-Incidente en el almacén de
armamento.-
Eren
vio como Rivaille les había ordenado regresar al cuartel en el que habían
estado recluidos todo ese tiempo ya que Levi tenía asuntos que atender con el
comandante Smith o así les había comunicado escuetamente a su grupo de
subordinados antes de tomar un camino diferente al que se dirigía su equipo,
sin dar más detalles sobre qué tipo de asuntos trataría con el comandante de la
legión de expedición y reconocimiento.
El
sargento se había marchado sin dejar a nadie de su equipo al mando, solo con las
únicas ordenes de vigilar y proteger a Eren y regresar al viejo castillo en el
que se habían confinado en medio de ninguna parte detrás de la muralla Rosa
para salvaguardar a Eren de un peligro que, incluso, Jaeger desconocía.
El
equipo de Rivaille junto con Eren galoparon hasta el cuartel sin detenerse,
igual a como se habían dirigido a Trost aunque el trayecto le había costado la
perdida de toda la mañana de trabajo junto al mediodía, así que pronto se vislumbraría
el atardecer que aparecería tiñendo de
colores tostados el firmamento como anuncio previo al reinado de la luna y las
estrellas.
Sin
embargo, sin cruzar palabra alguna, casi ignorando la existencia de Eren, todos
los componentes del equipo de Rivaille dejaron a Jaeger solo en el establo
cuando llegaron a la vieja fortaleza, después de desensillar a los equinos y
aprovisionar a los animales para que pudieran comer y descansar ante el largo
viaje que había supuesto ir hasta Trost y regresar a al viejo castillo que
estaban habitando desde hacía días.
– Ya
era hora de tener un poco de tiempo libre y descansar nuestros musculo de tanto
trabajo. – Habló con voz cansada Aurou mientras salía junto a Petra, Günter y
Erd del establo masajeándose su hombro izquierdo con su mano derecha mientras
el resto reía por la queja de Brossard ya que había sido el que se ocupó del
trabajo menos laborioso, aún y cuando estaban reparando las paredes maltrechas
del edificio. Además, de que ya era costumbre escuchar a Aurou lloriqueando por
cualquier cosa, el hombre tenía una queja para todo lo que le rodeaba.
Eren
sonrió ante los lamentos del hombre porque a pesar de no haber salido del
establo junto a sus compañeros, la voz de Aurou fue lo suficientemente fuerte
como para haberlo escuchado en el interior del establo donde se había quedado,
al lado de su caballo.
Eren
miró a su corcel con una sonrisa, después de que el lugar quedara en silencio
donde solo se escuchaba el resoplar o el pisotear de la paja a causa de los
caballos, para comenzar a cepillarlo y, en ese instante, el sentimiento de
soledad que había parecido no afectar a Jaeger por lo que casi ni había podido
sentir el muchacho en toda su estadía en ese lugar, se hizo presente ya que al
estar ocupado o a que el sargento estuviese cerca de él le había distraído
mucho el añorar a Armin o Mikasa e incluso, al resto de sus amigos y compañeros
cuando aún estaba formándose como futuro miembro del cuerpo de exploración.
Eren
no pudo evitar soltar una carcajada que pronto se volvió en risa al pensar que hasta
extrañaba las peleas con Jean o los regaños del instructor Keith o los
lloriqueos de Sasha para que no la acusaran de que había robado comida de la
cocina nuevamente, todos esos momentos que le habían molestado y desagrado mientras
se forjaba como soldado en la cantera, ahora los veía como momentos absurdos y
divertidos de su vida.
Sin
embargo, la pequeña tarea de cepillar y peinar las crines de su caballo pasó
rápidamente debido a los recuerdos que habían acudido a su cabeza, acortando el
tiempo y minimizando sus acciones pero ya la tarea había terminado, siendo que
los recuerdos habían vuelto a abandonar su cabeza causando que la sensación de
soledad lo volviese a embargar, causando que Jaeger apretara con fuerza los labios
hasta dejarlos blancos y solo se distinguiera la enmarcada línea que dividía su
labio inferior del superior en una mueca de desagrado por el sentimiento que lo
estaba acogiendo abrumadoramente.
Al
salir del establo se percató de que el cielo ya estaba cubierto de intensos
naranjas, rosas y dorados con las primeras estrellas que despuntaban para
anunciar la pronta oscuridad nocturna, así que lo mejor sería entrar al
edificio, ayudar a preparar la cena o quizás a limpiar un poco antes de que la
comida estuviera lista para poder ir a darse una buena ducha y, finalmente,
dormir con la espera de no seguir siendo perseguido por la desolación.
Sin
embargo, cuando cruzaba el patio captó la atención del joven el almacén de
armamentos, pues de él salía una tenue luz del interior, así que la curiosidad
de Jaeger se despertó y sin cuestionarse las posibilidades del por qué había
una luz encendida en ese lugar, Eren, se encaminó hacia allí a un paso
apresurado.
Jaeger
al llegar frente a la entrada se dispuso a golpear con los nudillos de una de
sus manos la puerta antes de anunciarse pero aún sin que sus nudillos llegaran
a hacer contacto con la superficie de la madera, la puerta se abrió sola, como
si fuera por arte de magia, permitiéndole el acceso al almacén.
Inconscientemente,
Eren tragó saliva antes de empujar un poco más la puerta para ver el interior del almacén de armamento y
adentrándose en el lugar donde la luz titilante daba visión en la oscuridad del
sitio para comprobar cuál era la razón de que hubiera luz allí.
Eren
iba a preguntar “si había alguien ahí” cuando un voz se hizo escuchar
interrumpiendo el que pudiese pronunciar palabra. Aunque la voz era familiar para
Jaeger, así que con cautela se acercó y pudo ver que la luz provenía de una
vieja lámpara de aceite, además, de descubrir quienes eran los responsable de
que la lámpara estuviera encendida, así como revelando los rostros de los que
estaban en el lugar a esas horas donde el ocaso estaba anunciando el final del
día.
Jaeger
iba a acercarse pero algo en su interior le dijo que mejor no lo hiciera ya que,
posiblemente, estaría interrumpiendo algo importante entre los allí presente,
por lo que le valía esperar un momento antes de revelar su presencia, así que
decidió ocultarse detrás de unas cajas de madera que estaban apiladas, haciendo
caso a su instinto.
–
¿Crees que no vendrá nadie hasta aquí, Günter?. – Le preguntó un poco dudoso a
su compañero mientras un leve sonrojo se aparecía en su rostro y un ligero
ápice de inseguridad se percibía en su voz que intentaba sonar estable mientras
echaba un vistazo al pasillo hecho por las cajas de maderas apiladas que
conducían al exterior.
–
Todos están en el castillo, dudo que alguien nos encuentre, Erd. – Le aseguró
mientras le cogía de un brazo de manera brusca, en un acto que demandaba toda
la atención de Erd hacia él y así disipar las dudas de su compañero. – Además,
tú fuiste el que sugirió de hacerlo en otro lado que no fuera alguna de
nuestras habitaciones porque sería sospechoso el que nos encerráramos ambos en
una de nuestras alcobas y después de un tiempo saliéramos juntos de ella en la
mañana.
– Lo
sé… pero no estoy muy seguro de esto, está la posibilidad de ser descubiertos
por alguno de ellos, es un poco incómodo el pensar que nos sorprendan en una situación
tan poco apropiada. – Le concretó al rubio sin mirarlo a la cara mientras Günter
lo cogía de la cintura para acercarlo a su cuerpo de una manera indecorosa. –
También, está la posibilidad de que el sargento Rivaille regrese y se dirija a
este lugar por alguna razón, no especificó de qué trataría su cita con el
comandante.
–
Hablas como si nunca hubieras hecho esto o como si no supieras que las
reuniones que suele mantener el sargento con el comandante Smith y demás
sargentos de la legión de exploración son largas. El sargento Rivaille no
llegará aquí hasta la madrugada o quizás mañana al mediodía. – Le dijo con una
sonrisa que parecía ser más burlona que pícara por la obviedad de lo que
parecía temer Erd. – ¿Acaso no recuerdas todas esas expediciones en que lo
único que nos aislaba de los ojos del resto de soldados era una simple lona y
en la que, estoy seguro, nos escucharon en más de una ocasión al igual a como
llegamos a escuchar a otros de nuestros compañeros cuando estábamos de guardia?.
– Murmuró antes de besar a Erd Gin de forma tosca y Eren no pudo evitar
sorprenderse ante lo que estaba presenciando, Günter y Erd estaban besándose y
hablando de anteriores veces en que habían hecho algo más profundo que un beso.
Algo que la mente de Jaeger captó al instante al entender a que se refería sus
compañeros pero el shock en el adolescente provocó que estuviera tardando en
asimilar las palabras del rubio.
–
Quizás… ellos son… – Murmuró Eren de forma que solo él pudo escucharse a sí
mismo, masticando en su mente todo lo que había escuchado junto a lo que estaba
viendo mientras su cara enrojecía al recordar la situación en la que había
aceptado estar con el sargento y lo que había ocurrido entre ellos de una forma
casi inexplicable y necesitada. – Ellos… son lo mismo que el sargento Rivaille
y yo. – Pensó mordiendo su labio inferior mientras comenzaba a sentir un
bochorno por lo que estaba vislumbrando a los dos hombres con los que había
estado conviviendo todo ese tiempo, sin percatarse que eran algo más que
simples compañeros de equipo.
Jaeger
no pudo evitar sentirse un poco dolido en ese instante al pensar que Levi aún
no había regresado de Trost, añadido a las palabras de Günter que sonaron más
fuerte de lo que habían sido pronunciadas realmente, y las dudas de lo que
pudiera estar haciendo o pasado al sargento para que aún no se encontrase ahí,
estaban empezando a torturar su cabeza, al mismo tiempo, algunas preguntas
comenzaban a revolotear en la mente del adolescente porque no sabía exactamente
cuando fue que comenzó a sentirse tan unido a Rivaille pero una sonrisa se
enmarcaba en los labios al sentirse tan apegado a Levi aunque Eren no se
percató de la pequeña curva que formaba de felicidad su boca.
–
Günter… – Jadeó Erd con la voz distorsionada por el placer, sacando a Eren de
sus pensamiento y el adolescente al volver la vista a los mayores se percató de
cómo Schulz apretaba los glúteos de su compañero de una manera que parecía
dolorosa para Erd Gin aunque la voz del moreno no había salido dolida sino
deseosa y clamante por algo más, a pesar de que al principio se mostraba
reticente al contacto que iniciaban a tener.
La
cara de Eren enrojeció más al ver que aquello iba a ir más allá de simples
besos mientras nuevas preguntas asaltaron la mente de Jaeger sobre si las veces
que había estado con el sargento, él y Rivaille se verían de esa manera tan
violenta, precisada y lasciva.
Eren
negó con la cabeza en un intento de disipar las cuestiones que surgían en su
mente con una fluidez asombrosa e imparable y al volver a mirar a sus
compañeros, los dos hombres que pertenecía al equipo Rivaille, se sintió
atraído por lo que estaba presenciando para que antes de darse cuenta, el
muchacho había comenzado a sentir un leve cosquilleo en su estómago, así como
que su boca había emprendido el generar más saliva de la normal mientras sus
piernas parecían pesar más de lo que era en realidad.
La
boca de Günter no se despegaba de la piel del cuello de Erd, mientras el
castaño podía jadear ahogado por el placer mientras que sus manos parecían
haberse afianzado en el cuello del rubio, lugar del cual, parecía haberse
fundido con el cuerpo de su amante, solo dejando que el placer fuera el que
hablara y no su cordura o temores.
Eren
miraba la escena de los dos hombres con ojos brillantes de excitación y pupilas
dilatadas por lo que estaba pasando entre sus compañeros. Observó cómo ambos
hombres parecían sincronizados en un pacto mudo en el que los únicos sonidos del
lugar eran los gemidos de Erd, el frotar de sus ropas y el crujir de las viejas
cajas de maderas donde Erd estaba siendo recostado por su amante.
Eren
se apegó más al montón de cajas de madera que lo ocultaban y apretó mas sus
manos a los bordes que la apelación de cajas le permitía, camuflando el sonido
del crujir de madera por los amantes mientras los pies de Jaeger se anclaban al
suelo y los ojos no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo entre los dos
hombres.
Erd le
quitó la chaqueta a Günter mientras el beso continuaba y el rubio había llevado
sus manos al cinturón del pantalón de su amante en un forcejeo para abrirlo
siendo acompañado por el sonido lascivo del beso tan poco pueril del que
estaban disfrutando.
Incluso,
las caricias ambiciosas que de vez en cuando se daban la pareja sin demasiada
gentileza parecía una especie de rito hipnótico para el adolescente que no
dejaba de mirar como de vez en cuando cesaban lo que estaban haciendo para
tocar al contrario fugazmente y regresar a lo que hacían.
Eren
mordió su labio cuando los cinturones de Erd Gin habían sido desabrochado, el
pantalón abierto y el pene oculto entre las ropas aparecía al exterior pero que
rápidamente Günter ocultó con su mano, casi como si supiera de que había un
mirón en el lugar y deseara guardar aquel trozo de carne de la vista de Jaeger,
para comenzar a acariciar de una manera un tanto brusca pero que logró tensar
el cuerpo de Erd donde un rostro somnoliento de mejillas sonrosadas junto a un
jadeo de gozo daban a conocer que le agradaba lo que su amante le estaba haciendo.
El
ambiente había cambiado a uno más caluroso, pesado y con un aroma que solo
estaba gritando “sexo” en el interior del almacén de armamento y Eren se sentía
más interesado en lo que hacían sus compañeros de legión, aún y cuando estaba
consciente de que no estaba bien el ver la escena pero eso era una pequeña voz
que apenas lograba escuchar en algún rincón de su mente.
Günter
abandonó la boca del moreno para engullir el pedazo de carne que sus manos
ocultaban mientras las manos de Erd se habían dirigido a la cabeza del rubio,
la cual removió, alborotando el peinado cabello, al sentir como su sexo estaba
siendo atendido, logrando que el pelo dorado de Schulz se soltara y cayera
alrededor de la cara.
Un
jadeo ahogado resonó en el lugar indicando la llegada al clímax de Erd Gin y el
que Günter se apartara de su amante para dejar caer de su boca el seme que la
única prueba material de lo que Erd había alcanzado ante sus caricias.
Eren
tenía los dedos fuertemente apretados a los bordes de la caja, a tal grado que
se habían puesto blanco de la presión y las uñas parecían intentar clavarse en
la madera, sus rodillas se habían único mientras sus piernas se estaban
moviendo en su intento de sofocar un bulto que parecía estar creciendo en el
interior de su pantalón pero el adolescente seguía inmerso en lo que sus ojos
miraban donde, Gunter ya había bajado los pantalones de Erd con una sonrisa
lujuriosa, deseosa y maliciosa.
–
¡Vamos, Erd! Ahora me toca a mí. – Habló Schulz ayudando a poner en pie al
moreno, el cual aún parecía no estar recuperado del recién orgasmo que había
sufrido.
–
Podrías… darme algo de tiempo… – Se quejó Erd mientras se giraba para recostar
su pecho sobre la caja de madera donde había estado sentado segundos antes.
– Estas
envejeciendo si necesitas tiempo para esto, Erd. – Le dijo el rubio antes de
propinarle una nalgada que hizo aullar al otro. – Voy a comenzar. – Informó
para chupar sus propios dedos y así lubricarlos con su propia saliva antes de
introducir el primero en el ano de Erd que gruñó por la intromisión.
Eren
relamió sus labios inconsciente mientras observaba desde su lugar como Günter
ensanchaba con ayuda de sus dedos el ano de Erd que no dejaba de gemir y
temblar ante la rigurosa preparación.
Cuando
Schulz terminó de dilatar el lugar, sin ningún reparo y apresurado se quitó el
cinturón, abrió el cierre de sus pantalones y mostró la erección que causaba el
bulto bajo sus ropas.
–
Günter… – Jadeó Erd lastimeramente al
sentir como el rubio comenzaba a entrar en él.
Jaeger
elevó sus talones, aumentando así su altura y también arriesgándose a ser
descubierto por los amantes cuando las embestidas dieron comienzo.
En
movimientos rápidos, fuertes y precisos que eran acompañado por besos, jadeos y
siendo estimulado el sumiso, la pareja alcanzó el orgasmo, ocasionando un
gemido lascivo y ronco, fue en ese momento que todo acabó, que Eren pareció
recuperar su sensatez y prejuicios.
– ¡HE
ESTADO MIRANDO COMO DOS HOMBRES FOLLABAN!. – Se gritó Eren llevándose las manos
a la boca para no soltar ningún sonido que pusiera a los amantes en sobre aviso
de su presencia mientras su rostros mostraba lo sorprendido que se encontraba
por lo que había estado haciendo cuando sus ojos cambiaron el ángulo de visión,
su asombró fue aún mayor, entre sus ropas se apreciaba un bulto. – ¡Maldición!.
– Murmuró antes de marcharse y los dos hombres que se creían solos en el lugar,
lo descubrieran.
Eren
no pudo evitar asustarse un poco ante la reacción de su cuerpo y maldecir sin
dejar de caminar debido a la horrible punzada que sentía en su entrepierna, una
reacción que lo torturaba a cada paso que daba y le avergonzaba de que se le
produjera una erección mientras veía a dos miembros del equipo Rivaille
teniendo sexo, un acto que días atrás hubiera reprochado y mucho menos, hubiese
captado su atención.
Sin
embargo, Eren no pudo evitar sacudir su cabeza volviendo a recordar como Günter
y Erd habían tenido sexo en un lugar tan inapropiado que le hizo rememorar la
forma en que él había hecho lo mismo junto a Levi en los establos donde la
adrenalina se había mezclado con la excitación, haciéndole disfrutar del
momento más de lo que habría imaginado.
Al
entrar al edificio escuchó la voz de Petra y Aurou procedente del comedor,
donde la mujer parecía estar discutiendo con Brossard, algo que se había vuelto
común entre ellos dos y que ocurriera en el equipo del sargento Rivaille.
El
adolescente tragó saliva gritando en su pensamiento que los dos no salieran de
la habitación hasta que el hubiese bajado las escaleras antes de continuar su
camino a su alcoba en el sótano de la fortaleza.
Afortunadamente,
Eren logró llegar hasta la escalera y descender por ella sin que los que
discutían en el comedor se percataran de su presencia o salieran del lugar.
Jaeger
suspiró cuando por fin logró abrir la puerta del cuarto que ocupaba en el
sótano y con rapidez desabrochó su cinturón, al igual hizo con su pantalón
dejando libre su erección, la cual tenía intenciones de aliviar inmediatamente
ya que el dolor que punzaba era desagradable.
El
adolescente mordió su labio inferior mientras sus ojos verdes parecían más
brillantes a causa del sonrojo que cruzaba sus mejillas mientras con sus manos
comenzó a atender su problema.
El
quinceañero luchaba por no dejar salir sus gemidos ante las caricias que se
proporcionaba en su sexo.
Ya
había pasado un buen rato y Eren no lograba llegar al clímax, provocando que se
angustiara, algunas lágrimas habían escapado de sus ojos ante el dolor mientras
que en su cabeza no dejaba de preguntarse el por qué no lograba terminar.
Angustiado,
Eren cerró los ojos y sin desearlo, todas las veces que había compartido junto
a Levi donde terminaron teniendo sexo, comenzó a fluir en su mente, a tal grado
que podía escucharlo como si a su lado, en ese instante, se encontrar el
sargento jadeando de placer y lograr el tan deseado y esperado orgasmo.
Sin
embargo, Eren no se sintió liberado o feliz como había llegado a sentir en
otras ocasiones que se había masturbado sino que se sintió decepcionado y
culpable por lo ocurrido. No pensó que tuviera necesitar de Rivaille para
alcanzar su propia autocomplacencia y, a pesar, de que estaba consciente de la
relación que tenía con el sargento, de que el hacer aquello pensando en su
amante no estuviera mal, no podía desechar el sentimiento de haberlo
traicionado y luego usar su recuerdo para poder conseguir el orgasmo.
Eren
se levantó del suelo, donde había terminado sentado, se limpió las manos con un
pañuelo y se recolocó las ropas antes de acostarse sobre la cama sin siquiera
quitarse las botas.
– Lo
siento, sargento. – Murmuró llevando sus manos a la cara que ocultaba su
martirio antes de adentrarse al mundo de Morfeo.
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