-Regreso al muro Rosa.-
El
capitán Irvin Smith había dado la orden de retirada para volver a la seguridad
y protección que brindaba el muro Rosa después de detectar una anormalidad en
el comportamiento de los titanes que se encontraban cerca, muy parecida a la
que habían presentado tener aquellos gigantes
en el pasado cuando la humanidad perdió el territorio del muro María.
Hacía
cinco años atrás había ocurrido la perdida de la muralla María, cuando la
entrada de Shingasina fue destruida por el titán colosal y los titanes
invadieron la ciudad causando innumerables muertes pero todo empeoró cuando
apareció repentinamente el titán blindado que derribó otra sección de la pared
que guarecía a los humanos. Esa vez, el territorio del muro María se perdió,
siendo una derrota más para la humanidad.
Sin
embargo, los miembros del destacamento de reconocimiento y expedición que se
encontraban en esos instante en la tierra dominada por los titanes en nombre de
la humanidad, no habían avanzado en la misión que los había hecho salir del
territorio humano, teniendo que aceptar la orden de retirada del capitán Smith
cuando aún ni siquiera habían recorrido ni una segunda parte del camino que
deberían transitar para poder completar la ruta acordada en esas tierras
infectadas de titanes que tenían la obligación de inspeccionar.
Cuando
las tropas, que portaban como emblema las alas de la libertad en sus ropas,
estaban lo suficientemente cerca de Trost, pudieron apreciar asombrados el enorme
agujero que poseía la pared que salvaguardaba a la humanidad de su extinción y el
enorme hueco estaba en el lugar que debía estar la puerta de la ciudad por
donde un gran número de titanes se apiñaban para ingresar a la ciudad en busca
de humanos a los que devorar.
– ¡No
podemos pasar por ahí!. – Señaló Auruo al ver la gran cantidad de titanes que
se dirigía o estaban entrando en Trost.
– ¡No
dirigiremos a Caranés!. – Indicó Irvin pensando en la seguridad de sus
compañeros ya que era una de las entradas más cercana para poder ingresar en el
territorio de la humanidad al quedar la puerta de Trost imposibilitada para
acceder a la ciudad mientras que el capitán Smith rezaba en su interior de que
al llegar a Caranés, las tierras del muro Rosa no estuvieses infectadas ya por
los titanes y, esperaba con todo su ser, que el titán acorazado no hubiese
aparecido dándole una nueva victoria a los titanes como había ocurrido hacía
cinco años atrás.
–
¡Sargento Rivaille!. – Gritó Petra angustiada al ver como el sargento no cambió
el rumbo y dirigió a su caballo hacia la destruida puerta de Trost donde todos
los titanes estaban ingresando a la ciudad.
–
¿¡Qué se supone que haces Levi!?. – Vociferó Irvin al percatarse de que
Rivaille desobedecía su orden de ir a Caranés pero ya Rivaille se encontraba
demasiado lejos como para escuchar su respuesta, solo pudo chasquear la lengua
con inconformidad. – ¡No lo sigan, es una orden!. – Mandó Irvin al percatarse
de que alguno de los soldados tenían la intensión de seguir a Rivaille.
Rivaille
galopó, consiguiendo esquivar a los titanes que intentaron cogerlo con torpeza
para podérselo comer y entró en el arcó maltrecho que había quedado al ser
derribada violentamente la puerta de acceso a Trost.
Tan
solo quedaban ya unos metros para que Levi pudiera salir de aquella especie de
puente que formaba el muro Rosa cuando una sombra de quince metros cuyos ojos
verdes resplandecían fantasmagóricamente se había posicionado frente a la
salida del pasaje cargando una enorme roca que Rivaille intuyó, ese monstruo
iba a taponar con la gigantesca piedra que cargaba el acceso a la ciudad de
Trost por donde estaban entrado los titanes a la ciudad.
Rivaille
apresuró a su caballo en un sprint angustioso para poder salir de ahí antes de
que el lugar fueses sellado.
El estruendoso
grito lanzado por la descomunal criatura, advirtió a Rivaille que el ser estaba
preparado para taponar esa abertura pero Levi no podía perder la calma en ese
momento, había sido su decisión el haber desobedecido las palabras del capitán
Smith aunque esto luego le trajera una sanción y, también, tenia presente que si
hasta ese día aún permanecía vivo, no iba dejar que su meta de entrar en Trost
para saber el estado de la ciudad, se perdiera, porque él no iba a morir ahí y
si estaba en su mano hacerlo, ayudaría a aniquilar al enemigo que había llevado
a la humanidad a la casi extinción teniendo que vivir encerrado por paredes.
Rivaille
presionó más a su caballo y vio como la roca gigantesca era movida para
bloquear el pasaje pero antes de que el hueco por el que los titanes entraban a
la ciudad fuera obstruido, Levi consiguió cruzar el pasadizo con ayuda de su
caballo que relinchó y se levantó sobre sus dos patas traseras mientras daba
coces en el aire con sus dos patas delanteras, una vez pisaron Trost, debido a
la excitación de conseguir pasar el pasaje y al grotesco ruido que hizo la piedra al ser incrustada en el hueco
de la muralla Rosa.
Levi
miró a su alrededor para percatarse de cómo los humanos estaban ofreciéndose en
bandeja de plata a los titanes, al no utilizar sus equipos de maniobras
tridimensionales, debido a que estaban en un lugar abierto, carente de paredes
donde poder lanzar los enganches que le permitirían escapar con facilidad de la
horrenda muerte.
–
¡Eren!. – Gritó alguien a espaldas de Rivaille y entonces vio a un joven rubio
sobre la espalda del extraño titán que había sellado la entrada a Trost, quien
no dejaba de llamar y buscar a alguien sobre el lomo del titán.
Sin
embargo, su atención cambió rápidamente unos metros más adelante, donde dos
titanes con sus insulsas sonrisas corrían hacia donde se encontraba el rubio y
el cuerpo del titán que parecía haber perdido la energía que lo hacía moverse,
comenzando a desintegrarse.
Como
un acto reflejo, Rivaille desmontó a su caballo accionando la palanca de su
equipo tridimensional y el enganche salió disparado por el aire hasta clavarse
en uno de los cuerpos de los titanes, no dudó en propulsarse con el gas y
cuando estimó oportuno, Rivaille giró sobre sí mismo como una peonza consiguiendo
rebanar la parte sensible situadas en las nucas de los gigantes sin llegar a
mancharse demasiado con la ardiente sangre de los titanes, logrando caer
elegantemente sobre uno de los cuerpos de sus víctimas, dándole la espalda al
rubio.
Con
una simple ojeada, Levi comprobó que el titán más cercano estaba entretenido
masticando el cuerpo de uno de los soldados perteneciente a las tropas estacionarias
de los muros.
– ¿Qué
está pasando aquí?. – Preguntó Rivaille dirigiendo su atención al soldado a su
espalda cuyo emblema le indicaba que era un cadete recién graduado.
Sin
embargo, Levi se sorprendió cuando se percató de que el rubio estaba extrayendo
a un chico de la misma edad del cuerpo de aquel extraño titán y una joven se
había acercado al rubio para ayudar a sacar de la nuca del titán al muchacho que
parecía estar inconsciente pero que presentaba unas extrañas marcas alrededor
de sus ojos.
–
¡Sargento Rivaille!. – Llamó Riko perteneciente a las tropas estacionarias
mientras se acercaba a donde Levi se encontraba.
– ¿Qué
ocurre aquí?. – Repitió su pregunta, esta vez dirigida a la mujer de gafas que
había lanzado una véngala humeante de color al aire para indicar que algo había
salido bien.
– La
humanidad ha tenido por primera vez una victoria frente a los titanes, señor. –
Informó causando cierto desconcierto en Rivaille que volvió a mirar a los tres
jóvenes que estaban a sus espaldas. – El comandante Pixis ha iniciado el plan
de sellar la entrada del muro Rosa para recuperar Trost después de que el titán
colosal apareciera y destrozara la puerta. Eren Jaeger se ocuparía de sellar el
acceso de los titanes a Trost al transformarse en titán y levantar esa enorme
roca con la que ha bloqueado el acceso de la ciudad. – Habló Riko, al
comprender de que debería decirle con más detalles lo que estaba pasando.
–
¿Transformarse en titán?. – Murmuró Rivaille su incredulidad aunque su tono de
voz era calmado pero no permitió que la mujer le respondiera y se acercó a los
tres jóvenes bajando del cadáver, en el que se encontraba, de un salto.
–
¿¡Mikasa…!? – Inquirió confundido el rubio al ver lo que hacía la chica a su
lado.
Mikasa
no dudó en dirigirle una mirada hostil y dejar a Eren con Armin para ponerse
enfrente, sosteniendo en cada mano las cuchillas que tenían para cortar a los
titanes, en un acto de protección y defensa.
– No
dejaré que se lleven a Eren, Armin. – Respondió Ackerman sin apartar su mirada
de aquel hombre con rostro inexpresivo
que se acercaba y que ella veía como una amenaza inminente a destruir su
felicidad o, al menos, eso gritaba su intuición femenina.
–¿Uh…?
– Fue el simple gemido que soltó Levi por sus labios mientras se detenía al ver
a la mujer con instinto asesino que se había posicionado frente a los chicos y
por sus movimientos, sabía que ella confía plenamente en sus habilidades pero
los ojos de Levi la ignoraron para mirar al chico de pelo castaño que parecían
haber sucumbido a la inconsciencia, a pesar de que tenía los ojos entre abierto
mostrando su irises verdes.
–
¡Ackerman!, ¿qué cree que está haciendo?. – Gritó Riko poniéndose a un lado de
Rivaille al ver el comportamiento de Mikasa. – No olvide que esta misión aún no
ha terminado, debemos despejar el camino para mantener a salvo a Jaeger y
ayudar a limpiar la ciudad de los titanes para que la humanidad vuelva a ocupar
Trost. – Ordenó Brzenska.
Mikasa
chasqueó la lengua inconforme antes de mirar a Eren con preocupación, pues no
estaba dispuesta a abandonarlo, aún y si Armin estaba ahí para impedir que le
hicieran algo a su familia, no podía dejar de sentirse inquietada.
– No
te preocupes, Mikasa, yo cuidaré de Eren. Tú ocúpate de que pueda llevarlo
hasta un lugar seguro. – Pidió Armin sosteniendo a Jaeger.
Mikasa
asistió con la cabeza y Levi supo que la chica con extraños rasgos exóticos haría
lo que el rubio le había pedido a regañadientes porque en la mirada de Ackerman
se percibía que no quería separarse del joven de pelo castaño.
La
líder de escudaron, Riko Brzenska, también se retiró del lugar donde solo
quedaron los cadáveres de los titanes consumiéndose y los dos jóvenes cadetes
recién graduados frente al sargento de la legión de reconocimiento.
Rivaille
no dudó en acercarse a donde Armin se ponía en pie con el inmóvil cuerpo de su
amigo, que parecía estar durmiendo, y sin intercambiar alguna palabra con el
rubio, Rivaille cogió con su mano derecha el mentón del chico inconsciente para
ver el rostro de Eren y examinarlo minuciosamente.
– ¿Qué
es eso de transformarse en titán?. – Preguntó Levi sin mirar el rostro de Armin
ya que se había concentrado el joven convaleciente, estudiando el rostro y
memorizándolo.
– Yo…
yo no lo entiendo bien, señor. – Habló Arlelt con nerviosismo, él tampoco sabía
cómo era posible que su amigo fuera capaz de formar de la nada y controlar un
cuerpo de titán porque hasta el momento solo se había preocupado a ayudar a
Eren, de convencer a sus superiores de que Eren no era peligroso y podían
utilizar su poder en beneficio de la humanidad. – ¡Eren a conseguido que la
humanidad tenga su primera victoria!. – Se apresuró a recordar la misión que
habían acabado de completarse con éxito.
Rivaille
guardó sus cuchillas antes de tomar al chico desmayado, arrebatándolo del lado
de Armin, algo que hizo que Arlelt se asustara.
– Yo
lo llevaré. – Argumentó antes de saltar para luego subir a Eren sobre su
caballo que se había acercado en espera de su jinete para, acto seguido,
Rivaille montar.
Rivaille
miraba el cuerpo que había arrojado como un costal en la cruz de su caballo y
donde controlaba que el cuerpo del enigmático joven no se cayese, rápidamente
se percató que era más alto que él pero, curiosamente, su peso era inferior al
que Rivaille estimaba que debía de poseer ese adolescente.
Los
soldados y los cadetes graduados se ocuparon de crear un camino seguro al
aniquilar a los titanes cercanos que podían atacarlos mientras que Armin seguía,
con su equipo de maniobras tridimensional, al caballo en el que viajaban Levi
con Eren por si algún titán había escapado de ser detectado y se aproximaba con
la única intención de devorarlos.
No
tardaron en llegar a la puerta de la ciudad que albergaba las tierras de
cultivo del muro Rosa y ponerse a salvo.
Rivaille
desmontó su caballo pero dejó a Eren sobre el corcel e iba a interrogar un poco
más a Arlelt pero antes de siquiera abrir la boca fue interrumpido por la
aparición del comandante Pixis.
– ¿Él chico
se encuentra bien?. – Preguntó el anciano al ver el cuerpo inconsciente a lomos
del caballo de Rivaille.
–
Parece que solo está descansando. – Respondió Levi pero no pudo seguir hablando
en busca de información detallada de lo que estaba ocurriendo ahí, cuando un
grupo perteneciente a la policía militar apareció con un papel en las manos que
tenía el sello real.
– Eren
Jaeger, queda detenido en nombre del rey en espera de juicio en el que se
evaluará su peligrosidad para la humanidad. – Alegó el comandante Nile Dawk.
–
¡Esperen, ustedes no pueden hacer eso!. ¡Eren acaba de salvar Trost!, ¡gracias
a Eren la humanidad ha tenido su primera victoria frente a los titanes!. –
Gritaba Armin con el fin de lograr convencer a Nile de que no se lo llevaran
arrestado.
– Es
una orden directa y el rey ha autorizado que se realice la evaluación. –
Respondió con simpleza Dawk mientras que sus compañeros se hacían cargo de
coger el cuerpo de Eren y aún inconsciente esposarlo con unos grilletes en las
muñecas y los tobillos.
–
Comandante Nile, ¿es necesario tomarse ese tipo de seguridad con un chico que
está inconsciente?. – Inquirió Pixis al ver como esposaban a Eren.
– No
sabemos cuáles son sus propósitos, comándate Pixis, tampoco sus intenciones y
por lo que respecta, el ser capaz de convertirse en titán ya es una amenaza. Quizás
ni se trate de un humano. – Aclaró antes de marcharse con Eren del lugar.
–
Comándate Pixis, Eren no es peligroso. – Afirmó Armin comenzando a derramar
lágrimas al verse incapaz de conseguido hacer algo para que la policía militar
no se llevaran a su amigo.
–
¡Armin!. – Llamó Mikasa que había llegado al lugar. – ¡Armin!, ¿dónde está
Eren?. – Preguntó mirando a su alrededor en busca de su familia.
–
Mikasa… se lo han… llevado, Mikasa. – Sollozó Armin apretando los puños.
– No
se atormente jovencito, nada se podía hacer, solo nos queda rezar para que Eren
no sea condenado como un ser peligroso. – Intervino Pixis antes de sacar de su
chaqueta la pequeña licorera que siempre llevaba consigo para tomar un trago.
–
Comándate Pixis. – Llamó Rivaille.
–
¡Ah…! – Suspiró Pixis al saber que era lo que quería saber el sargento Levi. –
De seguro ya conocerá que el titán colosal volvió a aparecer, él fue el que
destruyó la puerta de Trost como hace cinco años hizo con la puerta de
Shingasina. Logramos evacuar a la gran mayoría de los ciudadanos pero eso no
evitó que hubieran muertos y desaparecidos. – Pixis miró su licorera para
acariciar con su pulgar las rosas grabadas antes de volver a encarar a
Rivaille. – Procedimos a ejecutar el planeamiento que se dictaminó después de
lo ocurrido con el muro María. No obstante, en esta ocasión no apareció el
titán acorazado pero aún así, hubo problemas, fue entonces que Eren Jaeger se
transformó en titán y derrotó él solo a una cantidad aproximada de veinte
titanes. – El comandante Pixis hizo una pausa para analizar al hombre frente a
él pero al ver que no decía ni hacía nada prosiguió. – Entonces, el cobarde del
capitán Felman lo retuvo e incluso, le disparó con un cañón pero la capacidad
de Eren de transformarse en titán no solo hizo que se salvará él sino también a
sus amigos. – Pixis señaló a Armin y Mikasa que estaban hablando de cómo la
policía militar se había llevado a Eren. – Por suerte, llegué a tiempo de que
Felman cometiera una insensatez para lograr cerrar la entrada de Trost y los
titanes no siguieran entrando pero, debo añadir, que con el plan que ideó ese
jovencito, Armin Arlelt, y la voluntad de Eren Jaeger la humanidad ha
conseguido tener su primera victoria en siglos. – Terminó Pixis para darle otro
trago a su licorera y saborear el ardiente licor que portaba en su interior. –
Dígame sargento, ¿usted no cree qué tener a alguien como Eren Jaeger luchando
por la supervivencia de la humanidad es una gran oportunidad para empezar a
tener nuestras victorias?. – Inquirió Pixis mirando a Rivaille que había
escuchado todo en silencio.
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