martes, 1 de agosto de 2017

L.c.d.l.s.d.t. Capítulo ~14~

-Incidente en el almacén de armamento.-


Eren vio como Rivaille les había ordenado regresar al cuartel en el que habían estado recluidos todo ese tiempo ya que Levi tenía asuntos que atender con el comandante Smith o así les había comunicado escuetamente a su grupo de subordinados antes de tomar un camino diferente al que se dirigía su equipo, sin dar más detalles sobre qué tipo de asuntos trataría con el comandante de la legión de expedición y reconocimiento.

El sargento se había marchado sin dejar a nadie de su equipo al mando, solo con las únicas ordenes de vigilar y proteger a Eren y regresar al viejo castillo en el que se habían confinado en medio de ninguna parte detrás de la muralla Rosa para salvaguardar a Eren de un peligro que, incluso, Jaeger desconocía.

El equipo de Rivaille junto con Eren galoparon hasta el cuartel sin detenerse, igual a como se habían dirigido a Trost aunque el trayecto le había costado la perdida de toda la mañana de trabajo junto al mediodía, así que pronto se vislumbraría el atardecer que aparecería tiñendo  de colores tostados el firmamento como anuncio previo al reinado de la luna y las estrellas.

Sin embargo, sin cruzar palabra alguna, casi ignorando la existencia de Eren, todos los componentes del equipo de Rivaille dejaron a Jaeger solo en el establo cuando llegaron a la vieja fortaleza, después de desensillar a los equinos y aprovisionar a los animales para que pudieran comer y descansar ante el largo viaje que había supuesto ir hasta Trost y regresar a al viejo castillo que estaban habitando desde hacía días.

– Ya era hora de tener un poco de tiempo libre y descansar nuestros musculo de tanto trabajo. – Habló con voz cansada Aurou mientras salía junto a Petra, Günter y Erd del establo masajeándose su hombro izquierdo con su mano derecha mientras el resto reía por la queja de Brossard ya que había sido el que se ocupó del trabajo menos laborioso, aún y cuando estaban reparando las paredes maltrechas del edificio. Además, de que ya era costumbre escuchar a Aurou lloriqueando por cualquier cosa, el hombre tenía una queja para todo lo que le rodeaba.

Eren sonrió ante los lamentos del hombre porque a pesar de no haber salido del establo junto a sus compañeros, la voz de Aurou fue lo suficientemente fuerte como para haberlo escuchado en el interior del establo donde se había quedado, al lado de su caballo.

Eren miró a su corcel con una sonrisa, después de que el lugar quedara en silencio donde solo se escuchaba el resoplar o el pisotear de la paja a causa de los caballos, para comenzar a cepillarlo y, en ese instante, el sentimiento de soledad que había parecido no afectar a Jaeger por lo que casi ni había podido sentir el muchacho en toda su estadía en ese lugar, se hizo presente ya que al estar ocupado o a que el sargento estuviese cerca de él le había distraído mucho el añorar a Armin o Mikasa e incluso, al resto de sus amigos y compañeros cuando aún estaba formándose como futuro miembro del cuerpo de exploración.

Eren no pudo evitar soltar una carcajada que pronto se volvió en risa al pensar que hasta extrañaba las peleas con Jean o los regaños del instructor Keith o los lloriqueos de Sasha para que no la acusaran de que había robado comida de la cocina nuevamente, todos esos momentos que le habían molestado y desagrado mientras se forjaba como soldado en la cantera, ahora los veía como momentos absurdos y divertidos de su vida.

Sin embargo, la pequeña tarea de cepillar y peinar las crines de su caballo pasó rápidamente debido a los recuerdos que habían acudido a su cabeza, acortando el tiempo y minimizando sus acciones pero ya la tarea había terminado, siendo que los recuerdos habían vuelto a abandonar su cabeza causando que la sensación de soledad lo volviese a embargar, causando que Jaeger apretara con fuerza los labios hasta dejarlos blancos y solo se distinguiera la enmarcada línea que dividía su labio inferior del superior en una mueca de desagrado por el sentimiento que lo estaba acogiendo abrumadoramente.

Al salir del establo se percató de que el cielo ya estaba cubierto de intensos naranjas, rosas y dorados con las primeras estrellas que despuntaban para anunciar la pronta oscuridad nocturna, así que lo mejor sería entrar al edificio, ayudar a preparar la cena o quizás a limpiar un poco antes de que la comida estuviera lista para poder ir a darse una buena ducha y, finalmente, dormir con la espera de no seguir siendo perseguido por la desolación.

Sin embargo, cuando cruzaba el patio captó la atención del joven el almacén de armamentos, pues de él salía una tenue luz del interior, así que la curiosidad de Jaeger se despertó y sin cuestionarse las posibilidades del por qué había una luz encendida en ese lugar, Eren, se encaminó hacia allí a un paso apresurado.

Jaeger al llegar frente a la entrada se dispuso a golpear con los nudillos de una de sus manos la puerta antes de anunciarse pero aún sin que sus nudillos llegaran a hacer contacto con la superficie de la madera, la puerta se abrió sola, como si fuera por arte de magia, permitiéndole el acceso al almacén.

Inconscientemente, Eren tragó saliva antes de empujar un poco más la puerta  para ver el interior del almacén de armamento y adentrándose en el lugar donde la luz titilante daba visión en la oscuridad del sitio para comprobar cuál era la razón de que hubiera luz allí.

Eren iba a preguntar “si había alguien ahí” cuando un voz se hizo escuchar interrumpiendo el que pudiese pronunciar palabra. Aunque la voz era familiar para Jaeger, así que con cautela se acercó y pudo ver que la luz provenía de una vieja lámpara de aceite, además, de descubrir quienes eran los responsable de que la lámpara estuviera encendida, así como revelando los rostros de los que estaban en el lugar a esas horas donde el ocaso estaba anunciando el final del día.

Jaeger iba a acercarse pero algo en su interior le dijo que mejor no lo hiciera ya que, posiblemente, estaría interrumpiendo algo importante entre los allí presente, por lo que le valía esperar un momento antes de revelar su presencia, así que decidió ocultarse detrás de unas cajas de madera que estaban apiladas, haciendo caso a su instinto.

– ¿Crees que no vendrá nadie hasta aquí, Günter?. – Le preguntó un poco dudoso a su compañero mientras un leve sonrojo se aparecía en su rostro y un ligero ápice de inseguridad se percibía en su voz que intentaba sonar estable mientras echaba un vistazo al pasillo hecho por las cajas de maderas apiladas que conducían al exterior.

– Todos están en el castillo, dudo que alguien nos encuentre, Erd. – Le aseguró mientras le cogía de un brazo de manera brusca, en un acto que demandaba toda la atención de Erd hacia él y así disipar las dudas de su compañero. – Además, tú fuiste el que sugirió de hacerlo en otro lado que no fuera alguna de nuestras habitaciones porque sería sospechoso el que nos encerráramos ambos en una de nuestras alcobas y después de un tiempo saliéramos juntos de ella en la mañana.

– Lo sé… pero no estoy muy seguro de esto, está la posibilidad de ser descubiertos por alguno de ellos, es un poco incómodo el pensar que nos sorprendan en una situación tan poco apropiada. – Le concretó al rubio sin mirarlo a la cara mientras Günter lo cogía de la cintura para acercarlo a su cuerpo de una manera indecorosa. – También, está la posibilidad de que el sargento Rivaille regrese y se dirija a este lugar por alguna razón, no especificó de qué trataría su cita con el comandante.

– Hablas como si nunca hubieras hecho esto o como si no supieras que las reuniones que suele mantener el sargento con el comandante Smith y demás sargentos de la legión de exploración son largas. El sargento Rivaille no llegará aquí hasta la madrugada o quizás mañana al mediodía. – Le dijo con una sonrisa que parecía ser más burlona que pícara por la obviedad de lo que parecía temer Erd. – ¿Acaso no recuerdas todas esas expediciones en que lo único que nos aislaba de los ojos del resto de soldados era una simple lona y en la que, estoy seguro, nos escucharon en más de una ocasión al igual a como llegamos a escuchar a otros de nuestros compañeros cuando estábamos de guardia?. – Murmuró antes de besar a Erd Gin de forma tosca y Eren no pudo evitar sorprenderse ante lo que estaba presenciando, Günter y Erd estaban besándose y hablando de anteriores veces en que habían hecho algo más profundo que un beso. Algo que la mente de Jaeger captó al instante al entender a que se refería sus compañeros pero el shock en el adolescente provocó que estuviera tardando en asimilar las palabras del rubio.

– Quizás… ellos son… – Murmuró Eren de forma que solo él pudo escucharse a sí mismo, masticando en su mente todo lo que había escuchado junto a lo que estaba viendo mientras su cara enrojecía al recordar la situación en la que había aceptado estar con el sargento y lo que había ocurrido entre ellos de una forma casi inexplicable y necesitada. – Ellos… son lo mismo que el sargento Rivaille y yo. – Pensó mordiendo su labio inferior mientras comenzaba a sentir un bochorno por lo que estaba vislumbrando a los dos hombres con los que había estado conviviendo todo ese tiempo, sin percatarse que eran algo más que simples compañeros de equipo.

Jaeger no pudo evitar sentirse un poco dolido en ese instante al pensar que Levi aún no había regresado de Trost, añadido a las palabras de Günter que sonaron más fuerte de lo que habían sido pronunciadas realmente, y las dudas de lo que pudiera estar haciendo o pasado al sargento para que aún no se encontrase ahí, estaban empezando a torturar su cabeza, al mismo tiempo, algunas preguntas comenzaban a revolotear en la mente del adolescente porque no sabía exactamente cuando fue que comenzó a sentirse tan unido a Rivaille pero una sonrisa se enmarcaba en los labios al sentirse tan apegado a Levi aunque Eren no se percató de la pequeña curva que formaba de felicidad su boca.

– Günter… – Jadeó Erd con la voz distorsionada por el placer, sacando a Eren de sus pensamiento y el adolescente al volver la vista a los mayores se percató de cómo Schulz apretaba los glúteos de su compañero de una manera que parecía dolorosa para Erd Gin aunque la voz del moreno no había salido dolida sino deseosa y clamante por algo más, a pesar de que al principio se mostraba reticente al contacto que iniciaban a tener.

La cara de Eren enrojeció más al ver que aquello iba a ir más allá de simples besos mientras nuevas preguntas asaltaron la mente de Jaeger sobre si las veces que había estado con el sargento, él y Rivaille se verían de esa manera tan violenta, precisada y lasciva.

Eren negó con la cabeza en un intento de disipar las cuestiones que surgían en su mente con una fluidez asombrosa e imparable y al volver a mirar a sus compañeros, los dos hombres que pertenecía al equipo Rivaille, se sintió atraído por lo que estaba presenciando para que antes de darse cuenta, el muchacho había comenzado a sentir un leve cosquilleo en su estómago, así como que su boca había emprendido el generar más saliva de la normal mientras sus piernas parecían pesar más de lo que era en realidad.

La boca de Günter no se despegaba de la piel del cuello de Erd, mientras el castaño podía jadear ahogado por el placer mientras que sus manos parecían haberse afianzado en el cuello del rubio, lugar del cual, parecía haberse fundido con el cuerpo de su amante, solo dejando que el placer fuera el que hablara y no su cordura o temores.

Eren miraba la escena de los dos hombres con ojos brillantes de excitación y pupilas dilatadas por lo que estaba pasando entre sus compañeros. Observó cómo ambos hombres parecían sincronizados en un pacto mudo en el que los únicos sonidos del lugar eran los gemidos de Erd, el frotar de sus ropas y el crujir de las viejas cajas de maderas donde Erd estaba siendo recostado por su amante.

Eren se apegó más al montón de cajas de madera que lo ocultaban y apretó mas sus manos a los bordes que la apelación de cajas le permitía, camuflando el sonido del crujir de madera por los amantes mientras los pies de Jaeger se anclaban al suelo y los ojos no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo entre los dos hombres.

Erd le quitó la chaqueta a Günter mientras el beso continuaba y el rubio había llevado sus manos al cinturón del pantalón de su amante en un forcejeo para abrirlo siendo acompañado por el sonido lascivo del beso tan poco pueril del que estaban disfrutando.

Incluso, las caricias ambiciosas que de vez en cuando se daban la pareja sin demasiada gentileza parecía una especie de rito hipnótico para el adolescente que no dejaba de mirar como de vez en cuando cesaban lo que estaban haciendo para tocar al contrario fugazmente y regresar a lo que hacían.

Eren mordió su labio cuando los cinturones de Erd Gin habían sido desabrochado, el pantalón abierto y el pene oculto entre las ropas aparecía al exterior pero que rápidamente Günter ocultó con su mano, casi como si supiera de que había un mirón en el lugar y deseara guardar aquel trozo de carne de la vista de Jaeger, para comenzar a acariciar de una manera un tanto brusca pero que logró tensar el cuerpo de Erd donde un rostro somnoliento de mejillas sonrosadas junto a un jadeo de gozo daban a conocer que le agradaba lo que su amante le estaba haciendo.

El ambiente había cambiado a uno más caluroso, pesado y con un aroma que solo estaba gritando “sexo” en el interior del almacén de armamento y Eren se sentía más interesado en lo que hacían sus compañeros de legión, aún y cuando estaba consciente de que no estaba bien el ver la escena pero eso era una pequeña voz que apenas lograba escuchar en algún rincón de su mente.

Günter abandonó la boca del moreno para engullir el pedazo de carne que sus manos ocultaban mientras las manos de Erd se habían dirigido a la cabeza del rubio, la cual removió, alborotando el peinado cabello, al sentir como su sexo estaba siendo atendido, logrando que el pelo dorado de Schulz se soltara y cayera alrededor de la cara.

Un jadeo ahogado resonó en el lugar indicando la llegada al clímax de Erd Gin y el que Günter se apartara de su amante para dejar caer de su boca el seme que la única prueba material de lo que Erd había alcanzado ante sus caricias.

Eren tenía los dedos fuertemente apretados a los bordes de la caja, a tal grado que se habían puesto blanco de la presión y las uñas parecían intentar clavarse en la madera, sus rodillas se habían único mientras sus piernas se estaban moviendo en su intento de sofocar un bulto que parecía estar creciendo en el interior de su pantalón pero el adolescente seguía inmerso en lo que sus ojos miraban donde, Gunter ya había bajado los pantalones de Erd con una sonrisa lujuriosa, deseosa y maliciosa.

– ¡Vamos, Erd! Ahora me toca a mí. – Habló Schulz ayudando a poner en pie al moreno, el cual aún parecía no estar recuperado del recién orgasmo que había sufrido.

– Podrías… darme algo de tiempo… – Se quejó Erd mientras se giraba para recostar su pecho sobre la caja de madera donde había estado sentado segundos antes.

– Estas envejeciendo si necesitas tiempo para esto, Erd. – Le dijo el rubio antes de propinarle una nalgada que hizo aullar al otro. – Voy a comenzar. – Informó para chupar sus propios dedos y así lubricarlos con su propia saliva antes de introducir el primero en el ano de Erd que gruñó por la intromisión.

Eren relamió sus labios inconsciente mientras observaba desde su lugar como Günter ensanchaba con ayuda de sus dedos el ano de Erd que no dejaba de gemir y temblar ante la rigurosa preparación.

Cuando Schulz terminó de dilatar el lugar, sin ningún reparo y apresurado se quitó el cinturón, abrió el cierre de sus pantalones y mostró la erección que causaba el bulto bajo sus ropas.

– Günter… – Jadeó Erd  lastimeramente al sentir como el rubio comenzaba a entrar en él.

Jaeger elevó sus talones, aumentando así su altura y también arriesgándose a ser descubierto por los amantes cuando las embestidas dieron comienzo.

En movimientos rápidos, fuertes y precisos que eran acompañado por besos, jadeos y siendo estimulado el sumiso, la pareja alcanzó el orgasmo, ocasionando un gemido lascivo y ronco, fue en ese momento que todo acabó, que Eren pareció recuperar su sensatez y prejuicios.

– ¡HE ESTADO MIRANDO COMO DOS HOMBRES FOLLABAN!. – Se gritó Eren llevándose las manos a la boca para no soltar ningún sonido que pusiera a los amantes en sobre aviso de su presencia mientras su rostros mostraba lo sorprendido que se encontraba por lo que había estado haciendo cuando sus ojos cambiaron el ángulo de visión, su asombró fue aún mayor, entre sus ropas se apreciaba un bulto. – ¡Maldición!. – Murmuró antes de marcharse y los dos hombres que se creían solos en el lugar, lo descubrieran.

Eren no pudo evitar asustarse un poco ante la reacción de su cuerpo y maldecir sin dejar de caminar debido a la horrible punzada que sentía en su entrepierna, una reacción que lo torturaba a cada paso que daba y le avergonzaba de que se le produjera una erección mientras veía a dos miembros del equipo Rivaille teniendo sexo, un acto que días atrás hubiera reprochado y mucho menos, hubiese captado su atención.

Sin embargo, Eren no pudo evitar sacudir su cabeza volviendo a recordar como Günter y Erd habían tenido sexo en un lugar tan inapropiado que le hizo rememorar la forma en que él había hecho lo mismo junto a Levi en los establos donde la adrenalina se había mezclado con la excitación, haciéndole disfrutar del momento más de lo que habría imaginado.

Al entrar al edificio escuchó la voz de Petra y Aurou procedente del comedor, donde la mujer parecía estar discutiendo con Brossard, algo que se había vuelto común entre ellos dos y que ocurriera en el equipo del sargento Rivaille.

El adolescente tragó saliva gritando en su pensamiento que los dos no salieran de la habitación hasta que el hubiese bajado las escaleras antes de continuar su camino a su alcoba en el sótano de la fortaleza.

Afortunadamente, Eren logró llegar hasta la escalera y descender por ella sin que los que discutían en el comedor se percataran de su presencia o salieran del lugar.

Jaeger suspiró cuando por fin logró abrir la puerta del cuarto que ocupaba en el sótano y con rapidez desabrochó su cinturón, al igual hizo con su pantalón dejando libre su erección, la cual tenía intenciones de aliviar inmediatamente ya que el dolor que punzaba era desagradable.

El adolescente mordió su labio inferior mientras sus ojos verdes parecían más brillantes a causa del sonrojo que cruzaba sus mejillas mientras con sus manos comenzó a atender su problema.

El quinceañero luchaba por no dejar salir sus gemidos ante las caricias que se proporcionaba en su sexo.

Ya había pasado un buen rato y Eren no lograba llegar al clímax, provocando que se angustiara, algunas lágrimas habían escapado de sus ojos ante el dolor mientras que en su cabeza no dejaba de preguntarse el por qué no lograba terminar.

Angustiado, Eren cerró los ojos y sin desearlo, todas las veces que había compartido junto a Levi donde terminaron teniendo sexo, comenzó a fluir en su mente, a tal grado que podía escucharlo como si a su lado, en ese instante, se encontrar el sargento jadeando de placer y lograr el tan deseado y esperado orgasmo.

Sin embargo, Eren no se sintió liberado o feliz como había llegado a sentir en otras ocasiones que se había masturbado sino que se sintió decepcionado y culpable por lo ocurrido. No pensó que tuviera necesitar de Rivaille para alcanzar su propia autocomplacencia y, a pesar, de que estaba consciente de la relación que tenía con el sargento, de que el hacer aquello pensando en su amante no estuviera mal, no podía desechar el sentimiento de haberlo traicionado y luego usar su recuerdo para poder conseguir el orgasmo.

Eren se levantó del suelo, donde había terminado sentado, se limpió las manos con un pañuelo y se recolocó las ropas antes de acostarse sobre la cama sin siquiera quitarse las botas.

– Lo siento, sargento. – Murmuró llevando sus manos a la cara que ocultaba su martirio antes de adentrarse al mundo de Morfeo.


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