- Lágrimas.-
Sasuke
por fin ya se podía levantar de su cama con total tranquilidad, pues el dolor
procedente de su trasero ya no estaba y aunque no recordaba muy bien lo
ocurrido después de haber abandonado los negocios de los Sabaku el día de su
matrimonio para haber tenido ese dolor
molesto en su retaguardia, él se sentía agradecido de los cuidados que le había
otorgado Naruto.
Sasuke
había dudado hasta el último instante de su casamiento sobre sus sentimientos o
si hacía bien al matrimoniarse con el hombre pero Naruto esos días, al igual
que en el pasado, le había mostrado su dedicación y buenos intenciones hacia
él. Además, por haberse quedado a su lado cuidándolo, Naruto había perdido el
trabajo en la carpintería en la que trabajaba y por ello, había arreglado lo
que parecía ser especie de viejo granero
que tenía incluida la casa en la que pasaría el resto de su vida para
convertirlo en un taller de carpintería e intentar vender los muebles, ventanas
o puertas que construía con gran perspicacia.
Sin
embargo, el día anterior Sasuke le había pedido a Naruto que esa mañana lo
llevase hasta donde había estado su antiguo hogar y Naruto había aceptado al
percibir el tono de voz de su esposo, el cual le hacía notar que ese sitio
debía de ser importante para Sasuke y era todo lo que necesitaba Naruto para
ceder a la petición de su cónyuge.
Naruto
ajustó a Kyubi a la carreta en la que partirían hasta donde, en su momento se
levantaba, el esplendoroso palacio del marquesado de Sharingan. También, había
equipado el vehículo con algunos objetos que podría serles de necesidad en el
camino y Sasuke estaba preparando una cesta con comida.
Naruto
entró a la cocina para observar como su esposo terminaba de guardar en el cesto
un pan recién hecho cortado a la mitad para cerrar la tapa del cesto.
–
Debes de llevar algo de abrigo, la mañana esta fría. – Aconsejó Naruto
acercándose al doncel para coger la pesada cesta.
–
Naruto… – Pronunció en voz baja Sasuke pero antes de continuar su frase se
cortó a sí mismo.
–
¿Quieres algo más, Sasuke?. – Preguntó a su esposo pero Sasuke negó con su
cabeza. – Bien, ve a buscar con que cubrirte de este frío porque ya Kyubi está
preparado para partir. – Terminó de informarle Naruto.
Sasuke
vio como Naruto salía de la cocina para ir al patio delantero donde estaba la
carreta con Kyubi.
–
Gracias, Naruto. – Susurró el doncel antes de subir a la habitación y buscar en
el armario un pañoleta* de lana con el que cubrirse. Después se dirigió hacia
donde su marido lo esperaba.
Naruto
al oír cerrarse la puerta de la casa se giró para ver a Sasuke y sonreírle
antes de ayudarle a subir al interior de la carreta.
Cuando
el doncel se sentó, Naruto cogió las riendas del caballo y lo condujo al
exterior de la casa para luego, cerrar la puerta principal y con un grácil
salto subió a la carreta para ocupar el asiento del cochero y azuzar al corcel
para que comenzase a caminar hacia las afueras de la ciudad.
Pronto
el matrimonio dejó la ciudad y se internó en los caminos de tierra bordeados de
la pradera y algunos campos de cultivo.
Naruto
miró al cielo para observar las nubes grises que correteaban por la bóveda
celeste a causa del frío viento y que pronosticaban lluvia. Luego, miró a la
parte de atrás de la carreta donde Sasuke estaba sentado mirando hacia la
derecha donde estaba el bosque.
– Es
la primera vez que salimos de la ciudad juntos. – Interrumpió el silencio
Naruto. – Me hubiera gustado haber podido traerte por estos lares cuando te
estaba cortejando pero la señora Karura no lo hubiese permitido. Creo que temía
de mis actos porque nunca ha confiado en mí aunque no culpo sus prejuicios, yo
también haría lo mismo.
– Me
hubiese gustado haber venido. – Murmuró un poco sonrojado Sasuke. – Pero no era
apropiado.
–
Puede que no fuese lo conveniente pero me hubiese agradado tener un día, tan
solo un día, en el que pudiera tener la libertad de hablarte. – Confesó Naruto
antes de encogerse de hombros. – Ahora, eso da igual. Te has casado conmigo y
debería de tener libertad de palabra contigo pero en estos días… no he tenido
mucho tiempo para atenderte de la manera que quisiera. Tampoco para hablar lo
ocurrido en la noche en la que nos esposamos, estoy siendo un pésimo marido
para ti.
– Yo
no… – Intentó hablar Sasuke.
– No
me contradigas en esto, Sasuke. Sé que todo lo ocurrido no ha sido de la forma
adecuada pero ha pasado y no he podido evitarlo. – Interrumpió Naruto. – Eres
mi esposo, el doncel al que amo y el que quiero que sea la madre de mis hijos
pero hasta ahora no te he mostrado más que rudeza y descomplacencia hacia ti. –
Naruto apretó las riendas que sujetaba. – Me siento mal por ello y que he
fracasado desde el inició en que tomé tu mano como mi esposo por no poder
protegerte.
–
Naruto, no entiendo tus palabras. – Habló Sasuke mientras se levantaba del
asiento para sentarse en el asiento que quedaba a la espalda de Naruto. – Tú te
has preocupado por mí y aunque sé que no nos conocimos en condiciones más
apropiadas me has ayudado. – Sasuke apretó la tela de su pañoleta. – A parte de
Itachi, no había nadie más que se inquietase por mí pero tú, no solo me
ayudaste cuando no sabías ni mi nombre sino que buscaste un lugar en el que
pudieran hacerse cargo de mí. – Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de
Sasuke. – Durante el tiempo en que te ausentaste, no dejaba de pensar en ti
porque quería agradecerte todas las molestias que te tomaste por mi causa y
cuando Gaara me contó de que estabas en la ciudad y que tenías sentimientos
puros hacia mí me sentí feliz por saber que yo podía gustar a alguien. Yo nunca
le he gustado a nadie salvo a madre, el abuelo decía que era un doncel con alma
de monje y padre, jamás me había hablado o había dicho mi nombre con afines de
compromiso. Incluso, la señorita Anko me dijo en una ocasión que no valía para
ser doncel a diferencia de mi hermano. Así, que cuando escuché las palabras de
Gaara me dio temor de que todo fuese una ilusión ya que no te había visto ni te
habías presentado ante mí para decirme nada.
–
Sasuke, lamento el que te enteraras de mis sentimiento por otra persona que no
fuera yo y si no tuve el valor en esa ocasión para decirte mi amor hacia ti fue
a causa de que creí que ya estabas siendo cortejado. Además, eres un doncel muy
hermoso como para que seas monje o pase desapercibido para los ojos de los hombres,
me siento muy honrado de saber que eres mi esposo y me aceptaras, a pesar de
que antes de contraer nupcias hayas estado dudando acerca de mí. – Naruto
detuvo la carreta y saltó al asiento donde Sasuke estaba sentado. – Desde el
mismo día que te vi quedé hechizado por ti.
–
Naruto…
– Por
favor, Sasuke, permite que te bese, permite que Dios sepa cuanto amor siento
por ti. – Murmuró Naruto acariciando la cara de Sasuke con sus manos
encallecidas.
Sasuke
miró a Naruto con su rostro sonrojado antes de asentir y sentir como los labios
de Naruto se pegaron a los suyos para comenzar a bailar con lentitud hasta que
la humedad de la lengua de Naruto le pedía entrar en la boca de Sasuke. El
doncel abrió con timidez su boca y la lengua de su marido entró para conquistar
aquel lugar, sin dejar un solo rincón sin saborear para que el beso se rompiese
con tanta lentitud como se había producido.
– Sé
que me amas aunque aún no te des cuenta de ello o temas aceptarlo, Sasuke, pero
seré un hombre paciente contigo y no te forzaré a nada que no desees. También,
quiero que me disculpes por no haberme percatado de que el día de nuestra boda
fuiste inducido por algún extraño brebaje, sin poder hacer nada para calmarte
más que llegar a someterte, no quiero que vuelva a pasar de esa manera y me
disculpo porque después de que te recuperases no haber podido prestarte toda
atención que requerías, Sasuke. – Se disculpó Naruto.
– No
tienes que disculparte, tú perdiste tu trabajo por cuidar de mí y tampoco, es
que yo supiera que mi cuerpo se iba a comportar de esa manera el día en que nos
casamos. – Dijo Sasuke apartando la mirada del rostro de Naruto.
– Eres
muy tierno, Sasuke, y me siento el hombre más afortunado por tenerte como mi
consorte. – Susurró Naruto antes de volver al asiento del cochero y continuar
el camino.
El
matrimonio continuó el camino en silencio, al igual que la parada que hicieron
para almorzar y continuar con el viaje hasta que llegaron al lugar en el que
solo quedaban ruinas de lo que en el pasado había sido una edificación.
Naruto
ayudó a Sasuke a descender de la carreta para poder dirigirse a las ruinas pero
antes, Naruto había soltado al caballo para que se relajase después de estar
gran parte del día tirando de la carreta y al mismo tiempo, Sasuke estaba cortando
las florecillas silvestres que había alrededor de viejo camino.
Naruto
miró, nuevamente, hacía la bóveda celeste donde las nubes sueltas, ahora, se
estaban acumulando indicando que pronto comenzaría a llover pero su atención
del clima fue interrumpido cuando sintió los pasos de su esposo dirigirse hacia
el interior del montón de ruinas.
Sasuke
no pudo sentir como sus ojos se humedecían recordando el rostro de cada persona
que habitaba allí, recordando lo bello que había sido aquel montón de escombros
que estaban siendo devorados por la hierba, recordando a la imagen del rostro
de sus familiares y recordando el último día que pasó en aquel lugar después de
haber sido sucumbido por las llamas.
Sasuke
camino mordiéndose el labio inferior hasta donde estaba los restos de la
escalera de entrada al interior del palacio y allí dejó el pequeño ramo de
flores silvestre que había hecho.
Naruto
miró a su consorte desde el lugar en el que debía estar un enorme pórtico para
acceder al palacio y vio cada uno de los movimientos de Sasuke e intuyo que
necesitaba estar en soledad, así que lo esperó allí, recargando su espalda al
destruido muro que rodeaba el palacio.
Sasuke
miraba con melancolía y tristeza todo lo que quedaba de su hogar antes de
volver su vista al ramo de flores silvestre que comenzaron a salir volando a
causa del viento.
–
Madre, he vuelto para que sepáis que estoy bien, que me he casado con un buen
hombre aunque no lo parezca pero que cuidéis de Itachi. Él y yo ya no estamos juntos
como siempre os digo antes conciliar el sueño. Como me gustaría que estuvieseis
aquí, conmigo, madre. Como quisiera… que me dierais vuestra bendición a mi
matrimonio. Como me… hubiese gustado oír vuestra voz en estos días y compartir
mi felicidad… – Susurró Sasuke derramando algunas lágrimas para después de
girarse para ver a Naruto recargado sobre lo que quedaba de la muralla de
piedra que rodeaba el palacio. – También, me hubiese gustado que el abuelo
estuviera aquí y escuchar sus quejas por haberme casado con un hombre que en el
pasado fue un ladrón y ahora, un simple carpintero sin rasgo de nobleza en su
sangre, ni ser hijo de un burgués. – Comentó con una sonrisa Sasuke volviendo a
mirar las flores y comenzando a sentir como las gotas de lluvia comenzaban a
caer. – Me hubiera gustado saber si padre me hubiese hablado por haberme casado
con Naruto o, sencillamente, me hubiese mirado. – Farfulló el doncel para
acuclillarse y comenzar a volver a poner las flores que el viento había
separado del ramo junto a las demás. – No sé qué pasó aquella noche o por qué
Kakashi no quiere saber de Itachi o de mí, madre, pero no deseo que algo como
esa vez vuelva a ocurrir. Madre, padre, abuelo, tengo que irme pero cuidad de
mis hermanos. – Tras estas palabras Sasuke se levantó limpiándose la cara de
sus lágrimas mezcladas con el agua de lluvia para correr hacia donde estaba
Naruto.
El
matrimonio corrió hasta la carreta y Naruto ayudó a Sasuke a subir a la carreta
que también estaba empapada ya que no disponía de techo pero entonces, Sasuke observó
como Naruto cogía dos largos palos que tenía enganchado la carreta a los
extremos y los insertó en dos agujeros que habían a los lados del asiento del
cochero para luego, de la parte de atrás de la carreta, desplegar como un
abanico una cubierta que enganchó en los palos y a la vez creando un techo en
la carreta*.
Cuando
Naruto terminó de ajustar el techo saltó dentro de la carreta completamente
empapado para mirar a Sasuke que estaba mojado y temblando de frío.
–
Sasuke, estas empapado, será mejor que te quites esa ropa o te enfermeras. –
Habló Naruto mientras comenzaba a desnudarse sin ningún reparo frente a los
ojos de su esposo.
–
Estamos expuesto a que alguien nos veas y…
– No
te preocupes, Sasuke. Se puede notar por el estado del camino que por aquí hace
mucho tiempo que no viene nadie, así que nadie más te verá salvo yo y tampoco
podemos irnos porque Kyubi debe de estar en algún lugar cercano resguardándose
de la lluvia, por no contar que el agua formará lodazales en la carretera y
alguna de las ruedas de la carreta podría romperse. – Naruto miró a Sasuke. –
Vamos a tener que permanecer aquí un buen tiempo, aún y después de que cese la
lluvia para darle tiempo a la tierra a que absorba un poco del agua. – Terminó
de explicar Naruto para retirar la superficie donde reposa los traseros del
asiento de detrás del conductor para dejar ver que no era un simple asiento
sino también se trataba de un baúl camuflado.
– No
sabía que los asientos de las carretas fueran también lugares para guardar
objetos. – Comentó Sasuke viendo como Naruto sacaba una gruesa manta para
abrigarse.
– No
lo son pero construí esta carreta pensando en que no me gustaría en que
fuéramos asaltados por algún objeto de valor que podríamos esconder aquí. No
quiero que te pase nada nunca, Sasuke. – Aclaró Naruto.
Sasuke
asintió con la cabeza para comenzar a desnudarse con timidez debido a lo poco
acostumbrado que estaba a mostrar su cuerpo aunque fuera su esposo, aunque
Naruto lo hubiese cuidado después de su boda, Sasuke no le había permitido a
Naruto volver a mostrarle su cuerpo
aunque en las noches dormía abrazado a su esposo, Sasuke usaba camisón.
Cuando
Sasuke retiró su última prenda, Naruto abrió la manta y abrazó a Sasuke al
mismo tiempo que lo envolvía con la tela para luego, sentarse sobre el asiento.
– Me
gustaría volverá a la casa y dormir en la cama. – Murmuró Sasuke mirando el
agua caer desde el cielo. – Tengo frío.
– No
hemos sido afortunados por el clima. – Contestó Naruto abrazando para apegar
más a Sasuke a su cuerpo. – ¿Te sientes mejor?. – Preguntó pero su consorte no
contestó.
–
Naruto, siempre eres muy amable conmigo. – Farfulló Sasuke asiendo que brotara
una sonrisa en el rostro de su esposo. – Este lugar… este lugar era mi hogar.
Yo nací y crecí aquí.
– No
tienes que decírmelo, Sasuke, pude intuir que este sitio era importante para ti
cuando me pediste ayer que te trajera. – Le confesó.
– No,
no lo entiendes. Deja que te diga quién soy, eres mi esposo y sé que puedo
confiar en ti. Tienes derecho a saber, Naruto. – Exigió Sasuke pero al no oír
nada de parte de Naruto, continuó. – Mis padres eran los señores de este lugar,
padre y madre eran los marqueses de Sharingan, Sakumo y Mikoto. Aunque, también,
estaba el abuelo Madara. – Sasuke se abrazó con fuerza a su esposo mientras
recargaba su cabeza sobre el hombro de Naruto. – Aquella noche, desperté
sintiendo que no podía respirar y fue cuando vi que estaba todo en llamas,
corrí hasta la cama de mi hermano y lo desperté pero, a pesar de que queríamos
salir, la puerta estaba bloqueada por el fuego y el suelo pronto cedería por
las llamas, así que pensé que íbamos a morir esa noche. Sin embargo, a Itachi
se le ocurrió que podíamos salir por la ventana y fue por ahí por donde
escapamos, consiguiendo escapar a la muerte pero cuando nos marchamos de
palacio nos encontramos con un guardia muerto. – Sasuke cerró los ojos con
fuerzas. – Nos marchamos de palacio pero a la mañana siguiente cuando desperté
junto a mi hermano me entendimos que todo no había sido un sueño y mis padres
como el resto de personas que vivían en palacio habían muerto. Después de eso,
nos encaminamos a la ciudad pero nadie nos ayudó y mi hermano, Kakashi, no
quiere saber nada de Itachi o de mí.
–
Supongo que después de todo eso te conocí, ¿cierto?. – Naruto obtuvo como
respuesta un asentimiento de parte del doncel que estaba derramando lágrimas
debido a esos dolorosos recuerdos del pasado. – Escucha Sasuke, da igual que
ese hermano tuyo no quiera hacerse cargo de ti o que tu otro hermano no esté en
estos momentos contigo porque yo estoy a tu lado. Sé que no es lo mismo pero
tienes mi amor y seré tu escudo, tu espada y tu silla, seré todo lo que quieres
que sea porque tú eres mi vida. – Naruto besó la cabeza de Sasuke. – Puede que
yo no posea sangre azul como tú pero eso no importa porque quiero hacerte
feliz, protegerte y cuidarte como lo mereces, Sasuke.
–
Naruto, yo…
– No
digas nada, no es necesario más explicaciones en el día de hoy.
–
Gracias, Naruto. – Sasuke sintiendo como Naruto lo abrazaba con calidez.
Sasuke
esa tarde desahogó su tristeza mientras escuchaba el sonido de la lluvia y sin
darse cuenta, sucumbió al mundo de Morfeo en los cálidos brazos de su esposo.
Cuando
Sasuke despertó, se percató de que la lluvia había cesado y el sol estaba
saliendo de detrás de las montañas indicando que otro día comenzaba pero él se
sentía muy cómodo rodeado de los brazos de su marido. Así, que no quiso abrir
sus ojos pero el cantar de los pájaros impedía que volviese a retomar el sueño
y Sasuke se vio forzado a desperezarse.
Naruto
aún continuaba durmiendo, por lo que no notó como por primera vez, Sasuke lo
observaba y como por primera vez, el doncel se aventuró a tocar su cuerpo.
Con
lentitud, Sasuke apoyó una de sus manos sobre el torso de Naruto notando el
poco vello rubio y rizado que allí había, haciéndolo sonreír. Sasuke comenzó a
acariciar el pecho de Naruto hasta que se cansó de aquella sensación y
descendió su mano en una caricia hacia el vientre de su marido, notando las
abdominales bajo su palma, pero cuando la mano de Sasuke llegó al ombligo de
Naruto fue detenida por el propio Naruto.
–
Sasuke… – Susurró comenzando a abrir sus ojos azules para mirar al sonrojado
doncel.
– Lo
siento, yo… – Se estaba disculpando Sasuke.
– No
te disculpes, puedes tocar todo mi cuerpo si lo deseas. – Le afirmó con una
sonrisa. – Perdóname por haberte asustado y puedes continuar, me agrada sentir
la forma en que me tocas.
– No
fue mi intención. – Repitió Sasuke aún nervioso.
Naruto
sonrió y cogió la mano que el doncel había retirado y que escasos minutos antes
lo estaba acariciando para llevarla a su rostro.
Naruto
llevó juguetonamente la mano de Sasuke por todo su cuerpo para que notase las
diferencias que había entre ambos y los diferentes tactos que tenía su piel.
Sasuke
estaba sonrojado y con los ojos fuertemente apretados pero, al mismo tiempo,
estaba disfrutando de poder sentir con
su mano el cuerpo de su esposo.
Naruto
guió la mano de Sasuke por su cara donde fue besada por sus labios, luego la
llevó a su cuello y la hizo rotar hasta su pecho donde continuó bajando hasta
su vientre para terminar, obligando a Sasuke a que enredara su mano en su pene.
Sasuke
abrió los ojos al sentir como Naruto le había hecho tocar aquel vergonzoso
lugar y cuando intentó retirarla, Naruto no le permitió hacerlo.
–
¿Sasuke, te desagrada tocarme?. – Inquirió Naruto. – Quiero que te acostumbres
a mi cuerpo y ya te dije que puedo esperar pero si quieres tocarme así, está
bien. Eres mi esposo y puedes acariciar mi cuerpo cuanto quiera. – Tras estas
palabras Naruto dejó libre la mano de Sasuke pero este continuó con su mano
envolviendo el pene de Naruto.
– No
me desagradas, es solo que es diferente a mi cuerpo. – Se explicó Sasuke. – ¿No
te molesta que yo te toque?, ¿esto no es un pecado?.
– No
me molesta, Sasuke, y está bien si quieres hacerlo, soy tu marido. No creo que
a Dios le importe que tú puedas sentir mi cuerpo si algún día querrá brindarnos
hijos. – Intentó tranquilizar Naruto a Sasuke porque sabía lo beato que era el
doncel con respecto a los miedos sacramentales que infundía la iglesia pero que,
ahora, comprendía el por qué Sasuke tenía esas aprensiones.
Sasuke
pareció pensarlo un instante y después sonrió para seguir investigando el
cuerpo de su esposo, que sin querer hacerlo, lo estaba excitando con la forma
en que lo estaba tanteando. Cuando por fin Sasuke se dio por contento, Naruto
tenía un problema entre las piernas.
–
¿¡Naruto!? – Llamó Sasuke mientras señalaba el pene de su marido cuando se
percató de que este no solo estaba erguido sino que había crecido.
–
Tranquilo, no pasa nada, es normal que mi cuerpo actué así contigo. – Respondió
Naruto para levantarse del asiento de la carreta con la clara intención de irse
y poder masturbarse a placer con calma.
–
Espera, eso se ve doloroso y si yo soy el responsable quisiera saber si puedo
hacer algo para ayudarte. – Pidió el doncel sin poder apartar sus ojos de la
ingle de su compañero.
– Si
que podrías ayudarme pero aún no es el momento y debo arreglarlo solo. No
quiero lastimarte, Sasuke. – Acotó Naruto.
– No,
por favor, dime y yo te ayudo. – Insistió Sasuke.
–
Sasuke, para ayudarme tendrías que frotarme aquí. – Dijo Naruto cogiendo la
mano de Sasuke para enredarla en su miembro. – No creo que sea algo que desees
hacer.
Sasuke
asintió con la cabeza, con la cara completamente roja, y dejó marchar a su
esposo para que solucionase su problema.
Cuando
Naruto volvió traía a Kyubi consigo para volverle a ajustar a la carreta y
tirase de ella antes de vestirse mientras que Sasuke ya se había vestido. Una
vez Naruto se había vestido, emprendieron camino hasta su casa en la ciudad de
La Hoja y por el camino, Naruto iba hablando a Sasuke de trivialidades y deseos
de futuro.
Aclaración de los términos:
* Pañoleta:
Es un chal de tela gruesa.
* Lo
del techo de la carreta es como en los vehículos (convertibles), solo que es
manual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario