- Memorias acabadas.-
Era un
pasadizo oscuro y estrecho que solo posibilitaba el caminar a una sola persona
y en el caso de encontrar a alguien que venía en dirección contraria a la que
Minato, Naruto y Gaara iban, no había lugar alguno para permitir el paso más
que el retroceder de alguna de las personas que se encontraban frente a frente
en el interior de ese pasadizo.
Minato
iba palpando las paredes en medio de la oscuridad a cada paso que daba, se
aseguraba de que el suelo no tenía algún escalón o rampa que ascendiera o
descendiera y parecía ir recto, dándole la impresión de que caminaba en una
superficie llana a donde quiera que llevara aquel pasadizo.
Naruto
sabía que caminaba detrás de Minato y que Gaara lo seguía gracias al sonido que
hacían las botas de sus compañeros a cada paso que daban ya que la intensa
oscuridad no le dejaba ver el cuerpo de sus camaradas, siendo el pasadizo
demasiado incómodo, tanto por el silencio como por no poder ser capaz de que
sus ojos visualicen a la persona que había caminando frente a él. Solo podía
guiarse por el resto de sus sentidos, los cuales se agudizaron ante la carencia
de visión.
– ¡Oh…
Dios misericordioso!, ¿qué es este olor?. Es nauseabundo. – Habló Gaara
llevándose rápidamente la mano a uno de sus bolsillos para sacar un pañuelo de
tela con el que se cubrió la nariz y la boca para intentar disminuir el fuerte
olor.
– Debemos
de haber descendido, llevamos horas caminando y no me extrañaría que
estuviésemos cruzando por debajo del foso*. – Supuso Minato con su mano sobre
su nariz y boca para apaliar el mal olor que a cada paso parecía aumentar.
– ¿Cómo
puede ser qué este inmundo olor llegue hasta aquí a…? – Estaba preguntando
Gaara cuando se interrumpió a sí mismo al percatarse de que las paredes cubiertas
de ladrillos de piedra que tocaba con las palmas de sus manos como única guía
para continuar avanzando por el pasadizo privado de luz se volvían húmedas,
pegajosas y aceitosas. – ¡Maldición!. – Bufó con enfado al sentir como su mano
se había embadurnado con la sustancia que cubría las paredes en ese lugar del
pasadizo.
– La
tierra se ha tragado los desperdicios del foso que han sido más líquida y estas
paredes deben de tener grietas que han permitido que acceda hasta aquí esas
hediondas aguas. – Habló Naruto también utilizando una de sus manos como
máscara ante el mal olor y con la mano que utilizaba de guía completamente
cubierta de la sustancia pegajosa. – Será mejor que nos apresuremos, no quiero
volver junto a Sasuke oliendo a excrementos. – Advirtió.
–
Posiblemente, ya nuestras ropas huelen tan inmundamente como este lugar. –
Opinó Gaara sin dejar de avanzar. – Estoy seguro que el olor a excremento es
mucho más soportable que esta hediondez.
– ¡Callaos!.
No gastéis fuerzas en insulsas palabras que nos debe de quedar mucha distancia hasta
encontrar la salida de este pasadizo porque aún no consigo ver el final. – Dijo
Minato cansado de escuchar las quejas que solo le provocaban ganas de retomar
el camino ya andado para volver al lugar en el que encontraron ese pasadizo.
– No
eres quien para darnos órdenes porque no tengo conocimiento de que te hayan
nombrado el líder a cargo. – Gruñó Gaara ante las palabras de Minato y
mostrando su desagrado hacía él. – Si alguien de nosotros debía de ser el líder,
debería de ser yo, fue mi esposo quien tramó todo este plan para poder entrar
al castillo real y poder encontrar al rey.
– No
necesitamos un líder para hacer esta aventura, solo necesitamos suerte, Gaara,
y no creo que Minato haya hablado con intensiones de ser paladín*. – Intentó
calmar Naruto a su amigo que parecía muy exaltado.
– No
lo parece, considero que se ha tomado un puesto que no le ha sido otorgado y en
esta reyerta, creo que es el hombre que menos motivos tiene para desear
confrontar al rey Orochimaru. Solo está intentando engañarnos con la actitud
gallarda que ha tomado y continuar rompiendo los corazones de las damas y
damiseles que caen rendido a su influjo malicioso. – A cada palabra que Gaara
pronunciaba iba levantando su voz para mostrar la irritación que le provocaba
Minato.
Las
palabras del hombre pelirrojo hicieron que Minato se detuviera y causando que
Naruto chocara contra su espalda dando un leve quejido antes de que Gaara
colisionara con la espalda de su amigo, empujándolos un poco, a Naruto y
Minato, por ser un acto inesperado.
– Que
no tenga un pasado que me honra, lo sé muy bien pero no sois quien para
juzgarme tan deliberadamente puesto que no me conocéis más de unos días en los
que no hemos cruzado muchas palabras. Así, que os pido un poco de confianza en
mi persona porque soy un hombre que se arrepiente de cada uno de sus pecados. –
Aclaró Minato mientras rechinaba sus dientes al hablar.
–
Jamás podré creer a alguien como usted, no tiene moralidad y se atreve a pedir
respeto. Un hombre corrompido siempre será lo que es porque carecen de
consciencia para darse cuenta de los despreciables actos que hace. – Espetó
Gaara. – Un hombre decente se casa antes con la mujer o doncel que Dios ha
creado para él para que luego, los hijos nazcan en el mundo con pureza y puedan
recibir con dignidad la bendición divina, que a usted no le ha importado en su
vida. Es muy probable que tenga otros hijos bastardos olvidados en las faldas
de mujeres desvergonzadas con las que ha retozado en otros lugares.
–
¡Gaara, calla!. – Ordenó Naruto porque sabía que no era el momento adecuado
para comenzar una juiciosa pelea en la que su amigo no debía de entrometerse
como lo estaba haciendo.
– ¿Qué
te pasa, Naruto?, ¿es que ahora defiendes a este patán?. – Inquirió Gaara. –
Este hombre no tuvo interés en saber de Kushina, de vuestra madre, después de
haberla mancillado, solo se comportó como un cobarde para convertirse en las
lágrimas de tantas mujeres y donceles conociera en sus viajes.
– ¡Ya
basta, Gaara!. – Volvió a gritar Naruto en medio de la oscuridad y provocando
que su voz volviese a ellos en forma de eco. – Madre sabe lo que hace y yo
jamás he tenido ni tendré padre. Minato es el padre de Minako, la hija del
hermano de mi esposo y si cuando todo esto termine, Minato no toma la decisión
de responsabilizarse de esa niña y su madre, al que no ha dejado de decirme que
ama más que a su vida, yo mismo me ocuparé de que retome el camino correcto y
contraiga nupcias con Itachi. No puedo permitir que haya más preocupaciones y
sufrimiento en el corazón de mi esposo. – Aclaró con rotundidad. – Esto solo es
un problema que me confiere solucionarlo sin ayuda alguna.
– ¿Te
has oído, amigo?, estás poniendo sobre tus hombros más peso del que podrás ser
capaz de llevar en tu camino, este hombre no cambiará porque carece de
integridad. – Respondió Gaara. – Aún y cuando consigas obligar a este hombre a
pasar con Itachi por la vicaría, no dudará en abandonar a Itachi, Minako y el
bebé que está creciendo en el vientre del doncel.
– Eso
no ocurrirá. – Intervino Minato con voz sumisa ante la discusión que se había
iniciado con respecto a su persona. – Itachi no es como el resto de mujeres o
damiseles que he conocido. Yo realmente lo amo, sé que después de conocer mi
historia es difícil el creerme pero yo
no estoy dispuesto a escapar de los brazos de Itachi, ni de ver crecer a Minako
o conocer el rostro de mi futuro hijo que aún crece en las entrañas de Itachi.
– Minato se giró aún cuando sabía que no podría ver el rostro de sus acompañantes
en medio de la oscuridad del pasadizo. – He cambiado y solo Dios es conocedor
de ello. No huiré más y me comportaré como el hombre que soy.
– Da
igual cuanto digas, no puedo creer tus palabras. – Juzgó Gaara a pesar de que
sabía que Naruto no deseaba que interviniese.
–
Espero que sea cierto, lo menos que deseo es tener que ataros para que no huyáis
a mitad de la noche y obligaros a entrar en la iglesia para desposar a mi
cuñado. – Advirtió Naruto en un tono de voz que le aseguraba a Minato que no
estaba bromeando y estaba dispuesto a cumplir con sus palabras.
–
Podéis estar seguro de mis palabras aunque no tengo formas de mostraros lo
reales que son. – Contestó Minato concluyendo la conversación.
Después
de aclarara la pequeña discusión que habían iniciado en medio de la oscuridad
del pasadizo, los tres hombres reanudaron la marcha y se percataron cuando
habían terminado de cruzar el foso del castillo cuando el nauseabundo olor
comenzaba a disminuir a cada paso que daban, al mismo tiempo que el suelo del
pasadizo comenzaba a ascender hasta que, finalmente, llegaron a la salida en
medio del bosque.
–
Hemos terminado en el bosque que rodea el castillo. – Dijo Gaara al reconocer
el lugar en el que el pasadizo había desembocado.
– Ya
presentía que debíamos salir en el bosque cuando el suelo se inclinó
grotescamente mientras caminábamos los
últimos metros del pasadizo. – Añadió Minato.
– Los
caballos deben de estar por aquella dirección. – Recordó Naruto señalando a su
derecha con la mano mientras intentaba agudizar su mirada en un intento de ver
a los animales.
–
¡Fijaos! Estas han de ser las huellas de Orochimaru y parece que no va solo. –
Indicó Minato al encontrar sobre la tierra blanda y húmeda del bosque el rastro
de pisadas que había tenido que dejar dos individuos.
– Van
dirección al este. Quizás tengan intenciones de dirigirse a al pueblo de Alas.
– Supuso Gaara. – Deberíamos ir en busca de nuestras monturas para poder
seguirlo, ya nos tiene una gran ventaja a pie y dudó el poder darle alcance.
– Entonces,
le estaríamos dando más ventaja a que consiga escapar, Gaara. Los caballos se
encuentran varios metros de distancias. – Acotó Naruto a su amigo. – No tenemos
otra opción que intentar alcanzarlo sin ayuda de nuestras monturas.
– Creo
lo mismo que Naruto. Su intención no solo es llegar al pueblo más próximo sino
hacerse con monturas que le ayuden a salir del reino y no podemos permitir que
ocurra. – Alegó Minato para comenzar a correr siguiendo el rastro de pisadas
seguido de Naruto.
Gaara
chasqueó la lengua inconforme con la decisión de sus compañeros para luego,
también, comenzar a correr en un intento de lograr detener la huida del monarca
que no deseaba confrontar al pueblo que había subyugado con sus decisiones.
Cuando
los tres hombres salieron del bosque, se encontraron con la inesperada sorpresa
de un grupo de muchachos jóvenes, los cuales debían de haberse quedado en la
ciudad o en el improvisado campamento para cuidar de las mujeres, donceles,
ancianos y niños pero las ansias de hacer justicia y participar en la reyerta
de todo aquellos jóvenes, los había impulsado a dirigirse al castillo real
aunque no habían llegado a este aún, al estar rodeando a alguien o algo.
–
¿Qué… qué está ocurriendo?. – Preguntó Gaara al detenerse junto a sus
compañeros mientras tomaba aire a grandes bocanadas y observar el grupo de
mozos que no dejaba de hacer escándalo.
– No
me da buena espina lo que sea que estén haciendo todos esos mozos aquí. – Opinó
Naruto sin apartar sus ojos del enorme grupo de muchachos.
– Acerquémonos,
las huellas nos guían hasta el grupo de muchachos. – Habló Minato comenzando a
aproximarse al eufórico grupo de jóvenes junto a Naruto y Gaara.
Sin
embargo, cuando llegaron al corro de ruidosos mozos se encontraron con una turbadora
escena. En medio del grupo de jóvenes yacían Orochimaru y uno de sus lacayos reales
con hoces, tridentes y otros tipos de herramientas que se utilizaban en el
campo para la siembra y recolección de los vegetales y hortalizas clavadas en
su cuerpo como estacas que impedían que cayesen al suelo.
Naruto
no puedo evitar soltar un grito de furia después de asimilar lo que sus ojos
veían por la desaparición de la oportunidad de conseguir esclarecer su
inocencia de las muertes del rey Danzou, así como de su prometida, los marqueses
de Sharingan y Fugaku. Todas sus esperanzas se habían esfumado en las manos de
esos inconscientes y apasionados mozos que habían actuado impartiendo su propia
justicia.
–
¡Maldición!. Al final no hemos podido hacer nada, ni siquiera intentar hacer
confesar a Orochimaru de los crímenes que cometió. – Dijo en voz baja Gaara
apretando sus puños con molestia.
–
Tendremos que marcharnos de este reino cuanto antes, ya no podemos tener
esperanzas de esclarecer nada. – Murmuró Minato tan frustrado como sus compañeros
e intentando que ninguno de los muchachos los escuchara salvo Naruto y Gaara.
Los
tres hombres se disponían a marcharse cuando un grito de ovación y expectación
del grupo se formó, cuando Gaara, Naruto y Minato volvieron a mirar los cuerpos
empalados en herramientas de labranza que se habían convertido en mortíferas
armas que terminaron con la vida de Orochimaru y su lacayo, observaron como la
cabeza del monarca había sido degollada y trinchada en un tridente que se
utilizaba para recoger la paja.
Los
jóvenes como si tuviesen un trofeo de caza en su poder agitaban la herramienta
que contenía la cabeza del soberano para irse entre vítores hacia el castillo
real y mostrar la dantesca ejecución con la que indicaban que habían sido los
autores de darle fin al reinado de Orochimaru.
Los
tres hombres observaron como el grupo de jóvenes se marchaba y dejaban los
cuerpos abandonados en mitad del camino.
–
Naruto, ¿qué pretendes?. Deberíamos irnos de inmediato y abandonar este reino.
Ya no queda nada que podamos hacer. – Habló Gaara al ver como su amigo caminaba
hacia donde estaban los cuerpos del rey decapitado y el lacayo que en un
intento de lealtad, había acompañado a su señor
para que salvara su vida.
– Lo
sé pero no podemos dejarlos así, ningún hombre debería de ser olvidado de esta
manera cuando ha perecido. Ni siquiera alguien como Orochimaru. – Contestó
Naruto.
–
¿Pretendes darle un entierro?, no tenemos mucho tiempo y tampoco hay un
sacerdote que le rece a su alma. Estás exponiéndonos a que nos reconozcan y
terminemos de la misma manera que ellos. – Recordó Minato al saber que al ser
acusado de la muerte del anterior monarca muchas personas estaban resentidas
con ellos y no dudarían en darle el mismo fin a sus vidas como le habían dado a
Orochimaru.
– Lo
sé pero será más rápido si me ayudáis. – Insistió Naruto cogiendo una de las
herramientas de labranza y comenzar a retirarla del cuerpo del lacayo para
liberarlo. – Al fin y al cabo, Orochimaru ha sido el último monarca del Reino
del Fuego por muy vil que hayan sido sus actos y este lacayo, solo ha sido una
víctima de su propia lealtad al rey.
– Te
ayudaré. – Dijo Gaara acercándose a Naruto.
Minato
bufó antes de acercarse y también ayudar a sus camaradas.
No
obstante, cuando habían terminado de liberar a los dos fallecidos de las
herramientas que le causaron la muerte se vieron en la difícil tarea de cavar con
la ayuda de sus manos los dos agujeros que no fueron lo suficientemente
profundos pero si lo justamente grandes para que los cuerpos cupiesen en su interior.
Cuando
terminaron de sepultar los dos cuerpos, Naruto y Minato acercaron una roca que
colocaron frente a las improvisadas tumbas y Gaara con ayuda de su martillo y
un puñal, escribió el nombre del rey junto a la mención de que no tenía cabeza
antes de advertir de que se encontraba acompañado de uno de sus fieles lacayo,
aunque este se vio privado de su nombre ya que no sabía de quien se trataba.
Finalmente, Gaara terminó el cincelado en la superficie de la roca con una
pequeña cruz.
– Será
mejor que nos marchemos. – Indicó Minato al ver como Gaara terminaba de grabar
la roca y guardaba su martillo y puñal en el cinturón de sus pantalones.
Naruto
asintió con la cabeza antes de marcharse del lugar junto a sus camaradas, dejando
atrás las recientes tumbas e internándose en el bosque para ir en busca de sus
monturas.
A
medio camino de llegar donde se encontraban sus caballos, los tres hombres
encontraron un arroyo que aprovecharon para lavar sus manos y rostro, así como
para beber de la cristalina agua y continuar hasta que al anochecer llegaron
donde se encontraban los equinos esperándolos.
Sin
siquiera decirse nada, cada uno montó sobre su jamelgo y dieron un último
vistazo al castillo que el fuego estaba devorando antes de incitar a sus
monturas a comenzar un galope hasta las olvidadas tierras que fueron propiedad
de los Marqueses de Sharingan en el que lo esperaba los donceles con sus hijos
y Kushina.
El
fuego que se encontraba en medio del grupo de carromatos les indicó a los tres
jinetes que Itachi, Sasuke, Sai y Kushina debían de estar despiertos y no se
equivocaron cuando detuvieron sus caballos para desmontarse y sintieron como
fueron abrazados por sus respectivas parejas mientras Kushina agradecía a Dios
el que hubieran vuelto con vida, al mismo tiempo que le daba la bienvenida a su
hijo.
–
¡Naruto! – Gritó Sasuke abrazando mientras lloraba de alegría porque su marido
volviese a su lado sano y salvo.
–
¡Hijo! –Aulló Kushina para unirse en el abrazo de bienvenida a su único hijo. –
Hemos rezado tanto y no sabes cómo me alegra conocer que nuestros ruegos se
cumpliesen, Dios ha escuchado nuestras suplicas a que regreséis a nuestro lado.
– Farfulló en medio de su sollozo.
–
¡Gaara, Gaara...!. – No dejaba de repetir en medio de su llanto Sai, aún y cuando
su marido lo había refugiado con sus brazos protectoramente.
–
¡Kurama…! – Había susurrado Itachi a pesar de que el nombre solo se trataba de
un alias pero que, en ese momento, había acudido a su cabeza impidiéndole
pronunciar el verdadero nombre del hombre al que amaba mientras se acariciaba
su vientre, aún pequeño y sin la redondez que indicara su embarazo, a pesar de
saber que estaba en plena gestación.
Minato
se acercó a Itachi para abrazarlo porque ,a pesar de que su rostro mostrará
felicidad y alivio de que regresase con vida, no parecía estar seguro de
acercarse a él para estrecharlo entre sus brazos.
Cuando
Itachi sintió los brazos de su pareja no pudo evitar el romper en llanto, que
parecía no querer salir del interior del doncel, al igual que los otros
donceles y no poner ningún impedimento cuando sintió como Minato ahogó sus
lloros en un pequeño y tierno beso en el que le aseguraba de que a partir de ahora
todo comenzaría a ir bien.
– Me
alegro tanto de que hayáis vuelto. – Confesó Kushina limpiando sus lágrimas
mientras se separaba de su hijo, el cual continuaba abrazando a Sasuke.
–
Madre, Sasuke, vayamos hasta la hoguera he de contaros lo sucedido antes de
partir. – Comunicó Naruto en voz baja sin soltar a su esposo y caminando hacia
la fogata donde tomaron asiento para contarle lo sucedido ya que sabía que
estaban deseosos de saber lo que había pasado con Orochimaru.
Gaara
que se percató de cómo su amigo se dirigía al fuego a descansar un poco siendo
acompañado de Sasuke y Kushina, decidió hacer lo mismo, él también necesitaba descansar
un instante antes de partir hacia el mismo reino en el que se había instalado
su hermana.
Minato
e Itachi fueron los únicos que permanecieron apartados de la hoguera,
abrazándose, sin importarle el que los demás se hubieran dirigido al fuego.
–
Itachi… sé que debía de haberte pedido esto hace mucho tiempo pero… ¿quieres
casarte conmigo?. – Farfulló Minato en un acto impulsivo y sintiendo que si no
le proponía matrimonio en ese instante al doncel, no encontraría el valor
necesario para hacerlo en otra ocasión.
Itachi
no fue capaz de pronunciar nada, la pregunta que tantas veces había deseado y
soñado con oír formular de la boca de su amado se hacía real, sorprendiéndolo y
dejándolo sin habla a pesar de querer gritar su respuesta.
– Sé
que no he sido un buen hombre, que carezco de dignidad cuando impuse mis
instintos y ambiciones sin importarme el deshonrarte pero… yo ya no soy ese
hombre, Itachi. He cambiado, tú me has hecho cambiar y me has hecho que me dé
cuenta de que te amo. Por favor Itachi, sé que aún estás molesto por todo lo
que te oculte, por todas las mentiras que fui capaz de engendrar pero ahora, no
soy capaz de vivir la vida sin que tú estés a mi lado. – Expuso con nerviosismo
todos sus sentimientos Minato ante el silencio del doncel pero al darse cuenta
que continuaba en silencio, Minato deshizo el abrazo y se arrodillo para
tomarle las manos como haría cualquier caballero enamorado al delirio de su
corazón. – Itachi, por favor, Itachi… ¿quieres ser mi esposo?. – Repitió con
temor en su voz para al terminar su petición, llenar de suaves besos las manos
de Itachi.
Nuevas
lágrimas resbalaron por el rostro de Itachi mientras pronunciaba un trémulo “Sí”
pero antes de que Minato pudiera celebrar el que había sido aceptado, se
percató como el doncel se desvanecía a causa de la emoción que había sentido.
Minato
no permitió que su amado llegase a tocar el suelo y lo cargó en sus brazos para
dirigirse hasta la hoguera donde Naruto con ayuda de Gaara le estaban contando
a sus esposos y Kushina lo que había ocurrido con el castillo y el rey.
–
¿¡Qué ha pasado!?. – Inquirió Sasuke e interrumpiendo a su cónyuge al
percatarse de cómo Minato traía a su hermano, lo cual le agitó.
– Se
ha desmayado pero pronto se pondrá bien. – Contestó Minato mientras se sentaba
con Itachi en su regazo y aceptando una taza de hierro que contenía agua en su
interior que le había brindado Kushina.
Minato
comenzó a mojar levemente el rostro de Itachi hasta que este recuperó la
consciencia, percatándose de que todos estaban observándolo y esto lo
avergonzó.
– ¿Te
encuentras bien?. – Preguntó Sasuke con rapidez al ver como su hermano había
abierto los ojos.
– S-Sí…
– Contestó Itachi mientras intentaba ponerse en pie pero sintió un mareo que
gracias a que Minato lo afianzó a él por la cintura, no cayó al suelo.
–
¡Vamos!, te llevaré al carromato, será mejor que duermas porque no es bueno
para tu estado que te sobre esfuerces. – Indicó Minato, llevando a Itachi a la
carreta donde lo ayudó a subir. – Esta noche nos vamos del Reino del Fuego, así
que no te preocupes que en cuanto lleguemos a un pueblo o aldea iremos a la
iglesia para que nos case el sacerdote que la custodie. – Murmuró dándole un
leve beso al doncel que se recostó en el interior del carromato abrazando a
Minako que dormía profundamente.
Después
de que Minato dejase a su amado en el interior de la carreta los tres hombres
comenzaron a ajustar los corceles a los carromatos y cuando todo estuvo listo,
apagaron la hoguera y emprendieron camino.
Tal y
como Minato le había prometido a Itachi y jurado frente a Naruto y Gaara,
contrajo nupcias con el doncel en la primera aldea a la que llegaron.
Las
cuatro carretas se dirigieron hasta el reino vecino donde Minato, Naruto y
Kushina se separarían de Gaara ya que él junto a su familia se quedarían en el
Reino del Viento donde, actualmente, vivía Temari con su esposo e hijo.
–
Gaara, yo… – Intentó decir Naruto pero fue interrumpido antes de poder terminar
lo que iba a decir.
– No
pongas esa cara, amigo, que no me debes nada. Estoy encantado de haber podido
vivir tantas aventuras a tu lado o sino no tuviera nada que contarles a mis
nietos cuando sea un anciano. – Rió Gaara. – Yo sé que no será fácil el
encontrar un trabajo y una casa pero nos irá mejor que en el Reino del Fuego. –
Dijo con seguridad sin dejar de sonreír. – Naruto, si regresas algún día a
estas tierras, no dudes en venir a visitarme ya sabes que eres como un hermano
para mí y estaré encantado de recibirte. – Confesó un poco avergonzado a su
amigo.
– Lo
sé, hermano. – Espetó Naruto con una sonrisa. – ¡Adiós!. – Se despidió antes de
blandir las riendas y hacer que los caballos tiraran del carromato donde iban
él y Sasuke.
–
¡Adiós, muchacho!. Ha sido un placer el conocer a tu familia y te agradezco que
hayas sido el amigo de mi hijo. – Se despidió Kushina.
–
¡Adiós, tío Gaara, tío Sai!. – Gritaron Asahi y Haruto que iban en el carromato
de su abuela para cantar canciones infantiles y populares que tanto parecían
divertirles. – ¡Misao, Takeru, Ryo adiós!. – Se despidieron también los niños
de los hijos del matrimonio formado por Gaara y Sai.
Gaara
y Sai sonrieron mientras veían a los gemelitos despedirse con sus manos y a sus
hijos también despidiéndose de ellos. Luego, se acercó Minato, el cual sentía
que no tenía mucho que decirle a Gaara, pues sabía que no le agradaba.
–
Espero que os vaya bien. – Dijo en forma de despedida Minato mientras sentía
como su esposo le golpeaba levemente con el codo para que se despidiera con más
afectividad. – Y gracias por hacerte cargo de Itachi y mi hija cuando estaban
en la ciudad de La Hoja. Sé que no te simpatizo pero, realmente, te deseo
suerte.
– No
tienes que agradecerme nada, yo lo hice porque aprecio a Naruto y supongo que
debería de disculparme. – Contestó Gaara rascándose la cabeza con su mano
izquierda mientras que con su mano derecha sujetaba las riendas del caballo. –
Fui muy grosero contigo pero en estos días no solo has cumplido con tu palabras
y has sido de ayuda. Supongo, que los hombres pueden cambiar, estaba equivocado
cuando te juzgue tan duramente. – Se disculpó Gaara sintiendo como le costaba
pronunciar la disculpa. – Deseo que tengáis fortuna en vuestro viaje.
– Lo
mismo digo. – Respondió Minato con una sonrisa. – ¡Buena suerte!.
–
¡Adiós!. – Dijeron Itachi y Minako a Gaara y su familia mientras seguían el
mismo camino de los otros dos carromatos.
Después
de que Gaara con su familia se separará de la caravana que formaba los
carromatos que conducían Minato, Naruto y Kushina, estos continuaron su camino
hasta el puerto de ese reino, donde salían los barcos con rumbo al desconocido
continente Ambriano, donde esperaban tener la oportunidad de poder vivir sin
preocupaciones o miedos.
Cuando
llegaron al puerto de la ciudad Celeste, Naruto se había quedado junto a los
donceles, los niños y Kushina mientras que Minato se ocuparía de comprar los
billetes para poder subir a uno de los barcos que lo llevarían a su destino.
Sasuke
se removió un poco en su asiento, algo incómodo debido al malestar de su cuerpo
que llevaba días aquejándolo y que parecía no funcionar los remedios que había
tomado.
–
¿Estás bien?. – Le preguntó Naruto cogiendo la mano de su consorte.
–
Naruto… sabes que hace días que me siento así y…. – Pero Sasuke no pudo
terminar de hablar.
– Lo
siento, he sido demasiado brusco últimamente, a pesar de que he intentado ser
cuidadoso. – Murmuró Naruto en voz baja aunque sabía que nadie lo podría
escuchar porque sus hijos se la pasaban en el carromato junto a su madre
canturreando y jugando e Itachi y Minako estaban en el otro carromato donde la
pequeña no dejaba de hacer todo tipo de preguntas a su madre sobre el bebé que
gestaba en su vientre ya crecido.
– No,
no es eso. – Contestó Sasuke sintiendo como no podía evitar el removerse con
inconformidad. – Naruto, lo que estoy
tratando de decirte es que creo que estoy esperando. – Susurró mientras se
llevaba una mano al vientre mientras su marido tragaba saliva y parecía querer
atravesar con la mirada sus ropas y carnes para poder corroborar sus palabras.
–
¿Estás seguro, Sasuke?. – Preguntó Naruto mientras llevaba una de sus manos a
la espalda e su esposo para comenzar a acariciarlo como si con ese simple acto,
consiguiera confortar a Sasuke. – ¿Cuándo quedaste embarazado de Asahi y Haruto
te sentías así?. – Preguntó curioso ya que no había podido estar presente en
medio del embarazo de Sasuke cuando gestaba a los pequeños gemelos.
– No,
cuando los gemelos fue diferente porque
no sentía este malestar pero hay algo en mi interior que me dice que estoy
esperando. – Sasuke suspiró antes de continuar contándole. – Ayer, Kushina me
preguntó que me pasaba y le dije que llevaba días sintiéndome así. Ya sabes, y
me dijo que podría ser que estuviera embarazado. – Sasuke emitió un leve
quejido al sentir que seguía sin estar cómodo sobre el asiento del carromato. –
Además, sería normal y he tomado demasiado infusiones para que desaparecieran
los gases, si es que se tratase de ello, pero no funcionan. Solo puedo pensar que
estoy esperando un hijo tuyo, Naruto.
Naruto
sonrió y llevó una de sus manos al lugar en el que se encontraba la barriga de
Sasuke para palparla con cuidado.
– Si
realmente vas a traer otro hijo mío, estoy feliz de saberlo y si no es así,
podemos continuar intentando el que quedes en cinta. Estoy seguro de que Asahi
y Haruto estarán felices de tener otro hermanito o hermanita. – Susurró Naruto
en la oreja de Sasuke, haciendo que su aliento le provocara placenteros
escalofríos al doncel y su rostro se coloreara de carmín, consciente de que se
encontraban en medio de la calle del puerto donde carretas y todo tipo de
personas no dejaba de caminar de un lado a otro frente a ellos.
–
Naruto, no hagas este tipo de cosas fuera de la intimidad. Es vergonzoso. –
Murmuró con nerviosismo Sasuke que había tenido que juntar sus piernas y
ocultar con sus manos lo que su marido le había provocado en su cuerpo en un
intento de calmarse y volver a la normalidad.
Naruto
sonrió y se separó de su marido al ver como Minato se acercaba apresuradamente.
–
¡Aquí los tengo!. No ha sido fácil pero he conseguido los pasajes. – Dijo
Minato sacando un sobre para coger los billetes correspondientes a él y su
familia mientras le entregaba los otros a Naruto. – El barco zarpará dentro de
media hora y se llama “Volador”. Creo que el capitán se llama Jiraiya y por lo
que he escuchado antes, pertenecía a la milicia náutica de este país. –
Informó.
Después
de que el conductor de cada carromato tuviese su pasaje y Haruto y Asahi
volvieran a estar en el carromato junto a sus padres, se dirigieron hacia donde
estaba el barco que los llevaría hacia otro continente.
El
“Volador” era uno de los barcos más grandes que se encontraban atracados en el
puerto de ciudad Celeste y no tardaron en subir para que tal y como había dicho
Minato, el barco zarpara con rumbo al continente Ambriano.
Naruto
que tenía en brazos a Haruto, Sasuke a un lado de su cónyuge, Kushina que tenía
a Asahi entre sus brazos, Minato que había cogido en brazos a Minako e Itachi a
su lado, habían subido a cubierta para ver como poco a poco el barco se alejaba
de la costa del continente en el que habían nacido, crecido, vivido gran
cantidad de aventuras y dejado amistades como enemigos en ese lugar.
Itachi
se llevó una mano a su abultada barriga, al sentir como el hijo que esperaba se
revolvía en su interior mientras que sus ojos no podían apartarse de la tierra
que dejaban atrás.
–
Madre, mi hermanita también se está despidiendo. – Dijo una sonriente Minako al
ver como el vientre de siete meses de Itachi se agitaba levemente.
Al
escuchar la voz de Minako, Itachi sonrió.
–
Minako, sabes que no sabemos si será un niño o una niña o quizás un doncel. –
Regañó Minato haciendo que la niña arrugara su entrecejo. – Solo sabremos que
es cuando nazca el bebé.
– No,
yo quiero una hermanita. – Aseguró confiada Minako haciendo reír a todos menos
a su padre que esperaba que en esta ocasión si fuera un varoncito lo que Itachi
estaba gestando en su gran vientre.
–
Sabéis, siento que seremos muy felices en ese nuevo continente al que vamos. –
Dijo Kushina con una sonrisa, asiendo que todos los demás sonrieran y desearan
llegar lo antes posible a su destino con la esperanza en sus corazones, de lo
que Kushina había dicho, se cumpliese.
– «Puede que haya pasado
demasiado tiempo, que ya no quede nadie que recuerde exactamente lo que ocurrió
con todos estos hombre, donceles y mujeres, desde que le sucedieron todo ese
tipo de acontecimientos y dificultades que marcaron la vida de mis queridísimos
difuntos abuelos pero, cada vez que escuchaba por todas las adversidades que
tuvieron que afrontar para poder alcanzar la felicidad que consiguieron lograr
al abandonar su antiguo continente, me percataba de lo fuertes que eran. A
pesar de ello, su amor continuó creciendo cada año que pasaban como si de una
semilla que poco a poco se convierte en un gigantesco árbol se tratase. Solo
puedo pensar en cuan dura es la vida para las personas y que cada decisión
tomada tendrá repercusiones futuras porque esta es la historia de mi familia y
que yo, Kushina, la menor de los cinco hijos de Ami que fue la tercera hija de
Naruto y Sasuke Uzumaki y bisnieta de Kushina Uzumaki de la cual, mis padres decidieron
ponerme el mismo nombre en honor a ella, me despido con esta novela con la que
pretendo esclarecer que mi familia solo han sido víctimas de las malas artes de
personas ingratas que intentaron opacar sus vidas.» – Kushina dejó de escribir la autobiografía de
sus abuelos que pensaba llevar a la imprenta de inmediato para que fuera
publicada y en un intento de que el nombre de su familia fuera limpiado como
merecía, al aclarar lo sucedido antes, durante y después de que ocurriera la
conocida “Revolución del Fuego” que culpaba a sus familiares de crímenes que no
habían cometido ya que su fallecido abuelo no lo había conseguido, ella lo
intentaría con esa historia que relataba la verdad que habían tenido que
padecer y que deseaba que las personas conocieran que los protagonista de la
historia habían sido víctimas inocentes de un destino despiadado.
–
Kushina, ¿ya terminaste el escrito?. – Preguntó un hombre pelirrojo de ojos
negros a la mujer de larguísimo cabello negro que tenía recogido en una trenza
y rasgados ojos azules.
– Sí,
lo estaba empaquetando para llevarlo ahora mismo a la imprenta, Harusuke.
– ¿Te
importa si te acompaño?. Sabes que tengo interés en saber si se publicará de
inmediato tu novela, también mis abuelos, Gaara y Sai, aparecen en tu historia.
– Le recordó con una leve sonrisa. – Además, tengo intensiones de invitarte a
un té y pastas después. – Confesó formando una pequeña sonrisa que había
heredado de su difunto abuelo Gaara.
– No
cambiaras nunca, ¿cierto?. – Acotó antes de salir de su casa junto a Harusuke
para dirigirse a la imprenta que esperaba no rechazase su escrito.
Fin.
Aclaración de los términos:
* Mal
olor de los fosos de los castillos: Recordemos que los fosos son zanjas enormes
que rodeaban los castillos. En algunas ocasiones había un puente o montículo de
la misma tierra por donde se encontraba la puerta de acceso al castillo y sobre
todo los fosos se crearon como una táctica militar en los castillos para que al
enemigo le resultara difícil acceder al interior del edificio o hacer fracasar
un ataque enemigo.
El mal
olor en los foso se debe a que en ellas se tiraban todo tipo de desechos al
interior de los fosos, así que por muy bonito que pueda parecer un foso
rodeando un castillo en realidad se trata de un agujero lleno de desperdicios y
que obviamente cuando llovía solía llenarse de agua pero en los cuales no sería
posible que viviera animales.
*Paladín:
Líder, dirigente, etc.