martes, 1 de agosto de 2017

L.c.d.l.s.d.t. Capítulo ~17~

-Expedición estratégica.-


Rivaille no había retornado de inmediato al cuartel general en el que estaban desde el ingreso de Jaeger en las tropas de reconocimiento donde lo esperaba su equipo junto a Eren, sino que volvió a llamar a la puerta de la casa de la única persona que sabía lo que le ocurría para aceptar su destino, ya que parecía que no tendría otra forma que aceptar el embarazo, aunque no estaba seguro de que hacer con ello o si debería o no el comunicar su estado tan inusual al comandante o cuando llegara el momento de traer al mundo aquel ser;  ¿cómo debería actuar?, ¿cómo saldría de su interior? o ¿qué haría cuando viera aquello?, aún no sabía si podría y quería tocar a un recién nacido y mucho menos, sabía acerca de cómo habría que criar algo así, si es que no moría esa criatura al salir de su cuerpo.

– Me alegra que reconsiderada su estado de buena esperanza, señor Ackerman. – Le sonrió el doctor mientras despedía al sargento.

Rivaille solo gruñó antes de volver a salir del lugar con otro papel y varios frascos que contenían pastillas de diferentes tamaños y diferían entre formas redondas y cilíndricas. El sargento montó sobre su caballo después de guardar todo el montón de botecitos en los bolsillos de sus ropas para ya poder regresar al cuartel donde debía de custodiar a Eren, haciéndose múltiples preguntas sobre su situación.

Los días fueron pasando y la expedición replanteada para el exterior parecía no llegar a ejecutarse mientras los nuevos reclutas no dejaban de ser formados por los miembros veteranos que se le había indicado desempeñar el papel de instructores. No obstante, Rivaille se había alejado de Eren, no deseaba que el mocoso supiera de su estado y tampoco había mantenido ningún encuentro íntimo con el adolescente. Además, el constante ajetreo que había ocupado todo su equipo, se le hizo muy sencillo el pasar desapercibido sus síntomas, el que fuera a la cocina a prepararse algo nutritivo y llevar una alimentación adecuada como le había indicado el doctor, del mismo modo y gracias a los constantes llamado de Irvin para recibir información de Eren como para notificar el procedimiento de la próxima expedición a Levi, le permitía esos viajes a la ciudad, visitar al médico que parecía llenarlo de pastillas y engordarlo con más y más restricciones que comenzaron con el cambio de alimento hasta la prohibición de hacer cualquier tipo de ejercicio, incluido el no usar el equipo tridimensional con el que se caracterizaban los escuadrones debido a la brusquedad de movimientos que ejecutaba un soldado en el aire.

Todas las restricciones y demás, hacían sentir a Rivaille molesto e incomodo, hasta el punto de querer gritar alguna maldición al cielo, golpear al médico cada vez que lo visitaba y le daba una nueva prohibición y por supuesto, deseaba… deseaba castigar eternamente a Eren haciéndolo limpiar sin descanso hasta que su piel se despellejara por haber sido el único idiota con el que se había acostado que logró encontrar la forma de embarazarlo.

Por fortuna, ya a sus casi cuatro meses habían remitido las nauseas y mareos aunque su apetito había aumentado junto a la aparición de tener antojos, los cuales, afortunadamente solo se trataba de comer queso, justo para cuando todos los tramites y fecha para la expedición al exterior había quedado confirmados y establecido oficialmente.

Se levantado ese día bastante temprano, más de lo habitual, después de ducharse y vestirse pero en ningún momento bajó su vista al estómago, no deseaba verlo y tampoco tocar la zona donde en algún momento se volvería pronunciada debido al crecimiento del feto o “larva”, cómo había comenzado a llamarlo, porque ese era el apodo con el que se refería al bebé mentalmente cada vez que recordaba la explicación del doctor. Aún no aceptaba que eso fuese un ser humano y, posiblemente, con la viabilidades de tener el poder de su padre porque era todo un misterio el cómo era capaz Eren de crear de la nada un titán. Por ello, para Rivaille, el bebé era más bien una larva de lombriz de titán que comió sin darse cuenta debido a algún alimento en mala condición por culpa de Eren porque era obvio que no había otro responsable de su estado que el mocoso Jaeger.

Una vez preparado, Levi salió de la habitación en dirección al comedor, aún no había salido el sol pero su equipo debía de estar allí, preparado para poder partir hacia Caranés y poder descansar un poco antes de que la expedición al exterior diera comienzo.

– ¡Sargento Rivaille!. – Fue la voz de Petra, la primera en percatarse de la llegada del sargento.

Levi caminó hasta el asiento que ocupaba y ahí vio el modesto desayuno de huevos fritos, papas y zanahorias cocidas, pan y agua hervida que comieron antes de dirigirse al establo en busca de los caballos, después de dejar limpio el comedor y la cocina, así como coger manzanas y pan para el camino hacia Caranés.

– Iremos a galope hasta Caranés, no tomaremos ningún descanso pero si disminuiremos la velocidad cuando hayamos avanzado la mitad del camino. – Recordó Levi cuando todo su equipo ya se encontraba listo para partir montando en su respectivo caballo. – Marcharemos en hilera en el que yo iré en cabeza después Eren, Erd, Aurou, Petra y en la retaguardia Günter. – Les indicó. – Cuando lleguemos a la ciudad nos dirigiremos al cuartel general de las tropas de expedición que hay en Caranés y contaremos con un tiempo aproximado de tres horas para descansar y preparar a los caballos antes de que comience la marcha hacia la salida de los muros, ya sabéis cual será nuestra posición y como procederemos una vez estemos fuero de la muralla Rosa. – Terminó recordando a todo su equipo.

– ¡Sí, sargento!. – Fue la respuesta al unísono de todos los subordinados de Rivaille.

– ¡Vamos!. – Dijo antes de emprender la marcha hacia una de las ciudades con puerta al territorio del muro María que, ahora, ocupaba los titanes pero antes, se permitió mirar fugazmente por el rabillo del ojo a Eren.

Como había establecido Levi, Eren junto a su equipo siguieron la formación y velocidad indicada hasta que llegaron a Caranés cuando el sol comenzaba a salir, todo a la hora estimada.

Rivaille al llegar, fue hasta donde se encontraba Irvin junto al resto de sargentos y tenientes para volver a escuchar las órdenes dadas, asegurándose de que nada de los planes establecidos hubiera sido cambiado, y lo que se esperaba, ocurriese en esa expedición, también para oír algún cambio acordado de última instancia y de esa manera, las hora acordada para dirigirse al gran pórtico de Caranés se hizo vigente.

Las campanas repiqueteaban de las iglesia anunciando que la puerta de la ciudad de Caranés iba a abrirse para que las tropas de reconocimiento.

Muchas personas se acercaron a ver a los soldados que portaban el emblema de las alas de la libertad en sus ropas que esperaban a que la gran puerta fuera abierta para poder salir del lugar, minutos que parecieron ser horas para los novatos y para las personas que se había acercado a admirar o criticar el malgasto de sus dineros en esas salidas infructuosa pero eso, no pareció importarle a ninguno de los experimentados y veteranos miembros de la legión de expedición cuando la puerta se abrió completamente, interrumpió todo murmullo y con un grito del capitán Irvin, los soldados abandonaron la seguridad de los muros al galope.

No tardó mucho tiempo en aparecer un titán que rápidamente fue avistado y los miembros pertinentes se ocuparon del gigante mientras el resto de los miembros continuaban su avance hasta la llanura donde pudieron replegarse para ejecutar la formación establecida por equipos mientras se comunicaban por bengalas de humo, las cuales no tardaron en aparecer anunciando lo que ocurría.

– Parece que ya comienzan… – Murmuró Erd viendo las estelas de humo negro. – Pero será muy difícil que lleguen hasta aquí. – La voz del hombre salió con una tonalidad extraña, entre aliviado y desmotivado por perderse la acción.

El equipo de Rivaille continuaba sin problemas, ignorando lo que ocurría en uno de los extremos de la formación solo recordando el haber visto una estela negra, procedente de una de las bengalas.

– ¡Aurou, dispara la bengala!. – Ordenó Rivaille mientras continuaba cabalgando y sin poder evitarlo, al decir eso, sintió algo extraño en su vientre pero sin querer hacer caso a lo que sintió o detenerse ante eso, continuó cabalgando y dirigiendo a su equipo.

– Entendido. – Respondió Brossard antes de disparar la bengala.

– ¡Mensaje…! ¡Traigo un mensaje!. – Gritó apareciendo un soldado que se acercó al equipo de Rivaille. – La parte derecha de la formación ha sido aniquilada mortalmente.– Anunció el mensajero. – Comunicar este mensaje a la izquierda.

– Petra, ya escuchaste. – Indicó Rivaille después de escuchar el mensaje pero la inquietud en su abdomen continuaba y, por primera vez en meses, se llevó una mano a esa zona, desde que se había enterado de su embarazo no había querido tocar su panza o querer sentir el que sus perfectas abdominales se estaban desvaneciendo para quedar una superficie lisa y empezando la redondez y ese involuntario pero fugaz acto, que le mostró la realidad de su cuerpo hizo que retirada su mano con tanta rapidez que  nadie se percató de lo que había hecho.

Petra se había marchado a trasmitir el mensaje, igual que el mensajero continuó su camino y ellos seguían avanzando.

– ¿¡Eh…!? ¡Humo negro!. – Dijo en voz alta Eren al ver la señal.

– Eren, dispara tú, ahora. – Ordenó Rivaille. – Parece que dejaron entran a un excéntrico. – Murmuró mientras continuaban avanzando.

– Sí, sargento Rivaille. – Afirmó Eren antes de lanzar la bengala de color alarmando del peligro.

Eren no dejaba de mirar a su alrededor y hacia atrás, preocupado por la señal y ya comenzaba a internarse al bosque de árboles gigantes.

– ¡Sargento, Rivaille!. – Llamó Eren.

– ¿Qué quieres?. – Preguntó Levi mordiendo un poco su labio inferior debido al agotamiento que le estaba provocando su estado junto al dolor intermitente que sentía en su barriga.

– ¿¡Cómo me responde así!?. Estamos en el bosque, será difícil ver si algún titán aparece y algo se está acercando desde la derecha, tampoco tenemos como comunicarnos con los demás, ¿qué haremos si aparece un titán, sargento?. – Inquirió angustiado Jaeger mostrando su nerviosismo.

– Eren, deja de recordar lo que ya sabemos pero este lugar también nos favorece a nosotros y nuestros equipos tridimensionales. – Aclaró el sargento sintiendo en esta ocasión una punzada en su estómago con bastante fuerza, como si la voz de Jaeger hubiera ocasionado que fuera más dolorosa que las veces anteriores y maldiciendo a Eren por ello, ya que se había sentido, justo cuando Jaeger había hablado tan ansiosamente preocupado. – Así que piensa antes de alarmarte, pon a trabajar esa cabeza tuya si no quieres morir.

– ¡Sí, sargento!. – Respondió avergonzado Eren por no percatarse de ese hecho mientras giró la cabeza para ver a sus compañeros y ante sus rostros no poder evitar el preocuparse nuevamente pero antes de siquiera poder decir algo, una estela que se elevaba más arriba de las copas de los árboles captó su atención. – ¡Humo negro!. – Gritó sin medir el volumen de su voz. – ¡Está detrás de nosotros!.

– ¿Qué será lo que se acerca desde la derecha?. – Preguntó en voz alta Erd a sí mismo más que para el resto de sus compañeros.

– Preparen sus espadas. – Indicó Levi sin detenerse. – Para cuando eso aparezca.– Añadió y antes de que algún miembro de su equipo o el propio Eren pudiera preguntar o decir algo más, apareció detrás de ellos un titán de 14 metros y con apariencia femenina. – ¡Correr!. – Gritó para evitar que alguno se detuviera a confrontarlo o paralizara por el miedo mientras el gigante los perseguía.

– ¡Es rápido!. – Exclamó Günter. – ¡Incluso con el obstáculo que representa el bosque, es rápido!.

– ¡Sargento, activemos el equipo!. – Propuso Petra aunque Levi no le respondió a pesar de escuchar sus palabras para hacerle frente al monstruoso ser.

Soldados aparecieron en el camino para hacer frente al titán sin poder hacer nada para detenerlo o acabar con la gigante mientras el equipo de Rivaille y el propio sargento aún corrían en sus caballos en frente del titán como la carnada que se deja ver frente a su depredador para llevarlo al lugar indicado, lo cual era lo que estaba ocurriendo.

En el camino a la trampa, Eren no pudo evitar sentir la necesidad de transformarse para hacerle frente y detener a la titán pero aún así, decidió no hacerlo y seguir a Rivaille que se dirigía a un lugar incierto guiando a su equipo, Eren y a la titán.

La gigante que perseguía a Eren cayó en la emboscada siendo inmovilizada mientras Eren, Rivaille y su equipo continuaron sin ya ser perseguidos por la titán.

– Continúen unos metros más adelante, busquen un buen lugar para esconder a Eren de ese titán y esperen a mi señal, por el momento yo me quedo aquí. –  Informó Levi antes de activar su equipo tridimensional para regresar al lugar donde la titán había sido emboscada pero en el camino, lejos de los ojos de cualquier soldado se detuvo sobre una rama de los gigantescos árboles que formaban el bosque. – ¡Mierda…! – Escupió como una maldición, al sentir otra punzada en su estómago que le sacó el aire, esperó en esa rama a recuperar el aliento para dirigirse hasta donde se encontraba Irvin.

No fue extraño para Levi el escuchar las palabras de Irvin sobre la posibilidad de que el titán de aspecto femenino ocultara un humano en su nuca y el sargento solo actuó conforme a lo esperado para lanzarse e intentar extraer al humano que se escondía bajo la carne de la gigante. No obstante, nadie esperó que las hojas de las espadas se rompieran debido a que el enorme ser de aspecto humano poseía la habilidad de endurecer parte de su cuerpo, por lo que mientras planeaban alguna forma de atravesar la dura piel para sacar al humano escondido, la titán gritó atrayendo a muchos titanes que se abalanzaron sobre ella para devorar su carne, imposibilitando a los soldados el poder lograr capturar al humano oculto.

Sin embargo, un bengala fue la confirmación que necesitaban para saber que la persona que dirigía y había creado el titán había escapado y continuaba con vida, a pesar de que Rivaille se dio tanta prisa como pudo no logró hacer nada por su equipo, Günter Schulz, Erd Gin, Aurou Brossard y Petra Ral, aún así continuó en espera de que no fuera tarde para encontrar a Eren ya que había escuchado los rugidos del titán de Eren hacía escasos minutos.

Levi continuó avanzando, sintiendo su corazón palpitar con demasiada fuerza ante el desconocimiento de lo que encontraría aunque una parte de él le gritaba de que Jaeger aún continuaba vivo y otra punzada golpeó su estómago, haciéndolo chasquear la lengua e iba a detenerse cuando vio a la titán huyendo y una figura de un soldado que pronto se percató de que se trataba de la amiga de Eren, a la cual cogió por la cintura antes de que siguiera a la titán y le explicó la mejor forma de perseguirla antes de interceptarla para poder recuperar a Eren.

Sin embargo, Rivaille no pasó desapercibido que la chica sentía algo más hacia Eren que simple cariño de amigos o hermanos y eso lo había molestado pero aún así, prefirió no decir nada mientras seguían a la titán hasta que fue el momento oportuno aunque la falta de experiencia y el dejarse llevar por sus emociones pusieron en peligro a Mikasa aunque, afortunadamente, lograron recuperar a Eren de la gigante para regresar con el resto de la legión de reconocimiento.

De regreso con los demás soldados, Levi no pudo evitar sentir punzadas demasiado dolorosas en su vientre y aunque, quizás no debía de estar cargando el cuerpo de Eren, tampoco dejaría que una mujer lo cargase por él, siendo que cuando se reunieron con los demás, Irvin y Mike fueron quienes se acercaron y el capitán Smith le indicó a Mike que dejara a Eren sobre una carreta para que descansara, quedando bajo la voluntaria vigilancia de Mikasa y Armin mientras el resto de soldados se ocupaba de recuperar los cadáveres y los equipos con el que intentaron atrapar al titán de aspecto femenino.

– Rivaille. – Llamó Irvin después de escuchar al sargento de lo que había sucedido con la titán y sabiendo lo ocurrido con los subordinados de Levi. – ¿No tienes algo más que contarme?.

Levi miró al comandante Smith, sabía que el hombre se percataría de que habría una mosca cerca de la ventana de una cocina antes de que llegase entrar a esta.

– Te ves pálido y sé que no se trata por lo ocurrido con tu equipo o Eren. Ya estabas con ese aspecto antes de salir de Caranés. – Aclaró firmemente para darle a entender que no tenía manera de mentirle mientras miraba al sargento, ignorando como los soldados no dejaban de ir de un lado a otro ocupándose de las tareas antes de regresar a la protección de los muros.

– Estoy embarazado. – Dijo sin más, sin siquiera mirar al rubio, era consciente que con ocultar su estado no iba a lograr nada y que el estar gestando no era la condición más favorables y recomendada para su trabajo de sargento de las tropas de reconocimiento, no dejaba de dolerle el vientre y las punzadas que parecieron disminuir aún no se habían ido.

– ¿¡Eh…!? – El rostro perplejo del capitán de la legión de reconocimiento era digno de ver, el rostro que solía mostrarse amable ante otras personas pero serio al mismo tiempo y decidido, ahora era una mueca extraña que probablemente sería capaz de sacar una carcajada a cualquier persona común pero Levi no era una persona corriente, ni tenía un sentido humorístico destacado.

– Tengo cuatro meses y nadie más que el estúpido médico que me lo diagnosticó y tú, saben de ello. – Confesó llevando una mano a su cintura mientras que su voz no sonaba eufórica como solía ser lo normal en cualquier hombre que fuera a ser padre aunque tampoco era común el que fuera un hombre el embarazado.

Irvin rodó sus azules ojos del rostro de Levi a la barriga de este y en ese momento, pudo jurar el capitán haberse percatado de ver una leve abultamiento en el vientre de Rivaille.

– ¿Por qué no me lo contaste antes de llevar a cabo esta expedición?. – Inquirió Smith sin siquiera cuestionarse el hecho de que no era algo cotidiano el saber de un hombre embarazado y aún más sorpréndete, que Levi fuese ese hombre. – No es la primera vez que escucho sobre la posibilidad de hombres que procrean como las mujeres, aunque no haya visto presencialmente a algún hombre en ese estado, pero…– Antes de poder proseguir, Irvin fue interrumpido por el sargento.

– Nadie me preguntó, tampoco es como si fuera una enfermedad mortal, solo se trata de un… – Una punzada bastante aguda lo hizo callar y llevarse una mano a su vientre.

– ¿Te encuentras bien?. – Preguntó preocupado por el leve gesto de dolor que había hecho Levi.

– Sí… pasará en un momento. – Murmuró sintiendo como se desvanecía el dolor. – No es como si fuera a dar algún espectáculo en este momento y frente a todos estos soldados viendo como un hombre preñado le muestra la magia de la procreación. – Habló mordaz.

– Rivaille. – Pronunció el nombre del sargento con severidad. – Cuando regresemos a Caranés te acompañaré al médico y quedarás suspendido de hacer cualquier trabajo o actividad como miembro del escuadrón de reconocimiento. – La voz de Irvin sonó más profunda de lo normal, la voz que lo convertían en el líder de escuadrón que indicaba que esas palabras eran una orden directa.

Rivaille miró a otro lado, sabía que debió de informarlo, prácticamente, en el momento de que le fue confirmado pero si no lo había hecho, había sido precisamente por lo que Irvin acababa de ordenarle, no quería comportarse como un ser inútil al que todo el mundo debía de cuidarlo. Además, no le apetecía dar explicaciones de cómo era que podía embarazarse, de dar a conocer su vida sexual, intima y privada y mucho menos tener que confesar con quien había dormido para quedar embarazado porque eso era asunto suyo, todo ese maldito embarazo era asunto suyo y no quería que los demás interfiriesen porque cabía la posibilidad de que Eren también quisiera intervenir o, simplemente, cometiera algún estupidez porque se trataba de un mocoso impulsivo que no sabía siquiera el significado de ser padre.

Rivaille chaqueó la lengua en respuesta al comandante antes de alejarse de allí y terminaban con los preparativos para regresar al resguardo de los muros.

El camino de regreso al interior del muro Rosa fue calmado ya que no tuvieron tantos encuentros con titanes por el camino.

Sin embargo, la preocupación del sargento estaba en Eren que a pesar de solo estar desmallado, no parecía querer despertar y tampoco deseaba mostrar su apego hacía Jaeger frente al resto de soldados y su irritación en que Mikasa fuera quien custodiara celosamente la carreta donde estaba Eren en espera de que despertara mientras atendía al inconsciente chico.

La llegada a Caranés fue tan agitada, frustrante y criticada como siempre ocurría, incluso cuando el padre de Petra se acercó a él para agradecerle y brindarle a su hija como un prospecto de futura buena esposa, no le fue fácil, a diferencia de lo que  pudiera indicar su actitud, de darle la noticia al señor Ral y así continuaron el acercamiento de parientes de soldados que se alegraban de ver que seguían vivos o por lo contrario sentir la tristeza de la pérdida de sus familiares.

No obstante, en medio del camino, Eren había despertado pero aún y cuando llegaron al cuartel de las tropas de exploración, Rivaille no pudo encontrarse con Eren sino que Irvin lo llamó para que se dirigiera con él a Trost para que el doctor examinara a Levi, pues el sargento había emitido algún que otro leve quejido durante el viaje hasta ese lugar y aunque Rivaille no lo acompañaría a presentar su informe al rey detrás del muro Shina quedando al mando en ausencia de Irvin, Mike.

La noche se había cernido sobre sus cabezas cuando llegaron ante la puerta de la pequeña casa perteneciente al médico que llevaba el seguimiento del embarazo de Rivaille y la cual, Irvin miró críticamente antes de tocar y tras una charla breve donde las únicas palabras que parecieron repetirse más fue “negligente” y “aborto”.

Sin embargo, aún y cuando el sargento estaba ahí, el doctor parecía haberlo omitido para dedicar toda su atención a Irvin, contándole todo el proceso de cómo iba a proceder el embarazo a partir de ese momento, Rivaille se sentía excluido de esa conversación, a pesar de que él era el afectado ya que él era el embarazado.

Después de la extenuante charla con la comprobación de que Rivaille se encontrase bien, al igual que la criatura que crecía en su interior, y junto a la orden de que el sargento debía de mantener reposo absoluto, en la que se especificaba que no podría ni montar a caballo, comandante y sargento, salieron de la casa del doctor.

– Rivaille, te quedarás aquí, en el cuartel de Trost. No puedes arriesgarte en tu estado y yo como tu superior no puedo permitirlo, ya has cometido bastantes descuidos al no contarme acerca de tu embarazo. – Habló Irvin de manera cordial pero que no dejaba de tener la entonación de regaño.

Levi giró el rostro y bufó, sabía que Irvin tomaría ese tipo de medidas desagradables pero aún y lo comprendiera porque él haría lo mismo ante algún subordinado en su situación, no dejaba de ser una gran molestia.

– ¿No preguntarás quien es el padre?. – Inquirió el sargento con voz despreocupada para escuchar como Irvin se acercaba con su caballo a su lado.

– Rivaille. – Llamó al sargento para ganar su atención y después de unos segundos en silencio, Irvin arrugó su entrecejo. – ¿Por qué lo hiciste?.

– Pensé que sería divertido. – Respondió escuetamente, mirando al comandante de una manera desafiante.

– ¿Y ahora, has pensado en él?. – Cuestionó sosteniéndole la mirada a Levi.

– Constantemente, es por eso que no sabe que espero un engendro, aún es un mocoso idiota como para que comprenda la situación. – Contestó casi escupiendo cada palabra ante su mal estar porque el comandante Smith era el único hombre capaz de leer su pensamiento antes de abrir la boca, era el único que lo conocía lo suficiente para con una mirada saber todo lo que le pasaba y eso le molestaba demasiado.

– Rivaille, deberías de pensar bien en tus palabras, recuerda de lo que es capaz y lo que puede ocurrir. El que esté ahora a nuestro cuidado no significa que podamos protegerlo todo el tiempo. – Le recordó al sargento antes de adelantarse un poco con su caballo.


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