-Declaraciones.-
Naruto
cargó a su madre en brazos hasta el interior de la casa para recostar a la
mujer sobre la mesa ya que era el único mueble cercano, lo suficientemente
grande para poder acostar a Kushina.
Minato
entró a la casa después de haber asegurado a los caballos, atando las riendas
de los jamelgos a una valla de madera que había fuera de la casa.
–
¿Cómo se encuentra?. – Se apresuró a preguntar Minato con preocupación,
acercándose a su compañero sin apartar sus ojos de la mujer que había perdido
el conocimiento.
– Está
bien, solo se desmayó pero… ¿qué está ocurriendo?. – Le preguntó Naruto al otro
hombre acusadoramente por el estado en el que, en ese instante, se encontraba
su madre.
–
Naruto, esperemos a que se despierte. – Fueron las palabras de Minato antes de
agitar su cabeza como si le costará comprender lo ocurrido.
– Iré
a llevar a Kyubi y Rasengan al establo o los lobos podrían atacarlos. – Habló
Naruto para salir de la casa por los caballos y ponerlos dentro del pequeño
establo resguardados del frío de la noche y las fieras.
Minato
asintió con la cabeza mientras permanecía apoyado con su espalda a uno de los
pilares de madera que sujetaban la pequeña casa mientras analizaba lo sucedido,
aún perplejo de ver a la mujer.
Naruto
terminó liberar a los equinos de las sillas y las riendas para que pudieran
descansar mejor pero antes de volver a la casa de su madre, decidió cepillar un
poco el pelaje de los caballos ya que el masaje que le proporcionaba las cerdas
del cepillo descargaba la tensión acumulada en los músculos de los animales.
Cuando
Naruto volvió a entrar en la casa, su madre continuaba en el mismo mueble y
estado en que la había dejado, fue por ello que detrás de cerrar la puerta de
la casa, se acercó a Minato que parecía estar divagando.
– ¿Te
encuentras bien?. – Inquirió ante el rostro de contrariedad que tenía el otro
hombre.
– No
te preocupes por mí, sería mejor llevar a la mujer a un mueble más apropiado. –
Indicó para hacerle entender al más joven que no estaba bien dejar a Kushina
encima de la mesa porque era posible que no despertase hasta el día siguiente.
–
Tienes razón pero aunque no entiendo lo que ha ocurrido, espero saberlo pronto.
– Afirmó Naruto antes de dirigirse hacia donde se encontraba su madre y cargarla
para llevarla a una de las habitaciones que formaban un estrecho pasillo por el
que Naruto desapareció al abrir una puerta e internarse a aquel cuarto.
Cuando
Naruto salió volvió a acercarse al fuego donde se preparaba la comida y
calentaba la vieja casa para avivarlo y comenzar a recoger los ingredientes y
la masa que Kushina había preparado para hacer pan o algún tipo de dulce.
Luego, se acercó a la mesa donde estaba observando cada uno de sus movimientos
Minato, el cual se había tomado la osadía de sentarse en uno de los taburetes
de madera que rodeaban la mesa.
–
Hemos hecho un largo viaje hasta aquí, nosotros también debemos descansar esta
noche. – Opinó Naruto. – Sígueme, dormirás en la misma habitación que yo porque
las otras deben de estar ocupadas y aquí no hay más cuartos disponibles, no
estamos en una posada para gozar de esos privilegios.
– Eso
ya lo sé pero si no fuese que estamos en este reino, créeme que no me
importaría dormir a la intemperie soportando la crudeza de la noche. – Aseguró
Minato levantándose del taburete.
–
Muerde tu lengua, Kurama, o nos traerás la mala suerte y con todo lo que hemos
hechos en estos años para poder continuar vivos no tenemos derecho de pedir
protección a Dios. – Le recordó Naruto con molestia ante la forma en que estaba
insultando la morada de su madre y el reino en el que vivía su esposo. – No
deberías despreciar tanto el Reino del Fuego que aquí ha nacido Itachi y
también sangre de tu sangre.
– Si
hubiera estado en mis manos la posibilidad de llevarme a Itachi de estas
tierras, ten por seguro que Minako hubiera nacido en cualquier otro lugar, ya
fuesen las tierras salvajes del continente Ambriano o el exótico continente
Ariatico e incluso, no me hubiera importado que fuera en el contienente
Aférsito antes que en este viejo mundo*. Allí podría haberles hechos felices y
no dejarlos con esta incertidumbre, de la estoy seguro, padece Itachi y mi
hija, la cual no ha de tener memoria de su padre. No tienes idea de este ardor
que me quema cada vez que pienso en ello. – Habló con enfado Minato soltando en
sus palabras todas las emociones de dolor que había estado guardando durante
todos esos años. –¿Qué vas a comprender un hombre joven?. Tú solo has dejado un
esposo que posiblemente te haya dado por muerto, a llorado una viudez temprana
y se haya vuelto a matrimoniar para no vivir en la miseria mientras que yo he
dejado a una hija que no he visto crecer y ni se imagina de cuál es el aspecto
de su padre.
–
Puede que tengas razón en cuanto a tu amante y tu hija pero no pongas en duda
ante mí, la honra de mi esposo porque yo no soy con quien debes de pagar tus
males. – Escupió Naruto apretando con fuerza los puños conteniéndose de golpear
al otro hombre por haber dicho una posible realidad de su marido y que él, no
estaba dispuesto a ver ni oír ya que el amor que sentía hacia Sasuke era lo
único que lo empujaba en todos esos años a continuar con vida. – Te recuerdo
que Sasuke es el hermano de Itachi y el tío de tu hija. Además, que si no lo
recuerdas, Itachi y Minako los dejé bajo el techo de mi casa y si Sasuke se ha
casado con otro hombre. Ellos deben de estar en la calle, puesto que Itachi
ante los ojos de cualquier persona digna es un doncel irrespetuoso y
reprochable, alguien que fue capaz de tener una hija con un hombre sin haberse
casado primero.
Minato
apretó sus puños y su mandíbula ante las palabras que le fueron lanzadas como
cuchillas a su pecho, Naruto tenía toda la razón y él no era quién para juzgar
a Sasuke puesto que no lo conocía y el parentesco que tenía con Itachi y su
hija, a pesar de que sabía que debía disculparse por el hecho de ofender,
incluso, la sangre que portaba su vástaga sentía como un tapón de orgullo en su
garganta no le permitía pronunciar aquellas simples pero pesadas palabras.
Naruto
chasqueó la lengua porque comenzó a pensar que se había sobrepasado con su
compañero de viajes y, posiblemente, las palabras que salieron de la boca de
Kurama no fueron dichas con intensión de herirlo, siendo ese momento tan incómodo
para ambos hombres como abrumado.
– Lo
siento… – Rompió el silencio Minato mientras se llevaba una mano a la cara. –
No sé por qué te hablé de esa manera pero no fue mi intensión. Creo que estoy
demasiado cansado y lo ocurrido esta noche ha desatado mi lengua y mis nervios.
– Yo
también me disculpo. – Se apresuró a decir Naruto. – Supongo que el haber
vuelto a este reino donde hay personas importantes para nosotros nos ha vuelto
irascibles.
– Sí,
es probable. – Concordó Minato asintiendo con la cabeza y percatándose que las
emociones se aminoraban su intensidad volviendo a aparecer entre ellos un
ambiente más tranquilo.
– Ven.
– Pidió Naruto señalando el pequeño pasillo antes de encaminarse hacia él y
seguido de Minato, internarse en el pasillo donde ambos hombres ingresaron en
una de los cuartos.
La
visión de dos camas saco una sonrisa y un suspiro de agradecimiento a Minato
porque por un momento creyó que iba a tener que compartir el lecho con un
hombre y la idea de hacerlo, no le atraía en lo más mínimo.
Naruto,
que no se percató de la reacción de Minato, se dirigió a una de las camas donde
se sentó para quitarse las botas, las armas que escondía bajo sus ropas y la
capa antes de tumbarse sobre el viejo colchón de la cama que lo acogió. Por
otro lado, Minato imitó a Naruto y se acostó en la cama paralela al del otro
hombre.
Naruto
fue el primero en despertar y decidió salir de aquel cuarto para saber si su
madre ya había despertado y comprobar en el estado en el que se encontraba, así
que sigilosamente salió de la habitación para dirigirse al cuarto que ocupaba
su Kushina en la casa pero al verlo vacío, los pasos de Naruto se dirigieron
fuera del pequeño pasillo donde se encontró a la mujer murmurando y cocinando
con premura.
–
¡Madre!. – Llamó sin dar ningún saludo.
–
Naruto… – Suspiró Kushina dejando de hacer lo que estaba preparando y poniendo
rígido su cuerpo ante el llamado de su único hijo para luego, darse la vuelta
lentamente sin quitar el estado de hermetismo en su cuerpo. – Naruto.
– ¿Os
encontráis bien, madre?. – Se apresuró a preguntar Naruto caminando al lado de
su madre a grandes zancadas para moverse frente a ella y comprobar que no le
ocurría nada a la mujer.
– ¿Naruto,
es cierto que has vuelto?, ¿es verdad que en la noche viniste acompañado de un
hombre?. – Pregunto con temor Kushina mientras retrocedía unos pasos hasta que
su espalda tocó la superficie en la que estaba trabajando con los alimentos.
–
¿Madre, qué os pasa?, ¿es qué no recordáis?. Llegué en la noche a la aldea con
un compañero. – Le aseguró el joven.
–
¡Esto no puede ser verdad!. – Exclamó Kushina llevándose las manos a la cara
para ocultar su rostro a su hijo ya que algunas lágrimas salieron de sus azules
ojos. – Todos estos años engañada, todos estos años sin saber la verdad y ahora,
aparece frente a mis ojos como un forajido desamparado de la mirada de Dios. –
Murmuró con dolor la mujer.
–
Madre… yo lo siento. No pensé que mi presencia y las falsas acusaciones os dañaran.
Nunca ha sido mi intención el causaros desdicha. – Habló Naruto mientras
abrazaba a su madre con fuerza porque no había pensado que su madre creyera el
que él fuera culpable del acto malvado
del que fue difamado deliberadamente. – Os aseguro que mis manos no están tan
sucias, sabéis que no soy un mal hombre.
– No
sé de qué me habláis, hijo pero hay algo que debéis saber a qué viene este
dolor, me siento traicionada por una mentira. – Aclaró Kushina deshaciendo el
abrazo de su hijo para mirarlo a los ojos con angustia, no solo por su dolor
sino también, por las palabras de Naruto. – Tú no puedes ser capaz de hacerme
sufrir porque a pesar de que hayas hurtado para tener algo que llevarte a la
boca, tu corazón es honesto y más puro que el de cualquier persona
perteneciente a la corona.
–
Madre… os tengo que contar tanto, os tengo que confesar todos estos años tan
torturadores para mi alma pero estoy tan contento de que veis con esos ojos tan
claros* que no puedo sentir más que gozo en mi corazón. – Afirmó Naruto con una
sonrisa.
– Pero
hijo mío, ese hombre e…
– Ese
hombre que ha venido conmigo se llama Kurama, lo conocí hace siete años en la
ciudad. – Interrumpió el joven a la mujer.
– No,
ese no es… – Nuevamente Kushina no pudo terminar lo que iba a decir.
– Me
alegra ver que os encontréis bien, pues lo ocurrido en la noche nos preocupó
aunque creo que Naruto ha sido el más angustiado. – Rompió en el lugar la voz
de Minato cortando a la mujer.
– Ya
has despertado, madre, él es Kurama. – Presentó ingenuamente Naruto a pesar de
que se percataba de cómo el ambiente cambiaba. – Aunque parece que ya os
conocéis. – Farfulló.
– No,
Naruto, ese nombre no pertenece a este hombre. Te ha mentido sobre su
identidad. – Aseveró Kushina mientras se agarraba de la manga de la camisa de
su hijo para saber que no se encontraba frente a un sueño y la necesidad de saber
que aún permanecía viva.
– ¿Qué
me estáis diciendo?. – Cuestionó Naruto mirando a su madre para que al terminar
de formular la pregunta, miró al hombre.
–
Kushina te dice la verdad. – Confirmó Minato caminando hasta la mesa pero sin
llegar a sentarse en ninguno de los pequeños taburetes de madera. – No te he
dicho mi nombre real porque no confió en ti lo suficiente pero ahora, con esta
mujer que sabe quién soy, no tengo motivos para continuar ocultando mi nombre. –
Argumentó. – Me llamo Minato.
Ante
el nombre pronunciado hasta al que, hace poco, hacía llamar Kurama, provocó un
resurgir de sentimientos y emociones en Naruto que por inercia miró a su madre
que se había llevado las manos a su pequeña boca para impedir que salieran
gritos y que no dejaba de negar con la cabeza mientras algunas lágrimas se
derramaban de sus ojos. Así que Naruto volvió a mirar a Minato pero en esta
ocasión, no solo lo miraba sino que lo estaba golpeando sin ser plenamente
consciente de en qué momento se había movido y abalanzado sobre Minato.
–
¡Maldito!, ¿cómo te has atrevido?. – Gritó Naruto con rabia.
–
¡Apártate!. – Ordenó Minato reteniendo los brazos de Naruto por las muñecas
después de haber recibido dos fuertes puñetazos en su rostro.
–
¡Naruto, detente!. – Pedía una sorprendida Kushina ante la reacción de su hijo.
–
Madre, ahora os comprendo a la perfección y
no puedo dejar de sentirme traicionado por este hombre, quien en los
últimos siete años he tenido que convivir a su lado para darme cuenta en este
instante de que estado viajando con un completo desconocido. – Espetó Naruto
con enfado mientras se soltaba del agarre de Minato con brusquedad. – Esos
golpes no son nada para lo que mereces, Minato. – Prácticamente escupió el
nombre ya que Naruto no estaba realmente enfadado porque le mintiera a él o a
su cuñado sino por el dolor que le había causado a su madre y el sufrimiento
que le traería a Sasuke cuando se enterase que el padre de Minako no era quién
pensaba.
– ¿Y
tú qué vas a saber lo que merezco?, si continuas hablando de esa manera no
tendré reparos en golpearte aunque seas el bas… – Minato no terminó de hablar
cuando una cachetada llegó a una de sus mejillas.
– No
termines esas palabras porque eres el menos indicado en referirte a mi hijo con
ese apelativo. – Intervino Kushina que no pudo reprimir el golpear a Minato. –
No importa lo que haya ocurrido en el pasado o lo sucedido hace escasos minutos
pero en mi presencia no dejaré, jamás, que tú, precisamente, llames de esa
manera a mi hijo porque sería algo de lo que te podrías arrepentir. – Amenazó
la mujer ante de inspirar y expirar para calmar un poco todas las sorpresas que
habían inquietado a su corazón. – Hay cosas que no sabes y te implican, Minato.
– No
sé lo que podría repercutir en mí esos acontecimientos que desconozco pero no
soy el mismo hombre que conociste una vez, Kushina. He cambiado mucho en todo
este tiempo. – Alegó Minato.
–
Estoy segura de ello. – Ratificó Kushina.
–
Madre, no se perturbe y siéntese. Yo le contaré lo que quiera y tengo
conocimiento de ello, no es necesario que diga nada. – Dijo Naruto ayudando a
su madre a tomar asiento.
– No,
Naruto. Sé que me dirás todo aquello del por qué has aparecido junto a Minato
pero el debe de saber esos acontecimientos que desconoce y yo merezco conocer
todos los detalles del por qué durante tanto tiempo habéis estado junto y
Minato te mintió sobre su nombre porque puedo intuir que tú no sabes toda la
verdad. – Declaró Kushina cogiendo una de las manos de su hijo con cariño antes
de volver a mirar al otro hombre. – Siéntate Minato porque será mejor para
todos el estar acomodados para oír lo que tengamos que decirnos.
Minato
se sentó a la mesa, quedando frente a Kushina mientras que Naruto de muy mala
gana se sentó al lado de su madre, no estaba de acuerdo con la mujer después de
saberse traicionado.
Kushina
miró a los dos hombres sentado en la misma mesa que ella pero ninguno parecía
querer comenzar con lo que tenía que decirles, así que ella decidió romper el
hielo.
– Hace
años de esto y puede que no lo recuerdes, Minato, pero cuando te dije que me
había enamorado de ti, era cierto, aunque tú no quisiste creer mis palabras ni
aceptar mis sentimientos, solo los oculté ya que no era correspondida. –
Confesó Kushina aunque sabía que no había muchas posibilidades de que Minato
recordase ese día ni la forma tan grotesca en que la rechazó. – No pretendo
nada confesándote esto pero siempre he sentido que debía decírtelo.
– No
recuerdo nada de esos y no comprendo que tipo de intención tengas al revelarme
tal hecho pero te diré que no hay nada que puedas hacer si es que aún tienes
ese tipo de sentimientos hacia mí. – Espetó Minato sin ninguna delicadeza
porque se encontraba enojado por el trato que había recibido sin saber él por
qué de ello.
– Me
temía que dijeras algo así. – Reveló Kushina con una sonrisa. – Sé que si en
ese tiempo, que era más joven, no fui correspondida no iba a lograr que ahora
por decirte los sentimientos que profesara hacia ti te hicieran cambiar de idea
pero tan solo quería sacar esta espina que llevaba enterrada en mis entrañas
desde hace muchos años. – La mujer volvió a sonreír. – Como ya he dicho, no
pretendía nada contándotelo, solo creo que es lo primero que debías conocer.
–
Espero que no se trate de alguna otra banalidad que no recuerde porque como te
aclaré antes, soy un hombre que ha cambiado y tiene su propia vida. – Le
recordó con aspereza Minato a la mujer
sentada frente a él.
–
Podrías ser un poco más amable, puede que para ti no tenga sentido nada de lo
que diga mi madre pero para ella, es muy doloroso todo lo que te está contando.
¿No podrías hacer el esfuerzo de ponerte en su lugar?. – Inquirió Naruto
molesto por el trato que estaba dándole Minato a Kushina.
–
Naruto, no te preocupes. Todas las personas cambiamos y tenemos motivos para
comportarnos de una determinada manera. Minato debe de tener sus razones, así
como de que debe de estar molesto porque lo atacaste sin nada que él, por el
momento, no puede entender. – Terció Kushina para calmar el temperamento de su
hijo. – No te estoy justificando, Minato, solo que es la verdad. – Se apresuró
a aclarara la mujer al percatarse que el otro hombre iba a decir algo. – Bien,
como te dije lo de antes solo era algo que quería que conocieras, no me
gustaría llegar a dejar este mundo sin habértelo dicho.
–
Sería mejor que te dejaras de dar rodeos, Kushina, e ir al grano. – Apuró
Minato.
– Está
bien. – Dijo Kushina al mismo tiempo que asentía con su cabeza. – Pero lo que
voy a contarte también forma parte del pasado y de lo cual, espero aún lo recuerdes.
– Advirtió la mujer endureciendo su mirada y entrelazando los dedos de sus
manos para apoyar los codos sobre la mesa y su barbilla sobre sus manos unidas.
– ¿Recuerdas el día que los muchachos robaron los toneles de aquel licor
llamado sake?. – Preguntó para acto seguido, desenlazar sus dedos y quitar sus
codos de la mesa que llevó hasta el delantal blanco que reposaba sobre su falda
amarilla y apretarlo con fuerza. – Esos días todos estábamos muy contentos
porque habían venido muchos comerciantes de otros países con extrañas ropas,
comidas de raros olores y en una de las carretas, uno de los comerciantes que
visitaban la ciudad de La Hoja, contenía muchos barriles. Todos pensábamos que
los barriles de esa carreta se trataban de vino tinto aunque escucháramos al
comerciante referirse como sake sobre el contenido que guardaban los toneles. –
Kushina hizo una pequeña pausa mientras se apartaba algunos mechones de su
cabellera carmesí que comenzaba a cubrirse de canas. – Nunca sabré como
consiguieron burlar al comerciante y a los guardias pero los muchachos lograron
arrebatarle al hombre dos de los barriles del licor y rápidamente, todos los
que vivíamos desamparados en las calles nos enteramos de la noticia para correr
junto a los muchachos y probar el licor. Corrimos hasta la iglesia del Ave. –
Otra pausa que hizo debido a que lo que se venía en su relato eran palabras muy
delicadas para ella. – Nosotros conseguimos encontrar objetos que utilizaríamos
para poder beber el sake pero cuando llegamos a donde habían ocultado los
barriles ya se habían adelantado y uno de los toneles estaba abierto, así que
nos apresuramos en ir a probar aquel licor. – Kushina giró su cabeza mientras
un sonrojo se instalaba en sus mejillas y sus ojos miraban a un punto del suelo
porque se sentía sin la suficiente fortaleza de mirar al rostro del hombre que
también estaba implicado en su relato. – Nosotros, ese día no solo terminamos
borracho sino que tú y yo… nosotros intimamos deshonestamente. – Kushina fue
bajando el tono de su voz pero aún así, ambos hombres que estaban junto a ella
pudieron oírlo con completa claridad. – Cuando me desperté y lo descubrí,
sentía tanta vergüenza que la mañana de ese día, después de levantarme y
vestirme, me fui hasta el puente de los leones y decidí que era mejor olvidar
lo sucedido e intenté hacer como si nada de eso hubiera pasado pero tú, Minato,
actuabas diferente y no sabía qué hacer…
– ¿Cómo
querías que me comportara?. – Interrumpió Minato golpeando la mesa. – Yo nunca
quise que eso ocurriera. Me sentí tan abrumado cuando desperté y recordé
algunos de los actos que pasaron, que yo hubiera sido capaz de hacerle eso a la
persona que quería como si fuera un familiar, me sentí como un monstruo. Yo
había seguido los impulsos de mi cuerpo y tú no parecías disgustada, todo fue
demasiado simple y, a la vez, perturbador. No era capaz de mirarte a la cara.
El
silencio abordó la casa donde las voces de los habitantes de la aldea era lo
único que se oía como un murmullo lejano.
– Solo
quería decirte que después de esa noche hubo consecuencias en mí pero
despareciste de mí vida aquel día y cuando desperté, solo escuchaba que habías
muerto, que todos los que se habían puesto al servicio de aquel hombre habían
muerto. – Farfulló Kushina con nerviosismo.
– ¿Qué
tratas de decirme, Kushina?. – Preguntó Minato queriendo oír una respuesta
clara.
– Mi
hijo, Naruto, nació meses después de lo ocurrido, Minato. Aquella noche yo
quedé embarazada. – Confesó Kushina.
– Eso…
eso no puede ser cierto. – Tartamudeó Minato mirando a Naruto con desconcierto
aunque en su interior, Minato sabía que Kushina no mentía y que Naruto, el
hombre sentado frente a él, llevaba su sangre. Él mismo había descubierto la
marca en el costado derecho de Naruto, la marca de nacimiento en forma de
corazón que él poseía y que también tenía Minako para, por primera vez, Minato
comprender a los sentimientos nulos de paternidad que sopesaba Fugaku cuando
hablaba de Itachi y su otro hijo que no había tenido la fortuna de conocer.
– Te
gusté o no, Minato. Soy tú hijo aunque no te llamaré padre. No hay razones para
que lo hagas porque solo puedo verte como lo que me has sido presentado y he
empezado a verte. Espero que tu historia cambie lo que ahora mismo pienso de ti
o teniendo esos prejuicios sobre ti. – Habló Naruto que estaba con sus brazos
cruzados sobre su pecho.
–
Naruto, no seas tan duro y deja que pueda recobrarse. – Aconsejó Kushina
ofreciéndole a Minato un vaso con agua que se había ocupado de ir a buscar. –
Podemos esperar para escuchar lo que tengas que contar y me terminéis
explicando ¿cómo es que los dos os habéis conocido?.
– No
os preocupéis, os diré todo lo que queráis saber, no tengo razones para ocultar
una historia en la que terminé involucrándome a causa del destino y el proceder
de mis decisiones. – Aseguró Minato antes de beber un trago de agua del vaso
que Kushina le había ofrecido.
Aclaración de los términos:
* Continentes
Ambriano, Ariatico Aférsito: Aclaro que son nombres de mi invención y que su
similitud con la realidad es que vendrían a ser como los continentes asiático,
americano y africano. Recordemos que el fic está ambientado en Europa y la
sociedad de la época de finales
del s. XVIII y principios del s. XIX.
*Ver
con ojos claros: Es una metáfora ya que Naruto no se refiere al color de ojos
de su madre sino a cómo lo ve Kushina.
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