-Aclarando el corazón.-
La
cena de esa noche había pasado entre miradas cómplices que se encontraban a
cada instante entre Eren y Rivaille pero el resto de personas presentes ni
siquiera se percataron de ellas ya que estaban más ocupados escuchando a
Brossard quejándose de cuanto le dolía el cuerpo debido a los pesados trabajos
que estaban realizando para que el cuartel se convirtiera en un lugar decente.
Eren
solo se ocupaba de comer, aunque sus ojos chocaban con la mirada del sargento a
cada rato, y ni siquiera intentaba inmiscuirse en el diálogo en el que Erd y
Günter parecían mofarse de las exageradas quejas de Brossard, acotando que
Aurou había sido el que menos trabajo había realizado mientras Petra reía junto
a sus compañeros o regañaba a Aurou cada vez que intentaba engrandecer su
presencia intentando imitar la forma de hablar de Rivaille, el cual ignoraba
completamente a todos los presentes, su atención estaba en Eren y su plato de
comida.
Al
finalizar la comida, Eren ayudó a Petra y Aurou a recoger la mesa antes de
marcharse a su habitación ubicada en el sótano ya que un leve comentario de la
mujer aludiendo a Jaeger, hizo que el quinceañero se sintiera mal, era cierto
que esa noche Eren no había ayudado en la cocina como había hecho en días
pasados porque se encontraba en compañía del sargento, algo que desconocía Ral
y los demás, pero cuando el adolescente llegó a su cuarto, una vez entrar al
lugar, se sintió más cansado de lo usual.
La
mirada de Eren se dirigió al pequeño montoncito de ropa sucia y decidió ir a
lavarla, como había estado haciendo desde su llegada al cuartel de las tropas
de reconocimiento.
Todas
sus noches, antes de ir a la cama, debía dedicarse a hacer su propia colada,
limpiar su cuarto para poder tomar una ducha antes de ir a dormir porque al día
siguiente debía levantarse lo más temprano posible. Una rutina que había tenido
que adquirir a los pocos días de estar en el cuartel junto al equipo de
Rivaille. No obstante, estaba acostumbrado a lavar sus prendas personales, en
su tiempo de cadete cada quien debía de ocuparse de su propia colada y orden de
pertenecías que tenían en sus taquillas.
Jaeger
salió al patio del cuartel con la ropa sucia en las manos y después de dejarla
en la zona opuesta en la que se hacía la colada corrió hasta el pozo para
llenar una vieja cubeta con agua antes de poner la ropa dentro y comenzar a
lavar con ayuda del jabón y el rapador para frotar las telas.
Cuando
Eren terminó de lavar sus ropas comenzó a recoger las ropas que había dejado la
noche anterior para dejar la ropa mojada en ese lugar y a la noche siguiente ir
a buscarla mientras una nueva colada tomaba el sitio.
Al
regresar Jaeger a su habitación, se dedicó a guardar la ropa antes de limpiar
el cuarto para poderse dar una merecida ducha, eso siempre conseguía
tranquilizarlo y hacerlo sentir bien. Además de poder disfrutar de ese instante
en la mayor privacidad, por lo que si agradecía algo de estar en un cuarto del
sótano, es que el baño era la puerta de enfrente de su habitación, después de
haber perdido su hogar en Shingasina había tenido la obligación de utilizar
baños públicos donde no existía la palabra privacidad y mientras se formaba
como militar para poder entrar en el escuadrón de exploración, los baños
también eran comunitarios para todos los cadetes.
Sin
embargo, Eren no esperó que los hechos de ese día fluctuaran en su memoria como
burbujas que repetían una y otra vez haciendo que sus mejillas se coloreaban de
un leve sonrojo. Los besos, la confesión del sargento, su propia confesión y
todos aquellos sueños bochornosos que había tenido después del primer beso que
Rivaille le había dado y los cuales implicaban al sargento.
Eren
terminó de secarse el cabello antes de salir del baño para acostarse en su cama,
aún siendo asaltado por lo que le había y estaba pasando.
– ¿Me
gusta?, ¿el sargento en verdad me gusta?. – Se preguntó en voz baja Jaeger que
si alguien más estuviera en la habitación no podría haber oído lo que
pronunciaba en un tono tortuoso mientras se recostaba en su cama bajo la sábana
y las mantas. – Yo le dije que me gusta. – Susurró Eren aún inseguro de sus
propias palabras, de sus propios sentimientos y aún así, podía sentir como su
corazón golpeaba con fuerza y rapidez el interior de su pecho. – En ese
momento, él realmente me gustó. – Farfulló comenzando a sentir un calorcito en
sus mejillas que empezaban a colorearse de rosa al recordar la expresión que
mostraba el rostro de Rivaille y sin poder evitarlo un recuerdo golpeó su
cabeza como un mazo.
Eren se encontraba con algunos de sus
compañeros en medio de una de las pruebas de compatibilidad y cooperación en el
que el supervisor Keith asignaba al azar grupos para comprobar su desenvoltura
de trabajo en equipo a quienes se le ofreció un mapa, una brújula, una mochila
a cada uno con provisiones y un disparador de véngalas de humo por si alguno de
los grupos decidía retirarse de la prueba o se perdían o accidentaban.
El grupo que Keith había dispuesto como el
equipo número once estaba formado por el propio Eren y Mikasa junto a sus
compañeros Jean, Thomas, Christa, Ymir, Marco, Hannah, Franz y Sergey pero en
ese momento estaban descansando antes de seguir el camino recobrando fuerzas,
comiendo un poco y charlando amenamente.
– ¡Eso no es cierto!. – Gritó Christa sorprendiendo
a todo el grupo de cadetes que estaban comiendo en ese instante las pocas
provisiones que se le habían entregado para hacer una de las tantas pruebas que
debían de superar para poder graduarse como militares antes de ingresar en uno
de los tres escuadrones. – El amor si existe. – Afirmó mientras sus ojos
seguían clavados sobre Sergey Vólkov.
– ¡Claro que no!. – Aseguró el chico sin
inmutarse e hinchando su pecho al percatarse que todos los estaban mirando
gracias a la interrupción de la rubia cuando había comentado que el amor solo
era una quimera que la gente necesitaba creer que existía. – La gente se casa
con otras personas por sus actitudes. Por eso una mujer no solo ha de ser bella
sino también tiene que ser una buena cocinera y servicial para que pueda
contentar a su marido mientras que un hombre debe ser capaz de aguantar a su
propia familia frugalmente*, ser fuerte y convertirse en el centro del hogar. –
Argumentó sonriendo Vólkov mientras se llevaba una mano a su propia cabeza para
acariciar su cabello rojizo. – El amor son fantasías inventadas por las mujeres
pero la realidad es que es un sentimiento que no existe.
– No es verdad, el amor sí que existe. No
son simples ilusiones de mujeres y es un sentimiento tan grande y único que ha
hecho que las humanidad haya escrito multitud de libros sobre la realidad del
amor, del sentimiento de amar entre las personas, que nace en lo más profundo
del alma humana. – Contrarrestó Reiss frunciendo el entrecejo para escuchar
como respuesta la estridente risa de Sergey.
– ¡Acéptalo, rubita!. El amor son solo
patrañas inventadas por perdedores que necesitan soñar para encontrar una
escusa poética para estar con alguien. – Declaró con mofa Vólkov después de
terminar de reír.
– ¡Que no te haya pasado no quiere decir que
la gente no pueda enamorarse!. – Exclamó Hannah antes de girar su rostro a su
lado para mirar a Franz, el chico con quien estaba comenzando un noviazgo.
– Es verdad, no puedes hablar tan
ligeramente sobre lo que es el amor porque no has experimentado. – Aportó Franz
para luego sonreír a Hannah. – Solo estás hablando por ti, Sergey pero no
puedes hacer que otras personas que si hemos conocido ese sentimiento le
busquemos una explicación cuando es imposible de describirlo con simples palabras.
– ¡Ah…! ¿es qué puedes demostrar lo que es
el amor?. – Inquirió Sergey poniendo sus manos a la cadera y sus brazos
quedaban flexionados a los costados de su cuerpo en espera de que Franz hiciera
algo que le convenciera que el amor existe.
– No puede demostrarse pero puede sentirse,
es algo difícil de explicar con palabras como te dijo Franz. – Intervino Marco
mientras rascaba una de sus pecosas mejillas con un dedo indicando su
nerviosismo por involucrarse en la charla. – Se siente como si te ahogaras y te
costara respirar cuando ves a la persona que amas.
– Tu corazón palpita con fuerza si pasa a tu
lado o su mirada se encuentra con la tuya y en ese instante parece no haber más
nadie en el mundo para ti que esa persona. – Aportó Jean sonrojado por hablar
antes de mirar por el rabillo del ojo donde se encontraba Mikasa terminando de
comer una manzana.
– Tu tripa parece cobrar vida y se retuerce
y agita solo con oír su voz, casi pareciera que te hayas comido un centenar de
huevos de mariposas y estos eclosionaran en tu estómago comenzando a revolotear
desesperadamente por buscar un lugar por el que salir todas esas mariposas que
no dejan de volar dentro de tus entrañas. – Comentó Thomas levantándose del
lugar en el que se había sentado en el escarpado suelo.
– Todo eso son puras palabrerías. – Insistió
Sergey antes de mirar a Eren que se encontraba al lado de Mikasa escuchando
todo lo que hablaban y que poco le importaba, Jaeger solo quería terminar ya el
descanso para que ellos no fueran uno de los últimos grupos en llegar a la base
donde Keith los estaba esperando. – ¿Y vosotros no diréis nada?. – Preguntó
Vólkov antes de abandonar el rostro de Eren y dirigir sus ojos a Mikasa.
– No tengo tiempo para estar perdiéndolo
contigo. – Respondió Eren con molestia en su voz antes de levantarse de la roca
en la que estaba sentado junto a su hermana adoptiva. – ¡Vamos, Mikasa!. –
Llamó a Ackerman. – Nosotros nos adelantaremos. – Anunció a todos para pasar a
un lado de Ymir, la cual se dirigía a donde estaba Sergey.
– ¿Dime Sergey?, ¿alguna mujer te ha
aceptado antes de que abras la boca?. – Inquirió Ymir interviniendo en la
conversación. – Será interesante saber si hay alguna mujer dispuesta a casarse
contigo y preguntarle cuál fue su razón para aceptar a un cretino. – Dijo la chica
de pecas lo suficientemente alto, que tanto Eren como Mikasa, lograron
escuchar.
– ¡Será mejor que continuemos!. – Gritó Jean
logrando que todo el grupo siguieran el mismo sendero por el que caminaban los
hermanos al dar la discusión por terminada.
– ¡Eren!. – Llamó Mikasa con su voz
monótona. – ¿Tú qué crees del amor?. – Preguntó la chica con un leve sonrojo
mientras cogía el borde de la bufanda y la subía un poco a su rostro hasta
conseguir ocultar parte de su cara.
– ¿Tú también con eso, Mikasa? – Inquirió
Eren con un tono de voz entre enfadado y sorprendido. – Me da igual el amor,
solo quiero entrar en el escuadrón de reconocimiento y así poder matar a los
titanes. – Refunfuñó Jaeger acelerando el paso para dejar atrás a Mikasa.
Eren
sonrió preguntándose si él mismo sentía esas particularidades que sus
compañeros habían descrito en aquella ocasión que había surgido el tema de la
existencia de lo que se sentía estar enamorado. Sabía que le gustaba pero no
estaba seguro a que grado de gustar se encantaraban sus sentimientos hacia
Rivaille porque quizás solo se tratase de admiración o puede que de atracción
al conocer las heroicidades de Rivaille y que en todas esas expediciones que
había hecho regresara vivo, igual que el capitán Irvin pero, sinceramente, Eren
sabía que el agrado que sentía hacia el comándate Smith no era el mismo, ni
tenía la misma intensidad a como le gustaba el sargento.
Jaeger
se giró en la cama sintiendo la necesidad de tener algo que abrazar o presionar
entre sus brazos mientras no dejaba de cavilar sobre sus emociones hacia el
sargento y el fugaz deseo de que ese “algo” que abrazar fuera un alguien y que
en una milésima de segundo cruzara por la mente del muchacho que ese alguien a
quien apresar entre sus brazos fuese Rivaille, pasó tan inadvertido por su
cerebro que Eren no pudo evaluar la percepción instantánea e involuntaria que
tenía.
Eren no
se percató de cuando se durmió ya que no había dejado de estar pensando en sí
mismo y qué significaba realmente lo que le había dicho al sargento pero estaba
claro que el haberse despertado de un sobresalto para vestirse tan rápido a
como le era posible e intentar llegar al comedor a tiempo aunque esto ya no le
fuese viable porque ya todos sus compañeros habían terminado de desayunar, así
que cuando Jaeger llegó, obtuvo una mirada aún más fría de la que usualmente le
podría dirigir Rivaille, no era nada bueno.
El
adolescente escuchó un chasquido de lengua de Brossard, con el que parecía
recriminarlo por no haber despertado a tiempo antes de marcharse de la
habitación junto a Petra con los platos y cubiertos sucios de la comida.
Erd
Gin no se encontraba en el comedor y Günter le dedicó una mirada desinteresada
a Eren antes de desaparecer del lugar por la puerta que Eren había cruzado para
entrar a la estancia.
– Lo
siento, sargento. – Fue lo único que pudo articular a decir Eren, sintiendo
como su cuerpo se estremecía ante el posible castigo que podría mandarle
Rivaille por su falta de puntualidad.
Rivaille
bufó antes de levantarse de la silla provocando que Eren apartara su mirada del
oficial al suelo mientras escuchaba los pasos del sargento acercándose hacia
donde se encontraba él.
–
Tienes que encargarte hoy del jardín, luego iré a ver el trabajo que has hecho.
– Indicó Rivaille antes de marcharse del comedor y Eren pudo apreciar de que el
sargento estaba molesto con él y su impuntualidad, sintiendo como el poder
percatarse del estado anímico de Rivaille comenzaba a angustiarlo aun
desestimando el hecho de que pudiese diferenciar tan rápido la tonalidad de
Levi al hablar.
Eren
apretó los labios y sus manos convertidas en puño para reprimir el impulso que
le gritaba que siguiera a Rivaille para disculparse, pues el sargento ya le
había dado una orden y sería impropio que no fuera a cumplir con sus
obligaciones solo para dejarse llevar por impulsos que le traerían una sanción más
por parte de Rivaille.
Eren no
dijo nada acerca de su comida ya que sabía que esa mañana no tendría desayuno,
así que salió del edificio para ir a comenzar su tarea de arrancar malas
hierbas de la parte que se suponía era el jardín aunque estaba consciente que
no podría lograrlo con un solo día.
Como
había previsto, Eren ese día no dejó de estar arrancando toda clase de plantas
silvestres, además, de hierba sin importar el que a esas horas de la tarde se
encontrase sudorosos con sus ropas cubierta de polvo, tierra y la sabia de las
plantas. Incluso, sus camisa se había desgarrado un poco a causa de la rama de
un arbusto mientras intentaba arrancar una planta que, a pesar de su pequeño
tamaño, escondía una enorme raíz.
Cuando
Rivaille hizo acto de presencia, ni siquiera ingresó al jardín debido a la
tierra removida y los pequeños montículos que Eren había creado con las malas hierbas.
–
¡Sargento!. – Llamó Eren antes de erguirse para hacer el reglamentario saludo
manchando aún más su camisa debido a que tenía las manos muy sucias y
provocando una mueca de desagrado en Rivaille.
– Eren,
mañana continuaras con el trabajo, ve a darte un baño. Te estaré esperando en
mi habitación. – Concluyó Levi antes de girarse y marcharse dejando al
adolescente solo en aquella parte del jardín que había estado acondicionando.
Jaeger
suspiró antes de quitar los pequeños cúmulos de hierba del lugar y guardar en
el almacén de armamento las pocas herramientas que había utilizado para cortar
algunas ramas de los arbustos que le dificultaban el acceso al jardín, antes de
ir a ducharse y ponerse ropa limpia para encontrarse con Rivaille.
Sin
embargo, por algún motivo, Eren se encontraba nervioso, no era la primera vez
que iba a la alcoba de Rivaille y sabía
perfectamente que no sería la única pero en ese momento el torrente de
preguntas reapareció en su cabeza.
Eren
sacudió la cabeza en un intento de despejar todas las cuestiones antes de
golpear la puerta en espera de escuchar el permiso que le dejase entrar a la
habitación y cuando lo escuchó no dudó en ingresar al cuarto con algo de
timidez, sintiendo como Rivaille no dejaba de observarlo en todo momento.
Cuando
Eren cerró la puerta su brazo izquierdo era agarrado por Rivaille pero sorpresivamente
no fue con la intensión de tironear del adolescente para besarlo como ya había
hecho en otras ocasiones sino para ver las palmas de sus manos, dañadas por el
trabajo.
– Siéntate.
– Ordenó mientras se dirigía al armario de dónde sacó una pequeña caja mientras
Jaeger se sentaba en el único sofá que había en la habitación.
Eren
vio como Levi dejaba la caja sobre la pequeña mesa donde la abrió, mostrando
que se trataba de un botiquín de dónde cogió un pequeño bote.
– No
es necesario, pronto cerrarán porque son cortes pequeños. – Se apresuró a decir
Eren con un sonrojo al intuir lo que Rivaille pretendía hacer y era un poco
vergonzoso para el adolescente el sentir como su sargento se ocupaba de asistir
unas pequeñas cortadas en las palmas de sus manos.
–
¡Calla y deja hacer mi trabajo!. – Exclamó molesto Rivaille mientras abría el
pequeño bote que revelaba contener una crema de un lánguido color amarillo. –
No puedo permitir que mi novio vaya por ahí con heridas que podrían infectarse
y terminar contrayendo el tétano. – Explicó mientras cogía una de las manos del
chico que pareció paralizarse ante la voz de mando del sargento.
Eren
mordió su labio inferior viendo como Rivaille aplicaba la crema, la cual le
escocía un poco al entrar en sus heridas, pero eso no hacía que Jaeger se
perdiera algo de lo que hacía el sargento y entonces, el quinceañero levanto la
vista cuando para quedarse tan asombrado como absorto ante el rostro de
preocupación que mostraba Levi inconscientemente mientras envolvía las manos de
Eren con las vendas.
Rivaille
estaba terminando de vendar la mano derecha de Eren cuando sintió como los
dedos de la mano izquierda del adolescente tocaron su mejilla para acariciarlo
con demasiada sutileza.
El
sargento simplemente se detuvo ante el tacto y cerró los ojos como si estuviese
disfrutando el temeroso contacto que parecía tener Eren.
–
Eren. – Susurró Rivaille al sentir como el chico se detenía pero no obtuvo
respuesta y al abrir los ojos se encontró con que el quinceañero mostraba un
rostro de consternación. – ¿Qué pasa?.
Eren
giró la cabeza, recordando nuevamente la conversación con sus compañeros acerca
del amor mientras la pregunta y dudas de sus sentimientos o de si Rivaille
sentía igual o tenía sentimientos más profundos hacia él lo abordaron.
–
¿Realmente está bien que alguien como yo y usted…? – Preguntó en un susurro el
adolescente. – Ayer le dije que me gustaba y eso no ha cambiado en absoluto
pero esta situación es… extraña. – Se apresuró a decir sintiéndose más nervioso
e incomodo por no saber cómo explicarle a Rivaille su inquietud. – Solo… solo
las personas que se aman están así.
Rivaille
miró al adolescente antes de inclinarse para besarlo con fogosidad en un
intento de expresar con acciones y sin utilizar palabras sus sentimientos
porque Levi no era una de esas personas que diera a mostrar sus emociones a
través del diálogo sino que prefería que sus actos dijeran todo aquello que su
boca era incapaz de comunicar.
– ¿Y
qué piensas ahora, Eren?. – Preguntó Rivaille con la respiración acelerada y
mirando fijamente a los ojos verdes que se habían humedecido ante la pasión del
beso que resaltaban más debido al sonrojo de los pómulos del quinceañero. –
¿Qué sientes por mí? ¿qué sientes de todo esto?. – Inquirió Rivaille llevando
su mano derecha hacia la nuca de Eren y manteniendo la poca distancia que había
estimado mantener después de besar a Eren.
Eren
rotó los ojos mientras sentía el vaho del aliento de Rivaille colisionar en su
boca y la mezcla de sentimientos que luchaban en su interior no dejaba de
provocarle una fuerte presión en su pecho e incluso, la necesidad de derramar
lágrimas que sabía no habían en los lagrimales de sus ojos.
Jaeger
levanto sus manos, sin importarle que parte del vendaje de una de sus manos se
hubiera deshecho porque lo que realmente sentía que debía hacer en ese momento
era tocar aquel rostro pequeño, arrogante e intimidatorio que poseía la persona
frente a él y una vez, Eren palpó la cara de Rivaille, sus pulgares cobraron
vida para acariciar la cara del sargento.
– Yo…
solo sé que quiero estar aquí, con usted. – Farfulló Eren como si hubiese sido hipnotizado
antes de descender sus manos por el cuello del hombre frente a él y acariciar sutilmente la tela del pañuelo
hasta alcanzar los tirantes que necesitaría para usar el equipo de maniobras tridimensional
y agarrar los cinturones con demasiada fuerza. – No sé… no sé lo que siento, solo puedo asegurar que
usted me gusta de una manera diferente que cualquier otra persona… que yo… yo…
¡yo lo quiero sargento!. – Terminó exclamando Eren dándose cuenta en ese
momento como algo dentro de él se accionaba y le dejaba ser consciente de que
quería más de lo que había creído a Rivaille.
Sin
poder evitarlo, Jaeger dejó caer su cabeza sobre el hombro de Rivaille y soltó
sus manos de los cinturones para atrapar el cuerpo del sargento entre sus
brazos pero aunque no lloró, aunque no pudo seguir diciendo nada o Rivaille
dijera algo. Ambos, Eren siguió por varios minutos más abrazado a Rivaille de la
forma tan posesiva e incómoda para el sargento pero a la vez tan demostrativa
de sentimientos que parecían no querer darse a conocer por medio de palabras.
Entonces
el recuerdo de la conversación en sus días de cadete hicieron que Eren sonriera
tristemente, sintiendo el calor de Rivaille y como este había comenzado a
acariciar su espalda y cabeza como si se tratara de un niño pequeño al que
estaba consolando, porque realmente, en ese momento de su vida, ni siquiera
podría imaginar en la situación que se encontraba o que él llegara a sentir más
allá que las palabras hacia otra persona, así que tenía que admitirlo, el
sargento Rivaille no solo le gustaba o lo quería sino que era algo más fuerte y
eso debía de ser lo que la mayoría de los humanos llaman amor. También,
coincidía con Ymir en ese instante, Sergey era un cretino y eso lo hizo comenzar
a reírse levemente por la ignorancia de Vólkov.
– ¿Te
sientes mejor?. – Inquirió Rivaille al escuchar una pequeña risilla por parte
de Eren que lo apretó más acercándolo a su cuerpo.
– Un
poco más. – Murmuró Eren antes de llenar sus pulmones de aire mientras dejaba
de reír porque ese no era momento de pensar en otras personas, solo era el
momento de disfrutar de la cercanía.
Después
de un buen rato, Eren liberó a Rivaille que al ver el vendaje de la mano del
chico arruinado y su camisa manchada con la crema no dudó en regañar a Jaeger
pero este solo pudo sonreír escuchando a Rivaille refunfuñar mientras volvía a
aplicar el ungüento y vendarle la mano.
Aclaración de los términos:
* Frugalmente:
Económicamente.
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