domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -39-


-Regreso.-

La oscuridad aún imperaba y los gallos que avisaban la salida del sol, así como el nuevo día para que todas las personas comenzasen a despertar y empezasen a hacer sus quehaceres u obligaciones, aún no cantaban las aves de corral cuando él se levantó de su cálido lecho.

Caminó hasta el tocador donde habitualmente dejaba la jarra llena de agua dentro de la palangana en la que volcaba el cristalino líquido para lavarse la cara y desperezar sus holgazanes párpados antes de vestirse. Además, que también asearía las partes íntimas de su cuerpo como sus axilas ya que no tenía tiempo para prepararse un caliente baño antes de marcharse de allí pero que sin duda, tomaría a su regreso.

No le fue necesario buscar ropas limpias que ponerse para ese día en el interior de su gran armario, había dejado la vestimenta que estaba obligado a utilizar en su trabajo sobre su querida mecedora, en la que le gustaba leer, bordar, o hacer los remiendos de las ropas que por el desgaste se terminaban rompiendo y había que parchear. Aquella mecedora se había convertido, sin quererlo, en su lugar preferido de la casa ya que su suave balanceo lo ayudaba a relajarse y tranquilizar sus inquietudes.

Sasuke suspiró con cansancio, la idea de ir al trabajo que le ayudaba a continuar vivo, a él y a su familia, no era de su agrado esa mañana pero no podía permitirse el dejarlo, puesto que con la carencia de un esposo que lo cuidara y sin tener el derecho sobre su perceptor a pedirle algo que estaba fuera de las posibilidades de Gaara hacia su familia ya que el herrero tenía que ocuparse de su propia familia. Sasuke no tenía más remedio que trabajar y alimentar las bocas de sus familiares, teniendo que soportar el trabajo en el que le pagaban unas escasas monedas que le permitía tener lo justo para vivir.

Sin embargo, el que su hermano Itachi no pudiese trabajar a causa del rechazo que le habían proporcionado todos los señores y las damas de la burguesía, la nobleza y el clero al enterarse de que había tenido un hijo sin haberse entregado al sagrado matrimonio, había provocado que él fuera el único responsable de llevar el peso de alimentar a las pequeñas bocas que habían bajo su techo y pagar los impuestos que cada vez se incrementaban más mientras que Itachi se encargaba de cuidar a los pequeños.

Cuando Sasuke terminó de vestirse salió de su aposento y se dirigió a la alcoba frente a él, la cual abrió lentamente, tan solo para comprobar que se escuchaba la tranquilidad que abordaba en el interior del cuarto donde las respiraciones compasadas eran los claros indicios que las personas que estaban en su interior, dormían.

Después de comprobar que reinaba la calma en la habitación, bajó las escaleras para dirigirse a la cocina donde se encontró a Itachi que había preparado el desayuno.

– ¡Buen día!. – Saludó Sasuke anunciando su llegada a la cocina. – ¿Por qué no haces caso a lo que te digo?. No tienes que levantarte tan temprano para prepararme el desayuno, soy suficiente capaz de prepararme algo de comer y no tienes ninguna obligación conmigo. – Repitió como cada mañana Sasuke, viendo como su hermano le servía un cuenco de leche con avena y rebanadas de pan blando que había preparado la tarde del día anterior.

– ¡Buen día!. – Bostezó Itachi sirviéndole el desayuno que había preparado a su hermano para volver a ataviarse en la cocina mientras escuchaba a su gemelo regañarle como cada mañana y a lo que ya se había vuelto un acto rutinario entre ellos. – Sasuke, es lo menos que puedo hacer. Interrumpí en tu vida, te privé de estar con el hombre que en estos momentos debería estar a tu lado cuidándote y procurando que no tuvieses carencia ni inquietudes. Sin recordar, que no puedo ayudarte con dinero porque nadie desea tener a un doncel con una hija y sin haberse casado sirviéndoles. – Le recordó a Sasuke como todas las mañanas. – Te he causado muchos problemas y la culpabilidad atormenta mi alma, no me pidas que no haga este pequeño esfuerzo por ti porque no probarías bocado antes de salir de la casa sino me tomo la molestia cada mañana pero aún así, casi no pruebas bocado y me preocupa tu salud. – Señaló Itachi. – Estás más delgado, Sasuke, y rezo cada noche para que no enfermes, tu aspecto está muy desmejorado después de…

– Tengo que marcharme, Itachi, o llegaré tarde y tendré que quedarme más tiempo en la casa de los gritos. – Interrumpió Sasuke para terminarse de beber la leche con avena y salir por la puerta escuchando como Itachi se despedía de él y a lo cual, respondió mientras cerraba la puerta de la casa.

Sasuke cogió el abrigo con capucha, la cual se puso sobre su cabeza para resguardarse del frío antes de salir de la casa y caminar por las solitarias calles llenas de sombras hasta llegar a la casa donde servía, limpiando.

La casa donde Sasuke trabajaba era grande de paredes de piedra de un blanco crudo que contenía grandes ventanales y cuatro gárgolas con formas de demonios.

Sasuke entró por la cocina, quitándose su abrigo y dejándolo en un pequeño perchero que había en la entrada de la cocina. En el cuarto se encontraba la cocinera de la casa, Ino, preparando el desayuno para los señores pero la mujer no pudo evitar girarse para ofrecerle una sonrisa al verlo entrar y colgar su abrigo en el perchero.

– ¡Buen día, Sasuke!. – Saludó la cocinera mientras se limpiaba las manos en el delantal que tenía. – ¿Querrías acompañarme en la cocina?. – Preguntó mientras quitaba la tetera del fuego que no dejaba de silbar indicando que el agua de su interior se había hervido. – No me gusta desayunar sola y el señor se ha marchado hace un rato, así que Chouji no está para acompañarme a la mesa. – Le contó la mujer apresuradamente sin dejar de moverse en la cocina. – Solo espero que no le ocurra nada a mi esposo ni al señor Neji porque con todo lo que está pasando no sería raro que intentaran atacar el carruaje.

–¡Buen día!. – Farfulló Sasuke ya que Ino le encantaba hablar y accediendo a su petición porque insistiría la mujer hasta conseguir que le diera jaqueca, así que era mejor acompañarla en el desayuno pero no objetó nada acerca de su intranquilidad la mujer tenía razones suficientes para estar preocupada por su cónyuge.

Sasuke se sentó a la mesa mientras que Ino salió de la cocina para luego, volver con cuatro pequeños, tres niñas y un niño, que eran hijos suyos y de Chouji.

A cada niño, Ino les dio una magdalena y un vaso en el que mezcló el agua caliente con un poco de leche fría* mientras que ella y Sasuke tomaban una infusión junto a un panecillo que había preparado esa misma mañana.

Los niños, aún adormilados por las tempranas horas de la mañana en la que habían sido despertados comían con demasiada lentitud mientras que Ino no dejaba de contarle acerca de otra revuelta que había terminado con la quema de una iglesia en la ciudad de Claros y que se había enterado la tarde del día anterior cuando fue a comprar algunos alimentos.

Cuando el desayuno terminó, Sasuke salió de la cocina para hacer su trabajo y escuchar las discusiones que mantenían la señora de la casa con su caprichosa hermana como, normalmente, ocurría en la casa de los Hyuga.

Cuando la noche llegó, también terminaba los servicios de Sasuke en la casa en la que trabajaba y después de despedirse de Ino, recogió su abrigo para ponérselo y regresar a su morada.

Esa noche estaba muy calmada ya que en las noches anteriores había grupos de ciudadanos manifestando su descontento o guardas de la guardia arrestando a personas que no podían pagar el caro impuesto establecido por el monarca.

Sin embargo, aún había personas que estaban en las calles buscando comida en las basuras acumuladas en los callejones para poder alimentarse ya que no ganaban lo suficiente para subsistir con su salario y Sasuke agradecía de no estar pasando por esa situación de pobreza que tuvo que vivir en el pasado cuando todo lo que poseía fue destruido por las llamas.

Prácticamente corriendo, Sasuke avanzaba por el camino que lo llevaba a su casa, sin dejar de estar alerta y temeroso al mismo tiempo, cada vez que veía sombras entre las callejuelas que atravesaban el camino que él debía franquear, los sonidos que en medio de la oscuridad parecían intensificarse o los gritos acompañados por los lamentos de los animales que sonaban cercanos a donde se encontraba, no eran tranquilizadores para él porque sabía que el peligro estaba en cualquier rincón de la ciudad esperando atacar.

Cuando por fin vio el portal de su casa, Sasuke se sintió aliviado y redujo la velocidad de sus pasos mientras se acercaban al pórtico y se sentiría más seguro al ser resguardado por las paredes que encerraban el patio como si fueran los brazos extendidos de la casa una vez atravesara la puerta.

Sasuke buscó la llave de la puerta bajo sus ropas cuando escuchó los cascos de caballos que parecían acercarse, provocando que el miedo volviese a invadir al doncel y el sudor, frío y traslucido, comenzara a emanar de su cuerpo mientras que sus manos, torpes y presurosas, buscaban la llave que sabía abriría la puerta de su hogar porque él no deseaba saber quien o quienes eran las personas que se acercaban hacia donde estaba.

A pesar de que Sasuke ya había encontrado la llave y la había introducido en la cerradura para abrir el pórtico de la casa en la que vivía, no tuvo tiempo de girar la llave y abrir la puerta porque de repente, uno de los caballos inició el galope a donde él se encontraba para que el pánico se instalara en su cuerpo.

Sin siquiera darse la vuelta, Sasuke desistió de abrir la puerta de su casa y sacó la llave de la cerradura en un intento de proteger a su familia ya que por su cabeza no cruzó otra idea que la muerte.

Sasuke sintió un escalofrío que atravesó su espalda como un rayo y cerró con fuerza sus párpados, esperando lo inevitable mientras que su boca se quedaba seca porque el doncel estaba seguro de que en ese momento terminaría su vida por uno de los tantos delincuentes que habían aparecido en la ciudad en busca de aplacar su sed de sangre mientras se justificaban poniendo la miseria en que el nuevo rey había sumido al Reino del Fuego.

El corcel se detuvo con un relincho a las espaldas de un inmovilizado Sasuke, quien escuchó perfectamente como el jinete desmontaba y las suelas de sus botas pisaron el suelo con fuerza, sonando como chasquido al aplastar la arenilla que se acumulaba en la adoquinada superficie.

Los pasos presurosos de la persona, indicaban que se estaba acercando a Sasuke mientras que los otros caballos se detenían para que sus amos también bajaran de su espalda y seguir al primer jinete.

– ¿Sasuke…? ¿eres tú?. – La voz trémula del desconocido flotó por el aire hasta llegar a los oídos del doncel que había abierto sus ojos tanto como le era posible ante el asombro.

La manos del doncel que guardaban la llave de hierro como si fuera un rosario con el que estuviese rezando se elevaron hasta su pecho donde sintió los fuertes latidos de su corazón y en su cara rodaban lágrimas porque Sasuke había reconocido la voz, a pesar de que el tiempo la había endurecido y la mente de Sasuke había perdido la nitidez del timbre de aquel sonido, él había conocido al dueño de esa voz.

Lentamente, Sasuke giró su rostro para ver a un hombre encapuchado al que las sombras de la noche ayudaban a ocultar su identidad pero ese individuó volvió a pronunciar su nombre, casi como si su nombre fuera una oración que rendía culto a su persona como si fuese una divinidad, y Sasuke sintió como su cuerpo rígido por el miedo volvía a cobrar vida para correr y abrazarse como jamás lo había llegado a imaginar a la persona que lo llamaba, dejando caer la llave de sus manos en el adoquinado suelo.

– Na… Naruto. – Gimoteó entre lágrimas el doncel que pensaba estar viviendo un sueño. – Naruto… – Repitió aprendo más su cuerpo con el del hombre, al mismo tiempo que era abrazado.

Naruto, incapaz de poder pronunciar palabra ya que su garganta se había llenado de felicidad cuando Sasuke lo abrazó y sus ojos se habían llenado de lágrimas que derramar, solo podía abrazar al doncel con fuerza para poder sentir que ese momento estaba sucediendo.

Minato y Kushina observaron en silencio el momento, aunque a simple vista era un simple abrazo, se podía percibir los sentimientos que se habían liberados de la pareja y que habían tenido que soportar en el interior de sus almas.

Pasó bastante tiempo en que Sasuke y Naruto permanecieron abrazados, diciéndose de esa manera lo mucho que se habían extrañado y Sasuke, de esa forma y sin necesidad de palabras, le estaba diciendo a Naruto que había comprendido en ese tiempo que él lo amaba y ama más de lo que había querido reconocer.

– Sasuke, yo… – Intento decir Naruto sin apartar sus ojos del doncel.

– Entremos, las calles no son seguras. – Interrumpió Sasuke antes de girarse y recuperar su llave, la cual volvió a introducir en la cerradura para abrir la puerta mientras se limpiaba su rostro con la mano izquierda. – Yo también tengo algo que decirte. –  Concluyó abriendo por fin la puerta y entrando seguido de Naruto, Minato y Kushina junto a sus caballos.

Mientras los recién llegados acomodaban a los equinos en la caballeriza donde estaba la yegua que Naruto le había comprado a su esposo días antes de su marcha.

Sasuke se internó en la casa donde encontró a su hermano cosiendo un remiendo a una camisa.

– Ya comenzaba a preocuparme por tu tardanza y los niños están durmiendo. – Decía Itachi sin mirar a su agitado hermano.

– ¿Itachi, ha quedado comida?. – Inquirió Sasuke apresurado y provocando que su hermano lo mirase.

– No, pero… ¿qué ocurre?, ¿por qué estas tan impetuoso?. – Inquirió dejando la tela con la caja que guardaba los enceres de costuras para acercarse a su hermano a la cocina.

– Entonces, ayúdame. Ellos han vuelto, Itachi y tendrán hambre. – Informó Sasuke comenzando a rebuscar y coger especias, verduras y carne deshidratada* que estaban guardados en los armarios de la cocina para ofrecerle a los recién llegados algo de comer.

Sin embargo, Itachi al escuchar las palabras de su hermano, comenzó a temblar mientras su cuerpo corría fuera de la casa. Cuando el sonido de las voces llegó a sus oídos, Itachi corrió hacia la caballeriza y sin tener el más mínimo control de sus actos. Una vez dentro del establo, Itachi buscó a Kurama hasta que, finalmente, lo vio desensillando a su caballo y corrió hacia él para lanzarse sobre el hombre y los dos acabar cayendo al suelo cubierto de heno donde, sin importarle las otras dos personas, lo besó entre lloros de alegría.

Naruto y Kushina abandonaron la caballeriza para entrar en la casa donde Sasuke estaba ataviado en la cocina preparándoles comida y otorgándole intimidad a la pareja.

– Kurama… Kurama… – Repetía una y otra vez Itachi después de cortar el fogoso beso sin dejar de derramar lágrimas. – Tenía miedo de que… hubieras sido tú el… que había muerto… en el castillo. – Confesó Itachi.

– Ya ves que estoy bien. – Le confirmó Minato limpiándole las lágrimas al doncel. – Y… tengo algo importante que decirte pero este no es el lugar donde deba contarte. – Susurró Minato con seriedad. – Perdona el haberte preocupado, Itachi.

Itachi se levantó de encima de Minato y cuando este se levantó, volvió a unir sus labios a los del doncel en un beso delicado para que al terminar, ambos fueran al interior de la casa mientras que Itachi le hablaba de cuanto le había añorado y lo buena niña que era Minako.

Cuando la pareja llegó a la cocina, se encontraron a un Sasuke muy sonrojado que pedía disculpas a Kushina mientras le insistía en que él se ocuparía en preparar algo para que comiencen.

Itachi algo avergonzado de dejar a su hermano, después de que este le pidiese que le ayudara, se soltó de la mano de Minato y corrió al lado de Sasuke para ayudarle.

– Itachi, esta es mi madre, Kushina. – Naruto presentó a su madre y pudo ver la reacción del doncel, que al igual que Sasuke, se había puesto tenso y comenzó a disculparse mientras le pedía que descansara ya que él ayudaría a Sasuke a preparar la comida mientras que ella, debía descansar del viaje.

Después de que Kushina ganara la batalla, en la que ella también ayudó a hacer la comida, todos se sentaron a la mesa con un plato de comida y un vaso con vino tinto frente a sus rostros, con la excepción de Itachi ya que él había cenado.

– Gaara nos contó acerca de lo ocurrido en el castillo y la orden de captura que sopesaba sobre vosotros, no sabíamos que pensar pero siempre mantuvimos la esperanza de que estabais vivos aunque no volvieseis. – Comentó Sasuke antes de probar el guiso.

Hubo un silencio en el que solo se escuchaba el ruido de los cubiertos que estaban siendo utilizados en esa mesa.

– Gracias, por mantener vuestra fe en nosotros. – Susurró Naruto.

– Eso era lo menos que podrías esperar de un esposo, Naruto. – Alegó Kushina con una sonrisa. – Me alegra saber que la persona que mi hijo a elegido es todo lo que una madre quiere que tenga. – Añadió descaradamente la mujer, haciendo sonrojar a Sasuke.

– ¡Madre, no digáis cosas tan descuidadamente!. – Intervino Naruto en defensa de Sasuke.

– Solo cumplo con lo que mi marido debe esperar de mí. – Murmuró Sasuke en un intento de justificar su comportamiento.

– ¡Sasuke! – Se sorprendió Naruto al escuchar esas palabras en boca de su esposo, llenándolo de satisfacción y orgullo.

– ¿Y tú, Minato? ¿no deberías de sentirte complacido con él?. – Preguntó Kushina, señalando a Itachi, para que Minato le contara la verdad de quien era él al pobre damisel que había estado engañado y seguía mintiéndole.

– ¿Minato? – Preguntó Itachi que había estado callado escuchando mientras giraba su rostro para mirar a la cara de su amado que también lo miró.

– Eso era de lo que quería hablar contigo pero no quería contártelo de esta forma. Mi nombre no es Kurama, yo me llamo Minato. – Confesó dejando de comer y cogiendo una de las manos de Itachi antes de comenzar a narra su historia como un impulso de valía que de pronto lo había invadido. Minato contó sus vivencias desde cómo había sido abandonado a su suerte por sus padres hasta llegar a ese momento, en el que ahora estaban. – Toma, el medallón que te quité aquel día. Fugaku, tu padre de sangre, lo había estado guardando todo este tiempo y antes de que su vida terminase se lo entregó a Naruto pero él me lo dio para que te lo devolviese. – Un silencio se había hecho presa entre todos los presentes. – Lo siento, no era mi intensión mentirte. – Murmuró Minato soltando la mano de Itachi para ir a acariciarle el rostro pero el doncel golpeó su mano, impidiendo que lo tocara.

– Yo no merezco haber sufrido de esta manera. – Farfulló Itachi antes de levantarse y marcharse a la habitación que ocupaba en la casa.

– Itachi, espera. Yo… – Habló Sasuke.

– No, Sasuke. Tu hermano necesita descansar en este momento. – Interrumpió Naruto impidiéndole a Sasuke que fuera detrás de su hermano. – Espera a mañana para hablar con él.

– Hazle caso a Naruto, tu hermano debe de estar solo para meditar lo que acaba de conocer. – Apoyó Kushina a su hijo.

– Pero él… – Balbuceó Sasuke antes de mirar la escalera para luego, mirar a Naruto y después a Minato. – Mi hermano no merecía que jugaras de esa manera con él. ¡Itachi ahora está destrozado por tus mentiras!. – Acabó gritando Sasuke antes de también perderse por las escaleras e ir a su cuarto.

– Naruto, ve con tu esposo. Él necesita en estos momentos que lo consueles y sentir tu apoyo porque todo esto ha sido muy duro. – Aconsejó Kushina. – Yo recogeré y fregaré todo esto, no te preocupes.

– Sí, madre. Cuando terminéis de limpiar esa puerta, al lado de la escalera, es una alcoba. Hay dos camas en la que podéis pasar la noche. – Comentó Naruto antes de subir la escalera para internarse en la alcoba principal donde encontraría a Sasuke.

– Lo siento, Minato. Solo esperaba que le contaras lo de tu nombre porque pensé que no le dirías quien eras al doncel. Mi intensión no era que sucediera esto, debías esperar e ir contándole la verdad poco a poco y no como lo has hecho pero siento lo ocurrido y, realmente, me arrepiento de haber interferido de esta manera. Lo lamento mucho. – Se disculpó Kushina sintiéndose responsable por lo ocurrido.

– No eres tú la que tienes la culpa, soy yo el que comencé mintiendo. Incluso, después del nacimiento de Minako, pude haberle revelado la verdad pero no lo hice, dejé que continuara creyendo falsedades. Siempre he sido un cobarde y creo que lo que está sucediendo me lo tengo merecido. – Minato se llevó una de sus manos a la cara mientras que Kushina recogía los cubiertos para fregarlo. – Si hubiera sabido lo que me iba a pasar, no le hubiera ocultado nada a Itachi y ahora cargo con toda la responsabilidad de ello. – Murmuró para sí Minato antes de levantarse y salir al patio donde podía observar el cielo nocturno en el que la media luna era la gobernante de esa noche estrellada.

Sasuke se había sentado en su mecedora, aún asimilando la historia que le había contado Minato y sintiéndose engañado por su familia. El padre que había conocido no era su verdadero progenitor y, también, se sentía dañado por lo que concernía a su hermano y a su esposo, el cual era hijo del padre de su sobrina por lo que no sabía en qué lugar lo dejaba a él esa situación. No podía comprender porque la vida parecía querer torturarlo, arruinando la poca felicidad que conseguía aparecer en él.

La puerta se abrió y por ella entró Naruto, que cerró la puerta una vez había ingresado a la habitación.

– Sasuke… – Llamó Naruto acercándose a donde estaba su esposo para acariciarle la cabeza.

– Naruto, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿o con Itachi y Minako?. – Preguntó Sasuke pero su marido no respondió a sus preguntas solo dejó de acariciarle la cabeza. – ¡Tu padre también es el padre de Minako!. Y yo… – Sin poder soportar la mezcla de emociones y sentimientos que sentía en ese momento, el doncel estalló en lágrimas.

– Sasuke, yo no te dejaré. No sé lo que ocurrirá pero no podemos cambiar nada de lo ocurrido. – Afirmó Naruto mientras se inclinaba para poder abrazar a Sasuke, quien seguía sentado sobre la mecedora. – Para mí también es incomprensible todo esto, yo me enteré hace poco de mi parentesco con Minato porque jamás lo conocí. Ni siquiera sabía que tenía padre o como era y después de tanto tiempo, no es algo que pueda entender. – Se sinceró. – Yo no puedo sentir a Minato como un padre pero si como un camarada, a pesar de habernos mentido tanto.

– ¡No, Naruto!. Tú no lo entiendes. – Contradijo el doncel deshaciendo el abrazo y levantándose de la mecedora. – Debido a que no has regresado hasta hoy, no había forma de que lo supieras pero… Naruto, yo me enteré que estaba embarazado días después de que fueras al castillo. – Sasuke no miró a la cara a su esposo pero si lo hubiese hecho, se habría dado cuenta de lo estupefacto que Naruto estaba ante esas palabras. – Naruto, tú y yo somos padres. – Repitió volviendo a derramar lágrimas pero en esta ocasión de frustración. – ¿Cómo crees que puede afectar esto a nosotros?, ¿cómo encontrar una explicación a esta situación si es incomprensible para nosotros?.

La cabeza le comenzó a doler a Naruto ante la repentina noticia y las razonables preguntas dichas por Sasuke, así que caminó los pocos pasos hasta la cama y detrás de sentarse sobre el mueble se había llevado las manos a la cara mientras asimilaba la reciente confidencia, al mismo tiempo, que comprendía a que se refería Sasuke.




Aclaración de  los términos:

* Agua mezclada con leche: Es una técnica que se ha utilizado para que la leche sea más líquida, parezca que hay más cantidad y mengüe su sabor y/u olor (algunos animales de ordeño producen leche con un sabor y/u olor demasiado fuerte). Actualmente, la industrias lecheras (ganaderos industriales que se dedican a la producción de lácteos) utilizan este métodos para poder cubrir sus pedidos y no intentéis hacerlo con la leche que compráis en la tienda, esta ya viene preparada y solo conseguiréis desperdiciar el líquido. También, os recuerdo que si alguien que no acostumbra a tomar leche recién ordeñada puede darle una indigestión, así que ¡cuidado!.

* Carne deshidratada: Es carne que se deshidrata para que no se eche a perder con facilidad ya que al tener alimentos de esta manera puede permanecer más tiempo en buen estado para el consumo. Una de las formas más comunes del ser humano de conservar los alimentos poco perecederos es con ayuda de la sal ya que esta la deshidrata al volverla seca y es una de las formas más antiguas de conservar los alimentos como es la carne y el pescado, recordemos que antiguamente no existían neveras ni congeladores.

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