-Lágrimas de un por siempre.-
Eren
fue llevado al cuartel general de la milicia, el cual estaba dividido en las
tres funciones que se dividía (las tropas estacionarias, la legión de
reconocimiento y la policía militar) junto a la corte de justicia, ubicada en
la capital.
Mientras
tanto, el pastor Nick había sido arrestado después de descubrirse que las
murallas contenían titanes en su interior pero no fue el único, Jaeger también
se encontraba en estado de vigilancia y aprisionamiento en espera de un segundo
juicio mientras toda la legión de expedición y reconocimiento se hallaban
suspendida como parte de actividades cotidianas perteneciente a su función como
milicia de la humanidad, causando el desanimo en los miembros de la legión que
portaba las alas de la libertad como emblema en sus ropas.
Rivaille
se dirigía hacia la habitación en la que se encontraba Eren, ya había pasado
una semana y Jeager aún estaba dormido pero Levi había estado toda esa semana
ocupándose de elegir el mejor equipo de custodia para la mujer que poseía el
mismo poder que Eren ya que Irvin se lo había ordenado. Por lo que a pesar de
que Levi había sabido del despertar de Eren, quien aún se estaba recuperando,
no pudo acercarse a donde se encontraba el adolescente hasta tres días después.
Al
entrar a la habitación, el sargento, se encontró con Mikasa que estaba sentada
al lado de la cama de Jaeger y ambos, hombre y mujer, se miraron a los ojos con
desagrado.
–
¡Sargento!.– Exclamó Jaeger incorporándose para quedar sentado en la cama.
–
Tengo que hablar con él. – Dijo Rivaille sin haber apartado sus ojos de la
chica e indicándole con esas simples palabras de que saliera de allí.
–
Mikasa, sal fuera. – Pidió Eren viendo que su hermanastra iba a decir algo para
negarse a salir del cuarto.
Mikasa
se levantó de la silla de muy mala gana, la asiática no estaba muy segura de
dejar a Eren con el hombre a solas pero aún así, salió de la habitación
custodiada por miembros de la policía militar.
En
cuanto el ruido de la puerta al cerrarse se escuchó, Levi caminó hacia la
silla, en la que había estado sentada Mikasa, para ocuparla, siendo seguido
cada uno de sus movimientos por los ojos de Jaeger.
–
¿Cómo te sientes?. – Preguntó parco el sargento mientras sus ojos analizaban a
Jaeger.
– Bien…
aunque aún me duele el hombro.– Respondió Eren llevando una de sus manos al
lugar en el que debía de haber una cicatriz, formando un incómodo silencio.
–
Eren. – Llamó al adolescente. – ¿Ya te han contado sobre la situación en la qué
te encuentras?.
– Sí,
ayer vino el comandante para hacerme saber que volveré a tener que estar en una
sala de otro juicio sobre el reconsiderar si soy o no peligroso. – Respondió
desanimado Jaeger mientras su boca formaba una pequeña mueca de disgusto.
– Yo
no podré estar presente en el juicio. – Informó Levi para darle a entender que
no estaría para darle algunos golpes si comenzaba a soltar sandeces que lo
perjudicarían más que ayudarlo a salir vivo y como miembro de la legión de
reconocimiento activo. – Eren… no vayas a ser un mocoso idiota. – Añadió casi
como un ruego pero que no dejaba de sonar como una orden acogiendo un pequeño
silencio.
– Sar…
lo qué pasó, en esos días, ¿terminó?. – Se atrevió a preguntar Jaeger con un
tono de voz compungido mientras apretaba la sábana que lo cubría,
interrumpiendo el silencio incómodo que se había formado. – Solo quiero saber
si…– Pero Eren fue interrumpido cuando
los labios de Rivaille golpearon los suyos en un beso que hacía demasiado
tiempo que esperaban recibir del contrario.
Había
sido un beso necesitado, añorado. En el que sus bocas se golpearon con tanta
fuerza que sus labios no pudieran soportar la colisión y terminaran rompiéndose
mientras sus lenguas salieron como imanes, atrayéndose mutuamente, saboreando
sus salivas mezclada con un poco de sangre de ambos que no dudaron tragar como
si bebieran el más exquisito líquido que existiera en el mundo.
Las
manos de Eren buscaron la espalda del sargento para aferrarse de sus ropas, atrayéndolo,
pidiendo que el beso procediera a lo imposible entre ellos, el querer generar
un contacto tan grande fuera de cualquier pensamiento humano porque Eren solo
estaba queriendo fusionarse con Rivaille, el que ambos fueran uno.
Levi
había llevado una de sus manos al mentón de Eren para besarlo, no calculó la
velocidad ni la fuerza con la que unió sus labios con el adolescente que hacía
tanto tiempo sin sentir, sin importarle en absoluto el sonido que la unión de sus bocas ocasionó, anhelaba con
ansias la boca contraria.
Las
lenguas de ambos se frotaban con fuerza y rudeza, al mismo tiempo, no dejaban
de inspeccionar la boca contraria, recordando cada rincón de la jadeante,
húmeda y cálida gruta que ya conocían pero que anhelaban volver a inspeccionar.
Sus
respiraciones se habían acelerado a medida de que se besaban y su separación
fue tan rápida como había comenzado, pues al llegar al clímax del beso se
habían olvidado de tomar el vital oxigeno y ya sus cuerpos gritaban por él,
causando que ambos se separaran para quedarse mirando a los ojos del contrario.
– Eren…
no dejas de ser un mocoso. – Destruyó el silencio que se había originado,
Rivaille mientras volvía a sentarse en la silla. – No viene hasta aquí para
estas cosas. – Musitó llevándose una mano al puente de la nariz con frustración,
cualquier atisbo de contarle sobre su estado se había evaporado recordando que
Eren era un adolescente y que el decirle algo como un embarazo solo ocasionaría
que Jaeger pudiera cometer alguna estupidez o condenarlo a que el veredicto del
juicio fuera más injusto y tormentoso. – El rey estará presente en el juicio. –
Advirtió Rivaille, retomando el tema.– No van a ser tan vulnerable contigo como
en el juicio anterior, en esta ocasión tomaran todas las pruebas que sean
necesarias para apoyar tu defensa o culpabilidad.
Eren
no respondió, solo agachó la cabeza mientras apretaba con fuerza las ropas de
la cama que lo abrigaban y apretaba la mandíbula con tanta fuerza que se
escuchaba el rechinar de sus dientes.
– No
soy un monstruo, quiero que los titanes desaparezcan para que la humanidad sea
libre y no viva prisionera… No sé el por qué puedo crear a un titán de la nada o
porque mi padre me inyectó el suero que me une a ese titán o dónde pueda estar
pero… pero… ¡no soy un monstruo!. – Expresó Jaeger con frustración y como si
intentara convencerse de sus propias palabras.
Rivalle
miró cada uno de los gestos del adolescente, sabía que estaba o debía estar
pasando por emociones frustrantes e inevitable ya que todo lo que estaba
ocurriendo salía de su comprensión pero era obvio que Eren no había nacido con
esa capacidad y sabía que Irvin utilizaría esa información para intentar
conservar a Eren con vida y también dentro de la legión de reconocimiento pero
también, sabía que no era un seguro ya que la vida de Jaeger pendía en esos
momentos de un hilo muy fino.
–
Mocoso, deja de autocompadecerte, eso te hace ver peor que la mierda. –
Interrumpió el sargento el silencio en el que solo se escuchaba los sollozos de
Jaeger. – Es cierto que quizás se te considere peligroso y como una amenaza a
la humanidad pero también puede ocurrir todo lo contrario y seguir sirviendo a
la legión e incluso, llegar hasta tu casa en el territorio del muro María para
saber que esconde ese maldito sótano pero lo que vaya a ocurrir en ese juicio,
la decisión que se tome será en benefició de la humanidad. Muchos soldados han
arriesgado sus vidas intentando liberar a la humanidad, tú deberías de sentirte
orgulloso de haber logrado más que los reclutas cuya única utilidad ha sido
servir de comida para los titanes. Tú salvaste a la humanidad de una segunda
invasión, ayudaste a atrapar quién era el titán femenino cuyas cualidades eran
únicas y no había forma que pudiéramos capturar con nuestras herramientas y
trampas. No deberías de estar convaleciéndote y llorando por lo que ocurrirá,
deberías de sentirte honrado de lograr algo que ningún otro ser humano ha
podido conseguir y darle esperanza a la humanidad, Eren. – Concluyó Levi con
tono de antipatía mientras se removía en la silla.
– Gra…
gracias. – Murmuró Eren mirando al Rivaille ante sus palabras aunque eso no
había ocasionado el que dejase de derramar lágrimas.
Levi
volvió a levantarse de la silla pero para sentarse al borde de la cama en la
que estaba Eren y así abrazarlo, no podía reprimir más el impulso que lo
estaban obligando a hacerlo y el deseo de sentir una vez más a Jaeger entre sus
brazos.
–
Quizás no esté presente en el juicio pero tienes mi apoyo, mocoso. – Confesó el
sargento al mismo tiempo que el abrazo se intensificaba.
Eren asistió
ante las palabras del sargento mientras estrechaba más el abrazo, abrigando la
confortable sensación que le brindaba el simple acto de consuelo.
Rivaille
no estuvo seguro de cuánto tiempo habían estado abrazados pero si sabía que
había parecido que el tiempo se subiera detenido y hubiera deseado que hubiese sucedido ya que no quería separarse
del adolescente.
–
Levi…gracias. – Agradeció Eren con las mejillas arreboladas. – Por haber
cuidado de mí y hacer que me sienta… – Se llevó una mano al pecho mientras una
sonrisa se dibujaba en los labios del adolescente. – Feliz. – Fue la única
palabra que emitió antes de llevar su antebrazo a su rostro y ocultar sus ojos
para desprender nuevas lágrimas.
Rivaille
abrió los ojos, no por las palabras de Jaeger o porque sintiera alguna emoción
de gozo sino porque un escalofrío lo embargó completamente, su panza se agitó,
por lo que llevó su mano como un auto reflejo a su vientre para calmar al ser
que gestaba. Incluso, el sargento sintió que una fantasma ráfaga de brisa lo
hubiera azotado y estaba moviendo sus labios para intentar decir algo, al mismo
tiempo, que la puerta de la habitación se abrió abruptamente haciendo callar a
Rivaille para prestar su atención a las tres personas que entraban al cuarto.
Levi
pudo ver la insignia de la policía militar bordada en sus ropas.
– Eren
Jaeger, por orden del rey, se le notifica que será interrogado en los próximos
días antes del juicio que valorará su peligrosidad para la humanidad. – Anunció
uno de los recién llegados. – Haga el favor de retirarse, vamos a comenzar con
el procedimiento. – Esta vez se dirigió a Rivaille que sintió unas ganas
tremenda de replicar pero se contuvo, sabía que ya Eren tendía demasiados
problemas y su intervención sería tomada como un punto en contra del adolescente
en el juicio, así que simplemente apretó sus puños y abandonó la habitación,
encontrándose no solo con los guardias que custodiaban la habitación sino
también a Mikasa, con quien se dirigió una mirada de desagrado.
Después
de esa visita, Irvin había estado comunicando a Rivaille cada uno del
procedimiento que se ejecutaba hacia Eren como la recopilación de información
prejudicial, siendo que todo el proceso fuera frustrante. Incluso para el
sargento, quien deseaba volver a ver a Eren y no podía hacerlo a causa de que
prácticamente se la pasaba con altos cargos que le hacían pruebas e
interrogatorios.
No
obstante, esa noche, Levi se encontraba bastante inquieto debido a que al día
siguiente se celebraría el segundo juicio para decidir el futuro de Eren.
Había
pasado un mes desde que Rivaille visitó a Jaeger aunque en ese mes, su vientre
había crecido asombrosamente y era lo suficientemente grande para que se
apreciara visiblemente su embarazo. Por ello, Rivaille, tomó la decisión de
confinarse en su alcoba aunque solía salir en las noches, cuando todos los
soldados dormían para caminar un poco, evitando el que su estado pudiera ser un
problema para la legión de reconocimiento al impedir que alguien lo viese e
informara a algún alto cargo de la sociedad que, rápidamente, lo expulsaría del
cuerpo y esto ocasionaría que se le imposibilitara obtener información de Eren
ya que expondría a Smith, si este le comentara sobre Jaeger, al convertirse en
un ciudadano más del interior de los muros.
Levi
ni siquiera abría la puerta de su cuarto para dejar entrar al soldado que traía
su comida, siendo que los únicos en visitarlos contantemente eran Irvin y el
médico que se trasladaba desde Trost hasta ese cuartel oculto en ese bosque del
interior de los muros para seguir y asegurarse de que el embarazo del sargento
iba correctamente.
Rivaille
detuvo sus pasos para mirar el cielo nocturno repleto de estrellas y donde la
luna era solo un medio arco, el sargento chasqueó la lengua con irritabilidad
al recordar, por centésima vez, que por la mañana se celebraría el juicio de
Eren y donde prácticamente, todos los soldados de la legión de reconocimiento y
expedición asistirían aunque solo los compañeros de Eren serían los que
tendrían que presentar sus testimonió en el juicio acerca de Jaeger.
Sin
poder evitarlo y como había estado haciendo durante todo ese mes sin percatarse
para calmar su nerviosismo, Levi se llevó sus manos a su enorme vientre, el
cual comenzó a acariciar mientras regresaba a su habitación para dormir.
Aunque
la mañana había llegado hacía horas, Rivaille no logró despertarse hasta el
mediodía cuando los ligeros toques en la puerta de su habitación acompañados de
la voz de uno de los pocos soldados que aguardaban ahí, le indicaba que dejaban
el almuerzo en la mesa que había a un lado de la puerta de la alcoba.
El
sargento se levantó con demasiada pereza pero antes de siquiera poner un pie en
el suelo, Levi dirigió su mirada a la única ventana que había en el cuarto.
–
Eren…– Pronunció en voz baja el nombre del adolescente mientras su cabeza no
dejaba de preguntarse qué estaría o habría pasado en el juicio que ese día se
celebraba para decidir qué hacer con Jaeger.
Las
horas parecieron pasar más lenta de lo normal ese día y ya estaba anocheciendo
cuando los soldados que habían asistido al juicio de Eren regresaron al cuartel
pero Irvin, Mike y Hanji no llegaron junto al resto de miembros de la legión de
reconocimiento, lo cual aumentó la incertidumbre del sargento al no poder saber
que fue lo que sucedió en el juicio y que
había pasado con Eren.
En la
mañana del día siguiente, los compañeros de cantera de Eren regresaron junto a
Mike y Rivaille pudo ver en sus rostros el desconcierto de lo que había
ocurrido en el juicio de Jaeger sin la necesidad de que se le confirmara el
veredicto.
Ese
día, Levi ni siquiera comió demasiado, el apetito había desaparecido recordando
el presentimiento que la última vez que estuvo con Eren lo había embargado, siendo
como algún tipo de señal, la cual había deseado no recordar ni haber sentido.
A la
madrugada del día siguiente, Levi abandonó el cuartel en silenciosa soledad,
era lo planeado para poder pasar el resto de su embarazo, el trayecto a Trost,
donde había arrendado una pequeña casa, se le hizo más largo de lo estimado,
quizás fuese por las constantes paradas que debió hacer o la imposibilidad de
ir a una a gran velocidad.
La
casa era pequeña pero contaba con los muebles suficientes para poder alojarse
allí y una cocina, aunque era pequeña, estaba bien equipada.
Rivaille
se vio en la obligación de ir por las tiendas de víveres y suministrar tanto alimentos
como productos de higiene antes de llegar a la casa, la cual escudriñó
minuciosamente al entrar para asegurarse de que estaba limpia.
Había
pasado una semana y aunque el doctor lo visitaba muy seguido al sargento para
asegurar su embarazo, Levi casi no salía de la casa en la que parecía haberse
confinado, solo abandonaba el edificio para comprar alimentos y productos de
aseo personal y limpieza. No deseaba escuchar los cotilleos de los habitantes
de Trost y en cuanto a la palabra titán llegaba a sus oídos, prácticamente huía
del lugar.
Irvin
llegó por la tarde y en su rostro se veía plasmada la derrota. La barba crecida
de casi cuatro semanas le daban un aspecto más atormentado y no había necesidad
de que alguno de ellos hablase para saber todo lo ocurrido que Smith pudiera
contarle a Rivaille.
Dejó una
margarita sobre la sepultura frente a él mientras su mirada se destilada
lejana, como si los recuerdos que pasaban por su mente lo estuviera viviendo
como un espectador mudo que añoraba por intervenir en espejismos de su mente.
Aún
recordaba como si fuera ayer el cómo le contaron lo sucedido, lo que había
pasado en todo ese tipo que había estado alejado de toda información y todos
los intentos de salvarlo pero que no lograron convencer al ejecutor que había
provocado que ahora estuviera ahí pero sobretodo, había agradecido no estar
presente y el recuerdo que poseía de él, fuera de alguien joven, vivo y capaz
de haber dado una esperanza al mundo.
–
Papá. – Llamó una voz a su lado. – Lloras... – Señaló el rostro adulto a su
lado.
Rivaille
se llevó una de sus manos a la mejilla, descubriendo la solitaria gota salada
que había salido sin percatarse de uno de sus ojos.
–
¿Triste?. – Volvió a interrumpir la voz mirando con desconcierto al mayor.
Levi
sonrió a la niña que lo miraba con sus ojos de color azul acero pero cuya forma
de mirar, era tan parecida a la del mocoso que ahora yacía muerto y descansando
en ese lugar.
–
Elsa. – Llamó a la niña mientras acariciaba la cabeza de negro cabello. – No
estoy triste, ya no. – Sonrió mirando a la niña que lo observaba sin comprender
sus palabras. – Tú estás conmigo. – Añadió antes de alargar su mano para que la
niña la tomara.
Elsa
asintió con la cabeza antes de llevar su pequeña mano a la de su padre para
luego, sonreír aunque no comprendía las palabras de su progenitor, la habían
hecho sentir feliz.
– Ya
es hora de regresar. – Interrumpió la voz gruesa de alguien más que captó la
atención del adulto y la niña.
–
¡Papá!. – Gritó la niña para soltar la mano de Rivaille y correr a hacia el
recién llegado que no dudó en cargarla en sus brazos.
– Solo
un poco más, Irvin. – Pidió escuetamente Levi.
– No
te demores, sabes que en tu estado no es bueno que te esfuerces demasiado. – Le
recordó antes de alejarse con la niña en brazos hablándole sobre galletas que
debían de comprar.
– Gracias,
por dejarme algo tuyo.– Murmuró Rivaille antes de acariciar la piedra de la
lapida con una sonrisa nostálgico antes de girarse e ir junto a su hija,
aquella que en un comienzo no había deseado pero que, ahora, era lo más
importante para él e Irvin mientras acariciaba su vientre un poco abultado,
pensando en cómo todo había terminado después de la ejecución de Eren y de
alguna manera la vida le había dado algo para continuar hacia adelante y sentirse feliz a pesar de
que Jaeger ya no estuviera a su lado pero que siempre permanecería en su
corazón, indiferentemente de lo que le deparara la vida hasta el final de sus
días.
<<Después
de la ejecución de Eren, sucedió la inesperada aparición del titán bestia y la
transformación de toda una aldea convertida en titanes, donde Reiner, Bertholdt
e Ymir mostraron tener la misma capacidad de Eren y secuestraron a Christa,
siendo que el comandante Smith perdiera su brazo derecho y Mike muriera en todo
ese revuelo. Después del rescate de Christa, quien realmente se llama Historia,
Irvin comenzó un plan al comprender que el rey que se conocía no era el
verdadero y poner a Historia en el trono, lo cual lograron, durante todo este
periodo, Rivaille había llegado al fin de su embarazo naciendo la pequeña Elsa
Ackerman y nadie sabe quién es su otro padre. Levi ayudó a Irvin dentro de lo
posible aunque no pudo estar presente en la lucha directa con la que se logró
proclamar a Historia como reina.>>
Fin.
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