sábado, 10 de junio de 2017

Ocultando nuestra naturaleza ~ Cap. 4

-Huida forzosa.-

…En un bar ~ Este de Konoha…

– ¡Date prisa!. – Ordenó Zabusa empujando a Sai dentro del cubículo. – ¡Maldito confusor*!. – Farfulló el mayor.

El de ojos carbón entró al wc privado, donde un mugriento retrete se encontraba para saciar las necesidades fisiológicas de quien lo necesitara. Sai lo miró con asco antes de dar media vuelta y cerrar la puerta pero dejando tan solo una pequeña abertura para poder observar el exterior con cuidado. Logrando ver que hacía su captor con total tranquilidad.

Sai vió como Zabusa se lavaba las manos para luego, pasar sus húmedos dedos por su pelo negro mientras se miraba a uno de los diminutos espejos circulares que había en la pared azulejada donde se apoyaban los amarillentos lavabos.

Cogió una gran bocanada de aire antes de expulsarlo con lentitud, sintiendo que esa era su oportunidad de escapar, y concentró en reunir toda su energía de sus ojos en los contrarios. La oscura pupila de Sai se extendió por todo el globo ocular, anunciando el comienzo de la utilización de su don.

– Ese chico parece muy apegado a ti. – Rompió el silencio desde el interior del cubículo.

– ¡Cállate!. – Gruñó Zabusa.

– Pero no sé… ¿cómo puedes soportarlo después de lo que hizo?. – Continuó Sai sin parpadear, utilizando su poder.

– ¡CÁLLATE!. – Gritó el mayor girando sobre sus pies y acercándose a la puerta para abrirla con brusquedad. – ¿¡PERO…!? ¡ QUÉ MIERDA!.– Aulló aturdido ante cierto pinchazo que sintió en su cabeza para ver en el suelo a Sai con las manos en su rostro que cayó sobre el mugriento retrete por ser empujado y golpeado por la puerta que abrió el rastreador con fuerza, causando que cortara la conexión entre Zabusa y él.

– ¿Zabusa, ocurre algo?. – Entró Haku apresuradamente, al asqueroso aseo, al escuchar los gritos de Zabusa para encontrarse como su compañero sacaba con brusquedad al confusor del brazo.

– ¡CABRÓN!. – Exclamó dándole un puñetazo en el rostro al de ojos negros que logró derribarlo, cayendo Sai al mugroso piso. – ¿¡Pretendías manipularme!?. Yo te voy a enseñar que conmigo no debes utilizar tu jueguito. ¡PEDAZO DE MIERDA!. – Continuó golpeando enfurecido al chico que estaba en el suelo retorciéndose de dolor a cada golpe propinado e, incluso, tosió para escupir sangre.

Haku sonrió divertido por el espectáculo pero era hora de detener a Zabusa o mataría a golpes a ese infeliz, que bien se lo merecía por intentar utilizar su habilidad contra un rastreador pero su trabajo no consistía en esta ocasión en la eliminación de una molestia para CING sino en llevar a ese individuo al punto de encuentro en que lo esperaba uno de sus superiores.

El de cabello largo se acercó a uno de los lavabos y abrió el grifo para que saliese el agua e introdujo una de sus manos.

– Zabusa, déjalo o lo mataras. – Recordó a su compañero mientras lo salpicaba con su empapada mano.

– ¡ME IMPORTA UNA MIERDA!. – Aulló molesto por la intervención de su compañero.

– Si lo haces, Danzou nos matará a ambos. – Volvió a intervenir Haku para hacer entrar en razón a Zabusa mientras cortando el agua y metiendo sus manos en los bolsillos del pantalón.

– ¡JODER!. – Gritó entrando en razón para levantarse y levantar a su vez, al de piel pálida, quién se encontraba en un lamentable aspecto después de la paliza que recibió.

Sai tenía la cara completamente magullada y con algunas cortadas que sangraban. Además, su rostro y parte de su camisa negra estaba manchada de su propia sangre. Se sentía mareado por tanto golpe recibido, por lo que el chico volvió a caer al suelo cuando el agarre que lo sostenía en pie desapareció y sin poder reprimir el vomito que emergía de su boca, expulsó todo lo que había en su estómago.

Haku se carcajeo ante el estado del muchacho que parecía angustiado y confundido por lo que acababa de ocurrir.

– ¡Maldito estúpido!. – Gruñó Zabusa al sentir como su pantalón se manchó con el vomito del de cabello corto, liso y negro.

– Será mejor que lo ayudes a ponerse de pie de nuevo para que se limpie la cara y nos marchemos de este lugar. – Comentó divertido por la escena.

Zabusa refunfuñó algo inentendible levantado por el cuello a Sai y acercándolo al lavabo para que se limpiase un poco.

– Y será mejor que no lo intentes de nuevo. – Advirtió el mayor del grupo.

…Sótano del casino Tres Lunas ~ Konoha…

– ¿Y cómo piensas contactar con él, Pain?. – Cuestionó Kisame de lo más interesado, apoyando sus manos sobre el espaldar del sofá en el que estaban acomodados Sasori y Deidara. – No tenemos nada para poder rastrearlo y tampoco hay un vidente entre nosotros.

– Si al menos conociéramos su rostro, podría encontrarlo. – Recordó Itachi.

– No es necesario, Itachi. – Comunicó el de cabello naranja. – Estoy seguro de que ese tipo volverá a llamar.

– ¿Cómo puedes estar tan seguro?. – Preguntó Sasori.

– Sea cierto o no, Raíz intentará capturarlo y nadie es tan estúpido como para provocar a los de CING. Por ello, es que querrá nuestra ayuda. – Aseguró Pain.

– Pero no asegura que sea cierto lo que dice, es muy poco probable que haya conseguido una de esas muestras. Recuerden que muy pocos han conseguido escapar de ese maldito lugar y sobrevivir para contarlo. – Habló Deidara levantándose del sofá que acostumbraba a ocupar junto a Sasori para inclinar su cuello y mostrar una marca que ocultaba el jersey de cuello alto que llevaba puesto.

…Una pequeña y humilde casa ~ Cerca de la estación de trenes Hokages Sur ~ Konoha…

Tres jóvenes se acercaron a la puerta y la golpearon dos veces.

Una mujer de pelo azul, de unos 46 años y con sus delgados labios pintados de carmín que eran más llamativos sobre su piel blanca. Miró con desagrado a los recién llegado con sus ojos negros y afilados al abrirles la puerta.

– ¿A qué habéis venido, Hyuuga?. – Preguntó con molestia en su voz para que la visita conociera que no le tenía ningún aprecio.

– Ya lo deberías saber, Guren. – Sonrió Neji quitándose las gafas de sol y colgándolas del cuello de su camisa. – Queremos ver a tu hijo, a Yukimaru. – Concluyó sintiendo como su prima Hinata se ponía a su lado.

Guren gruñó antes de dejarles pasar a regañadientes.

…Calles de Konoha…

Los tres hombres ya habían abandonado aquel sucio bar y estaban llegando al automóvil junto a un Sai demasiado  magullado y aseado dentro de lo posible en aquel mugriento servicio.

– Haku pon…

– ¡Fijaos chicos!. – Interrumpió al rastreador una estridente voz femenina. – Los perros de Raíz ha atrapado algo que nos pertenece. – Concluyó la pelirroja con gafas que interceptaba junto a un grupo de personas a los trabajadores de CING.

– No sabéis con quien os estáis metiendo. – Habló Zabusa mirando a las dos pelirrojas y a un hombre de cabello blanco de ojos jades.

– El que no sabe con quién se enfrenta, eres tú. – Apuntó Karin a los rastreadores con su brazo derecho totalmente extendido señalándolo con su dedo índice.

Zabusa iba a responder a la mujer cuando el grito de advertencia de Haku  lo puso alerta, observando como su vehículo era levantado con una facilidad envidiable por un hombre gordo de escaso pelo naranja y lanzado el automóvil en su dirección.

Afortunadamente, pudo esquivarlo sin dificultad escuchando el sonido de metal arrastrándose por el pavimentó adoquinado.

Zabusa giró con preocupación su cabeza y vio a Haku junto al moreno, en el otro lado de la calle peatonal.

– ¡MIERDA! ESE ERA MI AUTOMÓVIL NUEVO. – Gritó el rastreador con la cara cubierta de vendas después de asegurarse de que no habían perdido al confusor y su compañero se encontraba bien.

– ¿No me digas?. – Se burló haciendo muecas la pelirroja con el gorro de lana, acercándose junto al gordo.

– ¡Me la vais a pagar!. – Exclamó antes de abalanzarse hacia los desconocidos con la clara intención de golpearlo pero al escuchar a su compañero, se detuvo para ver lo que sucedía.

Ese momento, fue aprovechado por Jirobo para dar un puñetazo con toda su fuerza a Zabusa.

El alto rastreador fue lanzado unos metros hasta que, finalmente, su cuerpo se estrelló contra la pared de uno de los edificios. Sintiendo el crujir de sus huesos tras el impacto y el sabor característico de la sangre comenzara a anegar su boca. Su frente se llenó de pequeños hilillos de sangre y sus blancas vendas, las cuales cubrían parte de su rostro tomaron el color rojo del vital líquido.

Zabusa intentó levantarse del lugar en el que se había estrellado, después de sentir como si hubiera sido arrollado por un camión, pero su adolorido cuerpo se tambaleaba al moverse un poco.

– Os matare… por esto…– Habló con dificultad el rastreador, emanando toda su rabia en cada palabra.

– ¡Mira Jirobo! No le has dado lo suficientemente fuerte. – Comento burlona Tayuya agarrando por el pelo a Zabusa. – Creo que es mi turno, rastreador. – Le susurró al de ojos negros para pasar su lengua saboreando la sangre del rastreador juguetonamente y terminar usando su poder en un fuerte grito.

El rastreador de pelo corto se revolvió hasta caer en la inconsciencia, debido al fuerte dolor que lo acaecía el escuchar el sonido de aquella voz que gritaba sobre él.

– ¡SUÉLTALO! – La furiosa orden de Haku hizo que la tortura que estaba siendo sometido su compañero se detuviera ganándose la atención de sus agresores.

Sai estaba siendo retenido de los brazos por dos hombres de cabello gris, exactamente iguales.

Haku corrió para arrebatarle al moreno pero otro hombre aterrizó en medio de su camino.

– ¡APÁRTATE, IMBÉCIL!. – Rugió Haku al desconocido de pelo castaño atado en una coleta alta, viendo como aquellos gemelos se alejaban con su presa.

– Yo creo que no, enano. – Ironizó Kidomaru para escupir con fuerza una red de araña desde su boca.

Haku esquivó con agilidad el ataque, sacando a la luz sus afiladas agujas, las cuales lanzó a su agresor. No obstante, de las cinco agujas que lanzo el pequeño rastreador, solo tres se incrustaron en su atacante.

– ¡AH!. –Aulló Kidomaru al sentir las agujas clavarse en su brazo izquierdo que utilizo para cubrir su cara, el lugar a donde iban dirigidas las agujas. – ¿Es todo lo qué puedes hacer, rastreador?. – Cuestionó sacándose las agujas del brazo sin ninguna dificultad y dejándolas caer al suelo.

Haku no le contestó cuando escuchó un fuerte ruido, por lo que giró su cabeza viendo a Zabusa en el suelo moviéndose con dificultad y como una pelirroja se acercaba a su compañero.

– ¿Qué te pasa? ¿Se te han acabado las agujas?. – Se burló el Hebi. – ¿O es qué el gatito se ha asustado?. – Para lanzar otra tela de araña desde su boca y Haku, nuevamente, la esquivó sin dificultad dando un salto a su derecha.

– ¡Maldito!. – Murmuró pero, en esta ocasión, su atención fue dirigida a la pelirroja que, ahora, chillaba cerca de Zabusa, quien se retorcía en el suelo agonizando el dolor que experimentaba.

Haku sacó sus agujas con rapidez, dispuesto a atacar al hombre frente a él, quien había obstaculizado su visión para hacer algún comentario desdeñoso de su fuerza y trabajo.

Kidomaru se preparó para recibir el ataque. Haku saltó en el aire con sus agujas entre sus dedos, viendo como el de cabello largo se cubría la cabeza, pero para sorpresa del Hebi, el rastreador dio un giro en el aire y sus agujas se clavaron en la espalda de la pelirroja que estaba torturando a su compañero, quien cayó al suelo inconsciente en el acto.

Haku sonrió ante la cara de estúpido que mostraba Kidomaru.

– Me has engañado. – Farfulló con enfado pero cuando se iba a lanzar contra el pequeño rastreador escuchó un histérico grito de Karin junto a su orden de retirada.

Haku al ver como se iba aquel grupo, se apresuró en acercarse a Zabusa para inspeccionar su estado sin importarle la repentina huída de sus atacantes o el que ya no tenían a su objetivo con ellos.

…~…

Karin sonrió al encontrar a esos rastreadores con el chico al que buscaban. Se detuvo al lado de Kimimaru y este levantó su mano izquierda, entendiendo que esa era la señal para efectuar lo pactado con anterioridad.

Todo estaba ocurriendo como planearon, incluso ya se habían encargado de uno de esos malditos rastreadores, a pesar de que Tayuya saliera herida, y lo más importante, era que el chico moreno estaba en su poder.

Jirobo sacó las agujas de la pelirroja y la cogió en sus brazos para dirigirse hacia donde se encontraban Kimimaru y la mujer de gafas.

Karin se relamía los labios triunfantes, en espera de que Kidomaru aniquilase al rastreador que quedaba, pero la visión de la pelirroja se nubló y su cuerpo se desvaneció para la suerte de Karin, los fuertes brazos de Kimimaru la sostuvieron antes de que llegara a tocar el suelo.

No tardó más de unos cuantos segundos en recobrar la conciencia.

– ¡AH…! ¡MALDICIÓN! – Gritó la de gafas. – Nos vamos. Kidomaru, deja de jugar con ese rastreador. ¡Nos largamos!¡RÁPIDO!. – Ordenó furiosa poniéndose de pie al lado del de ojos verdes y comenzar a alejarse.

– ¿Qué sucede, hermana?. – Preguntó con curiosidad ante la reacción de Karin, quien prácticamente corría.

– Esos idiotas lo han dejado escapar, Kimimaru. – Respondió la mujer de ojos escarlatas mirando a su hermano.
…~…

Ukon y Sakon se alejaban con Sai a toda velocidad, con la única intención de llevarlo a un almacén perteneciente a Hebi para interrogar al chico antes de dirigirse a la guarida de Orochimaru.

El moreno sonrió y sin más, volvió a usar su poder con estos extraños que tironeaban de él hacia un desconocido destino. Sai cerró sus parpados y al abrirlos su globo ocular se había teñido de negro.

– ¿Por qué me lleváis de está manera?. – Preguntó mirando a los ojos a uno de los gemelos, el cual se detuvo de inmediato sorprendiendo a su hermano.

– Perdón. –Dijo uno de los individuos de labios pintados.

– ¿Qué pasa, Ukon?. – Preguntó a su hermano viendo como soltaba al chico.

– ¿No te das cuenta que me lastimas?. – Cuestionó Sai, mirando esta vez a Sakon, haciendo que también cayera bajo su influjo.

– Yo… lo siento. – Se disculpó soltando el brazo del moreno.

Sai se adelantó unos pasos y se giró para mirar a ambos chicos frente a él a los ojos.

– ¿Por qué no descansáis allí un poco?. – Señaló un banco de piedra. – Si dormís, os sentiréis mejor. Se os ve muy cansado. – Añadió con una sonrisa burlona.

Los gemelos asintieron con la cabeza y sus mejillas sonrojadas para dirigirse con parsimonia al asiento donde se acomodaron  para acudir al mundo de Morfeo.

Sai sonrió aun más y se fue del lugar tan rápido como le fue posible.

…Templo del Fuego ~ Cercanías del rio  Shukumei (Estrella) ~ Konoha…

La de cabello naranja caminaba delante del grupo, indicando el camino a los mayores.

Terminaron de subir las gastadas escaleras de piedra blanca y se adentraron al adoquinado patio del templo, cuyo decorado estaba formado por algunos árboles y un enorme estanque al lado derecho, el cual se veía hermoso con el atardecer causando un efecto óptico de ser mayor de lo que realmente es.

Cruzaron el pequeño patio donde algunos mojes meditaban, rezaban, estudiaban o practicaban lo movimientos de equilibrio y armonía con la energía que lo hacían ver como si estuvieran danzando.

El templo trasmitía tranquilidad y sabiduría pero dichas sensaciones no distrajo al grupo que continuó su camino por el templo, entrando en el interior de edificio de teja azul y columnas de madera de caoba.

El interior del templo estaba cubierto de madera y varios candelabros de hierro con velas encendidas. Allí, también había monjes que estaban rezando en susurros, cuyo sonido al unísono se escuchaba como una relajante tonada inteligible a sus oídos. Al frente se encontraba un enorme pedestal, sin ningún tipo de estatua en lo alto, que estaba rodeado de pétalos de rosa de color amarillo y blanco.

Moegi  no se dirigió al pedestal sino que giró a la derecha de la sala, entrando en un pasillo con una tenue luz hasta otra sala, donde varias mujeres lloraban amargamente y se abrazaban buscando consuelo.

En medio de esa pequeña sala había un enorme jarrón, con dibujos de dragones chino en azul y aves fénix rojos, repleto de diferentes y coloridas flores en su interior y rodeando el objeto.

No obstante, la adolescente clavó sus negros ojos en la entrada de una habitación que no permitia ver su interior porque una tupida cortina granate hacia las veces de puerta.

– Est.. – La muchacha no pudo continuar cuando por sus ojos pasaron las claras imágenes de la persona que buscaban.

Ambos adultos la miraron y Sasuke notó, por primera vez, el cambio de color de las pupilas e iris de la menor.

– ¿Se encuentra bien?. – Preguntó Sakura con preocupación pero el moreno no respondió. Simplemente, se en cogió de hombros indicándole que él tampoco sabía si la adolescente se encontraba bien.

Cuando la de ojos negros volvió a la realidad, no dudó en hablar.

– Naruto, está por aquí. –  Señaló la cortina. –Debemos darnos prisa.

Tomó aire antes de adentrarse a la habitación junto a los otros dos y al entrar se percataron de la fuente de piedra en medio de la sala. En el interior de la fuente nadaban algunas carpas blancas y moteadas.

Tuvieron que rodear toda la fuente para llegar a la puerta por la que debía pasar para llegar al encuentro del rubio.

Tragó aire con fuerza y abrió la puerta, que era un poco pesada, pero, rápidamente, soltó el aire cuando fue empujada por Sasuke, que se acercó velozmente al cuerpo tumbado sobre aquella piedra para abrazarlo. El chico miró el cuerpo entre sus brazos completamente cubierto de cardenales. La ceja izquierda del rubio tenía una enorme grieta, por la que seguramente habría sangrado y el labio inferior estaba partido.

Sasuke pudo percibir la ligera y casi inexistente respiración cuando acercó su cara al abrazar al rubio.

Sasuke no retuvo las lágrimas de felicidad que salieron de sus ojos y apoyó su mano en aquel magullado pecho, sintiendo el latido del corazón que palpitaba con demasiada fuerza en un intento de agarrarse a la vida, logrando que una sonrisa surcase en los labios del Uchiha antes de levantar su cabeza del pecho de su pareja y acariciar el magullado rostro con alegría.

– Naruto… estas vivo…– Consiguió articular en voz baja debido a lo contento se sentía. – ¡Sakura, rápido!. – Exclamó mientas rotaba su atención a la de cabello rosa que estaba en la entrada al lado de Moegi.

Sakura se acercó, observando las facciones del muchacho inconsciente sobre la cama. Sus ojos podían vislumbrar lo cercano a la muerte que se encontraba Naruto y se preocupó de cómo el chico agonizante podría responder a su poder, ya que en estos casos, en muchas ocasiones no podían soportar el estar siendo curados.

Echó una mirada rápida a su amigo con la preocupación brillando en sus retinas pero no dijo nada sobre la posibilidad de rechazo a su poder que adelantaría la muerte al rubio porque las emociones de esperanza y felicidad de Sasuke serían destruidas. Sakura tragó saliba con dureza mientras su amigo se apartó del herido, dejando el camino libre para que pudiese actuar y no pudo reprimir el sentirse un poco envidiosa del de marcas en el rostro por ver los sentimientos genuinos de su amigo hacia el otro hombre, entendiendo la importancia para Sasuke.

Moegi con curiosidad también se aproximó y cuando la de ojos verdes se disponía a usar su poder, un grito captó su atención.

– ¿¡QUIÉN DEMONIOS SOIS!? ¡AH!, DEBEIS SER QUIENES LO HAN DEJADO ASÍ. – Afirmó una rubia alterada, al encontrar a esos desconocidos en la sala privada donde custodiaban al agonizante chico. – ¡No os lo permitiré! Seguiré manteniéndolo con vida…

– Una suspiradora*. – Susurró Sakura apretando sus puños y siendo solo perceptible por sus acompañantes ya que se rumoreaba que los suspiradores podían robarte la vida de un solo toque, así como evitar el que mueras.

– Nosotros no somos su enemigo. – Habló el Uchiha intentando explicarse. – No nos acuses sin saber porque estamos aquí.

– ¡METIROSO!. – Escupió la de ojos lilas. – ¡APARTAOS DE ÉL, ESCORIA!.

– Naruto es nuestro amigo y estamos aquí para ayudarlo. – Aclaró Moegi apretando su bolso con fuerza. – Él nos salvó y es por eso… – Intentó explicar.

– Con razón deberíais ser vosotros lo que tendían que estar ocupando su lugar. – Resopló escrutándolos a todos con sus ojos lilas.

En mitad de la conversación de las féminas, el moreno se arrimó a la de ojos jade con lentitud, intentando no ser rápido pero pasar desapercibido por la mujer con la que discutían.

– Sakura, date prisa y haz tu trabajo.– Le susurró Sasuke mientras la adolescente discutía con la de ojos lilas y percibiendo las claras intenciones de la desconocida de abalanzarse sobre ellos.

– Esta bien, solo no dejéis que esa…

– No te preocupes, solo date prisa. – Interrumpió Sasuke a la de pelo rosa. – Yo intentaré de que no se acerque a vosotros. – Le aseguró.

La de cabello rosa se giró y puso las palmas de sus manos sobre el atlético pero dañado cuerpo. Sakura cerró sus ojos sintiendo como su energía  fluía por su  anatomía como una especie de aura de color verde pálido se extendía en busca de poder salir al exterior.

Sakura dejó de escuchar los sonidos y las voces de su alrededor mientras concentró toda su energía en llevarla a sus manos, por donde era capaz de transferirla al rubio y poder sanarlo.

La mujer de ojos verdes capaz de sentir como su flujo se adentraba en Naruto para expandirse por el cuerpo herido en busca de los daños que tenía y como Naruto comenzaba a removerse debido al dolor de estar siendo curado a un ritmo acelerado.

– ¡MALDITOS!. – Aulló la rubia al intuir lo que pretendían hacer y sin más, se lanzó con dirección a atacar a la de ojos verdes para que no tocara al Uzumaki que se retorcía en de sufrimiento.

Moegi aulló asustada, retrocediendo hasta darse en la espalda con la piedra en la que estaba acostado Naruto.

Sasuke volvió sus ojos escarlata e intentó usar su poder sobre la mujer que se dirigía hacia ellos pero, por alguna extraña razón, su poder no se manifestó.

– ¡Mierda!. – Gruñó con rabia y corrió hacia la desconocida. Al entender que un enfrentamiento cuerpo a cuerpo sería su única opción que tenía para detener a la desconocida y darle el tiempo suficiente a Sakura de que restableciera a Naruto.

La mujer saltó dando un perfecto giro en el aire sobre el hombre de pelo petróleo y aterrizó a espalda de Sasuke sobre sus pies, sin casi hacer ruido.

La de iris lila levantó su brazo derecho con la intención de golpear a la mujer frente a ella pero un fuerte mordisco en su pierna izquierda la hizo aullar de dolor y cuando miro en dirección al foco de la punzada, se encontró con aquella mocosa de pelo naranja mordiendo su pierna.

– ¡SHION-SAMA! ¿QUÉ SUCEDE?. –  Gritó un monje irrumpiendo en la estancia.

– ¡Imbécil! No te quedes ahí parado y ayúdame. – Ordenó cuando al escuchar una voz desde la entrada y ver a un estático monje.

Pues la mujer tenía sus brazos aprisionados por el moreno, quien la había atrapado a causa de la adolescente, y su pierna seguía siendo mordida por aquella bestia con apariencia de chica.

El monje corrió hasta el moreno y lo agarró del borde del cuello de la camisa empujándolo hacia atrás para que soltase a Shion pero al percibir que el chico de ojos brunos no liberaba a Shion y solo estaba arrastrándola con él, le propinó un puñetazo en la cara.

Sasuke sintió el tirón de aquel monje pero aun así, no soltó a la histérica rubia. Cuando para su asombro, sintió un fuerte golpe en su rostro, lo suficientemente fuerte para partir su labio inferior,  haciéndole una pequeña fisura sangrante en Sasuke.

El desconcierto que provocó el puñetazo al de pelo azabache por el sorpresivo ataque del monje hizo que el Uchiha soltara las manos de la mujer y cayera al suelo aturdido, donde la cabeza de Sasuke se golpeó contra el pie de un candelabro y perdió el conocimiento en el brutal acto.

…~…

Sakura podía percibir que ya faltaba poco para que el rubio estuviese lo suficientemente curado para poder levantarse y caminar sin demasiada dificultad porque ya se podía mover de una manera mucho más brusca y rápida bajo sus manos. No obstante, Sakura no abrió sus verdes ojos ni permitió que sus oídos escuchaban el alboroto de lo que acaecía a su alrededor porque si llegaba a abrir sus sentidos para saber lo que estaba sucediendo perdería toda la concentración y acabaría dañando al Uzumaki en vez de sanarlo.

...~…

Moegi vio como la rubia esquivaba a Sasuke con facilidad. Ella no sabía si el Uchiha poseía alguna habilidad especial pero entendía que no era bueno que la desconocida llegara a donde estaba Sakura porque interrumpiría el poder de sanación. Por eso, que no lo pensó dos veces y se lanzó sobre la pierna de la rubia abriendo su boca y mordiéndola con fuerza en el gemelo de la pierna izquierda de Shion. Escucho los gritos de la mujer de ojos lilas y su intento por separarla. Incluso, sintió el dolor propinado por una patada  en sus costillas pero no la soltó.

En medio de todo ese revuelo, otra voz que no pertenecía a ninguno de ellos, irrumpió en la habitación y escuchó la orden que dio la mujer que estaba en sus fauces.

– ¡ESTÚPIDO! ¡Ayúdame a quitarme a esta niñata, me está destrozando la pierna!. – Rugió con dolor Shion golpeando a Moegi una vez más.

La chica de cabello naranja fue tironeada sin previo aviso pero no soltó aquella pierna que mordía con fuerza sino que apretó, cerrando más su mándibula, si es que podía hacerlo aun más. Moegi comenzó un conflicto interno, en la posibilidad de soltar y volver a morder o en es que podría arrancar un pedazo de carne de la rubia debido a la fuerza con que estaba mordiéndola. Cuando un golpe llegó a su cabeza, sin duda un puñetazo, y luego otro junto a los gritos iracundos de la mujer.

Moegi estaba llorando pero, a pesar del dolor, no soltaría esa pierna, aun siendo lo único que hiciera y pudiese hacer.

La adolescente quiso gritar cuando su pelo naranja fue tirado hacia tras y unas manos en su cintura tiraban de ella con fuerza. No pudo aguantar mucho tiempo de esa manera siendo separada de Shion y apresada en el suelo por un monje que la inmovilizaba.

Moegi, que no pudo sostener su llanto, observó al Uchiha en el suelo frente a ella y como aquella mujer se dirigía a Sakura con la única intención de golpearla para alejarla de Naruto y arrebatar la posibilidad de que el rubio se curara de sus heridas.

…~…

“¡Ya está!.” –  Fue el pensamiento de Sakura cuando sintió que había hecho todo lo posible para restablecer al rubio aunque no podía curar todas sus heridas, esta podían sanar por si sola y sin ayuda de su poder pero ella intuía que Naruto despertaría en unos pocos segundos o minutos pero antes de poder siquiera abrir sus ojos y retirar sus manos del pecho del rubio, sintió un fuerte jalón en su cabello rosa que la impulso hacia atrás. Dio tres pasos antes de caer sobre su trasero acompañado de un quejido de dolor.

…~…

Shion se había dirigido a la sala donde estaba Naruto con la única intención de no dejarlo morir. Ella no sabía lo que le había ocurrido al rubio pero estaba segura que en cuanto descubriera que Naruto se encontraba en su templo, los agresores del Uzumaki vendrían para finalizar el trabajo y ella estaría ahí para protegerlo.

Cuando llegó se sorprendió que la puerta de la sala donde estaba el hombre de marquitas en las mejillas estuviese abierta. Se aproximo con sigilo y entonces, los vio. Una adolescente, una mujer y un hombre.

Shion no sabía lo que pretendían pero al observar a la de pelo rosar intentar poner sus manos sobre el rubio y como el moreno daba una enorme sonrisa no dudó en que sus predicciones fueran ciertas. Esas personas estaba ahí para hacerle daño a Naruto y terminar su trabajo pero ella no lo permitiría.

Llamó la atención de aquellos sujetos con sus gritos y en espera de que alguien la llegase a escucharla en el templo para que viniera a socorrerla pero cuando percibió como el hombre y la mujer de ojos verdes hablaban entre sí, ignorándola. Confirmó que estaban planeando algo y ese fue el pistoletazo de salida para que comenzara el enfrentamiento físico, arriesgándose de que alguno de esas personas tuviera un don que podría derrotarla en un instante.

Shion se lanzó contra ellos y esquivó con facilidad al moreno mientras que la de cabello rosa se había girado para hacer algo al rubio, lo cual no podía ver, eso sin duda la alteró más, asustando a Shion.

Cuando intentó continuar para alejar a esa mujer de ojos verdes del lado del Uzumaki, fue atrapada por la cría de pelo naranja, de la cual intentó librarse con ayuda de su pie derecho porque sus brazos habían sido apresados por aquel hombre de oscura mirada y extraño peinado.

Para su suerte, alguien atendió a sus gritos y pudo deshacerse de sus agresores y apartar a la maldita mujer de pelo rosa del lado de Naruto. Se acercó para comprobar el estado del rubio y se percató de que todos los cardenales y heridas externas ya no se encontraban en el cuerpo postrado sobre la piedra.

Shion se sorprendió ante tal mejoría en el cuerpo de rubio y entendió de que la mujer de cabello rosa era una sanadora.

La rubia estiró su tembloroso brazo, completamente conmocionada, pero no llegó a tocar la piel de un suave color canela porque aquellos parpados se abrieron dejando ver un hermoso iris azul, que conoció años atrás.

– Na-ru-to. – Consiguió pronunciar Shion con los ojos húmedos de felicidad de que hubiera despertado.

– ¿¡Shion!? – Nombró confundido el hombre de ojos zafiro mientras se incorporaba sobre su lecho para quedar sentado sobre aquella piedra que había sido su cama durante su inconsciencia.

La rubia se abalanzó sobre el chico, abrazándolo y llorando de alegría sobre el pecho del Uzumaki.

Naruto levantó la mirada de la de ojos lilas para mirar quienes estaban a espalda de la suspiradora porque escuchó un lastimero sollozo y se encontró con unos hermosos ojos verdes que lo miraban con enfado mientras sostenía a un chico en el suelo, que conocía demasiado, captando toda su atención en él.

Apartó a Shion de su lado para poder levantarse de aquella roca en la que estuvo, hasta hace poco, tumbado y se dirigió temeroso hacia el hombre que estaba en el regazo de la desconocida mujer, activando sus sentidos a cada paso que daba.

Naruto sintió u corazón, intuitivo, tamborileando con fuerza en su pecho y un grueso nudo se formaba en su garganta, obligándolo a tomar  dificultosos tragos de saliva.

El Uzumaki ignoró totalmente a la mujer de ojos jades y sintió su corazón detenerse al ver el moretón en una de las mejillas de Sasuke.

Naruto se acuclilló y giró lentamente el cuerpo que estaba en el suelo, temeroso de hacerle daño a su novio. La boca del rubio se abrió y cerró varias veces en un intento de hablar al observar que no reaccionaba a su tacto y cercanía.

Naruto acarició con amor, preocupación y delicadeza el rostro de su pareja, apartando algunos suaves mechones de pelo ébano que estaban sobre la cara de Sasuke.

– Sasuke… – Murmuró en medio de la caricia y pudo ver como aquellos ojos oscuros se abrieron con cansancio para él.

– Naruto…– Dijo en voz baja comenzando sus ojos a humedecerse. – Estas despierto…– Levantó su brazo derecho para poder acariciar la mejilla izquierda de su amado. – Yo…– Pero no continuó porque volvió a perder el conocimiento en brazos del rubio.

Naruto abrazó con fuerza a Sasuke, sintiéndose angustiado por lo que acababa de ocurrir y no dudó en cargar al Uchiha en sus brazos de manera protectora, dando gracias a Kami-sama de que su novio estuviese vivo.




Aclaración de  los términos:

* Confusor/a: Se trata de las personas que tienen el poder de introducir pensamientos, ideas e imágenes a otro ser, haciéndolo creer como suyos (reales) los pensamientos introducidos en sus cerebros.


* Suspirador/a: Se trata de las personas con el don de mantener a un ser atado a la vida, cuando este está próximo a la muerte ellos utilizando su poder para no dejar que esta llegue al moribundo.

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