- Desorden.-
…Mansión Hyuuga ~ Konoha…
Hinata
se encaminaba presurosamente al cuarto de su padre, de donde este la había
llamado a través de un sirviente.
La
morena tomó aire y luego, la expulsó con lentitud antes de pasar sus manos por
el vestido negro que llevaba y dar tres golpecitos a la puerta.
–
Pasa, Hinata. – Consiguió escuchar la voz de su padre que sonaba muy diferente
a como ella estaba acostumbrada a oír.
La
joven entró a la alcoba viendo como esta estaba casi en penumbras, salvo a un
poco de luz que conseguía adentrarse traspasando la tupida cortina café.
También, era extraño el ver a su padre solo y sin la compañía de su tío.
– ¿Me
ha llamado, padre?. – Preguntó la morena que le estaba haciendo una leve
reverencia a su progenitor, sintiendo que todo su cuerpo temblaba del
nerviosismo producido el estar frente al hombre que apenas se había ocupado de
ella desde que nació, dejándola a manos de extrañas personas que la criaron
hasta los diez años, cuando fue entregada a su primo como prometida, quien la
había respetado y cuidado hasta que ella misma decidió entregarle su cuerpo el
mismo día del quinceavo cumpleaños y Neji no dudó en tomarla como mujer,
haciéndola sentir feliz de que alguien mostrara por ella un sentimiento más
allá de la indiferencia.
– Dime,
Hinata. ¿Qué opinas de lo ocurrido con Hanabi?. – Preguntó el hombre mayor mirando
a su primogénita con abatimiento.
– Es
una tragedia, padre, ella no debería estar muerta. – Habló la Hyuuga apretando sus puños
y asiendo un esfuerzo por no llorar ante el recuerdo de su hermana pequeña.
– Así
es, Hinata. Hanabi no debía haber muerto en ese lugar, cometí un error dejando
que se uniera a ustedes para recuperar la muestra. – Confirmó Hiashi
acercándose a su hija mayor, quien se limpiaba la cara de las pequeñas gotas
que salían de sus ojos blanquecinos. – Esos malditos de Raíz, me quitaron a mi
niña, a tu hermana. Ella era lo único que me quedaba después de que mi querida
esposa muriese a causa de sus malditos experimentos para protegerte a ti. –
Habló cogiendo con brusquedad la fina cara de su hija para mirarla a los ojos.
–
Padre, me…me lastimas… – Consiguió pronunciar la morena con sus ojos temblorosos
al ver el rostro de su padre tan cerca al suyo, mirándola con aquellos ojos
vacios y sin una pisca de sentimientos en ellos.
– Sólo
has sido una carga en mis hombros. Una inútil que ni siquiera has sido capaz de
cuidar de tu hermana pequeña. Si no fuese porque le prometí a tu madre antes de
que me dejara solo en este mundo, que me encargaría de ti, serías tú la que
estuvieras bajo tierra y no Hanabi. Lo único que has hecho es defraudarme cada
instante que pasa. – Aseguró soltando a Hinata que cayó sobre sus piernas
completamente asombrada y acongojada ante lo que su padre decía. – Ni siquiera
tu poder podía compararse con el de tu hermana, que a pesar de ser menor que tú,
te había superado en el uso del don Hyuuga.
–
Yo…yo...yo lo siento, padre…yo no deseaba que…mi hermana muriese… yo no deseo defraudarlo,
padre… Lamento mucho… el haberlo decepcionado, padre – Se disculpaba sollozando
Hinata mientras se arrodillaba, apoyando su frente al frío suelo, esperando el
perdón de su progenitor.
–
¿Crees qué con esas palabras vacías vas a cambiar la muerte de la única persona
capaz de heredar mi lugar? ¿Crees qué con eso podrás convencerme para verte
como lo que no eres, Hinata?. Has sido mi mayor y único fracaso en lo que llevo
de vida. – Acusó el hombre con desprecio. – Si en realidad quieres recibir mi
perdón en este mundo, o al menos que te tenga un mínimo de estima, dame un
heredero del que estar orgulloso. Engendra en tu inútil cuerpo a alguien que
sea merecedor del clan. Gesta a alguien que pueda ser un futuro para el clan,
capaz de guiarlo con sabiduría y de quien se pueda sentir orgullo. – Pidió su
padre con un rugido. – Ahora lárgate de aquí, he aguantado suficiente tu
presencia frente a mis ojos.
Hinata se levantó del suelo, aun llorando, y
abandonó la alcoba con rapidez con un único pensamiento en su cabeza. – “Te daré lo que deseas, padre. Aun si el
costo es dejar este mundo, cumpliré tu petición y traeré al futuro líder del
clan que realmente quieres.” – Pensó sin dejar de sollozar.
…Almacén de la zona industrial ~ Konoha…
Orochimaru
había salido de aquella habitación con un único objetivo en su cabeza después
de haber llorado la muerte de su querido esposo, Jiraiya Sannin. Orochimaru
solo podía querer algo en ese momento, vengar la muerte de su amado.
Por
ello, el líder de los Hebis había llamado y reunido a los que quedaba de su
organización, de su familia.
–
Todos sabéis que lo que ha ocurrido en este último enfrentamiento. Es cierto,
no hemos salido victoriosos y muchos ya no están con nosotros pero no podemos
seguir llorando sin hacer nada. Por eso, he decidido que cambiaremos el
objetivo y esta ocasión será el mismo líder de Raíz. – Afirmó al grupo entero
mirándolo con sed de venganza en sus ojos. – Nuestra misión será matar al rastrero
de Danzou y después aniquilaremos a Raíz entera. – Reveló antes de abandonar la
tarima en la que se había subido y salir de la sala donde los miembros de
Hebi crearon alboroto tras las palabras
de su líder.
El
bullicio de alegría de los todos los Hebis por las palabras de su líder era
ensordecedor porque habían sido llamados por primera vez a una reunión urgente
y jamás pensaron que se trataría para algo que todos anhelaban en su alma.
Todos allí tenían un motivo para odiar Raiz y a su líder, querían acabar con
esa maldita organización que de algún modo le había hecho daño solo por haber
nacido con un don que no habían pedido tener.
–
¡Esto será una matanza a toda regla!. – Dijo Karin con preocupación, al lado de
sus hermanos, mirando por donde su darme se había ido.
– No
seas tan trágica hermanita, será más divertido de lo que pueda aparentar. Por
primera vez, Hebi ha decidido lo correcto. ¿Piensa que ocurrirá si logramos
acabar con Raíz?. – Habló eufórico Kimimaru relamiéndose los labios con
desesperación por comenzar un enfrentamiento con esa organización.
– Como
pensar en qué el gobierno se mantendrá al margen viendo lo que podemos hacer,
hará con nosotros la forma moderna de la caza de bruja y nuestras cabezas
rodaran como melones recién cortados por un poco de dinero. – Ironizó Kabuto
sin ninguna pisca de alegría en su rostro. – ¡Esto es un locura, Kimimaru!
Coincido contigo, en que Raíz tenga que desaparecer. Incluso, apoyo a nuestro
drame en matar a ese degenerado de Danzou pero si emprendemos un ataque directo
contra Raíz, será el país entero quien se nos echará encima. – Razonó Kabuto.
–
Ambos sois unos aguafiestas. – Habló Kimimaru mirando a sus hermanos. – Esta
será la mejor batalla de todas y podremos por fin salir de las sombras donde el
mundo nos ha tenido marginados. – Terminó marchándose del lado de sus hermanos
para ir junto a una mujer de pelo verde que bailaba y gritaba eufóricamente
para comenzar a besarla con desesperación.
–
¡Karin!. – Llamó Kabuto. – Vámonos de aquí, yo no voy a celebrar mi muerte con
estos estúpidos. – Ordenó tirando de la mano de su hermana.
– ¿No
piensas ayudar a dadá?. – Quiso saber la pelirroja haciendo que su hermana
detuviese los pasos que había comenzado a dar.
– Sólo
lo ayudaré a matar a Danzou. Al fin y al cabo, es el asesino de nuestro padre
pero después me largaré, no voy a apoyarlo en este suicidio. – Reveló con
seriedad el de coleta.
– Yo
opino lo mismo y si aun estoy viva después de todo esto, quiero que me lleves
contigo, hermano. – Pidió abrazando el brazo de Kabuto, quien miró a la
pelirroja antes de asentir con la cabeza.
–
Puedes contar conmigo, Karin. – Le confirmó Kabuto para salir con su hermana
abrazada a él de aquella sala, donde todos los Hebis hacían escándalo.
…Casa oculta bajo el puente Cry ~ Konoha…
Naruto
estaba recostado al lado de Sasuke, en espera de que este se despertara,
mientras acariciaba aquel hermoso pelo con reflejos azules pero en la cabeza
del rubio pasaba los recuerdos de todo lo que había vivido junto a su novio,
desde el momento que lo conoció y también, sus emociones lo torturaban debido a la preocupación de lo que podía ser
el futuro. Naruto se abrazó al Uchiha,
siendo él esta vez quien escondía su rostro entre el cuello y el hombro de
Sasuke, para soltarse a llorar porque no sabía cómo debía de afrontar lo que se
avecinaba.
–¿Por
qué tiene que pasarnos… esto, justo…ahora que podríamos… ser tan felices…? – El
rubio hizo al aire para sentir como unos brazos se enredaron a su cuerpo.
– Naruto…–
Llamó el chico de cabello negro.
– Por
favor. Sasuke… déjame estar un momento así… necesito sentirte… saber que estoy
contigo… – Sollozó el rubio apretando sin hacer daño al Uchiha.
– Está
bien. – Respondió el moreno también soltándose a llorar mientras acariciaba la
ancha espalda de su pareja, con una mano y con la otra, acariciaba las doradas
hebras que tenía por cabello.
…Isla Luna…
Una enorme
explosión había acabado con el edificio de CING tan sólo unas horas atrás y en
esos momentos, los resto de la edificación en esa pequeña isla estaba siendo
pasto de las llamas.
Unos
ojos negros miraban sin sentimiento alguno como el humo negro se perdía en la
inmensidad del cielo, indicando la catástrofe ocurrida.
– ¿Por
qué te dieron la orden de destruir el edificio de Raíz?. – Preguntó Yamato remando
mirando a la morena sentada frente a él que no apartaba la mirada de la isla.
–
Cuanto menos sepas de esto, será mejor, Yamato. – Respondió la morena sin mirar
al hombre.
–
¡Vaya! ¿Ahora es un secreto que los Hyuuga te lo hayan ordenado? ¡Si te has
cargado hasta a tu amante! Aunque no entiendo el por qué no me dejaste para que
muriera como él, cuando no soy nadie importante para los Hyuuga o sus planes. –
Habló irónicamente el castaño aún molesto con la morena por continuar sin
confiar en él pero sin dejar de remar el pequeño bote que había hecho con su
don.
–
Porque te necesitaba para salir de la isla y ya creo que he dejado ese tema
bastante claro, Yamato. – Contestó Shizune para mirarlo a los ojos con un
sentimiento parecido a la melancolía.
– ¿Así
qué tengo que agradecer de tener un poder que te ayudase a abandonar la isla? ¿no
sé si estar alegre, enfadado o triste?. – Inquirió ofendido el hombre de
cabello castaño.
–
Yamato. – Llamó la morena captando la atención del hombre que la miró con el
entrecejo fruncido para recibir un beso de la morena. – Debemos darnos prisa en
salir de aquí, pronto vendrá un helicóptero del gobierno para inspeccionar la
zona e intentar saber que ha ocurrido. – Dijo al terminar el beso y Yamato solo
pudo asentir con la cabeza sin protestar y continuar remando hacia la costa.
…Calles de Konoha…
Danzou
estaba sentado, en el asiento trasero del vehículo que habían ido adquirido en
la base 10 donde habían dejado a una Amaru muerta con un disparo en la sien
sobre el colchón después de que el líder de Raíz no sólo se había curado de sus
heridas sino también, divertido con la pelirroja.
El
musical sonido de su teléfono móvil lo distrajo de sus pensamientos.
–
¿Diga?. – Preguntó con seriedad Danzou. – Señor presidente, es una alegría
recibir una llamada de su persona. – Habló con falso respeto. – ¿Una
explosión?. No tenía conocimiento de que hubiera ocurrido, señor. – Afirmó
asombrado escuchando al otro hombre a través del teléfono. – Señor, el
departamento en el que estoy es de gran importancia para la seguridad del país
y la ciudadanía. – Pero fue callado por algo que decía el presidente. – No,
usted no puede hacer eso. ¡Está cometiendo un
gravísimo error!. – Casi gritó Danzou para, finalmente, colgar la
llamada.
– Hay
un cambio de planes. – Anunció a sus acompañantes. – Nos dirigimos a la casa
presidencial de Konoha, le haremos una visita a nuestro querido y respetado
presidente Hiruzen Sarutobi. – Indicó Danzou apretando su mandíbula.
– Sí,
señor. – Dijeron al unisonó Torune y Fuu.
…En la auto-caravana ~ Konoha…
Suigetsu
había parado el enorme vehículo a unos kilómetros de la salida de la gran
ciudad de Konoha para poder dormir un poco, después de todo no había pegado ojo
alguno desde el día anterior porque tenía un hermoso chico con el que jugar y
lo mantuvo bien despierto.
Sai se
había despertado encontrándose con las piernas enredadas en la de aquel morfo y
también siendo abrazado.
El
moreno suspiró con cansancio porque después de todo, aun sentía el dolor en su todo
su cuerpo y un simple movimiento lograba dejarlo paralizado, por lo que intuía
que no podría caminar muchos metros por sí mismo.
Sai
cerró sus negros ojos y decidió relajar su cuerpo antes de hacer lo que iba a
hacer.
Con
fuerza el confusor le propinó al hombre de cabello azul un codazo, que
consiguió despertarlo con quejido de dolor.
– ¿¡CÓMO
TE ATREVES A DESPERTARME ASÍ!?. – Gritó enfurecido el chico de ojos violetas
agarrándose un el costado donde Sai le había propinado el golpe.
– No
despertabas y necesito ir al baño pero no puedo caminar por culpa de alguien. –
Dijo Sai. – “Además, te lo tienes
merecido.” – Pensó mirando al otro.
– Está
bien. Está bien. – Aceptó Suigetsu y cogió en brazos al confusor para llevarlo
hasta el pequeño servicio de la caravana y lo sentó en el retrete.
–
¿Podrías retirarte? necesito mi espacio para
poder hacer mis necesidades. – Pidió Sai al sentir la lujuriosa mirada
sobre su cuerpo.
– ¿Y
qué más te da? Ya sé cómo es tu cuerpo. – Comentó el hombre de ojos violetas
encogiéndose de hombros sin apartar la vista del moreno.
–
¿Tanto te gusto como para aguantar verme cagar y no quejarte por el olor?. –
Preguntó Sai levantando una ceja con lo primero que se le pasó por la mente
porque estaba dispuesto a hacerlo, si con eso, Suigetsu se marchaba de allí.
–
Estoy dispuesto a eso porque me gusta todo de ti, ratoncito. – Afirmó el hombre
de ojos violetas acercándose a un estupefacto Sai para besarlo y esta vez, al
contrario de las anteriores veces, había dulzura en ese beso y por algún
desconocido motivo el confusor había participado es ese contacto.
Cuando
Suigetsu se apartó vio como un pequeño sonrojo había cruzado las mejillas del moreno.
–
Nunca, nadie me había dicho que yo le gustaba hasta esos límites. – Confesó Sai
en voz muy baja, sin comprender muy bien lo que había ocurrido o el por qué
había correspondido al contacto con el otro hombre y haciendo que el de cabello
azul sonriera por ello.
– Así,
que soy el primero. – Afirmó divertido el chico de ojos violetas antes de dejar
solo a un confundido Sai, sentado en el retrete de la caravana.
…Casa oculta bajo el puente Cry ~ Konoha…
Habían
permanecido abrazados por un buen rato cuando por fin el rubio liberó al
muchacho bajó él.
– ¿Es
cierto lo que dijo aquel sujeto sobre mi hermano?. – Fue la repentina pregunta
de Sasuke debido a la incertidumbre de si era cierto o no las palabras del desconocido
para ver como Naruto apartaba la mirada de su rostro y miraba hacia algún punto
en el suelo mientras asentía. – ¿¡Por qué no me lo dijisteis esta mañana!?. –
Exigió arrodillándose en el colchón para agarrar con fuerza el brazo de su
pareja.
–
Porque tenía miedo de tú reacción, de que pudiera afectar al bebé. He estado
demasiado preocupado por ti y en tu estado. ¡Comprende!. Desde ayer estabas
como ido y no sabía la razón hasta que me lo contaste esta mañana ¿cómo querías
que te lo comunicara después de aquello?. – Aclaró el Uzumaki mirando a su
novio que volvía a derramar lágrimas por la pérdida de su familiar. – Tenía
miedo, Sasuke. – Murmuró.
El
Uchiha sintió como la mano de Naruto limpiaba su rostro para luego volver a
abrazarlo apretándolo en su pecho.
– Me
asustaste mucho cuando te desmayaste y yo quería contártelo pero no así. No
quería que supieras la noticia de esa manera. – Le confesó el hombre de ojos
azules oyendo el lamentoso llanto del chico entre sus brazos.
…Mansión Hyuuga ~ Konoha…
Hinata
había llegado desde hacía horas a su alcoba donde estuvo llorando en plena
soledad por las duras palabras de su padre y cuando se calmó, se dio una buena
ducha sabiendo lo que debía hacer. Después, la mujer buscó la lencería más sexy
que poseía, se maquilló y peinó de manera que luciera tentativa para su
prometido.
– Esta
vez, no te decepcionare, padre. Voy a dar todo de mí para que puedas sentir
orgullo. – Se dijo a sí misma la morena terminando de encender una de las
tantas velas con olor a rosas que había
colocado para ordenar la habitación de Neji.
Hinata
dejó la vela ya encendida en el candelabro de plata y se dirigió hasta el
espejo de cuerpo entero, se observó en el objeto con la poca luz que le
ofrecieron las velas.
El
maquillaje había cubierto sus cardenales, producto de la última batalla.
Las
telas trasparente que la cubrían, dejaban ver aquel estómago cubierto de vendas
manchadas con un poco de su propia sangre, al haberse abierto la herida cuando
corrió hasta su alcoba.
La mujer
de ojos blancos suspiró con fuerza y se dejó caer como una muñeca sobre sus
piernas.
– ¿A
quién pretendo engañar? Estoy horrible y por mucho maquillaje que utilice,
no consigo verme como alguien deseable,
para empeorar, me pongo esta basura trasparente que solo muestra el mal estado
en el que se encuentra mi cuerpo. Neji no me verá como quiero y mi padre
seguirá negándome su reconocimiento dentro del clan. – Se reprochaba la morena.
– ¡TONTA! ¡ERES UNA TONTA, HINATA! ¿NO TE DAS CUENTA QUE NO ERES NADA Y NI
LOGRARÁS TU OBJETIVO?. – Gritó a su reflejo en el espejo que comenzaba a
derramar lágrimas. – ¡Hinata… tonta!. – Susurró para acabar recostándose en el
suelo, dejando fluir sus lágrimas sin percatarse de que alguien había entrado a
la alcoba.
Nejí
entró a su habitación y a penas pudo percatarse del cuerpo tumbado en el suelo,
simplemente lo ignoró, al igual que las numerosas velas repartidas en el
cuarto. El hombre de cabello castaño simplemente tenía un objetivo en su mente
y no era otro que descansar después de recibir su castigo apenas tenía fuerza
para mantenerse en pie.
Neji
se dejó caer en la cama, escuchando el leve sollozo de su prima que lo meció
como una nana y terminó dejándose llevar hasta el mundo de Morfeo.
…Casa oculta bajo el puente Cry ~ Konoha…
Sasuke
por fin había dejado de llorar al parecer había sacado toda la tristeza de su
corazón junto a Naruto que se había quedado con él apoyándolo aunque solo fuese
abrazándolo para darle su apoyo y hacerle comprender que lo tenía a su lado
para lo que fuese.
–
Sasuke. – Llamó con calidez Naruto. – Sé que es estúpido preguntar pero… ¿te
encuentras mejor?.
– Un
poco. – Dijo el moreno apretando el suéter de rubio. – Gracias Naruto, por quedarte
conmigo en este momento.
– No tienes
que agradecerme nada. – Besó la cabeza del Uchiha. – ¿Te apetece qué bajemos y
puedas comer algo?. – Le preguntó sintiendo como el chico entre sus brazos
asentía para dejarlo libre y poder salir de la pequeña habitación.
Cuando
salieron de la alcoba, se dirigieron primero al pequeño cuarto de baño donde
ambos se lavaron la cara para que desapareciera los rastros de que habían
estado llorando y donde Sasuke se arregló el pelo, volviéndose a hacer la
coleta, que en algún momento se le había deshecho para poder bajar tomados de
la mano.
Sakura
se acercó al moreno en cuanto lo vio y sin más lo abrazó.
– Lo
siento mucho, Sasuke, pero yo también perdí a Juugo ayer. – Le susurró la mujer
de cabello rosa a su amigo derramando una traicionera lágrima. – No es lo mismo
pero entiendo tu dolor.
–
Gracias, Sakura. – Agradeció el Uchiha también abrazándose a la de ojos verdes.
– Yo también, siento mucho tú pérdida. – Le murmuró el moreno antes de que la
mujer se alejara de él y le sonriera amargamente.
–
Sakura, vamos a comer algo ¿por qué no nos acompaña?. Te hará bien. – Ofreció
Naruto al mismo tiempo que volvía a entrelazar sus dedos con la mano del Uchiha
y dejando asombrado a su novio, que lo miraba como si fuese un ser de otro
planeta, porque por muy extrovertido que fuese el Uzumaki, no tenía ese tipo de
gestos con desconocidos.
La mujer
de cabello rosa asintió con timidez y cogió la manita de Aya que la había
seguido temerosa del resto de personas que se hallaban en esa casa.
Todos
se dirigieron a la cocina de la casa donde se encontraba Kakashi sentado en la
mesa comiendo un bocadillo y viendo una pequeña televisión junto a Tsunade y
Moegi que también, estaban comiendo pero al contrario del hombre de cabello
gris, ellas tenían un plato de arroz con huevos revueltos y maíz.
Sasuke
tomó asiento junto a Sakura dejando la otra silla para su novio y viendo como
este les acercaba varias barras de pan y sacaba de la nevera mantequilla,
mermelada de fresa y una botella de zumo de piña que dejó frente a ellos, para
poder acercarles los vasos.
– Es
lo que hay. – Dijo Naruto sentándose en la silla mientras le daba un cuchillo
Sakura. – Tampoco hay muchos cubiertos. – Afirmó cortando una barra que abrió
como si fuese una baguette. – ¿Que quieres que tenga, Sasuke, mermelada,
mantequilla o ambas?. – Le preguntó al moreno a su lado.
–
Ponle las dos pero no lo untes con mucha mermelada, sabes que no me gusta las
comidas muy dulces. – Le recordó el Uchiha mientras se servía un vaso de zumo
de piña sintiendo la penetrante mirada del hombre con ojos bicolor a su persona,
quien lo hizo estremecer para acercar su silla más a la de su pareja en busca
de protección. – Naruto. – Llamó en voz muy baja a su compañero de ojos azules,
quien respondió con un gruñido en
función de que lo escuchaba. – ¿Quiénes son ellos?. – Le preguntó mirando de
reojo a aquel hombre de pelo gris que no dejaba de escrutarlo.
– La
mujer tetona es la vieja Tsunade, el famoso oráculo y aunque no lo aparente es
una anciana. También, recordarás que es la abuela de Moegi. – Indicó Naruto sin
ningún respeto a la Senju.
– ¡IRRESPETUOSO
NIÑATO!. – Le gritó la rubia aunque el Uzumaki no le prestaba la más mínima
atención. – Muestra un poco de respeto a tus mayores. – Exigió viendo a su lado
a su nieta tapándose la boca con sus manos para no reír a la carcajada.
– Y
ese de ahí, con los ojos de diferente color y con pinta sospechosa, es Kakashi.
Creo que una vez te hablé de él, fue una de las personas que cuidó de mí
después de que mi padre fue asesinado por los rastreadores de Raíz. – Apuntó al
hombre de cabello gris que saludo con la mano al moreno, quien se sonrojo
avergonzado.
–
¡Hola!. – Le saludó Kakashi recibiendo un muy tímido “hola” de parte de Sasuke.
Sin
previo aviso y captando la atención de todos los que se hallaban en la cocina,
Tsunade se levantó de la silla en la que estaba sentada degustando su humilde
plato para acercarse a la pequeña televisión y empezar a cambiar de canal hasta
encontrar uno en el que estaba una reportera.
– “Al
parecer a primera hora de la mañana, minutos antes de que el presidente
Sarutobi aprobara la destitución de uno de los departamentos científicos del
país conocido como Raíz, ha sido víctima de un atentado terrorista. El edificio
central, situado en Isla Luna, ha quedado destruido por un artefacto explosivo
donde ha muerto centenares de personas…” – Tsunade apagó la televisión
si escuchar el resto del reportaje.
– Está
cambiando, el futuro ha vuelto a cambiar. – Farfulló la mujer rubia agarrándose
la cabeza con fuerza. – Esto está siendo demasiado rápido, las cosas no van así
en la…– Pero la mujer dejó de parlotear y andar de un lado a otro de la pequeña
cocina, indicando que estaba viendo algo que escapaba a su imaginación. –
Tenemos que darnos prisa en encontrar a Sai.
…En la auto-caravana ~ Carreteras del País
del Fuego…
Suigetsu
iba conduciendo el enorme vehículo y a su lado, había sentado al moreno, quien
estaba vestido con un kimono color rojizo y con bordados en negro.
– …Se
calcula que han muerto alrededor de unas 200 personas que trabajaban y vivían
en el edificio situado en Isla Luna… – Decía la voz masculina de la
radio que poseía el vehículo pero que fue apagado por el conductor.
–
¡Vaya! Eso sí que es algo interesante, ¿no opinas lo mismo, ratoncito?. –
Preguntó un sonriente Suigetsu a Sai que sólo miraba el paisaje y no respondió
al hombre de ojos violetas. – Me preguntó a donde irán o qué es lo que harán
esos perros de Raíz ahora que se han quedado sin guarida. – Comentó divertido.
– Nosotros vamos hasta el hermoso y tranquilo País del Té. – Reveló de lo más
sonriente el hombre de dientes de sierra haciendo sonrojar al moreno.
Sai
apretó su puño al oír la estridente carcajada del hombre de cabello azul al
verle con aquel indeseable sonrojo en su rostro pero no dijo nada.
…Mansión Hyuuga ~ Konoha…
– Ya
todo está listo para la reunión y la boda. – Informó Hizashi a su hermano que
permanecía en su despacho mirando por el enorme ventanal hacia el jardín
principal del clan. – Y como pidió, Yukimaru-kun junto a su madre, Guren, están
en la mansión y ha hecho la predicción para poder encontrar a lo que queda de
Raíz.
–
Bien. – Respondió el líder de los Hyuuga sin girarse y ver el rostro de su
hermano gemelo. – Entonces, vete a buscar a Neji y Hinata para cuando Shizune
llegue, ya todo habrá acabado y nos iremos tras el rastro de Raíz. – Dictaminó
Hiashi.
– ¿Y
qué ocurrirá con Neji y Hinata después?. – Preguntó Hizashi a su hermano porque,
a pesar de haberse encargado por voluntad propia con el castigo a Neji, no desaparecía
el hecho de que era su padre y se preocupara por él aunque no lo demostrara
frente a su vástago.
–
Ellos se quedaran aquí. Serán los encargados de que el clan no muera. Por eso
no irán. Tienen una misión que cumplir y un heredero o heredera que engendrar.
– Comunicó Hiashi para girarse y ver la
cara de su hermano tan idéntica a la suya. – Es una lástima Hizashi, que
probablemente, no podremos conocer a nuestros nietos. – Dijo el líder de los Hyuuga
con una sonrisa vacía y apesadumbrada. – Aunque lo más que lamento es como he
tenido que tratar a mi propia hija, al ser que lleva mi sangre y a la que
siempre he tratado con dureza para que se convirtiera en alguien digno de la
familia y una buena líder. – Confesó el líder Hyuuga. – Gracias a ti pude tener
a Hanabi, a pesar de no haber sido varón, para ocupar el lugar de Hinata, pude
criarla como hija, algo que no se me permitió con mi primogénita por las normas
del clan.
– Así
debía ser, hermano. – Respondió Hizashi con la misma sonrisa antes de salir de
aquel despacho.
–
Simplemente, espero que ellos puedan tomar las riendas del clan y luchar sin
doblegarse para conseguir cambiar nuestras propias reglas, que yo como cobarde,
no he sido capaz de transformar. – Comunicó con un suspiro Hiashi.
– ¡No
diga eso!.– Exclamó ante lo dicho por su líder. – ¡Usted no es ningún cobarde!.
– Si
lo soy. – Sonrió con tristeza Hiashi.– No fui capaz de oponerme a nuestro padre
cuando me mandó a casarme con Hitomi y tampoco fui valiente de confesarle a mi
esposa, ni siquiera en su lecho de muerte, que yo te amaba a ti, mi propio
hermano y le fui infiel hasta el último día. – Recordó apretando los puños. –
Así que no digas que no soy un cobarde cuando, realmente, soy algo más
despreciable que eso. – Terminó de contar. – Puedes retirarte y ve a avisarlos
para que comience la boda. – Finalizó para ver como su gemelo asentía con la
cabeza y abandonaba la habitación.
…Casa presidencial de Konoha…
Un anciano
hombre de pelo canoso se encontraba en el enorme despacho leyendo y firmando
innumerables peticiones de diferentes departamentos para la mejora de la
ciudad, el país y las relaciones con el resto del mundo pero toda el armonioso
silenció fue roto con la brusca entrada de tres personas que capto la total atención
del hombre que estaba en ese despacho.
–
¿Cuánto tiempo sin verle en persona, presidente Hiruzen Sarutobi?. – Habló la
persona que se encontraba en medio de las otras dos.
El
presidente miró a los recién llegados y no dudó en pulsar intermitentemente el
botón electrónico que había instalado bajo su escritorio de mármol blanco.
– ¿Qué
haces aquí, Danzou?. – Preguntó el presidente con el entrecejo fruncido sin
apartar la mirada de las personas frente a él. – Te deje bien claro que la
organización Raíz ha sido eliminada como departamento estamental del gobierno y
tú estás destituido de tu puesto como director de una organización que ya no
existe. – Recordó el presidente del País del Fuego.
–
Entiéndame usted, señor presidente, he servido con orgullo a mi país. Dedicando
toda mi vida a Raíz con el fin de mejorar la seguridad del mundo para que usted,
ahora quiera deshacerse de nosotros como simple basura, por un insignificante
atentado terrorista a nuestra sede, en Isla Luna. – Recordó el hombre del bastón
acercándose lentamente al escritorio de mármol. – Estoy seguro que podremos
llegar a un acuerdo para que Raíz continúe activa y deje esa idea precaria en
el olvido.
–
Imposible. – Dijo Sarutobi apretando con fuerza el botón que parecía no
funcionar porque el equipo de seguridad no aparecía aún y sacaran a esos
hombres de su despacho. – La orden ya se ha hecho pública y las bases de Raíz
están siendo destituidas desde hace unas horas. – Hiruzen tragó saliva mientras
que un sudor frío lo cubría. – Es imposible cambiarlo y es el acuerdo que el
País del Fuego a dado para poder establecer una sólida alianza con el País de La Ola. – Intentó entrar en
razón a Danzou.
– Sólo
hace esto por un estúpido acuerdo, por un insignificante país que está en vías
de evaporizarse sin plantearse la seguridad de su propio país, ¿cierto?. –
Gruñó Danzou para sacar su arma. – Pues permítame informarle; ha cometido un
error y el botón bajo su mesa que con tanto está presionando, esta
desconectado. Ya me había encargado de eso, antes de poder tener esta grata charla
con usted. – Confesó el ex-líder de Raíz para disparar su arma y ver como el
hombre frente a él caía muerto sobre el escritorio de mármol, manchándolo todo
de sangre. – Ya hemos terminado esta reunión con el presidente, así que es hora
de marcharnos de aquí. – Se burló abandonando el lugar dando grandes carcajadas
ante sus estupefactos subordinados. – “Y
ya es hora de retomar la búsqueda del idiota de mi hijo.” – Pensó Danzou
sin dejar de reír mientras abandonaba el edificio.
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