-Dilema.-
…Pub Chakra ~ Konoha…
El
grupo de hombre acompañado de una mujer, permanecían expectantes a cada persona
que entraba al local en el que se encontraban.
– ¡Ya
no lo aguanto más! Estoy cansado de permanecer aquí sentado, hum. – Anunció un
rubio. – Vamos a bailar un rato, Sasori, o mis piernas se entumecerán. – Ordenó
el de ojos azules tirando del pelirrojo para dirigirse donde el resto de
personas comunes bailaban la estridente música.
–
Deidara…– Nombró parco el pelirrojo siendo arrastrado por su compañero que no
le daba opción de decidir.
– ¡DEIDARA-SEMPAI!
TOBI TAMBIÉN QUIERE BAILER, TOBI ES UN BUEN CHICO. – Vociferó el de mascara
naranja corriendo tras la pareja.
–
Deidara, molera a golpes al imbécil de Tobi otra vez. – Comentó con una sonrisa
divertida el de ojos violetas dejando su copa sobre la mesa.
– El
chico aun no se ha presentado. – Recordó Zetsu un hombre de pelo verdes y piel
bicolor. Sus ojos eran de un extraño color dorado. Vestía con un jersey verde
con capucha que usaba para ocultar su singular aspecto. Por último, su atuendo
finalizaba con unos vaqueros desgastados y zapato negros.
– ¿Qué
haremos si no aparece?. – Preguntó Kisame con una sonrisa mientras llevaba a su
boca la cerveza que había pedido con anterioridad.
Kisame,
al igual que Zetsu, utilizaban un suéter con capucha ocultando su rostro de las
miradas curiosas de las personas normales y unos guantes de cuero negro en sus
enormes manos.
A
pesar de que la pregunta de Kisame era la duda que rondaba en la cabeza de todo
el grupo, nadie la respondió.
…Templo del Fuego ~ Cercanías del rio Shukumei (Estrella) ~ Konoha…
Una
mujer de unos 28 años y pelo rubio claro que llevaba atado en las puntas de su
largo cabello. Ojos lilas y piel blanca. La rubia vestida con un hermoso kimono
adornado con flores azules y un obi violeta que indicaban ser una sacerdotisa
del lugar. Caminaba a paso acelerado por los estrechos pasillos del templo.
La
mujer llegó a su destino cambiando su rostro serio por uno preocupado antes de
abrir la puerta corredera que daba a una habitación tapizado de papel pintado
con grullas y juncos.
Sus ojos
temblaron horrorizados al ver a la persona que estaba recostada sobre la
piedra.
– Lo
hemos traído tan rápido como nos fue posible. Shion - sama. – Habló uno de los
seis monjes que se encontraba en la habitación, custodiando el cuerpo que
descansaba sobre la piedra.
Sin
embargo, la rubia no pareció escucharlo y se acercó al cuerpo para acariciar
con ternura el rostro magullado de aquella persona inerte, sintiendo su corazón
golpearle el pecho con fuerza.
–
¿Sabéis lo que le ha ocurrido?. –Preguntó en voz baja derramando lágrimas ante
el frío tacto.
– Lo
encontramos así. – Respondió el monje que había hablado con anterioridad,
acercándose al lado derecho de la de ojos lila.
–¿Va a
salvarlo Shion - sama?. – Se atrevió a preguntar otro de los monjes pero no
recibió respuesta alguna y, simplemente, se quedó observando como la mujer acariciaba
tiernamente el cuerpo que habían llevado al templo.
El
silencio se apoderó de la habitación, indicando que la sacerdotisa estaba
deliberando el qué hacer con aquella persona que reposaba sobre la piedra de
oraciones.
–
Salid todos de aquí. – Ordenó la de ojos lilas apoyando su frente a la
contraria para derramar una lágrima al cerrarlos con fuerza, ya había tomado la
decisión.
Los monjes
presentes hicieron una reverencia a la rubia antes de abandonar la sala y
cerrar la puerta tras su salida, dejando a solas a la sacerdotisa.
…Casa de Sakura ~ Konoha…
Los
rayos de sol lograban entraban en la habitación que estaba durmiendo el Uchiha,
iluminándola en su totalidad.
El moreno
se removía en la cama hasta que finalmente despertó bañado en sudor, la
respiración acelerada y con el corazón bombeándole con fuerza.
Sasuke
parpadeó varias veces, adaptando sus ojos a la claridad del día. Una vez su visión se acostumbró se percató de que no
estaba en su casa y de que Naruto no estaba junto a él. La confusión lo
embargó, al no reconocer aquella habitación pero, en ese mismo momento,
aparecieron flashes en su memoria de lo que había sucedido el día anterior,
siendo que lo ocurrido con el rubio le golpeara con fuerza en sus emociones y
sus lágrimas no tardaron en acudir a sus ojos.
–
Naru… yo…– Gimoteó el moreno percibiendo como una de las gotitas descendía por
su mejilla.
…Isla Luna…
La
morena de vestido azul caminaba por los largos y blancos pasillos llenos de
puertas, igualmente, blancas. Dobló a la derecha y frente a ella se encontraba
las puertas de un ascensor, no dudó en entrar al elevador cuando las puertas se
abrieron.
Pulsó
el número cuatro y después de una parada en el trayecto, por fin llegó a su
destino donde otro pasillo inmaculado se presentaba frente a ella.
Caminó
hasta llegar a una puerta idéntica a la demás, salvo por un pequeño dibujo
dorado de un pez. Golpeó tres veces y un tenue adelante se escuchó desde su
interior.
La
mujer abrió con lentitud la puerta y ante sus ojos apareció una habitación
blanca con una cama cubierta de una manta roja y en ella estaba durmiendo una
rubia de grandes senos con un pequeño rombo lila en medio de su frente. Al lado
de la rubia estaba un hombre de avanzada edad de aspecto desaliñado, quien
miraba a la recién llegada con seriedad.
Una
vez dentro, cerró la puerta tras de sí.
–
Danzou-sama, el laboratorio está totalmente destrozado. No se ha podido
recuperar ninguna muestra para continuar con la investigación. – Informó
mirando a la mujer dormida que presentaba fuertes hematomas en la piel ya que
las mantas no llegaron a cubrir.
El
anciano se levantó de la cama, mostrando su cuerpo desnudo sin ningún pudor.
– ¿Y
qué hay de los estudios o los diarios de investigación?. – Cuestionó poniéndose
una bata de levantar de color beige y cogiendo su inseparable bastón de madera
tallada.
– Hay
algunas copias en la sala B pero aun así, muchos de los informes destruidos
tenían importantes anotaciones con los últimos avances en el suero y solo
estaban en la sección que explosionó. – Comunicó la de ojos negros controlando
su voz por el nerviosismo y no acabar gritando ante el desagradable ambiente
que había en adquirido aquella habitación.
–
Puedes retirarte, Shizune. – Ordenó el anciano acercándose a la rubia y
acariciando el dorado cabello con rudeza.
La
morena hizo una reverencia y salió de la habitación con premura, cerrando la
puerta tras de sí. En su cara mostraba una expresión de contrariedad por lo
visto y experimentado en esa corta charla.
…Casa de Sakura ~ Konoha…
Moegi
estaba duchándose, con el permiso de la dueña de la casa, cuando su visión
comenzó a nublarse y sus pupilas cambiaron su color original por el plata.
Se vio
volando como un ave en el cielo pero la cual, no era capaz de mover su avance a
voluntad. No podía escoger la dirección a la que ir o la altura a la que
ascender o descender, solo podía observar los difusos objetos, seres y lugares por
lo que volaba hacia algún destino, casi parecía estar en un sueño.
En esa
forma de ave, llegó a un templo muy antiguo y volando las diferentes salas y
pasillos del edificio.
Pasó
esquivando a los monjes que caminaban en el interior del templo, sin llegar a
ver sus rostros con exactitud. Hasta que finalmente, llegó a una hermosa
habitación con dibujos de tinta. En medio de la sala había una persona
recostada a la que no podía ver bien la cara. No obstante, siguió avanzando,
dirección al rostro y cuando por fin alcanzó la altura necesaria para poder
conocer las facciones de la persona que estaba, aparentemente, durmiendo, esa
persona abrió sus ojos.
Moegi
se sobresalto por el repentino acto, aunque no pudo saber si su cuerpo real también
lo había exteriorizado.
Entonces,
toda la escena se resquebrajo y el sonido de un cristal rompiéndose inundaron
sus oídos, quedando una oscuridad absoluta para, nuevamente, encontrarse a sí
misma desnuda dentro de la bañera de la casa de Sakura.
Moegi
sintió como sus ojos se inundaban de alegría y sin hacerse esperar salió de la
bañera. Cogió una blanca toalla y secó su pequeño cuerpo para vestirse todo lo
rápido que pudo.
…Almacén de la zona industrial ~ Konoha…
El de
ojos amarillos miró a las cinco personas delante de él.
– ¿Me estáis
diciendo lo que yo creo haber escuchado?. – Preguntó son su voz siseante e intimidando
a las cinco personas frente a él.
Los
cinco acusados parecieron encogerse en sí mismo ante aquel amenazador hombre de
ojos amarillos.
–
Dadá, tengo algo que te encantará saber. – Interrumpió Karin entrando apresuradamente
con dirección a Orochimaru, seguida de Kimimaru.
El de
ojos amarillos miró a su hija antes de ordenarles a las cinco personas que se
marcharan, las cuales suspiraron con alivio por la oportuna llegada de la
pelirroja.
...Mansión Hyuuga ~ Oeste de Konoha...
Una
joven de unos 16 años de ojos blanquecinos. Piel blanca y un largo, liso y
negro cabello la hacían ver como una hermosa y bella adolescente. Estaba
vestida con una yukata gris claro y obi negro.
La
chica apretaba en sus pequeñas y delicadas manos con fuerza un papel que había
sido doblado. Su cara de porcelana tenía una expresión seria que le hacían ver
como una mujer mayor.
La
morena caminaba con prisa por los pasillos de la mansión hasta llegar a una
puerta. Tocó con ligereza la puerta y un casi inaudible pase se escuchó desde
el interior. Sin hacerse esperar, entró al despacho donde habían dos hombre
vestidos, al igual que ella, con un yukata del mismo color.
– ¡Padre!.
– Llamó a uno de los hombres frente a ella, sin inmutarse ante la escena que
presenciaba.
– ¿Qué
ocurre, Hanabi?. – Preguntó el hombre sentado en la gran silla del despacho con
otro idéntico a él, sentado sobres sus piernas y respiración acelerada junto a
un suave carmín en sus pómulos.
Ambos
hombres tenían los ojos blanquecinos y un largo pelo castaño oscuro.
– Ha
llegado un informe de Shizune. – Habló captando toda la atención de su padre y
prosiguió. – Han vuelto a capturar a Tsunade. – Informó.
– ¿Eso
es todo?. – Cuestionó entrecerrando sus ojos.
– No.
– La muchacha suspiró y se acercó al escritorio para dejar en él aquel pequeño papel
que llevaba en sus manos. – Uno de los internos consiguió escapar con una
muestra. – Finalizó mirando a su padre a los ojos por primera vez desde que
entró.
El
hombre sentado en la silla se movió un poco ante la extrañeza que le produjo la
noticia.
–
Puedes retirarte, hija. – Ordenó.
En
cuanto la menor abandonó el sitio, su padre se levantó de la silla y caminó hasta la ventana de su despacho mientras meditaba la reciente noticia para sentir como unos brazos se abrazaban a su cintura.
–
Hiashi, hermano…¿qué piensas hacer? – Preguntó el
hombre que dejaba caer su frente sobre el hombro derecho de su gemelo.
– No
es obvio, Hizashi.– Respondió.
…Casa de Sakura ~ Konoha…
Moegi
se encontraba en la habitación que la dueña de la casa le había dado a Sasuke
para descansar. El moreno no se había movido de ahí en todo ese tiempo.
– Ya
te he dicho Sasuke, tenemos que buscar a alguien que utilice el poder de sanar.
– Gritó Moegi exasperada en su intento de hacer reaccionar al Uchiha.
– ¡NO
ME HAS DICHO PARA QUÉ!. – Chilló molesto por la insistencia de la adolescente.
–¿Y CÓMO PUEDES SER TAN INSENSIBLE, NIÑATA?, NO TE DAS CUENTA POR LO QUE ESTOY
PASANDO, QUE ÉL…– No pudo continuar al sentir un grueso nudo en la garganta y
como sus ojos nuevamente se aguaban. Sasuke apretó con fuerza sus puños en un
intento de no volver a llorar, notando ese fuerte dolor en su pecho.
– Por
favor, confía en mí. – Pidió la adolescente un poco molesta mientras apretaba
su bolso como un signo de paciencia por la cabezonería del Uchiha.
– ¿A
qué viene tanto grito? – Interrumpió Sakura en la habitación con una niña, de
ojos verdes y pelo naranja de unos cinco años, en sus brazos que parecía estar
asustada por el escándalo.
–
Mami. – Murmuró la niña apretándose al cuerpo de la mujer de cabello rosa ante
la desconfianza que tenia hacia los extraños.
– No
pasa nada, Aya. – Le susurró con cariño a la pequeña. – ¿No te acuerdas de
Sasuke? – Le preguntó con una sonrisa señalando al moreno y la pequeña asintió
con sus mejillas sonrosadas. – Y ayer conociste a Moegi. Es la amiguita con la
que estabas viendo las caricaturas. – Esta vez señalo a la de cabello naranja
haciendo que la niña asintió con la cabeza de nuevo. – No tienes por qué
asustarte, cariño. – Le habló con ternura acariciando el liso cabello naranja
que llegaba hasta sus infantiles hombros.
La
niña miró a la adolescente con un débil sonrojo en su rostro.
–
¡Linda!. –Vociferó la de ojos negros acercándose a Sakura para ver a la pequeña
de cerca de nuevo.
La
niña escondió su cara en el hombro de su madre, al asustarse por el grito de la
adolescente, y comenzó a llorar. En ese instante, entró Juugo a la habitación.
– Lo
siento…– Se disculpó Moegi al ver a la pequeña llorando.
Sakura
le dio la niña a su esposo y Aya pareció calmarse en los fuertes brazos del
hombre de cabello naranja.
–
Papá…– Llamó la niña a Juugo que comenzó a acunarla en sus brazos antes de
salir de la alcoba con la pequeña Aya más tranquila.
– No
pasa nada, Moegi pero díganme, ¿por qué estabais discutiendo?. – Curioseó la
mujer acercándose a la cama donde estaba sentado el moreno y, también, ella
tomar asiento.
– Ella
quiere a un sanador* para ir al templo del Fuego. – Reveló Sasuke levantando su
rostro y mirar a los ojos de su amiga.
– ¿Al
templo del Fuego?. –Repitió mirando a la adolescente, la cual asintió con
molestia reflejada en su cara.
– Y no
me preguntes el para qué porque no me ha querido decir. – Le aclaró el Uchiha.
–
Bueno, yo poseo la habilidad de sanar. – Comunicó Sakura jugueteando con un
mechón rosa de su pelo, un hábito que había adquirido desde niña. – ¿Ahora si
nos dirás Moegi?
…Sótano del casino Tres Lunas ~ Konoha…
El
extraño grupo, nuevamente, se encontraba reunido en espera de lo que su líder
iba a comunicarles.
– El
chico no se presentó y estuvimos todos esperándolo toda la noche y parte de la
mañana. – Se quejó Deidara recostándose sobre el sofá y poniendo su cabeza
sobre las piernas de Sasori para cerrar los ojos.
–
¿Pain, que haremos ahora? ¿Sabes que si ese chico dice la verdad…? – Preguntaba
Itachi con tranquilidad sentado desde un sillón carmesí.
–
Debemos encontrarlo y confirmar la veracidad de la información que nos dio. –
Anunció el líder. – Mentira o verdad, el que exista la posibilidad de que tenga
una muestra que pueda afectar a los que son como nosotros, no podemos dejarlo
así.
– Al
final, tendremos que hacer el juego del gato y el ratón. – Dijo Kisame con una
socarrona sonrisa.
– TOBI
ES UN BUEN CHICO Y SERÁ EL GATO, DEIDARA-SEMPAI. – Chilló el enmascarado cerca
de rubio que se estaba dejando dormir en la cómoda posición que había
adquirido, consiguiendo que Deidara del susto callera al suelo.
…Calles de Konoha…
En el
interior de un automóvil se encontraba tres hombres uno de ellos con una esposa
y una venda cubriendo sus ojos, sentado en el asiento trasero del vehículo.
–
Necesito ir al baño. – Anunció desde el asiento trasero el joven esposado.
El
piloto dio gruñido y miró al copiloto del vehículo antes de estacionar.
El
piloto se giró con enfado hacia el muchacho en el asiento de atrás.
– Te
quitare la venda y las esposas pero será mejor que no intentes hacer tu
truquito porque te aseguro que no funcionará. – Advirtió antes de salir del
automóvil y abrir la puerta trasera. Cogió al chico vendado por el brazo y lo
sacó sin ningún cuidado del automóvil.
–
Haku, quítale la venda mientras le quito la esposa. – Ordenó el mayor del
grupo. – No sería bueno que la gente normal lo vieran así. – Explicó a su
compañero que parecía no entender el por qué tenía que dejarlo sin las
prevenciones que lo ayudaría a que ese individuo no usara su poder.
El de
ojos marrones asintió y se dispuso a realizar el mandato de Zabusa a
regañadientes porque si por él fuera, ya se podía hacer sus necesidades encima
debido a que era un sujeto con un poder demasiado peligroso.
…Isla Luna…
–
Señor, Zabusa y Haku lograron capturar al espécimen extraviado. – Comunicaba el
ambu con mascara dorada. – Lo llevan dirección al aeropuerto Midori. – Tragó
saliva antes de proseguir. – Ya hemos puesto un avión para que lo aborden y los
traigan directos aquí. – Finalizó el ambu.
–
Puedes retirarte. – Ordenó con parquedad el anciano.
Cuando
el enmascarado abandonó la habitación, el anciano sentado tras el enorme
escritorio sonrió con prepotencia antes de levantarse de la cara silla,
utilizando el apoyo de su bastón.
A paso
lento caminó hasta donde se encontraba otra persona en el enorme despacho.
–
Gracias por tu ayuda, querida. – Agradecía con falsedad tocando aquel rostro
que a pesar de parecer de una mujer de 40 años, ya superaba la edad con creces
pero que debido a uno de sus poderes, su aspecto no mostraba su verdadera edad.
– Eres la mejor en tu especialidad, Tsunade.
Aquel
hermoso rostro perteneciente a la rubia con el pequeño rombo en la frente y
ojos de color caramelo. Aquel rostro que debía ser de un hermoso color níveo,
ahora estaba lleno de magulladuras y cuyo ojo izquierdo estaba hinchado
coloreado de un horrendo morado.
La
mujer no se movió ni un milímetro ante la caricia pero sus ojos derramaron
lágrimas de miedo, terror y odio puro hacia aquel hombre.
La
rubia no podía apartar la mirada de aquel hombre que había hecho con su ser lo
que quiso. Tampoco parpadeó cuando el anciano se inclinó y besó su mejilla.
…Mansión Hyuuga ~ Konoha…
En el interior del despacho se encontraba el
líder del clan, Hiashi, junto a su hermano y tres personas más.
–
¿Padre, nos has llamado?. – Preguntó la dulce voz de una morena de pelo largo
con reflejos azulados. Piel de porcelana y ojos perlados. De unos 24 años.
Vestida
con un hermoso vestido de color blanco, el cual tenía una cinta lila en su
cintura que terminaba en un enorme lazo en su espalda. Tenía unos botines
blancos con unas medias de rayas horizontales violetas y blancas.
– Así
es Hinata, os tengo un trabajito. – El hombre sonrió.
– ¿De
qué se trata?. – Preguntó un chico de 26 años. Ojos perlados. Piel clara. Pelo
largo, castaño y que llevaba atado en las puntas.
El
chico vestía con una camisa blanca de botones y un pantalón ancho con bolsillos
a los lados externos de las piernas a la altura de sus rodillas. Usando unas
zapatillas blancas.
–
Siempre tan directo, sobrino. – Miro a su hermano que sonrió ante la actitud de
su hijo. – Antes de que os diga, quiero advertirte que será peligroso y espero
que sepas actuar como es debido porque Hinata y Hanabi están a tu cargo, Neji.
– Habló apretando sus nudillos.
–
¡Padre!. No somos niñas que haya que estar enseñando y controlando a cada
momento. – Recordó Hanabi que ahora vestía una camisa de manga larga azul
claro, junto a un short blanco y unas botas de media caña de color blanca.
– ¡No
me discutas, Hanabi!. – Reprendió a la adolescente. – Yo soy el líder de este
clan, no solo tu padre, y sé lo que es mejor para vosotras. – Le recordó a la
menor. – En esta misión puede que encontréis más de un obstáculo que intenten
impedir que la llevéis a cabo y el más importante de todos esos estorbos que
pueda aparecer en el camino es Raíz.
Los
tres jóvenes prestaron total atención al escuchar el nombre de esa organización
maldita para cualquier persona que posea un don.
– ¿De
qué va ese trabajito, tío Hiashi?. – Quiso saber Neji con los ojos
entrecerrados.
…Almacén de la zona industrial ~ Konoha…
– Así
que Tsunade volvió a ser capturada por esos malditos de Raíz. – Repitió con
rencor el de cabello blanco de ojos negros.
El
hombre vestía una camisa de botones roja y unos pantalones beige con la
perfecta raya verticalmente hecha en cada pierna y zapatos negros.
– Así
es, Karin la vio. – Ratificó acercándose al de ojos negros.
El de
cabello blanco no respondió.
– Jiraiya,
mi amor. – Ronroneó Orochimaru pegando su cuerpo al mayor. – Eso no es algo que
nos incumba. – Habló con molestia en la voz.
– Ella
es mi amiga. – Le recordó al moreno rodeando con sus musculosos brazos aquel
cuerpo cubierto por una yukata marrón y obi violeta.
El de
ojos dorados gruñó ante las palabras de Jiraiya, captando toda la atención de
este, quien sonrió al ver el furioso rostro de su amante.
– ¿A
caso estas celoso, Orochimaru?. – Preguntó divertido por ese rostro nacarado
que estaba completamente contraído en una mueca de disgusto.
– ¿Y
cómo no estarlo? si pareces mostrar más interés por esa mujer que por tu
esposo. – Reveló apretando la camisa de su pareja con fuerza. – Más interés…
que a mí, que juraste amarme.
La
carcajada estridente del de ojos negros se escuchó en toda la estancia,
logrando que su esposo se enfadara más al sentirse ridiculizado.
– No
seas tontito. Tú eres el único de esa manera para mí, así no vuelvas a decir o
pensar eso. – Dijo apretando aquellas nalgas que ocultaban la fina tela. –
Puede que Tsunade en el pasado hubiera compartido mi vida pero ella, tan solo
es mi amiga y no quiero tener otro lazo con la mujer que la amistad.
El de
ojos dorados frunció el ceño al escuchar la perorata de su cónyuge.
–
¿Ella fue tu, tu … novia?. – Le costó pronunciar la última palabra porque los
celos lo quemaban por dentro.
Jiraiya
jamás le había dicho a su esposo de su relación con la rubia y el de ojos
dorados desconocía la cercanía de comadrería que tenían ambos pero que en ese
momento, las suposiciones que habían pasado en más de una ocasión por la mente
de Orochimaru las confirmara tan a la ligera, sencillamente, lo enfurecían. No
era ningún secreto el desagrado que le provocaba la mujer de ojos castaños a
Orochimaru desde el mismo instante que Jiraiya se la presentó pero ahora,
sentía más desagrado por esa mujer.
El
enterarse que esa rubia había estado con el hombre que tanto le costó conquistar.
Que lo tuvo en su cama y conocía el sabor de sus labios, sinceramente, lo
irritaba.
Jiraiya
acercó su rostro sonriente al contrario que estaba completamente molesto.
– Yo
solo tengo ojos para ti, mi pequeña serpiente. – Susurró sobre esos finos
labios. – En este momento y en lo que me resta de vida, no existe nadie a quien
quiera más que a ti. – Finalizó besando aquella boca que conocía tan bien y
apretaba, con un poco más de fuerza, aquel trasero.
El
fogoso beso pronto fue disuelto debido a la falta de aire en los pulmones de la
pareja que se miraban a los ojos.
– Más
te vale pervertido. – Dijo enredando sus brazos en el cuello del de cabello
blanco para volverlo a besar.
Aclaración de los términos:
*
Sanador/a: Es el nombre que denominará a las personas que tienen el poder para
curar las heridas físicas y/o mentales de las personas con sus manos, ya sea
daños internos o externos. También puedes utilizar su poder para herir o dañar
a otro con solo rosar con su mano la piel expuesta de su contrincante.
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