martes, 1 de agosto de 2017

L.c.d.l.s.d.t. Capítulo ~4~

- Sentimientos inexplicables.-


Rivaille había retirado las viejas mantas y sábanas que cubrían la cama que ocuparía Eren porque, al igual que el resto de cobertores, estaban llenos de polvo junto a un intenso olor que indicaba que hacía años que no habían sido lavados.

Luego, Rivaille se propuso levantar el colchón para zarandearlo un poco en un sencillo intento de quitar la rigidez que había adquirido durante todo esos años para que alguien pudiese acostarse sin sentir que estaba durmiendo en el suelo pero el que una tos lo interrumpiera, hizo que dejara por el momento lo que pensaba hacer y se girará en busca del causante.

Eren estaba tosiendo a pesar de tener un pañuelo en su rostro que hacía las veces de una mascarilla con la que se suponía no debía de respirar la suciedad que había en el aire mientras limpiaba pero su forma de hacerlo hizo que Rivaille se irritara ya que parecía que el chico no conocía las normas básicas para la limpieza, así que caminó hasta el adolescente.

– Eren. – Llamó al  chico mientras le tocaba el hombre para captar la atención. – Estás haciéndolo mal. – Indicó antes de quitarle de la mano el plumero. – Si continuas batiéndolo así, solo removerás el polvo del lugar, tienes que hacerlo de esta manera para que quede limpio y no estés levantando una polvareda como estás haciendo. – Le explicó antes de devolverle el enser para que siguiera limpiando.

– Sí, sargento. – Respondió Eren pero antes de continuar con lo que estaba haciendo se quedó mirando como Levi volvía hacia la única cama que había en la estancia y al ver lo que el sargento intentaba hacer dejó el plumero a un lado para ir a donde estaba Rivaille y ayudarle a levantar el pesado colchón. – Permítame ayudarle. – Dijo Eren antes de que Rivaille moviera el colchón.

– Cógelo bien por aquella parte. – Indicó Levi accediendo a que lo ayudase el adolescente. – ¿Lo tienes bien sujeto?. – Preguntó Rivaille mirando a Eren que asintió con la cabeza. – Bien, contaré hasta tres y lo levantaremos para dejarlo en vertical para azuzarlo.

– Sí. – Contestó Eren antes de escuchar como Rivaille comenzaba la cuenta atrás y al llegar al último número ambos levantaron el pesado colchón para dejarlo apoyado a la pared. – No parecía que fuese tan pesado. – Afirmó Eren con la respiración agitada.

– No se trata de un colchón de lana o de alambres, querían que durase quizás hayan utilizado caucho en su relleno. – Comentó Rivaille despreocupadamente. – Ve a terminar lo que estabas haciendo, no voy a quedarme toda la noche limpiando este lugar, aún hay mucho trabajo por hacer mañana. – Advirtió rompiendo el buen ambiente que se había creado y por alguna razón le afectaba, sintiéndose incomodo.

– Sí, sargento. –Respondió con nerviosismo Eren ante el rápido cambio de actitud de Rivaille para terminar de limpiar ese cuarto que se convertiría en su alcoba.

Rivaille miró a Eren comenzar a limpiar el polvo nuevamente pero en esta ocasión haciéndolo como le había explicado y extrañamente eso hizo que Levi formara una leve sonrisa que gracias al pañuelo que cubría su rostro no se veía.

Eren terminó de fregar el suelo de piedra, dando por concluida el acondicionamiento de la habitación que desde ese momento sería su dormitorio.

– Mañana, tendremos un duro día, descansa bien, Eren. – Se despidió Rivaille que se había quitado los pañuelos de su cabeza para emprender rumbo a su cuarto.

–Sí, sargento y… gracias por ayudarme a limpiar la habitación que ocuparé. – Terminó agradeciendo Jaeger con un leve sonrojo en sus pómulos ya que pensaba que tendría que dormir sobre un manto de polvo por no poder limpiar él solo ese cuarto.

– ¡Buenas noches!. – Se apresuró a decir Rivaille antes de alejarse del adolescente al sentir como aquel rostro le había provocado una presión en su pecho.

Rivaille llegó a su alcoba un poco azorado sin poder evitar el borrar el rostro de Jaeger y aunque se obligó a concentrarse en dormir, no le fue posible el ver la cara avergonzada de Eren que rápidamente intentaba disipar de su mente hasta que logró dormir.

La mañana llegó antes de lo que Rivaille hubiera deseado, apenas había dormido tres horas, un tiempo que podía considerar demasiado si estuviese fuera de la protección de los muros cuando hacían alguna expedición y la vida cobraba un enorme valor.

Cuando llegó al comedor, se percató de que todo su equipo estaba presente preparando con la escasa comida que tenían el desayuno pero Eren no estaba allí, al parecer el muchacho aún no se había despertado aún, algo que hizo que Rivaille chasqueara la lengua inconforme porque le había advertido de que debería levantarse temprano.

– ¡Buenos días, sargento!. – Lo saludaron todos los componentes de su equipo al unísono.

– ¿Y Eren?. – Preguntó después de asentir con la cabeza al saludo, siendo la forma de dar los buenos días a sus subordinados.

Ante la pregunta todos se miraron entre ellos, como si estuvieran decidiendo el contarle o no sobre donde se encontraba el adolescente ya que nunca estaban seguros del ánimo que despertaba el sargento ya que no lo mostraba abiertamente ni con el lenguaje corporal.

– Aún no se ha despertado. – Habló Brossard con desdeñes hacia Jaeger.

Rivaille no dijo nada a causa de la forma de hablar de Aurou, lo cual le había molestado ya que Eren se había convertido en un miembro más de su equipo desde el instante que había aceptado tenerlo como subordinado pero parecía que a Aurou no le agradaba tener a Eren en el equipo aunque eso no le hacía desistir para intentar intimidar a Eren o hacerle ver su superioridad en batalla o en experiencia como miembro de la legión de reconocimiento cada vez que podía.

Levi salió del comedor, dejando que su equipo se ocupara de poner la mesa para desayunar y fue hasta la escalera que descendía hasta el sótano.

Cuando Rivaille llegó al cuarto en el que estaba Eren, pensó en tirarlo de la cama como un castigo por no haber despertado todavía pero lo que no precisó el sargento fue que al entrar en la habitación, Eren se encontrase llorando dormido, la escena ante los ojos de Rivaille hizo que se olvidara de su intención inicial aunque no era la primera vez que veía a Jaeger llorando en sueños ya que lo había presenciado cuando estaba encarcelado en espera de juicio esa mañana, consiguió templar al sargento.

Rivaille caminó hacia el adolescente dormido y, por algún motivo que desconocía, acarició la frente de Jaeger, apartando un poco el flequillo que cubría la piel de la frente y el chico pareció calmarse.

– No me dejes… – Farfulló Eren en sueños y eso hizo que Levi se sobresaltara, sabía que la simple frase se debía al sueño que estaba teniendo Jaeger pero el subconsciente de Rivaille hizo que se emocionara y el corazón le palpitase con fuerza haciéndole soltar un gemido ahogado.

Rivaille rompió el contacto de su mano con Eren mientras se tranquilizaba y, luego, se ocupó de despertar al adolescente.

– Eren… – Llamó a Jaeger mientras lo movía un poco consiguiendo su propósito, despertar al muchacho.

– Sa… sargento… ¡sargento Rivaille!. – Terminó gritando Jaeger sorprendido por ver al hombre de cara apática muy cerca de él.

– Levanta de inmediato, mocoso, y sube a desayunar. Todos estamos esperando por ti para continuar con el trabajo. – Informó Rivaille antes de salir del cuarto ávidamente para volver al comedor cuando Eren le respondió con un asentimiento de cabeza y su rostro colorado por la vergüenza que le provocaba el haberse quedado dormido para ser despertado por su superior.

Cuando Eren llegó al comedor ya todos estaban terminando su desayuno.

– ¡Lo siento!. – Se disculpó Eren haciendo una reverencia a todos sus compañeros con el rostro avergonzado por su falta con ellos. – No volverá a ocurrir.

– ¡Eren!. – Llamó Rivaille captando la atención del adolescente. – Siéntate y come tu comida mientras escuchas lo que haremos cada uno.

– ¡Sí!. – Gritó Eren para ocupar su lugar en la mesa y comenzar a comer la crema de manzana y el pan.

– Erd, te ocuparás de los caballos antes de salir a Trost, quiero que vayas al cuartel general y le digas a Irvin que tienes órdenes mías de aprovisionamiento, él no se opondrá. Así que confío en ti para que traigas una carreta llena con las provisiones necesarias para estar en este lugar. – Indicó Rivaille para ver como Erd asentía con la cabeza para luego, dirigirse a otro de sus subordinados. – Günter, te ocuparas de la colada.

– Sí, sargento. – Respondió Günter.

– Petra y Aurou, vosotros os ocupareis de terminar de limpiar las habitaciones que falta de esta ala del cuartel. – Ordenó Levi.

– ¡Sí, sargento!. – Contestaron al unísono Ral y Brossard.

– Eren. – Llamó al adolescente y al que aún no había designado ninguna tarea. – Me ayudarás a limpiar la despensa para que esté en condiciones a la vuelta de Erd y, también, el almacén de armamento.

– ¡Sí, sargento!. – Exclamó Jaeger, después de tragar forzosamente un pedazo de pan duro que había mordido.

– Ya sabéis todos los que tenéis que hacer. Erd, ven conmigo te daré una carta para que le entregues a Irvin. – Dijo Rivaille levantándose de la mesa para ir al único despacho limpio que había en el cuartel seguido de Gin.

Aurou se acercó a Eren con una sonrisa maliciosa.

– ¡Eh…! Tendrás que lavar los cubiertos como sanción por hacernos esperar y molestar al sargento Rivaille, al tener que irte a despertar. – Le dijo Aurou con autosuficiencia a Eren. – El sargento ha sido muy amable contigo permitiéndote comer la comida, así que muestra tu gratitud.

– Sí, entiendo. – Se apresuró a decir Eren.

Cuando Rivaille terminó de escribir y sellar la carta que le dio a Erd Gin para que le diera a Irvin, fue en busca de Eren, el cual no se encontraba en el comedor, donde ya no quedaba rastros de que alguien hubiese desayunado allí.

Al llegar Rivaille a la cocina, Eren terminaba de fregar el último cubierto.

– Eren.– Llamó al adolescente que se sobresaltó al escucharlo haciéndole entender que lo había asustado. – ¡Vamos!. – Indicó Rivaille que ya se había preparado para limpiar los almacenes.

– ¡Sí!. – Aceptó Eren para correr a un lado de Rivaille y seguirlo hasta la despensa.

Como era de esperar, la despensa del viejo cuartel general de las tropas de reconocimiento era una habitación enorme, mucho más grande que la que poseía el cuartel general de Trost.

Rivaille y Eren con ayuda de unos candiles, caminaron por uno de los oscuros pasillos que hacía las estanterías en las que alguna vez hubiera comida hasta llegar a donde había una pequeña escalera que solo contaba con cinco escalones y una puerta que al abrirla pudieron apreciar que se trataba de una pequeña bodega donde aún habían barriles.

– Comenzaremos a limpiar por aquí, luego buscaremos una escalera para subir al balcón que rodea toda la despensa y por último, limpiaremos lo que nos queda. – Indicó Rivaille mientras iluminaba con el candil. – Debemos tener todo esto limpio para cuando regrese Erd.

– ¡Sí!. – Se apresuró a hablar Eren mientras miraba impresionado aquel lugar antes de salir de la bodega siguiendo al sargento para buscar los enseres de limpieza y acondicionar el sitio.

Tardaron tres horas en adecentar la bodega y se percataron de que algunos de los barriles aún guardaban líquido en su interior que al destapar, Levi pudo identificar en la mayoría de que se trataba de vino, el cual se había conservado bastante bien y, también, habían otros toneles de coñac, un licor demasiado caro que solo Rivaille había llegado a probar en una ocasión debido a su ascenso en el escuadrón de exploración.

Rivaille estaba algo mareado, no estaba acostumbrado a beber alcohol y el aroma de los licores añejos que había descubierto junto a Jaeger parecía causarle el mismo efecto a como si los hubiese tomado.

– Sargento, ¿se encuentra bien?. – Preguntó el adolescente preocupado por su superior al ver como parecía tambalearse antes de subir por la vieja escalera de madera que habían encontrado para llegar a la parte superior de la despensa que en esos momentos limpiarían.

– Sí. – Respondió escuetamente Rivaille pero no pudo evitar tocarse la cabeza que no dejaba de darle vueltas cuando llegó arriba, en un intento de recobrar la sobriedad aunque ya hacía rato que se sentía acalorado.

Rivaille intentó mostrarse bien en todo momento aunque no pudo evitar suspirar debido a que estaba sudando, más por el efecto embriagador que le había provocado los licores que por el esfuerzo físico que estaba ejerciendo, y no parecía que el calor producto del olor del licor que encontraron en la bodega que lo sofocaba quisiera dejarlo.

Rivaille terminó de limpiar una de las ennegrecidas ventanas que propiciaba luz natural a la despensa iba a descender de la caja de madera que le servía de apoyo para limpiar los cristales de las ventanas cuando sintió que su cuerpo se volvía más ligero de lo normal y flotaba, estaba cayendo.

Rivaille había trastabillado accidentalmente y, ahora, esperaba recibir el doloroso golpe que acontecería al caer pero al escuchar la voz de Jaeger que se dirigía hacia él para decirle que había terminado lo que le había mandado hacer, su cuerpo de forma involuntaria buscó el equilibrio suficiente para impedir caer al suelo, no quería que Eren lo viese caer tan vergonzosamente aunque eso conllevó a que el brusco movimiento hiciera que le doliese la cabeza.

– Sargento Rivaille, ya terminé de limpiar. – Indicó Eren formalmente pero al no tener respuesta prestó más atención al hombre frente a él que se encontraba algo más pálido de lo normal. – ¿Se encuentra bien?.

– Veamos si has limpiado bien. – Evadió la pregunta para ir a comprobar si había suciedad en la zona de la planta que había estado limpiando el quinceañero y una vez, había dado su visto bueno, ambos bajaron para terminar de limpiar la despensa ya que él también había terminado con su parte.

Rivaille sentía como poco a poco se pasaba el efecto embriagador al que había sucumbido y, no obstante, ese tiempo se le pasó demasiado lento, había escuchado ya varías veces preguntar a Eren si se encontraba bien aunque no había contado la cantidad de veces que el adolescente le había formulado la pregunta, Rivaille estaba confiado de que había sido más veces de las hubiese querido oírlo.

A pesar, de que Rivaille estimaba tener la despensa limpia para medio día se demoraron más de lo esperado y cuando llegó la tarde habían acabado de limpiar aquel almacén de comida, justo a tiempo, ya que fue en el mismo momento que Erd llegaba al cuartel con una carreta repleta de comida pero a pesar de que el estómago de todos gruñó hambriento, Rivaille no permitió ningún descanso, ordenando que cada uno continuaran con lo que estaba haciendo porque ya comerían en la cena para mandarle a Erd que colocara toda aquella comida en la despensa mientras que Rivaille y Eren se dirigirían a limpiar el almacén de armamento.

En el almacén de armamento no era tan grande como  la despensa, este hecho contentó a Eren pero en el almacén se encontraron con todo tipo de objetos útiles y que no tenían ningún valor. Pues en el almacén de armamento había viejos equipos tridimensionales, herramientas para reparaciones, cañones y balas para los mismos. Además, de haber, también, depósitos del gas que utilizaban para propulsarse con los equipos tridimensionales aunque se encontraban otra clase de objetos como cuerdas, armas de fuego como algunos rifles que eran inservibles para un enfrentamiento contra los titanes y, también, útiles de labranza.

Sin embargo, para cuando Rivaille y Eren comenzaron con la limpieza del viejo almacén en el que, incluso, comprobaron si los grandes depósitos contenían gas para los equipos tridimensionales, fue una tarea mucho más ágil y veloz que la limpieza de la despensa.

Cuando terminaron de limpiar el almacén de armamento en el que Rivaille había hecho una lista mentalmente de lo que había y era o no de utilidad, Levi se fue a dar un baño mientras que el resto de su equipo comenzaba a preparar la cena.

Cuando Rivaille llegó al comedor en el que los miembros de su equipo hablaban animadamente se percató de que Eren no se encontraba allí, tampoco habían cubiertos que indicaran que lo estaba esperando, así que el sargento supuso de que el chico ya había cenado por lo que no dijo nada antes de retirarse a su habitación y poder dormir como debía ya que esa noche tendría sábanas y mantas limpias que lo resguardase del frío nocturno  aunque alguien se había encargado de hacerle la cama sin su permiso pero no le fue de importancia ya que suponía que había sido Petra, pues la chica siempre estaba al pendiente de lo que hacía.

Rivaille estaba a punto de acostarse cuando se preguntó si Eren abría recibido unas cobijas limpias, así que decidió ir hasta el sótano para comprobarlo pero se detuvo a medio camino al percatarse de que había una luz encendida, proveniente de la cocina.

Sigilosamente, Rivaille caminó hacia el lugar con enfado porque no iba a tolerar que alguno de sus hombres robara comida a escondidas pero se sorprendió al encontrarse con Eren fregando los trastes que se suponía él había mandado a Aurou limpiar después de que todos hubiesen terminado de comer.

– ¿Qué haces aquí, Eren?. – Preguntó Rivaille al chico que dio un leve saltito debido al susto que le proporcionó Levi.

– ¡Sargento!. – Exclamó al reconocer la voz. – Aurou me pidió que fregara los platos ya que no los había ayudado a preparar la cena y… – Pero Eren calló ya que lo demás que le había dicho Brossard eran en relación al accidente que había sufrido por hablar mientras cabalgaba y el estar haciendo que Rivaille pareciera un niñero pendiente de él.

– Deja eso y ve a dormir, mañana tienes trabajo que hacer. – Ordenó Rivaille un poco molesto ante la revelación de que Aurou había encomendado el trabajo que le había mandado a Eren y por alguna razón, ese hecho le había enfurecido.

– Ya estoy terminando...

– Es una orden, Eren. – Indicó Rivaille mostrando su desagrado a que no lo obedecieran.

– Sí, sargento. – Respondió dejando de fregar para caminar hacia su habitación pero el chico no esperó que al pasar al lado de Rivaille su estómago gruñera.

– ¿Aún tienes hambre?. – Inquirió.

– Lo siento pero yo… yo aún no he cenado, señor. – Fue bajando la voz a medida que hablaba mientras su rostro se coloreaba de rojo y las palabras sorprendieron a Rivaille.

– ¿Por qué no has cenado?. – Preguntó Levi con confusión, cuando él llegó al comedor, recordó que todos estaban ya en la mesa comiendo.

– Erd me pidió que le ayudara con los caballos y después Petra me dijo que estaba demasiado sucio como para sentarme en la mesa, así que fui a asearme pero cuando regresé ya todos habían comido y Aurou me dijo que debía de ocuparme de fregar los platos antes de comer algo por no ser puntual con el horario. – Contó algo nervioso por lo que había ocurrido para no haber cenado aún.

– Siéntate. – Ordenó Rivaille antes de ir hasta el caldero donde aún quedaba comida de la cena que luego le dio a Eren junto a un pan. – No tienes que esforzarte demasiado, no estás aquí para hacer los deberes de los demás, Eren. – Le recordó Rivaille sentándose enfrente de Eren en la pequeña mesa de la cocina mirando como el muchacho comenzaba a devorar la comida con apetito.

– Yo solo quiero tener una buena relación con mis compañeros. – Contestó después de beber un poco de agua que Rivaille le había servido en un vaso al ver que la necesitaba para pasar la comida.

– No vas a conseguir nada si solo dejas que abusen de ti. Ellos tienen sus tareas y obligaciones, igual que tú y no podrás desatender tus deberes para hacer el de los demás.

– Pero yo… realmente quiero ayudar. – Murmuró Jaeger.

Rivaille lo miró sin comprender demasiado a que venían esas palabras porque si pretendía encomendar algo, estaba claro que no lo lograría si continuaba así.

– Si ya has terminado ve a dormir, debes de tener sábanas y mantas limpias en tu habitación. – Dijo al ver como Jaeger terminaba de comer lo que quedaba dentro de su plato.

– Sí, sargento. – Aceptó Eren antes de dejar los enceres junto al resto de cubiertos en espera de ser fregados. – ¡Buenas noches!. – Se despidió para salir de la cocina y una vez que el muchacho desapareció de allí, Rivaille se dirigió  hasta donde estaban los platos sucios que comenzó a fregar hábilmente antes de ir a dormir mientras en su cabeza buscaba el mejor castigo que le proporcionaría a Aurou por desobedecerlo.

Rivaille fue el primero en despertar, a pesar de haber sido el último en ir a la cama, pero antes de que Eren apareciera ya todos los demás fueron apareciendo en el comedor.

– Aurou… ¿antes de irte a dormir hiciste lo que te dije?. – Preguntó Rivaille aún molesto por lo ocurrido en la noche. – Porque me sorprende que fueras a la cama tan temprano. – Añadió, percatándose de cómo Brossard parecía estar demasiado nervioso. – Te recuerdo que soy sargento y el que no cumplas una orden directa mía se me permite sancionarte como mejor crea conveniente, no me gusta que mis hombres no sean disciplinados.

– Sí, sargento. – Respondió angustiadamente Aurou.

– ¡Espere un momento, sargento!, no es culpa de Aurou. Ayer lo vi muy agotado y yo le sugerí… – Intentó defender Petra el comportamiento de Aurou.

– No fuiste la única, yo le dije a Aurou que debía descansar parecía estar más agotado de lo normal y por ello, no haya podido realizar la tarea que le ordenó, sargento. – Intervino Günter en un intento de excusar a su compañero.

– Yo… – Iba a hablar también Erd.

– ¡Silencio!. Aurou ayer no hizo ninguna tarea más agreste que los demás para que lo encubráis como si no fuera capaz de abogar por él mismo. – Aclaró Rivaille antes de mirar a cada uno de los miembros del equipo que él mismo había formado. – Eren no está aquí para ser vuestro sirviente, él es un componente más del equipo, no alguien al que tengáis el derecho de utilizar para encomendarles vuestras tareas solo porque haya sido el último de vosotros en ingresar en este grupo.

– Sí, sargento. – Respondieron todos al unísono con desanimo debido a la reprimenda que le había acabado de dar su superior.

– ¡Buenos días!. – Interrumpió Eren saludando a todos los presentes sin percatarse del aura deprimente que envolvía a todos sus compañeros.

– Eren ve con Petra para que le ayudes a hacer el desayuno y Erd, ve a ocuparte de los caballos antes de que esté lista la comida. – Indicó Rivaille para ver como el quinceañero asentía con la cabeza, al igual que la mujer y Gin para luego marcharse. – Vosotros, no os quedéis ahí, limpiad el comedor antes de poner la mesa para desayunar. – Ordenó obteniendo una respuesta inmediata de sus subordinados.

Esa mañana todos comieron en silencio debido al regaño que Rivaille les había dado aunque Eren permanecía ignorando la situación del por qué nadie se atrevía a hablar.

– Esta parte del cuartel ya está limpia solo nos queda las alas este, oeste y sur para acabar con la suciedad que alberga. Hoy nos dividiremos en dos grupos y cada uno tendrá que tener limpio al final del día la parte del cuartel que le he asignado. Si no es así, no tendrá cena. – Anunció Rivaille provocando que todos se sobrecogieran en sus lugares ya que solo contaban con dos comidas desde que llegaron ahí y el quedarse sin cenar era un castigo demasiado severo de parte de Rivaille. – El ala oeste del cuartel estará a cargo de limpiarlo Erd, Günter y Aurou. Günter, tu estarás a cargo de que la limpieza se haga como es debido si me percato de que dejáis una sola mota de polvo tendréis que volver a limpiarla durante toda la noche y no me importará que no hayáis comido más que esto o no hayáis descansado. – Señaló Rivaille los platos sucios en los que habían degustado el desayuno. – Petra y Eren, vendréis conmigo a limpiar el ala este del cuartel. – Terminó levantándose de la mesa. – Por cierto, Aurou, debido a tu irresponsabilidad te ocuparás de fregar los cubiertos, platos y enseres de cocinar durante las siguientes dos semanas a partir de este momento y nadie podrá ayudarlo porque si descubro a alguien haciendo el trabajo que le acabo de mandar a Aurou, esa persona no solo se quedará sin cena durante un mes entero sino que tendrá que limpiar todos los pasillos del cuartel de rodillas y con un cepillo. – Declaró Rivaille intimidatoriamente y provocando que sus subordinados lo mirarán asustados.

– ¡Sí, sargento!. – Gritó Brossard levantándose de la mesa para comenzar a recoger los platos sucios.

– Petra, Eren, vamos. – Ordenó saliendo del comedor.

– Sí, sargento. – Respondieron al unísono para seguir a Rivaille en busca de los enseres de limpieza para comenzar a acondicionar el ala este del cuartel.

A pesar de que Rivaille había sancionado a Aurou el equipo de Günter había conseguido terminar impecablemente con la limpieza del ala oeste antes del anochecer y ambos grupos pudieron cenar antes de ir a la cama.

Ya habían pasado cuatro días y aún le quedaba zonas por limpiar del cuartel, ese día Rivaille, estimó que tres miembros limpiaran el ala norte del cuartel y Petra se ocuparía de la colada mientras que el continuaría vigilando a Eren mientras limpiaban todo el sótano ya que lo único limpio del subterráneo era la habitación de Eren.

Rivaille estimaba que debía de ser mediodía y tan solo habían limpiado una pequeña porción del sótano.

– ¡Sargento Rivaille!. – Llamó Petra desde la entrada del calabozo que estaba limpiando Levi.

Cuando Rivaille escuchó la voz de la mujer, se giró de inmediato para encontrarse no solo con su subordinada sino también con un hombre alto, de cabello corto y rubio con pequeños ojos verdes acompañando a Petra.

– Sargento Rivaille, soy Peter While vengo como mensajero de la legión de reconocimiento, pertenezco a la unidad cien, señor. – Indicó el hombre mientras empuñaba su mano derecha sobre el pecho, justo donde se encontraba el corazón y su brazo izquierdo permanecía escondiendo su mano izquierda hecha un puño tras la espalda.

– ¿Cuál es el mensaje?. – Preguntó Rivaille con apatía por haber sido interrumpido mientras limpiaba.

– El capitán Irvin me envió para entregarle esto. – El soldado sacó una carta de entre sus ropas que le entregó a Rivaille.

– Petra, puedes acompañar al mensajero hasta la salida. – Ordenó Levi a la mujer que asintió.

– Por favor acompáñeme. – Pidió Ral alegremente para volver por el camino que había venido.

– ¡Qué tenga un buen día, sargento Rivaille!. – Se despidió el mensajero antes de seguir a Petra hasta el exterior.

Rivaille abrió la carta cuando Petra había desaparecido junto al mensajero y comenzó a leer el mensaje que Irvin le había mandado para una vez, haber terminado, prenderle fuego a la carta.

– ¿Por qué tienes que venir?. – Farfulló con enfado Rivaille  para sí mismo sin dejar de observar como las llamas devoraban raudamente el papel.

– Sargento, ya terminé de limpiar la celda. – Interrumpió Eren llegando a donde se encontraba Rivaille.

– Voy a ver. – Contestó oscamente para dirigirse a ver el trabajo de Eren mientras apretaba con fuerzas sus puños ante la desagradable noticia de la visita de Irvin Smith.


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