-Aprensiones e impulsos.-
Rivaille
no dejaba de dar vueltas en la cama mientras su cuerpo estaba completamente
empapado en sudor mientras leves gruñidos de inconformidad salían de su boca junto
a su acelerada respiración que indicaba su desasosiego en el mundo de Morfeo.
–
¡No!. – Exclamó abruptamente abriendo los ojos y teniendo su mano derecha estirada en medio de la
oscuridad como si quisiera coger algo que estuviese frente a él pero no había
ningún obstáculo entre él y el techo.
Rivaille
dejó caer su mano pesadamente sobre el colchón, percatándose de que era otro de
los sueños que lo había estado atormentando toda esa noche volviéndolo a
despertar, nuevamente, dejándole la sensación de angustia y aprensión.
No era
un hecho relevante que Rivaille tuviese pesadillas, la gran mayoría derivadas
de sus vivencias en la tierra infectada de titanes y de los recuerdos de
compañeros perdidos en medio de las expediciones al exterior cuando uno de
aquellos gigantes aparecía con el fin de devorarlos.
Sin embargo,
todos los sueños que había tenido Levi esa noche habían sido muy diferentes a
las pesadillas que se había tenido que acostumbrar a padecer. En cada uno de esos
sueños, Rivaille había visto aparecer repentinamente Eren y antes de darse
cuenta Irvin ya estaba al lado del adolescente, alejándolo de él para, acto
seguido, verse a él mismo corriendo desesperado para atrapar a Jaeger pero
terminaba despertando sin lograr alcanzarlos o impedirle a Irvin el que se
llevase al chico porque el capitán Smith no debería retirarle la custodia de
Eren, después de insistirle tanto porque lo aceptara. Jaeger ya pertenecía a su
equipo y Rivaille sentía que, en especial, el quinceañero le pertenecía a él,
más que a cualquier institución, justicia o persona jerárquica.
Enfadado
consigo mismo, Rivaille se levantó de la cama para ir a darse un baño, estaba
empapado en sudor y necesitaba aclarar su mente después de haber soñado
repetitivamente lo mismo, en que el capitán Smith y Eren se veían involucrados.
Además, de que Levi sentía que de algún modo, ellos eran los causantes de que
tuviese una mala noche aunque no podía diferir una buena escusa que los
señalara como verdaderos culpables más que su desagrado de que ambos
aparecieran en sus sueños para molestarlo.
Miró
por la ventana antes de tomar el baño percatándose que pronto amanecería, ya se
aperciba como el oscuro firmamento, a duras penas, tenía estrellas, comenzando
a relegarse para dejar paso a la claridad que propiciaba los rayos del sol, lo
cual revelaba otro día de duro trabajo y el sargento no necesitaba, para ese
día, tener las preocupaciones que algunas pesadillas se habían ocupado de
despertarlo antes de lo debido.
Rivaille
limpió su habitación, antes de bajar, le era un hábito y ocuparía el tiempo
necesario para que los demás miembros de su equipo fueran despertando.
No
obstante, a pesar del margen de tiempo que le había dado al acondicionar su
alcoba, fue el primero en llegar al comedor donde espero pacientemente la
aparición del resto de ocupantes del cuartel.
La
primera en despertar había sido Petra, quien después de saludarle tan
alegremente al sargento fue directa a la cocina para preparar el desayuno.
Günter y Erd prácticamente aparecieron al mismo tiempo y cada uno también se
retiró a hacer sus quehaceres después de darle los buenos días a Rivaille,
siendo los últimos en aparecer Aurou y Eren que hicieron lo mismo que sus
camaradas para dejar al sargento solo en el comedor esperando a que la comida
le fuera servida.
Todo
el desayuno transcurrió en tranquilidad con algún que otro comentario de los
veteranos del equipo Rivaille como solía estar ocurriendo en los últimos días
pero nadie se percató de como Levi parecía estar ausente a lo que estaba
sucediendo mientras se alimentaban ya que Rivaille solía permanecer en silencio
al degustar su comida, solo hacía algún aporte si era necesario pero en esta
ocasión ni siguiera se le escuchó gruñir al saborear la comida para indicar si
era o no de su agrado.
–
Irvin vendrá. – Anunció Levi repentinamente, captando la atención de todos.
– ¿El
capitán Smith vendrá?. – Murmuró la pregunta Erd antes de girar su rostro hacia
Eren al suponer que la pronta visita de Irvin se debía al adolescente.
– Este
lugar deberá estar decente para cuando llegue. – Escupió Rivaille ignorando la
pregunta de uno de sus subordinados.
–
Entonces… el mensajero de ayer, vino para avisar de la llegada del capitán. –
Farfulló Petra algo preocupada por la reciente noticia. – ¿No es demasiado
pronto?. No hace mucho tiempo que salimos de Trost. – Recordó pero nadie
pareció oírla.
–
¿Cuándo vendrá el capitán, sargento Rivaille?. – Preguntó Günter.
– No
es seguro, solo me he sido informado de que vendrá. – Contestó con desagrado
Rivaille para escuchar como comenzaban a hablar sobre lo dicho los cuatro veteranos
de su equipo como si fueran viejas chismosas haciendo sus propias conjeturas
del rumor que circulaba en la ciudad. – Aurou y Erd, os ocupareis de limpiar
nuevamente esta ala del cuartel. – Ordenó, interrumpiendo la discusión que se
había formado. – Petra, hoy también te ocuparas de la colada mientras que
Günter y Eren os encargares de cortar esas enredaderas del exterior de la
fachada ya que no permiten que las ventanas de algunas habitaciones se puedan
abrir correctamente, usad los equipos tridimensionales si es necesario.
– ¡Sí,
sargento!. – Exclamaron todos antes de marcharse mientras que Rivaille se
dirigió al sótano para terminar de limpiar los calabozos que aún aguardaban a
ser fregados.
El día
pasó más lento de lo habitual para Levi pero aún así, logró terminar con su
deber de limpieza en el sótano antes de que la tarde se desvaneciese para ir a
comprobar el trabajo de sus subordinados, los cuales habían cumplido sus
labores aunque Aurou y Erd aún estaban terminando de limpiar el ala norte del cuartel
y su trabajo estaba siendo favorable.
Petra
que se había hecho cargo de la colada estaba terminando de recoger las telas y
ropas limpias de ese día.
Rivaille
terminó su escrutinio cuando observó como Günter y Eren, con ayuda de sus
equipos tridimensionales, estaban concluyendo de podar las plantas trepadoras
mostrando el dañado estado de la fachada del edificio a causa de las raíces de
las enredaderas que se había ocupado de deteriorar el exterior de las paredes
del viejo cuartel.
La
cena esa noche pasó tranquila, con algunos comentarios de los antiguos miembros
del equipo de Rivaille sobre lo exhaustos que estaban o el pequeño intento de
Eren de también integrarse, buscando el momento oportuno para dar su aporte.
Sin
embargo, esa noche para Levi estaba transcurriendo igual que la anterior a
causa de los molestos sueños en los que Irvin llegaba para llevarse a Eren.
Agotado,
Rivaille se levantó de su cama en plena noche y recorrió los enormes, oscuros y
silenciosos pasillos del viejo cuartel de las tropas de reconocimiento hasta
llegar a la cocina donde se puso a hervir agua para prepararse un té mientras
su cabeza no dejaba de rememorar sus pesadillas. Aunque era normal que el
capitán se pasara a comprobar que todo estaba bien, al fin y al cabo, Eren era
un chico especial y peligroso a la vez pero eso no dejaba de molestarle porque
si Irvin era un eficiente líder para la legión de exploración y se ganara todo
su respeto, a Levi le incomodaba formar parte del protocolario recibimiento que
tendría que hacer, sin mencionar, que la llegada de Irvin significaba nuevas
órdenes y nuevas advertencias.
Después
de tomar el té, Rivaille regresó a su cama con el fin de intentar dormir lo que
quedaba de la noche sin volver a tener
uno de aquellos sueños frustrante pero la suerte no corría de su lado y Rivaille
continuó teniendo las pesadillas que volvieron a hacer que fuera el primero en
levantarse.
Como
ya era costumbre, después de desayunar, Rivaille anunció la tarea que tenía que
hacer cada uno. Erd, Aurou y Günter se ocuparían de reparar la fachada del
cuartel con las herramientas y otros útiles que habían encontrado en el almacén
de armamento, ya que ahí habían descubierto todo tipo de objetos que no se
trataba solo de armas y depósitos del
gas que utilizaban para propulsarse mientras usaban sus equipos
tridimensionales. Mientras tanto, Petra continuaría a cargo de la colada porque
aún había muchas cortinas y sábanas sin lavar, además, de sus propias ropas que
al final del día, no solo estaban sucias sino que desprendía olor a sudor y eso,
no era higiénico.
Ese
día, Rivaille y Eren estarían colocando las cortinas ya limpias en las
ventanas, lo cual daría un aspecto más acogedor al viejo cuartel y, a pesar, de
estar trabajando juntos, Rivaille no habló más que lo necesario con el
adolescente, aún estaba irritado a causa de lo que había soñado en esas dos
noches.
Cuando
la tarde llegó, todos estaban trabajando en sus tareas encomendadas por el
sargento Rivaille pero ese atardecer también trajo consigo la llegada de Irvin
Smith al cuartel.
–
¡Sargento Rivaille!. – Llamó Petra entrando en una enorme sala en la que
Rivaille estaba terminando de colocar la última cortina de esa habitación con
ayuda de Eren, el cual estaba sujetando la escalera en la que estaba subido Levi.
– El capitán Irvin acaba de llegar. – Anunció con nerviosismo.
Rivaille
chasqueó la lengua ante lo dicho por Ral y descendió de la escalera para
ponerse frente a Petra.
–
Petra, ve a hacer la cena. – Le ordenó a la mujer frente a él que esperaba
escuchar órdenes.
– Pero
la colada… – Increpó Petra al recordar lo que iba a hacer cuando vio aparecer a
Irvin.
– Eren
se ocupará de eso. – Aseguró Rivaille.
– Sí,
sargento. – Contestó la chica antes de marcharse a la cocina.
– Eren,
lleva la escalera a la despensa y guarda todo lo demás antes de encargarte de
lo que estaba haciendo Petra. – Indicó Rivaille mientras se llevaba una mano a
la cabeza como si intentase mitigar una jaqueca.
–
¡Sí!. – Exclamó Eren para coger la escalera y marcharse del lugar.
Rivaille
suspiró antes de salir de la sala e ir a recibir a Irvin.
El
capitán Irvin Smith había llegado junto al teniente Mike y otros dos soldados
de las tropas de exploración, habían dejado sus caballos en los establos y
volviendo al patio, el cual aún no había sido limpiado de la maleza que lo
cubría, cuando Irvin vio acercarse a Rivaille.
–
¡Levi! Parece que este lugar te tiene bien entretenido. – Comentó divertido
Smith en forma de saludo a sabiendas de la obsesión del sargento por la
limpieza.
– Más
de lo que usted puede imaginar. – Contestó sardónico Rivaille. – Al menos,
ahora, está más adecuado para la convivencia que cuando llegué hace unos días
atrás a este cuartel. – Le hizo saber y escuchó como Irvin respondía con una
risa, al tomar las palabras de Rivaille como si se tratase de una broma
bastante divertida.
El
teniente Mike Zakarius no había prestado la más mínima atención a la charla que
estaban manteniendo el capitán con el sargento sino que como era habitual en
él, olfateó el aire para saber donde se encontraba cada uno de los subordinados
de Rivaille hasta que un peculiar aroma llegó a su nariz perteneciente al chico
problemático que era el tema de cualquier humano pero, también, era uno de los
varios motivos que habían llevado a Irvin hasta ese lugar donde lo ocultaban.
–
Noroeste. – Susurró Mike a Irvin y que Rivaille logró escuchar para indicarle
el lugar en el que Eren se encontraba en ese momento consiguiendo que las
carcajadas de Smith se extinguieran.
–
Bien, esta noche nos quedaremos aquí y mañana regresaré a Trost pero antes,
quiero comentarte las instrucciones que ha sugerido el generalísimo Dallyz para
la próxima expedición al exterior aunque eso ya te lo contaré mañana antes de
marchar de vuelta a Trost. – Indicó Irvin.
–
Bien. – Accedió Rivaille no muy contento por la noticia de saber que tendría la
batuta de anfitrión como si fuese una especie de sirviente personal de Irvin. –
Todos están ocupados. – Alegó escuetamente para darle a entender a Irvin que él
sería quien los llevaría hasta unas habitaciones limpias en las que podrían
descansar.
Rivaille
comenzó a caminar y fue seguido por los recién llegados hasta el interior del
edificio para escuchar como Irvin parecía divertirse alabando el buen trabajo
de limpieza que había llevado a cabo el sargento para hacer que el viejo
cuartel fuese un lugar habitable mientras que Rivaille solo apretaba sus
dientes para no soltar un improperio que podría originarle alguna sanción.
Rápidamente,
Levi llegó frente a las últimas puertas, una puerta frente a la otra, antes de
mirar a las dos últimas personas que lo seguían y que estaban en un lugar
opuesto a donde Rivaille y sus hombres tenían sus habitaciones.
–
Considero que la alcoba de la derecha le será de agrado. – Dijo Rivaille a
Irvin con parquedad mientras le señalaba el cuarto que creía mejor debía ocupar
el capitán de las tropas de exploración.
– Rivaille.
– Llamó Irvin al ver como el sargento se retiraba. – ¿Cómo está Eren? ¿has
tenido algún problema con él?. – Inquirió Smith haciendo notar la preocupación
que sentía hacia el adolescente ocasionando que las manos del sargento se
cerrasen en un puño con bastante fuerza.
– Es
un soldado más. – Contestó Rivaille con simpleza pero sin mirar a la cara a su
superior. – Petra está a cargo de la comida. – Dijo dando a entender con esa
simple oración a los hombres que pronto estaría la cena hecha, pues ya ambos
hombres conocían el carácter del sargento y podían apreciar que estaba más
irritado de lo habitual.
Rivaille
se marchó del lugar y contrario a lo que cualquiera hubiese pensado que se
dirigiría el sargento de la legión de exploración después del intercambio de
palabras con el capitán Smith, Levi no fue a la cocina para comprobar si Petra
estaba haciendo un buen trabajo sino que se encamino al exterior del edificio
con un único objetivo en mente, ir a donde estaba Eren.
–
Sargento. – Advirtió Erd al ver salir a Levi. – Ya terminamos con el muro que
estábamos reparando pero aún queda mucho trabajo por hacer para reponer la
fachada del cuartel.
–
Bien, mañana seguiréis trabajando en la fachada. – Aclaró Rivaille. – Irvin ya
ha llegado, no dejéis que os vea en esas condiciones. – Advirtió el sargento
mientras escrutaba lo sucios que se encontraban los cuatro hombres frente a él.
– Sí,
sargento. – Respondieron al unísono los cuatro hombres.
Rivaille
continuó su camino, dejando a sus subordinados recogiendo las herramientas que
habían utilizado para recomponer uno de los muros de la gran fortaleza que era
ese viejo cuartel.
Cuando
Levi llegó a su destino, se percató de que la colada aún estaba sin recoger y
no pudo evitar bufar con enfado ya que le había dicho a Eren que se ocupara de
ello pero tal parecía que el muchacho se había entretenido en algún lugar y la
colada aún no había sido recogida.
–
¡Sargento!. – Exclamó Eren cuando al retirar una de las blancas sábanas se
encontró sorpresivamente con Rivaille con los brazos extendidos como si hubiese
intentado coger la tela en el mismo instante que él la había retirado.
– He
venido a ayudarte. – Habló Rivaille en un intento de justificar su presencia y
el por qué se encontraba con las manos extendida sobre su cabeza aunque eso no
hizo que dejara de sentirse ridículo al quedarse de aquella manera tan extraña
aunque se alegró de ver que el quinceañero sí que estaba haciendo la labor que
le había encomendado.
Eren
miró a Rivaille con confusión ante las palabras dichas por el sargento pero no
objetó nada y continuó recogiendo las ropas secas junto a Rivaille sin que
ninguno de los dos hablara solo dedicándose a la tarea que estaban haciendo.
Cuando
regresaron al edificio, Rivaille se dirigió al comedor donde ya todos estaban
esperando para comenzar a cenar y fue en ese mismo momento que Petra comenzó a
servir el cocido que había preparado, así que cuando Eren entró al comedor ya
todos se encontraban degustando la cena.
–
¡Eren!. – Llamó Irvin con una sonrisa al ver entrar al adolescente al comedor y
captando la atención de todos los presentes.
Eren no
pudo evitar sonrojarse cuando se acercó al capitán Smith sintiendo todas las
miradas sobre él, incluso cuando hizo el reglamentario saludo militar para
mostrar su respeto a Irvin empuñando su mano derecha en su pecho, justo donde
se encontraba su corazón, y tenía su otro brazo doblado detrás de su espalda y
su mano estaba cerrada, también, en puño.
–
Señor. – Dijo con formalidad el quinceañero.
–
Relájate, no tienes que ser tan formal, solo quería saludarte, Eren. – Reveló
Irvin levantándose de la mesa y apoyando
su mano derecha sobre el hombro izquierdo del muchacho.
– S-Sí…
– Murmuró Eren tímidamente mientras deshacía el saludo militar.
– Me
gustaría hablar mañana contigo ya que hoy es demasiado tarde y no quiero
privarte de tu cena. – Aclaró el capitán Smith amablemente.
–
Pero… – Intentó replicar Eren.
– No
te preocupes, Rivaille podrá prescindir de ti por unos minutos, ¿cierto Levi?.
– Preguntó Irvin antes de mirar al sargento sentado en la otra mesa junto a su
equipo pero Rivaille no dijo nada solo gruñó haciendo sonreír a Irvin. – Ves,
no habrá problema si mañana no estás bajo las órdenes de Levi y vienes a
conversar conmigo, así que ve a comer que seguramente has tenido un día duro. –
Le dijo a Eren en tono gentil.
–S-si.
– Contestó no muy seguro Eren de las palabras del capitán Smith y al girarse
hacia la mesa en la que estaba Rivaille junto a todos los miembros de su equipo,
Eren se encontró con la escrutadora mirada del sargento que parecía haberse
ensombrecido más de lo habitual.
Rivaille
después de cenar se marchó sin decir nada del comedor, ni siquiera respondió a
las palabras que Irvin le había dicho cuando salió de la habitación, se sentía
demasiado molesto como para responder banalidades.
Al
llegar a su alcoba y cerrar la puerta detrás de sí, Rivaille dejó que todo el
enfado saliera y arremetió en contra de los diversos objetos que habían sobre la
superficie del escritorio tirándolo al suelo con fiereza antes de darle una
patada al viejo e inocente mueble, que afortunadamente no se rompió, antes de
llevar una de sus manos a su rostro para calmarse.
Levi
estaba demasiado molesto y sabía que la causa de su enojo tenía dos nombres,
Irvin Smith y Eren Jaeger, dos personas que a su juicio no deberían de
acercarse el uno al otro porque no soportaba como Irvin mostraba un rostro
demasiado amable hacia el chico que parecía brillar por la presciencia del
capitán Smith cerca de él.
Más
tranquilo después de soltar un poco de su frustración, Rivaille suspiró para
comenzar a recoger todo lo que había tirado al suelo y ya se había acuclillado
para recoger cuando escuchó como alguien golpeaba suavemente la puerta.
–
Sargento… soy Eren. – Se dio a conocer la persona que llamaba al cuarto de
Rivaille con nerviosismo.
Rivaille
dejó escapar un suspiro pesado, antes de volver a ponerse erguido sobre sus
piernas e ir a abrir la puerta para atender al muchacho.
–
Pasa. – Accedió Rivaille para que Jaeger entrara ya que fuese lo que fuese que lo
llevó hasta su alcoba para decirle, no iba a permitir que lo hablara en el
pasillo.
Eren
asintió con la cabeza antes de entrar a interior del cuarto de Rivaille y
quedándose paralizado al ver el desorden que había pero el sargento ignoró la
actitud de Eren para una vez cerrar la puerta, hacer lo que Jaeger había
interrumpido.
–
¿Puedo ayudarle?. – Preguntó Eren aún más incómodo.
– No
es necesario. ¿A qué has venido?. – Advirtió mientras seguía recogiendo el
desorden. – Habla rápido, no creas que porque Irvin esté aquí tendrás el placer
de dormir cuanto te apetezca. – Le recordó para mirar al adolescente.
– Yo…
solo quería saber si está bien lo que dijo el capitán en el comedor. – Inquirió
Eren con tono preocupado.
– ¿Es
qué deseas faltarle el respeto a un superior?. – Preguntó Rivaille para mirar
al chico después de dejar unos libros sobre el escritorio y comprobar cómo se
había compungido de horror Jaeger. – Irvin es el capitán de las tropas de
exploración, está por encima de mí para acometer lo que cree adecuado y sus
ordenes opacan las mías. – Le recordó con desagrado. – Si no tienes intención
de hablar con Irvin debes ser tu mismo quien se lo comunique.
– No,
no es… lo siento. – Terminó disculpándose Eren que había terminado mirando el
suelo y apretado sus puños. – Yo… lamento haberle incomodado. – Murmuró el
adolescente con la clara intención de salir de allí pero el agarre en una de
sus muñecas lo detuvo para mirar a la única persona que pudo hacerlo.
–
Eren. – Llamó el muchacho que lo miró a la cara al escuchar su nombre. – Mañana
no te quedes mucho tiempo hablando con Irvin, intenta que vuestra conversación
se corta. – Pidió Rivaille apretando inconscientemente la muñeca de Jaeger.
– S-Sí,
sargento. – Respondió Eren con nerviosismo ante la extraña mirada que le
mostraba Rivaille.
Levi
asintió con la cabeza y dirigió sus ojos hacia el agarre que tenía sobre la
muñeca del adolescente pero no soltó la extremidad de muchacho sino que volvió
a levantar la vista donde se encontró con los enormes ojos verdes de Eren.
–
Puede que Irvin sea el capitán pero es a mí a quien debes agradecer que se te
trate como un humano, a que el juez haya accedido que formes partes de la
legión de reconocimiento, Eren. – Le recordó Rivaille entrecerrando los ojos.
– Lo
sé, sargento y le estoy muy agradecido por ello, por formar parte de las tropas
y estar dentro de su equipo bajo su cuidado, sargento. – Contestó Eren
confundido por el cambio de giro que parecía haber tomado la charla.
Rivaille
soltó la muñeca de Eren mientras emitía un gruñido de conformidad a lo dicho
por el adolescente y Jaeger tomó aquello como un permiso para salir de la
alcoba de su superior.
–
Eren… – Llamó nuevamente Rivaille al chico que se detuvo justo cuando iba a
abrir la puerta para sentir como sorpresivamente su cuello fue apresado y sus
labios estrellados contra los del hombre que ocupaba la habitación con rudeza.
Debido
al inesperado acto, Eren había abierto un poco su boca para apreciar como la
lengua de Levi se colaba en su interior y comenzaba a recorrer su cavidad bucal
y acariciara la paralizada lengua de Eren que estaba en estado de shock por el
inesperado acontecimiento de Rivaille pero a pesar de que tan solo pasaron unos
segundos antes de que finalmente Rivaille dejara el interior de la boca de
Jaeger y despegarse de los labios del adolescente para con lentitud liberar el
cuello del muchacho, al que había obligado a inclinarse para poder besarlo.
Rivaille
tenía un suave sonrojo en su rostro y la respiración algo agitada aunque su
corazón parecía desbocarse cuando giró hacia el muchacho que parecía haberse
congelado por lo ocurrido.
–
Eren. – Llamó pero el chico no parecía reaccionar, así que Rivaille volvió a
llamarlo mientras palmeaba un poco una de las mejillas del adolescente que
pareció haber despertado de su inconsciencia y al percatarse de quien estaba
frente a él junto a lo que había sucedido hacía escaso tiempo atrás, el rostro
de Eren enrojeció ferozmente mientras su cuerpo había comenzado a temblar. –
¿Estás bien?. – Preguntó Rivaille al ver como Jaeger temblaba.
– S-sí…,
sí… – Contestó demasiado nervioso el quinceañero. – Será mejor que me retire,
¡qué descanse, sargento!. – Habló atropelladamente Eren antes de huir de la
habitación de Rivaille mientras llevaba sus manos a su boca para cubrirla
porque sentía que sus labios quemaban y el interior de su boca ardía.
Rivaille
miró la puerta cerrarse antes de suspirar mientras negaba con la cabeza y, acto
seguido, continuar recogiendo el estropicio que había hecho antes de Jaeger
llegara pero en sus labios formaban una sutil línea de curva ascendente,
Rivaille estaba sonriendo.
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