- Turbación.-
…Calles de Konoha…
–
¿Hija, estás segura de que los viste ir hacia Hotaru?. – Preguntó Orochimaru a
la pelirroja.
– Si,
drame. Los vi caminar por lo que parecía un túnel y llegar a Hotaru. – Afirmó
segura de sus palabras la chica de gafas. – También vi al idiota de Suigetsu
junto a ellos. – Terminó apretando los puños con fuerza hasta dejar sus
nudillos blancos.
Esto
no pasó desapercibido para los ojos de sus hermanos mayores.
– ¿Qué
ocurre hermanita, están comiéndote los celos de que tu ex pueda enamorarse de alguna
de las personas que viste?. – Preguntó Kabuto colocándose bien las gafas con
una sonrisa.
– No
digas tonterías, fui yo la que ya no lo soportaba y terminé. – Refunfuñó Karin.
–
Claro que lo recuerdo, hermanita. Estábamos presentes cuando todo el
expectaculo sucedió. – Le susurró Kabuto acercándose a la mujer de gafas para
detenerla tomándola de brazo mientras sus padres y el resto de grupo
continuaban dirigiéndose a Hotaru sin prestarle atención. – No todos los días
pasan ese tipo de cosas, Karin.
–
Vamos, nos hemos quedado atrás y drame, se molestará con nosotros. – Advirtió
Kimimaru a sus hermanos.
…Alcantarillado de Konoha…
Pain,
Deidara y Naruto tuvieron que hacer otro descansó al parecer el viciado aire
mal oliente y el agua sucia procedente de tuberías y las calles que goteaba del
techo había conseguido empapar la herida de Sasori y se estaba infectando.
El
pelirrojo estaba apoyado en la pared con su rostro demasiado pálido y sudoroso
mientras que Deidara había comenzado a desenredar el trozo de tela con el que
cubrió en el brazo del pelirrojo para que dejara de sangrar.
–
¿Cómo está?. – Preguntó Pain acercándose.
– No
tiene buena pinta, parece que está infectada e hinchada. Incluso, que ha
comenzando generar pus. – Anunció el rubio de cabello largo apretando cerca de
la herida viendo cómo salía líquido turbio con sangre y no pudo evitar poner
cara de asco.
– ¡AH…!
– Gritó el pelirrojo al sentir la presión cerca de la herida.
–
Sería mejor darnos prisa, alguien debe verle eso. – Apresuraba Naruto al
escuchar el grito de dolor de Sasori.
– Es
mejor dejarlo descansar unos minutos, está sudando en fiebre. – Expresó Deidara
abrazando el rostro del hombre de ojos castaño que respiraba agitadamente.
Pain
miraba la herida examinándola como si fuese un médico dispuesto a tratar
cualquier enfermedad para después sacar un pañuelo de su bolsillo y volver a cubrir
la herida del brazo de Sasori mientras este gritaba por el dolor apoyado en el
rubio de pelo largo que lo abrazaba.
…Calles de Konoha…
Neji
conducía a toda velocidad por las calles.
Hinata
se había sujetado con fuerza y terror al sillón, debido a la alta velocidad, y
Hanabi reía divertida a cada curva que pasaban sintiendo como su cuerpo quería
rodar por el asiento trasero del vehículo, si es que no estuviese sujetada por
el cinturón de seguridad, pero el chico de cabello castaño tuvo que frenar al
encontrarse frente a él un atasco.
–
Neji, ¿estás bien?. – Preguntó Hinata dejando libre el asiento de su agarre e
intentando acariciar el rostro de su
prometido pero este, apartó su cabeza con brusquedad y le dio un
manotazo a la mano de la joven sin responder a su pregunta.
– ¿A
dónde nos dirigimos?. – Preguntó de lo más feliz Hanabi desde el asiento
trasero.
–
Hotaru. – Fue la simple respuesta del único hombre en ese vehículo.
–
¿Hotaru?. – Repitió dudosa Hinata.
– Es
el lugar que nos indica las notas de Yukimaru. – Contestó con brusquedad Neji
apretando su mandíbula y frunciendo su entrecejo.
Hanabi
cogió los papeles escrito por aquel adolescente y comenzó a leer en voz alta la
última anotación del muchacho de ojos violeta.
– En
donde el ladrón, el estafador y la pobreza son acogidos en el nido de las
luciérnagas el que pinta vuestro rumbo, es castigado en el infierno. El kitsune
dorado lo ha dejado y un demonio con sonrisa de piraña lo tiene apresado para
que llame a la oscuridad. Ahí espera el sueño. – Terminó de recitar la
adolescente. – Todo lo que escribe riman o parecen poemas, que asco y cursi. –
Hizo una mueca de desagrado dejando los papeles nuevamente en el asiento.
…Albergue de Hotaru ~ Konoha…
Sai
había entrado en una especie de trance después de haber sufrido esa atrocidad
de parte del morfo. El confusor solo se dejaba hacer completamente aturdido, no
era capaz de escuchar nada de lo que le decía porque su conciencia había
entrado en shock.
Cuando
se percató de que era apretado por los brazos de Suigetsu, su cuerpo comenzó a
temblar sin, poder aún, escuchar una sola palabra de lo que le hablaba aquel
hombre que se había propasado con él y no pudo evitar llorar cuando sintió las
caricias en su adolorido cuerpo.
La
mente de Sai viajaba en sus recuerdos y se había detenido aquel día que Naruto
salió de su vida.
+_+_+_Flash Back+_+_+_
Cinco años antes.
…Ciudad de Tsuna ~ Capital del País del Viento…
En un
pequeño ático, precisamente en la habitación decorada minimalistamente se
encontraba un joven rubio de 19 años junto un chico de pelo oscuro de unos 21
años. El rubio miraba con amor al moreno antes de besarlo y el chico mayor solo
se dejaba llevar por aquellos mimos que lo guiaban a la cama donde ambos sabían
lo que harían ahí.
Se
habían conocido en el mercado de Tsuna un año atrás pero no fue hasta hace
siete meses que comenzaron a convivir como pareja. Sai era el primer hombre en
la vida de Naruto, ya que las anteriores parejas del Uzumaki habían sido
mujeres. Por lo que era consciente que el rubio no era ningún mártir.
Al
contrario, el chico de ojos negros, Naruto se trataba otro de los hombres en su
vida amorosa porque él jamás había estado con una mujer ya que desde temprana
edad le habían gustado los hombres.
Después
de un rato, al terminar el apasionado acto, en el que ambos recuperaron la
respiración se ducharon junto entre risas y besos para luego vestirse. Naruto
trabajaba en un puesto de suvenires del gran mercado de Tsuna a donde se
dirigió al despedirse de Sai con un beso en los labios.
En
cambió el moreno se quedaría en la vivienda, pues Sai trabajaba de camarero en
una discoteca llamada Shukaku propiedad de la familia no Subaku, que gracias al
rubio consiguió el empleo en ese lugar debido a la amistad que unía al Uzumaki
con el menor de los dueños.
Naruto
conocía al menor de los hermanos no Sabaku, Gaara. Era un pelirrojo de 21 años.
Bastante taciturno, de ojos verdes delineados, piel blanca y un kanji tatuado
en su frente de color rojo. Gaara era un elemental, capaz de hacer arena y
manipularla a su antojo.
Sin
embargo, desde hacía dos meses en que Sai había comenzado un romance con el
pelirrojo no Sabaku porque desde que lo vio, había sentido una fuerte atracción
hacia Gaara y sin que el rubio se enterara, comenzaron con pequeño juegos a
escondidas en los que se besaban y acariciaban hasta hace un mes y medio cuando
acabaron en los baños de la discoteca teniendo una ruda sección de sexo. A
pesar de todo, a Sai le gustaba todo de Naruto y no tenía ninguna intención de
terminar su relación de novios con el Uzumaki pero tampoco deseaba acabar la
extraña relación que había empezado a tener con Gaara.
Cuando
Naruto salió de la casa y el confusor lo vio doblar la esquina de la calle por
la que desapareció, corrió hasta su teléfono móvil y marcó el número de Gaara.
–
Gaara, soy Sai. Él se acaba de ir, ¿por qué no vienes a hacerme compañía?. Me
siento muy solito. – Habló melosamente Sai escuchando una risita y como le
respondían del otro lado de la línea. – Sabes que eres el único que logra hacer
que toque el cielo. Te espero. – Cortó la llamada el moreno.
En lo
que tardaba en aparecer el pelirrojo, Sai recogió y limpió el hogar. Preparó un
poco de té. No lo había terminado de servir en dos tazas cuando alguien llamaba
a la puerta y sin esperar, corrió sonriente a recibir a la persona que se
encontraba detrás de la puerta.
Cuando
el de ojos negros abrió la puerta, fue atacado por los labios del no Sabaku que
lo besaba con algo de rudeza y lo abrazaba por la cintura elevándolo en el
aire.
– He
hecho té ¿te apetece una taza?. – Le preguntó enredando sus brazos en el blanco
cuello del chico con el tatuaje.
– No
he venido para tomar té sino a degustar otra cosa. – Aseguró para coger entre
sus fuertes brazos a Sai que reía y llevarlo hasta el cuarto donde estaba
aquella cama que sabía, el pelirrojo que compartía con el Uzumaki.
Una
vez en el cuarto, ambos jóvenes se comenzaron a besar desesperadamente mientras
sus ropas volaban en la amplitud de la
alcoba al ser quitadas del cuerpo contrario que mostraban mas piel para que sus
bocas, ojos y manos degustarán a su antojo.
Estaban
en media sección de sexo cuando alguien entró al ático y se dirigió a la alcoba
donde dos jóvenes estaban teniendo relaciones sexuales pero, tampoco, ninguno
de los dos amantes que se entregaban al delirio del placer carnal se percató de
que unos ojos azules comenzaron a humedecerse de lágrimas que no tardaron en
escurrir por las mejillas marcadas del espectador improvisado que los miraba
con dolor, asco, tristeza, decepción y muchos otros sentimientos desde el
umbral de la puerta de la habitación.
La
pareja por fin alcanzó el clímax esperado y los amantes se separaron para ver a
la persona petrificada en la puerta.
El
pelirrojo sonrió para estirarse a un lado de Sai.
–
Naruto…– Llamó Gaara.
Sai
levantó su rostro quedando impresionado por el adolorido rostro del Uzumaki pero no fue capaz de decir nada, solo
quedarse mirando al rubio que los observaba en silencio.
–
Bueno, esto tarde o temprano lo sabrías y te diré que hace ya bastante tiempo
que hacemos esto. Me hubiera gustado decírtelo antes de que lo vieras pero
supongo que ya es irremediable. – Dijo con una sonrisa para después besar a
Sai.
Naruto
no esperó a explicaciones, tan solo salió corriendo del ático dejando a los
amantes solos.
Detrás
de la huida del rubio, Gaara se levantó de la cama y comenzó a vestirse pero
antes de abandonar el lugar es detenido por Sai.
– ¿Por
qué hiciste eso?. – Preguntó el confusor pero el chico del tatuaje solo le
miró. – ¿¡POR QUÉ LE DIJISTE ESO!?. – Le gritó esta vez.
–
Porque es la verdad y él tenía derecho a saber. – Respondió el no Sabaku.
– ¡ESA
NO ES LA VERDAD!. – Chilló cogiendo del brazo al hombre del pelo bermejo.
–
Tienes razón, Sai. – Sonrió Gaara. – Estaba cansado que te estuvieses
revolcando con los dos cuando yo solo te quiero para mí, estoy cansado de
tenerte que compartir. – Reveló soltándose del agarre para dirigirse a la
salida.
Ese
día, Sai no volvió a ver a Naruto y Gaara no dejaba de acosarlo. Por ello, Sai
decidió tomar una decisión, encontrar al rubio, aunque eso significaba ponerse
en contacto con alguien hacía años que no veía.
Sai
estaba esperando en el aeropuerto Kin’iro (Dorado). Cuando un helicóptero
aterrizó del que bajaron del aparato un anciano y tres hombres.
–
¿Cuánto tiempo sin verte, hijo?. – Habló el anciano.
– Lo
mismo digo, padre. – Respondió para marchar junto a aquellos hombres.
– Estaba
esperando que volviera a Raíz, Sai. – Pero el moreno no contestó. – Solo habrá
que hacerte algunas pruebas para saber cómo está tu condición física. – Terminó
de informar su padre con una sonrisa y acariciando el rostro de su hijo. – Me
recuerdas tanto a la maldita de tu madre, lástima que consiguió escaparse,
abandonándonos para volver a encontrarse con Fugaku Uchiha y el bastardo que
había tenido con él pero ahora no hay que preocuparse, esos dos están bajo
tierra y no volverán a molestarnos. Aunque fue una lástima que los dos
bastardos que consiguieron tener consiguieran escapar pero no será por mucho
tiempo. – Susurró mirando al exterior del helicóptero.
–
Danzou-sama, nos han informado que han encontrado el paradero de Tsunade, el
oráculo. – Informó el piloto del aparato.
–
Bien, pon a los rastreadores de la zona en movimiento para que la capturen y la
lleven a CING en Isla Luna. – Ordenó el anciano. – Nosotros vamos directo a
ahí. – Le confirmó al piloto antes de que pudiese preguntar.
Desde
ese día, Sai a permanecido en Isla Luna donde ha sido sometido a los
experimentos de Raíz en un intento de que le complazca ayudándole a encontrar
al Uzumaki.
+_+_+_End Flash Back+_+_+_
– Me
alegra que te encante la idea, cariño. – Comentó al ver las lágrimas que caían
de los ojos negros de Sai porque para Hozuki, el confusor estaba feliz de lo
que le había contado. – Aunque estuve a punto de andar con el otro chico de
pelo largo y negro. Os parecéis mucho pero tú eres más lindo que él y eso me
agrada. – Acarició el rostro pálido limpiando las gotas saladas. – Me hace
feliz haberte encontrado de nuevo en este lugar. – Declaraba con firmeza sin
ser consciente que el muchacho entre sus brazos solo estaba sufriendo las
consecuencias de lo que le había hecho.
Suigetsu
se levanto y se vistió con las prendas que encontró en la alcoba, la mayoría
pertenecientes a Sai, a quien también vistió con una de las yukatas que ofrecía
el albergue a sus clientas para salir de ahí con el moreno en sus brazos.
Sai se
había acabado desmayando en mitad de su llanto debido al colapso de sus
emociones y ni siquiera era consciente de que su agresor también lo estaba
secuestrando.
Suigetsu
con todos sus sentido alerta salió caminó por los pasillos hasta dar con sus
ropas abandonadas en el suelo, las cuales recogió tan rápido como pudo, para
poder seguir su camino.
…Calles Hotaru ~ Konoha…
Los
componentes de la organización de Raíz por fin había llegado a aquel ruinoso
barrio llamado Hotaru, en el interior de Konoha.
– Este
lugar apesta. – Comentó Torune antes de escupir hacía un lado donde habían un
montón de basura acumulada y un indigente rebuscando algo de comer o cartones
con lo que poder pasar la noche cubriéndose de frío.
–
¡Ja!. – Emitió Fuu mirando desdeñosamente los edificios en mal estado y
animalejos que paseaban a sus anchas por las calles.
– Esto
es un agujero de ratas. – Habló Zabusa al ver como uno de esos roedores pasaba
delante de ellos.
…Alcantarillado de Konoha…
Sasori
había empeorado, ahora estaba siendo llevado en la espalda de Deidara mientras
que el pelirrojo temblaba y deliraba debido a la alta fiebre que la infección
le había provocado. La herida del pelirrojo se veía peor e incluso, podían
intuir que comenzaba a oler a putrefacción debido a la pus que se estaba formando
al haber sido contaminada con las nocivas bacterias del agua sucia del
alcantarillado.
– Ya
estamos cerca de la salida. – Anunció Pain mirando al hombre de pelo largo que
sudaba por el sobre esfuerzo de llevar a cuesta a su compañero desde hacía unos
metros. – ¿Deidara, quieres qué lo lleve yo?. Se te ve agotado. – Ofreció el de
ondeantes ojos.
– No
te preocupes, estoy bien, hum. – Respondió el rubio de coleta cargando mejor a
Sasori en su espalda.
Nadie
dijo nada más mientras continuaban avanzando hacia la salida.
…Albergue de Hotaru ~ Konoha…
Moegi
se había levantado de la cama de la habitación que le habían dado después de
haber tenido una premonición de lo que ocurría. La adolescente tenía su
respiración agitada al compás de su corazón, que repiqueteaba ferozmente en el
interior de su pecho y sus ojos comenzaban a aguarse con miles de gotas
saladas.
– No
llores Moegi, eso no pasará. No puede pasar aún. – Se decía a sí misma la
muchacha de cabello color naranja limpiando las pocas gotas que escaparon de sus
ojos. – Aun no puede ocurrir. – Susurró antes de levantarse de la cama.
Moegi
salió de la habitación y caminó por el
pasillo ensimismada en lo que había visto hace apenas unos segundos y topándose
con Itachi, quien la asustó al no estar atenta a su alrededor.
– ¿Has
visto a Sasuke?. – Preguntó atropelladamente el mayor.
–
N-no…– Respondió asustada la adolescente por la repentina pregunta y aparición
del hombre.
– Es
que no lo e visto desde hace un rato. – Habló el Uchiha preocupado. – Pensé que
estaría contigo porque no está ni en la recepción ni con Sakura y ya lo he
buscado por el resto del albergue pero no lo he encontrado. ¿Podrías ayudarme a
encontrarlo o, al menos, decirle que lo estoy buscando?. – Pidió el hombre de
pelo negro con premura debido a la ansiedad que tenia por encontrar a Sasuke.
La
adolescente asintió y vio como el Uchiha desaparecía al doblar en una de las
intercepciones de los pasillos del albergue.
Moegi
apretó los puños con fuerza y continuó caminado cuando escuchó un ruido de pasos
presuroso a su dirección. La adolescente sintió un escalofrío que recorrió toda
su espina dorsal que la hizo huir de aquel lugar a toda prisa hasta el exterior
pero su carrera fue detenida al tropezar en el pecho de alguien que la hizo
caer al suelo sobre su trasero.
–
¡Fíjate, drame, lo que tenemos aquí!. – Habló Karin mirando a la muchacha de
cabello naranja que había chocado de frente con su padre. – Es la cría que
estaba con el rubio ese que te dije y con el chico que buscamos. – Informaba
señalando a la muchacha.
Jiraiya
miraba a la pequeña vidente con curiosidad, escuchando lo que decía su hija.
–
¿Cómo? – Se preguntó sin entender la vidente cómo era que los Hebis los habían
encontrado sin apartar la mirada de la pelirroja de gafas. – Ya entiendo, tú
debes ser una vidente, también. – Afirmó al comprender como había sido posible
el que consiguieran llegar hasta ahí pero no había terminado de hablar cuando
Kidomaru la había atrapado, reteniéndola por los brazos para que no intentara
escapar o hacer alguna otra cosa.
– ¡No
me compares contigo renacuaja!. Tu habilidad no tiene comparación a la mía. Yo
soy mil veces mejor que tú, estúpida niña. – Alegó Karin abofeteando a la
adolescente con fuerza, consiguiendo que el labio inferior de la menor se
partiera cayendo un pequeño hilito de sangre. – Ahora dinos, ¿dónde está el
chico que consiguió escapar de Raíz?. – Exigió la de gafas.
– ¿Si
eres tan buena vidente por qué no lo averiguas tú misma?. – Inquirió limpiando
con su lengua la sangre de su labio.
– ¡Vaya,
Karin! Parece que la niñata tiene coraje. – Se burló Kabuto adelantándose a un
lado de la pelirroja escuchando un gruñido de parte de esta.
– Ya
dejen sus tonterías para después. – Advirtió Orochimaru acercándose a la
adolescente y cogiendo entre sus huesudos dedos el rostro de la muchacha sin
ningún tipo de delicadeza. – Responde de una vez muchachita, si no quieres
acabar de la peor forma posible. ¿Dónde está el chico con el que se encontró tu
amigo?. – Siseó con seriedad y una mirada amenazante advirtiendo que no tenía
ganas de escuchar algo que no fuese el paradero de Sai.
Sin
embargo, Moegi no respondió y esta vez, fue golpeada por el mismo Orochimaru.
Moegi no pudo evitar llorar debido al dolor del fuerte golpe que le proporcionó
el hombre de amenazadores ojos dorados.
…Calles de Hotaru ~ Konoha…
Neji
estacionaba su caro vehículo frente a lo que parecía ser un garaje.
– ¿Por
qué paras en este lugar? Me da grima este barrio. – Confesó Hanabi descendiendo
del automóvil.
–
Estamos en Hotaru y el único lugar que abierto, es este sitio. Solo entraremos
a recaudar información acerca de ese escurridizo sujeto y las profecías de
Yukimaru indican que podemos encontrarlo en este barrio de mala muerte. –
Contestó el hombre de pelo castaño.
– Así
que has cambiado de táctica, ¿eh?. – Dijo la menor de las hermanas Hyuuga.
–
Hanabi…deja de molestar. – Reprendió Hinata para acercarse a su primo y besar
sus labios antes de dirigirse al interior de la construcción.
…Parada de Hotaru, línea de trenes ~
Konoha...
El
enorme tren había hecho la parada en
Hotaru dejado bajar a los pocos pasajeros que tuviesen el barrio como su
destino para continuar su trayecto hasta la estación Hokage Norte.
Kakashi
descendió junto a Tsunade y siete pasajeros más en aquella solitaria estación
poco iluminada y en la que varios indigentes pasaban la noche y el día pidiendo
limosna.
Los
ojos bicolor del hombre miraron evaluadoramente el destrozado lugar.
– Este
sitio no parece muy seguro, Tsunade. – Comentó Kakashi viendo como uno de los
indigentes peleaba con un perro por un mendrugo de pan mohoso con el que
alimentarse.
Tsunade
no respondió, al pasar unas horribles imágenes ante sus ojos.
–
¡MOEGI!. – Gritó la mujer apretando sus puños y sintiendo su cuerpo tensarse
por las imágenes que había aparecido debido a su don.
Pero
antes de que la rubia se moviera, la mano de Kakashi estaba sujetándola del
brazo de logrando recordarle que no estaba en el mejor barrio de la ciudad de
Konoha como para ser descuidada.
– Mi
nieta… – Musitó Tsunade agarrando con fuerza la chaqueta de cuero negro del
hombre de cabello gris .
–
Tranquilícese, Tsunade. – Pedía el hombre exaltado por el estado de la mujer y
en su interior pedía que fuera lo fuese que haya visto la rubia no se tratase
de algo tan malo o solo fuera una de esas visiones erróneas de lo que ocurría.
…Albergue de Hotaru ~ Konoha…
Danzou
y sus subordinaros por fin habían llegado al lugar en el que se suponía estaría
Sai.
–
Tengan sus armas preparadas por si se produce algún tipo de revuelta, no deseo
que esto se convierta en una especie de batalla. – Anunció el anciano sacando
su revólver de entre sus ropas, siendo imitado por los que lo rodeaban. –
Vamos. – Ordenó adentrándose al lugar. – “Espero
estés aquí Sai, no volveré a dejarte huir”. – Pensó Danzou molesto por
tener que acercarse a un sitio tan desagradable como aquel.
Los
rastreadores siguieron a su líder entrando en el albergue cuando escucharon el
ruidoso estruendo de una pared siendo demolida.
–
¡RÁPIDO!. – Gritó Danzou dirigiéndose con rapidez al lugar de donde procedían
los sonidos para encontrarse con un panorama poco usual.
–
¡Genial! Si no teníamos suficientes con los Hyuuga, ahora también apareció los
perros de Raíz con su líder a la cabeza y los curiosos del lugar. – Comentó
Ukon mirando a su alrededor.
El
sonido había sido un puñetazo de Jirobo que había destruido una de las paredes
del pasillo.
– ¿De
qué te quejas, hermano?, estos solo lo hará más divertido. – Afirmó Sakon en
posición de defensa al igual que el resto de sus compañeros.
Los
rastreadores se pusieron delante del anciano y apuntando a todas las personas
frente a ellos con sus armas en un instinto de proteger a su líder.
Sin
duda alguna, Raíz había llegado en mal momento y estaba a punto de comenzar un
épico enfrentamiento con muchos involucrados.
…Barrio de Hotaru ~ Konoha…
Por
fin habían alcanzado la salida de los apestosos pasajes del alcantarillado para
descubrir que se habían llegado a Hotaru, uno de los barrios más pobres y
peligrosos de Konoha.
Deidara
dejó a Sasori recargado en una columna para el también tomar asiento en el frío
pavimento y descansar un poco pero la tranquilidad de la noche se interrumpió
cuando una sombra oscura se lanzó sobre Naruto repentinamente. Haciendo poner
en guardia a Pain y que Deidara se levantase del suelo velozmente para
posicionarse enfrente del pelirrojo, protegiéndolo de quien fuera aquella
persona que había aparecido de la nada.
Sin
embargo, toda señal de comenzar un combate fue desistida cuando escucharon un
pequeño sollozo de la persona que estaba abrazado al rubio y conocer de quien
se trataba, haciendo que los miembros de Akatsuki suspiraran con alivio.
–
¡SASUKE!. ¿Qué haces tú solo aquí?, ¿por qué estás solo? ¿Y los demás?. –
Bombardeó a su novio con asombro al reconocerlo en la oscuridad de la noche.
– Naruto.– Fue la única respuesta del moreno
que se apretaba más contra su pareja intentando mitigar todo lo que había
ocurrido horas antes y el frío de su cuerpo.
–Tranquilízate,
Sasuke. Estoy aquí, contigo, pero tú no tenías que estar aquí solo, ¿ha
ocurrido algo?. – Le susurró al Uchiha en un intento de tranquilizar a su novio
que por algún motivo desconocido para él estaba demasiado nervioso. Además,
parecía que había pasado mucho tiempo ahí fuera porque Sasuke estaba
completamente helado.
–
Pain. – Llamó Deidara al hombre de cabello naranja captando toda su atención. –
Debemos llevar a Sasori a alguien que tenga conocimientos médicos. Está muy mal
y si sigue así, esa infección podría convertirse en algo peor. – Le indicó el
rubio de coleta acariciando la sudorosa frente del hombre de ojos castaños.
–
Tienes razón, si sigue así podría complicarse más. – Comentó viendo como el
rubio de cabello largo se entristeció ante sus palabras. – Será mejor que desde
aquí lo lleve yo a la espalda porque tú estás demasiado agotado para continuar
cargandolo. – Habló Pain observando a Deidara.
–
¡Tonterías! Yo aun puedo con él, hmm. – Contradijo Deidara al hombre de
piercing.
– ¡NO
PUEDES, DEIDARA!. – Le gritó con enfado al ver como había hecho un sobre
esfuerzo al llevarlo hasta allí. – Has caminado más de un kilometro con Sasori
a cuestas y si continuas así, no será Sasori el único en necesitar atención
médica. – Refutó Pain mirando fijamente a su compañero de Akatsuki de ojos
azules que agacho la cabeza reconociendo la veracidad en las palabras de Pain.
–
¡Vosotros!. – Llamó el de ojos ondeantes a la pareja. – Tenemos que irnos y
reunirnos con los demás. – Aclaró para acercarse a Sasori.
Iban a
emprender camino para poder reunirse con el resto de Akatsukis cuando una
llamarada de fuego, procedente de la dirección en la que se encontraba el
albergue, se elevó por encima de los edificios captando todo el interés del
pequeño grupo.
Naruto
apretó contra él a Sasuke y este no dudó en apegarse a su novio mirando la
llamarada con horror.
–
Pain. – Consiguió pronunciar Deidara completamente perplejo.
– Iré
a mirar que está pasando. Vosotros quedaros aquí mientras tanto. – Ordenó
dejando nuevamente a Sasori en el suelo para salir corriendo en dirección al
incendio.
Nadie
objetó la orden del líder de Akatsuki viendo como se alejaba hacia donde el
fuego consumía un edificio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario