-Fin de la guerra.-
Se
escuchó un gran estruendo acompañado de un grito antes de que se formase una
nube de polvo en la zona.
La
gran polvorera fue disminuyendo hasta dejar visible a las personas que se
encontraban en aquel campo de batalla.
Madara
estaba al frente, ya sin su máscara mostrando su verdadero rostro, a pesar de haber pasado los años, seguía
siendo joven. De su boca salía un abundante río de sangre que no dejaba de
escurrir por su mandíbula y manchaba sus prendas e incluso, la tierra del suelo.
– ¡NARUTO!. – Gritó desgarradoramente Sasuke con sus ojos
clavados a las personas frente a él.
–
¡Je!. – Sonrió con esfuerzo el legendario Uchiha. – Puede que me traicionaras y
te aliaras en el último momento con todos esos para acabar conmigo pero, al
menos, he conseguido destruir el lazo que te mantenía estar vivo. – Se mofó sin
apartar los ojos de aquel muchacho que era el último descendiente del clan al que
ambos pertenecían. – Al menos, el kyubi se irá conmigo al infierno. – Terminó agotando
sus últimas fuerzas para que su cuerpo cayera muerto sobre el suelo.
Sasuke
no había prestado atención a las palabras de su antepasado, su atención estaba
en aquel tonto que se había interpuesto en un ataque que se dirigía directo a
acabar con su miserable vida.
El
último Uchiha podía ver claramente el hueco en el hombro izquierdo por el que
sangraba el rubio mientras la carne intentaba volver a formarse para tapar el enorme
agujero que lo atravesaba de un extremo a otro el cuerpo del joven que le había
salvado la vida, sin importar de que se tratase de un criminal buscado del
libro bingo por su traición a la villa que lo vio nacer.
Naruto
caía al polvoriento suelo ante la atenta mirada ónix del único espectador
presente en aquel lugar.
–
¡NARUTO!. – Gritó levantándose como pudo sin poder evitar trastrabillar sus
pasos, para salir corriendo hasta el rubio que estaba en el suelo. – ¡No te
mueras idiota!. – Pidió tomando su pulso intentando buscar que aun estaba vivo
consiguiendo encontrarlo muy débilmente. – No
dará tiempo a que lleguen los shinobis de Konoha. – Pensó Asiendo unos
símbolos e invocando un enorme halcón al que subió con el rubio en su espalda.
Sasuke
iba proporcionándole su propio chakra al contenedor del Kyubi para mantenerlo
con vida y dando gracias de que el difunto sannin de las serpientes le obligara
a estudiar todo tipos de jutsus, incluyendo los médicos, para aumentar sus
habilidades en combate.
El
moreno vio como por fin se cerraba aquel horrible hueco pero en la piel regenerada
del hombro del Uzumaki se formaba unos extraños dibujos negros, pudiendo
identificar las marcas como un sello.
Sasuke
apretó con fuerza la mandíbula a sabiendas que aquel sello era perteneciente de
su clan y de que le costaría encontrar algo que lo eliminara, sólo era capaz de
detener el que se expandiera por todo el cuerpo del chico para darle tiempo a
encontrar algo que pudiera hacer desaparecer esas marcas o, al menos, no le provocara
el objetivo de ese maldito sello, la muerte.
– ¿Por
qué tuviste que interponerte al ataque? Aún con todo lo que te he hecho y dicho.
Me salvaste arriesgando tu propia vida para salvar a alguien como yo, sólo he
sido un idiota por no darme cuenta de que me estaba manipulando hasta hace poco,
como lo hizo con Itachi. – Decía derramando numerosas lágrimas. – ¡ESTO NO
DEBERÍA SER ASÍ… Y LO SABES!. – Gritó al inconsciente chico sin dejar su tarea
de proporcionar atención médica. – No voy a dejar que mueras ¿me oyes?. ¡Tú no
puedes morir de esta manera! ¡Te lo ordeno! ¡No puedes morir por culpa de ese
maldito de Madara!. – Susurró con sus ojos oscuros abnegados en lágrimas sin
entender el por qué sentía un enorme dolor en su pecho que atravesaba su corazón
como una flecha ardiente.
……
El
grupo de ninjas formados por Kakashi, Sakura, Kiba, Neji junto a su prima
Hinata, Tenten, Lee, Sai y los dos hermanos del kazekage iban al encuentro de
la batalla donde una enorme nube de tierra se había formado y no parecía que
quisiera disiparse con rapidez.
Su
objetivo era encontrar a Naruto y evitar que Madara se lo llevara, el caso de
que lo venciera, pero, también, era el prestar su apoyo en combate para
derrotar al legendario Uchiha que había sido el causante de todo lo sucedido hasta
originar esa guerra egoísta.
–
Kakashi sensei, debemos darnos prisa en encontrarnos con Naruto, ese maldito de
Madara consiguió alejarlo a la primera oportunidad. – Decía la chica de pelo
color rosa apretando sus puños con fuerza por la ira de no haber podido seguir
al rubio a la misma velocidad para impedir que Madara consiguiera su objetivo y
matara a Naruto para apoderarse del Kyubi.
– Lo
sé, Sakura. – Habló con seriedad el de cabellos color plata mirando al frente
con su sharingan al descubierto. – Sólo
espero no haber llegado demasiado tarde porque si no es Madara quien acabe con
Naruto, será el mismo Sasuke quien tomará la oportunidad para zanjar la pelea
que tienen entre ellos. – Pensó para sí mismo el enmascarado, al mismo
tiempo, que apretaba sus puños con fuerza.
El
resto del grupo no dijo nada aunque el desasosiego también los carcomía por
dentro y continuaron saltando por las ramas de los árboles hasta llegar a aquel
lugar, en el que se había estado librando la última batalla de la guerra, donde
encontraron el cuerpo de Madara Uchiha en el suelo.
Con
cautela y recelo los shinobis se acercaron al cuerpo ensangrentado e inmóvil de
aquel hombre que había resurgido de las leyendas para causar una guerra.
Los Hyuugas
utilizaron su byakugan notando al instante de que aquella persona había agotado
toda su chakra y no presentaba signos vitales. En definitiva, estaba muerto.
– Está
muerto. – Confirmó la voz de Sakura que buscó el pulso del hombre y pudo
afirmarlo una vez lo comprobó.
– Sakura
apártate. – Indicó el mayor del grupo. – Será mejor incinerarlo para que nadie
intente algún jutsu prohibido o cualquier otra cosa con él. – Terminó señalando
el cadáver y recordando el jutsu de la resurrección que empleaba Kabuto.
Haruno
asintió con la cabeza y se apartó dejando que Hatake procediera a hacer los
sellos para que el cuerpo no fuese revivido y, finalmente, volvió a hacer otra
serie de sellos adecuados para lanzar una enorme bola de fuego que envolvió el
cuerpo en el suelo devorándolo poco a poco.
– Kakashi
sensei, no hay rastro de Naruto en la zona y su olor termina justo aquí, junto
al de Sasuke Uchiha. – Reveló Kiba junto a Akamaru que olfateaba el suelo.
– Hay
restos de que han utilizado algún tipo de jutsu. – Habló Neji confirmando las
sospechas de todos los presentes.
– ¿Te
refieres a un jutsu de transportación instantánea?. – Preguntó Kankuro mirando
al de ojos blancos.
– No
puedo confirmarlo pero ha sido algo que le ha permitido abandonar este lugar al
instante. – Afirmó el de pelo largo.
– No
es raro, anteriormente, en una de las
expediciones para buscar a Sasuke Uchiha ya había utilizado este tipo de
técnica. Salvo que ahora debe de haber ido más lejos y no unos cuantos
kilómetros, como puede ser la aldea más cercana, porque no consigo captar su
olor en el aire. – Afirmó el Inuzuka subiéndose a lomos de su enorme perro.
–
Pero…¿para que el Uchiha quiere a Naruto?. – Preguntó Temari mirando al sensei
del rubio sin entender el por qué Sasuke secuestró al Uzumaki. Ya que lo normal
hubiese sido matarlo y dejar su cuerpo abandonado ahí como el de Madara.
– No
tengo la menor idea, pero si está con él lo más probable es que Naruto… – Pero
el sensei de cabello plateado no pudo pronunciar aquella palabra que se le
atoraba en la garganta como una pelota de golf y, tampoco, podía admitir en su
cabeza que el impulsivo hijo de su sensei hubiese dejado el mundo de los vivos
a manos de la persona que pretendía ayudar porque si esto era así, sentía que
jamás podría perdonar a Sasuke siendo él mismo quien acabaría con la vida de
este como tuvo que haber hecho la última vez que lo vio frente a él.
– ¡No
diga eso Kakashi sensei! Él es muy fuerte, jamás se dejaría vencer de esa
forma. – Gritó la de cabello rosa con lágrimas que comenzaron a salir de sus ojos
verdes sintiendo como su corazón se encogía ante lo que insinuó Hatake porque
muy dentro de su corazón, aún se negaba a la idea de perder a alguno de ellos
dos.
Sakura
retrocedió hasta quedar su espalda pegada al pecho de Sai, quien sujeto a la
chica por los hombros, mirándola con curiosidad, pero Sai, tampoco, pasó por
alto la connotación que tenía las palabras de Kakashi, provocándoles miles de
emociones desconocidas para él. Sensaciones que no le agradaba sentir al chico
de piel extremadamente pálida.
Nadie
dijo nada más hasta que el cuerpo de Madara se convirtió en polvo, que el
viento se encargo de barrer, y regresaron de vuelta a Konoha para dar su
informe a la hokage.
Después
de todo, la alianza de los países shinobis con el país de los samuráis, ya
había terminado, al proclamarse acabada la guerra por los kages y pensando que
el raikage había conseguido destruir a Madara pero todos se habían equivocado
cuando se presentó nuevamente. Sólo había transcurrido un día de la declaración
de la derrota de los Uchiha y final de la batalla para encontrarlo haciendo
escándalo en Konoha y alejado al Uzumaki para capturarlo.
……
El
halcón había llevado a Sasuke hasta un saliente laboriosamente empedrado y
rodeado por un muro de piedra caliza de un metro de altura, el cual se
encontraba en el acantilado que separaba el País del Fuego del País del Arroz.
Sólo
estando sobre ese enorme saliente que parecía un enorme balcón con forma de
media circunferencia a gran escala, pues de la pared del acantilado al otro extremo,
en línea recta medía más de catorce metros.
Se podía
ver como había sido tallada una gran casa en el enorme risco, una parte descansaba
sobre el saliente, y junto a ella, había un manzano al lado de un naranjo que
indicaba una pequeña zona en la que se podía cultivar porque tenía tierra en la
que había crecido hierba y flores silvestres.
Era de
muy difícil acceso y la única posibilidades de poder llegar hasta allí, sería
utilizando el chakra para pegar sus pies a las resbaladizas paredes de roca blanca
o volar hasta el lugar. No era recomendado descender con cuerdas o en
paracaídas debido al fuerte viento que azotaba el estrecho canal que formaba
las paredes rocosas y el caer en las aguas del río no era una buena opción, pues
poseía una fuerte corriente que acababa en una enorme cascada.
Sasuke
se adentró a la casa con un Naruto inconsciente sobre su espalda, al menos,
había parado de sangra y curado unos pocos huesos rotos con el poco chakra que
tenía después de usar la mayoría de su energía en la batalla.
La
casa estaba cubierta de polvo debido a que no estaba habitada desde hace mucho
tiempo, no era de extrañar, porque se trataba de una antigua base secreta de
Orochimaru para despistar a los shinobis de Konoha que iban en su busca para
poder juzgarlo por sus crímenes.
El
Uchiha caminó hasta lo que parecía ser el cuarto principal donde había una
enorme cama dejando al rubio allí, luego, él acabó acostado a su lado con la
respiración acelerada debido al agotamiento de chakra y físico.
Sasuke
estiró su mano a aquella cara más pálida de lo habitual que estaba sudorosa. El
moreno vio como emitió un pequeño gruñido, al mismo tiempo, que Naruto arrugaba
su rostro al contacto del Uchiha.
Rápidamente
se levantó del colchón, abrió la chaqueta y con ayuda de un kunai rompió la
camisa del Uzumaki para ver aquellas marcas sobre el hombro de su compañero.
Sin
esperar a recuperar fuerzas, Sasuke activó su sharingan y chasqueó su lengua
con fastidio al ver como aquellas marcas intentaban expandirse por el cuerpo
del rubio, sin importar del sello que había puesto mientras viajaban en su
halcón, lo que indicaba que necesitaba un sello aún más fuerte ya que el
primero no le costaría ser anulado por el sello que realizó Madara.
Sasuke
mordió su dedo pulgar y dejar que la sangre manase de este para que cayera sobre
la piel de Naruto, justo donde las marcas nacían. Luego, con rapidez hizo unos
sellos para dibujar un círculo con su sangre sobre las marcas, después presionó
sus manos sobre el lugar que había hecho aquel círculo y una tenue luz blanca
salió de entre sus dedos, gastando su energía, el moreno cayó agotado a un lado
del rubio.
– Sas…
– Jadeó el rubio abriendo un poco sus azules ojos sin ver nada a su alrededor
mientras su cuerpo se convulsionaba ante la fiebre que le aquejaba el enorme
dolor que punzaba sobre su hombro donde
Madara lo había herido y donde el sello se marcaba como acero fundido a su
carne.
Naruto
estaba sudando mucho y no había parado de jadear en toda la noche debido a la
alta fiebre que estaba padeciendo. El rubio se movía en sueños y no dejaba de
arrugar su entrecejo y la frente a causa del dolor.
Sasuke
despertó escuchando los gemidos del Uzumaki. Al principio, el Uchiha no
reconoció el lugar en el que se encontraba y tampoco la procedencia de esos quejidos
cerca suyo hasta que giró su cabeza encontrándose al contenedor del Kyubi.
El
último Uchiha no pudo evitar sorprenderse pero antes de que pudiera tan sólo
tirar de la cama al rubio, todo lo sucedido el día anterior pasó por su mente
como un rayo deslumbrante. Aun con algo de recelo en su interior, el moreno se
sentó sobre el colchón y miró el torso desnudo del de marcas en las mejillas,
no entendió porque se sonrojo al detenerse en ver aquel formado cuerpo que hace
años que no contemplaba.
Naruto
ya no era aquel chico de 12 años que el conoció cuando entraron al equipo 7. El
rubio no sólo había crecido sino que también había cambiado y no tan sólo
físicamente porque, estaba seguro, que todo ese tiempo el rubio había madurado
pero que esperaba no hubiese cambiado ese carácter alegre que tanto lo
caracterizaba.
Sasuke
acarició con el rostro del Uzumaki mientras le apartaba algunos mechones de
pelo dorado de la frente.
El
Uchiha corrió hasta el baño y cogió uno pequeño balde*, el cual llenó con agua.
Por suerte la casa al estar construida en la roca contaba con su propio
afluente de agua, tanto fría como caliente.
Sasuke
volvió junto a Naruto y mientras desgarraba un poco de tela de su propia ropa
para utilizar de compresa después de haberla mojado en el agua y ponerla sobre
la sudorosa frente de Naruto.
Sasuke
hizo un clon que atendiera al rubio mientras que el había decidido buscar algo
de comer y limpiar aquella casa.
……
Tsunade
tomaba su catorceava botella de sake y no apartaba su castaña mirada de la ventana
después de escuchar el informe de Kakashi junto al de los dos hermanos del katzekage.
La
rubia no dejaba de suspirar mientras esperaba al equipo de búsqueda que envió
para traer al Uzumaki aunque este estuviese muerto a causa de ese despreciable
Uchiha al que Naruto consideraba como un hermano y el cual, actualmente,
maldecía la hokage por haber arrebatado de su lado a la persona en la que había
volcado su confianza.
–
Tsunade-sama. – Llamó Shizune con Tonton en los brazos. – Estoy segura que
encontraran a Naruto-kun.
La
rubia dio otro suspiro antes de tomar lo último que le quedaba de sake en el
recipiente que tenía en su mano.
……
Había
pasado más de seis hora y, por fin, la fiebre que tenía Naruto había
descendido, ahora el chico de mejillas marcadas estaba durmiendo plácidamente.
Sasuke
estaba leyendo un pergamino, buscando alguna solución para eliminar la marca
que le había hecho Madara a Naruto. Sasuke estaba al lado de donde descansaba
su compañero y aunque, por el momento, estuviese controlado con el sello de
sangre que le hacía de barrera para que no acabara extendiéndose y consumiendo
a Naruto, sabía que no sería suficiente.
De
pronto, el Uchiha se percató de que el Uzumaki comenzaba a despertarse y dejó
el pergamino sobre la silla en la que estaba sentado para acercarse a la cama.
Por
fin se abrieron aquellos ojos azules y el rubio miró confundido el lugar para
sentarse sobré el colchón de la cama.
Cuando
Naruto vio a Sasuke le dedicó una mirada de recelo y, sin saber el por qué, el
Uchiha sintió una punzada dolorosa en su pecho.
–
¿Dónde estoy?. – Preguntó el Uzumaki sin dejar de observar la habitación.
– En
un lugar seguro, Naruto. – Respondió el moreno.
–
¿Quién eres tú?.
Ante
esa pregunta el dolor en el pecho en el de ojos negros se incrementó, sin saber
la respuesta, pero no iba a demostrar su malestar. Así que apretó sus puños y
miró fijamente al chico de ojos azules porque sabía que esa probabilidad
existía pero esperaba que no le ocurriese a Naruto. Al menos, había rezado a
Kami-sama para que el Uzumaki no sufriera ningún daño en su cuerpo pero al
parecer sus suplicas no fueron lo bastante fuerte porque ahora estaba amnésico.
– ¿De
verdad qué no me recuerdas, Naruto?. – Preguntó con su voz entrecortada para
ver como el muchacho negaba con su cabeza para soltar un suspiro. – ¿Y no
recuerdas nada que pertenezca a tu vida? a… ¿tú pasado?
El
rubio se rascó la cabeza y cerró los ojos antes de hablar.
–
Recuerdo que sé hacer jutsus como la invocación de los sapos o el rasengan y
que tengo al kyubi sellado en mi interior.
– ¿No
puedes recordar a tus amigos o personas que han intervenido en tu vida?. –
Preguntó Sasuke con tristeza porque el rubio había olvidado su infancia y los
recuerdos del equipo 7, donde estaba él.
Naruto
intentó recordar a alguien después de escuchar esa pregunta pero no era capaz
de ver el rostro de alguna persona en particular. Podía oír voces y recrear
escenas pero no llegó a escuchar el nombre de esas personas o reconocerlas,
sólo consiguió un enorme dolor de cabeza.
–
¡Ah..! – Se quejó Naruto captando toda la atención de Sasuke y cambiar su
rostro de angustia por uno de preocupación.
– ¿Qué
te ocurre?.
– Me
duele mucho la cabeza, intenté recordar a alguien pero no fui capaz de hacerlo…
las voces o las personas que me hablaban en esos recuerdos… no podía ver sus
caras.
Sasuke
se sorprendió ante tal revelación.
– No
te preocupes, acabas de despertar y no te debes esforzar mucho después de todo,
has tenido una fiebre muy alta.
– Pero
tú parecías muy triste por no recordarte. – Comentó Naruto dejando que Sasuke
lo recostara en la cama.
– No
te preocupes por ello, Naruto. Ahora lo importante es que te recuperes.
Sasuke
iba a retirarse para dejarlo descansar en la habitación cuando fue detenido por
el Uzumaki, quien le había cogido del antebrazo.
– Al
menos, dime quien eres.
Sasuke
sonrió antes de responder.
– Soy
Sasuke Uchiha, un amigo. Ahora, ¿me dejarás traerte algo de comer?.
Naruto
sonrió dejando al poseedor del Sharingan libre para que pudiese salir de la
alcoba.
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