-Tiempo.-
…Casa de Sakura ~
Konoha…
La dueña de la casa se adentró a la habitación dejando la
bandeja sobre la mesita de noche para tomar asiento en la cama en la que estaba
el moreno. La sanadora colocó su mano sobre el hombro del elemental.
– ¿Por qué…?. – Murmuró Sasuke al sentir el contacto de la mujer.
– No lo sé, Sasuke. – Abrazó a su amigo aun sorprendida por
escuchar sin querer de que era uno de esos gestadores que ella pensaba se
trataba un rumor más sobre los individuos que poseían dones y lo que pasaba en
CING.
Ahora, entendía el por qué jamás el Uchiha se mostrara
receloso al estar cerca de los hombres y era evidente su desinterés hacia las
mujeres aunque no era alguien que revelara su sexualidad abiertamente como
muchas otras personas hacían, ni siquiera se lo había confiado a ella.
Sasuke correspondió el abrazo de su amiga, aferrándose a
ella y comenzando a llorar desconsoladamente por lo ocurrido con su novio.
…~…
Moegi miraba con incomodidad la escena frente a sus ojos
desde el pasillo sintiéndose culpable por haber aparecido en la vida de ellos,
pensando que el haber contado la verdad de sus predicciones en esos momentos había
sido responsable de la reacción en el Uzumaki aunque era consciente de la
inevitabilidad producida por el hecho de que el extraño chico de sus visiones y
Naruto se encontraran en el futuro cercano.
La adolescente bajó las escaleras con sus ojos aguados hasta
llegar a la sala donde Aya estaba jugando con sus muñecas.
La niña al verla sonrió mientras se ponía en pie del suelo
donde estaba sentada para acercarse a Moegi.
– Mo – chan, juega conmigo. – Pidió la hija de Sakura
agarrando y dando leves tironcitos de la falda de la adolescente.
La vidente sonrió y limpió sus ojos con sus manos para seguir
a la niña y sentarse a su lado donde tomó una de las muñecas que comenzó a
peinar la larguísima melena del juguete.
…Almacén en la zona
industrial ~ Konoha…
Orochimaru se encontraba junto a su esposo frente al grupo
que suponía debía haber capturado al individuo que tenia la maldita muestra
robada de CING.
– ¡CALLAOS DE UNA MALDITA VEZ!. – Gritó sintiendo dolor de
cabeza por lo que se masajeó la frente con una de sus manos. – Me estáis dando
jaqueca. – Habló con irritación sin dejar de masajearse la frente por donde comenzaba
a punzar el dolor.
Jiraiya abrazó a su marido, enredando su fuerte brazo a la
cintura, y todo el grupo suspiró de alivio al verse salvado de una cruel
tortura, gracias a la presencia del hombre de pelo blanco y largo aunque todos
sabían que no serían parte del castigo que pueda establecer Orochimaru, Kimimaru
y Karin.
– Relájate, seguro tuvieron algún inconveniente inevitable.
– Dijo tranquilizando al de ojos dorados y viendo el asentimiento de todo el
grupo. – Karin… ¿por qué no nos cuentas lo que ha pasado con todo detalle?.
– Por supuesto, papá. – Se adelantó al grupo la de ojos
rojos dispuesta a comenzar su relato sintiendo toda la atención en ella. – Como
dije antes, encontré al chico con mi habilidad y efectivamente, lo rastreadores
lo tenían preso pero Ukon y Sakon, quienes debían de custodiarlo, se dejaron
influenciar por su poder y colaboraron en su escape. – Reveló señalando a los
gemelos que bajaron su mirada y temblaron cuando sintieron la penetrante mirada
viperina.
– ¿¡QUÉ HICIERON QUE!?. – Se alteró Orochimaru deshaciendo el
abrazo de su cónyuge.
– Por favor Orochimaru, deja que nuestra hija termine de
contarnos. – Solicitó Jiraiya sujetando fuertemente la cintura del moreno para
que tuviese paciencia y así, escuchar el resto de lo sucedido. – Continua,
manzanita. – Pidió a su hija con el sobrenombre cariñoso con el cual llamaba a
su hija desde que nació.
– Por fortuna, mi siguiente predicción después de encontrar
a esos dos durmiendo en un banco a pleno día, siendo la diversión de medio mundo.
– Señaló nuevamente a los gemelos con el seño fruncido por el enfado. – Era la
ubicación de ese rubio que siempre acaba con él. – Contó colocándose mejor las
gafas. – Al parecer Tayuya no lo mató del todo y se encontraba en el Templo del
Fuego. Nos dirigimos allí, dejando en claro de no matarlo, tan solo apresar al
rubio. – Hizo una pausa tomando aire para seguir informando. – Allí encontramos
en una de las habitaciones a la molesta mocosa, la nieta de Tsunade, y a otro
que acompañaba al rubio en el mercado. Ambos estaban durmiendo en el templo,
seguramente los monjes le dieron asilo. – Jiraiya prestó mayor atención ante la
mención de su antigua amiga y hacía años que no sabía de ella. – Ahí se
quedaron Kimimaru y los gemelos para hacer guardia por si aparecia el maldito
rubio pero el tipo ese, el que acompaña a la mocosa, consiguió derrotar a Sakon
y Ukon sin dificultad. – Habló la pelirroja apretando los puños hasta dejar sus
nudillos blancos.
– ¿También te derrotó a ti, hijo?. – Preguntó Orochimaru mirando
a los ojos verdes de Kimimaru, de quien se sentía tan orgulloso no solo por ser
su hijo sino también por tener un don tan extraño y útil.
– No. – Confesó tranquilamente devolviendo la mirada a su
progenitor. – El rubio apareció por sorpresa y huyó con los otros dos. Él fue
quien consiguió inmovilizarme para escapar con sus compañeros – Afirmó con
tranquilidad.
– ¿Cómo es eso de “que surgió por sorpresa y logró
inmovilizarte”?. – Quiso saber el de cabello blanco mayor acentuando las
últimas palabras sin soltar a su esposo, pues no era muy común que alguien
lograra inmovilizar a una persona que poseeyera un don tan especial como el de
Kimimaru.
– Verás…– Interrumpió la de ojos escarlata tomando
nuevamente la palabra.
+_+_+_Flash back
+_+_+_
Karin continuó inspeccionando el resto de las habitaciones
junto a Jirobo, Kidomaru y Tayuya pero la mayoría de los cuartos estaban vacios
o algún aprendiz de monje que se encontraba durmiendo y no era de extrañar,
pues aun estaba saliendo el sol.
Finalmente, llegaron a lo que reconocieron como las famosas
termas del templo que tenían la fama de ser curativas.
El grupo entró y para su sorpresa se encontraron con una
escena insólita donde el rubio que buscaban y una de las orgullosas sacerdotisas
guardiana del Templo del Fuego juntos, que parecía estar disculpándose la mujer
con el hombre.
Sin embargo, ellos no tenían tiempo para ver una escena tan
extraña, por lo que decidieron intervenir y llevarse al rubio de una vez para
que los condujera al ladrón de la muestra.
– Que hermosa imagen. – Interrumpió Karin con una maliciosa
sonrisa por el sorprendido rostro de la pareja. – Es una pena que no podamos
dejar que continuéis vuestra charla porque necesitamos al caballero. – Señaló con
su dedo índice al rubio mientras Jirobo se adelantaba.
– ¿QUÉ CREEÍS QUE HACEÍS?. – Gritó Shion con enfado soltando
las manos de Naruto. – ¡ESTO ES UN TEMPLO! ¡SE TIENE QUE MOTRAR RESPETO Y CULTO
A KAMI-SAMA!. – Gritó la rubia sacerdotisa mirando con el entrecejo fruncido al
grupo de desconocidos que apareció ridiculizando sus disculpas. – ¡ABANDONADLO
INMEDIATAMENTE!. – Ordenó señalando la salida.
Rieron todos los Hebi ante la orden de la mujer.
– ¡MALDITOS!. – Volvió a gritar Shion avergonzada por las
risas y abalanzándose hacia ellos por sentirse humillada.
– ¡No, Shion!. – Exclamó el de ojos azules pero ya era
demasiado tarde porque la rubia fue lanzada por los aires de un solo puñetazo
de Jirobo.
Naruto corrió hasta donde había caído la mujer de ojos lilas,
percatándose que se quejaba de dolor por el golpe y con un pequeño hilillo de
sangre escurriendo de su boca. Sin duda alguna, el gordo la había golpeado en
el estómago y Shion tendría suerte si sus huesos no estaban roto.
– Maldito herculiano*. – Masculló el Uzumaki mirando a
Jirobo con furia y dispuesto a enfrentarse.
Antes de que alguno de los Hebi pudiera hacer un comentario
jocoso, una voz de tonalidad dulce llamó la atención de los presentes.
– ¡Vaya! Así que ese sujeto es el hombre zorro. – Comentó
como si tal cosa una adolescente de nácarados ojos señalando a Naruto. – Ahora
comprendo él por qué de ese nombre. Realmente, parece uno de esos animalejos. –
Añadió antes de reir sin importarle lo
que estaba ocurriendo o el riesgo que se tenía al estar en ese lugar y momento.
– Hanabi, ¿qué ocurrió con tu educación?. – Reprendió su
primo con falsa molestia junto a Hinata, quien miraba al grupo de Hebi.
– Hyuuga. – Arrastró las palabras Karin entrecerrando sus
ojos con desconfianza.
– Si nos disculpas, venimos por el kitsune. – Anunció Hinata
con un leve sonrojo en las mejillas cuando llamó al desconocido rubio, zorro,
en voz alta.
– ¡NO OS DEJAREMOS QUE LO HAGAÍS!. – Gritó la pelirroja poniendo sus manos en la cadera. – Él es
nuestro.
– Eso lo veremos. – Dijó el de cabello largo y castaño Hyuuga
tomando posición de ataque junto a sus primas.
La batalla comenzó en donde las patadas, puñetazos,
agilidad, saltos y velocidad combinados con los poderes sobrenaturales de los
contrincantes en busca de obtener su objetivo eran constantes en la pelea pero
su combate fue interrumpido con la llegada de los monjes del templo al lugar.
La mujer de ojos escarlata giró su cabeza en busca del de
ojos azules pero ya no se encontraba ahí, sólo estaba la sacerdotisa siendo
ayudada por dos monjes.
– ¡RETIRADA!. – Vociferó huyendo del lugar seguida de sus
compañeros.
+_+_+_End flash back
+_+_+_
– Cuando llegamos a la habitación donde estaba Kimimaru
junto a esos gemelos estúpidos, solo pudimos salir de ahí a toda prisa y ya no
estaba ni la mocosa ni el hombre que la acompaña. – Terminó su relato la mujer
de lentes.
…Calles de Konoha…
Hacía algunas horas que la noche había caído sobre Konoha y
la gente continuaba transitando las calles y saliendo o entrando en los
establecimientos que aun continuaban abiertos.
Naruto salía de uno de los tantos bares que había en esa
calle que se encontraba, donde había entrado cuando sus pies se cansaron de
caminar sin rumbo fijo hasta llegar ahí, un negocio de aspecto retrograda, que
no era particularmente atrayente y destacaba con los brillantes
establecimientos de su alrededor, pero que gritaba ser el mejor sitio de la
zona si buscabas alcohol, placer y entretenimiento.
El rubio entró en el local con el único objetivo de
emborracharse, de poder despejar su cabeza abrumada por todo lo sucedido, ya
que sentía que no había podido asimilar todo lo ocurrido recientemente, debido
a lo rápido que ha pasado todo, y en especial, las palabras de Sasuke,
ocasionando que apareciera el miedo y la preocupación en él.
Naruto simplemente necesitaba un momento de paz, de relajación, en donde toda esa alocada
persecución cesase. En donde los rastreadores, los mafiosos de Hebis o el clan
de los Hyuuga no estuviesen tras su pellejo.
Necesitaba un momento, en el que volviera a estar todo como
en un principio, él y su novio conviviendo en armonía, sin preocuparse al 100%
de su supervivencia o de saber que no pasaría nada entre ellos.
Era por esos inconvenientes, los que debía afrontar día tras
día por ser una de las pocas personas que nacieron con un don, por lo que el
Uzumaki deseaba ser un humano más del montón, sin la preocupación ni
responsabilidad que suponía tener un poder.
Naruto deseaba ser alguien normal, sin un poder especial y
dejar de huir sin el temor de que tu ser amado desaparezca sin más. Sin el
miedo de ser atacado en cualquier momento y la constante búsqueda de un refugió
en el que poder dormir con tranquilidad o temer que en algún momento
desaparecerás para siempre, ya sea porque has sido asesinado o porque termines
como cobaya humana de CING.
Ahora, que Sasuke le había dicho todo aquello, su mundo
volvió a dar un giro completo y la posibilidad de que estuviese en estado, lo
habían bloqueado y aterrado. Ellos no podían ser padres de un ser que tenía
todas las cartas para nacer con un don, un inocente que tendría saber desde el
instante que viniera al mundo el que no tendría ni un solo segundo de
normalidad y Naruto no lo deseaba. No quería que un niño o una niña tenga que
pasar por todo aquello que él ha vivido pero sobretodo, porque él no deseaba presenciar
como un hijo o una hija suyo, tuviese que vivir toda su existencia como lo
hacia la gente que nacía con un don y la preocupación de que el peligro asecha
en cada esquina. Incluso, el riesgo podría presentarse mientras dormía, era
algo demasiado inquietante.
También, estaba el sentimiento de haberse convertido horas
atrás en un maldito cobarde, cuando el Uchiha le había confesado la verdad, salió
corriendo y gritándole mentiroso cuando se suponía quedarse ahí, consolarlo y
calmarlo pero había salido corriendo para acabar refugiándose en el alcohol,
evitando afrontar la situación o aceptar sus propias consecuencias como se
debía pero ¿qué podía hacer en ese momento en el que la vida se había tornado
más fuerte que él?.
Después de sus tormentoso torbellino de frustraciones, donde
había una multitud de preguntas incapaz de de responder por sí mismo, Naruto lo
había decidido, porque era vergonzoso lo hecho y tenía que regresar, estar al
lado de su pareja, quien en esos momentos lo necesitaba más que nunca.
Naruto volvía a la casa de la mujer de cabello rosa para
afrontar esa prueba con su novio y confirmarle lo imbécil que era. Tenía su
apoyo para criar al ser que crecía en su vientre y afrontar todas sus
responsabilidades como padre de la criatura. Incluso, pensaba suplicarle hasta
que lo perdonara por su reprobatorio comportamiento pero, simplemente, no podía
dejar las cosas así.
Todos los pensamientos y planes de Naruto fueron
interrumpidos por un gruñido que le llamó la atención al pasar cerca de una
oscura callejuela.
La curiosidad hizo que el de ojos azules se dirigiera en
busca del ser que hacia semejante sonido.
Cuanto más se acercaba podía ver la forma de quien gruñía.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, logró distinguir la silueta de una
persona acurrucada y la posibilidad que se tratara de un vagabundo pasó por su
cabeza pero notó que sus ropas no pertenecían a uno, lo que le incitó a
continuar, acercándose un poco más al individuo.
Sus ojos azules se abrieron al máximo cuando reconoció a la
persona que estaba acorrucada en aquel portal emitiendo adoloridos gemidos y
temblando.
– ¿S-Sai…? – Preguntó en voz baja el Uzumaki completamente
sorprendido y dudando de que fuese él.
…Sótano del casino
Tres Lunas ~ Konoha…
Todo el grupo estaba reunido nuevamente.
– Al parecer toda la información es la misma. – Dijo Kakuzu
escuchando a su lado a Hidan rezarle a su dios en voz baja después de haber
visto toda la información.
– Entonces… ¿es cierto lo qué ese muchacho nos decía?. – Preguntó
exaltado Deidara mirando a su líder.
– No se
excite Deidara - sempai. Tobi está aquí para calmarlo porque Tobi es un
buen chico. – Gritó el enmascarado abrazando al rubio por la cintura y frotando
su cabeza entre el cuello y el hombro del rubio que intentaba apartar de él al
enmascarado.
– Así es. – Afirmaba Pain viendo como el rubio golpeaba a
Tobi, una vez que logró apartarlo de él.
– Solo espero que no se demore mucho en volverse a poner en
contacto con nosotros. – Habló Kisame que también disfrutaba de la escena del rubio
y el tonto del grupo.
…Casa de Sakura ~
Konoha…
La mujer de cabello rosa subió al cuarto de invitados, donde
el Uchiha estaba y donde la dueña de la casa había salido hace rato.
Sakura tocó tres veces la puerta pero no recibió respuesta
alguna de su amigo, por lo que abrió la puerta para comprobar el estado de
Sasuke.
Uchiha se encontraba recostado de lado en la cama, siendo
que la mujer de cabellos rosas solo podía ver su espalda, con un suspiró se
adentró a la habitación.
– Sasuke, ¿por qué no bajas y comes algo?. – Pidió Sakura
viendo la bandeja que le había llevado al mediodía, cuando ocurrió la
desagradable discusión con Naruto, con todos los alimentos intactos. – Eso te
repondrá y ahora es importante que comas un poco. Recuerda que una criatura
está creciendo en tu vientre. – Intentó convencer al moreno.
Sasuke no respondió, a pesar de estar despierto y saber que
lo que decía la dueña de la casa en la que se encontraba era cierto, no le
apetecía mirar a su amiga a la cara y mucho menos tener que hablar para
explicarle que había perdido el apetito. Sencillamente, no tenía fuerzas para
nada en ese momento porque su mente solo pensaba en cierto rubio de ojos azules
junto a la desastrosa conversación que tuvieron, la cual se estaba repitiendo
constantemente en sus pensamientos.
– Me llevaré la bandeja pero traeré otra si en un rato no
bajas para comer un poco. – Afirmó la anfitriona. – Y… por favor, piensa en tu
estado, él o ella necesita de ti, de que te alimentes. – Habló con preocupación
la sanadora antes de marcharse y cerrar la puerta de la habitación.
Sakura estaba bajando la escalera con la bandeja en la mano
y podía escuchar a su hija hablando con Moegi que veían la televisión. Sabía
que su esposo se encontraba en la cocina terminando de fregar los platos por el
sonido del agua que provenía de allí.
Todo parecía estar bien con ellos y aunque la actitud de
Sasuke era preocupante, no parecía que nada fuera a cambiar ese momento de
extraña calma pero está fue destrozada antes de poder ser apreciada en su
totalidad cuando la puerta de la casa fue aporreada.
Las niñas dejaron su conversación y, tal parecía que fue el
mismo instante que su esposo terminó de fregar los utensilios de cocina sucios
porque ya el agua no se escuchaba correr.
El enorme hombre salió de la cocina secándose las manos con
una tela que terminó poniendo en uno de sus amplios hombros y la mujer de
cabellos rosas dejó la bandeja con rapidez sobre la mesa de la cocina. Sakura
pudo escuchar como la puerta de su casa era aporreada, una y otra vez.
– Sakura. – La llamó su marido para señalar a su hija que
miraba desde la sala donde veía la televisión y al igual que el resto de los
ocupantes de aquel pequeño hogar, estaba mirando hacia la puerta principal de
la vivienda.
La mujer no tenía que preguntar el por qué su cónyuge la llamó, Sakura se apresuró en
acercarse a Aya y cogerla en sus brazos.
La niña se aferró a la camisa de su cuerpo, asustada por aquellos fuertes y
violentos golpes a la puerta de la casa.
Cuando el hombre de la casa comprobó que su hija y esposa
estaban juntas, en un lugar donde podían huir si era necesario, Juugo abrió la
puerta con todos sus sentidos alerta a que posiblemente fueran enemigos pero se
encontró con un hombre rubio de estatura promedia con la respiración agitada.
Juugo intuyó que aquel individuo debía de tratarse de
alguien que buscaba su ayuda pero no se percató hasta que vio a su acompañante
que esa ayuda era para su compañero y no para el propio rubio.
El de cabello naranja levantó una ceja ante la escena que
presentaba esos dos desconocidos.
– ¡SAKURA!. – Gritó provocando que Juugo frunciera el ceño
con molestia ante la confianza con la que llamó a su pareja.
– ¡NARUTO!. – Gritó sorprendida Moegi desde el interior de
la casa al reconocer la voz de de ojos azules.
Sakura reaccionó ante los gritos emocionado de la
adolescente y dejo a su pequeña hija en el suelo, liberando toda la tensión
acumulada por el desconcierto de quien llamaba a su puerta, para acercarse
presurosa a la entrada visualizando lo mismo que su marido.
– Amor, déjalo entrar. Lo conozco. – Le pidió a su esposo,
ya que no era ninguna novedad para el gran hombre que ayudaba en la curación de
heridas de personas con don. Sakura no reprimió su molestia cuando miró al
Uzumaki para, después, observar al desconocido que el rubio cargaba a su
espalda. – ¿Quién es?. – Inquirió la mujer de ojos verdes.
– ¿Puedo pasar?, se encuentra muy mal. – Solicitó Naruto
para ver como la mujer asentía, comprendiendo que la entrada de la casa no era
el mejor lugar para hablar ni permanecer demasiado tiempo con alguien en ese
estado.
Naruto entró y se tomó la confianza de recostar a Sai sobre
el sofá de la sala observado todos sus movimientos por los dueños de la casa.
– ¿Quién es?. – Repitió la pregunta Sakura.
– Se llama Sai. – Reveló para mirar a la mujer. – ¿Puedes
ayudarlo?. – Le pidió Naruto. – Lo encontré así y no sé lo que le ha ocurrido.
– Explicó ante la mirada acusadora de la de cabellos rosas.
– Llévate a Aya a su habitación. – Ordenó la mujer a su esposo
que sin protestar acató la orden de su mujer. – Parece que abusas de la
confianza, ¿verdad?. – Afirmó acercándose al moreno recostado sobre su sofá. –
Ayudaré a tú amigo pero con una sola condición. – Indicó mientras se cruzaba de
brazos.
Naruto asintió con la cabeza.
– Antes que nada, quiero que sepas que eres un completo
idiota por lo de esta mañana. – Acusó con furia. – Y si fuese por mí, no
volverías a acercar a Sasuke en lo que te queda de vida pero, aunque detesto
admitirlo, él te necesita. – Tomó un poco de aire antes de continuar. – Solo
quiero que subas ahí arriba y lo convenzas para que se alimente aunque después
desaparezcas junto a este tipo. Me da exactamente igual lo inmaduro que seas
como para no sentirte responsable del estado de mi amigo o de si has estado
jugando con él pero él se arriesgó por ti cuando fue en tu busca al Templo del
Fuego, es hora de devolverle el favor para que no haga algo de lo que se
arrepentirá el resto de su vida. – Terminó con desdén en su voz la de ojos verdes.
Naruto bajo su mirada arrepentida porque él sabía lo imbécil
que fue al comportarse de esa manera con el moreno porque aquella confesión
solo lo venció y no sabía cómo reaccionar o comportarse ante la magnitud de la
noticia después de todo lo ocurrido.
– No tienes que preocuparte por eso. – Naruto apretó sus
puños con fuerza. – Se mejor que nadie que he sido un estúpido. – Aclaró con
dolor en su voz.
Sakura sonrió al comprender que el rubio decía la verdad y
sólo necesitaba tiempo para reflexionar después de toda esa información.
– Entonces a que esperas, sube y habla con él porque no es a
mí a quien tienes que disculparte por comportarte como un patán. – Animó la
mujer de cabellos rosas al hombre frente a ella. – Y no te preocupes, ya te he
dado mi palabra de que ayudaré a tu amigo aunque no creas que mi casa es un
hospital para estar trayendo a todos tus conocidos heridos de esta manera.
Naruto volvió a asentir y abandonó la acogedora sala
mientras tanto, Sakura concentró su atención en el chico que tenía que ayudar,
viendo por el rabillo de sus ojos a Moegi que se acercaba a donde estaba ella
de forma cautelosa y con el rostro más pálido de lo usual.
Naruto subió la escalera corriendo hacia la habitación en la
que había dejado al Uchiha con los nervios a flor de piel porque no tenía ni la
más mínima idea de cómo comenzar la conversación o si tendría oportunidad de
explicarse, ya que la reacción que podría tomar Sasuke era un enigma para el
rubio en esos momentos.
Antes de darse cuenta, Naruto ya se encontraba frente a la
puerta blanca del cuarto donde sabía estaba su novio. El rubio intentó calmar
su ansiedad para luego, dar unos suaves golpecitos en la puerta pero no hubo
respuesta alguna de su interior, por lo que decidió abrir la puerta con
lentitud en espera de escuchar la voz del Uchiha pero al no oir nada, introdujo
su cabeza al interior de la habitación donde solo pudo ver un bulto en la cama
que podía intuir que se trataba de Sasuke.
Naruto terminó de adentrarse a la alcoba y cerró la puerta
tras de sí. Caminó hasta la cama y acarició la cabeza sintiendo como aquel
cuerpo reaccionaba a su tacto porque el moreno no estaba dormido.
El rubio sonrió y se recostó en el lecho, abrazando a Sasuke
por la espalda olisqueando la agradable fragancia de aquel hermoso pelo oscuro,
consiguiendo apaciguar sus nervios ante la inmovilidad del Uchiha.
– Sasuke… yo… lo siento. – Se disculpó apretando al chico a
su cuerpo y al no recibir respuesta prosiguió. – Sé que he sido un completo
idiota al reaccionar de ese modo y que estas en todo tu derecho de estar
enfadado conmigo. – Uzumaki sentía un gran nudo en la garganta por lo que tuvo
que tragar saliva para aclarar su voz. – Sasuke, yo te amo. Quiero que sepas
que eres lo más grande que hay en mi vida y no te imaginas como me duele el
haberte lastimado de esa manera. – El chico de ojos azules no pudo contener que
su voz saliera rescrebrajada a pesar de sus intentos de aclarar su garganta. –
Sé que no tengo derecho de estar así, contigo y que lo mejor sería que
despareciera de tu vida pero antes quiero que estés seguro de que estoy muy
arrepentido por lo ocurrido en la mañana y sobre todo, de que te amo con toda
mi vida. Os amo a los dos. – Terminó sintiendo como lágrimas traicioneras
abandonaron sus ojos y sintiendo como su corazón se encogía de dolor mientras
tamborileaba con fuerza en su pecho.
Había pasado unos minutos pero al no recibir respuesta
alguna del Uchiha, Naruto deshizo el abrazo, besando la cabeza de hebras negras
antes de ponerse de pie.
Uzumaki había acogido aquel silencio como un “fuera de mi vida” de parte del elemental
y lo entendía porque él era el responsable de haber arruinado su relación con
el Uchiha.
– Sasu…ke, Sakura me ha pedido antes de que subiera que
comieras algo aunque no te apetezcas, al menos, hazlo por nuestro hijo. – Se
sorbió la nariz antes de darse la vuelta. – Adiós, Sasuke y cuidaos mucho. – Se
despidió con una fuerte opresión en su pecho sintiéndose incapaz de poder
solucionar las cosas en ese preciso instante.
Cuando iba a dar un paso para salir de aquel cuarto sintió
como era abrazado por la espalda.
– Idiota…– Susurró la voz del Uchiha a su espalda. –¿Así
piensas solucionar lo ocurrido?. ¿Así crees qué conseguirás que te perdone?,
¿dónde está el hombre que luchó para conseguir mi corazón? ¿¡Dónde está!?.–
Casi gritó Sasuke apretando el abrazo. – Yo también te amo, tonto. – Declaró en
voz baja casi imperceptible para Naruto.
– Sasuke. – Susurró el Uzumaki. – ¿Eso… quiere decir que…?
– Sé que debería darte una patada en el culo por lo de esta
mañana. – Interrumpió a su compañero. – Pero por alguna estúpida razón yo no…
no puedo estar sin ti, no ahora. – Afirmó el Uchiha. – Quiero demasiado a un
tonto como para votar mi dignidad y orgullo a la basura, si de esta manera
logro que continúes a mi lado. – Decía apretando su frente en la amplia espalda
del Uzumaki. – Yo…lo siento. Debí decirte de un principio lo que sufría de una
mutación.
Naruto se dio la vuelta y no pudo evitar sonreír un poco, al
darse cuenta que ambos estaban llorando por las mismas emociones.
– Tú no tienes nada por lo que disculparte. – Sentenció el
de ojos azules abrazando al chico que enterró su cabeza en su hombro. – Solo no
volvamos a ocultarnos nada. – Pidió en un mormullo sintiendo como el moreno
asentía en su hombro.
Uzumaki deshizo el abrazo lentamente, separándose un poco de
su pareja y limpió en una caricia las saladas gotas que resbalaban por las
pálidas mejillas de su compañero. Después levantó aquel pálido rostro por el
mentón con delicadeza para mirarse a los ojos con todos aquellos sentimientos
removiéndose en su interior y, los dos, sonrieron con timidez, como una pareja
de adolescentes frente a su primer amor que teme sonrojarse a causa de sus
sentimientos, antes de fundirse en un tierno y necesitado beso.
Naruto deslizó sus manos a la cintura de su pareja sintiendo
como Sasuke apretaba la tela de su jersey. Sus bocas se abrieron para que sus
lenguas pudiesen saludarse y bailar una húmeda danza.
Alguna que otra gotita salada se internaba en sus bocas que
saborearon con gusto hasta que, finalmente, el beso tuvo que terminar por la
falta de oxigeno, pues habían olvidado como respirar mientras el cálido
contacto de sus bocas.
Ambos volvieron a mirarse a los ojos con la respiración
agitada para llenar sus pulmones de aire mientras se formaba una sonrisa en los
labios contrarios y volver a reclamar la boca contraria en un nuevo beso más
dulce que el anterior pero, también, más corto.
Los dos chicos estaban abrazados cerca de la cama cuando el
estómago de Sasuke rugió de hambre. Naruto rió un poco por la inoportuna
interrupción pero demasiado feliz como para picotear los labios de su amante
con los suyos.
– ¡Vamos! Tienes que comer algo. – Le dijo al moreno.
– Es nuestro hijo el que tiene hambre no yo. – Se excusó con
un leve sonrojo.
Pero cuando dieron un paso para salir de la habitación, el
estómago de Naruto también protestó de hambre, recordándole que no había
probado bocado alguno aunque si había bebido algo de alcohol.
– Opino que tú también deberías comer. – Las palabras de
Sasuke que si intentaron ser mordaces o dichas en venganza por su lo ocurrido
solo quedaron disueltas como un chiste para el rubio. – Y darte una ducha,
apestas a alcohol. – Añadió el Uchiha llevandose una mano a su nariz, en el
leve intento de bloquear el olor que desprendía su compañero.
Naruto tan solo volvió a reir para besar la mejilla de
Sasuke antes de salir de aquel cuarto acompañado de su novio, en dirección a la
cocina de la casa de la mujer de cabellos rosas para conseguir algo de comer.
Luego, le pediría a la dueña de la morada que le dejara darse un buen baño para
quitarse ese olor a bebida.
Aclaración de los términos:
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