domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -11-


- Reencuentro.-

Sasuke se había despertado desde hacía un buen rato y a pesar de que era consciente de que Naruto no se encontraba en la minúscula casa, no hizo atisbo alguno de levantarse del lecho en el que estaba oculto bajo la gruesa capa que utilizaba por manta.

Estaba muy confuso por todo lo que había sucedido en ese tiempo después del espantoso incendio que terminó con las vidas de sus padres, todo había resultado caótico y ahora, esos nuevos sentimientos tan desconocidos para él que empezaban a florecer en su interior no le provocaban nada más que desconcierto.

Sasuke no sabía por qué le pasaba esas nuevas emociones aunque era cierto, que deseaba reencontrarse con su hermano, también era verdad que por algún motivo no quería que ese encuentro sucediese tan rápidamente como deseaba en un principio y este tipo de contradicciones solo le estaba produciendo dolor de cabeza, ya que le generaba inquietud porque no conseguía comprenderse a sí mismo.

Sin embargo, su cabeza dejó todas sus preocupaciones en el olvido cuando escuchó como la única puerta se había abierto y cerrado emitiendo aquel ruido desagradable para acto seguido, solo escuchar los pasos hasta donde estaba la fogata.

No le hizo falta sacar la cabeza de debajo de la capa y mirar para saber que se trataba del propietario de aquella morada. Tampoco le hizo falta comprobar lo que estaba haciendo porque era el sonido de un líquido siendo vertido en la pequeña olla y esto le daba a entender que Naruto se disponía a hervir leche o agua.

Sasuke advirtió como su estómago se encogía por algún incompresible motivo y su mente se volvió a entretener en busca de una explicación a la reacción de su cuerpo. Siendo así, que no escuchó los pasos de Naruto acercándose hacia donde estaba y cuando este puso una mano sobre la capa teniendo la suerte de tocar uno de sus brazos, saltó alarmado ante el inesperado contacto.

– ¡No!. – Gritó  Sasuke asustando a su compañero que se apartó de un salto hacia atrás.

Naruto miró a Sasuke, el cual estaba con la respiración agitada y su piel era más blanca de lo acostumbrado debido al susto. Tampoco se le pasó desapercibido el detalle de que el doncel tenía una mano en el pecho agarrando algo que ocultaba bajo sus ropas y que él sabía que se trataba de un singular medallón hecho de oro.

Naruto volvió a aproximarse a Sasuke y con calma se sentó frente a él, ya que Sasuke había encogido sus piernas y ocultado su rostro en el hueco que formó su cuerpo.

– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó con lentitud pero no recibió respuesta de parte del doncel. – Es por lo que pasó ayer. – Afirmó Naruto y entonces pudo percibir como el cuerpo de Sasuke se movió un poco. – Yo, lo siento. – Se disculpó frotándose un brazo con nerviosismo. – Sé que no debí hacer eso, que no estuvo bien y comprendo tu molestia hacia el hecho que te besara y no lo volveré a cometer. – Susurró antes de levantarse y dar unos pasos hacia la hoguera. – No deseo que me veas como un despreciable hombre, solo quiero simpatizarte aunque sé que no lo estoy haciendo bien, que solo estoy forzando todo con mis actos imprudentes e impulsivos.

Sasuke se llevó una de sus manos a sus labios y sonrojándose mientras palpaba con la yema de los dedos sus labios, recordó aquel beso una vez más esa mañana.

– ¿Por qué lo hiciste?. Un hombre que respete la virtud y el honor de un doncel o una dama no puede cometer esos actos tan desvergonzados. Solo estas ensuciando mi nombre y haciendo que ambos pequemos ante el juicio de Dios con tus acciones. – Musitó cerrando sus ojos con fuerza pero en ningún momento miró a su compañero. – ¿¡Es qué te gusta hacer sufrir a los donceles y las mujeres!?. Solo te gusta ver como mi alma se corrompe para convertirme en un ser desdichado. – Pronunció con aspereza.

Naruto apretó sus labios con frustración y miró con angustia la única puerta de la morada como si aquella puerta le impidiera salir de aquel lugar para poder huir de aquella situación tan comprometedora.

– Sasuke... – Murmuró muy despacio antes de volver su vista hacia el joven que continuaba acurrucado.

– No, no tienes ni siquiera el derecho de pronunciar mi nombre. No tienes derecho a manchar mi nombre de esa manera. – Farfulló mientras ponía sus manos sobre sus orejas. – No quiero infamar a mi familia a causa de tus actos indecorosos.

– Sasuke... lo lamento. – Se disculpó Naruto volviendo sus pasos hacia donde estaba Sasuke.

– ¡No me toque!. – Gritó con tanta fuerza que dejó a Naruto paralizado mientras él retrocedía. – No quiero que me toques. – Sasuke miró en ese momento a los ojos de Naruto con desasosiego e ira. – Yo... yo no quiero sentir esto, quiero que todo vuelva a como era. Estoy cansado, ¿entiendes?. ¡Me encuentro agotado!. – Volvió a aullar mientras se llevaba las manos a la cara con turbación.

Naruto miró a Sasuke en silencio hasta que el sonido del contenido de la olla le hizo apartar la vista de Sasuke.

– Te lo dije antes, lo siento. – Repitió Naruto. – También te dije que quiero agradarte, quiero ser aceptado por ti porque sé, que aún tú no estás preparado y yo soy muy torpe para todo esto. – Naruto suspiró antes de proseguir. – Suponía que  iba a pasar esto, que te ibas a comportar así conmigo y por eso, creo que no puedes seguir aquí. Por lo menos, no por ahora porque solo terminarás odiándome. – Naruto habló con abatimiento ante el hecho de tener que separase de Sasuke ya que no lo deseaba. – Hoy me levanté más temprano de lo acostumbrado, aún el firmamento estaba salpicado de estrellas pero aún así, me dirigí hacia la posada de los Sabaku. Le pedí a la familia de Gaara que te hospedara porque no quiero arruinar más de lo que ya he arruinado con un beso tu confianza en mí.

Sasuke miró confuso a Naruto que estaba sonriendo sin siquiera mirarlo y se volvió a sonrojar sin entender el por qué lo hacía.

– Cuando terminemos de comer, te llevaré de nuevo a la posada de la familia de Gaara, ellos se harán cargo de ti y yo esperaré el tiempo que debe de transcurrir a que estés listo para volver a vernos.

– Solo hablas de ti y de tus intensiones de amistad pero... ¿qué ocurre con mi hermano?. – Preguntó sin hacer caso a como una terrible desconsuelo se estaba apoderando de él ante el hecho de alejarse de aquel mozo.– ¿Cómo lo encontraré si estoy con ahí?.

– Mucha gente pasa por la taberna, ya sea a llenarse la panza, a buscar hospedaje en la posada o a pedir limosna. Es posible que tu hermano se acerque. – Naruto se puso una mano a la cintura sin mirar al doncel. – Yo seguiré buscando por las calles a tu hermano.

Después de esa charla, Sasuke y Naruto comieron un biscocho que Temari le había regalado esa misma madrugada y bebieron la leche que Naruto había calentado en la pequeña olla y una vez saciados, muchacho y doncel fueron hasta el negocio familiar de los Sabaku donde Naruto dejó a Sasuke y él joven de cabellos dorados se retiró sin decir palabra alguna o despedirse del doncel pero siendo observado por Sasuke y Kankuro hasta que desapareció.

– ¡Ven!. Te mostraré toda la posada y la taberna. – Indicó Kankuro con gentileza.

Sasuke asintió con la cabeza sin apartar la mirada de la esquina por donde había desaparecido Naruto hasta que Kankuro terminó de hablar para seguirlo.

El primogénito de la familia Sabaku le mostró toda la posada y le indicó que desde ese día él dormiría en la habitación de Temari, ya que no podía permitirle ocupar una de los cuartos que rentaban. También, le mostró toda la taberna, la bodega y el almacén para terminar en la cocina donde Sasuke conoció al patriarca de la familia.

– Bien, ahora que vivirás con nosotros, también deberás trabajar aquí para poder comer porque esa es una de las reglas de esta familia sino trabajas no comes. ¿Qué sabes hacer?, ¿eres bueno en la cocina o tienes experiencia en servir?. – Preguntó Kankuro amablemente.

Sasuke tragó saliva ante esa pregunta y es que entendía el que debería ayudar como pago de poder quedarse allí, donde había una cómoda cama en la que conciliar un reparador sueño, bajo un techo que lo guarecería del clima y tener asegurado un plato de comida ante sus narices para saciar su hambre.

Sin embargo, Sasuke no sabía hacer nada de lo que se le pedía en esa casa. Él había sido educado acorde a su título y criado para no hacer más esfuerzo que el de tener la dote de mando de la servidumbre, respetar y atender a su futuro esposo y  el de educar a sus hijas e hijos donceles para que fuesen tan dotados como él pero en ese instante, Sasuke habría preferido el prestarle más atención a la cocinera de palacio o a las siervas que limpiaban.

– Yo, no sé. – Musitó avergonzado.

–¡Ah!. No te preocupes, puedo enseñarte a cocinar pero mientras aprendes puedes dedicarte a... – Kankuro miró a su alrededor hasta que sus ojos encontraron la bandeja. – ¿Qué te pareces si intentas atender a los clientes?. Tan solo tienes que salir y recordar si el cliente solo desea beber vino o también, quiera comer, solo deber recordar los precios y los encargos. – Kankuro continuó explicándole a Sasuke como debía de atender a los clientes.

Durante dos semanas Sasuke había pasado por todas las labores que podía desempeñar en la taberna o en la posada y había terminado por dedicarse a la limpieza porque su experiencia como camarero había provocado el enfurecimiento de los clientes cuando el vino era derramado sobre sus ropas o los cuencos con la sopa caliente los había vertido sobre ellos. Sin mencionar, que un centenar de vasos, botellas y jarras terminaron hecho añicos y desperdiciado el vino que contenía costándole al señor Sabaku más de cinco jounins y provocándole que el mal humor se hiciera un hueco en esos días en el temperamento del patriarca de esa familia.

La experiencia en la cocina de Sasuke fue muy virulenta, después de haber calcinado la carne hasta el punto de quedar tan negra como el carbón y hacer guisos incomibles al echarle más sal de la que necesitaba o simplemente, confundir los ingredientes y las especias. Tampoco le ayudó a Sasuke el que tardara más de una hora en pelar y lavar las verduras y hortalizas puesto que él no estaba acostumbrado a hacer ese tipo de labores. Siendo esta la manera que Sasuke se convirtió en el chico de los mandados pero el que terminara volviendo a la taberna con la cesta vacía sin nada de lo que se le había pedido debido a que no conocía la ciudad y no ser acompañado por nadie que le mostrara hacia donde debía de ir, terminaba caminando en círculos para acabar en el lugar del que había salido, la taberna de los Sabaku.

Después de esos incidentes Kankuro pensó que se le daría bien a Sasuke ordenar un poco la despensa y como tampoco era un trabajo muy complicado después de haberle indicado en qué lugar debía estar cada tipo de alimento. Aunque Sasuke hubiese estado viviendo en la misma calle esto no le quitaba sus miedos y fue así, como dentro de la lista de posibles labores que podría desempeñar Sasuke, esta también quedo desechada a consecuencia de la aparición de un ratón, Sasuke salió corriendo despavorido del interior del cuarto cubierto de harina y es que en su huida tropezó con un costal de harina y no solo se espolvoreó entero de harina sino que el desafortunado costal se rasgó al caer al suelo y  por consecuencia acabó como comida para los cerdos que tenía uno de los vecinos y abastecedor de la familia Sabaku de carne de porcino. Este suceso fue el declive para  buscarle otra labor a Sasuke.

Ante este hecho, la matriarca de la familia Sabaku decidió que sería bueno ponerlo a cargo de las llaves de la posada pero su paso por recepción en la posada tampoco le fue bien cuando más de uno de los clientes recibió la llave equivocada de la alcoba que había arrendado.

Temari, propuso el que hiciese la colada ya que no se le había dado bien los trabajos que se le habían encomendado. Por primera vez en su vida, Sasuke lavó una prenda pero cometió el error de teñir de azul una de las sábanas blancas. Siendo otra pérdida para el negocio de los Sabaku, una vergüenza para Sasuke y una diversión para Temari y Gaara que disfrutaban escuchando como Sasuke cometía errores debido a su inexperiencia.

Así, que en esta ocasión fue el patriarca de la familia quién decidió que Sasuke debía dedicarse a la limpieza del suelo y los platos y era por eso que ahora, acompañado de un cubo lleno de agua y jabón, Sasuke estaba arrodillado en el suelo con un cepillo en la mano frotando el piso.

A pesar de lo duro que era el trabajo no rechistó y aunque era la primera vez que limpiaba el suelo mientras que su mente solo pensaba en dos cosas, Itachi y Naruto.

En esas dos semanas, Sasuke no vio a Naruto y tampoco sabía nada sobre su hermano lo que le provocaba frustración ante la carencia de información.

Gaara, la única persona en aquella casa que le era posible de tener información directa sobre Naruto, tampoco le decía nada. Solo escuchaba a Gaara hablar de su trabajo, de mujeres o donceles que había conocido y de si había encontrado algún artículo bastante barato.

En esos días había llovido sin cesar y la noche tomaba su trono en el firmamento pero a pesar del mal tiempo, la taberna de la familia Sabaku estaba repleta de personas que bebían vino, comían el delicioso guiso hecho por el dueño de la taberna y se jactaba de sus logros comerciales o sus aventuras amorosas para todo aquel que quería escuchar la historias, creando un ambiente de camarería entre todas esas personas que se desconocían.

La posada de la familia Sabaku también estaba gozando de la fortuna que ese mal tiempo traía consigo, pues todas las habitaciones estaban ocupadas por comerciantes, viajeros y algún mercenario que se encontraban alojados.

Ese día por fin las nubes habían dejado de desprender el agua que portaban para dejar paso al sol y Sasuke, como hacía desde cuatro días atrás, se disponía a fregar los suelos de la posada cuando Kankuro lo llamó.

– ¡Sasuke!. – Kankuro traía una escoba. – ¿Podrías ocuparte tú de barrer la entrada principal de la taberna y la posada?. Normalmente, lo hago yo pero tengo que ocuparme de la taberna yo solo ya que mi padre está en la posada y Gaara al igual que mi madre y Temari se han ido a trabajar.

Sasuke asintió y dejó los cubos, los cepillos y los trapos en donde estaba para recibir la escoba.

Se dirigió hacia la parte delantera de la posada y antes de comenzar a barrer el húmedo suelo de adoquines miró hacia ambos lados de la calle, también miró hacia un pequeño callejón que formaban dos edificios frente la taberna pero a aquellas horas solo pocas personas transitaban.

Había pasado diez minutos barriendo frente a la taberna cuando una voz que pronunció su nombre tan asombrado y al mismo tiempo, en un tono bajo hizo que mirara en dirección de la persona propietaria de aquella voz para descubrir a un doncel del que vagamente recordaba su cara.

– ¿Sasuke estabas aquí?. – Hizo la pregunta como si aquel doncel lo hubiese estado buscando desde hace años.

Un poco turbado, Sasuke retrocedió un paso.

– ¿Quién eres? ¿y cómo es que conoces mi nombre?.

– No me recuerdas, yo os conocí cuando estabais persiguiendo a unos ladrones. Soy Sai. – Sai se acercó a Sasuke que parecía estar buscando en su mente el recuerdo que confirmara lo relatado aquel joven.

– Sai...– Repitió en un suspiro Sasuke.

– ¿Me recuerdas?. – Preguntó con interés.

–Sí, me acuerdo de ti pero ¿por qué hablas como si me estuvieses buscando?. – Inquirió un poco desconcertado.

– Es que he intentado saber de ti. Tu hermano... Tu hermano te ha estado buscando, Sasuke.

Sasuke soltó la escoba y se acercó más a Sai.

– ¿Mi hermano?, ¿sabes dónde está Itachi?, ¿se encuentra bien?. – Preguntó con desesperación Sasuke.

– Itachi está bien y está en mi casa.

– Por favor, llévame hasta él, quiero ver con mis propios ojos que está bien. Quiero disculparme con él. – Rogó Sasuke.

Sai sonrió y asintió con la cabeza.

Sin necesidad de informar a los Sabaku o de prestar atención a su alrededor, Sasuke abrazó a Sai.

– Gracias... – Agradeció en voz baja mientras derramaba lágrimas de felicidad.

Después de unos segundos Sai guió a Sasuke hasta su humilde morada dejando la escoba olvidada en el suelo de la calle frente al pórtico de la taberna.

Cuando por fin Sai llegó a su casa se giró y miró a Sasuke, analizando su comportamiento antes de abrir la puerta.

Sasuke se internó a la casa tan veloz como un rayo pero allí no había nadie y por ello, se volvió hacia Sai pidiéndole con la mirada sobre su hermano.

– Está arriba, seguramente aún está durmiendo. – Respondió Sai a aquella pregunta no formula.

Sasuke subió las escaleras y la habitación que era iluminada con los pocos rayos de sol que se colaba por la vieja y degastada cortina proporcionaba la suficiente luz para ver como en una cama lo suficientemente grande se encontraba una persona reposando.

Sasuke se acercó con el corazón tamborileando en su pecho y allí estaba Itachi. Su hermano estaba durmiendo plácidamente pero su piel parecía más blanca de lo habitual y sus ojeras tan marcadas, parecían pronunciarse más en su rostro.

– Itachi... – Consiguió decir mientras sus ojos desprendían lágrimas de pura felicidad.

Sai también se había acercado a la cama con la vieja mecedora.

– Puedes sentarte aquí y esperar a que despierte. Yo debo irme. – Informó con amabilidad Sai.

– Gracias, Sai.

Sai sonrió y se marchó dejando a los hermanos solos en la pequeña habitación.

Sasuke no sabía cuánto tiempo había pasado pero por fin, parecía que Itachi empezaba a despertar y por ello, se levantó de la mecedora.

Cuando Itachi abrió sus ojos, vio una sombra erguida ante él. Tuvo que parpadear varias veces para poder adaptar su visión y fue entonces, que se dio cuenta que la sombra ante él se trataba de su hermano.

– Sasuke... – Murmuró atónito. – Sasuke.

– Itachi... – Dijo Sasuke antes de abalanzarse hacia su hermano y abrazarlo mientras lloraba.

Itachi apretó un poco el abrazo que mantenía con su hermano para estar seguro de que aquello era real y efectivamente, se percató de que era muy real y sus lágrimas que habían estado acumulándose en sus negros ojos rodaron por sus mejillas mientras que su corazón palpitaba de felicidad.

Los hermanos permanecieron un buen rato abrazados y llorando sin decir nada, simplemente sintiendo que ambos estaban vivos. Que después de varios días por fin se habían reunido.

Con lentitud Sasuke e Itachi deshicieron el abrazo y ambos se miraron a la cara para sonreír de alegría y reconocimiento como si hubiese pasado años en que no se habían visto.

– Sasuke... por fin... – Itachi limpió su cara de lágrimas. – Lo siento mucho, fue mi culpa no debí ser tan egoísta ese día.

– No, Itachi debo de ser yo quién tiene que disculparse y pedir tú perdón. – Habló con rapidez Sasuke. – Tú eres más sensato en tus razonamientos que yo, perdóname hermano porque debimos hacer lo que tú pedías para poder ponernos en contacto con Kakashi.

Ante el nombre de Kakashi, Itachi se mordió el labio inferior con fuerza y es que a su mente acudieron los recuerdos de la última vez que lo vio, el día que ante el rey lo había repudiado como si fuera la peste*.

– Ambos deseamos el perdón, hermano. Tu pides el mío y yo el tuyo pero yo te perdoné el mismo día que desapareciste, ¿estuve buscándote tanto?. – Confesó Itachi volviendo a abrazar a su hermano.

– Yo también te perdoné ese mismo día, cuando me di cuenta del comportamiento tan vulgar que tuve. – Respondió Sasuke antes deshacer el abrazo y mirar a su hermano con una sonrisa de alegría. – Ahora todo irá bien para nosotros y nos reuniremos con Kakashi. – Afirmó Sasuke limpiándose las lágrimas de su rostro.

Itachi apretó las mantas con sus manos.

– No Sasuke, no hables más de ese hombre porque Kakashi ha dejado de ser nuestro hermano.
– ¿¡No digas eso!?. Él...– Pero fue interrumpido por su hermano.

– ¡Yo lo vi! ¡Lo vi y oí perfectamente como él negaba mi existencia, como renegaba nuestro parentesco!. – Gritó, convirtiendo la feliz atmosfera en una gélida y angustiante. – Él ahora es el Marqués de Sharingan.

Sasuke estaba sorprendido y triste a la vez ante lo dicho por su hermano porque no podía concebir que Kakashi se comportase tan vilmente.

– N-No puede ser verdad.

– Es cierto lo que digo, Sasuke, el lo dijo frente al rey, él me despreció.

– Itachi, cuéntame todo. – Pidió Sasuke con lágrimas en los ojos.

Ante el ruego de Sasuke, Itachi le contó todo, comenzando desde el día en que se separaron a causa de una disputa absurda hasta llegar a ese momento.

Durante todo el día, Sasuke permaneció junto a su hermano contándole todo lo que le había ocurrido y omitiendo algunos acontecimientos que lo avergonzaba, fue por eso que cuando Sai llegó se encontró a los gemelos conversando sobre la mesa.

Sai volvió a recibir el agradecimiento de Sasuke por haber cuidado de su hermano aunque él le quitó importancia para hacer una sencilla sopa de verduras que luego sirvió a los gemelos y de la cual, él también comió.

– ¿Qué pensáis hacer ahora?. – Preguntó Sai recogiendo los cuencos en los que había servido la sopa.

Los hermanos se miraron y descendieron su mirada al suelo porque ellos no lo habían predispuesto, ya que no le quedaba nada ni nadie a quien recurrir después de que Kakashi los despreciado, ahora estaban solos.

– No lo sé. – Murmuró Itachi con pesar para después dar un saltito en su asiento para mirar a su hermano. – Sasuke, tú debes seguir con la familia que estas, al menos allí tienes un trabajo y un plato de comida cada día.

– ¿Pero por qué?. – Cuestionó Sasuke temeroso de volver a perder a su hermano ahora que lo había encontrado.

– Mira a tu alrededor, Sai no nos puede mantener a ambos e incluso, le es muy complicado el estar alimentándome es por ello, que debes volverá donde has estado durante este tiempo.

– No has sido ninguna carga el que estas aquí, Itachi. Yo te lo había pedido. – Intervino Sai.

– Lo sé y te agradezco que te hayas tomado tantas molestias con mi persona pero ahora, yo también debería buscar un trabajo para poder pagar tu hospitalidad y poder vivir en esta ciudad.

Sai sonrió y asintió porque comprendía sus intenciones.

– Sasuke será mejor que vuelvas ya. – Le aconsejó Itachi.

Sasuke asintió con la cabeza y se levantó despacio pero antes había abrazado a su hermano.

– Espera, yo te acompañaré. Las calles son muy peligrosas para un doncel a estas horas de la noche. – Intervino Sai.

Sai acompañó a Sasuke hasta la taberna de la familia Sabaku que curiosamente estaba cerrada y las ventanas carecían de las luces de las lámparas de aceite, algo que no solía ocurrir.

– Gracias por acompañarme, Sai.

– ¿Estás seguro que está bien que te deje aquí está todo a oscuras?.

– No te preocupes, seguramente estarán dentro. – Con estas palabras Sasuke se despidió de Sai y el rodeó todo el edificio para encontrar la puerta trasera que correspondía a la cocina de la taberna y de la cual, salía luz.

Sasuke golpeó la puerta y rápidamente se abrió para mostrar a Karura con su frente arrugada, su entrecejo fruncido y la mueca en el rostro que denotaba enfado.

Sasuke sintió un escozor en una de sus mejillas y se llevó la mano para frotársela un poco para nuevamente mirar hacia la matriarca de los Sabaku que aún contenía su mano en alto, después de haberle dado la cachetada a gran velocidad, que ni siquiera pudo ver como había movido su brazo para golpearlo.

– ¿Qué crees que haces, Sasuke?. Te marchas sin decir nada y volviendo a estas horas de la noche. Es que no se te pasó por la cabeza lo preocupado que estábamos cuando solo encontramos la escoba tirada en la calle. – Karura sermoneaba a Sasuke que la miraba con sus ojos muy abiertos, pues era la primera vez que recibía un regaño como aquel. – Entiende jovencito, que si vives bajo mi techo yo soy responsable de ti y de todo lo que te rodea porque el desaparecer de esa manera no es manera de pagar nuestra gratitud y generosidad, Sasuke. – Karura se llevó una mano en la cintura mientras que con la otra mano se tocó el rostro de forma que le parecía que intentaba aliviar un dolor. – Esa actitud no es correcta para un doncel. No, no lo es aunque se trate de algo de supremacía porque nadie con un digno resquicio de sentido común hace ese tipo de actos que insulta a la casa que te ha acogido como a un hijo, Sasuke. ¡Qué Dios nos ayude!.– Se persignó ante la exclamación que pronunció como un ruego ante su indignación. – ¿Es qué la educación no te ha sido enseñada? ¿es qué te divierte martirizar a esta familia?. – Lanzó las preguntas al aire como mortíferas flechas. – Esta casa se respeta, Sasuke, y no quiero que esto vuelva a suceder. – Karura suspiró antes de terminar su reprimenda. – Con lo que nos cuesta mantener bien limpio el nombre de esta familia para que alguien sin el mínimo de respeto intente crear  enredos dentro de las paredes de mi casa.

– Lo siento. – Se disculpó Sasuke derramando lágrimas después de comprender que había actuado mal al no anunciarle a nadie que había encontrado a alguien que lo conocía y sabía dónde estaba Itachi. – Se que obré mal pero es que esta mañana pude encontrar a mi hermano. – Sin poderlo aguantar estalló en un llanto.

Gaara y Temari salieron al escuchar a Sasuke sollozando mientras su madre lo miraba con dureza.

– Temari, llévalo a la habitación, los vecinos ya han tenido suficiente entretenimiento por el día de hoy. – Ordenó a su hija que rápidamente se llevó a Sasuke al cuarto.

Karura caminó hasta la mesa donde tomó asiento en una de las sillas teniendo de frente a su marido que estaba sirviéndose un vaso de vino.

– Mujer, has levantado mucho tu mano. El doncel no merecía tanta dureza. – Opinó el patriarca.

– Lo sé pero estaba tan preocupada, asustada y enfadada por el hecho de que hubiese desaparecido así que no pude contener mi boca. – Karura miró a sus hijos y volvió a fruncir el entrecejo. – ¿¡Que hacéis ahí quietos!?. Preparad el baño porque de seguro que Sasuke querrá asearse y subidle un plato de comida y un vaso de agua. – Ordenó con cansancio y al instante Gaara desapareció para preparar el baño mientras que Kankuro ponía sobre una bandeja los cubiertos, el plato con salchichas asadas y ensalada junto a un vaso con agua y una jarra con el cristalino líquido.

Cuando el matrimonio quedó a solas, hombre y mujer se miraron a los ojos.

– Me alegro de que haya encontrado a su hermano.

– Yo también pero no quiero que se marche, me acostumbrado a tenerlo en casa. – Confesó la mujer para estirar el brazo y arrebatar el vaso de vino de su esposo para beber lo que quedaba del carmesí líquido de un trago.

– Te entiendo, a pesar de ser tan reservado, es muy trabajador y se esfuerza en lo que hace. Yo tampoco quiero que nos deje, lo aprecio como a cualquiera de nuestros hijos.

– ¿Un hijo?. Sí esa es la palabra adecuada. – Karura le sonrió a su marido. – Sasuke se ha convertido en nuestro hijo. – Tras estas palabras ambos rieron cómplices.

– ¿Quién lo diría a mi edad? he obtenido otro hijo. ¡Qué Dios nos bendiga por ello! y también, que bendiga a mi esposa. – Habló antes de tomar la botella de vino levantarla al aire y beber sin ningún reparo de la misma botella.

Karura río ante el comportamiento de su esposo.




Aclaración de  los términos:


* Peste: Referencia a la peste negra una pandemia que originada por las ratas, azotó Europa en el siglo XIV, de la cual se estima que la misma fue causa de la muerte de 25 millones de personas (aproximadamente).

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