-Presentaciones.-
Sasuke
miraba a Naruto en espera de una respuesta que sosegara su preocupación pero el
silencio que se había formado entre ellos solo provocaba que su impaciencia
aumentara cada vez más.
–
Sasuke, yo… – Farfulló Naruto pero cayó al instante mientras retiraba sus manos
de su rostro y mostraba su cara consternada por la noticia en la que se podía
ver el ápice de felicidad mezclado con la incredulidad de la repentina
paternidad que se le había acreditado.
– Esto
no debía de ser así. – Murmuró Sasuke mientras apretaba sus manos hechas puño
con fuerza. – Eres el hombre que guía esta familia y… callas.
– ¡No
hables insensateces, Sasuke!. – Gritó Naruto. al mismo tiempo que se volvía a
poner de pie, al percatarse de las palabras que herían su dignidad y las
cuales, no debían de ser dichas en ese momento tan delicado en el que estaba
asimilando una realidad que había desconocido hasta ese instante. Un suceso que
Naruto veía más como un sueño alejado de sus posibilidades de obtenerlo en la
realidad pero que había ocurrido sin haberse percatado de ello hasta ese
momento que le había abofeteado en la cara y complicando más la situación para
poder serenar a Sasuke. – No puedes decir esas palabras sobre mí cuando siempre
he procurado vuestro bienestar. Deberías de ser un poco más honesto con la
situación y comprender lo absorto que me ha dejado la noticia de la paternidad
que me acabas de dar sin haberme allanado el terreno ante este asunto. Soy un
hombre no una roca como para no sentir emociones.
–
Disculpa pero estoy demasiado angustiado con todo esto como para ser cauto o
apreciar otras emociones que no sean las mías. – Respondió Sasuke llevándose
las manos a la cabeza. – Ni siquiera había planeado decirte de esta manera pero…
¡entiende!. Me asusta lo que pueda ocasionar esto, ese hombre no solo es el
padre de Minako sino también el tuyo, Naruto. ¿En qué lugar quedamos nosotros?
¿Dónde situamos a los hijos que concibamos? ¿A caso Dios ha decidido que
nuestro matrimonio no es digno de su bendición para traernos esta desdicha?. –
Los ojos negros de Sasuke se clavaron en los contrarios con tanta fuerza que
parecía que el doncel deseaba adentrarse en el interior de los pensamientos de
Naruto. – Son tan pequeños e inocentes que me asusta el que la verdad los
afecte si es que debemos de decirle esta verdad. No quiero que mi propia sangre
soporte un dolor tan grande que pueda llegar a convertirse en un suplicio con
el que deberán cargar, no merecemos soportar una verdad tan perjudicial que
puede traernos dolor en el seno de la familia que estamos formando, Naruto.
–
Tranquilo. – Susurró Naruto acercándose al doncel y abrazándolo para que
entendiese que no estaba solo, en ningún sentido, y que él estaba dispuesto a
convertirse en el mártir que llevara la carga de su familia, si de esa manera
Sasuke y ese niño que portaba su sangre podrían vivir sin desasosiegos. – Estoy
feliz de saber que has traído al mundo a un ser que lleva mi sangre. Me siento
dichoso por ello pero también, estoy molesto por no haber estado aquí, a tu
lado, para verlo nacer. Para verlo dar sus primeros pasos o escuchar su vocecilla
al reír. Realmente, me siento incómodo con ello porque todo este tiempo no
sabía de la existencia de que me hayas dado un hijo. – Habló Naruto sin
separarse de Sasuke. – No te mortifiques más, ahora todo es distinto. Estoy
aquí, a tu lado y haré todo lo que esté en mis manos para demostrarte que
podéis estar en calma. Que podéis confiar en mí y no importa si comparto la
sangre de Minato porque lo único primordial para mi, eres tú y ese hijo que aún
no conozco. – Naruto hizo una pequeña pausa antes de añadir. – Es mi deber el
cargar con las preocupaciones de mi familia, así que recuerda que no estás solo,
yo estoy contigo, Sasuke, para afrontar todo lo que tenga que suceder como el
hombre que soy sin eludir mis obligaciones hacia ti.
–
¿Pero qué podemos hacer?. Esto no se disolverá simplemente con la confianza que
nos tengamos el uno al otro. – Expresó Sasuke afligido mientras agarraba con
fuerza las telas de las ropas de su marido.
– Es
cierto, nadie puede borrar los hechos del pasado y ocultarlos no es la mejor
opción porque la verdad siempre termina emergiendo con tanta fuerza que causará
más víctimas de la que podamos imaginar ahora. – Susurró Naruto. – Puede que
esta situación que estamos viviendo solo sea una prueba que debemos afrontar
juntos. – Opinó Naruto antes de continuar tranquilizando a su esposo. – Debemos
tener fe, Sasuke, tenemos que creer en que todo saldrá bien, no podemos mostrar
vulnerabilidad en estos momentos tan dura de la vida y afrontarlo pensando en
que todo pasará bien mientras tanto, tenemos que esforzarnos para mostrar que
somos capaces de hacer frente a la adversidad.
–
Pero…
–
Sasuke, no resolverás nada atormentándote de esta manera. Sé que lo relatado
por Minato es abrumador pero no dejes que disuelva tu alegría porque yo te
protegeré, a ti y a todos los hijos que me traigas al mundo. No estás solo y ya
no volveré a marcharme si no estás tú a mi lado. Permite que sea yo el que
cargue con los problemas de esta familia, sobre todo con esta verdad. – Reveló
Naruto acariciando la espalda del doncel. – No dudes más, le contaremos a mi
hijo, al hijo nacido de tus entrañas, la realidad para que comprenda que
nosotros también podemos ser víctimas del destino. – Hizo una leve pausa antes
de agregar. – Confía en nuestra propia suerte, confía en ti, Sasuke, y,
también, confía en mí aunque sea un poco.
–
Siempre he confiado en ti, Naruto. – Afirmó Sasuke apoyando su cabeza en el
hombro de su pareja.
Sasuke
se abrazó con más intensidad al cuerpo de su marido después de escuchar
aquellas palabras mientras que en su cabeza volvía a instalarse la paz que
había perdido cuando todos sus pensamientos y emociones explotaron como un
volcán impaciente por mostrar su candente lava sobre la tierra.
El
doncel volvió a recordar el sentimiento que había aparecido en su interior el
día que lo vio por primera vez y la seguridad que le trasmitía el escuchar a
Naruto y estar a su lado, protegido por los fuertes, afables y cálidos brazos
que en todo esos años había añorado sentir.
Naruto
estrechó más a su esposo contra su cuerpo cuando se percató de que había
comenzase a sollozar sin saber con exactitud si las lágrimas que derramaban eran
de felicidad, agradecimiento, esperanza o de preocupación, Naruto solo podía
intentar darle apoyo intensificando el abrazo para trasmitirle todos sus
sentimientos de amor.
Sin
embargo, el momento de la pareja fue roto cuando una vocecilla infantil
interrumpió en la alcoba.
Rápidamente,
Sasuke se separó de Naruto y se limpió la humedad de su rostro con el dorso de
sus manos tan veloz como le fue posible antes de responder.
–
Haruto, Asahi. ¿Qué es hacéis despiertos?. – Preguntó acercándose a los dos
niños de la misma edad que miraban desde la puerta a Sasuke aunque uno de los
niños se estaba escondiendo detrás del otro pequeño.
–
¡Madre!. – Exclamaron los niños que no dudaron en correr hasta las piernas de
su madre para abrazarse a las ropas de Sasuke con terror, al percatarse que
estaba llorando, mientras sus ojos azules no dejaban de mirar al desconocido
hombre que estaba en el cuarto de su madre.
– ¿Dos?
– Preguntó en un suspiro Naruto pero que fue lo suficientemente alto para que
su esposo lo escuchase y se girara a mirarlo para comprobar cómo Naruto miraba
a los pequeños con un brillo extraño en sus temblorosos ojos que parecían estar
observando una ilusión, en vez de lo que realmente podía ver.
–
Naruto… – Llamó con inseguridad Sasuke pero calló al instante porque no estaba
seguro de que decir a continuación ya que no le había aclarado que no era un
solo hijo el que había engendrado en su vientre y traído al mundo sino que
habían sido dos pequeños que, ahora, se estaban sujetaban de sus ropas con
fuerza.
Naruto
se acercó a Sasuke con una silenciosa rapidez y luego, se agachó para que su
cara quedara cerca y a la misma altura que la de los niños, quienes lo miraban
con temor y sorpresa por el hecho de ser un hombre desconocido en los aposentos
de su madre y junto a Sasuke, el cual había estado llorando.
–
Naruto, ellos… – Esta vez Sasuke fue interrumpido.
– ¿Por
qué no me dijiste que eran dos?. – Inquirió Naruto sintiendo como su cuerpo
vibraban ante la emoción, al mismo tiempo que con lentitud llevó una de sus
manos a la cabeza de uno de los niños que se estremeció ante el tacto de la
gran mano sobre su pelo negro pero la cual, fue amable en su caricia. – ¡Oh, Dios
misericordioso!. – Exclamó para comenzar a dejar salir lágrimas mientras
obligaba al pequeño a separarse de Sasuke para ir a su regazo y poder abrazarlo,
cerciorándose de que no estaba soñando la existencia del niño.
El
niño se asustó pero no gritó ni se apartó del desconocido que lo estaba
abrazando porque rápidamente se percató de que el hombre no le iba a hacer daño,
debido a la delicadeza con que lo abrazaba y al sentir como lágrimas brotaban
de los ojos del desconocido solo incitó al pequeño a abrazar al hombre en un
intento de consolarlo.
Sasuke
miraba la escena y sentía como su corazón tamborileaba con fuerza ante la aceptación
de Asahi hacia su padre, sin que aún el pequeño supiera quién era Naruto y lo
que significaba para ellos tres.
No
obstante, Sasuke solo miraba mientras sus labios dibujaban una sonrisa pero no
pudo seguir contemplando mucho tiempo la entrañable escena porque el otro niño
comenzó a tironearle del pantalón.
El
doncel miró al niño, quien en cuanto se percató que tenía toda la atención del
adulto, señaló con su mano izquierda al hombre que abrazaba a su hermano para
hacerle entender a su madre que estaba preguntándole quien era el desconocido mientras
que con su mano derecha continuaba agarrado a las ropas de Sasuke.
Sasuke
se agachó para quedar a la misma altura del pequeño, al que abrazó.
–
¿Madre?. – Habló el niño en brazos de Sasuke al sentir que su madre volvía a
derramar lágrimas.
–
Haruto, estoy tan feliz. – Murmuró Sasuke. – Tu padre ha regresado a casa, ve a
saludarlo como tu hermano. – Le pidió al niño que parecía no entender lo que
allí ocurría.
El niño
sintió como su pequeño corazón aumentaba el ritmo de los latidos ante las
palabras de su madre y a medida que asimilaba la información en su infantil
mente.
Cuando
sintió que el abrazo con Sasuke se deshacía, el niño miró con curiosidad y timidez
al hombre que continuaba llorando y abrazando a su hermano para luego, volver a
mirar a su madre.
– Ven,
vamos a darle la bienvenida a Naruto. – Le dijo Sasuke al niño acariciando sus
rebeldes cabellos oscuros.
Sasuke
tomó la pequeña mano infantil para acercar más al niño a Naruto y cuando Haruto
estuvo frente a Naruto, sintió como los ojos azules tan parecido a los suyos
pero perteneciente a una persona mucho mayor que él, se clavaron en su
personita y una de las manos de Naruto lo atraía hacia sí para abrazarlo con
tanto cariño como abrazaba a su hermano mientras más traicioneras lágrimas
salían de los ojos del hombre que por primera vez, estrechaba en sus brazos a
sus hijos.
Sasuke,
también, conmovido por los sentimientos desbordados de amor de Naruto con los
pequeños se unió al abrazo sin poder dejar de derramar lágrimas de felicidad y
sintiéndose agradecido de que sus hijos no fueran reticentes con su padre, el
cual era un desconocido para ellos.
Durante
bastante rato los cuatro permanecieron abrazados pero llegó el momento de
deshacer aquel abrazo y los mayores de recomponer sus emociones.
–
Haruto, Asahi. Este hombre en Naruto, él es vuestro padre. – Le dijo Sasuke a
sus pequeños para presentar a su marido.
– Naruto, ellos son nuestros hijos, Haruto y Asahi. – Presentó Sasuke a sus
hijos y señalando a cada uno de los pequeños cuando pronunció su nombre para
que su cónyuge supiera quién era quién.
Mientras
que los niños miraban a su padre con curiosidad y vergüenza porque aunque fuera
su progenitor, aún lo sentían como a un extraño, Naruto pudo apreciar que los
pequeños no solo eran gemelos sino que había una gran diferencia entre ellos y
no era el hecho de que Asahi fuera un doncel y Haruto un varón porque a esa
edad el cuerpo de ambos niños era casi iguales sino que Asahi tenía un pequeño
lunar bajo su ojo izquierdo.
Ambos
pequeños tienen la similitud de que sus cabellos eran negros y alborotados. Poseían
unos grandes ojos azules como los de Naruto mientras que su piel era tan clara
como la de Sasuke y ostentaban rasgos faciales que eran la mezcla de ambos
progenitores, había otra diferencia entre los niños ya que Haruto era un
poquito más alto que su gemelo, quien solo se podía apreciar cuando ambos
estaban uno al lado del otro como en aquel momento.
El
silencio que se había vuelto a formar, después de las presentaciones de Sasuke,
parecía no querer abandonarlos mientras padre e hijos se observaban sin poder
creer que la persona frente a sus ojos formaba parte de un vínculo tan
importante como era el familiar.
– Es
tan increíble. – Farfulló Naruto volviéndose a ponerse a la altura de los
pequeños para cogerle una de las manos a cada uno de los niños con primor y
sonreírles. – Lamento no haber estado a vuestro lado y al de vuestra madre
desde el momento en que Dios os entregó a nuestras vidas para bendecirnos, me
hubiera gustado estar con vosotros todo ese tiempo. – Reveló Naruto como una
disculpa hacia los pequeños, mostrando la aflicción que le causaba en su rostro,
a pesar que su sonrisa no se borro de su semblante.
–
Naruto, tú… – Intentó hablar Sasuke.
– No
te marche otra vez. – Pidió Haruto interrumpiendo a Sasuke y sin dejar de mirar
a Naruto. – Madre… tampoco quieres que se vaya. – Aseguró el menor mirando a
Sasuke.
– Ya
os he contado infinidad de veces que no hubo opción para que vuestro padre se
pudiese quedar, él tuvo que marchar a otra ciudad. – Le recordó Sasuke a su
hijo lo que le había contado de la verdad aunque había omitido el detalle de
que Naruto había sido proclamado como el asesino del rey Danzou por estar
presente en lo ocurrido de lo cual, él estaba seguro no era culpable porque si
era cierto que su marido había sido un ladrón en el pasado, no era un asesino y
se sentía culpable por ocasionarle ese destino al hombre que lo había ayudado
tanto y manifestado amor hacia su persona.
–
¿Volverás a dejarnos?. – Inquirió Asahi antes de que alguno de sus progenitores
hablara.
– No,
no volveré a marcharme sin vosotros y esta vez, todos nos iremos juntos. –
Afirmó Naruto volviendo a abrazar a sus hijos mientras miraba a Sasuke para
confirmarle que no estaba dispuesto a alejarse de él y sus hijos nuevamente.
Después
de esa confesión de Naruto y cuando el abrazo se deshizo, los niños se
sintieron más confiados provocando que los pequeños comenzaran a hacerle todas
las preguntas que su infantil cabecita se le ocurría para preguntarse a su
padre y que Naruto no dudó en responder, haciendo que Sasuke también conociera
algunos gustos de su marido que no sabía y disfrutando de las descripciones que
Naruto le proporcionaba a los niños para explicarles algunos de los lugares en
los que había estado en esos años.
– Ya
es muy tarde y mañana vuestro padre os seguirá relatando acerca de esos sitios
en los que ha estado, debéis ir a la cama que yo también tengo que descansar
porque mañana tengo que ir a trabajar a la casa de los Hyugas. – Anunció
Sasuke.
–
Madre, ¿podemos dormir en vuestra cama?. – Pidió Asahi no queriendo marcharse,
pues lo que su padre le contaba le resultaba muy interesante y entretenido, a
pesar de que sus ojos querían estar más cerrados que despiertos y los bostezos
no dejaban de salir de su boca.
– No,
hoy no podéis quedaros. Vuestro padre está muy agotado y necesita estar cómodo
y tranquilo. – Advirtió Sasuke cogiendo en brazos al pequeño doncel y la mano
de Haruto para llevarlo a la alcoba que los pequeños ocupaban.
Cuando
Sasuke regresó a la habitación, se percató de que Naruto se había quitado la
pesada capa con capucha y el chaleco, dejando su camisa que reposara sobre su
cuerpo.
– Son
unos niños maravillosos, Sasuke. Ahora me arrepiento más de no haber estado a
su lado todos estos años. – Soltó Naruto como si de un suspiro se tratase. – Me
siento orgulloso de saber que son hijos míos, a madre también le encantará
conocerlos. – Opinaba sonriente pensando en la reacción de Kushina al enterarse
de que era abuela de unos gemelos y sin mirar a su esposo. – Aunque aún son
pequeños, pueden entender mejor que cualquier adulto la verdad que tanto te
preocupa, sobre todo si lo hacemos como si le contáramos un cuento. – Opinaba
Naruto en voz alta.
– Naruto,
lo siento. – Se disculpó obteniendo la atención de su marido pero no le
permitió hablar. – Es mi culpa todo lo que sucedió, tú no debiste haber ido
para complacer mi ruego. Yo fui demasiado egoísta contigo y terminé privándote estos
años de Haruto y Asahi. Terminé privándome de ti.
–
Sasuke, no te atormentes, esto solo ha sido algo ineludible. – Comentó mientras
abrazaba a su esposo. – Es cierto que me hubiera gustado estar ahí cuando los
niños nacieron y todo ese tiempo sin separarme de ustedes pero no ha podido ser
así y yo no te culpo por ello. Yo fui quien decidió aceptar ayudar a Minato y
Fugaku, yo fui el único responsable de haberme perdido toda la dicha que traen
consigo esos pequeños pero esto no volverá a ocurrir. – Aseguraba Naruto. – No
volveré a abandonarte y si he regresado es para que todos nos marchemos de este
reino. – Confesó deshaciendo el abrazo y
dejando sus manos sobre los hombros del doncel para mirarlo a los ojos. – No
quiero que os ocurra nada porque presiento que en este reino ocurrirá una gran
calamidad y no permitiré que os pase nada. Yo no podría vivir sabiendo que os
he perdido a todos.
–
Naruto… – Pronunció el nombre de su marido como si fuese lo único que su boca
pudiese decir.
Naruto
se acercó con lentitud a Sasuke y con timidez, acercó su boca a los labios del
doncel hasta que los labios secos y duros acariciaron los suaves labios
contrarios que aceptaron el gentil contacto.
Sin
embargo, la unión de los labios de la pareja no duró mucho tiempo y con la
misma lentitud y delicadeza, Naruto se separó de Sasuke.
– Voy
a prepararme un baño y dormiré en el diván. – Señaló el mueble al lado del
pequeño tocador que le había hecho a Sasuke. – No quiero que te sientas
incómodo, después de todo, han pasado siete años que no hemos estado como
matrimonio. – Anunció Naruto antes de besar la frente de Sasuke y disponerse
a abandonar la habitación.
–
¡Espera!. – Exclamó Sasuke agarrando uno de los brazos de Naruto. – Yo no he
dicho que me moleste y también debo asearme. No está mal que ayude a mi esposo
con el baño o que compartamos lecho, nuestra unión está bendecida por Dios y
aceptada por los hombres.
Naruto
miró a Sasuke sorprendido porque jamás habría pensado que su esposo fuera capaz
de declarar las osadas palabras ya que en el tiempo que estuvieron juntos,
Sasuke se mostraba muy cauto con él, como si no estuviera seguro de nada de lo
que hacía pero ahora, Sasuke parecía ser otra persona. Un doncel anhelante de
su cónyuge e incluso, enamorado de su marido.
– Está
bien pero si no te sientes cómodo, házmelo saber de inmediato y me retiraré. –
Aclaró Naruto para ver como el doncel asentía con la cabeza.
El
matrimonio salió de la alcoba y se dirigieron a preparar el agua para asearse y
durante el baño ninguno de los dos pronunció palabra alguna, ni siquiera
miraron al contrario solo se ocuparon de su lavado íntimo antes de dirigirse a
la habitación donde ambos se recostaron en la cama sin siquiera abrazarse, como
en realidad deseaban. Los dos tenían el rostro abochornado mientras sus ojos estaban
clavados en un punto de la nada en medio de la oscuridad y sentían como los
nervios recorriendo sus cuerpos hasta que el cansancio los venció para quedar
ambos dormidos.
Sin
embargo, cuando Sasuke despertó se encontró resguardado por los brazos de Naruto
que lo hizo sonrojar ante el maduro rostro de su marido que continuaba
durmiendo e iba a levantarse del lecho cuando la puerta de su habitación se
abrió, entrando por ella los gemelos que no dudaron en subirse a la cama
mientras lo llamaban. En ese momento, Sasuke se percató de que se había dejado
dormir y de que llegaría tarde a trabajar a la casa de los Hyuga cuando sus
oídos se agudizaron más allá de las voces de los niños y consiguió oír el
repiqueteo de las campanas de la torre de la iglesia que anunciaba que iba a
comenzar la misa de la mañana.
Sorprendido
por lo tarde que se le había hecho, Sasuke saludó velozmente a los pequeños y
apresuradamente se liberó de los brazos de Naruto que comenzaba a despertarse a
causa de las voces de los niños que ya estaban junto a la cama.
Sasuke
se vistió en un abrir y cerrar de ojos pero antes de marcharse apresuradamente,
dió una breve explicación a Naruto de a donde se dirigía y darle un beso en la
mejilla a cada uno de sus hijos abandonó la alcoba rápidamente, ni siquiera se
percató de que en la cocina se encontraban Kushina e Itachi junto a Minako o
que al cruzar el patio para salir de la casa, estaba Minato sentado en un
rincón. Sasuke solo tenía en mente el llegar a su lugar de trabajo y, que por
primera vez desde que trabajaba para los Hyuga, recibiría un regaño de la
señora de la casa por su falta y no haber avisado de su retraso pero había sido
todo fruto de lo ocurrido en la noche que lo había desvelado más de lo
acostumbrado y su agotamiento se la hubiese causado ese retraso.
Cuando
Sasuke llegó a la gran casa, se encontró con Ino, quien al verlo corrió hacia
él con el rostro angustiado.
–
¡Santo Dios, Sasuke! ¿por qué te has retrasado tanto?. La señora no se
encuentra en este momento porque, como acostumbra, ha salido para la santa misa
pero antes de marcharse ha preguntado por ti. – Le informó Ino con sinceridad y
sin siquiera saludarlo debido a que se encontraba preocupada por el doncel.
– ¿A preguntado por mi?. – Repitió Sasuke.
– Sí,
pero… ¿pero qué te ha sucedido para llegar tan tarde hoy?. Ayer te marchaste
temprano, justo cuando los últimos rayos de sol aún nos daban luz. – Insistió
Ino ya que no sabía lo que ocasionó a Sasuke a retrasarse tanto tiempo.
– Es
que mi marido, llegó ayer. – Comunicó Sasuke sin ahondar en el tema ya que Ino
solo sabía que él estaba casado y que su cónyuge no estaba en la ciudad.
–
¡Oh…! Me alegro mucho por ti, Sasuke, porque desde que comenzaste a trabajar en
esta casa tu marido no se encontraba en la ciudad. Supongo que fue una
verdadera sorpresa después de cuatro años sin verlo. – Felicitó Ino
completamente feliz por el doncel. – Yo puedo entender que es tu deber de
esposo el atender a tu marido pero es posible que los señores Hyuga no lo
entiendan. Ya conoces como son los aristócratas o los burgueses, ellos no
estiman nuestras vidas solo les importa su dinero, el ser conocidos y el que
sus hijos o hijas contraigan nupcias con alguien de sobrenombre. – Dictaminó la
mujer y Sasuke sintió deseos de gritar de que no todas esas personas
importantes eran así, al menos, su fallecida familia que ostentaba un titulo
noble no se comportaban como si no tuviese corazón pero él ya había escuchado
esa crítica muchas veces desde que se quedó sin familia, prefirió callar y no
entrar en una insulsa disputa sobre si eran o no crueles todos los aristócratas
y burgueses.
–
Gracias, pero será mejor que comience a trabajar porque si continuamos hablando
el tiempo se nos pasará muy rápido y no me gustaría que los señores de la casa
nos encontraran de esta manera. – Terminó la conversación Sasuke para coger un
cubo y llenarlo de agua, disponiéndose a limpiar.
Al
mediodía llegaron todos los habitantes de la gran casa para disfrutar del
almuerzo que había preparado Ino pero parecía que los Hyuga se habían olvidado
del retraso de Sasuke ya que el día avanzó como acostumbraba.
Sin
embargo, al llegar la tarde, el señor de la casa llamó a Sasuke a la habitación
en la que tramitaba sus negocios o la contratación del personal para que
sirviera en su casa.
Sasuke
golpeó dos veces la puerta antes de escuchar la voz del hombre invitándole a
entrar y allí lo pudo ver, sentado detrás de la enorme mesa de madera de ébano
traído desde el continente Aférsito.
– Me
mandó llamar, señor. – Dijo Sasuke servilmente mientras hacía una floritura
después de cerrar la puerta a su espalda.
– Sí. –
Afirmó el dueño de la casa. – Sasuke… ¿Cuánto llevas trabajando para el
servicio de mi casa y mi familia?. –
Inquirió el hombre.
– Casi
cuatro años, señor. – Respondió sin titubeos Sasuke.
–
Entonces debería saber que soy un hombre severo, que gusta de la puntualidad y
el trabajo bien hecho pero hoy has fallado a tus responsabilidades conmigo y mi
familia. – Informó levantándose de la silla y comenzar a caminar hasta quedar
frente al doncel. – Eres un doncel que su marido a dejado solo y con hijos en
esta ciudad para seguir disfrutando de sus malos métodos, probablemente ya se
haya olvidado de ti y tus vástagos y esté revolcándose con cualquiera dejando
infelicidad a su paso y el pecado de la carne. Yo puedo comprenderlo muy bien
puesto que soy un hombre y sé cuan voluble es nuestra alma ante cualquier
doncel o mujer joven, dulce e ingenuo. – Aclaró mientras cogía su pipa para
introducirle el tabaco picado antes de prenderla con una alargada cerilla y
disfrutar del amago humo que entraba en sus pulmones. – No es mi intensión
inmiscuirme en las vidas de los sirvientes que tengo pero tú eres un empleado
diferente. – Aseguró exhalando el humo de sus pulmones. – Llegaste detrás del
protector que encontraste para conseguir un trabajo y eso me impresionó porque
ese hombre no comparte sangre contigo ni con tu desinteresado marido. Así que
te contraté después de que me contaras que habías estado trabajando en una
posada y en una de las industria textiles de los Bean porque siempre he
valorado el esfuerzo y la constancia que tienen los hombres para poder
sobrevivir a cualquier desventura que se le ha presentado. – El hombre volvió
ha absorber el humo de tabaco para dejarlo escapar haciendo una breve pausa en
la cual, a Sasuke se le impedía intervenir. – Aunque no lo pueda parecer tu
situación me conmueve pero no me queda otra opción que despedirte después de lo
ocurrido hoy, nada me asegura que vuelva a ocurrir. – Terminó antes de coger
una pequeña bolsita de terciopelo y entregársela a Sasuke. – Aquí tienes tu
pago por los servicios que has portado a esta casa, ya puedes retirarte.
Sasuke
asintió con la cabeza antes de salir del despacho para encontrarse con la
mirada arrogante de la señora de la casa pero él solo hizo una floritura antes
de encaminarse a la cocina mientras en su interior ardía la furia por haber
insultado a Naruto y a su familia aunque Sasuke sabía que el hombre no sabía
nada de la verdad acerca de lo ocurrido y mucho menos que su marido había
regresado esa noche.
Ino se
abalanzó a Sasuke para estrecharlo entre sus brazos ya que ella sabía que las
reuniones de los sirvientes con el señor de la casa solo eran para emplear o
despedir personas mientras que la señora, solo se ocupaba de regañar a sus
empleados.
– Lo
siento, Sasuke. – Murmuró Ino al oído del doncel.
– No
tienes que disculparte, Ino. Tú no has tenido la culpa de nada y hoy cuando
venía ya sabía lo que me podría ocurrir. No te preocupes por mí. Yo estaré
bien. – Respondió Sasuke correspondiendo al abrazo.
– Te
echaré de menos, tú no solo has sido un compañero en esta casa sino también, mi
amigo. Incluso me has ayudado con mis tareas cuando alguno de mis hijos se ha
puesto enfermo y tenía que estar atendiéndolos. Jamás podré olvidar todo lo que
has hecho por mí en esta casa porque personas como tú no hay muchas. – Confesó
Ino sin poder contener más su tristeza y comenzando a llorar.
– No
llores, Ino. Estaré bien, te lo aseguro y tú también has sido una amiga para
mí. – Murmuró Sasuke. – Dale recuerdos a tu marido y a tus pequeños. ¡Adiós,
Ino!. – Se despidió Sasuke deshaciendo el abrazo antes de besar la mejilla de
su amiga y salir de aquella casa.
Sasuke
caminó por las calles que le llevaba a su casa con lentitud mientras calmaba
sus emociones porque estaba enfadado porque el hombre había insultado sin
conocer a Naruto y, también, por la tristeza que sentía a causa de la despedida
que había tenido con Ino.
Sasuke
se detuvo en el puente y observó el agua del río que había bajo el puente
cuando una conocida voz lo llamó, al girarse hacia quien lo llamaba se encontró
con el serio rostro de Gaara.
Después
de los formales saludos entre los dos y las preguntas del herrero hacia Sasuke
de por qué no estaba en la casa en la que trabajaba, el doncel le había contado
lo sucedido.
– Como
se atreven a marcharte así, sin más, tan solo por haberte retrasado unas horas
cuando por casi cuatro años has estado cumpliendo con tu trabajo sin faltar ni
una sola vez. – Aulló Gaara.
– No,
está bien así. Siento que esto es lo que debía ocurrir. – Confesó el doncel
volviendo a mirar las mansas aguas del río. – No me gustaría volver e implorar
que me devolviese el trabajo cuando antes de marcharme insultó a Naruto.
–
¡Qué!. A ese maldito no le va a quedar cara, como se atreve a injuriar sobre mi
amigo. – Explotó Gaara obteniendo todas las miradas de las personas que pasaban
por allí, puesto que para él, Naruto era como un hermano y sentía que al
denigrar a su amigo también lo insultaban a él.
– Por
favor, no vayas. No tiene ningún sentido que te aparezcas y comiences a
confrontarlo, ya sabes que la guardia está muy incomplacientes por las
constantes revueltas. Te podrían arrestar y llevar al calabozo por agredir a un
burgués y no estaría bien que Sai o tus hijos sufrieran por ello. – Habló
Sasuke. – Debes pensar en el sufrimiento que ocasionarías a tu familia.
Gaara
chasqueó la lengua sabiendo la hostilidad que se había generado con la guardia
y el sentimiento de no poder hacer nada para defender el nombre de su amigo sin
que las represalias hacia su persona no sean cobradas tan solo por que los
Hyuga contaban con poder para que un simple herrero honesto como era él, se
viera afectada a tomar medidas. Si lugar a dudas, Sasuke tenía razón y no podía
actuar tan desconsideradamente cuando Sai y sus hijos contaban con su
protección en esa ciudad.
– Está
bien, no iré. – Afirmó a regañadientes Gaara. – ¿Y cómo están Asahi y Haruto?,
hace semanas que no voy a verlos, de seguro han crecido mucho en este tiempo. –
Curioseó cambiando tema.
– Ellos
están bien, cada día crecen más. Yo podría decir lo mismo porque hace tiempo
que no veo a Sai ni tus hijos. Haruto y Asahi estarían encantados de veros. –
Contó Sasuke agradeciendo el que olvidara el impulso de ir a casa de los Hyuga
a causar problemas por lo sucedido aunque él tampoco estaba de acuerdo con la
forma de proceder de los, que hasta hacía poco tiempo, habían sido sus señores.
–
Ojala Naruto estuviera aquí, estoy seguro que estaría encantado de saber que es
padre, sin mencionar del orgullo que sentiría hacia esos niños. – Comentó
Gaara.
–
Gaara… Naruto, Naruto regresó. – Susurró Sasuke.
–¿¡Qué!?,
¿cuándo volvió?, ¿y por qué no me habías ido a buscar para decirme?. – Inquirió
el herrero sin abandonar el asombro de su rostro por la noticia.
– Él
llegó anoche y no he tenido tiempo de decirte. Por ello que llegue tarde esta
mañana a la casa de los Hyuga y terminara despedido. – Le contó Sasuke
sonrojado.
– Esto
es inesperado. – Soltó Gaara rebosando de alegría. – Vayamos, quiero darle la
bienvenida a Naruto. ¡Oh… Dios! Esto es una buena noticia sin duda.
Sasuke
asintió con la cabeza aunque no pudo reflejar una sonrisa en su rostro porque
aún sopesaba sobre él la verdad que había envuelto a su familia con el regreso
de Naruto y Minato.
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