- Reencuentro.-
Sasuke se había despertado desde hacía
un buen rato y a pesar de que era consciente de que Naruto no se encontraba en
la minúscula casa, no hizo atisbo alguno de levantarse del lecho en el que
estaba oculto bajo la gruesa capa que utilizaba por manta.
Estaba muy confuso por todo lo que
había sucedido en ese tiempo después del espantoso incendio que terminó con las
vidas de sus padres, todo había resultado caótico y ahora, esos nuevos
sentimientos tan desconocidos para él que empezaban a florecer en su interior
no le provocaban nada más que desconcierto.
Sasuke no sabía por qué le pasaba esas
nuevas emociones aunque era cierto, que deseaba reencontrarse con su hermano,
también era verdad que por algún motivo no quería que ese encuentro sucediese
tan rápidamente como deseaba en un principio y este tipo de contradicciones
solo le estaba produciendo dolor de cabeza, ya que le generaba inquietud porque
no conseguía comprenderse a sí mismo.
Sin embargo, su cabeza dejó todas sus
preocupaciones en el olvido cuando escuchó como la única puerta se había
abierto y cerrado emitiendo aquel ruido desagradable para acto seguido, solo
escuchar los pasos hasta donde estaba la fogata.
No le hizo falta sacar la cabeza de
debajo de la capa y mirar para saber que se trataba del propietario de aquella
morada. Tampoco le hizo falta comprobar lo que estaba haciendo porque era el
sonido de un líquido siendo vertido en la pequeña olla y esto le daba a
entender que Naruto se disponía a hervir leche o agua.
Sasuke advirtió como su estómago se
encogía por algún incompresible motivo y su mente se volvió a entretener en
busca de una explicación a la reacción de su cuerpo. Siendo así, que no escuchó
los pasos de Naruto acercándose hacia donde estaba y cuando este puso una mano
sobre la capa teniendo la suerte de tocar uno de sus brazos, saltó alarmado
ante el inesperado contacto.
– ¡No!. – Gritó Sasuke asustando a su compañero que se apartó
de un salto hacia atrás.
Naruto miró a Sasuke, el cual estaba
con la respiración agitada y su piel era más blanca de lo acostumbrado debido
al susto. Tampoco se le pasó desapercibido el detalle de que el doncel tenía
una mano en el pecho agarrando algo que ocultaba bajo sus ropas y que él sabía
que se trataba de un singular medallón hecho de oro.
Naruto volvió a aproximarse a Sasuke y
con calma se sentó frente a él, ya que Sasuke había encogido sus piernas y
ocultado su rostro en el hueco que formó su cuerpo.
– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó con
lentitud pero no recibió respuesta de parte del doncel. – Es por lo que pasó
ayer. – Afirmó Naruto y entonces pudo percibir como el cuerpo de Sasuke se
movió un poco. – Yo, lo siento. – Se disculpó frotándose un brazo con
nerviosismo. – Sé que no debí hacer eso, que no estuvo bien y comprendo tu molestia
hacia el hecho que te besara y no lo volveré a cometer. – Susurró antes de
levantarse y dar unos pasos hacia la hoguera. – No deseo que me veas como un
despreciable hombre, solo quiero simpatizarte aunque sé que no lo estoy
haciendo bien, que solo estoy forzando todo con mis actos imprudentes e
impulsivos.
Sasuke se llevó una de sus manos a sus
labios y sonrojándose mientras palpaba con la yema de los dedos sus labios, recordó
aquel beso una vez más esa mañana.
– ¿Por qué lo hiciste?. Un hombre que respete
la virtud y el honor de un doncel o una dama no puede cometer esos actos tan desvergonzados.
Solo estas ensuciando mi nombre y haciendo que ambos pequemos ante el juicio de
Dios con tus acciones. – Musitó cerrando sus ojos con fuerza pero en ningún
momento miró a su compañero. – ¿¡Es qué te gusta hacer sufrir a los donceles y
las mujeres!?. Solo te gusta ver como mi alma se corrompe para convertirme en
un ser desdichado. – Pronunció con aspereza.
Naruto apretó sus labios con
frustración y miró con angustia la única puerta de la morada como si aquella
puerta le impidiera salir de aquel lugar para poder huir de aquella situación
tan comprometedora.
– Sasuke... – Murmuró muy despacio
antes de volver su vista hacia el joven que continuaba acurrucado.
– No, no tienes ni siquiera el derecho
de pronunciar mi nombre. No tienes derecho a manchar mi nombre de esa manera. –
Farfulló mientras ponía sus manos sobre sus orejas. – No quiero infamar a mi
familia a causa de tus actos indecorosos.
– Sasuke... lo lamento. – Se disculpó
Naruto volviendo sus pasos hacia donde estaba Sasuke.
– ¡No me toque!. – Gritó con tanta
fuerza que dejó a Naruto paralizado mientras él retrocedía. – No quiero que me
toques. – Sasuke miró en ese momento a los ojos de Naruto con desasosiego e
ira. – Yo... yo no quiero sentir esto, quiero que todo vuelva a como era. Estoy
cansado, ¿entiendes?. ¡Me encuentro agotado!. – Volvió a aullar mientras se
llevaba las manos a la cara con turbación.
Naruto miró a Sasuke en silencio hasta
que el sonido del contenido de la olla le hizo apartar la vista de Sasuke.
– Te lo dije antes, lo siento. –
Repitió Naruto. – También te dije que quiero agradarte, quiero ser aceptado por
ti porque sé, que aún tú no estás preparado y yo soy muy torpe para todo esto. –
Naruto suspiró antes de proseguir. – Suponía que iba a pasar esto, que te ibas a comportar así
conmigo y por eso, creo que no puedes seguir aquí. Por lo menos, no por ahora
porque solo terminarás odiándome. – Naruto habló con abatimiento ante el hecho
de tener que separase de Sasuke ya que no lo deseaba. – Hoy me levanté más temprano
de lo acostumbrado, aún el firmamento estaba salpicado de estrellas pero aún
así, me dirigí hacia la posada de los Sabaku. Le pedí a la familia de Gaara que
te hospedara porque no quiero arruinar más de lo que ya he arruinado con un
beso tu confianza en mí.
Sasuke miró confuso a Naruto que estaba
sonriendo sin siquiera mirarlo y se volvió a sonrojar sin entender el por qué
lo hacía.
– Cuando terminemos de comer, te llevaré
de nuevo a la posada de la familia de Gaara, ellos se harán cargo de ti y yo
esperaré el tiempo que debe de transcurrir a que estés listo para volver a
vernos.
– Solo hablas de ti y de tus
intensiones de amistad pero... ¿qué ocurre con mi hermano?. – Preguntó sin
hacer caso a como una terrible desconsuelo se estaba apoderando de él ante el
hecho de alejarse de aquel mozo.– ¿Cómo lo encontraré si estoy con ahí?.
– Mucha gente pasa por la taberna, ya
sea a llenarse la panza, a buscar hospedaje en la posada o a pedir limosna. Es
posible que tu hermano se acerque. – Naruto se puso una mano a la cintura sin
mirar al doncel. – Yo seguiré buscando por las calles a tu hermano.
Después de esa charla, Sasuke y Naruto comieron
un biscocho que Temari le había regalado esa misma madrugada y bebieron la
leche que Naruto había calentado en la pequeña olla y una vez saciados,
muchacho y doncel fueron hasta el negocio familiar de los Sabaku donde Naruto
dejó a Sasuke y él joven de cabellos dorados se retiró sin decir palabra alguna
o despedirse del doncel pero siendo observado por Sasuke y Kankuro hasta que
desapareció.
– ¡Ven!. Te mostraré toda la posada y
la taberna. – Indicó Kankuro con gentileza.
Sasuke asintió con la cabeza sin
apartar la mirada de la esquina por donde había desaparecido Naruto hasta que
Kankuro terminó de hablar para seguirlo.
El primogénito de la familia Sabaku le
mostró toda la posada y le indicó que desde ese día él dormiría en la
habitación de Temari, ya que no podía permitirle ocupar una de los cuartos que
rentaban. También, le mostró toda la taberna, la bodega y el almacén para
terminar en la cocina donde Sasuke conoció al patriarca de la familia.
– Bien, ahora que vivirás con nosotros,
también deberás trabajar aquí para poder comer porque esa es una de las reglas
de esta familia sino trabajas no comes. ¿Qué sabes hacer?, ¿eres bueno en la
cocina o tienes experiencia en servir?. – Preguntó Kankuro amablemente.
Sasuke tragó saliva ante esa pregunta y
es que entendía el que debería ayudar como pago de poder quedarse allí, donde
había una cómoda cama en la que conciliar un reparador sueño, bajo un techo que
lo guarecería del clima y tener asegurado un plato de comida ante sus narices
para saciar su hambre.
Sin embargo, Sasuke no sabía hacer nada
de lo que se le pedía en esa casa. Él había sido educado acorde a su título y criado
para no hacer más esfuerzo que el de tener la dote de mando de la servidumbre,
respetar y atender a su futuro esposo y
el de educar a sus hijas e hijos donceles para que fuesen tan dotados
como él pero en ese instante, Sasuke habría preferido el prestarle más atención
a la cocinera de palacio o a las siervas que limpiaban.
– Yo, no sé. – Musitó avergonzado.
–¡Ah!. No te preocupes, puedo enseñarte
a cocinar pero mientras aprendes puedes dedicarte a... – Kankuro miró a su
alrededor hasta que sus ojos encontraron la bandeja. – ¿Qué te pareces si intentas
atender a los clientes?. Tan solo tienes que salir y recordar si el cliente
solo desea beber vino o también, quiera comer, solo deber recordar los precios
y los encargos. – Kankuro continuó explicándole a Sasuke como debía de atender
a los clientes.
Durante dos semanas Sasuke había pasado
por todas las labores que podía desempeñar en la taberna o en la posada y había
terminado por dedicarse a la limpieza porque su experiencia como camarero había
provocado el enfurecimiento de los clientes cuando el vino era derramado sobre
sus ropas o los cuencos con la sopa caliente los había vertido sobre ellos. Sin
mencionar, que un centenar de vasos, botellas y jarras terminaron hecho añicos
y desperdiciado el vino que contenía costándole al señor Sabaku más de cinco
jounins y provocándole que el mal humor se hiciera un hueco en esos días en el
temperamento del patriarca de esa familia.
La experiencia en la cocina de Sasuke
fue muy virulenta, después de haber calcinado la carne hasta el punto de quedar
tan negra como el carbón y hacer guisos incomibles al echarle más sal de la que
necesitaba o simplemente, confundir los ingredientes y las especias. Tampoco le
ayudó a Sasuke el que tardara más de una hora en pelar y lavar las verduras y
hortalizas puesto que él no estaba acostumbrado a hacer ese tipo de labores.
Siendo esta la manera que Sasuke se convirtió en el chico de los mandados pero
el que terminara volviendo a la taberna con la cesta vacía sin nada de lo que
se le había pedido debido a que no conocía la ciudad y no ser acompañado por
nadie que le mostrara hacia donde debía de ir, terminaba caminando en círculos
para acabar en el lugar del que había salido, la taberna de los Sabaku.
Después de esos incidentes Kankuro
pensó que se le daría bien a Sasuke ordenar un poco la despensa y como tampoco era un trabajo muy complicado después de
haberle indicado en qué lugar debía estar cada tipo de alimento. Aunque Sasuke
hubiese estado viviendo en la misma calle esto no le quitaba sus miedos y fue
así, como dentro de la lista de posibles labores que podría desempeñar Sasuke,
esta también quedo desechada a consecuencia de la aparición de un ratón, Sasuke
salió corriendo despavorido del interior del cuarto cubierto de harina y es que
en su huida tropezó con un costal de harina y no solo se espolvoreó entero de
harina sino que el desafortunado costal se rasgó al caer al suelo y por consecuencia acabó como comida para los
cerdos que tenía uno de los vecinos y abastecedor de la familia Sabaku de carne
de porcino. Este suceso fue el declive para
buscarle otra labor a Sasuke.
Ante este hecho, la matriarca de la
familia Sabaku decidió que sería bueno ponerlo a cargo de las llaves de la posada
pero su paso por recepción en la posada tampoco le fue bien cuando más de uno
de los clientes recibió la llave equivocada de la alcoba que había arrendado.
Temari, propuso el que hiciese la
colada ya que no se le había dado bien los trabajos que se le habían
encomendado. Por primera vez en su vida, Sasuke lavó una prenda pero cometió el
error de teñir de azul una de las sábanas blancas. Siendo otra pérdida para el
negocio de los Sabaku, una vergüenza para Sasuke y una diversión para Temari y
Gaara que disfrutaban escuchando como Sasuke cometía errores debido a su
inexperiencia.
Así, que en esta ocasión fue el
patriarca de la familia quién decidió que Sasuke debía dedicarse a la limpieza
del suelo y los platos y era por eso que ahora, acompañado de un cubo lleno de
agua y jabón, Sasuke estaba arrodillado en el suelo con un cepillo en la mano
frotando el piso.
A pesar de lo duro que era el trabajo
no rechistó y aunque era la primera vez que limpiaba el suelo mientras que su
mente solo pensaba en dos cosas, Itachi y Naruto.
En esas dos semanas, Sasuke no vio a
Naruto y tampoco sabía nada sobre su hermano lo que le provocaba frustración
ante la carencia de información.
Gaara, la única persona en aquella casa
que le era posible de tener información directa sobre Naruto, tampoco le decía
nada. Solo escuchaba a Gaara hablar de su trabajo, de mujeres o donceles que
había conocido y de si había encontrado algún artículo bastante barato.
En esos días había llovido sin cesar y
la noche tomaba su trono en el firmamento pero a pesar del mal tiempo, la
taberna de la familia Sabaku estaba repleta de personas que bebían vino, comían
el delicioso guiso hecho por el dueño de la taberna y se jactaba de sus logros
comerciales o sus aventuras amorosas para todo aquel que quería escuchar la
historias, creando un ambiente de camarería entre todas esas personas que se
desconocían.
La posada de la familia Sabaku también
estaba gozando de la fortuna que ese mal tiempo traía consigo, pues todas las
habitaciones estaban ocupadas por comerciantes, viajeros y algún mercenario que
se encontraban alojados.
Ese día por fin las nubes habían dejado
de desprender el agua que portaban para dejar paso al sol y Sasuke, como hacía
desde cuatro días atrás, se disponía a fregar los suelos de la posada cuando
Kankuro lo llamó.
– ¡Sasuke!. – Kankuro traía una escoba.
– ¿Podrías ocuparte tú de barrer la entrada principal de la taberna y la
posada?. Normalmente, lo hago yo pero tengo que ocuparme de la taberna yo solo
ya que mi padre está en la posada y Gaara al igual que mi madre y Temari se han
ido a trabajar.
Sasuke asintió y dejó los cubos, los
cepillos y los trapos en donde estaba para recibir la escoba.
Se dirigió hacia la parte delantera de
la posada y antes de comenzar a barrer el húmedo suelo de adoquines miró hacia
ambos lados de la calle, también miró hacia un pequeño callejón que formaban
dos edificios frente la taberna pero a aquellas horas solo pocas personas transitaban.
Había pasado diez minutos barriendo
frente a la taberna cuando una voz que pronunció su nombre tan asombrado y al
mismo tiempo, en un tono bajo hizo que mirara en dirección de la persona
propietaria de aquella voz para descubrir a un doncel del que vagamente
recordaba su cara.
– ¿Sasuke estabas aquí?. – Hizo la
pregunta como si aquel doncel lo hubiese estado buscando desde hace años.
Un poco turbado, Sasuke retrocedió un
paso.
– ¿Quién eres? ¿y cómo es que conoces
mi nombre?.
– No me recuerdas, yo os conocí cuando estabais
persiguiendo a unos ladrones. Soy Sai. – Sai se acercó a Sasuke que parecía
estar buscando en su mente el recuerdo que confirmara lo relatado aquel joven.
– Sai...– Repitió en un suspiro Sasuke.
– ¿Me recuerdas?. – Preguntó con interés.
–Sí, me acuerdo de ti pero ¿por qué
hablas como si me estuvieses buscando?. – Inquirió un poco desconcertado.
– Es que he intentado saber de ti. Tu
hermano... Tu hermano te ha estado buscando, Sasuke.
Sasuke soltó la escoba y se acercó más
a Sai.
– ¿Mi hermano?, ¿sabes dónde está
Itachi?, ¿se encuentra bien?. – Preguntó con desesperación Sasuke.
– Itachi está bien y está en mi casa.
– Por favor, llévame hasta él, quiero
ver con mis propios ojos que está bien. Quiero disculparme con él. – Rogó
Sasuke.
Sai sonrió y asintió con la cabeza.
Sin necesidad de informar a los Sabaku
o de prestar atención a su alrededor, Sasuke abrazó a Sai.
– Gracias... – Agradeció en voz baja
mientras derramaba lágrimas de felicidad.
Después de unos segundos Sai guió a
Sasuke hasta su humilde morada dejando la escoba olvidada en el suelo de la
calle frente al pórtico de la taberna.
Cuando por fin Sai llegó a su casa se
giró y miró a Sasuke, analizando su comportamiento antes de abrir la puerta.
Sasuke se internó a la casa tan veloz
como un rayo pero allí no había nadie y por ello, se volvió hacia Sai pidiéndole
con la mirada sobre su hermano.
– Está arriba, seguramente aún está
durmiendo. – Respondió Sai a aquella pregunta no formula.
Sasuke subió las escaleras y la
habitación que era iluminada con los pocos rayos de sol que se colaba por la
vieja y degastada cortina proporcionaba la suficiente luz para ver como en una
cama lo suficientemente grande se encontraba una persona reposando.
Sasuke se acercó con el corazón
tamborileando en su pecho y allí estaba Itachi. Su hermano estaba durmiendo plácidamente
pero su piel parecía más blanca de lo habitual y sus ojeras tan marcadas,
parecían pronunciarse más en su rostro.
– Itachi... – Consiguió decir mientras
sus ojos desprendían lágrimas de pura felicidad.
Sai también se había acercado a la cama
con la vieja mecedora.
– Puedes sentarte aquí y esperar a que
despierte. Yo debo irme. – Informó con amabilidad Sai.
– Gracias, Sai.
Sai sonrió y se marchó dejando a los
hermanos solos en la pequeña habitación.
Sasuke no sabía cuánto tiempo había
pasado pero por fin, parecía que Itachi empezaba a despertar y por ello, se
levantó de la mecedora.
Cuando Itachi abrió sus ojos, vio una
sombra erguida ante él. Tuvo que parpadear varias veces para poder adaptar su
visión y fue entonces, que se dio cuenta que la sombra ante él se trataba de su
hermano.
– Sasuke... – Murmuró atónito. –
Sasuke.
– Itachi... – Dijo Sasuke antes de abalanzarse
hacia su hermano y abrazarlo mientras lloraba.
Itachi apretó un poco el abrazo que
mantenía con su hermano para estar seguro de que aquello era real y
efectivamente, se percató de que era muy real y sus lágrimas que habían estado acumulándose
en sus negros ojos rodaron por sus mejillas mientras que su corazón palpitaba
de felicidad.
Los hermanos permanecieron un buen rato
abrazados y llorando sin decir nada, simplemente sintiendo que ambos estaban
vivos. Que después de varios días por fin se habían reunido.
Con lentitud Sasuke e Itachi
deshicieron el abrazo y ambos se miraron a la cara para sonreír de alegría y
reconocimiento como si hubiese pasado años en que no se habían visto.
– Sasuke... por fin... – Itachi limpió
su cara de lágrimas. – Lo siento mucho, fue mi culpa no debí ser tan egoísta
ese día.
– No, Itachi debo de ser yo quién tiene
que disculparse y pedir tú perdón. – Habló con rapidez Sasuke. – Tú eres más
sensato en tus razonamientos que yo, perdóname hermano porque debimos hacer lo
que tú pedías para poder ponernos en contacto con Kakashi.
Ante el nombre de Kakashi, Itachi se mordió
el labio inferior con fuerza y es que a su mente acudieron los recuerdos de la
última vez que lo vio, el día que ante el rey lo había repudiado como si fuera
la peste*.
– Ambos deseamos el perdón, hermano. Tu
pides el mío y yo el tuyo pero yo te perdoné el mismo día que desapareciste,
¿estuve buscándote tanto?. – Confesó Itachi volviendo a abrazar a su hermano.
– Yo también te perdoné ese mismo día,
cuando me di cuenta del comportamiento tan vulgar que tuve. – Respondió Sasuke
antes deshacer el abrazo y mirar a su hermano con una sonrisa de alegría. –
Ahora todo irá bien para nosotros y nos reuniremos con Kakashi. – Afirmó Sasuke
limpiándose las lágrimas de su rostro.
Itachi apretó las mantas con sus manos.
– No Sasuke, no hables más de ese
hombre porque Kakashi ha dejado de ser nuestro hermano.
– ¿¡No digas eso!?. Él...– Pero fue
interrumpido por su hermano.
– ¡Yo lo vi! ¡Lo vi y oí perfectamente
como él negaba mi existencia, como renegaba nuestro parentesco!. – Gritó,
convirtiendo la feliz atmosfera en una gélida y angustiante. – Él ahora es el Marqués
de Sharingan.
Sasuke estaba sorprendido y triste a la
vez ante lo dicho por su hermano porque no podía concebir que Kakashi se
comportase tan vilmente.
– N-No puede ser verdad.
– Es cierto lo que digo, Sasuke, el lo
dijo frente al rey, él me despreció.
– Itachi, cuéntame todo. – Pidió Sasuke
con lágrimas en los ojos.
Ante el ruego de Sasuke, Itachi le
contó todo, comenzando desde el día en que se separaron a causa de una disputa
absurda hasta llegar a ese momento.
Durante todo el día, Sasuke permaneció
junto a su hermano contándole todo lo que le había ocurrido y omitiendo algunos
acontecimientos que lo avergonzaba, fue por eso que cuando Sai llegó se
encontró a los gemelos conversando sobre la mesa.
Sai volvió a recibir el agradecimiento
de Sasuke por haber cuidado de su hermano aunque él le quitó importancia para
hacer una sencilla sopa de verduras que luego sirvió a los gemelos y de la cual,
él también comió.
– ¿Qué pensáis hacer ahora?. – Preguntó
Sai recogiendo los cuencos en los que había servido la sopa.
Los hermanos se miraron y descendieron
su mirada al suelo porque ellos no lo habían predispuesto, ya que no le quedaba
nada ni nadie a quien recurrir después de que Kakashi los despreciado, ahora
estaban solos.
– No lo sé. – Murmuró Itachi con pesar
para después dar un saltito en su asiento para mirar a su hermano. – Sasuke, tú
debes seguir con la familia que estas, al menos allí tienes un trabajo y un
plato de comida cada día.
– ¿Pero por qué?. – Cuestionó Sasuke
temeroso de volver a perder a su hermano ahora que lo había encontrado.
– Mira a tu alrededor, Sai no nos puede
mantener a ambos e incluso, le es muy complicado el estar alimentándome es por
ello, que debes volverá donde has estado durante este tiempo.
– No has sido ninguna carga el que estas
aquí, Itachi. Yo te lo había pedido. – Intervino Sai.
– Lo sé y te agradezco que te hayas
tomado tantas molestias con mi persona pero ahora, yo también debería buscar un
trabajo para poder pagar tu hospitalidad y poder vivir en esta ciudad.
Sai sonrió y asintió porque comprendía
sus intenciones.
– Sasuke será mejor que vuelvas ya. –
Le aconsejó Itachi.
Sasuke asintió con la cabeza y se
levantó despacio pero antes había abrazado a su hermano.
– Espera, yo te acompañaré. Las calles
son muy peligrosas para un doncel a estas horas de la noche. – Intervino Sai.
Sai acompañó a Sasuke hasta la taberna
de la familia Sabaku que curiosamente estaba cerrada y las ventanas carecían de
las luces de las lámparas de aceite, algo que no solía ocurrir.
– Gracias por acompañarme, Sai.
– ¿Estás seguro que está bien que te deje
aquí está todo a oscuras?.
– No te preocupes, seguramente estarán
dentro. – Con estas palabras Sasuke se despidió de Sai y el rodeó todo el edificio
para encontrar la puerta trasera que correspondía a la cocina de la taberna y
de la cual, salía luz.
Sasuke golpeó la puerta y rápidamente
se abrió para mostrar a Karura con su frente arrugada, su entrecejo fruncido y
la mueca en el rostro que denotaba enfado.
Sasuke sintió un escozor en una de sus
mejillas y se llevó la mano para frotársela un poco para nuevamente mirar hacia
la matriarca de los Sabaku que aún contenía su mano en alto, después de haberle
dado la cachetada a gran velocidad, que ni siquiera pudo ver como había movido
su brazo para golpearlo.
– ¿Qué crees que haces, Sasuke?. Te
marchas sin decir nada y volviendo a estas horas de la noche. Es que no se te
pasó por la cabeza lo preocupado que estábamos cuando solo encontramos la
escoba tirada en la calle. – Karura sermoneaba a Sasuke que la miraba con sus
ojos muy abiertos, pues era la primera vez que recibía un regaño como aquel. –
Entiende jovencito, que si vives bajo mi techo yo soy responsable de ti y de
todo lo que te rodea porque el desaparecer de esa manera no es manera de pagar
nuestra gratitud y generosidad, Sasuke. – Karura se llevó una mano en la
cintura mientras que con la otra mano se tocó el rostro de forma que le parecía
que intentaba aliviar un dolor. – Esa actitud no es correcta para un doncel.
No, no lo es aunque se trate de algo de supremacía porque nadie con un digno
resquicio de sentido común hace ese tipo de actos que insulta a la casa que te ha
acogido como a un hijo, Sasuke. ¡Qué Dios nos ayude!.– Se persignó ante la exclamación
que pronunció como un ruego ante su indignación. – ¿Es qué la educación no te
ha sido enseñada? ¿es qué te divierte martirizar a esta familia?. – Lanzó las
preguntas al aire como mortíferas flechas. – Esta casa se respeta, Sasuke, y no
quiero que esto vuelva a suceder. – Karura suspiró antes de terminar su
reprimenda. – Con lo que nos cuesta mantener bien limpio el nombre de esta
familia para que alguien sin el mínimo de respeto intente crear enredos dentro de las paredes de mi casa.
– Lo siento. – Se disculpó Sasuke
derramando lágrimas después de comprender que había actuado mal al no
anunciarle a nadie que había encontrado a alguien que lo conocía y sabía dónde
estaba Itachi. – Se que obré mal pero es que esta mañana pude encontrar a mi
hermano. – Sin poderlo aguantar estalló en un llanto.
Gaara y Temari salieron al escuchar a
Sasuke sollozando mientras su madre lo miraba con dureza.
– Temari, llévalo a la habitación, los
vecinos ya han tenido suficiente entretenimiento por el día de hoy. – Ordenó a
su hija que rápidamente se llevó a Sasuke al cuarto.
Karura caminó hasta la mesa donde tomó
asiento en una de las sillas teniendo de frente a su marido que estaba sirviéndose
un vaso de vino.
– Mujer, has levantado mucho tu mano.
El doncel no merecía tanta dureza. – Opinó el patriarca.
– Lo sé pero estaba tan preocupada,
asustada y enfadada por el hecho de que hubiese desaparecido así que no pude
contener mi boca. – Karura miró a sus hijos y volvió a fruncir el entrecejo. –
¿¡Que hacéis ahí quietos!?. Preparad el baño porque de seguro que Sasuke querrá
asearse y subidle un plato de comida y un vaso de agua. – Ordenó con cansancio
y al instante Gaara desapareció para preparar el baño mientras que Kankuro
ponía sobre una bandeja los cubiertos, el plato con salchichas asadas y
ensalada junto a un vaso con agua y una jarra con el cristalino líquido.
Cuando el matrimonio quedó a solas,
hombre y mujer se miraron a los ojos.
– Me alegro de que haya encontrado a su
hermano.
– Yo también pero no quiero que se
marche, me acostumbrado a tenerlo en casa. – Confesó la mujer para estirar el
brazo y arrebatar el vaso de vino de su esposo para beber lo que quedaba del
carmesí líquido de un trago.
– Te entiendo, a pesar de ser tan reservado,
es muy trabajador y se esfuerza en lo que hace. Yo tampoco quiero que nos deje,
lo aprecio como a cualquiera de nuestros hijos.
– ¿Un hijo?. Sí esa es la palabra
adecuada. – Karura le sonrió a su marido. – Sasuke se ha convertido en nuestro
hijo. – Tras estas palabras ambos rieron cómplices.
– ¿Quién lo diría a mi edad? he obtenido
otro hijo. ¡Qué Dios nos bendiga por ello! y también, que bendiga a mi esposa. –
Habló antes de tomar la botella de vino levantarla al aire y beber sin ningún
reparo de la misma botella.
Karura río ante el comportamiento de su
esposo.
Aclaración de los términos:
* Peste:
Referencia a la peste negra una pandemia que originada por las ratas, azotó
Europa en el siglo XIV, de la cual se estima que la misma fue causa de la
muerte de 25 millones de personas (aproximadamente).
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