-Regreso.-
La
oscuridad aún imperaba y los gallos que avisaban la salida del sol, así como el
nuevo día para que todas las personas comenzasen a despertar y empezasen a
hacer sus quehaceres u obligaciones, aún no cantaban las aves de corral cuando
él se levantó de su cálido lecho.
Caminó
hasta el tocador donde habitualmente dejaba la jarra llena de agua dentro de la
palangana en la que volcaba el cristalino líquido para lavarse la cara y
desperezar sus holgazanes párpados antes de vestirse. Además, que también
asearía las partes íntimas de su cuerpo como sus axilas ya que no tenía tiempo
para prepararse un caliente baño antes de marcharse de allí pero que sin duda,
tomaría a su regreso.
No le
fue necesario buscar ropas limpias que ponerse para ese día en el interior de
su gran armario, había dejado la vestimenta que estaba obligado a utilizar en
su trabajo sobre su querida mecedora, en la que le gustaba leer, bordar, o
hacer los remiendos de las ropas que por el desgaste se terminaban rompiendo y
había que parchear. Aquella mecedora se había convertido, sin quererlo, en su
lugar preferido de la casa ya que su suave balanceo lo ayudaba a relajarse y
tranquilizar sus inquietudes.
Sasuke
suspiró con cansancio, la idea de ir al trabajo que le ayudaba a continuar
vivo, a él y a su familia, no era de su agrado esa mañana pero no podía
permitirse el dejarlo, puesto que con la carencia de un esposo que lo cuidara y
sin tener el derecho sobre su perceptor a pedirle algo que estaba fuera de las
posibilidades de Gaara hacia su familia ya que el herrero tenía que ocuparse de
su propia familia. Sasuke no tenía más remedio que trabajar y alimentar las
bocas de sus familiares, teniendo que soportar el trabajo en el que le pagaban
unas escasas monedas que le permitía tener lo justo para vivir.
Sin
embargo, el que su hermano Itachi no pudiese trabajar a causa del rechazo que
le habían proporcionado todos los señores y las damas de la burguesía, la
nobleza y el clero al enterarse de que había tenido un hijo sin haberse
entregado al sagrado matrimonio, había provocado que él fuera el único
responsable de llevar el peso de alimentar a las pequeñas bocas que habían bajo
su techo y pagar los impuestos que cada vez se incrementaban más mientras que Itachi
se encargaba de cuidar a los pequeños.
Cuando
Sasuke terminó de vestirse salió de su aposento y se dirigió a la alcoba frente
a él, la cual abrió lentamente, tan solo para comprobar que se escuchaba la
tranquilidad que abordaba en el interior del cuarto donde las respiraciones
compasadas eran los claros indicios que las personas que estaban en su interior,
dormían.
Después
de comprobar que reinaba la calma en la habitación, bajó las escaleras para
dirigirse a la cocina donde se encontró a Itachi que había preparado el desayuno.
–
¡Buen día!. – Saludó Sasuke anunciando su llegada a la cocina. – ¿Por qué no
haces caso a lo que te digo?. No tienes que levantarte tan temprano para
prepararme el desayuno, soy suficiente capaz de prepararme algo de comer y no
tienes ninguna obligación conmigo. – Repitió como cada mañana Sasuke, viendo
como su hermano le servía un cuenco de leche con avena y rebanadas de pan
blando que había preparado la tarde del día anterior.
–
¡Buen día!. – Bostezó Itachi sirviéndole el desayuno que había preparado a su
hermano para volver a ataviarse en la cocina mientras escuchaba a su gemelo
regañarle como cada mañana y a lo que ya se había vuelto un acto rutinario
entre ellos. – Sasuke, es lo menos que puedo hacer. Interrumpí en tu vida, te
privé de estar con el hombre que en estos momentos debería estar a tu lado
cuidándote y procurando que no tuvieses carencia ni inquietudes. Sin recordar,
que no puedo ayudarte con dinero porque nadie desea tener a un doncel con una
hija y sin haberse casado sirviéndoles. – Le recordó a Sasuke como todas las
mañanas. – Te he causado muchos problemas y la culpabilidad atormenta mi alma,
no me pidas que no haga este pequeño esfuerzo por ti porque no probarías bocado
antes de salir de la casa sino me tomo la molestia cada mañana pero aún así,
casi no pruebas bocado y me preocupa tu salud. – Señaló Itachi. – Estás más
delgado, Sasuke, y rezo cada noche para que no enfermes, tu aspecto está muy
desmejorado después de…
–
Tengo que marcharme, Itachi, o llegaré tarde y tendré que quedarme más tiempo
en la casa de los gritos. – Interrumpió Sasuke para terminarse de beber la
leche con avena y salir por la puerta escuchando como Itachi se despedía de él
y a lo cual, respondió mientras cerraba la puerta de la casa.
Sasuke
cogió el abrigo con capucha, la cual se puso sobre su cabeza para resguardarse
del frío antes de salir de la casa y caminar por las solitarias calles llenas
de sombras hasta llegar a la casa donde servía, limpiando.
La
casa donde Sasuke trabajaba era grande de paredes de piedra de un blanco crudo
que contenía grandes ventanales y cuatro gárgolas con formas de demonios.
Sasuke
entró por la cocina, quitándose su abrigo y dejándolo en un pequeño perchero
que había en la entrada de la cocina. En el cuarto se encontraba la cocinera de
la casa, Ino, preparando el desayuno para los señores pero la mujer no pudo
evitar girarse para ofrecerle una sonrisa al verlo entrar y colgar su abrigo en
el perchero.
–
¡Buen día, Sasuke!. – Saludó la cocinera mientras se limpiaba las manos en el
delantal que tenía. – ¿Querrías acompañarme en la cocina?. – Preguntó mientras
quitaba la tetera del fuego que no dejaba de silbar indicando que el agua de su
interior se había hervido. – No me gusta desayunar sola y el señor se ha
marchado hace un rato, así que Chouji no está para acompañarme a la mesa. – Le
contó la mujer apresuradamente sin dejar de moverse en la cocina. – Solo espero
que no le ocurra nada a mi esposo ni al señor Neji porque con todo lo que está
pasando no sería raro que intentaran atacar el carruaje.
–¡Buen
día!. – Farfulló Sasuke ya que Ino le encantaba hablar y accediendo a su
petición porque insistiría la mujer hasta conseguir que le diera jaqueca, así
que era mejor acompañarla en el desayuno pero no objetó nada acerca de su intranquilidad
la mujer tenía razones suficientes para estar preocupada por su cónyuge.
Sasuke
se sentó a la mesa mientras que Ino salió de la cocina para luego, volver con
cuatro pequeños, tres niñas y un niño, que eran hijos suyos y de Chouji.
A cada
niño, Ino les dio una magdalena y un vaso en el que mezcló el agua caliente con
un poco de leche fría* mientras que ella y Sasuke tomaban una infusión junto a
un panecillo que había preparado esa misma mañana.
Los
niños, aún adormilados por las tempranas horas de la mañana en la que habían
sido despertados comían con demasiada lentitud mientras que Ino no dejaba de
contarle acerca de otra revuelta que había terminado con la quema de una
iglesia en la ciudad de Claros y que se había enterado la tarde del día
anterior cuando fue a comprar algunos alimentos.
Cuando
el desayuno terminó, Sasuke salió de la cocina para hacer su trabajo y escuchar
las discusiones que mantenían la señora de la casa con su caprichosa hermana
como, normalmente, ocurría en la casa de los Hyuga.
Cuando
la noche llegó, también terminaba los servicios de Sasuke en la casa en la que
trabajaba y después de despedirse de Ino, recogió su abrigo para ponérselo y
regresar a su morada.
Esa
noche estaba muy calmada ya que en las noches anteriores había grupos de
ciudadanos manifestando su descontento o guardas de la guardia arrestando a
personas que no podían pagar el caro impuesto establecido por el monarca.
Sin
embargo, aún había personas que estaban en las calles buscando comida en las
basuras acumuladas en los callejones para poder alimentarse ya que no ganaban
lo suficiente para subsistir con su salario y Sasuke agradecía de no estar
pasando por esa situación de pobreza que tuvo que vivir en el pasado cuando
todo lo que poseía fue destruido por las llamas.
Prácticamente
corriendo, Sasuke avanzaba por el camino que lo llevaba a su casa, sin dejar de
estar alerta y temeroso al mismo tiempo, cada vez que veía sombras entre las
callejuelas que atravesaban el camino que él debía franquear, los sonidos que
en medio de la oscuridad parecían intensificarse o los gritos acompañados por
los lamentos de los animales que sonaban cercanos a donde se encontraba, no
eran tranquilizadores para él porque sabía que el peligro estaba en cualquier
rincón de la ciudad esperando atacar.
Cuando
por fin vio el portal de su casa, Sasuke se sintió aliviado y redujo la
velocidad de sus pasos mientras se acercaban al pórtico y se sentiría más
seguro al ser resguardado por las paredes que encerraban el patio como si
fueran los brazos extendidos de la casa una vez atravesara la puerta.
Sasuke
buscó la llave de la puerta bajo sus ropas cuando escuchó los cascos de
caballos que parecían acercarse, provocando que el miedo volviese a invadir al
doncel y el sudor, frío y traslucido, comenzara a emanar de su cuerpo mientras
que sus manos, torpes y presurosas, buscaban la llave que sabía abriría la
puerta de su hogar porque él no deseaba saber quien o quienes eran las personas
que se acercaban hacia donde estaba.
A
pesar de que Sasuke ya había encontrado la llave y la había introducido en la
cerradura para abrir el pórtico de la casa en la que vivía, no tuvo tiempo de
girar la llave y abrir la puerta porque de repente, uno de los caballos inició
el galope a donde él se encontraba para que el pánico se instalara en su cuerpo.
Sin
siquiera darse la vuelta, Sasuke desistió de abrir la puerta de su casa y sacó
la llave de la cerradura en un intento de proteger a su familia ya que por su
cabeza no cruzó otra idea que la muerte.
Sasuke
sintió un escalofrío que atravesó su espalda como un rayo y cerró con fuerza
sus párpados, esperando lo inevitable mientras que su boca se quedaba seca
porque el doncel estaba seguro de que en ese momento terminaría su vida por uno
de los tantos delincuentes que habían aparecido en la ciudad en busca de
aplacar su sed de sangre mientras se justificaban poniendo la miseria en que el
nuevo rey había sumido al Reino del Fuego.
El
corcel se detuvo con un relincho a las espaldas de un inmovilizado Sasuke, quien
escuchó perfectamente como el jinete desmontaba y las suelas de sus botas
pisaron el suelo con fuerza, sonando como chasquido al aplastar la arenilla que
se acumulaba en la adoquinada superficie.
Los
pasos presurosos de la persona, indicaban que se estaba acercando a Sasuke mientras
que los otros caballos se detenían para que sus amos también bajaran de su
espalda y seguir al primer jinete.
–
¿Sasuke…? ¿eres tú?. – La voz trémula del desconocido flotó por el aire hasta
llegar a los oídos del doncel que había abierto sus ojos tanto como le era
posible ante el asombro.
La
manos del doncel que guardaban la llave de hierro como si fuera un rosario con
el que estuviese rezando se elevaron hasta su pecho donde sintió los fuertes
latidos de su corazón y en su cara rodaban lágrimas porque Sasuke había
reconocido la voz, a pesar de que el tiempo la había endurecido y la mente de
Sasuke había perdido la nitidez del timbre de aquel sonido, él había conocido
al dueño de esa voz.
Lentamente,
Sasuke giró su rostro para ver a un hombre encapuchado al que las sombras de la
noche ayudaban a ocultar su identidad pero ese individuó volvió a pronunciar su
nombre, casi como si su nombre fuera una oración que rendía culto a su persona
como si fuese una divinidad, y Sasuke sintió como su cuerpo rígido por el miedo
volvía a cobrar vida para correr y abrazarse como jamás lo había llegado a
imaginar a la persona que lo llamaba, dejando caer la llave de sus manos en el
adoquinado suelo.
– Na…
Naruto. – Gimoteó entre lágrimas el doncel que pensaba estar viviendo un sueño.
– Naruto… – Repitió aprendo más su cuerpo con el del hombre, al mismo tiempo
que era abrazado.
Naruto,
incapaz de poder pronunciar palabra ya que su garganta se había llenado de
felicidad cuando Sasuke lo abrazó y sus ojos se habían llenado de lágrimas que
derramar, solo podía abrazar al doncel con fuerza para poder sentir que ese
momento estaba sucediendo.
Minato
y Kushina observaron en silencio el momento, aunque a simple vista era un
simple abrazo, se podía percibir los sentimientos que se habían liberados de la
pareja y que habían tenido que soportar en el interior de sus almas.
Pasó
bastante tiempo en que Sasuke y Naruto permanecieron abrazados, diciéndose de
esa manera lo mucho que se habían extrañado y Sasuke, de esa forma y sin
necesidad de palabras, le estaba diciendo a Naruto que había comprendido en ese
tiempo que él lo amaba y ama más de lo que había querido reconocer.
–
Sasuke, yo… – Intento decir Naruto sin apartar sus ojos del doncel.
–
Entremos, las calles no son seguras. – Interrumpió Sasuke antes de girarse y
recuperar su llave, la cual volvió a introducir en la cerradura para abrir la
puerta mientras se limpiaba su rostro con la mano izquierda. – Yo también tengo
algo que decirte. – Concluyó abriendo
por fin la puerta y entrando seguido de Naruto, Minato y Kushina junto a sus
caballos.
Mientras
los recién llegados acomodaban a los equinos en la caballeriza donde estaba la
yegua que Naruto le había comprado a su esposo días antes de su marcha.
Sasuke
se internó en la casa donde encontró a su hermano cosiendo un remiendo a una
camisa.
– Ya
comenzaba a preocuparme por tu tardanza y los niños están durmiendo. – Decía
Itachi sin mirar a su agitado hermano.
–
¿Itachi, ha quedado comida?. – Inquirió Sasuke apresurado y provocando que su
hermano lo mirase.
– No,
pero… ¿qué ocurre?, ¿por qué estas tan impetuoso?. – Inquirió dejando la tela
con la caja que guardaba los enceres de costuras para acercarse a su hermano a
la cocina.
–
Entonces, ayúdame. Ellos han vuelto, Itachi y tendrán hambre. – Informó Sasuke
comenzando a rebuscar y coger especias, verduras y carne deshidratada* que
estaban guardados en los armarios de la cocina para ofrecerle a los recién
llegados algo de comer.
Sin
embargo, Itachi al escuchar las palabras de su hermano, comenzó a temblar
mientras su cuerpo corría fuera de la casa. Cuando el sonido de las voces llegó
a sus oídos, Itachi corrió hacia la caballeriza y sin tener el más mínimo
control de sus actos. Una vez dentro del establo, Itachi buscó a Kurama hasta
que, finalmente, lo vio desensillando a su caballo y corrió hacia él para
lanzarse sobre el hombre y los dos acabar cayendo al suelo cubierto de heno donde,
sin importarle las otras dos personas, lo besó entre lloros de alegría.
Naruto
y Kushina abandonaron la caballeriza para entrar en la casa donde Sasuke estaba
ataviado en la cocina preparándoles comida y otorgándole intimidad a la pareja.
–
Kurama… Kurama… – Repetía una y otra vez Itachi después de cortar el fogoso
beso sin dejar de derramar lágrimas. – Tenía miedo de que… hubieras sido tú el…
que había muerto… en el castillo. – Confesó Itachi.
– Ya
ves que estoy bien. – Le confirmó Minato limpiándole las lágrimas al doncel. –
Y… tengo algo importante que decirte pero este no es el lugar donde deba
contarte. – Susurró Minato con seriedad. – Perdona el haberte preocupado,
Itachi.
Itachi
se levantó de encima de Minato y cuando este se levantó, volvió a unir sus
labios a los del doncel en un beso delicado para que al terminar, ambos fueran
al interior de la casa mientras que Itachi le hablaba de cuanto le había
añorado y lo buena niña que era Minako.
Cuando
la pareja llegó a la cocina, se encontraron a un Sasuke muy sonrojado que pedía
disculpas a Kushina mientras le insistía en que él se ocuparía en preparar algo
para que comiencen.
Itachi
algo avergonzado de dejar a su hermano, después de que este le pidiese que le
ayudara, se soltó de la mano de Minato y corrió al lado de Sasuke para
ayudarle.
–
Itachi, esta es mi madre, Kushina. – Naruto presentó a su madre y pudo ver la
reacción del doncel, que al igual que Sasuke, se había puesto tenso y comenzó a
disculparse mientras le pedía que descansara ya que él ayudaría a Sasuke a
preparar la comida mientras que ella, debía descansar del viaje.
Después
de que Kushina ganara la batalla, en la que ella también ayudó a hacer la
comida, todos se sentaron a la mesa con un plato de comida y un vaso con vino
tinto frente a sus rostros, con la excepción de Itachi ya que él había cenado.
–
Gaara nos contó acerca de lo ocurrido en el castillo y la orden de captura que
sopesaba sobre vosotros, no sabíamos que pensar pero siempre mantuvimos la
esperanza de que estabais vivos aunque no volvieseis. – Comentó Sasuke antes de
probar el guiso.
Hubo
un silencio en el que solo se escuchaba el ruido de los cubiertos que estaban
siendo utilizados en esa mesa.
–
Gracias, por mantener vuestra fe en nosotros. – Susurró Naruto.
– Eso
era lo menos que podrías esperar de un esposo, Naruto. – Alegó Kushina con una
sonrisa. – Me alegra saber que la persona que mi hijo a elegido es todo lo que
una madre quiere que tenga. – Añadió descaradamente la mujer, haciendo sonrojar
a Sasuke.
–
¡Madre, no digáis cosas tan descuidadamente!. – Intervino Naruto en defensa de
Sasuke.
– Solo
cumplo con lo que mi marido debe esperar de mí. – Murmuró Sasuke en un intento
de justificar su comportamiento.
–
¡Sasuke! – Se sorprendió Naruto al escuchar esas palabras en boca de su esposo,
llenándolo de satisfacción y orgullo.
– ¿Y
tú, Minato? ¿no deberías de sentirte complacido con él?. – Preguntó Kushina,
señalando a Itachi, para que Minato le contara la verdad de quien era él al
pobre damisel que había estado engañado y seguía mintiéndole.
–
¿Minato? – Preguntó Itachi que había estado callado escuchando mientras giraba
su rostro para mirar a la cara de su amado que también lo miró.
– Eso
era de lo que quería hablar contigo pero no quería contártelo de esta forma. Mi
nombre no es Kurama, yo me llamo Minato. – Confesó dejando de comer y cogiendo
una de las manos de Itachi antes de comenzar a narra su historia como un
impulso de valía que de pronto lo había invadido. Minato contó sus vivencias desde
cómo había sido abandonado a su suerte por sus padres hasta llegar a ese
momento, en el que ahora estaban. – Toma, el medallón que te quité aquel día. Fugaku,
tu padre de sangre, lo había estado guardando todo este tiempo y antes de que
su vida terminase se lo entregó a Naruto pero él me lo dio para que te lo
devolviese. – Un silencio se había hecho presa entre todos los presentes. – Lo
siento, no era mi intensión mentirte. – Murmuró Minato soltando la mano de
Itachi para ir a acariciarle el rostro pero el doncel golpeó su mano,
impidiendo que lo tocara.
– Yo
no merezco haber sufrido de esta manera. – Farfulló Itachi antes de levantarse
y marcharse a la habitación que ocupaba en la casa.
–
Itachi, espera. Yo… – Habló Sasuke.
– No,
Sasuke. Tu hermano necesita descansar en este momento. – Interrumpió Naruto
impidiéndole a Sasuke que fuera detrás de su hermano. – Espera a mañana para
hablar con él.
–
Hazle caso a Naruto, tu hermano debe de estar solo para meditar lo que acaba de
conocer. – Apoyó Kushina a su hijo.
– Pero
él… – Balbuceó Sasuke antes de mirar la escalera para luego, mirar a Naruto y
después a Minato. – Mi hermano no merecía que jugaras de esa manera con él.
¡Itachi ahora está destrozado por tus mentiras!. – Acabó gritando Sasuke antes
de también perderse por las escaleras e ir a su cuarto.
–
Naruto, ve con tu esposo. Él necesita en estos momentos que lo consueles y
sentir tu apoyo porque todo esto ha sido muy duro. – Aconsejó Kushina. – Yo
recogeré y fregaré todo esto, no te preocupes.
– Sí,
madre. Cuando terminéis de limpiar esa puerta, al lado de la escalera, es una alcoba.
Hay dos camas en la que podéis pasar la noche. – Comentó Naruto antes de subir
la escalera para internarse en la alcoba principal donde encontraría a Sasuke.
– Lo
siento, Minato. Solo esperaba que le contaras lo de tu nombre porque pensé que
no le dirías quien eras al doncel. Mi intensión no era que sucediera esto,
debías esperar e ir contándole la verdad poco a poco y no como lo has hecho
pero siento lo ocurrido y, realmente, me arrepiento de haber interferido de
esta manera. Lo lamento mucho. – Se disculpó Kushina sintiéndose responsable
por lo ocurrido.
– No eres
tú la que tienes la culpa, soy yo el que comencé mintiendo. Incluso, después
del nacimiento de Minako, pude haberle revelado la verdad pero no lo hice, dejé
que continuara creyendo falsedades. Siempre he sido un cobarde y creo que lo
que está sucediendo me lo tengo merecido. – Minato se llevó una de sus manos a
la cara mientras que Kushina recogía los cubiertos para fregarlo. – Si hubiera
sabido lo que me iba a pasar, no le hubiera ocultado nada a Itachi y ahora
cargo con toda la responsabilidad de ello. – Murmuró para sí Minato antes de
levantarse y salir al patio donde podía observar el cielo nocturno en el que la
media luna era la gobernante de esa noche estrellada.
Sasuke
se había sentado en su mecedora, aún asimilando la historia que le había contado
Minato y sintiéndose engañado por su familia. El padre que había conocido no
era su verdadero progenitor y, también, se sentía dañado por lo que concernía a
su hermano y a su esposo, el cual era hijo del padre de su sobrina por lo que
no sabía en qué lugar lo dejaba a él esa situación. No podía comprender porque
la vida parecía querer torturarlo, arruinando la poca felicidad que conseguía
aparecer en él.
La
puerta se abrió y por ella entró Naruto, que cerró la puerta una vez había
ingresado a la habitación.
–
Sasuke… – Llamó Naruto acercándose a donde estaba su esposo para acariciarle la
cabeza.
–
Naruto, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿o con Itachi y Minako?. – Preguntó Sasuke
pero su marido no respondió a sus preguntas solo dejó de acariciarle la cabeza.
– ¡Tu padre también es el padre de Minako!. Y yo… – Sin poder soportar la
mezcla de emociones y sentimientos que sentía en ese momento, el doncel estalló
en lágrimas.
–
Sasuke, yo no te dejaré. No sé lo que ocurrirá pero no podemos cambiar nada de
lo ocurrido. – Afirmó Naruto mientras se inclinaba para poder abrazar a Sasuke,
quien seguía sentado sobre la mecedora. – Para mí también es incomprensible
todo esto, yo me enteré hace poco de mi parentesco con Minato porque jamás lo
conocí. Ni siquiera sabía que tenía padre o como era y después de tanto tiempo,
no es algo que pueda entender. – Se sinceró. – Yo no puedo sentir a Minato como
un padre pero si como un camarada, a pesar de habernos mentido tanto.
– ¡No,
Naruto!. Tú no lo entiendes. – Contradijo el doncel deshaciendo el abrazo y
levantándose de la mecedora. – Debido a que no has regresado hasta hoy, no
había forma de que lo supieras pero… Naruto, yo me enteré que estaba embarazado
días después de que fueras al castillo. – Sasuke no miró a la cara a su esposo
pero si lo hubiese hecho, se habría dado cuenta de lo estupefacto que Naruto
estaba ante esas palabras. – Naruto, tú y yo somos padres. – Repitió volviendo
a derramar lágrimas pero en esta ocasión de frustración. – ¿Cómo crees que
puede afectar esto a nosotros?, ¿cómo encontrar una explicación a esta
situación si es incomprensible para nosotros?.
La
cabeza le comenzó a doler a Naruto ante la repentina noticia y las razonables
preguntas dichas por Sasuke, así que caminó los pocos pasos hasta la cama y detrás
de sentarse sobre el mueble se había llevado las manos a la cara mientras
asimilaba la reciente confidencia, al mismo tiempo, que comprendía a que se
refería Sasuke.
Aclaración de los términos:
* Agua
mezclada con leche: Es una técnica que se ha utilizado para que la leche sea
más líquida, parezca que hay más cantidad y mengüe su sabor y/u olor (algunos
animales de ordeño producen leche con un sabor y/u olor demasiado fuerte).
Actualmente, la industrias lecheras (ganaderos industriales que se dedican a la
producción de lácteos) utilizan este métodos para poder cubrir sus pedidos y no
intentéis hacerlo con la leche que compráis en la tienda, esta ya viene
preparada y solo conseguiréis desperdiciar el líquido. También, os recuerdo que
si alguien que no acostumbra a tomar leche recién ordeñada puede darle una
indigestión, así que ¡cuidado!.
*
Carne deshidratada: Es carne que se deshidrata para que no se eche a perder con
facilidad ya que al tener alimentos de esta manera puede permanecer más tiempo
en buen estado para el consumo. Una de las formas más comunes del ser humano de
conservar los alimentos poco perecederos es con ayuda de la sal ya que esta la deshidrata
al volverla seca y es una de las formas más antiguas de conservar los alimentos
como es la carne y el pescado, recordemos que antiguamente no existían neveras
ni congeladores.
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