- Sentimientos inexplicables.-
Rivaille
había retirado las viejas mantas y sábanas que cubrían la cama que ocuparía
Eren porque, al igual que el resto de cobertores, estaban llenos de polvo junto
a un intenso olor que indicaba que hacía años que no habían sido lavados.
Luego,
Rivaille se propuso levantar el colchón para zarandearlo un poco en un sencillo
intento de quitar la rigidez que había adquirido durante todo esos años para
que alguien pudiese acostarse sin sentir que estaba durmiendo en el suelo pero
el que una tos lo interrumpiera, hizo que dejara por el momento lo que pensaba
hacer y se girará en busca del causante.
Eren
estaba tosiendo a pesar de tener un pañuelo en su rostro que hacía las veces de
una mascarilla con la que se suponía no debía de respirar la suciedad que había
en el aire mientras limpiaba pero su forma de hacerlo hizo que Rivaille se
irritara ya que parecía que el chico no conocía las normas básicas para la
limpieza, así que caminó hasta el adolescente.
–
Eren. – Llamó al chico mientras le
tocaba el hombre para captar la atención. – Estás haciéndolo mal. – Indicó
antes de quitarle de la mano el plumero. – Si continuas batiéndolo así, solo
removerás el polvo del lugar, tienes que hacerlo de esta manera para que quede
limpio y no estés levantando una polvareda como estás haciendo. – Le explicó
antes de devolverle el enser para que siguiera limpiando.
– Sí,
sargento. – Respondió Eren pero antes de continuar con lo que estaba haciendo
se quedó mirando como Levi volvía hacia la única cama que había en la estancia
y al ver lo que el sargento intentaba hacer dejó el plumero a un lado para ir a
donde estaba Rivaille y ayudarle a levantar el pesado colchón. – Permítame
ayudarle. – Dijo Eren antes de que Rivaille moviera el colchón.
–
Cógelo bien por aquella parte. – Indicó Levi accediendo a que lo ayudase el
adolescente. – ¿Lo tienes bien sujeto?. – Preguntó Rivaille mirando a Eren que
asintió con la cabeza. – Bien, contaré hasta tres y lo levantaremos para
dejarlo en vertical para azuzarlo.
– Sí.
– Contestó Eren antes de escuchar como Rivaille comenzaba la cuenta atrás y al
llegar al último número ambos levantaron el pesado colchón para dejarlo apoyado
a la pared. – No parecía que fuese tan pesado. – Afirmó Eren con la respiración
agitada.
– No
se trata de un colchón de lana o de alambres, querían que durase quizás hayan
utilizado caucho en su relleno. – Comentó Rivaille despreocupadamente. – Ve a
terminar lo que estabas haciendo, no voy a quedarme toda la noche limpiando
este lugar, aún hay mucho trabajo por hacer mañana. – Advirtió rompiendo el
buen ambiente que se había creado y por alguna razón le afectaba, sintiéndose
incomodo.
– Sí,
sargento. –Respondió con nerviosismo Eren ante el rápido cambio de actitud de
Rivaille para terminar de limpiar ese cuarto que se convertiría en su alcoba.
Rivaille
miró a Eren comenzar a limpiar el polvo nuevamente pero en esta ocasión
haciéndolo como le había explicado y extrañamente eso hizo que Levi formara una
leve sonrisa que gracias al pañuelo que cubría su rostro no se veía.
Eren
terminó de fregar el suelo de piedra, dando por concluida el acondicionamiento
de la habitación que desde ese momento sería su dormitorio.
–
Mañana, tendremos un duro día, descansa bien, Eren. – Se despidió Rivaille que
se había quitado los pañuelos de su cabeza para emprender rumbo a su cuarto.
–Sí,
sargento y… gracias por ayudarme a limpiar la habitación que ocuparé. – Terminó
agradeciendo Jaeger con un leve sonrojo en sus pómulos ya que pensaba que
tendría que dormir sobre un manto de polvo por no poder limpiar él solo ese
cuarto.
–
¡Buenas noches!. – Se apresuró a decir Rivaille antes de alejarse del
adolescente al sentir como aquel rostro le había provocado una presión en su
pecho.
Rivaille
llegó a su alcoba un poco azorado sin poder evitar el borrar el rostro de
Jaeger y aunque se obligó a concentrarse en dormir, no le fue posible el ver la
cara avergonzada de Eren que rápidamente intentaba disipar de su mente hasta
que logró dormir.
La
mañana llegó antes de lo que Rivaille hubiera deseado, apenas había dormido
tres horas, un tiempo que podía considerar demasiado si estuviese fuera de la
protección de los muros cuando hacían alguna expedición y la vida cobraba un
enorme valor.
Cuando
llegó al comedor, se percató de que todo su equipo estaba presente preparando
con la escasa comida que tenían el desayuno pero Eren no estaba allí, al
parecer el muchacho aún no se había despertado aún, algo que hizo que Rivaille
chasqueara la lengua inconforme porque le había advertido de que debería
levantarse temprano.
–
¡Buenos días, sargento!. – Lo saludaron todos los componentes de su equipo al
unísono.
– ¿Y
Eren?. – Preguntó después de asentir con la cabeza al saludo, siendo la forma
de dar los buenos días a sus subordinados.
Ante la
pregunta todos se miraron entre ellos, como si estuvieran decidiendo el
contarle o no sobre donde se encontraba el adolescente ya que nunca estaban
seguros del ánimo que despertaba el sargento ya que no lo mostraba abiertamente
ni con el lenguaje corporal.
– Aún
no se ha despertado. – Habló Brossard con desdeñes hacia Jaeger.
Rivaille
no dijo nada a causa de la forma de hablar de Aurou, lo cual le había molestado
ya que Eren se había convertido en un miembro más de su equipo desde el
instante que había aceptado tenerlo como subordinado pero parecía que a Aurou
no le agradaba tener a Eren en el equipo aunque eso no le hacía desistir para
intentar intimidar a Eren o hacerle ver su superioridad en batalla o en
experiencia como miembro de la legión de reconocimiento cada vez que podía.
Levi
salió del comedor, dejando que su equipo se ocupara de poner la mesa para
desayunar y fue hasta la escalera que descendía hasta el sótano.
Cuando
Rivaille llegó al cuarto en el que estaba Eren, pensó en tirarlo de la cama como
un castigo por no haber despertado todavía pero lo que no precisó el sargento
fue que al entrar en la habitación, Eren se encontrase llorando dormido, la
escena ante los ojos de Rivaille hizo que se olvidara de su intención inicial
aunque no era la primera vez que veía a Jaeger llorando en sueños ya que lo
había presenciado cuando estaba encarcelado en espera de juicio esa mañana,
consiguió templar al sargento.
Rivaille
caminó hacia el adolescente dormido y, por algún motivo que desconocía,
acarició la frente de Jaeger, apartando un poco el flequillo que cubría la piel
de la frente y el chico pareció calmarse.
– No
me dejes… – Farfulló Eren en sueños y eso hizo que Levi se sobresaltara, sabía
que la simple frase se debía al sueño que estaba teniendo Jaeger pero el
subconsciente de Rivaille hizo que se emocionara y el corazón le palpitase con
fuerza haciéndole soltar un gemido ahogado.
Rivaille
rompió el contacto de su mano con Eren mientras se tranquilizaba y, luego, se
ocupó de despertar al adolescente.
–
Eren… – Llamó a Jaeger mientras lo movía un poco consiguiendo su propósito,
despertar al muchacho.
– Sa…
sargento… ¡sargento Rivaille!. – Terminó gritando Jaeger sorprendido por ver al
hombre de cara apática muy cerca de él.
–
Levanta de inmediato, mocoso, y sube a desayunar. Todos estamos esperando por
ti para continuar con el trabajo. – Informó Rivaille antes de salir del cuarto
ávidamente para volver al comedor cuando Eren le respondió con un asentimiento
de cabeza y su rostro colorado por la vergüenza que le provocaba el haberse
quedado dormido para ser despertado por su superior.
Cuando
Eren llegó al comedor ya todos estaban terminando su desayuno.
– ¡Lo
siento!. – Se disculpó Eren haciendo una reverencia a todos sus compañeros con
el rostro avergonzado por su falta con ellos. – No volverá a ocurrir.
–
¡Eren!. – Llamó Rivaille captando la atención del adolescente. – Siéntate y
come tu comida mientras escuchas lo que haremos cada uno.
–
¡Sí!. – Gritó Eren para ocupar su lugar en la mesa y comenzar a comer la crema
de manzana y el pan.
– Erd,
te ocuparás de los caballos antes de salir a Trost, quiero que vayas al cuartel
general y le digas a Irvin que tienes órdenes mías de aprovisionamiento, él no
se opondrá. Así que confío en ti para que traigas una carreta llena con las
provisiones necesarias para estar en este lugar. – Indicó Rivaille para ver
como Erd asentía con la cabeza para luego, dirigirse a otro de sus
subordinados. – Günter, te ocuparas de la colada.
– Sí,
sargento. – Respondió Günter.
–
Petra y Aurou, vosotros os ocupareis de terminar de limpiar las habitaciones
que falta de esta ala del cuartel. – Ordenó Levi.
– ¡Sí,
sargento!. – Contestaron al unísono Ral y Brossard.
–
Eren. – Llamó al adolescente y al que aún no había designado ninguna tarea. –
Me ayudarás a limpiar la despensa para que esté en condiciones a la vuelta de
Erd y, también, el almacén de armamento.
– ¡Sí,
sargento!. – Exclamó Jaeger, después de tragar forzosamente un pedazo de pan duro
que había mordido.
– Ya
sabéis todos los que tenéis que hacer. Erd, ven conmigo te daré una carta para
que le entregues a Irvin. – Dijo Rivaille levantándose de la mesa para ir al
único despacho limpio que había en el cuartel seguido de Gin.
Aurou
se acercó a Eren con una sonrisa maliciosa.
–
¡Eh…! Tendrás que lavar los cubiertos como sanción por hacernos esperar y
molestar al sargento Rivaille, al tener que irte a despertar. – Le dijo Aurou
con autosuficiencia a Eren. – El sargento ha sido muy amable contigo
permitiéndote comer la comida, así que muestra tu gratitud.
– Sí,
entiendo. – Se apresuró a decir Eren.
Cuando
Rivaille terminó de escribir y sellar la carta que le dio a Erd Gin para que le
diera a Irvin, fue en busca de Eren, el cual no se encontraba en el comedor,
donde ya no quedaba rastros de que alguien hubiese desayunado allí.
Al
llegar Rivaille a la cocina, Eren terminaba de fregar el último cubierto.
–
Eren.– Llamó al adolescente que se sobresaltó al escucharlo haciéndole entender
que lo había asustado. – ¡Vamos!. – Indicó Rivaille que ya se había preparado
para limpiar los almacenes.
–
¡Sí!. – Aceptó Eren para correr a un lado de Rivaille y seguirlo hasta la
despensa.
Como
era de esperar, la despensa del viejo cuartel general de las tropas de
reconocimiento era una habitación enorme, mucho más grande que la que poseía el
cuartel general de Trost.
Rivaille
y Eren con ayuda de unos candiles, caminaron por uno de los oscuros pasillos
que hacía las estanterías en las que alguna vez hubiera comida hasta llegar a
donde había una pequeña escalera que solo contaba con cinco escalones y una
puerta que al abrirla pudieron apreciar que se trataba de una pequeña bodega
donde aún habían barriles.
–
Comenzaremos a limpiar por aquí, luego buscaremos una escalera para subir al
balcón que rodea toda la despensa y por último, limpiaremos lo que nos queda. –
Indicó Rivaille mientras iluminaba con el candil. – Debemos tener todo esto limpio
para cuando regrese Erd.
–
¡Sí!. – Se apresuró a hablar Eren mientras miraba impresionado aquel lugar
antes de salir de la bodega siguiendo al sargento para buscar los enseres de
limpieza y acondicionar el sitio.
Tardaron
tres horas en adecentar la bodega y se percataron de que algunos de los
barriles aún guardaban líquido en su interior que al destapar, Levi pudo
identificar en la mayoría de que se trataba de vino, el cual se había
conservado bastante bien y, también, habían otros toneles de coñac, un licor
demasiado caro que solo Rivaille había llegado a probar en una ocasión debido a
su ascenso en el escuadrón de exploración.
Rivaille
estaba algo mareado, no estaba acostumbrado a beber alcohol y el aroma de los
licores añejos que había descubierto junto a Jaeger parecía causarle el mismo
efecto a como si los hubiese tomado.
–
Sargento, ¿se encuentra bien?. – Preguntó el adolescente preocupado por su
superior al ver como parecía tambalearse antes de subir por la vieja escalera
de madera que habían encontrado para llegar a la parte superior de la despensa
que en esos momentos limpiarían.
– Sí.
– Respondió escuetamente Rivaille pero no pudo evitar tocarse la cabeza que no
dejaba de darle vueltas cuando llegó arriba, en un intento de recobrar la
sobriedad aunque ya hacía rato que se sentía acalorado.
Rivaille
intentó mostrarse bien en todo momento aunque no pudo evitar suspirar debido a
que estaba sudando, más por el efecto embriagador que le había provocado los
licores que por el esfuerzo físico que estaba ejerciendo, y no parecía que el
calor producto del olor del licor que encontraron en la bodega que lo sofocaba
quisiera dejarlo.
Rivaille
terminó de limpiar una de las ennegrecidas ventanas que propiciaba luz natural
a la despensa iba a descender de la caja de madera que le servía de apoyo para
limpiar los cristales de las ventanas cuando sintió que su cuerpo se volvía más
ligero de lo normal y flotaba, estaba cayendo.
Rivaille
había trastabillado accidentalmente y, ahora, esperaba recibir el doloroso
golpe que acontecería al caer pero al escuchar la voz de Jaeger que se dirigía
hacia él para decirle que había terminado lo que le había mandado hacer, su
cuerpo de forma involuntaria buscó el equilibrio suficiente para impedir caer
al suelo, no quería que Eren lo viese caer tan vergonzosamente aunque eso
conllevó a que el brusco movimiento hiciera que le doliese la cabeza.
–
Sargento Rivaille, ya terminé de limpiar. – Indicó Eren formalmente pero al no
tener respuesta prestó más atención al hombre frente a él que se encontraba
algo más pálido de lo normal. – ¿Se encuentra bien?.
–
Veamos si has limpiado bien. – Evadió la pregunta para ir a comprobar si había
suciedad en la zona de la planta que había estado limpiando el quinceañero y
una vez, había dado su visto bueno, ambos bajaron para terminar de limpiar la despensa
ya que él también había terminado con su parte.
Rivaille
sentía como poco a poco se pasaba el efecto embriagador al que había sucumbido
y, no obstante, ese tiempo se le pasó demasiado lento, había escuchado ya
varías veces preguntar a Eren si se encontraba bien aunque no había contado la
cantidad de veces que el adolescente le había formulado la pregunta, Rivaille
estaba confiado de que había sido más veces de las hubiese querido oírlo.
A
pesar, de que Rivaille estimaba tener la despensa limpia para medio día se
demoraron más de lo esperado y cuando llegó la tarde habían acabado de limpiar
aquel almacén de comida, justo a tiempo, ya que fue en el mismo momento que Erd
llegaba al cuartel con una carreta repleta de comida pero a pesar de que el
estómago de todos gruñó hambriento, Rivaille no permitió ningún descanso,
ordenando que cada uno continuaran con lo que estaba haciendo porque ya
comerían en la cena para mandarle a Erd que colocara toda aquella comida en la
despensa mientras que Rivaille y Eren se dirigirían a limpiar el almacén de
armamento.
En el
almacén de armamento no era tan grande como
la despensa, este hecho contentó a Eren pero en el almacén se
encontraron con todo tipo de objetos útiles y que no tenían ningún valor. Pues
en el almacén de armamento había viejos equipos tridimensionales, herramientas
para reparaciones, cañones y balas para los mismos. Además, de haber, también, depósitos
del gas que utilizaban para propulsarse con los equipos tridimensionales aunque
se encontraban otra clase de objetos como cuerdas, armas de fuego como algunos
rifles que eran inservibles para un enfrentamiento contra los titanes y,
también, útiles de labranza.
Sin
embargo, para cuando Rivaille y Eren comenzaron con la limpieza del viejo
almacén en el que, incluso, comprobaron si los grandes depósitos contenían gas
para los equipos tridimensionales, fue una tarea mucho más ágil y veloz que la
limpieza de la despensa.
Cuando
terminaron de limpiar el almacén de armamento en el que Rivaille había hecho
una lista mentalmente de lo que había y era o no de utilidad, Levi se fue a dar
un baño mientras que el resto de su equipo comenzaba a preparar la cena.
Cuando
Rivaille llegó al comedor en el que los miembros de su equipo hablaban
animadamente se percató de que Eren no se encontraba allí, tampoco habían
cubiertos que indicaran que lo estaba esperando, así que el sargento supuso de
que el chico ya había cenado por lo que no dijo nada antes de retirarse a su
habitación y poder dormir como debía ya que esa noche tendría sábanas y mantas
limpias que lo resguardase del frío nocturno aunque alguien se había encargado de hacerle
la cama sin su permiso pero no le fue de importancia ya que suponía que había
sido Petra, pues la chica siempre estaba al pendiente de lo que hacía.
Rivaille
estaba a punto de acostarse cuando se preguntó si Eren abría recibido unas
cobijas limpias, así que decidió ir hasta el sótano para comprobarlo pero se
detuvo a medio camino al percatarse de que había una luz encendida, proveniente
de la cocina.
Sigilosamente,
Rivaille caminó hacia el lugar con enfado porque no iba a tolerar que alguno de
sus hombres robara comida a escondidas pero se sorprendió al encontrarse con
Eren fregando los trastes que se suponía él había mandado a Aurou limpiar
después de que todos hubiesen terminado de comer.
– ¿Qué
haces aquí, Eren?. – Preguntó Rivaille al chico que dio un leve saltito debido
al susto que le proporcionó Levi.
–
¡Sargento!. – Exclamó al reconocer la voz. – Aurou me pidió que fregara los
platos ya que no los había ayudado a preparar la cena y… – Pero Eren calló ya
que lo demás que le había dicho Brossard eran en relación al accidente que
había sufrido por hablar mientras cabalgaba y el estar haciendo que Rivaille pareciera
un niñero pendiente de él.
– Deja
eso y ve a dormir, mañana tienes trabajo que hacer. – Ordenó Rivaille un poco
molesto ante la revelación de que Aurou había encomendado el trabajo que le
había mandado a Eren y por alguna razón, ese hecho le había enfurecido.
– Ya
estoy terminando...
– Es
una orden, Eren. – Indicó Rivaille mostrando su desagrado a que no lo obedecieran.
– Sí,
sargento. – Respondió dejando de fregar para caminar hacia su habitación pero
el chico no esperó que al pasar al lado de Rivaille su estómago gruñera.
– ¿Aún
tienes hambre?. – Inquirió.
– Lo
siento pero yo… yo aún no he cenado, señor. – Fue bajando la voz a medida que
hablaba mientras su rostro se coloreaba de rojo y las palabras sorprendieron a
Rivaille.
– ¿Por
qué no has cenado?. – Preguntó Levi con confusión, cuando él llegó al comedor,
recordó que todos estaban ya en la mesa comiendo.
– Erd
me pidió que le ayudara con los caballos y después Petra me dijo que estaba
demasiado sucio como para sentarme en la mesa, así que fui a asearme pero
cuando regresé ya todos habían comido y Aurou me dijo que debía de ocuparme de
fregar los platos antes de comer algo por no ser puntual con el horario. –
Contó algo nervioso por lo que había ocurrido para no haber cenado aún.
–
Siéntate. – Ordenó Rivaille antes de ir hasta el caldero donde aún quedaba
comida de la cena que luego le dio a Eren junto a un pan. – No tienes que
esforzarte demasiado, no estás aquí para hacer los deberes de los demás, Eren.
– Le recordó Rivaille sentándose enfrente de Eren en la pequeña mesa de la cocina
mirando como el muchacho comenzaba a devorar la comida con apetito.
– Yo
solo quiero tener una buena relación con mis compañeros. – Contestó después de
beber un poco de agua que Rivaille le había servido en un vaso al ver que la
necesitaba para pasar la comida.
– No
vas a conseguir nada si solo dejas que abusen de ti. Ellos tienen sus tareas y
obligaciones, igual que tú y no podrás desatender tus deberes para hacer el de
los demás.
– Pero
yo… realmente quiero ayudar. – Murmuró Jaeger.
Rivaille
lo miró sin comprender demasiado a que venían esas palabras porque si pretendía
encomendar algo, estaba claro que no lo lograría si continuaba así.
– Si
ya has terminado ve a dormir, debes de tener sábanas y mantas limpias en tu
habitación. – Dijo al ver como Jaeger terminaba de comer lo que quedaba dentro
de su plato.
– Sí,
sargento. – Aceptó Eren antes de dejar los enceres junto al resto de cubiertos
en espera de ser fregados. – ¡Buenas noches!. – Se despidió para salir de la
cocina y una vez que el muchacho desapareció de allí, Rivaille se dirigió hasta donde estaban los platos sucios que comenzó
a fregar hábilmente antes de ir a dormir mientras en su cabeza buscaba el mejor
castigo que le proporcionaría a Aurou por desobedecerlo.
Rivaille
fue el primero en despertar, a pesar de haber sido el último en ir a la cama,
pero antes de que Eren apareciera ya todos los demás fueron apareciendo en el
comedor.
–
Aurou… ¿antes de irte a dormir hiciste lo que te dije?. – Preguntó Rivaille aún
molesto por lo ocurrido en la noche. – Porque me sorprende que fueras a la cama
tan temprano. – Añadió, percatándose de cómo Brossard parecía estar demasiado
nervioso. – Te recuerdo que soy sargento y el que no cumplas una orden directa
mía se me permite sancionarte como mejor crea conveniente, no me gusta que mis hombres
no sean disciplinados.
– Sí,
sargento. – Respondió angustiadamente Aurou.
–
¡Espere un momento, sargento!, no es culpa de Aurou. Ayer lo vi muy agotado y
yo le sugerí… – Intentó defender Petra el comportamiento de Aurou.
– No
fuiste la única, yo le dije a Aurou que debía descansar parecía estar más agotado
de lo normal y por ello, no haya podido realizar la tarea que le ordenó,
sargento. – Intervino Günter en un intento de excusar a su compañero.
– Yo… –
Iba a hablar también Erd.
–
¡Silencio!. Aurou ayer no hizo ninguna tarea más agreste que los demás para que
lo encubráis como si no fuera capaz de abogar por él mismo. – Aclaró Rivaille
antes de mirar a cada uno de los miembros del equipo que él mismo había
formado. – Eren no está aquí para ser vuestro sirviente, él es un componente
más del equipo, no alguien al que tengáis el derecho de utilizar para
encomendarles vuestras tareas solo porque haya sido el último de vosotros en
ingresar en este grupo.
– Sí,
sargento. – Respondieron todos al unísono con desanimo debido a la reprimenda
que le había acabado de dar su superior.
–
¡Buenos días!. – Interrumpió Eren saludando a todos los presentes sin
percatarse del aura deprimente que envolvía a todos sus compañeros.
– Eren
ve con Petra para que le ayudes a hacer el desayuno y Erd, ve a ocuparte de los
caballos antes de que esté lista la comida. – Indicó Rivaille para ver como el
quinceañero asentía con la cabeza, al igual que la mujer y Gin para luego
marcharse. – Vosotros, no os quedéis ahí, limpiad el comedor antes de poner la
mesa para desayunar. – Ordenó obteniendo una respuesta inmediata de sus
subordinados.
Esa
mañana todos comieron en silencio debido al regaño que Rivaille les había dado
aunque Eren permanecía ignorando la situación del por qué nadie se atrevía a
hablar.
– Esta
parte del cuartel ya está limpia solo nos queda las alas este, oeste y sur para
acabar con la suciedad que alberga. Hoy nos dividiremos en dos grupos y cada
uno tendrá que tener limpio al final del día la parte del cuartel que le he
asignado. Si no es así, no tendrá cena. – Anunció Rivaille provocando que todos
se sobrecogieran en sus lugares ya que solo contaban con dos comidas desde que
llegaron ahí y el quedarse sin cenar era un castigo demasiado severo de parte
de Rivaille. – El ala oeste del cuartel estará a cargo de limpiarlo Erd, Günter
y Aurou. Günter, tu estarás a cargo de que la limpieza se haga como es debido
si me percato de que dejáis una sola mota de polvo tendréis que volver a
limpiarla durante toda la noche y no me importará que no hayáis comido más que
esto o no hayáis descansado. – Señaló Rivaille los platos sucios en los que
habían degustado el desayuno. – Petra y Eren, vendréis conmigo a limpiar el ala
este del cuartel. – Terminó levantándose de la mesa. – Por cierto, Aurou,
debido a tu irresponsabilidad te ocuparás de fregar los cubiertos, platos y
enseres de cocinar durante las siguientes dos semanas a partir de este momento
y nadie podrá ayudarlo porque si descubro a alguien haciendo el trabajo que le
acabo de mandar a Aurou, esa persona no solo se quedará sin cena durante un mes
entero sino que tendrá que limpiar todos los pasillos del cuartel de rodillas y
con un cepillo. – Declaró Rivaille intimidatoriamente y provocando que sus
subordinados lo mirarán asustados.
– ¡Sí,
sargento!. – Gritó Brossard levantándose de la mesa para comenzar a recoger los
platos sucios.
–
Petra, Eren, vamos. – Ordenó saliendo del comedor.
– Sí,
sargento. – Respondieron al unísono para seguir a Rivaille en busca de los
enseres de limpieza para comenzar a acondicionar el ala este del cuartel.
A
pesar de que Rivaille había sancionado a Aurou el equipo de Günter había
conseguido terminar impecablemente con la limpieza del ala oeste antes del
anochecer y ambos grupos pudieron cenar antes de ir a la cama.
Ya
habían pasado cuatro días y aún le quedaba zonas por limpiar del cuartel, ese
día Rivaille, estimó que tres miembros limpiaran el ala norte del cuartel y
Petra se ocuparía de la colada mientras que el continuaría vigilando a Eren
mientras limpiaban todo el sótano ya que lo único limpio del subterráneo era la
habitación de Eren.
Rivaille
estimaba que debía de ser mediodía y tan solo habían limpiado una pequeña
porción del sótano.
–
¡Sargento Rivaille!. – Llamó Petra desde la entrada del calabozo que estaba
limpiando Levi.
Cuando
Rivaille escuchó la voz de la mujer, se giró de inmediato para encontrarse no
solo con su subordinada sino también con un hombre alto, de cabello corto y
rubio con pequeños ojos verdes acompañando a Petra.
–
Sargento Rivaille, soy Peter While vengo como mensajero de la legión de
reconocimiento, pertenezco a la unidad cien, señor. – Indicó el hombre mientras
empuñaba su mano derecha sobre el pecho, justo donde se encontraba el corazón y
su brazo izquierdo permanecía escondiendo su mano izquierda hecha un puño tras
la espalda.
–
¿Cuál es el mensaje?. – Preguntó Rivaille con apatía por haber sido
interrumpido mientras limpiaba.
– El
capitán Irvin me envió para entregarle esto. – El soldado sacó una carta de
entre sus ropas que le entregó a Rivaille.
–
Petra, puedes acompañar al mensajero hasta la salida. – Ordenó Levi a la mujer
que asintió.
– Por
favor acompáñeme. – Pidió Ral alegremente para volver por el camino que había
venido.
– ¡Qué
tenga un buen día, sargento Rivaille!. – Se despidió el mensajero antes de
seguir a Petra hasta el exterior.
Rivaille
abrió la carta cuando Petra había desaparecido junto al mensajero y comenzó a
leer el mensaje que Irvin le había mandado para una vez, haber terminado,
prenderle fuego a la carta.
– ¿Por
qué tienes que venir?. – Farfulló con enfado Rivaille para sí mismo sin dejar de observar como las
llamas devoraban raudamente el papel.
–
Sargento, ya terminé de limpiar la celda. – Interrumpió Eren llegando a donde
se encontraba Rivaille.
– Voy
a ver. – Contestó oscamente para dirigirse a ver el trabajo de Eren mientras
apretaba con fuerzas sus puños ante la desagradable noticia de la visita de
Irvin Smith.
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