sábado, 10 de junio de 2017

Ocultando nuestra naturaleza ~ Cap. 1

-El inicio de todo.-

La última guerra no solo trajo muertes y destrucción, sino que también aparecieron los rastreadores y cazadores; Personas que se dedicaban a la búsqueda de individuos con poderes especiales o “dones”, que vive oculta entre el resto de humanos convencionales.

Muchas de estas personas especiales fueron obligadas a entrar a centros exclusivos donde fueron clasificados por sus habilidades especiales y estudiadas por los científicos. Los especialistas, investigaban arduamente la forma de obtener un fármaco para manipular a estos humanos y utilizarlos en el combate como un arma más que llevar a la guerra y conseguir la victoria.

A pesar de que hace 100 años que la guerra terminó, el gobierno no ha cancelado el programa. Las inspecciones se continuaron haciendo y, hoy en día, se sigue buscado personas con dones sin importar la edad o sexo del portador.

Afortunada, o desafortunadamente, los experimentos aún no han logrado su objetivo y la mayoría de las víctimas sometidas a los experimentos, mueren. En los pocos casos de sobrevivir y lograr salir de tener hijos, estos nacen con una mutación más fuerte, incluso, afectando el aspecto físico del individuo perdiendo la apariencia humana como un efecto secundario de los experimentos a los que han sido expuestos, obligatoriamente, sus progenitores.

Hoy en día, la organización Raíz es la encargada de la investigación, rastreo y captura de estas personas con habilidades especiales que viven escondidas en los grandes núcleos de población, quienes tienen la esperanza de no ser encontrados por los rastreadores y obligados a servir como cobayas humanas en los centros de exploración.


...Isla Luna...

Una explosión en la parte este del CING (Centro de Investigaciones Neo Genética) sonó en mitad de la noche, irrumpiendo la tranquilidad reinante. Las alarmas comenzaron a sonar estridentemente junto a una luz intermitente de color rojo que alertaba del daño sufrido en sus instalaciones.

El personal de seguridad, organizado en grupos por secciones, corría con las armas en sus manos hacia el punto que tenían designado en casos como estos.

Los disparos, explosiones y gritos de dolor del personal ambu (los agentes de seguridad) continuaron irrumpiendo en el edificio.

– ¡Señor! – Gritó un individuo con una máscara dorada entrando a un enorme despacho de lujosa decoración. – Una de las muestras ha sido tomada por uno de los internos del sector 014 y ha huido. – Comunicó con premura.

La cara silla de cuero negro giró, mostrando a un hombre de 80 años con uno de sus ojos vendados. Se levantó despacio con ayuda de un hermoso bastón de madera tallada con una piedra roja incrustada en el mango.

El hombre chasqueó la lengua e hizo una señal con la mano para que el ambu se retirara.

...Ciudad de Konoha ~ Capital del País del Fuego...

Un chico de 24 años con pelo rubio, alborotado y corto pero dos mechones de pelo más largo a los lados de su cara, pasando 3 centímetros su mandíbula. Su piel de un suave color tostado y tres rayitas en cada mejilla dormía espatarrado en la cama, dejando ver todo su torso desnudo. Las sábanas junto a las mantas yacían enredadas en sus piernas y de sus labios caía un pequeño río de babas mientras roncaba pero algunas palabras salían de su boca acompañada de distintas expresiones en su rostro.

Un joven de 25 años con el pelo negro y reflejos azules oscuros que llevaba peinado con dos mechones que descendían a los lados de su cara hasta tocar su pecho. En la parte de atrás lo tenía en punta y corto hasta la nuca donde varias, largas y finas trenzas llegaban hasta la mitad de su espalda. Piel blanca. De unos ojos negros, rasgados. Vestido con una bata blanca. Entró en la habitación encontrándose con el durmiente rubio.

Se acercó lentamente al borde de la cama y con sutiles movimientos quedó posicionado encima del rubio. Sus piernas y brazos estaban a los lados del cuerpo que dormía plácidamente. Bajó su cabeza con una sonrisa traviesa en sus delgados labios hasta depositar un beso en la mejilla derecha del muchacho y siguió con un camino de mordisquitos, lametones, succiones y besos por el tostado cuello.

Una risita detuvo al mayor. Levantó la cabeza para encontrarse con unos hermosos ojos azules brillantes, al igual que la sonrisa que dibujaba la boca del chico bajo él y un inevitable sonrojo se apoderó de sus carrillos.

– ¡Buenos días, Naruto!.– Fue lo que dijo el hombre de pelo color petróleo, antes de intentar salir de allí pero unos brazos bronceados lo detuvieron dejándolo acostado en la cama y abrazado al de ojos azules.

– ¿Adónde crees que vas Sasuke? –Ronroneó en el oído del de ojos negros. – Yo aun no te he dado mi saludo de la mañana. – Terminó de hablar girando su cuerpo y posicionarse para dar un tierno y corto beso en los labios a su acompañante, quien intentaba escapar.

– ¡Buenos días...! – Canturreó juguetonamente sobre los labios de su compañero para volver a besarlo.

Cuando el beso se finalizó, los dos chicos salieron de la habitación, Naruto con un chichón en la cabeza y Sasuke sonrojado mientras su ceño estaba fruncido, se dirigieron a la pequeña cocina a desayunar.

El piso en el que convivían no era muy grande, solo poseía dos habitaciones, un baño, la sala y la cocina estaban unidas. Además del pequeño cuarto de lavado. Era muy sencillo pero lo suficientemente bueno para poder vivir y el único que encontraron con un precio económico en  la gran ciudad de Konoha y capital del País del Fuego.

– Es extraño verte tomar zumo de naranja en vez de tu preciado y rutinario amargo café negro. – Murmuró Naruto sin quitar la curiosa mirada del moreno, él que al escuchar la palabra “café” sintió como el poco zumo que había ingerido y la tostada subía por su garganta para salir expulsado por su boca con un agrio sabor. Antes de que ocurriera el desastre salió corriendo con dirección al baño. Se arrodilló y levantó a gran velocidad la tapa del retrete para echar fuera lo poco que había tragado.

Con paso apresurado el de tez morena lo siguió al servicio. Puso una mano en la pálida y sudorosa frente de su compañero mientras con la otra mano se dedicó a repartir caricias en la espalda de Sasuke, en un vano intento de tranquilizarlo.

Cuando terminó de vomitar se sentó en el suelo, al sentir como su cabeza daba vueltas y un frió sudor empapaba su frente. Por inercia apoyó su cabeza en el pecho de su acompañante, en un vano intento de que el mareo cesase. El rubio lo abrazó con algo más de fuerza y limpió la boca del chico de tes blanca, al mismo tiempo tiró de la cadena del inodoro.

– ¿Te encuentras mejor? – Preguntó acariciando los cabellos ébanos.

– Solo estoy un poco mareado. – El más alto asintió.

El rubio se levantó y ayudó al moreno a ponerse en pie pero este al tambalearse fue recogido por los brazo de Naruto. El rubio lo cargó de forma nupcial hasta su habitación, donde lo depositó en la cama.

– Quédate aquí, voy a por el desayuno. – Fueron las palabras del rubio antes de desaparecer por la puerta de la alcoba.

…Calles de Konoha…

Una chica de unos 13 años. Piel blanca. Ojos color negro. De pelo naranja con un extraño peinado dividido en dos recogidos moños. La adolescente iba vestida con una camisa blanca y un chaleco marrón oscuro. Una falda color limón y unas botas alta marrones oscuras. Llevaba un bolso gris claro cubierto de parches de colores y dibujos. El nombre de esta peculiar adolescente es Moegi.

La de cabello color naranja iba corriendo por la atestada calle peatonal de Konoha mirando cada edificio que pasaba con frustración. Buscaba uno en concreto con la mirada y que parecía no querer salir ante su presencia, como si poseyese vida propia y estuviera huyendo de ella.

…Parque Hokage ~ Konoha…

Un hombre de unos 45 años. Pelo corto, castaño. Ojos negros y media cara cubierta con vendas. Vestido con unos pantalones de tonos grises y un chaleco azul con rayas negras, hablaba por un teléfono móvil.

– Entendido, no se preocupe por nada.– Cortó la llamada y al instante recibió un mensaje.

– Zabusa, ¿tenemos trabajo?– Preguntó un joven con apariencia femenina de unos 24 años y unos hermosos ojos castaño al igual que su lardo pelo. El cuál llevaba recogido. Iba vestido con un kimono rosa y jugueteaba con una aguja de unos 15 centímetros de largo en sus manos.

–Así es Haku…– Respondió observando el mensaje del teléfono móvil.

– ¿Y de quién se trata esta vez? ¿Nos facilitan algún dato donde podemos encontrar a esa persona? ¿Es alguien para eliminar?–  Inquirió deteniendo su juego con la aguja.

–No pero si nos dice quién puede tener información sobre él y, por el momento, solo debemos buscarlo e informar cuando lo tengamos en nuestro poder.– Indicó enseñando la pantalla del aparato a su compañero donde salía un nombre, una dirección y una fotografía.

…En el piso de Naruto y Sasuke ~ Konoha…

– Será mejor que hoy te quedes aquí, no quiero que te arriesgues en las calles buscando dinero. Sabes que no me lo podría perdonar si te pasase algo, ya me has preocupado bastante. Espero no estés enfermo. – Dijo velozmente el rubio colocando su cazadora negra de cuero para terminar de vestirse.

– Está bien pero insisto en que exageras. Ya me encuentro mucho mejor, Naruto. – Refunfuñó con el entrecejo fruncido sentado en la cama.

– Puede ser pero no nos arriesguemos, ¿ok? Si el resto del día sigues bien, no pondré objeciones a que mañana vayas a trabajar.– Naruto le aseguró a Sasuke mientras se acercaba a él y le daba un apasionado beso en los labios. – Ten encendido y conectado el teléfono móvil, te llamaré. – Le reveló en un susurro al más pálido antes de volver a besarlo en los labios.

– Hay que ver lo que hago por ti, dobe…– Susurró el de ojos brunos con un leve rubor. – Ten cuidado ahí afuera, Naruto.

– Siempre lo tengo, Sasuke. ¡Hasta luego!.– Sonrió antes de salir por la puerta.

…Muelle de Konoha ~ Cercanías del la desembocadura del rio Shukumei (Estrella)…

Un hombre de 35 años con el pelo plateado y peinado a un lado. Piel blanca. Cuyos ojos era bicolor porque contaba con un ojo de color negro y otro rojo con una cicatriz atravesando el parpado. Con media cara cubierta por una mascara de color negro. Una camisa de cuello alto sin mangas de color negro y pantalones pesqueros azules .Unos tenis de color negro. Pasaba una nota a un joven de 26 años de pelo negro al igual que sus ojos y la piel extremadamente pálida.

– Gracias, Kakashi-san. – Agradeció el moreno. Vestido con un suéter, pantalón y tenis negros.

– No es nada, Sai. Solo… ten cuidado.– Respondió con preocupación el de cabello plateado.

El chico cabeceó en afirmación y, acto seguido,  se fue de ahí.

…En la plaza West ~ Konoha…

En una de las esquinas más escondida de la plaza un grupo de jóvenes observaban y probaban suerte para descubrir en que vaso se encontraba la pequeña bola dorada que aquella mujer de pelo violeta removía de un lado a otro.

Un chico de dorados cabellos se hizo un sitio en el montón.

– Esta ahí. – Señaló desinteresadamente a uno de los tres vasos un hombre con bigote.

– Lástima, ¿quiere volverlo a intentar?.– Preguntó la chica de pelo violáceo.

Naruto sonrió para sí, al ver la atención que los presentes tenían al juego. Esta vez se llevaría un poco más que la vez anterior. Había que tener cuidado para que no lo descubrieran. Debía tener todos sus sentidos alertas para que no lo pillasen y no notasen lo que hacía.

– Yo también quiero intentarlo, señorita. – Desafió un chico de pelo castaño.

–No perece un reto complicado. – Murmuraba un hombre fornido y alto, con la cabeza rapada.

– No olvide que debe recordar donde se encuentra la bolita dorada, caballero y todo este dinero será suyo.– Recordó la chica mostrando el pequeño objeto y el recipiente del dinero que había acumulado hasta el momento a todo el grupo de incautos y curiosos.

Naruto se quedo viendo el montón de billetes que la muchacha había apuntado sobre  aquella caja de cartón  junto a ella. Realmente, era una cantidad tentadora pero sabía que jamás podría encontrar la dichosa bola y los ingenuos caían en ese estúpido juego en busca de dinero fácil.

Cada vez, se acercaba más gente al lugar movida por la curiosidad. Sabía que debía comenzar ha actuar antes de que apareciera algún agente y disolviera esa tentadora multitud.

La chica comenzó el juego y todos los espectadores callaron fijando sus pupilas en el baile de los vasos hipnotizándose ante el movimiento de los objetos. Naruto apretó los puños y suspiro antes de aproximarse a la que sería su primera víctima.

Con rapidez y habilidad introdujo su mano en el bolso de una de las espectadoras mientras suavemente buscaba su objetivo, el monedero.

…Calles de Konoha…

Moegi ya estaba agotada, así que se había detenido a tomar un descanso y algo de comer. Estaba esperando a que le sirvieran en ese puesto ambulante su pescado rebozado con arroz. Cuando sus ojos negros perdieron su brillo, quedando totalmente opaco y su pupila cambio de color, obteniendo un matiz plata.

El trance duró un minuto donde fue despertada por la voz de la mujer, dueña del puesto, para entregarle su encargo.

La adolescente parpadeó un par de veces, aclarando su vista, y cuando lo consiguió, sus ojos se llenaron de lágrimas. Su garganta se había secado repentinamente y un suave sollozo salió de ella estremeciendo su corazón.

La mujer la miró confusa por el cambio de actitud de la chiquilla a quién había acabado de servir la comida pero no pudo acercarse a la de cabello color naranja, había que atender a sus demás clientes y ya la chica le había pagado los alimentos.

– “¡Tengo que darse prisa!. Nada está bien, debo encontrar ese edificio.” – Eran los únicos pensamientos de la adolescente.

Miró el plato humeante de comida y prácticamente lo devoró a una velocidad increíble. Tomó la botellita de agua y dejó el dinero para salir corriendo. Casi no le quedaba tiempo.

…En una casa de empeño ~ Konoha…

La campanita repiqueteó con su agudo sonido indicando la llegada de un nuevo cliente.

La dependienta de pelo violeta de 43 años, aproximadamente y ojos negros felinos giró su vista hacia el visitante. La mujer usaba una blusa transparente negra, dejando ver su oscuro sujetador. Una falda marrón y unas zapatillas negras culminaban su atuendo, el cual era un poco inapropiado para alguien que trabajaba en una tienda como esa.

Después de ocultar su teléfono móvil bajo el mostrador de cristal y madera de pino donde había diversos y pequeños objetos que parecían ser de valor.

– ¡Hola!, ¿puedo ayudarlo? – Saludó la mujer con una sonrisa que parecía ser forzada.

– Yo, bueno… Estoy buscando a Anko - san.– Confesó el chico un poco intimidado por la escrutadora mirada ónix de la dependienta.

– ¿Quién te envía?– Cuestionó entrecerrando sus ojos y cambiando su actitud amable por una de desconfianza.

El muchacho sacó un papel del bolsillo trasero de su pantalón. Desdobló la nota y se lo entregó a la dependienta de la tienda, que empezó a leerlo.

Cuando la mujer concluyó, fijo sus ojos oscuros al joven frente suyo.

– ¿Cómo te llamas? – Escudriñó Anko mientras doblaba el papel con rapidez para guardarlo en uno de los bolsillos de su falda.

– Sai.– Manifestó con seriedad.

– Bien Sai, sígueme.– Mandó la mujer abriendo una pequeña puerta, que pasaba desapercibida para quien fuera a comprar algo ahí debido a un enorme mueble, y esta se encontraba en la esquina de la pared detrás del mostrador de la tienda.

Anko cerró la puerta después de que pasara el moreno y comenzar a guiarlo por el pasillo.

…Isla Luna…

Una mujer de aproximadamente 40 años, con el pelo negro, corto y liso. De ojos negros y piel blanca. Vestida con un traje azul hasta las rodillas y manga corta. Tenía unos zapatos negros. Estaba terminando de escribir en lo que parecía ser una carta.

En cuanto concluyó la dobló varias veces para, luego, enrollarlo dejando un pequeño cilindro.

La morena se acercó a la ventana miró a su alrededor e inclinó un poco su cuerpo al exterior antes de silbar. Al cabo de unos minutos, una gaviota apareció y descendió hasta el borde de la ventana.

La mujer se aproximó al ave e introdujo el pequeño canuto dentro del cilindro que había atado en su pata derecha del ave. Acto seguido, cogió entre sus manos a la gaviota, le ofreció un pedazo de pescado cocido, que el ave no dudo en engullir y, entonces, la mujer impulso al pájaro al aire donde el ave tomó vuelo hasta perderse en el horizonte.

…En el piso de Naruto y Sasuke ~ Konoha…

La televisión vagaba de un canal a otro sin descanso, hasta que el color negro inundó toda la pantalla.

Cansado se levantó de la cama dejando el mando a distancia del televisor en la mesita de noche y fue hasta la cocina para coger algún snacks, intentando engañar a su estómago que rugía de hambre pero odiaba comer solo, por eso siempre intentaba estar con algún conocido a esas horas. Sin contar, que aún esperaba con impaciencia la llamada que le prometió Naruto, pareciendo una colegiala enamorada comiéndose las uñas porque su novio la llamaría en cualquier momento.

Suspiró enojado por su actitud y por no poder hacerle frente a ese rubio cabeza hueca que lo tenía absorto en cada beso, caricia y mimos.

Dirigió una mirada de enfado, con su entrecejo completamente fruncido, al aparato que no daba señales de vida, prometiéndose que si no llamaba en cinco minutos lo telefonearía él y le importaría un pimiento si con su llamada lo metía e algún lío. Se lo tendría merecido por tenerlo esperando toda la mañana y obligarlo a telefonearlo cuando se lo había prometido.

Un gruñido surgió de su garganta como protesta a su irritación y en ese instante, la melodía de su teléfono comenzó a sonar cortando todo pensamiento para centrarse en el artefacto que indicaba que lo estaban telefoneando.

Bebió un poco de agua para bajar lo que estaba comiendo, casi ahogándose, antes de lanzarse sobre el aparato como un león en plena caza.

– ¿¡Hola!? – Titubeó.

– ¿Sasu, cómo te encuentras? ¿Te has vuelto a marear o haz vomitado? ¿No habrás salido de casa? ¿Ya has comido?– Bombardeó el rubio con preocupación olvidándose de saludar ya que quería saber si el moreno se encontraba bien.

– Bien, te dije que no era nada importante. No, no y no. Estaba tomando un tentempié pero aún no he comido.– Contestó Sasuke ha todas sus preguntas con alegría al notar la preocupación en la voz de Naruto.

– Ok, Sasuke. Bueno, pues no prepares nada de comer, he comprado un poco de pollo, arroz y verdura. Enseguida estaré en casa. Te quiero, Sasu.– Se despidió Naruto con un sonoro beso.

–Yo también te quiero, Naruto.– Se despidió y cayó sobre la butaca de la barra americana de la cocina para esperar la llegada de su pareja.

…En un almacén de la zona industrial ~ Konoha…

– Karin,  quiero que visualices a alguien. – Ordenó entregando un sobre a una joven. El hombre que había hablado tenía el pelo largo, liso y negro. Piel extremadamente blanca y ojos amarillos con la pupila afilada, lo cual le hacían ver como una serpiente.

La chica vestía un top color malva y unos short negros. Combinando con unas botas de caña alta con un tacón de 8 cm, de color negro cogió el sobre con prisa para buscar en su interior.

– Claro dadi*, solo deme unos segundos. – Aseguró la mujer pelirroja de ojos rojos y gafas de moldura negra, sacando la fotografía de un chico moreno del interior del sobre que le fue entregado.

…Calles de Konoha…

Un automóvil color blanco que acababa de estacionar en una de las calles poco transitadas de la gran ciudad. Del interior del vehículo salieron dos individuos que se dirigieron a la calle peatonal frente a ellos.

– ¿Estás seguro que es por aquí donde vive ese chico?– Preguntó el más joven.

– No hay duda, Haku. La información que nos dieron indica este lugar. Pasando tres calles más en esa dirección.– Informó a su compañero señalando al frente.

– ¿Y no podemos ir en coche?– Cuestionó Haku con desagrado en la cara por tener que caminar.

– Son calles peatonales y no queremos llamar la atención, ni hacer un espectáculos, solo porque no te apetezca caminar.– Contestó burlón el mayor.

– No es eso, Zabusa. Solo si no tuviera está ropa…– Se defendió el de pelo largo, señalando el traje que portaba de chaqueta, corbata, pantalón y zapatos negros. Sin olvidarla, la camisa de manga larga de botones color blanco.

– No te quejes tanto, yo voy igual. – Aclaró Zabusa poniéndose unas gafas de sol que llevaba en el bolsillo interior de la chaqueta.

Haku suspiró mientras escuchaba la risa de su compañero.

...Calles de Konoha...

Ya podía divisar aquel edificio de ladrillo rojo. Por fin lo había encontrado pero aún estaba muy lejos y a pesar de su cansancio, permanecía corriendo con la intención de llegar a esa construcción de ladrillo.

Sin importarle el agotamiento de su cuerpo por haber estado toda la mañana con un ritmo acelerado, empezaba a hacer mella en ella.

No quería detenerse, no cuando por fin estaba aquel edificio delante de sus narices pero no siempre las cosas ocurren como se desea y eso, la adolescente lo había descubierto hacía mucho.

Los ojos negros de Moegi se opacaron y su visión se tornó borrosa, hasta desparecer todo lo de su alrededor. La chica cayó estrepitosamente sobre el duro suelo con las pupilas teñidas en plata.

...En un túnel oculto en la trastienda de la casa de empeños ~ Konoha...

Anko y Sai caminaban por el poco iluminado pasillo. Hacía un buen rato que estaban andando y la luz natural del día, por fin, iba ganando intensidad a cada paso que daban. Siendo más luminosa, hasta salir de aquel agónico corredor. Al parecer llegaba en medio de un jardín de árboles y matorrales. Siguieron caminando hasta una tupiada pared de enredaderas.

La mujer se detuvo repentinamente y sin poder evitarlo, el moreno chocó con su espalda ya que sus ojos habían estado absortos con el paisaje.

Anko apartó con sus manos la trepadora, dejando a la vista una puerta de metal oxidado.

– Hemos llegado.– Murmuró.– Debes cruzar está puerta para encontrarte con Ibiki. ¡Toma!. Dale tu nota y esto.– Dijo extendiendo el trozo de papel que anteriormente le había dado Sai junto a una pequeña caja de cartón.

– Gracias, Anko - san.– Agradeció cogiendo lo que la mujer le entregaba y poder cruzar esa puerta.

... En el piso de Naruto y Sasuke ~ Konoha...

Los jóvenes comían disfrutando del agradable ambiente que armonizaba y las sonrisas acudían a sus rostros cada vez que sus miradas chocaban como si aún estuvieran al inicio de su relación amorosa.

Toda esa especial situación se interrumpió con los fuertes golpes en la puerta. El moreno masculló una maldición y el rubio con un suspiro se levantó de su butaca para ir a atender quien fuera que tocaba  su puerta de esa manera.

Tan solo había hecho clic la puerta, indicando que estaban abriendo, para ser brutalmente empujado al interior de su vivienda y golpeándose en su retroceso con la mesita de coba. Naruto había quedado en el suelo entre el sofá de la sala y el pequeño mueble. Sus agresores entraron velozmente, cerrando la puerta tras ellos e inspeccionando críticamente la vivienda.

Sasuke se levantó con prisa para ayudar a Naruto pero al mismo tiempo, miraba irritantemente a los intrusos que estaban inspeccionando su hogar sin su consentimiento.

– ¿¡QUÉ MIERDA QUEREÍS!?– Gritó el rubio con el moreno a su lado.

– ¿Naruto Uzumaki, dinos donde está? – Exigió el más alto.

– ¿Dónde está quien? ¿y cómo sabéis quién soy? –Preguntó receloso.

– Somos unos enviados de Raíz.– Habló por primera vez al chico más bajo que estaba abriendo la puerta de una de las habitaciones para inspeccionarla.– Y estamos aquí porque nos han informado de que tú lo conoces. Se buen chico y dínoslo ya, ¿de acuerdo?– Acabó guiñando su ojo derecho juguetonamente.

– ¿¡Rastreadores!?– Fue el único susurro que salió de la boca de Sasuke, mientras apretaba fuertemente sus puños con enfado porque él sabía que la aparición de esos individuos venia acompañada de la palabra desaparición para todas las personas que eran poseedoras de algún don y ellos estaban incluidos.

– No sé de quién demonios habláis.– El de ojos azules gruñó observando cómo registraban sus pertenecías ante su propia cara y no poder hacer nada ya que eso podría ocasionar un enfrentamiento no deseado. Además, no quería que su pareja estuviera envuelto en una pelea cuando se había despertado enfermo. – Aquí solo estamos nosotros. No hay nadie más.

– Querrás decir ratonera. – Se mofó el rastreador que aún seguía ante los inquilinos, pues su compañero ya había entrado a la alcoba.

–Maldito...– Escupió Naruto con rabia, apretando sus puños.

– Será mejor que no tientes a tu suerte rubito. – Amenazó el rastreador con el pelo recogido.

– ¡Haku!. Vámonos aquí no hay nadie, al parecer han dicho la verdad.– Respondió el mayor. – Pero nos llevaremos esto, así podremos rastrearlo en caso de que descubramos que lo estás ocultando en algún lugar.– Dijo mostrando un pañuelo de tela azul.

– De acuerdo Zabusa. Además, ya no aguantaba más tiempo estar en está apestosa madriguera. – Se burló Haku con la mirada clavada en el moreno.

Cuando la puerta se cerró el azabache se desmayó pero fue atrapado por unos brazos que no dejaron que cayera al suelo.



Aclaración de  los términos:


* Dadi o dadá (Drame): Esta palabra es una invención (mezcla del inglés con el español, Dad + Papá = Dadá), en la que se refieren los hijos/as para llamar al hombre que los ha gestado en su vientre (“madre”). Es decir, es lo mismo cuando un hijo/a llama mamá/ mami a una mujer.

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