-Huida forzosa.-
…En un bar ~ Este de Konoha…
–
¡Date prisa!. – Ordenó Zabusa empujando a Sai dentro del cubículo. – ¡Maldito
confusor*!. – Farfulló el mayor.
El de
ojos carbón entró al wc privado, donde un mugriento retrete se encontraba para saciar
las necesidades fisiológicas de quien lo necesitara. Sai lo miró con asco antes
de dar media vuelta y cerrar la puerta pero dejando tan solo una pequeña
abertura para poder observar el exterior con cuidado. Logrando ver que hacía su
captor con total tranquilidad.
Sai vió
como Zabusa se lavaba las manos para luego, pasar sus húmedos dedos por su pelo
negro mientras se miraba a uno de los diminutos espejos circulares que había en
la pared azulejada donde se apoyaban los amarillentos lavabos.
Cogió
una gran bocanada de aire antes de expulsarlo con lentitud, sintiendo que esa
era su oportunidad de escapar, y concentró en reunir toda su energía de sus
ojos en los contrarios. La oscura pupila de Sai se extendió por todo el globo
ocular, anunciando el comienzo de la utilización de su don.
– Ese
chico parece muy apegado a ti. – Rompió el silencio desde el interior del
cubículo.
–
¡Cállate!. – Gruñó Zabusa.
– Pero
no sé… ¿cómo puedes soportarlo después de lo que hizo?. – Continuó Sai sin
parpadear, utilizando su poder.
– ¡CÁLLATE!.
– Gritó el mayor girando sobre sus pies y acercándose a la puerta para abrirla
con brusquedad. – ¿¡PERO…!? ¡ QUÉ MIERDA!.– Aulló aturdido ante cierto pinchazo
que sintió en su cabeza para ver en el suelo a Sai con las manos en su rostro
que cayó sobre el mugriento retrete por ser empujado y golpeado por la puerta
que abrió el rastreador con fuerza, causando que cortara la conexión entre
Zabusa y él.
–
¿Zabusa, ocurre algo?. – Entró Haku apresuradamente, al asqueroso aseo, al
escuchar los gritos de Zabusa para encontrarse como su compañero sacaba con
brusquedad al confusor del brazo.
–
¡CABRÓN!. – Exclamó dándole un puñetazo en el rostro al de ojos negros que logró
derribarlo, cayendo Sai al mugroso piso. – ¿¡Pretendías manipularme!?. Yo te
voy a enseñar que conmigo no debes utilizar tu jueguito. ¡PEDAZO DE MIERDA!. –
Continuó golpeando enfurecido al chico que estaba en el suelo retorciéndose de
dolor a cada golpe propinado e, incluso, tosió para escupir sangre.
Haku
sonrió divertido por el espectáculo pero era hora de detener a Zabusa o mataría
a golpes a ese infeliz, que bien se lo merecía por intentar utilizar su
habilidad contra un rastreador pero su trabajo no consistía en esta ocasión en
la eliminación de una molestia para CING sino en llevar a ese individuo al
punto de encuentro en que lo esperaba uno de sus superiores.
El de
cabello largo se acercó a uno de los lavabos y abrió el grifo para que saliese
el agua e introdujo una de sus manos.
–
Zabusa, déjalo o lo mataras. – Recordó a su compañero mientras lo salpicaba con
su empapada mano.
– ¡ME
IMPORTA UNA MIERDA!. – Aulló molesto por la intervención de su compañero.
– Si
lo haces, Danzou nos matará a ambos. – Volvió a intervenir Haku para hacer
entrar en razón a Zabusa mientras cortando el agua y metiendo sus manos en los
bolsillos del pantalón.
–
¡JODER!. – Gritó entrando en razón para levantarse y levantar a su vez, al de
piel pálida, quién se encontraba en un lamentable aspecto después de la paliza
que recibió.
Sai
tenía la cara completamente magullada y con algunas cortadas que sangraban.
Además, su rostro y parte de su camisa negra estaba manchada de su propia
sangre. Se sentía mareado por tanto golpe recibido, por lo que el chico volvió
a caer al suelo cuando el agarre que lo sostenía en pie desapareció y sin poder
reprimir el vomito que emergía de su boca, expulsó todo lo que había en su
estómago.
Haku
se carcajeo ante el estado del muchacho que parecía angustiado y confundido por
lo que acababa de ocurrir.
–
¡Maldito estúpido!. – Gruñó Zabusa al sentir como su pantalón se manchó con el
vomito del de cabello corto, liso y negro.
– Será
mejor que lo ayudes a ponerse de pie de nuevo para que se limpie la cara y nos
marchemos de este lugar. – Comentó divertido por la escena.
Zabusa
refunfuñó algo inentendible levantado por el cuello a Sai y acercándolo al
lavabo para que se limpiase un poco.
– Y
será mejor que no lo intentes de nuevo. – Advirtió el mayor del grupo.
…Sótano del casino Tres Lunas ~ Konoha…
– ¿Y
cómo piensas contactar con él, Pain?. – Cuestionó Kisame de lo más interesado,
apoyando sus manos sobre el espaldar del sofá en el que estaban acomodados
Sasori y Deidara. – No tenemos nada para poder rastrearlo y tampoco hay un
vidente entre nosotros.
– Si
al menos conociéramos su rostro, podría encontrarlo. – Recordó Itachi.
– No
es necesario, Itachi. – Comunicó el de cabello naranja. – Estoy seguro de que
ese tipo volverá a llamar.
– ¿Cómo
puedes estar tan seguro?. – Preguntó Sasori.
– Sea
cierto o no, Raíz intentará capturarlo y nadie es tan estúpido como para
provocar a los de CING. Por ello, es que querrá nuestra ayuda. – Aseguró Pain.
– Pero
no asegura que sea cierto lo que dice, es muy poco probable que haya conseguido
una de esas muestras. Recuerden que muy pocos han conseguido escapar de ese
maldito lugar y sobrevivir para contarlo. – Habló Deidara levantándose del sofá
que acostumbraba a ocupar junto a Sasori para inclinar su cuello y mostrar una
marca que ocultaba el jersey de cuello alto que llevaba puesto.
…Una pequeña y humilde casa ~ Cerca de la
estación de trenes Hokages Sur ~ Konoha…
Tres
jóvenes se acercaron a la puerta y la golpearon dos veces.
Una
mujer de pelo azul, de unos 46 años y con sus delgados labios pintados de
carmín que eran más llamativos sobre su piel blanca. Miró con desagrado a los
recién llegado con sus ojos negros y afilados al abrirles la puerta.
– ¿A
qué habéis venido, Hyuuga?. – Preguntó con molestia en su voz para que la
visita conociera que no le tenía ningún aprecio.
– Ya
lo deberías saber, Guren. – Sonrió Neji quitándose las gafas de sol y
colgándolas del cuello de su camisa. – Queremos ver a tu hijo, a Yukimaru. –
Concluyó sintiendo como su prima Hinata se ponía a su lado.
Guren
gruñó antes de dejarles pasar a regañadientes.
…Calles de Konoha…
Los
tres hombres ya habían abandonado aquel sucio bar y estaban llegando al
automóvil junto a un Sai demasiado
magullado y aseado dentro de lo posible en aquel mugriento servicio.
– Haku
pon…
–
¡Fijaos chicos!. – Interrumpió al rastreador una estridente voz femenina. – Los
perros de Raíz ha atrapado algo que nos pertenece. – Concluyó la pelirroja con
gafas que interceptaba junto a un grupo de personas a los trabajadores de CING.
– No
sabéis con quien os estáis metiendo. – Habló Zabusa mirando a las dos pelirrojas
y a un hombre de cabello blanco de ojos jades.
– El
que no sabe con quién se enfrenta, eres tú. – Apuntó Karin a los rastreadores
con su brazo derecho totalmente extendido señalándolo con su dedo índice.
Zabusa
iba a responder a la mujer cuando el grito de advertencia de Haku lo puso alerta, observando como su vehículo
era levantado con una facilidad envidiable por un hombre gordo de escaso pelo
naranja y lanzado el automóvil en su dirección.
Afortunadamente,
pudo esquivarlo sin dificultad escuchando el sonido de metal arrastrándose por
el pavimentó adoquinado.
Zabusa
giró con preocupación su cabeza y vio a Haku junto al moreno, en el otro lado
de la calle peatonal.
– ¡MIERDA!
ESE ERA MI AUTOMÓVIL NUEVO. – Gritó el rastreador con la cara cubierta de
vendas después de asegurarse de que no habían perdido al confusor y su
compañero se encontraba bien.
– ¿No
me digas?. – Se burló haciendo muecas la pelirroja con el gorro de lana,
acercándose junto al gordo.
– ¡Me
la vais a pagar!. – Exclamó antes de abalanzarse hacia los desconocidos con la
clara intención de golpearlo pero al escuchar a su compañero, se detuvo para
ver lo que sucedía.
Ese
momento, fue aprovechado por Jirobo para dar un puñetazo con toda su fuerza a
Zabusa.
El
alto rastreador fue lanzado unos metros hasta que, finalmente, su cuerpo se
estrelló contra la pared de uno de los edificios. Sintiendo el crujir de sus
huesos tras el impacto y el sabor característico de la sangre comenzara a
anegar su boca. Su frente se llenó de pequeños hilillos de sangre y sus blancas
vendas, las cuales cubrían parte de su rostro tomaron el color rojo del vital
líquido.
Zabusa
intentó levantarse del lugar en el que se había estrellado, después de sentir
como si hubiera sido arrollado por un camión, pero su adolorido cuerpo se
tambaleaba al moverse un poco.
– Os
matare… por esto…– Habló con dificultad el rastreador, emanando toda su rabia
en cada palabra.
–
¡Mira Jirobo! No le has dado lo suficientemente fuerte. – Comento burlona
Tayuya agarrando por el pelo a Zabusa. – Creo que es mi turno, rastreador. – Le
susurró al de ojos negros para pasar su lengua saboreando la sangre del
rastreador juguetonamente y terminar usando su poder en un fuerte grito.
El
rastreador de pelo corto se revolvió hasta caer en la inconsciencia, debido al
fuerte dolor que lo acaecía el escuchar el sonido de aquella voz que gritaba
sobre él.
– ¡SUÉLTALO!
– La furiosa orden de Haku hizo que la tortura que estaba siendo sometido su
compañero se detuviera ganándose la atención de sus agresores.
Sai
estaba siendo retenido de los brazos por dos hombres de cabello gris, exactamente
iguales.
Haku
corrió para arrebatarle al moreno pero otro hombre aterrizó en medio de su
camino.
– ¡APÁRTATE,
IMBÉCIL!. – Rugió Haku al desconocido de pelo castaño atado en una coleta alta,
viendo como aquellos gemelos se alejaban con su presa.
– Yo
creo que no, enano. – Ironizó Kidomaru para escupir con fuerza una red de araña
desde su boca.
Haku
esquivó con agilidad el ataque, sacando a la luz sus afiladas agujas, las cuales
lanzó a su agresor. No obstante, de las cinco agujas que lanzo el pequeño
rastreador, solo tres se incrustaron en su atacante.
– ¡AH!.
–Aulló Kidomaru al sentir las agujas clavarse en su brazo izquierdo que utilizo
para cubrir su cara, el lugar a donde iban dirigidas las agujas. – ¿Es todo lo
qué puedes hacer, rastreador?. – Cuestionó sacándose las agujas del brazo sin
ninguna dificultad y dejándolas caer al suelo.
Haku
no le contestó cuando escuchó un fuerte ruido, por lo que giró su cabeza viendo
a Zabusa en el suelo moviéndose con dificultad y como una pelirroja se acercaba
a su compañero.
– ¿Qué
te pasa? ¿Se te han acabado las agujas?. – Se burló el Hebi. – ¿O es qué el
gatito se ha asustado?. – Para lanzar otra tela de araña desde su boca y Haku,
nuevamente, la esquivó sin dificultad dando un salto a su derecha.
–
¡Maldito!. – Murmuró pero, en esta ocasión, su atención fue dirigida a la
pelirroja que, ahora, chillaba cerca de Zabusa, quien se retorcía en el suelo
agonizando el dolor que experimentaba.
Haku
sacó sus agujas con rapidez, dispuesto a atacar al hombre frente a él, quien
había obstaculizado su visión para hacer algún comentario desdeñoso de su
fuerza y trabajo.
Kidomaru
se preparó para recibir el ataque. Haku saltó en el aire con sus agujas entre
sus dedos, viendo como el de cabello largo se cubría la cabeza, pero para
sorpresa del Hebi, el rastreador dio un giro en el aire y sus agujas se
clavaron en la espalda de la pelirroja que estaba torturando a su compañero, quien
cayó al suelo inconsciente en el acto.
Haku
sonrió ante la cara de estúpido que mostraba Kidomaru.
– Me
has engañado. – Farfulló con enfado pero cuando se iba a lanzar contra el
pequeño rastreador escuchó un histérico grito de Karin junto a su orden de
retirada.
Haku
al ver como se iba aquel grupo, se apresuró en acercarse a Zabusa para
inspeccionar su estado sin importarle la repentina huída de sus atacantes o el
que ya no tenían a su objetivo con ellos.
…~…
Karin
sonrió al encontrar a esos rastreadores con el chico al que buscaban. Se detuvo
al lado de Kimimaru y este levantó su mano izquierda, entendiendo que esa era
la señal para efectuar lo pactado con anterioridad.
Todo
estaba ocurriendo como planearon, incluso ya se habían encargado de uno de esos
malditos rastreadores, a pesar de que Tayuya saliera herida, y lo más
importante, era que el chico moreno estaba en su poder.
Jirobo
sacó las agujas de la pelirroja y la cogió en sus brazos para dirigirse hacia donde
se encontraban Kimimaru y la mujer de gafas.
Karin
se relamía los labios triunfantes, en espera de que Kidomaru aniquilase al
rastreador que quedaba, pero la visión de la pelirroja se nubló y su cuerpo se
desvaneció para la suerte de Karin, los fuertes brazos de Kimimaru la sostuvieron
antes de que llegara a tocar el suelo.
No
tardó más de unos cuantos segundos en recobrar la conciencia.
– ¡AH…!
¡MALDICIÓN! – Gritó la de gafas. – Nos vamos. Kidomaru, deja de jugar con ese
rastreador. ¡Nos largamos!¡RÁPIDO!. – Ordenó furiosa poniéndose de pie al lado
del de ojos verdes y comenzar a alejarse.
– ¿Qué
sucede, hermana?. – Preguntó con curiosidad ante la reacción de Karin, quien
prácticamente corría.
– Esos
idiotas lo han dejado escapar, Kimimaru. – Respondió la mujer de ojos
escarlatas mirando a su hermano.
…~…
Ukon y
Sakon se alejaban con Sai a toda velocidad, con la única intención de llevarlo a
un almacén perteneciente a Hebi para interrogar al chico antes de dirigirse a
la guarida de Orochimaru.
El moreno
sonrió y sin más, volvió a usar su poder con estos extraños que tironeaban de
él hacia un desconocido destino. Sai cerró sus parpados y al abrirlos su globo
ocular se había teñido de negro.
– ¿Por
qué me lleváis de está manera?. – Preguntó mirando a los ojos a uno de los
gemelos, el cual se detuvo de inmediato sorprendiendo a su hermano.
–
Perdón. –Dijo uno de los individuos de labios pintados.
– ¿Qué
pasa, Ukon?. – Preguntó a su hermano viendo como soltaba al chico.
– ¿No
te das cuenta que me lastimas?. – Cuestionó Sai, mirando esta vez a Sakon,
haciendo que también cayera bajo su influjo.
– Yo…
lo siento. – Se disculpó soltando el brazo del moreno.
Sai se
adelantó unos pasos y se giró para mirar a ambos chicos frente a él a los ojos.
– ¿Por
qué no descansáis allí un poco?. – Señaló un banco de piedra. – Si dormís, os sentiréis
mejor. Se os ve muy cansado. – Añadió con una sonrisa burlona.
Los
gemelos asintieron con la cabeza y sus mejillas sonrojadas para dirigirse con
parsimonia al asiento donde se acomodaron para acudir al mundo de Morfeo.
Sai
sonrió aun más y se fue del lugar tan rápido como le fue posible.
…Templo del Fuego ~ Cercanías del rio Shukumei (Estrella) ~ Konoha…
La de
cabello naranja caminaba delante del grupo, indicando el camino a los mayores.
Terminaron
de subir las gastadas escaleras de piedra blanca y se adentraron al adoquinado
patio del templo, cuyo decorado estaba formado por algunos árboles y un enorme
estanque al lado derecho, el cual se veía hermoso con el atardecer causando un
efecto óptico de ser mayor de lo que realmente es.
Cruzaron
el pequeño patio donde algunos mojes meditaban, rezaban, estudiaban o
practicaban lo movimientos de equilibrio y armonía con la energía que lo hacían
ver como si estuvieran danzando.
El
templo trasmitía tranquilidad y sabiduría pero dichas sensaciones no distrajo
al grupo que continuó su camino por el templo, entrando en el interior de
edificio de teja azul y columnas de madera de caoba.
El
interior del templo estaba cubierto de madera y varios candelabros de hierro
con velas encendidas. Allí, también había monjes que estaban rezando en
susurros, cuyo sonido al unísono se escuchaba como una relajante tonada
inteligible a sus oídos. Al frente se encontraba un enorme pedestal, sin ningún
tipo de estatua en lo alto, que estaba rodeado de pétalos de rosa de color amarillo
y blanco.
Moegi no se dirigió al pedestal sino que giró a la
derecha de la sala, entrando en un pasillo con una tenue luz hasta otra sala,
donde varias mujeres lloraban amargamente y se abrazaban buscando consuelo.
En
medio de esa pequeña sala había un enorme jarrón, con dibujos de dragones chino
en azul y aves fénix rojos, repleto de diferentes y coloridas flores en su
interior y rodeando el objeto.
No
obstante, la adolescente clavó sus negros ojos en la entrada de una habitación
que no permitia ver su interior porque una tupida cortina granate hacia las
veces de puerta.
–
Est.. – La muchacha no pudo continuar cuando por sus ojos pasaron las claras
imágenes de la persona que buscaban.
Ambos
adultos la miraron y Sasuke notó, por primera vez, el cambio de color de las
pupilas e iris de la menor.
– ¿Se
encuentra bien?. – Preguntó Sakura con preocupación pero el moreno no
respondió. Simplemente, se en cogió de hombros indicándole que él tampoco sabía
si la adolescente se encontraba bien.
Cuando
la de ojos negros volvió a la realidad, no dudó en hablar.
–
Naruto, está por aquí. – Señaló la
cortina. –Debemos darnos prisa.
Tomó
aire antes de adentrarse a la habitación junto a los otros dos y al entrar se
percataron de la fuente de piedra en medio de la sala. En el interior de la
fuente nadaban algunas carpas blancas y moteadas.
Tuvieron
que rodear toda la fuente para llegar a la puerta por la que debía pasar para
llegar al encuentro del rubio.
Tragó
aire con fuerza y abrió la puerta, que era un poco pesada, pero, rápidamente,
soltó el aire cuando fue empujada por Sasuke, que se acercó velozmente al
cuerpo tumbado sobre aquella piedra para abrazarlo. El chico miró el cuerpo
entre sus brazos completamente cubierto de cardenales. La ceja izquierda del
rubio tenía una enorme grieta, por la que seguramente habría sangrado y el
labio inferior estaba partido.
Sasuke
pudo percibir la ligera y casi inexistente respiración cuando acercó su cara al
abrazar al rubio.
Sasuke
no retuvo las lágrimas de felicidad que salieron de sus ojos y apoyó su mano en
aquel magullado pecho, sintiendo el latido del corazón que palpitaba con
demasiada fuerza en un intento de agarrarse a la vida, logrando que una sonrisa
surcase en los labios del Uchiha antes de levantar su cabeza del pecho de su
pareja y acariciar el magullado rostro con alegría.
–
Naruto… estas vivo…– Consiguió articular en voz baja debido a lo contento se
sentía. – ¡Sakura, rápido!. – Exclamó mientas rotaba su atención a la de
cabello rosa que estaba en la entrada al lado de Moegi.
Sakura
se acercó, observando las facciones del muchacho inconsciente sobre la cama.
Sus ojos podían vislumbrar lo cercano a la muerte que se encontraba Naruto y se
preocupó de cómo el chico agonizante podría responder a su poder, ya que en
estos casos, en muchas ocasiones no podían soportar el estar siendo curados.
Echó
una mirada rápida a su amigo con la preocupación brillando en sus retinas pero
no dijo nada sobre la posibilidad de rechazo a su poder que adelantaría la
muerte al rubio porque las emociones de esperanza y felicidad de Sasuke serían
destruidas. Sakura tragó saliba con dureza mientras su amigo se apartó del
herido, dejando el camino libre para que pudiese actuar y no pudo reprimir el
sentirse un poco envidiosa del de marcas en el rostro por ver los sentimientos
genuinos de su amigo hacia el otro hombre, entendiendo la importancia para
Sasuke.
Moegi
con curiosidad también se aproximó y cuando la de ojos verdes se disponía a
usar su poder, un grito captó su atención.
–
¿¡QUIÉN DEMONIOS SOIS!? ¡AH!, DEBEIS SER QUIENES LO HAN DEJADO ASÍ. – Afirmó
una rubia alterada, al encontrar a esos desconocidos en la sala privada donde
custodiaban al agonizante chico. – ¡No os lo permitiré! Seguiré manteniéndolo
con vida…
– Una
suspiradora*. – Susurró Sakura apretando sus puños y siendo solo perceptible
por sus acompañantes ya que se rumoreaba que los suspiradores podían robarte la
vida de un solo toque, así como evitar el que mueras.
–
Nosotros no somos su enemigo. – Habló el Uchiha intentando explicarse. – No nos
acuses sin saber porque estamos aquí.
–
¡METIROSO!. – Escupió la de ojos lilas. – ¡APARTAOS DE ÉL, ESCORIA!.
–
Naruto es nuestro amigo y estamos aquí para ayudarlo. – Aclaró Moegi apretando
su bolso con fuerza. – Él nos salvó y es por eso… – Intentó explicar.
– Con
razón deberíais ser vosotros lo que tendían que estar ocupando su lugar. –
Resopló escrutándolos a todos con sus ojos lilas.
En
mitad de la conversación de las féminas, el moreno se arrimó a la de ojos jade
con lentitud, intentando no ser rápido pero pasar desapercibido por la mujer
con la que discutían.
–
Sakura, date prisa y haz tu trabajo.– Le susurró Sasuke mientras la adolescente
discutía con la de ojos lilas y percibiendo las claras intenciones de la
desconocida de abalanzarse sobre ellos.
– Esta
bien, solo no dejéis que esa…
– No
te preocupes, solo date prisa. – Interrumpió Sasuke a la de pelo rosa. – Yo
intentaré de que no se acerque a vosotros. – Le aseguró.
La de
cabello rosa se giró y puso las palmas de sus manos sobre el atlético pero
dañado cuerpo. Sakura cerró sus ojos sintiendo como su energía fluía por su
anatomía como una especie de aura de color verde pálido se extendía en
busca de poder salir al exterior.
Sakura
dejó de escuchar los sonidos y las voces de su alrededor mientras concentró
toda su energía en llevarla a sus manos, por donde era capaz de transferirla al
rubio y poder sanarlo.
La
mujer de ojos verdes capaz de sentir como su flujo se adentraba en Naruto para
expandirse por el cuerpo herido en busca de los daños que tenía y como Naruto
comenzaba a removerse debido al dolor de estar siendo curado a un ritmo
acelerado.
–
¡MALDITOS!. – Aulló la rubia al intuir lo que pretendían hacer y sin más, se
lanzó con dirección a atacar a la de ojos verdes para que no tocara al Uzumaki
que se retorcía en de sufrimiento.
Moegi
aulló asustada, retrocediendo hasta darse en la espalda con la piedra en la que
estaba acostado Naruto.
Sasuke
volvió sus ojos escarlata e intentó usar su poder sobre la mujer que se dirigía
hacia ellos pero, por alguna extraña razón, su poder no se manifestó.
–
¡Mierda!. – Gruñó con rabia y corrió hacia la desconocida. Al entender que un
enfrentamiento cuerpo a cuerpo sería su única opción que tenía para detener a
la desconocida y darle el tiempo suficiente a Sakura de que restableciera a
Naruto.
La
mujer saltó dando un perfecto giro en el aire sobre el hombre de pelo petróleo
y aterrizó a espalda de Sasuke sobre sus pies, sin casi hacer ruido.
La de
iris lila levantó su brazo derecho con la intención de golpear a la mujer
frente a ella pero un fuerte mordisco en su pierna izquierda la hizo aullar de
dolor y cuando miro en dirección al foco de la punzada, se encontró con aquella
mocosa de pelo naranja mordiendo su pierna.
–
¡SHION-SAMA! ¿QUÉ SUCEDE?. – Gritó un
monje irrumpiendo en la estancia.
–
¡Imbécil! No te quedes ahí parado y ayúdame. – Ordenó cuando al escuchar una
voz desde la entrada y ver a un estático monje.
Pues
la mujer tenía sus brazos aprisionados por el moreno, quien la había atrapado a
causa de la adolescente, y su pierna seguía siendo mordida por aquella bestia
con apariencia de chica.
El
monje corrió hasta el moreno y lo agarró del borde del cuello de la camisa
empujándolo hacia atrás para que soltase a Shion pero al percibir que el chico
de ojos brunos no liberaba a Shion y solo estaba arrastrándola con él, le
propinó un puñetazo en la cara.
Sasuke
sintió el tirón de aquel monje pero aun así, no soltó a la histérica rubia.
Cuando para su asombro, sintió un fuerte golpe en su rostro, lo suficientemente
fuerte para partir su labio inferior,
haciéndole una pequeña fisura sangrante en Sasuke.
El
desconcierto que provocó el puñetazo al de pelo azabache por el sorpresivo
ataque del monje hizo que el Uchiha soltara las manos de la mujer y cayera al
suelo aturdido, donde la cabeza de Sasuke se golpeó contra el pie de un
candelabro y perdió el conocimiento en el brutal acto.
…~…
Sakura
podía percibir que ya faltaba poco para que el rubio estuviese lo
suficientemente curado para poder levantarse y caminar sin demasiada dificultad
porque ya se podía mover de una manera mucho más brusca y rápida bajo sus
manos. No obstante, Sakura no abrió sus verdes ojos ni permitió que sus oídos
escuchaban el alboroto de lo que acaecía a su alrededor porque si llegaba a
abrir sus sentidos para saber lo que estaba sucediendo perdería toda la
concentración y acabaría dañando al Uzumaki en vez de sanarlo.
...~…
Moegi
vio como la rubia esquivaba a Sasuke con facilidad. Ella no sabía si el Uchiha
poseía alguna habilidad especial pero entendía que no era bueno que la
desconocida llegara a donde estaba Sakura porque interrumpiría el poder de
sanación. Por eso, que no lo pensó dos veces y se lanzó sobre la pierna de la
rubia abriendo su boca y mordiéndola con fuerza en el gemelo de la pierna
izquierda de Shion. Escucho los gritos de la mujer de ojos lilas y su intento
por separarla. Incluso, sintió el dolor propinado por una patada en sus costillas pero no la soltó.
En
medio de todo ese revuelo, otra voz que no pertenecía a ninguno de ellos,
irrumpió en la habitación y escuchó la orden que dio la mujer que estaba en sus
fauces.
–
¡ESTÚPIDO! ¡Ayúdame a quitarme a esta niñata, me está destrozando la pierna!. –
Rugió con dolor Shion golpeando a Moegi una vez más.
La
chica de cabello naranja fue tironeada sin previo aviso pero no soltó aquella
pierna que mordía con fuerza sino que apretó, cerrando más su mándibula, si es
que podía hacerlo aun más. Moegi comenzó un conflicto interno, en la
posibilidad de soltar y volver a morder o en es que podría arrancar un pedazo
de carne de la rubia debido a la fuerza con que estaba mordiéndola. Cuando un
golpe llegó a su cabeza, sin duda un puñetazo, y luego otro junto a los gritos
iracundos de la mujer.
Moegi
estaba llorando pero, a pesar del dolor, no soltaría esa pierna, aun siendo lo
único que hiciera y pudiese hacer.
La
adolescente quiso gritar cuando su pelo naranja fue tirado hacia tras y unas
manos en su cintura tiraban de ella con fuerza. No pudo aguantar mucho tiempo
de esa manera siendo separada de Shion y apresada en el suelo por un monje que
la inmovilizaba.
Moegi,
que no pudo sostener su llanto, observó al Uchiha en el suelo frente a ella y
como aquella mujer se dirigía a Sakura con la única intención de golpearla para
alejarla de Naruto y arrebatar la posibilidad de que el rubio se curara de sus
heridas.
…~…
– “¡Ya está!.” – Fue el pensamiento de Sakura cuando sintió
que había hecho todo lo posible para restablecer al rubio aunque no podía curar
todas sus heridas, esta podían sanar por si sola y sin ayuda de su poder pero
ella intuía que Naruto despertaría en unos pocos segundos o minutos pero antes
de poder siquiera abrir sus ojos y retirar sus manos del pecho del rubio,
sintió un fuerte jalón en su cabello rosa que la impulso hacia atrás. Dio tres
pasos antes de caer sobre su trasero acompañado de un quejido de dolor.
…~…
Shion
se había dirigido a la sala donde estaba Naruto con la única intención de no
dejarlo morir. Ella no sabía lo que le había ocurrido al rubio pero estaba segura
que en cuanto descubriera que Naruto se encontraba en su templo, los agresores
del Uzumaki vendrían para finalizar el trabajo y ella estaría ahí para
protegerlo.
Cuando
llegó se sorprendió que la puerta de la sala donde estaba el hombre de
marquitas en las mejillas estuviese abierta. Se aproximo con sigilo y entonces,
los vio. Una adolescente, una mujer y un hombre.
Shion
no sabía lo que pretendían pero al observar a la de pelo rosar intentar poner
sus manos sobre el rubio y como el moreno daba una enorme sonrisa no dudó en
que sus predicciones fueran ciertas. Esas personas estaba ahí para hacerle daño
a Naruto y terminar su trabajo pero ella no lo permitiría.
Llamó
la atención de aquellos sujetos con sus gritos y en espera de que alguien la
llegase a escucharla en el templo para que viniera a socorrerla pero cuando
percibió como el hombre y la mujer de ojos verdes hablaban entre sí,
ignorándola. Confirmó que estaban planeando algo y ese fue el pistoletazo de
salida para que comenzara el enfrentamiento físico, arriesgándose de que alguno
de esas personas tuviera un don que podría derrotarla en un instante.
Shion
se lanzó contra ellos y esquivó con facilidad al moreno mientras que la de
cabello rosa se había girado para hacer algo al rubio, lo cual no podía ver,
eso sin duda la alteró más, asustando a Shion.
Cuando
intentó continuar para alejar a esa mujer de ojos verdes del lado del Uzumaki,
fue atrapada por la cría de pelo naranja, de la cual intentó librarse con ayuda
de su pie derecho porque sus brazos habían sido apresados por aquel hombre de
oscura mirada y extraño peinado.
Para
su suerte, alguien atendió a sus gritos y pudo deshacerse de sus agresores y
apartar a la maldita mujer de pelo rosa del lado de Naruto. Se acercó para
comprobar el estado del rubio y se percató de que todos los cardenales y
heridas externas ya no se encontraban en el cuerpo postrado sobre la piedra.
Shion
se sorprendió ante tal mejoría en el cuerpo de rubio y entendió de que la mujer
de cabello rosa era una sanadora.
La
rubia estiró su tembloroso brazo, completamente conmocionada, pero no llegó a
tocar la piel de un suave color canela porque aquellos parpados se abrieron
dejando ver un hermoso iris azul, que conoció años atrás.
–
Na-ru-to. – Consiguió pronunciar Shion con los ojos húmedos de felicidad de que
hubiera despertado.
–
¿¡Shion!? – Nombró confundido el hombre de ojos zafiro mientras se incorporaba
sobre su lecho para quedar sentado sobre aquella piedra que había sido su cama
durante su inconsciencia.
La
rubia se abalanzó sobre el chico, abrazándolo y llorando de alegría sobre el
pecho del Uzumaki.
Naruto
levantó la mirada de la de ojos lilas para mirar quienes estaban a espalda de
la suspiradora porque escuchó un lastimero sollozo y se encontró con unos
hermosos ojos verdes que lo miraban con enfado mientras sostenía a un chico en
el suelo, que conocía demasiado, captando toda su atención en él.
Apartó
a Shion de su lado para poder levantarse de aquella roca en la que estuvo,
hasta hace poco, tumbado y se dirigió temeroso hacia el hombre que estaba en el
regazo de la desconocida mujer, activando sus sentidos a cada paso que daba.
Naruto
sintió u corazón, intuitivo, tamborileando con fuerza en su pecho y un grueso
nudo se formaba en su garganta, obligándolo a tomar dificultosos tragos de saliva.
El
Uzumaki ignoró totalmente a la mujer de ojos jades y sintió su corazón
detenerse al ver el moretón en una de las mejillas de Sasuke.
Naruto
se acuclilló y giró lentamente el cuerpo que estaba en el suelo, temeroso de
hacerle daño a su novio. La boca del rubio se abrió y cerró varias veces en un
intento de hablar al observar que no reaccionaba a su tacto y cercanía.
Naruto
acarició con amor, preocupación y delicadeza el rostro de su pareja, apartando
algunos suaves mechones de pelo ébano que estaban sobre la cara de Sasuke.
–
Sasuke… – Murmuró en medio de la caricia y pudo ver como aquellos ojos oscuros
se abrieron con cansancio para él.
–
Naruto…– Dijo en voz baja comenzando sus ojos a humedecerse. – Estas
despierto…– Levantó su brazo derecho para poder acariciar la mejilla izquierda
de su amado. – Yo…– Pero no continuó porque volvió a perder el conocimiento en
brazos del rubio.
Naruto
abrazó con fuerza a Sasuke, sintiéndose angustiado por lo que acababa de
ocurrir y no dudó en cargar al Uchiha en sus brazos de manera protectora, dando
gracias a Kami-sama de que su novio estuviese vivo.
Aclaración de los términos:
* Confusor/a:
Se trata de las personas que tienen el poder de introducir pensamientos, ideas
e imágenes a otro ser, haciéndolo creer como suyos (reales) los pensamientos
introducidos en sus cerebros.
*
Suspirador/a: Se trata de las personas con el don de mantener a un ser atado a
la vida, cuando este está próximo a la muerte ellos utilizando su poder para no
dejar que esta llegue al moribundo.
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