domingo, 28 de mayo de 2017

Repercusiones

Autora: Yukikosan (yo)                          Título: Repercusiones

Resumen:
Todo aquello que ocurre en el pasado tendrá repercusiones en el futuro, agradables o desalentadoras, es una realidad que nos envuelve a todos y por ello, los seres humanos somos simplemente juguetes del destino que rige nuestras vidas. Un destino repleto de dificultades y maravillas del que ni siquiera Naruto o Sasuke pueden eludir, teniendo que afrontar el mayor de todos los obstáculos, el amor.


Disclaimer o declaimer: Los personajes pertenecen a Kishimoto-sama y este relato es de una fan para fan, sin ánimos de lucro.
Categoría: Anime/Manga                           Fandom: Naruto    
Clasificación: Yaoi
Edad recomendada: Mayores de18 años
Pareja: Naruto x Sasuke (NaruSasu), Minato x Itachi (MinaIta) y Gaara x Sai (SaiGaa)
Género/s: Romántico, angustia y drama.
Advertencia: Lemon (Sexo explicito), Muerte de personaje, AU (Universo Alternativo), Mpreg (Embarazo Masculino) y Violación.
Indicación/es: Posiblemente los personajes no poseen su personalidad original (OoC y OCC)
Desafío/reto: maryaoi4ever fue quien me pidió que crease esta historia, escrita a partir de sus ideas y emparejamientos para desarrollar esta historia.
Fecha de publicación inicial: 19/12/2011
Fecha de finalización inicial: 16/02/2013
Web en las que está o estuvo: Amor Yaoi y La burbuja de nieve (mi blog)
Nota: He corregido y actualizado el fanfic antes de exponerlo aquí, espero os guste
Nota2:Este fanfic fue un reto expuesto por maryaoi4ever, quien se puso en contacto conmigo para que escribiera esta historia basado en sus preferencias de pareja e ideas pero donde he tenido una gran libertad para organizar y narrar el relato a mi antojo, añadiendo mucho de mi propia cosecha.


Lista de capítulos: [1][2][3][4][5][6][7][8][9][10][11][12][13][14][15][16][17][18][19][20] [21] [22][23][24][25][26][27][28][29][30][31][32][33][34][35][36][37][38][39][40][41][42][43][44][45]

Repercusiones -45-


- Memorias acabadas.-

Era un pasadizo oscuro y estrecho que solo posibilitaba el caminar a una sola persona y en el caso de encontrar a alguien que venía en dirección contraria a la que Minato, Naruto y Gaara iban, no había lugar alguno para permitir el paso más que el retroceder de alguna de las personas que se encontraban frente a frente en el interior de ese pasadizo.

Minato iba palpando las paredes en medio de la oscuridad a cada paso que daba, se aseguraba de que el suelo no tenía algún escalón o rampa que ascendiera o descendiera y parecía ir recto, dándole la impresión de que caminaba en una superficie llana a donde quiera que llevara aquel pasadizo.

Naruto sabía que caminaba detrás de Minato y que Gaara lo seguía gracias al sonido que hacían las botas de sus compañeros a cada paso que daban ya que la intensa oscuridad no le dejaba ver el cuerpo de sus camaradas, siendo el pasadizo demasiado incómodo, tanto por el silencio como por no poder ser capaz de que sus ojos visualicen a la persona que había caminando frente a él. Solo podía guiarse por el resto de sus sentidos, los cuales se agudizaron ante la carencia de visión.

– ¡Oh… Dios misericordioso!, ¿qué es este olor?. Es nauseabundo. – Habló Gaara llevándose rápidamente la mano a uno de sus bolsillos para sacar un pañuelo de tela con el que se cubrió la nariz y la boca para intentar disminuir el fuerte olor.

– Debemos de haber descendido, llevamos horas caminando y no me extrañaría que estuviésemos cruzando por debajo del foso*. – Supuso Minato con su mano sobre su nariz y boca para apaliar el mal olor que a cada paso parecía aumentar.

– ¿Cómo puede ser qué este inmundo olor llegue hasta aquí a…? – Estaba preguntando Gaara cuando se interrumpió a sí mismo al percatarse de que las paredes cubiertas de ladrillos de piedra que tocaba con las palmas de sus manos como única guía para continuar avanzando por el pasadizo privado de luz se volvían húmedas, pegajosas y aceitosas. – ¡Maldición!. – Bufó con enfado al sentir como su mano se había embadurnado con la sustancia que cubría las paredes en ese lugar del pasadizo.

– La tierra se ha tragado los desperdicios del foso que han sido más líquida y estas paredes deben de tener grietas que han permitido que acceda hasta aquí esas hediondas aguas. – Habló Naruto también utilizando una de sus manos como máscara ante el mal olor y con la mano que utilizaba de guía completamente cubierta de la sustancia pegajosa. – Será mejor que nos apresuremos, no quiero volver junto a Sasuke oliendo a excrementos. – Advirtió.

– Posiblemente, ya nuestras ropas huelen tan inmundamente como este lugar. – Opinó Gaara sin dejar de avanzar. – Estoy seguro que el olor a excremento es mucho más soportable que esta hediondez.

– ¡Callaos!. No gastéis fuerzas en insulsas palabras que nos debe de quedar mucha distancia hasta encontrar la salida de este pasadizo porque aún no consigo ver el final. – Dijo Minato cansado de escuchar las quejas que solo le provocaban ganas de retomar el camino ya andado para volver al lugar en el que encontraron ese pasadizo.

– No eres quien para darnos órdenes porque no tengo conocimiento de que te hayan nombrado el líder a cargo. – Gruñó Gaara ante las palabras de Minato y mostrando su desagrado hacía él. – Si alguien de nosotros debía de ser el líder, debería de ser yo, fue mi esposo quien tramó todo este plan para poder entrar al castillo real y poder encontrar al rey.

– No necesitamos un líder para hacer esta aventura, solo necesitamos suerte, Gaara, y no creo que Minato haya hablado con intensiones de ser paladín*. – Intentó calmar Naruto a su amigo que parecía muy exaltado.

– No lo parece, considero que se ha tomado un puesto que no le ha sido otorgado y en esta reyerta, creo que es el hombre que menos motivos tiene para desear confrontar al rey Orochimaru. Solo está intentando engañarnos con la actitud gallarda que ha tomado y continuar rompiendo los corazones de las damas y damiseles que caen rendido a su influjo malicioso. – A cada palabra que Gaara pronunciaba iba levantando su voz para mostrar la irritación que le provocaba Minato.

Las palabras del hombre pelirrojo hicieron que Minato se detuviera y causando que Naruto chocara contra su espalda dando un leve quejido antes de que Gaara colisionara con la espalda de su amigo, empujándolos un poco, a Naruto y Minato, por ser un acto inesperado.

– Que no tenga un pasado que me honra, lo sé muy bien pero no sois quien para juzgarme tan deliberadamente puesto que no me conocéis más de unos días en los que no hemos cruzado muchas palabras. Así, que os pido un poco de confianza en mi persona porque soy un hombre que se arrepiente de cada uno de sus pecados. – Aclaró Minato mientras rechinaba sus dientes al hablar.

– Jamás podré creer a alguien como usted, no tiene moralidad y se atreve a pedir respeto. Un hombre corrompido siempre será lo que es porque carecen de consciencia para darse cuenta de los despreciables actos que hace. – Espetó Gaara. – Un hombre decente se casa antes con la mujer o doncel que Dios ha creado para él para que luego, los hijos nazcan en el mundo con pureza y puedan recibir con dignidad la bendición divina, que a usted no le ha importado en su vida. Es muy probable que tenga otros hijos bastardos olvidados en las faldas de mujeres desvergonzadas con las que ha retozado en otros lugares.

– ¡Gaara, calla!. – Ordenó Naruto porque sabía que no era el momento adecuado para comenzar una juiciosa pelea en la que su amigo no debía de entrometerse como lo estaba haciendo.

– ¿Qué te pasa, Naruto?, ¿es que ahora defiendes a este patán?. – Inquirió Gaara. – Este hombre no tuvo interés en saber de Kushina, de vuestra madre, después de haberla mancillado, solo se comportó como un cobarde para convertirse en las lágrimas de tantas mujeres y donceles conociera en sus viajes.

– ¡Ya basta, Gaara!. – Volvió a gritar Naruto en medio de la oscuridad y provocando que su voz volviese a ellos en forma de eco. – Madre sabe lo que hace y yo jamás he tenido ni tendré padre. Minato es el padre de Minako, la hija del hermano de mi esposo y si cuando todo esto termine, Minato no toma la decisión de responsabilizarse de esa niña y su madre, al que no ha dejado de decirme que ama más que a su vida, yo mismo me ocuparé de que retome el camino correcto y contraiga nupcias con Itachi. No puedo permitir que haya más preocupaciones y sufrimiento en el corazón de mi esposo. – Aclaró con rotundidad. – Esto solo es un problema que me confiere solucionarlo sin ayuda alguna.

– ¿Te has oído, amigo?, estás poniendo sobre tus hombros más peso del que podrás ser capaz de llevar en tu camino, este hombre no cambiará porque carece de integridad. – Respondió Gaara. – Aún y cuando consigas obligar a este hombre a pasar con Itachi por la vicaría, no dudará en abandonar a Itachi, Minako y el bebé que está creciendo en el vientre del doncel.

– Eso no ocurrirá. – Intervino Minato con voz sumisa ante la discusión que se había iniciado con respecto a su persona. – Itachi no es como el resto de mujeres o damiseles que he conocido. Yo realmente lo amo, sé que después de conocer mi historia es  difícil el creerme pero yo no estoy dispuesto a escapar de los brazos de Itachi, ni de ver crecer a Minako o conocer el rostro de mi futuro hijo que aún crece en las entrañas de Itachi. – Minato se giró aún cuando sabía que no podría ver el rostro de sus acompañantes en medio de la oscuridad del pasadizo. – He cambiado y solo Dios es conocedor de ello. No huiré más y me comportaré como el hombre que soy.

– Da igual cuanto digas, no puedo creer tus palabras. – Juzgó Gaara a pesar de que sabía que Naruto no deseaba que interviniese.

– Espero que sea cierto, lo menos que deseo es tener que ataros para que no huyáis a mitad de la noche y obligaros a entrar en la iglesia para desposar a mi cuñado. – Advirtió Naruto en un tono de voz que le aseguraba a Minato que no estaba bromeando y estaba dispuesto a cumplir con sus palabras.

– Podéis estar seguro de mis palabras aunque no tengo formas de mostraros lo reales que son. – Contestó Minato concluyendo la conversación.

Después de aclarara la pequeña discusión que habían iniciado en medio de la oscuridad del pasadizo, los tres hombres reanudaron la marcha y se percataron cuando habían terminado de cruzar el foso del castillo cuando el nauseabundo olor comenzaba a disminuir a cada paso que daban, al mismo tiempo que el suelo del pasadizo comenzaba a ascender hasta que, finalmente, llegaron a la salida en medio del bosque.

– Hemos terminado en el bosque que rodea el castillo. – Dijo Gaara al reconocer el lugar en el que el pasadizo había desembocado.

– Ya presentía que debíamos salir en el bosque cuando el suelo se inclinó grotescamente mientras caminábamos  los últimos metros del pasadizo. – Añadió Minato.

– Los caballos deben de estar por aquella dirección. – Recordó Naruto señalando a su derecha con la mano mientras intentaba agudizar su mirada en un intento de ver a los animales.

– ¡Fijaos! Estas han de ser las huellas de Orochimaru y parece que no va solo. – Indicó Minato al encontrar sobre la tierra blanda y húmeda del bosque el rastro de pisadas que había tenido que dejar dos individuos.

– Van dirección al este. Quizás tengan intenciones de dirigirse a al pueblo de Alas. – Supuso Gaara. – Deberíamos ir en busca de nuestras monturas para poder seguirlo, ya nos tiene una gran ventaja a pie y dudó el poder darle alcance.

– Entonces, le estaríamos dando más ventaja a que consiga escapar, Gaara. Los caballos se encuentran varios metros de distancias. – Acotó Naruto a su amigo. – No tenemos otra opción que intentar alcanzarlo sin ayuda de nuestras monturas.

– Creo lo mismo que Naruto. Su intención no solo es llegar al pueblo más próximo sino hacerse con monturas que le ayuden a salir del reino y no podemos permitir que ocurra. – Alegó Minato para comenzar a correr siguiendo el rastro de pisadas seguido de Naruto.

Gaara chasqueó la lengua inconforme con la decisión de sus compañeros para luego, también, comenzar a correr en un intento de lograr detener la huida del monarca que no deseaba confrontar al pueblo que había subyugado con sus decisiones.

Cuando los tres hombres salieron del bosque, se encontraron con la inesperada sorpresa de un grupo de muchachos jóvenes, los cuales debían de haberse quedado en la ciudad o en el improvisado campamento para cuidar de las mujeres, donceles, ancianos y niños pero las ansias de hacer justicia y participar en la reyerta de todo aquellos jóvenes, los había impulsado a dirigirse al castillo real aunque no habían llegado a este aún, al estar rodeando a alguien o algo.

– ¿Qué… qué está ocurriendo?. – Preguntó Gaara al detenerse junto a sus compañeros mientras tomaba aire a grandes bocanadas y observar el grupo de mozos que no dejaba de hacer escándalo.

– No me da buena espina lo que sea que estén haciendo todos esos mozos aquí. – Opinó Naruto sin apartar sus ojos del enorme grupo de muchachos.

– Acerquémonos, las huellas nos guían hasta el grupo de muchachos. – Habló Minato comenzando a aproximarse al eufórico grupo de jóvenes junto a Naruto y Gaara.

Sin embargo, cuando llegaron al corro de ruidosos mozos se encontraron con una turbadora escena. En medio del grupo de jóvenes yacían Orochimaru y uno de sus lacayos reales con hoces, tridentes y otros tipos de herramientas que se utilizaban en el campo para la siembra y recolección de los vegetales y hortalizas clavadas en su cuerpo como estacas que impedían que cayesen al suelo.

Naruto no puedo evitar soltar un grito de furia después de asimilar lo que sus ojos veían por la desaparición de la oportunidad de conseguir esclarecer su inocencia de las muertes del rey Danzou, así como de su prometida, los marqueses de Sharingan y Fugaku. Todas sus esperanzas se habían esfumado en las manos de esos inconscientes y apasionados mozos que habían actuado impartiendo su propia justicia.

– ¡Maldición!. Al final no hemos podido hacer nada, ni siquiera intentar hacer confesar a Orochimaru de los crímenes que cometió. – Dijo en voz baja Gaara apretando sus puños con molestia.

– Tendremos que marcharnos de este reino cuanto antes, ya no podemos tener esperanzas de esclarecer nada. – Murmuró Minato tan frustrado como sus compañeros e intentando que ninguno de los muchachos los escuchara salvo Naruto y Gaara.

Los tres hombres se disponían a marcharse cuando un grito de ovación y expectación del grupo se formó, cuando Gaara, Naruto y Minato volvieron a mirar los cuerpos empalados en herramientas de labranza que se habían convertido en mortíferas armas que terminaron con la vida de Orochimaru y su lacayo, observaron como la cabeza del monarca había sido degollada y trinchada en un tridente que se utilizaba para recoger la paja.

Los jóvenes como si tuviesen un trofeo de caza en su poder agitaban la herramienta que contenía la cabeza del soberano para irse entre vítores hacia el castillo real y mostrar la dantesca ejecución con la que indicaban que habían sido los autores de darle fin al reinado de Orochimaru.

Los tres hombres observaron como el grupo de jóvenes se marchaba y dejaban los cuerpos abandonados en mitad del camino.

– Naruto, ¿qué pretendes?. Deberíamos irnos de inmediato y abandonar este reino. Ya no queda nada que podamos hacer. – Habló Gaara al ver como su amigo caminaba hacia donde estaban los cuerpos del rey decapitado y el lacayo que en un intento de lealtad, había acompañado a su señor  para que salvara su vida.

– Lo sé pero no podemos dejarlos así, ningún hombre debería de ser olvidado de esta manera cuando ha perecido. Ni siquiera alguien como Orochimaru. – Contestó Naruto.

– ¿Pretendes darle un entierro?, no tenemos mucho tiempo y tampoco hay un sacerdote que le rece a su alma. Estás exponiéndonos a que nos reconozcan y terminemos de la misma manera que ellos. – Recordó Minato al saber que al ser acusado de la muerte del anterior monarca muchas personas estaban resentidas con ellos y no dudarían en darle el mismo fin a sus vidas como le habían dado a Orochimaru.

– Lo sé pero será más rápido si me ayudáis. – Insistió Naruto cogiendo una de las herramientas de labranza y comenzar a retirarla del cuerpo del lacayo para liberarlo. – Al fin y al cabo, Orochimaru ha sido el último monarca del Reino del Fuego por muy vil que hayan sido sus actos y este lacayo, solo ha sido una víctima de su propia lealtad al rey.

– Te ayudaré. – Dijo Gaara acercándose a Naruto.

Minato bufó antes de acercarse y también ayudar a sus camaradas.

No obstante, cuando habían terminado de liberar a los dos fallecidos de las herramientas que le causaron la muerte se vieron en la difícil tarea de cavar con la ayuda de sus manos los dos agujeros que no fueron lo suficientemente profundos pero si lo justamente grandes para que los cuerpos cupiesen en su interior.

Cuando terminaron de sepultar los dos cuerpos, Naruto y Minato acercaron una roca que colocaron frente a las improvisadas tumbas y Gaara con ayuda de su martillo y un puñal, escribió el nombre del rey junto a la mención de que no tenía cabeza antes de advertir de que se encontraba acompañado de uno de sus fieles lacayo, aunque este se vio privado de su nombre ya que no sabía de quien se trataba. Finalmente, Gaara terminó el cincelado en la superficie de la roca con una pequeña cruz.

– Será mejor que nos marchemos. – Indicó Minato al ver como Gaara terminaba de grabar la roca y guardaba su martillo y puñal en el cinturón de sus pantalones.

Naruto asintió con la cabeza antes de marcharse del lugar junto a sus camaradas, dejando atrás las recientes tumbas e internándose en el bosque para ir en busca de sus monturas.

A medio camino de llegar donde se encontraban sus caballos, los tres hombres encontraron un arroyo que aprovecharon para lavar sus manos y rostro, así como para beber de la cristalina agua y continuar hasta que al anochecer llegaron donde se encontraban los equinos esperándolos.

Sin siquiera decirse nada, cada uno montó sobre su jamelgo y dieron un último vistazo al castillo que el fuego estaba devorando antes de incitar a sus monturas a comenzar un galope hasta las olvidadas tierras que fueron propiedad de los Marqueses de Sharingan en el que lo esperaba los donceles con sus hijos y Kushina.

El fuego que se encontraba en medio del grupo de carromatos les indicó a los tres jinetes que Itachi, Sasuke, Sai y Kushina debían de estar despiertos y no se equivocaron cuando detuvieron sus caballos para desmontarse y sintieron como fueron abrazados por sus respectivas parejas mientras Kushina agradecía a Dios el que hubieran vuelto con vida, al mismo tiempo que le daba la bienvenida a su hijo.

– ¡Naruto! – Gritó Sasuke abrazando mientras lloraba de alegría porque su marido volviese a su lado sano y salvo.

– ¡Hijo! –Aulló Kushina para unirse en el abrazo de bienvenida a su único hijo. – Hemos rezado tanto y no sabes cómo me alegra conocer que nuestros ruegos se cumpliesen, Dios ha escuchado nuestras suplicas a que regreséis a nuestro lado. – Farfulló en medio de su sollozo.

– ¡Gaara, Gaara...!. – No dejaba de repetir en medio de su llanto Sai, aún y cuando su marido lo había refugiado con sus brazos protectoramente.

– ¡Kurama…! – Había susurrado Itachi a pesar de que el nombre solo se trataba de un alias pero que, en ese momento, había acudido a su cabeza impidiéndole pronunciar el verdadero nombre del hombre al que amaba mientras se acariciaba su vientre, aún pequeño y sin la redondez que indicara su embarazo, a pesar de saber que estaba en plena gestación.

Minato se acercó a Itachi para abrazarlo porque ,a pesar de que su rostro mostrará felicidad y alivio de que regresase con vida, no parecía estar seguro de acercarse a él para estrecharlo entre sus brazos.

Cuando Itachi sintió los brazos de su pareja no pudo evitar el romper en llanto, que parecía no querer salir del interior del doncel, al igual que los otros donceles y no poner ningún impedimento cuando sintió como Minato ahogó sus lloros en un pequeño y tierno beso en el que le aseguraba de que a partir de ahora todo comenzaría a ir bien.

– Me alegro tanto de que hayáis vuelto. – Confesó Kushina limpiando sus lágrimas mientras se separaba de su hijo, el cual continuaba abrazando a Sasuke.

– Madre, Sasuke, vayamos hasta la hoguera he de contaros lo sucedido antes de partir. – Comunicó Naruto en voz baja sin soltar a su esposo y caminando hacia la fogata donde tomaron asiento para contarle lo sucedido ya que sabía que estaban deseosos de saber lo que había pasado con Orochimaru.

Gaara que se percató de cómo su amigo se dirigía al fuego a descansar un poco siendo acompañado de Sasuke y Kushina, decidió hacer lo mismo, él también necesitaba descansar un instante antes de partir hacia el mismo reino en el que se había instalado su hermana.

Minato e Itachi fueron los únicos que permanecieron apartados de la hoguera, abrazándose, sin importarle el que los demás se hubieran dirigido al fuego.

– Itachi… sé que debía de haberte pedido esto hace mucho tiempo pero… ¿quieres casarte conmigo?. – Farfulló Minato en un acto impulsivo y sintiendo que si no le proponía matrimonio en ese instante al doncel, no encontraría el valor necesario para hacerlo en otra ocasión.

Itachi no fue capaz de pronunciar nada, la pregunta que tantas veces había deseado y soñado con oír formular de la boca de su amado se hacía real, sorprendiéndolo y dejándolo sin habla a pesar de querer gritar su respuesta.

– Sé que no he sido un buen hombre, que carezco de dignidad cuando impuse mis instintos y ambiciones sin importarme el deshonrarte pero… yo ya no soy ese hombre, Itachi. He cambiado, tú me has hecho cambiar y me has hecho que me dé cuenta de que te amo. Por favor Itachi, sé que aún estás molesto por todo lo que te oculte, por todas las mentiras que fui capaz de engendrar pero ahora, no soy capaz de vivir la vida sin que tú estés a mi lado. – Expuso con nerviosismo todos sus sentimientos Minato ante el silencio del doncel pero al darse cuenta que continuaba en silencio, Minato deshizo el abrazo y se arrodillo para tomarle las manos como haría cualquier caballero enamorado al delirio de su corazón. – Itachi, por favor, Itachi… ¿quieres ser mi esposo?. – Repitió con temor en su voz para al terminar su petición, llenar de suaves besos las manos de Itachi.

Nuevas lágrimas resbalaron por el rostro de Itachi mientras pronunciaba un trémulo “Sí” pero antes de que Minato pudiera celebrar el que había sido aceptado, se percató como el doncel se desvanecía a causa de la emoción que había sentido.

Minato no permitió que su amado llegase a tocar el suelo y lo cargó en sus brazos para dirigirse hasta la hoguera donde Naruto con ayuda de Gaara le estaban contando a sus esposos y Kushina lo que había ocurrido con el castillo y el rey.

– ¿¡Qué ha pasado!?. – Inquirió Sasuke e interrumpiendo a su cónyuge al percatarse de cómo Minato traía a su hermano, lo cual le agitó.

– Se ha desmayado pero pronto se pondrá bien. – Contestó Minato mientras se sentaba con Itachi en su regazo y aceptando una taza de hierro que contenía agua en su interior que le había brindado Kushina.

Minato comenzó a mojar levemente el rostro de Itachi hasta que este recuperó la consciencia, percatándose de que todos estaban observándolo y esto lo avergonzó.

– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó Sasuke con rapidez al ver como su hermano había abierto los ojos.

– S-Sí… – Contestó Itachi mientras intentaba ponerse en pie pero sintió un mareo que gracias a que Minato lo afianzó a él por la cintura, no cayó al suelo.

– ¡Vamos!, te llevaré al carromato, será mejor que duermas porque no es bueno para tu estado que te sobre esfuerces. – Indicó Minato, llevando a Itachi a la carreta donde lo ayudó a subir. – Esta noche nos vamos del Reino del Fuego, así que no te preocupes que en cuanto lleguemos a un pueblo o aldea iremos a la iglesia para que nos case el sacerdote que la custodie. – Murmuró dándole un leve beso al doncel que se recostó en el interior del carromato abrazando a Minako que dormía profundamente.

Después de que Minato dejase a su amado en el interior de la carreta los tres hombres comenzaron a ajustar los corceles a los carromatos y cuando todo estuvo listo, apagaron la hoguera y emprendieron camino.

Tal y como Minato le había prometido a Itachi y jurado frente a Naruto y Gaara, contrajo nupcias con el doncel en la primera aldea a la que llegaron.

Las cuatro carretas se dirigieron hasta el reino vecino donde Minato, Naruto y Kushina se separarían de Gaara ya que él junto a su familia se quedarían en el Reino del Viento donde, actualmente, vivía Temari con su esposo e hijo.

– Gaara, yo… – Intentó decir Naruto pero fue interrumpido antes de poder terminar lo que iba a decir.

– No pongas esa cara, amigo, que no me debes nada. Estoy encantado de haber podido vivir tantas aventuras a tu lado o sino no tuviera nada que contarles a mis nietos cuando sea un anciano. – Rió Gaara. – Yo sé que no será fácil el encontrar un trabajo y una casa pero nos irá mejor que en el Reino del Fuego. – Dijo con seguridad sin dejar de sonreír. – Naruto, si regresas algún día a estas tierras, no dudes en venir a visitarme ya sabes que eres como un hermano para mí y estaré encantado de recibirte. – Confesó un poco avergonzado a su amigo.

– Lo sé, hermano. – Espetó Naruto con una sonrisa. – ¡Adiós!. – Se despidió antes de blandir las riendas y hacer que los caballos tiraran del carromato donde iban él y Sasuke.

– ¡Adiós, muchacho!. Ha sido un placer el conocer a tu familia y te agradezco que hayas sido el amigo de mi hijo. – Se despidió Kushina.

– ¡Adiós, tío Gaara, tío Sai!. – Gritaron Asahi y Haruto que iban en el carromato de su abuela para cantar canciones infantiles y populares que tanto parecían divertirles. – ¡Misao, Takeru, Ryo adiós!. – Se despidieron también los niños de los hijos del matrimonio formado por Gaara y Sai.

Gaara y Sai sonrieron mientras veían a los gemelitos despedirse con sus manos y a sus hijos también despidiéndose de ellos. Luego, se acercó Minato, el cual sentía que no tenía mucho que decirle a Gaara, pues sabía que no le agradaba.

– Espero que os vaya bien. – Dijo en forma de despedida Minato mientras sentía como su esposo le golpeaba levemente con el codo para que se despidiera con más afectividad. – Y gracias por hacerte cargo de Itachi y mi hija cuando estaban en la ciudad de La Hoja. Sé que no te simpatizo pero, realmente, te deseo suerte.

– No tienes que agradecerme nada, yo lo hice porque aprecio a Naruto y supongo que debería de disculparme. – Contestó Gaara rascándose la cabeza con su mano izquierda mientras que con su mano derecha sujetaba las riendas del caballo. – Fui muy grosero contigo pero en estos días no solo has cumplido con tu palabras y has sido de ayuda. Supongo, que los hombres pueden cambiar, estaba equivocado cuando te juzgue tan duramente. – Se disculpó Gaara sintiendo como le costaba pronunciar la disculpa. – Deseo que tengáis fortuna en vuestro viaje.

– Lo mismo digo. – Respondió Minato con una sonrisa. – ¡Buena suerte!.

– ¡Adiós!. – Dijeron Itachi y Minako a Gaara y su familia mientras seguían el mismo camino de los otros dos carromatos.

Después de que Gaara con su familia se separará de la caravana que formaba los carromatos que conducían Minato, Naruto y Kushina, estos continuaron su camino hasta el puerto de ese reino, donde salían los barcos con rumbo al desconocido continente Ambriano, donde esperaban tener la oportunidad de poder vivir sin preocupaciones o miedos.

Cuando llegaron al puerto de la ciudad Celeste, Naruto se había quedado junto a los donceles, los niños y Kushina mientras que Minato se ocuparía de comprar los billetes para poder subir a uno de los barcos que lo llevarían a su destino.

Sasuke se removió un poco en su asiento, algo incómodo debido al malestar de su cuerpo que llevaba días aquejándolo y que parecía no funcionar los remedios que había tomado.

– ¿Estás bien?. – Le preguntó Naruto cogiendo la mano de su consorte.

– Naruto… sabes que hace días que me siento así y…. – Pero Sasuke no pudo terminar de hablar.

– Lo siento, he sido demasiado brusco últimamente, a pesar de que he intentado ser cuidadoso. – Murmuró Naruto en voz baja aunque sabía que nadie lo podría escuchar porque sus hijos se la pasaban en el carromato junto a su madre canturreando y jugando e Itachi y Minako estaban en el otro carromato donde la pequeña no dejaba de hacer todo tipo de preguntas a su madre sobre el bebé que gestaba en su vientre ya crecido.

– No, no es eso. – Contestó Sasuke sintiendo como no podía evitar el removerse con inconformidad. – Naruto, lo  que estoy tratando de decirte es que creo que estoy esperando. – Susurró mientras se llevaba una mano al vientre mientras su marido tragaba saliva y parecía querer atravesar con la mirada sus ropas y carnes para poder corroborar sus palabras.

– ¿Estás seguro, Sasuke?. – Preguntó Naruto mientras llevaba una de sus manos a la espalda e su esposo para comenzar a acariciarlo como si con ese simple acto, consiguiera confortar a Sasuke. – ¿Cuándo quedaste embarazado de Asahi y Haruto te sentías así?. – Preguntó curioso ya que no había podido estar presente en medio del embarazo de Sasuke cuando gestaba a los pequeños gemelos.

– No, cuando  los gemelos fue diferente porque no sentía este malestar pero hay algo en mi interior que me dice que estoy esperando. – Sasuke suspiró antes de continuar contándole. – Ayer, Kushina me preguntó que me pasaba y le dije que llevaba días sintiéndome así. Ya sabes, y me dijo que podría ser que estuviera embarazado. – Sasuke emitió un leve quejido al sentir que seguía sin estar cómodo sobre el asiento del carromato. – Además, sería normal y he tomado demasiado infusiones para que desaparecieran los gases, si es que se tratase de ello, pero no funcionan. Solo puedo pensar que estoy esperando un hijo tuyo, Naruto.

Naruto sonrió y llevó una de sus manos al lugar en el que se encontraba la barriga de Sasuke para palparla con cuidado.

– Si realmente vas a traer otro hijo mío, estoy feliz de saberlo y si no es así, podemos continuar intentando el que quedes en cinta. Estoy seguro de que Asahi y Haruto estarán felices de tener otro hermanito o hermanita. – Susurró Naruto en la oreja de Sasuke, haciendo que su aliento le provocara placenteros escalofríos al doncel y su rostro se coloreara de carmín, consciente de que se encontraban en medio de la calle del puerto donde carretas y todo tipo de personas no dejaba de caminar de un lado a otro frente a ellos.

– Naruto, no hagas este tipo de cosas fuera de la intimidad. Es vergonzoso. – Murmuró con nerviosismo Sasuke que había tenido que juntar sus piernas y ocultar con sus manos lo que su marido le había provocado en su cuerpo en un intento de calmarse y volver a la normalidad.

Naruto sonrió y se separó de su marido al ver como Minato se acercaba apresuradamente.

– ¡Aquí los tengo!. No ha sido fácil pero he conseguido los pasajes. – Dijo Minato sacando un sobre para coger los billetes correspondientes a él y su familia mientras le entregaba los otros a Naruto. – El barco zarpará dentro de media hora y se llama “Volador”. Creo que el capitán se llama Jiraiya y por lo que he escuchado antes, pertenecía a la milicia náutica de este país. – Informó.

Después de que el conductor de cada carromato tuviese su pasaje y Haruto y Asahi volvieran a estar en el carromato junto a sus padres, se dirigieron hacia donde estaba el barco que los llevaría hacia otro continente.

El “Volador” era uno de los barcos más grandes que se encontraban atracados en el puerto de ciudad Celeste y no tardaron en subir para que tal y como había dicho Minato, el barco zarpara con rumbo al continente Ambriano.

Naruto que tenía en brazos a Haruto, Sasuke a un lado de su cónyuge, Kushina que tenía a Asahi entre sus brazos, Minato que había cogido en brazos a Minako e Itachi a su lado, habían subido a cubierta para ver como poco a poco el barco se alejaba de la costa del continente en el que habían nacido, crecido, vivido gran cantidad de aventuras y dejado amistades como enemigos en ese lugar.

Itachi se llevó una mano a su abultada barriga, al sentir como el hijo que esperaba se revolvía en su interior mientras que sus ojos no podían apartarse de la tierra que dejaban atrás.

– Madre, mi hermanita también se está despidiendo. – Dijo una sonriente Minako al ver como el vientre de siete meses de Itachi se agitaba levemente.

Al escuchar la voz de Minako, Itachi sonrió.

– Minako, sabes que no sabemos si será un niño o una niña o quizás un doncel. – Regañó Minato haciendo que la niña arrugara su entrecejo. – Solo sabremos que es cuando nazca el bebé.

– No, yo quiero una hermanita. – Aseguró confiada Minako haciendo reír a todos menos a su padre que esperaba que en esta ocasión si fuera un varoncito lo que Itachi estaba gestando en su gran vientre.

– Sabéis, siento que seremos muy felices en ese nuevo continente al que vamos. – Dijo Kushina con una sonrisa, asiendo que todos los demás sonrieran y desearan llegar lo antes posible a su destino con la esperanza en sus corazones, de lo que Kushina había dicho, se cumpliese.



«Puede que haya pasado demasiado tiempo, que ya no quede nadie que recuerde exactamente lo que ocurrió con todos estos hombre, donceles y mujeres, desde que le sucedieron todo ese tipo de acontecimientos y dificultades que marcaron la vida de mis queridísimos difuntos abuelos pero, cada vez que escuchaba por todas las adversidades que tuvieron que afrontar para poder alcanzar la felicidad que consiguieron lograr al abandonar su antiguo continente, me percataba de lo fuertes que eran. A pesar de ello, su amor continuó creciendo cada año que pasaban como si de una semilla que poco a poco se convierte en un gigantesco árbol se tratase. Solo puedo pensar en cuan dura es la vida para las personas y que cada decisión tomada tendrá repercusiones futuras porque esta es la historia de mi familia y que yo, Kushina, la menor de los cinco hijos de Ami que fue la tercera hija de Naruto y Sasuke Uzumaki y bisnieta de Kushina Uzumaki de la cual, mis padres decidieron ponerme el mismo nombre en honor a ella, me despido con esta novela con la que pretendo esclarecer que mi familia solo han sido víctimas de las malas artes de personas ingratas que intentaron opacar sus vidas.» – Kushina dejó de escribir la autobiografía de sus abuelos que pensaba llevar a la imprenta de inmediato para que fuera publicada y en un intento de que el nombre de su familia fuera limpiado como merecía, al aclarar lo sucedido antes, durante y después de que ocurriera la conocida “Revolución del Fuego” que culpaba a sus familiares de crímenes que no habían cometido ya que su fallecido abuelo no lo había conseguido, ella lo intentaría con esa historia que relataba la verdad que habían tenido que padecer y que deseaba que las personas conocieran que los protagonista de la historia habían sido víctimas inocentes de un destino despiadado.

– Kushina, ¿ya terminaste el escrito?. – Preguntó un hombre pelirrojo de ojos negros a la mujer de larguísimo cabello negro que tenía recogido en una trenza y rasgados ojos azules.

– Sí, lo estaba empaquetando para llevarlo ahora mismo a la imprenta, Harusuke.

– ¿Te importa si te acompaño?. Sabes que tengo interés en saber si se publicará de inmediato tu novela, también mis abuelos, Gaara y Sai, aparecen en tu historia. – Le recordó con una leve sonrisa. – Además, tengo intensiones de invitarte a un té y pastas después. – Confesó formando una pequeña sonrisa que había heredado de su difunto abuelo Gaara.

– No cambiaras nunca, ¿cierto?. – Acotó antes de salir de su casa junto a Harusuke para dirigirse a la imprenta que esperaba no rechazase su escrito.

Fin.

Aclaración de  los términos:

* Mal olor de los fosos de los castillos: Recordemos que los fosos son zanjas enormes que rodeaban los castillos. En algunas ocasiones había un puente o montículo de la misma tierra por donde se encontraba la puerta de acceso al castillo y sobre todo los fosos se crearon como una táctica militar en los castillos para que al enemigo le resultara difícil acceder al interior del edificio o hacer fracasar un ataque enemigo.

El mal olor en los foso se debe a que en ellas se tiraban todo tipo de desechos al interior de los fosos, así que por muy bonito que pueda parecer un foso rodeando un castillo en realidad se trata de un agujero lleno de desperdicios y que obviamente cuando llovía solía llenarse de agua pero en los cuales no sería posible que viviera animales.

*Paladín: Líder, dirigente, etc.

Repercusiones -44-


- Brío.-

Aun las estrellas reinaban en la bóveda celeste cuando las campanillas de la puerta de la casa de Naruto repiquetearon con intensidad pero el sonido que indicaba que estaban llamando a la puerta se escuchó lejano dentro de la alcoba donde dormían los propietarios de la morada.

Sasuke abrió perezosamente los parpados al ser despertado por el tintineante ruido hasta que se percató de que el sonido que captaba procedía de la puerta de la casa y, entonces, se levantó abruptamente consiguiendo que los huesos de su espalda crujieran dolorosamente, haciéndole gimotear de incomodidad.

– ¿Qué ocurre?. – Preguntó un somnoliento Naruto al ser despertado por su esposo al intentar levantarse ya que había deshecho el abrazo y percatándose del sonido de las campanillas de la entrada de su puerta que estaban sonando a esas horas tan tempranas e inusuales para recibir visitas.

– Es el cobrador de impuestos, debo apresurarme en ir a pagarle porque si no, la próxima vez que venga habrá que pagar el canon de retraso y no contamos con tanto dinero. – Aclaró Sasuke. – Ya los impuestos son demasiado caros como para tener que hacernos cargos de pagar la tasa de retraso*.

– Sasuke, dile a ese cobrador que no vuelva a esta casa porque la próxima vez que vuelva, no habrá nadie viviendo aquí. – Acotó Naruto con aplomo.

Sasuke se detuvo un instante para mirar a su marido y percatarse de que hablaba muy seriamente antes de suspirar, porque él no deseaba abandonar esa casa donde sus hijos habían nacido. Siendo que le doncel sentía que era el único lugar que había podido llamar hogar después de la pérdida del palacio del marquesado de Sharingan donde las llamas le había arrebatado todo lo que conocía y quería.

– Le diré. – Simplemente respondió Sasuke mientras intentaba aceptar el marcharse de esa casa y ahogar el dolor que le provocaría el dejar el edificio donde comenzó su matrimonio junto a muchos importantes y felices vivencias que habían ocurrido en el interior de ese edificio.

Una vez el doncel se había vestido, cogió la bolsita que contenía el dinero para pagar los impuestos antes de encaminarse hasta el pórtico principal de la morada, al abrir la puerta se encontró con la imponente presenciad del cobrador. Un hombre alto y de mirada severa que estaba acompañado por cinco guardas que resguardaban el dinero cobrado a los súbditos del rey y un joven lacayo que tenía entre sus manos un cofre cerrado con un candado, en el cual se guardaban las monedas recaudadas por los impuestos.

– ¡Buen día!. – Saludó Sasuke con cortesía y educación.

– ¡Buen día!. – Respondía el hombre al saludo con desinterés. –  Estaba a punto de marcharme y ya sabéis lo que significaría si tuviese que pasar por vuestra morada una segunda vez para que paguéis las remuneraciones establecidas por el rey Orochimaru. – Conmemoró con jocosidad mientras pensaba en que el desvalido doncel no tendría forma de hacer frente a la subida de los impuestos que supondría el pagar el retraso de pago. – No me gustaría tener que arrestaros por incumplimiento de la ley de tributos establecida por el rey Orochimaru. – Se mofó haciendo que el doncel frunciera el ceño con desagrado a sus burlescas palabras.

– No se preocupe, aquí tiene el dinero de los impuestos de este mes que será el último impuesto que pagué. – Aseguró Sasuke mientras vaciaba el dinero que contenía la pequeña bolsa sobre las manos del cobrador que parecía disfrutar el sentir como caían las monedas sobre las palmas de sus manos.

– ¿Es qué pretende marchar a otro lugar?. – Preguntó con gracia, pues dudaba de las palabras de Sasuke mientras escrutaba sus viejas y decentes ropas con la mirada. – Muchas personas dicen eso para que no pase por sus casas a exigirle lo mandado por el rey Orochimaru y no esperaba de vuestra boca escuchar tales palabras pero supongo que el hambre cambia el alma voluble de personas como usted.

– No miento en lo que digo, podrá venir y tocar esta puerta cuantas veces quiera. Incluso, podrá echar abajo la puerta para entrar e intentar cobrar los impuestos dictaminados por el rey pero no habrá nadie en esta casa a la que pueda exigirle dinero para pagar los impuestos. Se lo aseguro. – Afirmó Sasuke para escuchar al hombre reír sin creer ni una sola de sus palabras.

– Sí, así ha de ser, no tenga dudas de que lo haré. ¡Que tenga un buen día, prócer*!. – Se despidió el hombre después de depositar el dinero en el interior de cofrecillo y hacer una marca en el papel con la pluma entintada.

Sasuke cerró la puerta y apoyó su frente sobre la madera, en espera que el enfado que había engendrado después soportar las risas del cobrador desapareciera de su cuerpo y alma, sin llegar a percatarse que había alguien a su espalda que había escuchado todo y solo se percató de esta persona cuando se aproximó lo suficiente para apoyar la espalda a la puerta del pórtico.

– Que no te hieran las palabras de ese hombre, tú has hablado con la verdad y ya se percatará cuando venga a esta casa y la encuentre vacía. – Aseguró Naruto después de un rato mientras miraba el firmamento por el que el amanecer comenzaba a aparecer mientras las pocas estrellas que quedaban parecían apagarse como la llama de una vela y los cantos de los gallos sonaban a coro anunciando el inicio del nuevo día.

– Lo sé. – Afirmó antes de suspirar y mirar al hombre a su lado. – No me gustaría marcharme de aquí. Esta casa es donde hemos guardado nuestra unión, donde han nacido nuestros hijos y donde he encontrado resguardo después de que mi familia muriera tan cruelmente. – Rememoró con dolor.

– No tenemos otra opción, Sasuke. Debemos marcharnos, aquí no hay nada que nos permita criar a nuestros hijos sin miedos y seguridad de verlos crecer como se deben. Sabes que es lo que debemos hacer. – Dijo Naruto mirando a su esposo.

– Lo sé pero… ¿es inaceptable el temer dejar el reino en el que has nacido y crecido?. Sé que no estoy siendo sensato al pronunciar mis palabras pero no puedo dejar de atormentarme ante el hecho de partir aunque puede que se deba a todo lo que está ocurriendo a mí alrededor pero… – Habló Sasuke rápidamente y percatándose que no estaba siendo correcto se interrumpió así mismo. – Lo siento, mis palabras no tienen sentido. – Se disculpó para comenzar a alejarse de su cónyuge para dirigirse al interior de la casa.

– Sasuke, no es ninguna malicia el temer por querer proteger a tus hijos y familiares, yo lo hago todo el tiempo. Tengo miedo a cada instante pero mi sentido de cuidaros es mayor que mis temores y por ello, haré todo lo que pueda para protegeros y sé que en este reino no podremos gozar de la felicidad que merecemos. – Naruto terminó mirando al doncel con intensidad, el cual asintió con la cabeza antes de entrar a la casa y comenzar a preparar el desayuno.

Todos los habitantes de la casa se encontraban sentados a la mesa, desayunando las sobras de la cena que había quedado en la olla en silencio como si sopesara sobre ellos el inicio de un diálogo que tardaba en comenzar por lo difícil que sería.

– Pareciera que estamos orando en la iglesia y no desayunando como merecemos. – Rompió el hielo Kushina bastante incómoda por el silencio formado en el que solo se escuchaba el ruido de los cubiertos y el sorber de la sopa.

– Madre, no digáis ese tipo de sandeces frente a los niños. – Respondió Naruto apartando su plato en el que aún quedaba algo de sopa. – Ahora que estamos todos os comunico que dentro de cuatro semanas deberemos abandonar esta casa. Hoy Sasuke pagó la mesada  correspondiente a este mes pero no contaremos con genins suficiente para afrontar el pago de la próxima vez que venga el tesorero real para pedir el dinero de los impuestos establecido por el monarca. – Informó con seriedad mientras se llevaba a la boca un trozo de pan duro.

– ¿A dónde iremos? ¿No tenemos lugar al que ir?. – Inquirió sorprendido Itachi mirando a su hermano que continuaba comiendo tranquilamente como si no escuchara lo que su marido hablaba.

– Si nos hubiéramos marchado al día siguiente de llegar a esta ciudad, lo habría comprendido pero en la situación en la que nos encontramos, ¿crees qué es lo más pertinente?. Lo digo por los niños, nosotros podemos aguantar la crudeza del clima o de las calles y todos, aquí presentes, conocemos las calles a la perfección como para no desear que más niños se críen entre basuras y alimañas. – Espetó Minato.

– Yo no quiero que Minako pase por la misma y horrible experiencia por la que Sasuke y yo nos vimos obligados a vivir. Ni siquiera deseo pensar en ello, las calles no son el lugar adecuado para los niños. – Afirmó Itachi en un intento de hacer desistir a su cuñado de abandonar la casa cuando estaban en plena unificación de las personas que se manifestaban ante los abusos del rey Orochimaru.

– Por supuesto que he pensado en los pormenores que implica el dejar esta casa y, también, con lo que estamos haciendo, el conseguir hombres para poder enfrentar a ese… hombre. – Naruto se interrumpió a sí mismo al percatarse de que los niños continuaban sentados a la mesa comiendo su desayuno mientras escuchaban atentamente lo que los adultos discutían. – No tenemos otra opción, será mejor marcharnos que ser arrestados por incumplimiento de pago a los impuestos del rey dejando a los niños solos en la calles sin nadie que los ampare, eso sería mucho más cruel. – Recordó Naruto lo contado por Gaara en caso de que una familia no pudiese pagar los impuestos. – También, he pensado en transformar las carretas por carromatos de viaje. Tenemos suficientes caballos para que tiren de los carromatos y por lo que he visto, no habéis vendido ninguna de las tres carretas y tampoco las herramientas de carpintería, así como la madera que compre la última vez que oficié de carpintero en esta ciudad. Puede que haya pasado algún tiempo que no trabajo la carpintería pero sé que puedo terminar a tiempo. Solo tenéis que confiar en mí.

– Si estás seguro, no tengo más objeciones, solo permíteme ayudarte. No soy un artesano pero ya he tenido la oportunidad de trabajar al servició de maestros carpinteros. – Acotó Minato.

– Entonces, está decidido. Le contaré a Gaara en cuanto llegue. – Finalizó la discusión Naruto.

Cuando Gaara llegó a la casa de su amigo, en esta ocasión solo ya que Sai y sus hijos se habían quedado ayudando en la posada de los padres de Gaara, Naruto le contó sobre su decisión de abandonar la casa que tanto esfuerzo le costó reconstruir antes de encaminarse en busca de las personas que les eran indicadas para convencer de que se unieran a su causa.

Los tres hombres acordaron que solo utilizarían medio día para ir de un lado para el otro de la ciudad convenciendo a las personas líderes de los grupos que causaban disturbios y predicaban las injusticias dictadas por el rey Orochimaru. El resto del día, sería para que Naruto y Minato pudiesen repara y modificar las viejas carretas en vehículos de viaje.

Cuando había llegado el quinto día, Naruto, Minato y Gaara dejaron el caminar de un lado para el otro de la ciudad ya que habían logrado hablar con la mayoría de los hombres que tenían un grupo que lo apoyaba, así que volvieron a donde se encontraba Hidan, quien lo citó al día siguiente para que conocieran a algunas personas que también aceptaron el aliarse para ir a enfrentar al monarca del Reino del Fuego.

Al cabo de una semana, Naruto y Minato consiguieron más tiempo para trabajar en las carretas ya que al haber logrado la unificación de los grupos de la ciudad, solo quedaban con todos los líderes de esos grupos junto a Hidan una vez a la semana para hablar, donde se revelaba los abusos de la guardia sobre las familias, las ancias por dirigirse al castillo y la insoportable situación en la que había sucumbido las gentes de la ciudad bajo el yugo del rey Orochimaru. Asimismo, también se conversaban en esas reuniones lo peligroso que sería abordar el castillo real en esos momentos, ya que no contaban con hombres suficientes.

Sin embargo, en tres semanas la unión de los amotinados se convirtió en un enorme grupo protestante que luchaban por sus derechos ante las injusticia del monarca, se convirtió en un secreto a voces entre las descontentas personas que habitaban en la ciudad de La Hoja que cuidaban y comenzaba a extenderse fuera de la ciudad para llegar hasta el lugar más recóndito del Reino del Fuego provocando que comenzaran a llegar a la ciudad grupos de personas que acampaban a las afueras mientras esperaban el ansiado día para manifestarse y ser escuchado por el soberano del Reino de Fuego de la precaria situación a la que los había sumido.

En esas tres semanas, Naruto y Minato habían logrado terminar los carros de viaje con ayuda de Gaara y sus habilidades de herrero, así como el conseguir más madera para poder terminar adecuadamente el último carromato. Naruto y Minato terminaban de ajustar a los caballos en el que Kyubi y Kusanagi se ocuparían de tirar del carromato más grande mientras que los otros dos corceles tirarían cada uno de uno de los dos carromatos que quedaban.

Cuando los donceles terminaron de introducir en las carretas el equipaje que habían hecho con lo que presentían era importante, Naruto abrió el pórtico para poder salir a la calle con los carromatos y una vez todos los vehículos se encontraban fuera de la casa, cerró la gran puerta para luego, volver a subir al carromato y blandir las riendas mientras emitía el característico sonido para indicarles a los equinos que debían comenzar a moverse.

La pequeña caravana de tres carromatos era liderada por Naruto, seguido por Kushina y finalmente, Minato para dirigirse a las ruinas que antaño formaron el hermoso palacio del marquesado de Sharingan y las cuales, le proporcionaría la suficiente intimidad antes de poder dejar el Reino del Fuego.

No obstante, ni Minato ni Naruto esperaron encontrarse a Gaara conduciendo un gran carromato con dos equinos en una de las entradas y salidas de la ciudad de La Hoja.

– ¿Gaara, qué haces aquí?. – Inquirió Naruto deteniendo a los caballos y saltándose el saludo.

– No es obvio, os acompañaré. Yo tampoco voy a quedarme en la ciudad gastando mis últimos genins en los impuestos de un rey desconsiderado. Además, que lo he cavilado mucho y hablado con mi esposo para decidir que cuando todo esto termine, nosotros también dejaremos el reino para ir al Reino de la Arena donde vive Temari. – Declaró Gaara. – Intenté convencer a mi hermano y mis padres de que vinieran conmigo pero ellos se niegan a abandonar los negocios y la ciudad, aún tienen esperanzas de que los abusos terminen y todo vuelva a como era años atrás. – Mencionó desalentado.

– Si esa es tu decisión, no tengo nada más que decir. – Contestó Naruto porque conocía a su amigo y sabía que daría igual cuantos impedimento o escusas utilizara, ya que una vez Gaara se decidía no había forma de hacerlo cambiar de idea.

Los cuatro carromatos llegaron a su destino provisional, pasando por las improvisadas tiendas en la que se habían instalado las familias venidas de los pueblos y aldeas cercanas a La Hoja en espera de ayudar con la intromisión al castillo.

Cuando los cuatro hombres llegarón a su destino, liberaron a los equinos de los vehículos y ataron sus riendas a un árbol donde podían comer los frescos brotes de hierba mientras que los hombres le preparaban una cerca para que se pudieran mover más libremente los caballos. Para suerte de los animales, el bosque joven que había cerca de las ruinas les permitió a los tres hombres encontrar buena madera y en forma de finos postes los fijaron al suelo y con algunos clavos, formaron la valla que resguardaría a los caballos.

Todos los días que Naruto, Gaara y Minato entraban o salían de la ciudad estaban obligados a pasar por el improvisado campamento formado por las personas que venían de un pueblo, villa, aldea o ciudad más lejana movidos por la causa de unificación de los grupos de la ciudad de La Hoja que creaban disturbios en forma de protestas.

Había pasado dos meses y ya contaban con los suficientes hombres como para ir hasta el castillo real y entrar a la fuerza, siendo por ello, el motivo de que ya se hubiera decidido el que el momento ya había llegado, lo que Naruto, Minato y Gaara rápidamente le hicieron saber a Hidan y el resto de oradores que promovían los disturbios y protestas ante los abusos del monarca.

– Niños, venid. Ya es hora de dormir. – Llamaron los donceles a sus hijos que jugueteaban cerca del fuego y dejando a los tres hombres solos, Kushina se había ido temprano a la cama.

Minato, Naruto y Gaara bebían sentados alrededor de la hoguera que habían hecho para cocinar y tener la suficiente luz que ahuyentara a los animales salvajes y a los lobos de acercarse a ellos o a sus jamelgos.

– Mañana será el día. – Murmuró lo suficientemente alto Minato para que lo lograran escuchar los otros dos hombres.

– Cuando comenzamos, ya sabíamos que este día llegaría. – Contestó Gaara antes de beber el vino que bailaba dentro de su vaso de madera.

– Sé que debería de estar seguro pero… ¿qué haremos una vez estemos frente a ese maldito?. Me encantaría lograr el hacerlo confesar sus crímenes y todo el Reino del Fuego conociera lo miserable que es. Solo me contentaría con que esa verdad apareciera como oro ante los mineros. – Comentó Minato dejando su taza de hierro en el suelo. – Ese hombre jamás debió ser rey. – Escupió como si las palabras le quemaran en la boca.

– Yo también he pensado en ello, sé que no lograremos el que anuncie todo lo que ha sido capaz para conseguir sus ambiciones pero no quiero quedarme con los brazos cruzados. El simple hecho de haber intentado mostrar quien es realmente el actual rey que rige el reino será más que confortable para mi alma. – Afirmó Naruto.

El silencio sucumbió a los hombres que miraban las llamas de la hoguera como si esperaran que esta conversara y les influyera como debían de proceder antes de que llegara el momento de estar frente a Orochimaru.

– Mañana será un día muy agotador, será mejor que descansemos bien. – Aconsejó Naruto antes de levantarse y dejando su vaso de madera olvidado en el lugar que estaba sentado.

– ¡Buena noche!. – Se limitó a decir Minato para también marcharse a descansar siendo Gaara el último que se marchara de la cercanía del fuego.

La mañana llegó fría y silenciosa como pronosticando lo que iba a ocurrir ese día que ni siquiera los pajarillos habían salido de sus nidos para cantar sus alegres melodías.

Los tres hombres se despidieron de sus parejas y también de la mujer, escuchando palabras de aliento junto a oraciones a la divinidad para que los cuidara y volvieran sanos y salvos antes de montar sobre sus caballos para encaminarse a la ciudad pero grande fue la sorpresa de Minato, Gaara y Naruto cuando en medio del campamento se encontraban todos los hombres en espera de partir hacia el castillo llevando en sus manos cualquier objetos que le podía servir de arma.

Hidan al ver a los recién llegados, decidió que ya era momento para dar su discurso previo antes de ir al castillo real y donde bendecía a todos los hombres en una oración por su valía.

Cuando terminó el rezo, que profetizaba triunfo para su causa, se acercó a los tres jinetes montado sobre su humilde asno junto a Hayate, el cual cabalgaba sobre un viejo caballo que aseguraba haber sido un esplendido jamelgo años anteriores. Hidan rápidamente puso al tanto a los tres hombre de la escaramuza que pretendían llevar a cabo mientras que Hayate solo se limitaba a añadir algún corto aporte y en el que Naruto, Gaara y Minato se percataron sería un asalto al castillo a la fuerza lo que se acontecería y no el entrar pacíficamente como habían deseado.

Sin embargo, nadie espero que un grupo de guardas se enterará de lo que pretendían hacer ese día y fuera a buscarlos e impedir lo que se proponían hacer las personas descontentas por las leyes establecidas por Orochimaru pero que fue recibido por una lluvia de objetos que variaban de piedras hasta zapatos, lanzados por las mujeres, los donceles y los niños que acompañaron a sus maridos o ancianos y padres que convivían en el improvisado campamento, logrando retener a los guardas de la ciudad de La Hoja y permitiendo que los hombres pudieran marchar hasta el castillo real.

Por el camino al castillo, los hombres reían de lo que a los guardas de la ciudad de La Hoja le había ocurrido, alabando a sus mujeres, donceles, hijos, abuelos, padres y suegros por enfrentarse a los guardas y deseando entrar al castillo y estar frente al rey.

Muchos de los hombres opinaban ilusoriamente sobre la actitud del monarca, otros eran más recelosos en sus palabras pero todas las conversaciones terminaban en esperanzas de poder cambiar la situación en la que se encontraban sumidos.

Naruto, Gaara y Minato solo se dedicaban a escuchar y observar las actuaciones de todos los hombres, cuyos lazos había unido era el descontento y la pobreza en que se habían sumergido.

El enorme grupo de hombres no tardó en llegar al castillo real donde el enorme pórtico que daba acceso al castillo estaba cerrado y los guardas reales se encontraban apuntando con sus flechas a los recién llegados, indicando que los estaban esperando.

– Marchaos de aquí, el rey Orochimaru os lo ordena como vuestro monarca. – Anunció un hombre con una vestimenta diferente a los otros guardias reales que hacía suponer que se trataba de alguien con un cargo superior.

– ¡No nos marcharemos!. – Gritó un hombre desafiantemente a los guardias de la corona.

– ¡Solo queremos que el rey Orochimaru nos escuche!. – Gritó otro hombre comenzando de esta manera un millar de gritos apoyando el querer ver al monarca.

– No os lo repetiré más veces, volved a vuestras casas y se os perdonará esta osadía al rey. – Ordenó el guarda de alto cargo pero su advertencia no fueron escuchadas por todos los hombres y con un movimiento de su mano derecha, indicó a uno de los arqueros que disparara su arco como advertencia, logrando que la flecha se clavara en la pierna de un campesino que aulló de dolor al ser herido.

Aquel acto de advertencia no consiguió lo esperado por los guardias al servicio del rey y Gaara, Naruto y Minato no pudieron hacer nada más que observar desde la lejanía cuando los gritos, maldiciones e insultos comenzaron, al mismo tiempo que la horda de hombres corrían clavando en la gruesa madera las herramientas que tenían en sus manos para poder entrar al castillo mientras una lluvia de flecha comenzaba a dejar cadáveres y heridos a las puertas del castillo real.

– Esto se ha tornado en un campo de muerte. – Susurró Minato observando lo que ocurría con impotencia ya que él no deseaba que estuviera ocurriendo aquello.

– Apresurémonos, a entrar y conseguir salvar a alguno de nuestros  hermanos. – Ordenó Hidan para dirigirse a la parte trasera del castillo que, en ese momento, no contaba con la seguridad apropiada debido a que los guardas del castillo se encontraba toda al frente masacrando a los pobres hombres que habían decidido poner sus vidas en juego para ser el señuelo.

Con ayuda de escaleras, cruzaron el foso y con las cuerdas atadas en ganchos lanzadas con fuerza al aire, consiguieron subir las altas paredes de piedra del castillo y atacar, sorpresivamente, a los guardias reales que dejaron de lanzar flecha a los hombres que intentaban abrir la puerta de entrada para confrontar a los que habían logrado entrar al castillo por la retaguardia del edificio.

Minato, Naruto y Gaara también entraron al castillo pero su destino fue otro, ya que mientras los hombres luchaban con los guardias reales, ellos iban a buscar al rey Orochimaru, evitando enfrentamientos pero antes de entrar a una de las salas principales, escucharon los gritos de dolor y el sonido de las cadenas moviéndose para abrir la enorme puerta, permitiendo que los hombres que aún seguían con vida lograran entrar al castillo y unirse a la batalla de sus compañeros.

Sin embargo, Naruto, Gaara y Minato no fueron los únicos que ingresaron a los pasillos y salas del castillo en busca del monarca sino que muchos hombres también se adentraron y movidos por el dolor y la furia de ver a sus camaradas muertos o heridos habían comenzado a arremeter en contra del personal que servía en el castillo y prender fuego a todo lo que encontraban a su paso y podía arder.

Ante lo que estaba sucediendo, Naruto miró a su amigo ya que sabía que su madre trabajaba allí y esperaba que no fuera víctima de la matanza que se estaba llevando a cabo en ese momento.

– Le conté sobre lo que ocurriría hoy y le rogué que no viniera a trabajar al castillo hasta que me lo prometió. No tengo nada de qué preocuparme. – Reveló Gaara para continuar buscando al rey junto a su amigo y Minato.

Los tres hombres habían corrido por los pasillos en busca de Orochimaru pero por cada habitación diferente que iban dejando a su paso, no había rastro del soberano del Reino del Fuego.

– ¡Maldición!. Parece como si se lo hubiera tragado la tierra. – Comentó Minato exhausto mientras se detenían para recuperar el aliento ya que no habían dejado de correr por los largos pasillos del castillo donde los amotinados parecían alcanzarlo e incendiar cada cuarto que ellos ya habían inspeccionado en busca de la presencia del monarca.

– Con toda la maldad que ha hecho, no ha sido la tierra quien se lo ha llevado sino el mismo demonio. – Objetó Gaara. – Este castillo no parece acabar.

– Dejad la jocosidad para después de que encontremos a ese miserable y continuemos o no podremos enfrentarlo. Si nos quedamos quietos seremos presa de las llamas y la demencia en la que se han sumido los hombres. – Indicó Naruto al escuchar los gritos cercanos provocados por los hombres que se habían trastornado al ver derramar la sangre de sus aliados.

Los tres hombres volvieron a retomar su búsqueda hasta encontrar lo que parecía el aposento real debido a las lujosas decoraciones que contenía la alcoba.

– Este debe de ser el aposento de los reyes. – Habló Gaara internándose a la habitación.

– Seguramente, tengas razón pero parece que tampoco se encuentra aquí. – Apoyó Naruto al adentrarse seguido de Minato para inspeccionar el cuarto.

– Sí, parece que aquí no hay nadie más que nosotros. – Objetó Gaara al percatarse de que estaban ellos solos en la alcoba para dirigirse a la salida seguido de su amigo.

– ¡Mirad!. – Señaló Minato levantando uno de los enormes y hermosos tapices que escondía un pasadizo antes de que Naruto y Gaara abandonaran la habitación. – Ese maldito ha tenido que escapar por aquí, debemos adentrarnos y alcanzarlo antes de que sea demasiado tarde.

– Entonces, dejemos de discutir y adentrémonos. – Opinó Naruto para ver como sus compañeros asentían con la cabeza antes de que los tres se internaran en el misterioso pasadizo.




Aclaración de  los términos:

* Tasa de retraso: Se trata de un interés añadido que debe de pagar y aumenta la cantidad a pagar. Un ejemplo claro que podéis encontrar en la vida real está en las entidades bancarias, puesto que estos aparecen en hipotecas, prestamos o avales, los cuales al no pagarse en su debido momento no solo se debe pagar el dinero acordado sino también un dinero añadido o interés acumulado.

*Prócer: Sinónimo de señor y que utilizado en esa frase para nombrar a los donceles de forma educada, así como decimos señor y señora.

*La manera de actuar de los hombres que Naruto, Minato y Gaara habían conseguido reunir con ayuda de los líderes de los grupos que creaban disturbios es la consecuencia de los abusos del monarca y que en muchos países termia formando una guerra civil en la que los causantes o causante intenta huir. Un ejemplo claro fue la conocida Revolución Rusa que reúne todos sucesos que condujeron a la derroca del Zar (1917, s. XX) y que al igual que la Revolución Francesa (1789 – 1799, finales del s. XIII) fue una gran influencia para otros países.