domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones -40-


-Presentaciones.-

Sasuke miraba a Naruto en espera de una respuesta que sosegara su preocupación pero el silencio que se había formado entre ellos solo provocaba que su impaciencia aumentara cada vez más.

– Sasuke, yo… – Farfulló Naruto pero cayó al instante mientras retiraba sus manos de su rostro y mostraba su cara consternada por la noticia en la que se podía ver el ápice de felicidad mezclado con la incredulidad de la repentina paternidad que se le había acreditado.

– Esto no debía de ser así. – Murmuró Sasuke mientras apretaba sus manos hechas puño con fuerza. – Eres el hombre que guía esta familia y… callas.

– ¡No hables insensateces, Sasuke!. – Gritó Naruto. al mismo tiempo que se volvía a poner de pie, al percatarse de las palabras que herían su dignidad y las cuales, no debían de ser dichas en ese momento tan delicado en el que estaba asimilando una realidad que había desconocido hasta ese instante. Un suceso que Naruto veía más como un sueño alejado de sus posibilidades de obtenerlo en la realidad pero que había ocurrido sin haberse percatado de ello hasta ese momento que le había abofeteado en la cara y complicando más la situación para poder serenar a Sasuke. – No puedes decir esas palabras sobre mí cuando siempre he procurado vuestro bienestar. Deberías de ser un poco más honesto con la situación y comprender lo absorto que me ha dejado la noticia de la paternidad que me acabas de dar sin haberme allanado el terreno ante este asunto. Soy un hombre no una roca como para no sentir emociones.

– Disculpa pero estoy demasiado angustiado con todo esto como para ser cauto o apreciar otras emociones que no sean las mías. – Respondió Sasuke llevándose las manos a la cabeza. – Ni siquiera había planeado decirte de esta manera pero… ¡entiende!. Me asusta lo que pueda ocasionar esto, ese hombre no solo es el padre de Minako sino también el tuyo, Naruto. ¿En qué lugar quedamos nosotros? ¿Dónde situamos a los hijos que concibamos? ¿A caso Dios ha decidido que nuestro matrimonio no es digno de su bendición para traernos esta desdicha?. – Los ojos negros de Sasuke se clavaron en los contrarios con tanta fuerza que parecía que el doncel deseaba adentrarse en el interior de los pensamientos de Naruto. – Son tan pequeños e inocentes que me asusta el que la verdad los afecte si es que debemos de decirle esta verdad. No quiero que mi propia sangre soporte un dolor tan grande que pueda llegar a convertirse en un suplicio con el que deberán cargar, no merecemos soportar una verdad tan perjudicial que puede traernos dolor en el seno de la familia que estamos formando, Naruto.

– Tranquilo. – Susurró Naruto acercándose al doncel y abrazándolo para que entendiese que no estaba solo, en ningún sentido, y que él estaba dispuesto a convertirse en el mártir que llevara la carga de su familia, si de esa manera Sasuke y ese niño que portaba su sangre podrían vivir sin desasosiegos. – Estoy feliz de saber que has traído al mundo a un ser que lleva mi sangre. Me siento dichoso por ello pero también, estoy molesto por no haber estado aquí, a tu lado, para verlo nacer. Para verlo dar sus primeros pasos o escuchar su vocecilla al reír. Realmente, me siento incómodo con ello porque todo este tiempo no sabía de la existencia de que me hayas dado un hijo. – Habló Naruto sin separarse de Sasuke. – No te mortifiques más, ahora todo es distinto. Estoy aquí, a tu lado y haré todo lo que esté en mis manos para demostrarte que podéis estar en calma. Que podéis confiar en mí y no importa si comparto la sangre de Minato porque lo único primordial para mi, eres tú y ese hijo que aún no conozco. – Naruto hizo una pequeña pausa antes de añadir. – Es mi deber el cargar con las preocupaciones de mi familia, así que recuerda que no estás solo, yo estoy contigo, Sasuke, para afrontar todo lo que tenga que suceder como el hombre que soy sin eludir mis obligaciones hacia ti.

– ¿Pero qué podemos hacer?. Esto no se disolverá simplemente con la confianza que nos tengamos el uno al otro. – Expresó Sasuke afligido mientras agarraba con fuerza las telas de las ropas de su marido.

– Es cierto, nadie puede borrar los hechos del pasado y ocultarlos no es la mejor opción porque la verdad siempre termina emergiendo con tanta fuerza que causará más víctimas de la que podamos imaginar ahora. – Susurró Naruto. – Puede que esta situación que estamos viviendo solo sea una prueba que debemos afrontar juntos. – Opinó Naruto antes de continuar tranquilizando a su esposo. – Debemos tener fe, Sasuke, tenemos que creer en que todo saldrá bien, no podemos mostrar vulnerabilidad en estos momentos tan dura de la vida y afrontarlo pensando en que todo pasará bien mientras tanto, tenemos que esforzarnos para mostrar que somos capaces de hacer frente a la adversidad.

– Pero…

– Sasuke, no resolverás nada atormentándote de esta manera. Sé que lo relatado por Minato es abrumador pero no dejes que disuelva tu alegría porque yo te protegeré, a ti y a todos los hijos que me traigas al mundo. No estás solo y ya no volveré a marcharme si no estás tú a mi lado. Permite que sea yo el que cargue con los problemas de esta familia, sobre todo con esta verdad. – Reveló Naruto acariciando la espalda del doncel. – No dudes más, le contaremos a mi hijo, al hijo nacido de tus entrañas, la realidad para que comprenda que nosotros también podemos ser víctimas del destino. – Hizo una leve pausa antes de agregar. – Confía en nuestra propia suerte, confía en ti, Sasuke, y, también, confía en mí aunque sea un poco.

– Siempre he confiado en ti, Naruto. – Afirmó Sasuke apoyando su cabeza en el hombro de su pareja.

Sasuke se abrazó con más intensidad al cuerpo de su marido después de escuchar aquellas palabras mientras que en su cabeza volvía a instalarse la paz que había perdido cuando todos sus pensamientos y emociones explotaron como un volcán impaciente por mostrar su candente lava sobre la tierra.

El doncel volvió a recordar el sentimiento que había aparecido en su interior el día que lo vio por primera vez y la seguridad que le trasmitía el escuchar a Naruto y estar a su lado, protegido por los fuertes, afables y cálidos brazos que en todo esos años había añorado sentir.

Naruto estrechó más a su esposo contra su cuerpo cuando se percató de que había comenzase a sollozar sin saber con exactitud si las lágrimas que derramaban eran de felicidad, agradecimiento, esperanza o de preocupación, Naruto solo podía intentar darle apoyo intensificando el abrazo para trasmitirle todos sus sentimientos de amor.

Sin embargo, el momento de la pareja fue roto cuando una vocecilla infantil interrumpió en la alcoba.

Rápidamente, Sasuke se separó de Naruto y se limpió la humedad de su rostro con el dorso de sus manos tan veloz como le fue posible antes de responder.

– Haruto, Asahi. ¿Qué es hacéis despiertos?. – Preguntó acercándose a los dos niños de la misma edad que miraban desde la puerta a Sasuke aunque uno de los niños se estaba escondiendo detrás del otro pequeño.

– ¡Madre!. – Exclamaron los niños que no dudaron en correr hasta las piernas de su madre para abrazarse a las ropas de Sasuke con terror, al percatarse que estaba llorando, mientras sus ojos azules no dejaban de mirar al desconocido hombre que estaba en el cuarto de su madre.

– ¿Dos? – Preguntó en un suspiro Naruto pero que fue lo suficientemente alto para que su esposo lo escuchase y se girara a mirarlo para comprobar cómo Naruto miraba a los pequeños con un brillo extraño en sus temblorosos ojos que parecían estar observando una ilusión, en vez de lo que realmente podía ver.

– Naruto… – Llamó con inseguridad Sasuke pero calló al instante porque no estaba seguro de que decir a continuación ya que no le había aclarado que no era un solo hijo el que había engendrado en su vientre y traído al mundo sino que habían sido dos pequeños que, ahora, se estaban sujetaban de sus ropas con fuerza.

Naruto se acercó a Sasuke con una silenciosa rapidez y luego, se agachó para que su cara quedara cerca y a la misma altura que la de los niños, quienes lo miraban con temor y sorpresa por el hecho de ser un hombre desconocido en los aposentos de su madre y junto a Sasuke, el cual había estado llorando.

– Naruto, ellos… – Esta vez Sasuke fue interrumpido.

– ¿Por qué no me dijiste que eran dos?. – Inquirió Naruto sintiendo como su cuerpo vibraban ante la emoción, al mismo tiempo que con lentitud llevó una de sus manos a la cabeza de uno de los niños que se estremeció ante el tacto de la gran mano sobre su pelo negro pero la cual, fue amable en su caricia. – ¡Oh, Dios misericordioso!. – Exclamó para comenzar a dejar salir lágrimas mientras obligaba al pequeño a separarse de Sasuke para ir a su regazo y poder abrazarlo, cerciorándose de que no estaba soñando la existencia del niño.

El niño se asustó pero no gritó ni se apartó del desconocido que lo estaba abrazando porque rápidamente se percató de que el hombre no le iba a hacer daño, debido a la delicadeza con que lo abrazaba y al sentir como lágrimas brotaban de los ojos del desconocido solo incitó al pequeño a abrazar al hombre en un intento de consolarlo.

Sasuke miraba la escena y sentía como su corazón tamborileaba con fuerza ante la aceptación de Asahi hacia su padre, sin que aún el pequeño supiera quién era Naruto y lo que significaba para ellos tres.

No obstante, Sasuke solo miraba mientras sus labios dibujaban una sonrisa pero no pudo seguir contemplando mucho tiempo la entrañable escena porque el otro niño comenzó a tironearle del pantalón.

El doncel miró al niño, quien en cuanto se percató que tenía toda la atención del adulto, señaló con su mano izquierda al hombre que abrazaba a su hermano para hacerle entender a su madre que estaba preguntándole quien era el desconocido mientras que con su mano derecha continuaba agarrado a las ropas de Sasuke.

Sasuke se agachó para quedar a la misma altura del pequeño, al que abrazó.

– ¿Madre?. – Habló el niño en brazos de Sasuke al sentir que su madre volvía a derramar lágrimas.

– Haruto, estoy tan feliz. – Murmuró Sasuke. – Tu padre ha regresado a casa, ve a saludarlo como tu hermano. – Le pidió al niño que parecía no entender lo que allí ocurría.

El niño sintió como su pequeño corazón aumentaba el ritmo de los latidos ante las palabras de su madre y a medida que asimilaba la información en su infantil mente.

Cuando sintió que el abrazo con Sasuke se deshacía, el niño miró con curiosidad y timidez al hombre que continuaba llorando y abrazando a su hermano para luego, volver a mirar a su madre.

– Ven, vamos a darle la bienvenida a Naruto. – Le dijo Sasuke al niño acariciando sus rebeldes cabellos oscuros.

Sasuke tomó la pequeña mano infantil para acercar más al niño a Naruto y cuando Haruto estuvo frente a Naruto, sintió como los ojos azules tan parecido a los suyos pero perteneciente a una persona mucho mayor que él, se clavaron en su personita y una de las manos de Naruto lo atraía hacia sí para abrazarlo con tanto cariño como abrazaba a su hermano mientras más traicioneras lágrimas salían de los ojos del hombre que por primera vez, estrechaba en sus brazos a sus hijos.

Sasuke, también, conmovido por los sentimientos desbordados de amor de Naruto con los pequeños se unió al abrazo sin poder dejar de derramar lágrimas de felicidad y sintiéndose agradecido de que sus hijos no fueran reticentes con su padre, el cual era un desconocido para ellos.

Durante bastante rato los cuatro permanecieron abrazados pero llegó el momento de deshacer aquel abrazo y los mayores de recomponer sus emociones.

– Haruto, Asahi. Este hombre en Naruto, él es vuestro padre. – Le dijo Sasuke a sus pequeños para  presentar a su marido. – Naruto, ellos son nuestros hijos, Haruto y Asahi. – Presentó Sasuke a sus hijos y señalando a cada uno de los pequeños cuando pronunció su nombre para que su cónyuge supiera quién era quién.

Mientras que los niños miraban a su padre con curiosidad y vergüenza porque aunque fuera su progenitor, aún lo sentían como a un extraño, Naruto pudo apreciar que los pequeños no solo eran gemelos sino que había una gran diferencia entre ellos y no era el hecho de que Asahi fuera un doncel y Haruto un varón porque a esa edad el cuerpo de ambos niños era casi iguales sino que Asahi tenía un pequeño lunar bajo su ojo izquierdo.

Ambos pequeños tienen la similitud de que sus cabellos eran negros y alborotados. Poseían unos grandes ojos azules como los de Naruto mientras que su piel era tan clara como la de Sasuke y ostentaban rasgos faciales que eran la mezcla de ambos progenitores, había otra diferencia entre los niños ya que Haruto era un poquito más alto que su gemelo, quien solo se podía apreciar cuando ambos estaban uno al lado del otro como en aquel momento.

El silencio que se había vuelto a formar, después de las presentaciones de Sasuke, parecía no querer abandonarlos mientras padre e hijos se observaban sin poder creer que la persona frente a sus ojos formaba parte de un vínculo tan importante como era el familiar.

– Es tan increíble. – Farfulló Naruto volviéndose a ponerse a la altura de los pequeños para cogerle una de las manos a cada uno de los niños con primor y sonreírles. – Lamento no haber estado a vuestro lado y al de vuestra madre desde el momento en que Dios os entregó a nuestras vidas para bendecirnos, me hubiera gustado estar con vosotros todo ese tiempo. – Reveló Naruto como una disculpa hacia los pequeños, mostrando la aflicción que le causaba en su rostro, a pesar que su sonrisa no se borro de su semblante.

– Naruto, tú… – Intentó hablar Sasuke.

– No te marche otra vez. – Pidió Haruto interrumpiendo a Sasuke y sin dejar de mirar a Naruto. – Madre… tampoco quieres que se vaya. – Aseguró el menor mirando a Sasuke.

– Ya os he contado infinidad de veces que no hubo opción para que vuestro padre se pudiese quedar, él tuvo que marchar a otra ciudad. – Le recordó Sasuke a su hijo lo que le había contado de la verdad aunque había omitido el detalle de que Naruto había sido proclamado como el asesino del rey Danzou por estar presente en lo ocurrido de lo cual, él estaba seguro no era culpable porque si era cierto que su marido había sido un ladrón en el pasado, no era un asesino y se sentía culpable por ocasionarle ese destino al hombre que lo había ayudado tanto y manifestado amor hacia su persona.

– ¿Volverás a dejarnos?. – Inquirió Asahi antes de que alguno de sus progenitores hablara.

– No, no volveré a marcharme sin vosotros y esta vez, todos nos iremos juntos. – Afirmó Naruto volviendo a abrazar a sus hijos mientras miraba a Sasuke para confirmarle que no estaba dispuesto a alejarse de él y sus hijos nuevamente.

Después de esa confesión de Naruto y cuando el abrazo se deshizo, los niños se sintieron más confiados provocando que los pequeños comenzaran a hacerle todas las preguntas que su infantil cabecita se le ocurría para preguntarse a su padre y que Naruto no dudó en responder, haciendo que Sasuke también conociera algunos gustos de su marido que no sabía y disfrutando de las descripciones que Naruto le proporcionaba a los niños para explicarles algunos de los lugares en los que había estado en esos años.

– Ya es muy tarde y mañana vuestro padre os seguirá relatando acerca de esos sitios en los que ha estado, debéis ir a la cama que yo también tengo que descansar porque mañana tengo que ir a trabajar a la casa de los Hyugas. – Anunció Sasuke.

– Madre, ¿podemos dormir en vuestra cama?. – Pidió Asahi no queriendo marcharse, pues lo que su padre le contaba le resultaba muy interesante y entretenido, a pesar de que sus ojos querían estar más cerrados que despiertos y los bostezos no dejaban de salir de su boca.

– No, hoy no podéis quedaros. Vuestro padre está muy agotado y necesita estar cómodo y tranquilo. – Advirtió Sasuke cogiendo en brazos al pequeño doncel y la mano de Haruto para llevarlo a la alcoba que los pequeños ocupaban.

Cuando Sasuke regresó a la habitación, se percató de que Naruto se había quitado la pesada capa con capucha y el chaleco, dejando su camisa que reposara sobre su cuerpo.

– Son unos niños maravillosos, Sasuke. Ahora me arrepiento más de no haber estado a su lado todos estos años. – Soltó Naruto como si de un suspiro se tratase. – Me siento orgulloso de saber que son hijos míos, a madre también le encantará conocerlos. – Opinaba sonriente pensando en la reacción de Kushina al enterarse de que era abuela de unos gemelos y sin mirar a su esposo. – Aunque aún son pequeños, pueden entender mejor que cualquier adulto la verdad que tanto te preocupa, sobre todo si lo hacemos como si le contáramos un cuento. – Opinaba Naruto en voz alta.

– Naruto, lo siento. – Se disculpó obteniendo la atención de su marido pero no le permitió hablar. – Es mi culpa todo lo que sucedió, tú no debiste haber ido para complacer mi ruego. Yo fui demasiado egoísta contigo y terminé privándote estos años de Haruto y Asahi. Terminé privándome de ti.

– Sasuke, no te atormentes, esto solo ha sido algo ineludible. – Comentó mientras abrazaba a su esposo. – Es cierto que me hubiera gustado estar ahí cuando los niños nacieron y todo ese tiempo sin separarme de ustedes pero no ha podido ser así y yo no te culpo por ello. Yo fui quien decidió aceptar ayudar a Minato y Fugaku, yo fui el único responsable de haberme perdido toda la dicha que traen consigo esos pequeños pero esto no volverá a ocurrir. – Aseguraba Naruto. – No volveré a abandonarte y si he regresado es para que todos nos marchemos de este reino.  – Confesó deshaciendo el abrazo y dejando sus manos sobre los hombros del doncel para mirarlo a los ojos. – No quiero que os ocurra nada porque presiento que en este reino ocurrirá una gran calamidad y no permitiré que os pase nada. Yo no podría vivir sabiendo que os he perdido a todos.

– Naruto… – Pronunció el nombre de su marido como si fuese lo único que su boca pudiese decir.

Naruto se acercó con lentitud a Sasuke y con timidez, acercó su boca a los labios del doncel hasta que los labios secos y duros acariciaron los suaves labios contrarios que aceptaron el gentil contacto.

Sin embargo, la unión de los labios de la pareja no duró mucho tiempo y con la misma lentitud y delicadeza, Naruto se separó de Sasuke.

– Voy a prepararme un baño y dormiré en el diván. – Señaló el mueble al lado del pequeño tocador que le había hecho a Sasuke. – No quiero que te sientas incómodo, después de todo, han pasado siete años que no hemos estado como matrimonio. – Anunció Naruto antes de besar la frente de Sasuke y disponerse a  abandonar la habitación.

– ¡Espera!. – Exclamó Sasuke agarrando uno de los brazos de Naruto. – Yo no he dicho que me moleste y también debo asearme. No está mal que ayude a mi esposo con el baño o que compartamos lecho, nuestra unión está bendecida por Dios y aceptada por los hombres.

Naruto miró a Sasuke sorprendido porque jamás habría pensado que su esposo fuera capaz de declarar las osadas palabras ya que en el tiempo que estuvieron juntos, Sasuke se mostraba muy cauto con él, como si no estuviera seguro de nada de lo que hacía pero ahora, Sasuke parecía ser otra persona. Un doncel anhelante de su cónyuge e incluso, enamorado de su marido.

– Está bien pero si no te sientes cómodo, házmelo saber de inmediato y me retiraré. – Aclaró Naruto para ver como el doncel asentía con la cabeza.

El matrimonio salió de la alcoba y se dirigieron a preparar el agua para asearse y durante el baño ninguno de los dos pronunció palabra alguna, ni siquiera miraron al contrario solo se ocuparon de su lavado íntimo antes de dirigirse a la habitación donde ambos se recostaron en la cama sin siquiera abrazarse, como en realidad deseaban. Los dos tenían el rostro abochornado mientras sus ojos estaban clavados en un punto de la nada en medio de la oscuridad y sentían como los nervios recorriendo sus cuerpos hasta que el cansancio los venció para quedar ambos dormidos.

Sin embargo, cuando Sasuke despertó se encontró resguardado por los brazos de Naruto que lo hizo sonrojar ante el maduro rostro de su marido que continuaba durmiendo e iba a levantarse del lecho cuando la puerta de su habitación se abrió, entrando por ella los gemelos que no dudaron en subirse a la cama mientras lo llamaban. En ese momento, Sasuke se percató de que se había dejado dormir y de que llegaría tarde a trabajar a la casa de los Hyuga cuando sus oídos se agudizaron más allá de las voces de los niños y consiguió oír el repiqueteo de las campanas de la torre de la iglesia que anunciaba que iba a comenzar la misa de la mañana.

Sorprendido por lo tarde que se le había hecho, Sasuke saludó velozmente a los pequeños y apresuradamente se liberó de los brazos de Naruto que comenzaba a despertarse a causa de las voces de los niños que ya estaban junto a la cama.

Sasuke se vistió en un abrir y cerrar de ojos pero antes de marcharse apresuradamente, dió una breve explicación a Naruto de a donde se dirigía y darle un beso en la mejilla a cada uno de sus hijos abandonó la alcoba rápidamente, ni siquiera se percató de que en la cocina se encontraban Kushina e Itachi junto a Minako o que al cruzar el patio para salir de la casa, estaba Minato sentado en un rincón. Sasuke solo tenía en mente el llegar a su lugar de trabajo y, que por primera vez desde que trabajaba para los Hyuga, recibiría un regaño de la señora de la casa por su falta y no haber avisado de su retraso pero había sido todo fruto de lo ocurrido en la noche que lo había desvelado más de lo acostumbrado y su agotamiento se la hubiese causado ese retraso.

Cuando Sasuke llegó a la gran casa, se encontró con Ino, quien al verlo corrió hacia él con el rostro angustiado.

– ¡Santo Dios, Sasuke! ¿por qué te has retrasado tanto?. La señora no se encuentra en este momento porque, como acostumbra, ha salido para la santa misa pero antes de marcharse ha preguntado por ti. – Le informó Ino con sinceridad y sin siquiera saludarlo debido a que se encontraba  preocupada por el doncel.

– ¿A preguntado por mi?. – Repitió Sasuke.

– Sí, pero… ¿pero qué te ha sucedido para llegar tan tarde hoy?. Ayer te marchaste temprano, justo cuando los últimos rayos de sol aún nos daban luz. – Insistió Ino ya que no sabía lo que ocasionó a Sasuke a retrasarse tanto tiempo.

– Es que mi marido, llegó ayer. – Comunicó Sasuke sin ahondar en el tema ya que Ino solo sabía que él estaba casado y que su cónyuge no estaba en la ciudad.

– ¡Oh…! Me alegro mucho por ti, Sasuke, porque desde que comenzaste a trabajar en esta casa tu marido no se encontraba en la ciudad. Supongo que fue una verdadera sorpresa después de cuatro años sin verlo. – Felicitó Ino completamente feliz por el doncel. – Yo puedo entender que es tu deber de esposo el atender a tu marido pero es posible que los señores Hyuga no lo entiendan. Ya conoces como son los aristócratas o los burgueses, ellos no estiman nuestras vidas solo les importa su dinero, el ser conocidos y el que sus hijos o hijas contraigan nupcias con alguien de sobrenombre. – Dictaminó la mujer y Sasuke sintió deseos de gritar de que no todas esas personas importantes eran así, al menos, su fallecida familia que ostentaba un titulo noble no se comportaban como si no tuviese corazón pero él ya había escuchado esa crítica muchas veces desde que se quedó sin familia, prefirió callar y no entrar en una insulsa disputa sobre si eran o no crueles todos los aristócratas y burgueses.

– Gracias, pero será mejor que comience a trabajar porque si continuamos hablando el tiempo se nos pasará muy rápido y no me gustaría que los señores de la casa nos encontraran de esta manera. – Terminó la conversación Sasuke para coger un cubo y llenarlo de agua, disponiéndose a limpiar.

Al mediodía llegaron todos los habitantes de la gran casa para disfrutar del almuerzo que había preparado Ino pero parecía que los Hyuga se habían olvidado del retraso de Sasuke ya que el día avanzó como acostumbraba.

Sin embargo, al llegar la tarde, el señor de la casa llamó a Sasuke a la habitación en la que tramitaba sus negocios o la contratación del personal para que sirviera en su casa.

Sasuke golpeó dos veces la puerta antes de escuchar la voz del hombre invitándole a entrar y allí lo pudo ver, sentado detrás de la enorme mesa de madera de ébano traído desde el continente Aférsito.

– Me mandó llamar, señor. – Dijo Sasuke servilmente mientras hacía una floritura después de cerrar la puerta a su espalda.

– Sí. – Afirmó el dueño de la casa. – Sasuke… ¿Cuánto llevas trabajando para el servicio de mi casa y mi familia?. –  Inquirió el hombre.

– Casi cuatro años, señor. – Respondió sin titubeos Sasuke.

– Entonces debería saber que soy un hombre severo, que gusta de la puntualidad y el trabajo bien hecho pero hoy has fallado a tus responsabilidades conmigo y mi familia. – Informó levantándose de la silla y comenzar a caminar hasta quedar frente al doncel. – Eres un doncel que su marido a dejado solo y con hijos en esta ciudad para seguir disfrutando de sus malos métodos, probablemente ya se haya olvidado de ti y tus vástagos y esté revolcándose con cualquiera dejando infelicidad a su paso y el pecado de la carne. Yo puedo comprenderlo muy bien puesto que soy un hombre y sé cuan voluble es nuestra alma ante cualquier doncel o mujer joven, dulce e ingenuo. – Aclaró mientras cogía su pipa para introducirle el tabaco picado antes de prenderla con una alargada cerilla y disfrutar del amago humo que entraba en sus pulmones. – No es mi intensión inmiscuirme en las vidas de los sirvientes que tengo pero tú eres un empleado diferente. – Aseguró exhalando el humo de sus pulmones. – Llegaste detrás del protector que encontraste para conseguir un trabajo y eso me impresionó porque ese hombre no comparte sangre contigo ni con tu desinteresado marido. Así que te contraté después de que me contaras que habías estado trabajando en una posada y en una de las industria textiles de los Bean porque siempre he valorado el esfuerzo y la constancia que tienen los hombres para poder sobrevivir a cualquier desventura que se le ha presentado. – El hombre volvió ha absorber el humo de tabaco para dejarlo escapar haciendo una breve pausa en la cual, a Sasuke se le impedía intervenir. – Aunque no lo pueda parecer tu situación me conmueve pero no me queda otra opción que despedirte después de lo ocurrido hoy, nada me asegura que vuelva a ocurrir. – Terminó antes de coger una pequeña bolsita de terciopelo y entregársela a Sasuke. – Aquí tienes tu pago por los servicios que has portado a esta casa, ya puedes retirarte.

Sasuke asintió con la cabeza antes de salir del despacho para encontrarse con la mirada arrogante de la señora de la casa pero él solo hizo una floritura antes de encaminarse a la cocina mientras en su interior ardía la furia por haber insultado a Naruto y a su familia aunque Sasuke sabía que el hombre no sabía nada de la verdad acerca de lo ocurrido y mucho menos que su marido había regresado esa noche.

Ino se abalanzó a Sasuke para estrecharlo entre sus brazos ya que ella sabía que las reuniones de los sirvientes con el señor de la casa solo eran para emplear o despedir personas mientras que la señora, solo se ocupaba de regañar a sus empleados.

– Lo siento, Sasuke. – Murmuró Ino al oído del doncel.

– No tienes que disculparte, Ino. Tú no has tenido la culpa de nada y hoy cuando venía ya sabía lo que me podría ocurrir. No te preocupes por mí. Yo estaré bien. – Respondió Sasuke correspondiendo al abrazo.

– Te echaré de menos, tú no solo has sido un compañero en esta casa sino también, mi amigo. Incluso me has ayudado con mis tareas cuando alguno de mis hijos se ha puesto enfermo y tenía que estar atendiéndolos. Jamás podré olvidar todo lo que has hecho por mí en esta casa porque personas como tú no hay muchas. – Confesó Ino sin poder contener más su tristeza y comenzando a llorar.

– No llores, Ino. Estaré bien, te lo aseguro y tú también has sido una amiga para mí. – Murmuró Sasuke. – Dale recuerdos a tu marido y a tus pequeños. ¡Adiós, Ino!. – Se despidió Sasuke deshaciendo el abrazo antes de besar la mejilla de su amiga y salir de aquella casa.

Sasuke caminó por las calles que le llevaba a su casa con lentitud mientras calmaba sus emociones porque estaba enfadado porque el hombre había insultado sin conocer a Naruto y, también, por la tristeza que sentía a causa de la despedida que había tenido con Ino.

Sasuke se detuvo en el puente y observó el agua del río que había bajo el puente cuando una conocida voz lo llamó, al girarse hacia quien lo llamaba se encontró con el serio rostro de Gaara.

Después de los formales saludos entre los dos y las preguntas del herrero hacia Sasuke de por qué no estaba en la casa en la que trabajaba, el doncel le había contado lo sucedido.

– Como se atreven a marcharte así, sin más, tan solo por haberte retrasado unas horas cuando por casi cuatro años has estado cumpliendo con tu trabajo sin faltar ni una sola vez. – Aulló Gaara.

– No, está bien así. Siento que esto es lo que debía ocurrir. – Confesó el doncel volviendo a mirar las mansas aguas del río. – No me gustaría volver e implorar que me devolviese el trabajo cuando antes de marcharme insultó a Naruto.

– ¡Qué!. A ese maldito no le va a quedar cara, como se atreve a injuriar sobre mi amigo. – Explotó Gaara obteniendo todas las miradas de las personas que pasaban por allí, puesto que para él, Naruto era como un hermano y sentía que al denigrar a su amigo también lo insultaban a él.

– Por favor, no vayas. No tiene ningún sentido que te aparezcas y comiences a confrontarlo, ya sabes que la guardia está muy incomplacientes por las constantes revueltas. Te podrían arrestar y llevar al calabozo por agredir a un burgués y no estaría bien que Sai o tus hijos sufrieran por ello. – Habló Sasuke. – Debes pensar en el sufrimiento que ocasionarías a tu familia.

Gaara chasqueó la lengua sabiendo la hostilidad que se había generado con la guardia y el sentimiento de no poder hacer nada para defender el nombre de su amigo sin que las represalias hacia su persona no sean cobradas tan solo por que los Hyuga contaban con poder para que un simple herrero honesto como era él, se viera afectada a tomar medidas. Si lugar a dudas, Sasuke tenía razón y no podía actuar tan desconsideradamente cuando Sai y sus hijos contaban con su protección en esa ciudad.

– Está bien, no iré. – Afirmó a regañadientes Gaara. – ¿Y cómo están Asahi y Haruto?, hace semanas que no voy a verlos, de seguro han crecido mucho en este tiempo. – Curioseó cambiando tema.

– Ellos están bien, cada día crecen más. Yo podría decir lo mismo porque hace tiempo que no veo a Sai ni tus hijos. Haruto y Asahi estarían encantados de veros. – Contó Sasuke agradeciendo el que olvidara el impulso de ir a casa de los Hyuga a causar problemas por lo sucedido aunque él tampoco estaba de acuerdo con la forma de proceder de los, que hasta hacía poco tiempo, habían sido sus señores.

– Ojala Naruto estuviera aquí, estoy seguro que estaría encantado de saber que es padre, sin mencionar del orgullo que sentiría hacia esos niños. – Comentó Gaara.

– Gaara… Naruto, Naruto regresó. – Susurró Sasuke.

–¿¡Qué!?, ¿cuándo volvió?, ¿y por qué no me habías ido a buscar para decirme?. – Inquirió el herrero sin abandonar el asombro de su rostro por la noticia.

– Él llegó anoche y no he tenido tiempo de decirte. Por ello que llegue tarde esta mañana a la casa de los Hyuga y terminara despedido. – Le contó Sasuke sonrojado.

– Esto es inesperado. – Soltó Gaara rebosando de alegría. – Vayamos, quiero darle la bienvenida a Naruto. ¡Oh… Dios! Esto es una buena noticia sin duda.

Sasuke asintió con la cabeza aunque no pudo reflejar una sonrisa en su rostro porque aún sopesaba sobre él la verdad que había envuelto a su familia con el regreso de Naruto y Minato.



No hay comentarios:

Publicar un comentario