- Fuego.-
Sasuke se encontraba en una de las
sillas de hierro que rodeaban la mesa de piedra que estaba en el jardín de
palacio. En sus manos tenía un libro donde aparecían las bestias que habitaban
en la sabana del continente Ariatico y que estaba leyendo con curiosidad cada
página y se sorprendía como el autor explicaba con tanta emoción las
características de los animales salvajes que habitaban la desconocida sabana.
El doncel pasó la hoja sintiendo como
el papel se pegaba a sus dedos como si le sudaran las manos pero eso no era
posible, pues sabía que a él no le ocurría ese problema ni aunque se tratase
del día más caluroso del año, sin mencionar que su cuerpo no manifestaba de esa
manera el nerviosismo. Además, estaba en el jardín de su casa tranquilamente
leyendo un libro en un día agradable, sintiendo en su piel las caricias de la
suave brisa veraniega que mecía las violetas en una tenue danza.
Sasuke levantó la vista y entonces
recordó que se encontraba bajo una sombrilla blanca que aguantaba uno de los sirvientes
de la familia con firmeza para que los rayos solares no alcanzaran su nacarada
piel. Así, tuvo que inclinarse un poco para poder ver el astro rey que
extrañamente no lo cegó con su brillante luz pero que de pronto, se sintió
acalorado.
Un calor que fue aumentando en él,
provocando que su cuerpo comenzase a sudar descontroladamente como si el joven
estuviese practicando algún ejercicio físico.
El doncel volvió a esconderse bajo la
sobrilla y miró el libro en sus manos para percatarse que la tinta con la que
estaba escritas las letras y dibujadas la imagen estaba deformándose hasta
parecer agua de color negro que comenzó a deslizarse por las blancas páginas
del libro.
Horrorizado, Sasuke soltó el libro
dejando que callera al suelo donde una flamante llama rojiza apareció y lo
engulló con rapidez hasta que solo quedó las cenizas que el viento se encargó
de barrer.
Sasuke no apartó la vista del suelo
donde, hacía escasos minutos, estaba el libro hasta que escuchó una voz que no
reconoció lo estaba llamando. Por eso, el joven miró al frente, que era de
donde provenía la voz, y se dio cuenta de que se trataba de Itachi.
– Sasuke, madre te está llamando. – Le
informó con jovialidad.
Detrás de esas palabras, Sasuke se
levantó de la cama sin dignarse a decir nada a su hermano y fue cuando se
percató de que no se encontraba en el jardín sino en su alcoba, sentado sobre
su propia cama.
Sasuke salió de la habitación y se
encaminó por el pasillo que parecía más largo de lo habitual.
El joven comenzó a caminar pero sentía
a cada paso que daba como su temperatura corporal se elevaba, un calor que iba
aumentando raudamente y de pronto, se dio cuenta que le costaba respirar, se
estaba asfixiando. Por ello, se vio obligado a detenerse en su camino, cansado
y con la respiración agitada, tragando grandes bocanadas de aire para llevarlo
a sus pulmones.
Sasuke se llevó una mano al pecho donde
palpó un objeto en ese lugar y que no recordaba que tuviese. Su mirada fue
directa a encontrarse con ese objeto pero no había nada, solo estaba su pecho
desnudo, pues ahora él estaba dentro de la bañera llena de agua caliente y la
blanca espuma producida por el jabón.
El doncel, nuevamente, miró por un
momento sus manos cuando comenzó a sentir como la espuma de jabón formaba
burbujas que estallaban soltando un aroma muy fuerte. Cada vez las burbujas
eran más grandes y su crecimiento terminaba con una explosión que sonaba igual
que un chasquido.
Sasuke se cubrió el rostro con las
manos para que el jabón que esparcía las enormes burbujas al explotar no
entrara a sus ojos y también para menguar el fuerte olor que desprendían las
burbujas. Cuando Sasuke retiró sus manos de la cara y pudo captar que se
encontraba en un extraño lugar pero el calor había aumentado más y también, había
surgido un olor muy fuerte, que pudo reconocer como madera quemada.
Sasuke se giró sobre sí mismo para
darse cuenta que estaba solo, se disponía a llamar a sus padres o a sus
hermanos pero entonces, comenzó a caer estrepitosamente a un vacio de color rojo
y naranja.
Sasuke abrió sus ojos con brusquedad al
mismo tiempo que la mitad superior de su cuerpo se elevaba para quedar sentado
sobre su cama. Estaba sudando, con la respiración agitada y la boca seca.
Al parecer había tenido una pesadilla
pero no muy lejos de la realidad, cuando Sasuke miró hacia la puerta de su
habitación vio como esta ardía y el fuego iluminaba todo el cuarto.
El suelo de madera también estaba
quemándose y las llamas se encontraban consumiendo la alfombra que estaba bajo
la mesa, que pronto, también sería victima de las llamas.
El joven se levantó a toda prisa de su
lecho y corrió hasta la cama de su hermano, el cual estaba dormido y tosiendo a
causa del asfixiante humo negro que desprendía las flamas.
– ¡Itachi, despierta!. – Gritó mientras movía a su gemelo con brusquedad.
– ¿Qué pasa?. – La pregunta fue
formulada con voz adormecida.
– ¡Fuego!. – Gritó nuevamente señalando
las enormes llamas que estaban devorando la puerta, el suelo, los cuadros, la
alfombra y tapices. – Debemos apresurarnos en salir.
Itachi se levantó de su cama con
premura para dirigirse hacia la puerta en llamas del cuarto, en un intento de
poder encontrar un camino para abrirla y escapar de aquel lugar.
Sin embargo, era imposible acercarse a
la puerta, las llamas eran enormes y les impedía cualquier intento de poder
salir por allí.
– ¿Qué hacemos?. – Preguntó Sasuke
mirando su hermano a los ojos con la angustia reflejada en su rostro para
percibir como su gemelo miraba toda la habitación en busca de una salida.
– La ventana. – Dijo señalando la pared
donde se encontraban la única y gran ventana en su habitación.
– ¿No pretenderás saltar por ella?.
– No hay otra forma. – Respondió
mientras corría hasta la enorme ventana que abrió para examinar el exterior.
– Está muy alto, Itachi.– Afirmó Sasuke
que miraba hacia el suelo del patio adoquinado. – Es muy peligroso, si saltamos
desde esta distancia...
– Lo sé. – Interrumpió Itachi a su
hermano mientras se subía sobre el marco de la ventana. – Es mejor que
caminemos por el canal de desagüe hasta la columna para descender por ella
hasta llegar al suelo.
– ¡Pero si no hay donde agarrarse con
las manos! ¡Podríamos caer!. – Gritó alarmado Sasuke mirando la pared pulida de
piedra.
– Es un riesgo que habrá que afrontar
porque me niego a que el fuego sea el causante de mi muerte. – Puntualizó
Itachi con convicción. – Tan solo, hay que caminar con cuidado para no caer. –
Sugirió mientras depositaba todo su peso sobre el estrecho canal de piedra y
todo el cuerpo pegado a la pared por donde comenzó a avanzar despacio hacia la
columna.
Sasuke miró al interior de la
habitación en donde aún se encontraba y podía ver como el fuego devoraba el
suelo de madera y pronto llegaría hasta donde se encontraba, sin pensárselo más
tragó saliva y se subió al marco de la ventana para después subirse al canal de
desagüe e imitar a su hermano.
El canal era tan ancho como uno de sus
pies, por lo que les obligaba a estar pegados a la pared de piedra que no
contaban con algún lugar donde sujetarse, teniendo sus dedos extendidos en una
vana búsqueda de algún resquicio para asegurarse y no caer al vacío.
– ¡No mires abajo, Sasuke!. – Indicó
Itachi como si fuera capaz de poder girar su cabeza y mirar lo que su hermano
podría hacer.
– Es más fácil decirlo que hacerlo. –
Respondió Sasuke tragando saliva.
Cuando Itachi llegó la columna se
detuvo y miró el canal que era un poco más ancho en ese lugar y como debido a
esa columna que sobresalía un poco del
edificio hacía una esquina perfecta de un ángulo de 90º.
– Sasuke, este es el lugar por donde
debemos descender. – Informó mirando hacia abajo para ver cómo le era posible
descender de la manera más suave para facilitar la bajada. – Mira bien cómo voy
a bajar para que luego puedas hacerlo tú pero no tendrás que preocuparte mucho
porque intentaré aguantar agarrado a la columna para servirte de punto de
apoyo.
– Itachi... – Susurró Sasuke con
admiración y preocupación, pues sentía como la piedra comenzaba a calentarse a
causa del calor que emanaba las llamas.
Itachi no le dijo nada a su hermano
porque debía apresurarse.
Itachi comenzó a agacharse con
cuidadosa lentitud, sin despegar las manos de la liza pared, mientras su mente
no paraba de rezar para no caer y poder salir ileso.
Una vez estuvo en cuclillas, una posición
incómoda y poco recomendada para que fuese la idónea para estar en aquel lugar,
empezó a inclinar su cuerpo hacia delante hasta que sus manos tocaron el canal
que doblaba a causa de la columna y ciñó sus dedos con fuerza al pequeño canal.
Después, como le fue posible, fue dando cortos pasos hacia atrás hasta quedar
en una posición que parecía que estaba tumbado. Entonces, retiró uno de sus
pies del canal dejándolo en el vacio la mitad de su cuerpo.
Itachi tomó una gran bocanada de aire que
fue expulsando con lentitud antes de retirar el resto de su cuerpo de la
columna y apretar con más fuerza, si es que le era posible, las manos al canal.
El cuerpo de Itachi cayó al vacío hasta
que chocó con el muro. Las manos del doncel resbalaron un poco sobre la superficie
de piedra y arenilla del canal debido al peso del joven y a pesar del dolor que
sintió a causa del golpe, Itachi no soltó el
canal donde estaba agarrado.
Itachi comenzó a avanzar con las manos,
algo que requería mucho esfuerzo por su parte ya que su cuerpo no lo había
expuesto a ejercicios físicos pero el miedo a caer le alentó para continuar
moviéndose de aquella manera. El joven avanzó hasta que la delgada columna
podía ser abrazada por él. Luego, Itachi apretó con fuerza sus piernas a los
lados de la columna y cuando soltó el canal para apretar la columna fue, irremediablemente,
absorbido por la fuerza de la gravedad.
Itachi se deslizó hasta el suelo y en
el proceso de intentar frenar su descenso con sus manos había rasgado parte de
su camisón y despellejado los brazos, las palmas de las manos y la zona interna
de las piernas, simplemente sentía ardor en donde se había dañado pero no tenía
tiempo de quejarse ahora, su gemelo era quien iba a descender, si no lo hacía
deprisa la piedra acabaría tomando una temperatura demasiado elevada y cuando
Sasuke sintiese que se estaba quemando caería al vacio irremediablemente.
– ¡Sasuke, inténtalo tú y ten mucho
cuidado!
– ¡No puedo!. – Gritó sintiendo escozor
en los ojos. – Yo, no puedo.
– ¡No digas eso!. ¡Si yo he podido, tú
también puedes!. – Le animó.
– ¡No, no puedo!
Itachi miró a su alrededor y vio como
el jardín detrás de él estaba ardiendo al igual que el interior del palacio e
incluso, la caballeriza* donde seguramente los caballos habían perecido irremediablemente
y lo único que se vislumbraba una enorme hoguera.
El doncel no tenía nada a su alrededor
que pudiese ayudarlo y al parecer tampoco había nadie que pudiera auxiliarlo para
socorrer a Sasuke. Estaba solo y era consciente de que no podía dejar a su
hermano solo en aquella situación para buscar ayuda porque solo conseguiría que
el pánico fuera en aumento y su cuerpo acabara tan tensó que la parálisis que
padecía Sasuke fuera creciendo.
– ¡Sasuke, tú y yo somos gemelos,
recuerdas!. – Empezó a hablar Itachi sin saber lo que realmente estaba diciendo
porque solo deseaba que su hermano no se encontrará en tan peligrosa situación.
– ¡Tú eres igual a mí, tú también puedes hacerlo! ¡Yo te ayudaré desde donde
estoy!.
– ¡Eso no tiene nada que ver! ¡somos gemelos
pero también somos diferentes!.
– ¡Vamos, Sasuke! ¡Camina hasta la
columna y luego deslízate por ella! ¡yo te guío!.
– ¡Ya te he dicho que no puedo!. –
Gritó con desesperación e impotencia. – ¡Mi cuerpo no quiere moverse!.
Itachi chasqueó la lengua con fuerza,
tenía que ayudar a su hermano y no tenía la menor idea de cómo hacerlo.
– ¡Sasuke, recuerdas cuando madre nos
leía de niños la historia de Jack y las judías mágicas! ¡Recuerdas como planta
de judías creció hasta el cielo, donde estaba el castillo del gigante!. –
Simplemente hablaba mientras intentaba encontrar algo en medio de aquel
incendio que le fuera de ayuda y no hubiese visto en un principio a sabiendas
de que no encontraría nada. – ¡Recuerdas como Jack bajó por la planta a toda
prisa para que el gigante no lo atrapase! ¡Esto es como en ese cuento, si no
bajas de ahí por la columna, el gigante te atrapará!.
– ¡Sabes que esto no es lo mismo,
Itachi! ¡Si esto fuese la planta de judías tendría donde poder agarrarme y
grandes hojas que pareciesen escalones! ¡Aquí no hay nada!. – Gritó con
lágrimas descendiendo por sus mejillas. – ¡Vete!. ¡Sálvate tú!
– ¡Puede que no estés en la cima de la
planta de judías pero si hay un gigante que quiere alcanzarte! ¡tienes que
bajar!. – Respondió con enfado porque no se le ocurría nada inteligente con lo
que motivar a su gemelo a que se moviese. – ¡Sasuke, inténtalo!
– Itachi... – Murmuró.
– ¡Hazlo por madre para que no se ponga
triste!. – Itachi chillaba desesperado. – ¡Sasuke, no dejes que lo que dice
Kakashi sea cierto!. – Dijo de pronto para captar la atención de su gemelo. –
¡No te comportes como un niño mimado que no sabe valerse por si mismo!
Sasuke miró hacia abajo para buscar con
sus ojos a su gemelo, hasta que lo encontró.
– ¡Si bajas de ahí, si nos ve con vida,
podremos demostrarle que no somos unos cobardes!.
Sasuke recordó como su hermano mayor
suele llamarlos y como les molestaba a ellos ese apelativo que tanto usaba con
cierto tono burlesco.
– ¡Vamos Sasuke, camina hacia la
columna y yo te guio para que puedas bajar por la ella!. – Itachi seguía
intentado hacer caminar a su hermano. – ¡No me iré solo!, ¡eres mi hermano y no
quiero que mueras! ¡Vamos Sasuke, lucha por ti!.
Sasuke comenzó a moverse muy lentamente
por encima del estrecho canal de desagüe escuchando a su gemelo hablándole
desde el suelo del patio hasta llegar a la columna y aunque pareció una
eternidad para ambos hermanos, era lo más sencillo del proceso, ahora comenzaba
lo más difícil, el descenso.
– ¡Sasuke ten mucho cuidado al agacharte
y sujétate muy fuerte al canal!. – Le indicaba Itachi mirando con temor como su
hermano se posicionaba para poderse agarrar del canal. – ¡Y por lo que más
quieras, no te sueltes! ¡el peso de tu cuerpo intentará arrastrarte hacia
abajo, así que agárrate bien al canal!. – Indicaba presuroso. – ¡Sasuke,
intenta poner las piernas flexionadas, así el impacto contra la pared solo lo
sentirás en tus rodillas!.
Sasuke tomó aire antes de dejar que su
cuerpo precipitarse al vacio y sintió como el peso de su cuerpo tiró hacia
abajo, sus dedos fueron arrastrados por la superficie lisa de piedra y gravilla
suelta debido a la gravedad. Sintió como sus brazos se tensaron y dolieron
debido al fuerte tirón producido por su propio cuerpo, como sus huesos
crujieron pero él no se soltó aun y cuando algunas lagrimas rodaron por sus
mejillas a causa del dolor.
En el último segundo, Sasuke consiguió
flexionar sus piernas y sus rodillas junto a sus pies golpearon la pared con
fuerza, sintió el dolor y derramó más lágrimas pero había decidido que iba a
lograrlo, descendería por la columna sin morir en el proceso.
– ¿¡Estas bien!? – Escuchó preguntar a
su hermano desde el suelo.
– ¡S-Sí!
– ¡Ahora camina con tus manos y aunque
te duela los brazos no te sueltes! ¡Ve despacio hasta que estés frente a la
columna!.
Tal y como Itachi le había dicho,
Sasuke avanzó por la columna hasta estar al frente.
– ¡Sasuke apresa la columna con las
piernas con fuerza y cuando te sueltes del canal agárrate a la columna lo más
rápido que puedas porque te deslizaras pero más despacio!
– ¡De acuerdo!
Sasuke volvió a tomar aire pero esta
vez lo soltó con la misma rapidez que lo había tomado para hacer lo que su
hermano le había indicado y sintió como su cuerpo se precipitaba al suelo
cuando soltó el canal pero velozmente se agarró a la columna sintiendo como las
palmas de sus manos ardieron en el descenso.
Cuando Sasuke llegó al final su hermano
lo recibió con un abrazo apresurado y fuerte, prácticamente era un abrazo
necesitado en donde los dos lloraron por estar nuevamente juntos, por haber
sobrevivido y no haber caído desde una altura que solo auguraba muerte, por la
sensación que había dejado el miedo en el interior de sus cuerpos.
– Vámonos de aquí, debemos salir o
terminaremos asfixiándonos con este humo. – Habló Itachi con una sonrisa.
Sasuke asintió y se dirigieron la parte
delantera de palacio donde estaba la única salida.
En el camino, los hermanos tuvieron que
arreglárselas para que las ramas de los árboles que estaban siendo pasto de las
llamas no les cayera encima de ellos y buscaron caminos que le llevará a su
destino porque algunas paredes se habían derrumbado o el jardín besaba los
muros de palacio.
Cuando por fin, llegaron a su destino
los gemelos no paraban de toser debido al tóxico humo negro que desprendían el
fuego y con la respiración agitada debido al sentimiento de asfixia que les
propiciaba y no podían evitar el tragar aire a grandes bocanadas aunque este
estuviese mezclado con el humo.
Se detuvieron al ver a uno de los
guardas de palacio sentado sobre uno de los escalones de la entrada con la
espalda apoyada a la pared, estaba en una posición que indicaba con claridad
que estaba mirando hacia el interior del edificio.
Los gemelos no pudieron reprimir la
sonrisa en su rostro y corrieron hasta donde estaba el guardia con el único
pensamiento de saber si sus padres y el abuelo estaban bien, si los empleados
no habían perecidos y en especial, se había generado aquel incendio a esas
horas tan entrada la noche cuando lo único que continuaba encendido era el
fuego de la cocina donde hacían la comida, siendo toda la cocina de piedra.
Cuando ambos hermanos llegaron al
guarda con la respiración agitada creyeron que estaba demasiado centrado y no
pudo oír sus pasos, fue ese el motivo que impulsó a Itachi a caminar hasta el
guarda y tirar un poco de la ropa.
– Hemos tenido que salir por la
ventana… – Pero no terminó de hablar cuando el cuerpo de guardia los
interrumpió al deslizarse por la pared dejando un rastro fresco de sangre en la
muralla.
Los dos jóvenes aullaron al entender
que ese guarda estaba muerto, alguien lo había asesinado.
– ¡Esta muerto!. – Chilló Sasuke la
evidencia, ellos nunca habían tenido la ocasión de ver un cadáver y mucho menos
en esa circunstancia.
– No grites Sasuke. – Itachi había
tapado la boca de su hermano con una de sus manos. – Puede que la persona que
mató al guardia estén aún aquí. – Advirtió mientras liberaba la boca de su
hermano.
– Itachi… ¿qué podemos hacer?. –
Preguntó mirando a todos los lados con temor. – ¿Crees qué nos asesinará si
descubre que nosotros estamos vivos? ¿y qué
habrá pasado con padre, madre y el abuelo?
– No lo sé, Sasuke pero debemos irnos
de aquí antes de que nos descubran y terminemos como él. – Señaló el cadáver
del guardia. – Todo está en llamas no podemos hacer nada ya aquí. Si madre,
padre y el abuelo están con vida nos buscaran. – Indicó a su hermano antes de
coger su mano para salir a toda prisa de lo que quedaba de lo que hasta esa
noche había sido su casa.
Aclaración de los términos:
* Caballeriza:
El nombre que recibe los establos de caballo aunque actualmente solo se conocen
como establos.
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