérfano que permanecía en Konoha y estaba educándose para ser un shinobi más de la villa aunque la mujer de cabello color rosa deseaba quedarse, al menos, con el más pequeño de los rubitos y con el cual se había encariñado.

Ese día Sakura se acercó a su esposo y le pidió hablar a solas, a lo que no pudo negarse Sai, al ver como su hija jugaba y reía en compañía de aquellos niños para seguir a la de ojos verdes hasta su habitación.

– Sai, en este mes… – Sakura se mordió el labio inferior antes de comunicarle a su esposo lo que pensaba. – Sai, dentro de poco nuestra misión va a terminar y…

– Quieres que los adoptemos. – Agregó Sai sabiendo a donde quería llegar la de cabello color rosa.

– Sí. – Aceptó la de ojos verdes viendo como su marido se llevó su mano a la barbilla.

– Está bien pero, entonces, eso quiere decir que no deseas tener otro hijo conmigo.– Aceptó el moreno ya que siempre que hablaron de familia e hijos, ambos habían acordado que lo mejor sería tener dos hijos.

– ¡No seas baka! Si tú quieres podemos intentarlo y darle algún hermano a Miki.– Comentó coqueta Sakura acercándose a Sai para abrazarlo y besar sus labios con ternura. – Además, yo sé que no podemos hacernos cargos de todos pero al menos podríamos quedarnos con Kenta. – Argumento la de cabello color rosa apegando su cuerpo al del mayor.

– ¿Al bebé?. – Pregunto curioso el de ojos negros.

– Si, me he encariñado mucho con él, incluso me llama oka-san. – Afirmó Sakura. – Es cierto que Miki se lleva muy bien con la niña pero… creo que es mejor que nos quedemos con Kenta, es más pequeño y no va a recordar su pasado o los traumas que ha podido vivir.

–Tienes razón. Además de razonable pero Miki llorará mucho cuando se entere que se tendrá que separa de Amaya. – Recordó el más pálido.

– Ella comprenderá con el tiempo, Sai. – Murmuró la Haruno antes de envolver el cuello de su esposo para besar los finos y fríos labios de este.

……

La puerta de la celda se abrió para arrojar al chico de pelo negro con violencia al interior. El moreno trastabilló y cayó al suelo sintiendo su adolorido cuerpo golpearse contra la piedra del piso y sus lastimadas articulaciones crujieron en el impacto, por no haber conseguido retener el golpe.

Sasuke se levantó como pudo del suelo descubriendo que estaba cubriendo su estómago, después de haberse dado de bruces contra el suelo, a lo que no le prestó atención ya que había sido un movimiento de autoreflejo. Miró sus muñecas marcadas y heridas de los grilletes que los sujetaban mientras lo torturaban en las secciones de interrogatorio que lo extenuaban.

El Uchiha suspiró antes de dirigirse hacia la dura cama de su celda y, como siempre hacía, comenzó a recordar a sus pequeños y a Naruto. El poseedor del sharingan no dejaba de preguntarse cómo se encontraban y si lo recordaban o lo añoraban para acabar derramando alguna traicionera lágrima debido al dolor que sentía por no estar junto a las personas que amaba y el terror que lo invadía al pensar de que sus hijos los olvidaran o que Naruto no quisiera saber nada más de él era su tortura personal.

– Aquí tienes, traidor. – Dijo el ambu que pasó la bandeja sin cubiertos que contenía la porquería que le daban como comida.

El fuerte olor que desprendió la grasienta comida provocó que tuviese ganas de vomitar por lo que corrió hasta el váter y echó lo poco que contenía su estómago, quedándole el sabor de su propia bilis en el paladar y tuviese que sentarse en el suelo frente al escusado para descansar un poco.

Unos minutos más tarde se levantó y fue hasta el pequeño lavabo que tenía, para poder beber agua y asear su cuerpo, donde enjuagó su boca para deshacerse de aquel horrible sabor y lavarse el rostro sintiendo lo helado que estaba el agua.

Luego, el poseedor del sharingan miró aquella bandeja con la repugnante comida que más parecía una masa pringosa, de algo que debía suponer que se trataba de alimento, aunque estaba seguro que los únicos seres vivos que podrían degustar aquello con gula eran los insectos y las ratas.

Sasuke sujeto su nariz para que el desagradable olor no entrara nuevamente en sus pulmones y volvieran a provocarle vomitar. De esa manera, el Uchiha comenzó a comer con su mano libre aquella masilla que se adhería en su piel, como si contuviese algún tipo de pegamento, llevándolo a su boca y engullirlo con rapidez para no captar el aceitoso sabor.

El Uchiha dejó de tragar aquella bazofia cuando una voz conocida rompió el silencio.

– Nunca pensé que acabaras de esta forma, Sasuke. – Dijo arrastrando el nombre del moreno. – Ni siquiera, el mismo día que me heriste sin que te importara lo que sucediera, tan sólo para alcanzar tus objetivos.

– ¡Karin!. – Pronunció mirando a aquella mujer de pelo rojo que hacía muerta desde hacía mucho y aunque el poseedor del sharingan estaba sorprendido, su rostro no lo mostró su reacción.

– Todo este tiempo, desde el mismo día que me dejaste a mi suerte, me he estado preguntando el por qué. Después de todo, había hecho todo lo que me habías pedido y me abandonaste como algo sin importancia. Entonces lo comprendí, eres un egoísta. Jamás te preocupaste por ninguno de nosotros, Sasuke. Incluso, creí que era como debía ser, pues en teoría un ninja tan sólo es una herramienta que espera ser utilizada pero la realidad es otra porque antes de ser shinobi, somos humanos y por mucho que se intente o desee no se puede eliminar las emociones y sentimientos. – La pelirroja se acercó a los barrotes sin apartar la mirada del moreno. – Al menos, yo ya page mis pecados pero tú no vas a tener vida suficiente para poder sufragarlos. – Habló con dureza Karin.

Sasuke se había puesto en pie mostrando sus ropas rasgadas y sucias, mostrándole a la mujer que la estaba escuchando.

– Sabía que no me responderías pero, aun así, después de pensarlo mucho decidí venir para decirte cuanto quiero que esta villa que me ha dado mucho y estoy muy en deuda con ella. Así que no me inmutaré ante lo que te decidan hacer. – Dijo la pelirroja dejando clara su postura.

– Se que no tengo derecho a recibir el perdón de tu parte pero, al menos, podrías decirme cómo se encuentra Naruto y los niños. – Pidió Sasuke tragándose su orgullo para tener algo de información de sus personas queridas.

– ¿Estas suplicando?. – Se mofó la mujer de gafas sin ver los ojos del moreno. – ¿Y por qué debería decirte?. – Preguntó cruzándose de brazos.

Sasuke no respondió pero apretó sus puños y giró su rostro a un lado.

– Está bien, se cómo eres y tan sólo te diré que se encuentran mejor que tú y todo lo que hayas hecho bueno o malo se borrará de sus memorias, al fin y al cabo, tan sólo eres un criminal que fue capaz de asesinar a su propio hermano. – Escupió con rencor la de ojos escarlata.

Sasuke se llevó sus brazos al vientre para envolverlo porque las crueles palabras de Karin golpearon en él agrandando su temor a ser rechazado por las personas que amaba.

– Pero no sólo vine a este lugar para encararte todas tus faltas porque créeme que no hubiese aparecido por aquí para verte, después de todo, eso debes de saberlo. – La mujer suspiró y cerró los ojos con fuerza para abrirlos con lentitud y ver al hombre que en alguna ocasión creyó que se trataba de un ser perfecto para, ahora, ser la misma imagen de la debilidad. – Estoy en el equipo compuesto por Tsunade-sama para encontrar una cura que elimine el doble sello que le has puesto ya que el tercero que había, ha terminado de desaparecer cuando aplicamos un jutsu de ralentización celular.

– Yo no le puse ese sello. Al menos, el enorme que crece por el cuerpo de Naruto, solo intenté ayudar a que el sello dejara de expandirse en él. – Aclaró Sasuke con la voz compungida por las duras palabras de la chica. – Fue Madara quien se lo puso.

– ¿Y pretendes qué me crea eso? Ese  rubio ha estado contigo todo este tiempo. – Exigió Karin.

– Es la verdad, ya les he contado todo a los ninjas que me torturan cada día preguntándome lo mismo. – Insistió el dueño del sharingan. – Antes de que Madara cayera muerto, después de un duro combate, hizo su técnica final, en un intento de deshacerse de mí pero entonces, Naruto se interpuso recibiendo el jutsu en mi lugar. Luego, Madara cayó muerto al suelo y Naruto también se desplomó.

– Si suponemos que eso es cierto, ¿por qué te lo llevaste?. – Preguntó la pelirroja sin creerle ni una sola palabra al moreno. – Debería de haberlo traído a Konoha para que Tsunade-sama se hiciese cargo desde el principio.

– No había tiempo, Naruto estaba herido y no había tiempo que perder. El sello se estaba propagando con rapidez por todo su cuerpo, no tuve otra opción que aplicar un sello temporal pero eso no lo detuvo y necesitaba un lugar lejos de allí para poder aplicarle un sello más fuerte que lo contuviera. Así que decidí llevarlo conmigo antes de que fuese demasiado tarde ya que Konoha estaba demasiado lejos para llegar a tiempo y todo este tiempo he estado buscando un jutsu que detenga el sello que le puso Madara a Naruto.

– ¿Pretendes que me creas qué tuviste un resquicio de piedad cuando fuiste capaz de abandonar a tu propio equipo a su suerte, Sasuke?. – Ironizó la de ojos rojos.

– Comprendo que no me creas pero es la verdad. – Sasuke suspiró.

– ¡Vaya! Parece que comprendes pero no quieres colaborar y como veo que no me dirás la verdad, me voy. – La pelirroja se marchó dejando a Sasuke solo en el interior de su celda que fue hasta la dura cama donde se recostó y lloró. Lloró como no hacía desde hace mucho tiempo.

……

Naruto estaba demasiado sedado como venían haciéndolo desde hacía un mes, aquellas mujeres que veía entrar y salir de la habitación en la que se encontraba, mientras que hablaban de algo que no entendía, al mismo tiempo que le tomaban muestras o lo auscultaban. El Uzumaki a duras penas, podía hablar y le era imposible moverse por sí mismo, ya le era un gran esfuerzo abrir sus parpados para saber lo que ocurría a su alrededor y todo era por la fuerte dosis que le administraban de calmantes para evitar que las atacara mientras le hacía de cobaya humana.

El Uzumaki quería saber donde se encontraba Sasuke y sus hijos. El rubio quería saber cómo se encontraban pero ninguna de aquellas desconocidas parecía querer revelarle nada acerca de ellos y esto le frustraba.

– Eres patético, mocoso. – Se burló el kyubi viendo el cuerpo de Naruto flotando en las aguas de su celda.

Naruto cerró con fuerza sus ojos azules, intentando que las palabras del zorro no le afectaran.

– Pronto llegará nuestro fin y a ti sólo te preocupa ese maldito Uchiha. – Kyubi vio como su contenedor volvió a abrir sus ojos mientras en su rostro mostraba una adolorida mirada. – Deshaz el sello y déjame ser libre.

– Deja de insistir, kyubi. No voy a dejarte libre, tú y yo seguimos el mismo camino desde el día que te sellaron en mi cuerpo. – Afirmó Naruto dejándose mecer por las ondas del agua.

– ¡Maldito, no me condenes al igual que a ti!. – Rugió el zorro con furia provocando que las suaves ondas se convirtieran en olas que chocaban con fuerzas en las paredes y agitaban el cuerpo del Uzumaki.

La puerta abriéndose atrajo a la realidad al rubio para ver  a un hombre de rostro oculto y pelo plateado. Aquel hombre le provocó un extraño sentimiento y su mente tiró de su cuerpo, desvaneciéndose mientras su consciencia era llevada a lo más oculto de su mente.

+_+_+_Flash back +_+_+_

Naruto de doce años corría hacia su lugar dejando un borrador trabado en la puerta del aula en la que se encontraba con dos personas más.

– Yo me desentiendo de lo que estás haciendo, Naruto. – Regañó la chica de cabello color rosa.

– ¿Crees que un jounin va a caer en una estúpida trampa?. – Inquirió Sasuke mirando al sonriente rubio, feliz por su jugarreta.

La puerta se abrió y el borrador de la pizarra cayó sobre la cabeza de aquel jounin de cabello plateado que sólo mostraba uno de sus ojos.

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Ahora se encontraban en lo que parecía ser una terraza y frente a Naruto estaba aquel extraño hombre de cabello plateado y a su lado estaba sentado Sasuke y, al lado del moreno, la chica de cabello color rosa.

– ¿Mmm…? Mi nombre es Kakashi Hatake y no voy a contaros mis gustos porque no es de vuestro interés y sobre los sueños para el futuro, pues… tengo muchas aficiones. – Se presentó el Hatake.

Naruto miró a sus compañeros tan aturdidos como el por la presentación.

– Sólo nos dijo su nombre. – Susurró Sakura.

– Bien, ahora os toca a ustedes. – Interrumpió Kakashi. – Empecemos por ti, rubito.

– Me llamo Naruto Uzumaki y adoro el ramen. Me encanta cuando Iruka-sansei me invita al ichiraku y odio el tener que esperar durante tres minutos para poder comerlo. – Hablaba muy eufórico Naruto. – Mi sueño de futuro es sobrepasar a los hokages y, entonces, me ganaré el reconocimiento de toda la gente de la villa.

– ¿Y tú?. – Preguntó esta vez el hombre de cabello plateado a Sasuke.

– Soy Sasuke Uchiha. Existen muchas cosas que no me gustan y muy pocas que me agraden. No voy a referirme con la palabra sueño porque sé que lo cumpliré y es resurgir a mi clan y matar a cierta persona. – Fueron las palabras del Uchiha.

– Vale. –Kakashi miró a la de ojos verdes. – Sólo quedas tú.

– Mi nombre es Sakura Haruno y lo que más me gusta… la persona que me gustas… – Decía mientras observaba a Sasuke completamente sonrojada. – Mi sueño para el futuro es… ¡AY…!. – Gritó mientras se removía en su lugar. – Y lo que odio es Naruto…

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Naruto se encontraba en un campo con Sasuke y Sakura y podía sentir su estómago removerse inquieto por el hambre. Cuando apareció Kakashi.

–¡Buenos días!. – Saludó el de cabello plateado.

– ¡LLEGAS TARDE!. – Gritaron Naruto y Sakura mientras que el Hatake dejaba un reloj sobre un tocón como única prueba de que allí había crecido un árbol.

– Esto tocará al mediodía y hasta ese tiempo deberéis intentar quitarme estos cascabeles, si es que queréis convertiros en verdaderos genins, ¿de acuerdo?. – Indicó el mayor.

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Naruto junto a Sakura, Sasuke y Kakashi, también iba un anciano que estaba bebiendo directamente de una botella mientras replicaba con Naruto que jamás llegaría a ser un Hokage.

De improviso dos figuras deformes y que el rubio estimó que se trataban de shinobis atacaron por la espalda a Kakashi dejándolo inmóvil al enrollarlo con una cadena.

Una de aquellas figuras emitió un ruido antes de que ambas tiraran de la cadena despedazando el cuerpo del Hatake.

– ¡KAKASHI-SENSEI!. – Gritó Naruto.

– Dos menos. – Escuchó claramente aquel susurro el Uzumaki a su espada.

Sin embargo, Sasuke se abalanzó lanzando kunais para desarmar a sus agresores y de paso salvar el pellejo de Naruto.

Sasuke cayó sobre la espalda de los dos shinobis que ahora podía ver Naruto y los cuales utilizaban mascaras de oxigeno. El Uchiha aprovechó su lugar para golpear a ambos enemigos.

Los ninjas enemigos soltaron la cadena que los inmovilizaban y uno se dirigió a atacar a Naruto que aun estaba en estado catatónico ante lo valiente que había sido su compañero de equipo por lo que su única reacción fue gritar ante el inminente ataque a su persona. Mientras que el otro fue directo a donde se encontraba el viejo pero Sakura se interpuso para que no dañaran al anciano.

– ¡Atrás señor!. – Ordenó la de cabello color rosa al anciano para protegerlo.

Sasuke también reaccionó ante el grito de Sakura y se posicionó frente a la de cabello color rosa para enfrentar al ninja enemigo pero de la nada apareció Kakashi derrotando con un simple golpe a los dos enemigos. Entonces, todos se dieron cuenta que el Hatake había utilizado la técnica de sustitución y lo que aquellos shinobis habían derrotado había sido un simple tronco de madera.

– Siento el retraso para ayudarte, Naruto pero no pensé que te quedaras paralizado. – Habló el de cabello plateado para girarse a hacia Sasuke y Sakura. – Buen trabajo, Sasuke.

El Uchiha miró a Naruto con prepotencia.

– ¿Estás bien, gatito asustadizo?. – Se burló con soberbia.

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Naruto escuchó un grito de un niño y cuando llegó al lugar de donde provenía se encontró con un chico mayor que él y la cara pintada de morado a su lado había una chica, también mayor que él con cuatro coletas y pelo rubio.

– ¡Suéltalo y déjalo tranquilo o sino te vas a enterar!. – Amenazó Naruto al de la cara maquillada que tenía agarrada a una figura distorsionada.

Pero detrás de aquellas palabras, Naruto no contó con ser estrangulado por la de cabello color rosa que le gritaba que se callara.

– Me pone enfermo los debiluchos como vosotros y cuando se ponen en plan heroico no sabes las ganas que me dan de patearle el trasero como en este momento, tengo ganas de hacer contigo. – Declaró el chico maquillado.

– A mí no me metas en esto, imbécil. – Advirtió en un suspiro la chica de las coletas.

– ¡DESGRACIADO, TE MACHACARÉ!. – Gritó Naruto.

– No me hagas reír y espera tu turno porque primero, aplastaré a este insecto.

Sin esperar a escuchar más insultos, Naruto se lanzó para atacar a aquel chico fanfarrón pero, antes de que Naruto llegase al encuentro del mayor, una piedra fue lanzada al brazo del matón que a causa del dolor dejó caer a aquel ser distorsionado.

– ¿Quien te crees qué eres para comportarte así en una villa que no es la tuya?. – Preguntó Sasuke desde lo alto de la rama de un árbol en la que estaba sentado con otra piedra en la mano.

– ¡SASUKE!. – Chilló eufórica Sakura.

– Parece que hay otro criajo para convertirlo en papilla. – Se burló el mayor mientras que el ser que tenía retenido había escapado y estaba emitiendo sonidos agudos a Naruto.

– No digas eso, a los tontos como ese no me llega ni a la suela de los talones. – Le decía Naruto a aquella pequeña figura distorsionada

– Idiota. – Respondió el Uchiha al chico maquillado.

– ¡ASÍ SE HACE, SASUKE-KUN!. – Aulló Sakura con corazones por ojos.

– Pues, ven aquí y demuéstrame lo fuerte que eres. – Provocó el chico maquillado. – No puedo ver a mocosos como tú. –

– No vayas a usar eso. – Habló la rubia viendo como su compañero dejaba en el suelo lo que llevaba cargando en su espalda.

– Ya basta, Kankuro. – Ordenó un pelirrojo con el kanji de amor tatuado en la frente y sus ojos delineados de negro que portaba una enorme calabaza. – Estas machando el nombre de nuestra villa con tus actos.

El misterioso chico apareció sin que nadie se percatara de su presencia hasta que habló.

– Ga...Gaara… no es lo que parece. – Intentaba excusarse el del rostro maquillado sorprendiendo a todos.

–Estoy harto de tu comportamiento. ¿Es qué se olvidó el por qué estamos aquí?. – Le recordó el pelirrojo.

El pelirrojo se giró para ver a Sasuke que estaba a su lado.

– Siento lo ocurrido. – Dijo antes de convertirse en arena y aparecer junto a los otros dos.


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