-Expedición estratégica.-
Rivaille
no había retornado de inmediato al cuartel general en el que estaban desde el
ingreso de Jaeger en las tropas de reconocimiento donde lo esperaba su equipo
junto a Eren, sino que volvió a llamar a la puerta de la casa de la única
persona que sabía lo que le ocurría para aceptar su destino, ya que parecía que
no tendría otra forma que aceptar el embarazo, aunque no estaba seguro de que
hacer con ello o si debería o no el comunicar su estado tan inusual al comandante
o cuando llegara el momento de traer al mundo aquel ser; ¿cómo debería actuar?, ¿cómo saldría de su
interior? o ¿qué haría cuando viera aquello?, aún no sabía si podría y quería
tocar a un recién nacido y mucho menos, sabía acerca de cómo habría que criar
algo así, si es que no moría esa criatura al salir de su cuerpo.
– Me
alegra que reconsiderada su estado de buena esperanza, señor Ackerman. – Le
sonrió el doctor mientras despedía al sargento.
Rivaille
solo gruñó antes de volver a salir del lugar con otro papel y varios frascos
que contenían pastillas de diferentes tamaños y diferían entre formas redondas
y cilíndricas. El sargento montó sobre su caballo después de guardar todo el
montón de botecitos en los bolsillos de sus ropas para ya poder regresar al
cuartel donde debía de custodiar a Eren, haciéndose múltiples preguntas sobre
su situación.
Los
días fueron pasando y la expedición replanteada para el exterior parecía no
llegar a ejecutarse mientras los nuevos reclutas no dejaban de ser formados por
los miembros veteranos que se le había indicado desempeñar el papel de
instructores. No obstante, Rivaille se había alejado de Eren, no deseaba que el
mocoso supiera de su estado y tampoco había mantenido ningún encuentro íntimo
con el adolescente. Además, el constante ajetreo que había ocupado todo su
equipo, se le hizo muy sencillo el pasar desapercibido sus síntomas, el que
fuera a la cocina a prepararse algo nutritivo y llevar una alimentación
adecuada como le había indicado el doctor, del mismo modo y gracias a los
constantes llamado de Irvin para recibir información de Eren como para
notificar el procedimiento de la próxima expedición a Levi, le permitía esos
viajes a la ciudad, visitar al médico que parecía llenarlo de pastillas y
engordarlo con más y más restricciones que comenzaron con el cambio de alimento
hasta la prohibición de hacer cualquier tipo de ejercicio, incluido el no usar
el equipo tridimensional con el que se caracterizaban los escuadrones debido a
la brusquedad de movimientos que ejecutaba un soldado en el aire.
Todas
las restricciones y demás, hacían sentir a Rivaille molesto e incomodo, hasta
el punto de querer gritar alguna maldición al cielo, golpear al médico cada vez
que lo visitaba y le daba una nueva prohibición y por supuesto, deseaba…
deseaba castigar eternamente a Eren haciéndolo limpiar sin descanso hasta que
su piel se despellejara por haber sido el único idiota con el que se había
acostado que logró encontrar la forma de embarazarlo.
Por
fortuna, ya a sus casi cuatro meses habían remitido las nauseas y mareos aunque
su apetito había aumentado junto a la aparición de tener antojos, los cuales,
afortunadamente solo se trataba de comer queso, justo para cuando todos los
tramites y fecha para la expedición al exterior había quedado confirmados y
establecido oficialmente.
Se
levantado ese día bastante temprano, más de lo habitual, después de ducharse y
vestirse pero en ningún momento bajó su vista al estómago, no deseaba verlo y
tampoco tocar la zona donde en algún momento se volvería pronunciada debido al
crecimiento del feto o “larva”, cómo había comenzado a llamarlo, porque ese era
el apodo con el que se refería al bebé mentalmente cada vez que recordaba la
explicación del doctor. Aún no aceptaba que eso fuese un ser humano y,
posiblemente, con la viabilidades de tener el poder de su padre porque era todo
un misterio el cómo era capaz Eren de crear de la nada un titán. Por ello, para
Rivaille, el bebé era más bien una larva de lombriz de titán que comió sin
darse cuenta debido a algún alimento en mala condición por culpa de Eren porque
era obvio que no había otro responsable de su estado que el mocoso Jaeger.
Una
vez preparado, Levi salió de la habitación en dirección al comedor, aún no
había salido el sol pero su equipo debía de estar allí, preparado para poder
partir hacia Caranés y poder descansar un poco antes de que la expedición al
exterior diera comienzo.
–
¡Sargento Rivaille!. – Fue la voz de Petra, la primera en percatarse de la
llegada del sargento.
Levi
caminó hasta el asiento que ocupaba y ahí vio el modesto desayuno de huevos
fritos, papas y zanahorias cocidas, pan y agua hervida que comieron antes de
dirigirse al establo en busca de los caballos, después de dejar limpio el
comedor y la cocina, así como coger manzanas y pan para el camino hacia
Caranés.
–
Iremos a galope hasta Caranés, no tomaremos ningún descanso pero si
disminuiremos la velocidad cuando hayamos avanzado la mitad del camino. –
Recordó Levi cuando todo su equipo ya se encontraba listo para partir montando
en su respectivo caballo. – Marcharemos en hilera en el que yo iré en cabeza
después Eren, Erd, Aurou, Petra y en la retaguardia Günter. – Les indicó. –
Cuando lleguemos a la ciudad nos dirigiremos al cuartel general de las tropas
de expedición que hay en Caranés y contaremos con un tiempo aproximado de tres
horas para descansar y preparar a los caballos antes de que comience la marcha
hacia la salida de los muros, ya sabéis cual será nuestra posición y como
procederemos una vez estemos fuero de la muralla Rosa. – Terminó recordando a
todo su equipo.
– ¡Sí,
sargento!. – Fue la respuesta al unísono de todos los subordinados de Rivaille.
–
¡Vamos!. – Dijo antes de emprender la marcha hacia una de las ciudades con
puerta al territorio del muro María que, ahora, ocupaba los titanes pero antes,
se permitió mirar fugazmente por el rabillo del ojo a Eren.
Como
había establecido Levi, Eren junto a su equipo siguieron la formación y
velocidad indicada hasta que llegaron a Caranés cuando el sol comenzaba a salir,
todo a la hora estimada.
Rivaille
al llegar, fue hasta donde se encontraba Irvin junto al resto de sargentos y
tenientes para volver a escuchar las órdenes dadas, asegurándose de que nada de
los planes establecidos hubiera sido cambiado, y lo que se esperaba, ocurriese
en esa expedición, también para oír algún cambio acordado de última instancia y
de esa manera, las hora acordada para dirigirse al gran pórtico de Caranés se
hizo vigente.
Las
campanas repiqueteaban de las iglesia anunciando que la puerta de la ciudad de
Caranés iba a abrirse para que las tropas de reconocimiento.
Muchas
personas se acercaron a ver a los soldados que portaban el emblema de las alas
de la libertad en sus ropas que esperaban a que la gran puerta fuera abierta
para poder salir del lugar, minutos que parecieron ser horas para los novatos y
para las personas que se había acercado a admirar o criticar el malgasto de sus
dineros en esas salidas infructuosa pero eso, no pareció importarle a ninguno
de los experimentados y veteranos miembros de la legión de expedición cuando la
puerta se abrió completamente, interrumpió todo murmullo y con un grito del
capitán Irvin, los soldados abandonaron la seguridad de los muros al galope.
No
tardó mucho tiempo en aparecer un titán que rápidamente fue avistado y los
miembros pertinentes se ocuparon del gigante mientras el resto de los miembros
continuaban su avance hasta la llanura donde pudieron replegarse para ejecutar
la formación establecida por equipos mientras se comunicaban por bengalas de humo,
las cuales no tardaron en aparecer anunciando lo que ocurría.
–
Parece que ya comienzan… – Murmuró Erd viendo las estelas de humo negro. – Pero
será muy difícil que lleguen hasta aquí. – La voz del hombre salió con una
tonalidad extraña, entre aliviado y desmotivado por perderse la acción.
El
equipo de Rivaille continuaba sin problemas, ignorando lo que ocurría en uno de
los extremos de la formación solo recordando el haber visto una estela negra,
procedente de una de las bengalas.
– ¡Aurou,
dispara la bengala!. – Ordenó Rivaille mientras continuaba cabalgando y sin
poder evitarlo, al decir eso, sintió algo extraño en su vientre pero sin querer
hacer caso a lo que sintió o detenerse ante eso, continuó cabalgando y
dirigiendo a su equipo.
–
Entendido. – Respondió Brossard antes de disparar la bengala.
–
¡Mensaje…! ¡Traigo un mensaje!. – Gritó apareciendo un soldado que se acercó al
equipo de Rivaille. – La parte derecha de la formación ha sido aniquilada
mortalmente.– Anunció el mensajero. – Comunicar este mensaje a la izquierda.
–
Petra, ya escuchaste. – Indicó Rivaille después de escuchar el mensaje pero la
inquietud en su abdomen continuaba y, por primera vez en meses, se llevó una
mano a esa zona, desde que se había enterado de su embarazo no había querido
tocar su panza o querer sentir el que sus perfectas abdominales se estaban
desvaneciendo para quedar una superficie lisa y empezando la redondez y ese
involuntario pero fugaz acto, que le mostró la realidad de su cuerpo hizo que
retirada su mano con tanta rapidez que
nadie se percató de lo que había hecho.
Petra
se había marchado a trasmitir el mensaje, igual que el mensajero continuó su
camino y ellos seguían avanzando.
–
¿¡Eh…!? ¡Humo negro!. – Dijo en voz alta Eren al ver la señal.
–
Eren, dispara tú, ahora. – Ordenó Rivaille. – Parece que dejaron entran a un
excéntrico. – Murmuró mientras continuaban avanzando.
– Sí,
sargento Rivaille. – Afirmó Eren antes de lanzar la bengala de color alarmando
del peligro.
Eren
no dejaba de mirar a su alrededor y hacia atrás, preocupado por la señal y ya
comenzaba a internarse al bosque de árboles gigantes.
–
¡Sargento, Rivaille!. – Llamó Eren.
– ¿Qué
quieres?. – Preguntó Levi mordiendo un poco su labio inferior debido al
agotamiento que le estaba provocando su estado junto al dolor intermitente que sentía
en su barriga.
– ¿¡Cómo
me responde así!?. Estamos en el bosque, será difícil ver si algún titán
aparece y algo se está acercando desde la derecha, tampoco tenemos como
comunicarnos con los demás, ¿qué haremos si aparece un titán, sargento?. –
Inquirió angustiado Jaeger mostrando su nerviosismo.
–
Eren, deja de recordar lo que ya sabemos pero este lugar también nos favorece a
nosotros y nuestros equipos tridimensionales. – Aclaró el sargento sintiendo en
esta ocasión una punzada en su estómago con bastante fuerza, como si la voz de
Jaeger hubiera ocasionado que fuera más dolorosa que las veces anteriores y
maldiciendo a Eren por ello, ya que se había sentido, justo cuando Jaeger había
hablado tan ansiosamente preocupado. – Así que piensa antes de alarmarte, pon a
trabajar esa cabeza tuya si no quieres morir.
– ¡Sí,
sargento!. – Respondió avergonzado Eren por no percatarse de ese hecho mientras
giró la cabeza para ver a sus compañeros y ante sus rostros no poder evitar el
preocuparse nuevamente pero antes de siquiera poder decir algo, una estela que
se elevaba más arriba de las copas de los árboles captó su atención. – ¡Humo
negro!. – Gritó sin medir el volumen de su voz. – ¡Está detrás de nosotros!.
– ¿Qué
será lo que se acerca desde la derecha?. – Preguntó en voz alta Erd a sí mismo
más que para el resto de sus compañeros.
–
Preparen sus espadas. – Indicó Levi sin detenerse. – Para cuando eso aparezca.–
Añadió y antes de que algún miembro de su equipo o el propio Eren pudiera
preguntar o decir algo más, apareció detrás de ellos un titán de 14 metros y con
apariencia femenina. – ¡Correr!. – Gritó para evitar que alguno se detuviera a
confrontarlo o paralizara por el miedo mientras el gigante los perseguía.
– ¡Es
rápido!. – Exclamó Günter. – ¡Incluso con el obstáculo que representa el
bosque, es rápido!.
–
¡Sargento, activemos el equipo!. – Propuso Petra aunque Levi no le respondió a
pesar de escuchar sus palabras para hacerle frente al monstruoso ser.
Soldados
aparecieron en el camino para hacer frente al titán sin poder hacer nada para
detenerlo o acabar con la gigante mientras el equipo de Rivaille y el propio
sargento aún corrían en sus caballos en frente del titán como la carnada que se
deja ver frente a su depredador para llevarlo al lugar indicado, lo cual era lo
que estaba ocurriendo.
En el
camino a la trampa, Eren no pudo evitar sentir la necesidad de transformarse
para hacerle frente y detener a la titán pero aún así, decidió no hacerlo y
seguir a Rivaille que se dirigía a un lugar incierto guiando a su equipo, Eren
y a la titán.
La
gigante que perseguía a Eren cayó en la emboscada siendo inmovilizada mientras
Eren, Rivaille y su equipo continuaron sin ya ser perseguidos por la titán.
–
Continúen unos metros más adelante, busquen un buen lugar para esconder a Eren
de ese titán y esperen a mi señal, por el momento yo me quedo aquí. – Informó Levi antes de activar su equipo
tridimensional para regresar al lugar donde la titán había sido emboscada pero
en el camino, lejos de los ojos de cualquier soldado se detuvo sobre una rama
de los gigantescos árboles que formaban el bosque. – ¡Mierda…! – Escupió como
una maldición, al sentir otra punzada en su estómago que le sacó el aire,
esperó en esa rama a recuperar el aliento para dirigirse hasta donde se
encontraba Irvin.
No fue
extraño para Levi el escuchar las palabras de Irvin sobre la posibilidad de que
el titán de aspecto femenino ocultara un humano en su nuca y el sargento solo
actuó conforme a lo esperado para lanzarse e intentar extraer al humano que se
escondía bajo la carne de la gigante. No obstante, nadie esperó que las hojas
de las espadas se rompieran debido a que el enorme ser de aspecto humano poseía
la habilidad de endurecer parte de su cuerpo, por lo que mientras planeaban
alguna forma de atravesar la dura piel para sacar al humano escondido, la titán
gritó atrayendo a muchos titanes que se abalanzaron sobre ella para devorar su
carne, imposibilitando a los soldados el poder lograr capturar al humano
oculto.
Sin
embargo, un bengala fue la confirmación que necesitaban para saber que la
persona que dirigía y había creado el titán había escapado y continuaba con
vida, a pesar de que Rivaille se dio tanta prisa como pudo no logró hacer nada
por su equipo, Günter Schulz, Erd Gin, Aurou Brossard y Petra Ral, aún así
continuó en espera de que no fuera tarde para encontrar a Eren ya que había
escuchado los rugidos del titán de Eren hacía escasos minutos.
Levi
continuó avanzando, sintiendo su corazón palpitar con demasiada fuerza ante el
desconocimiento de lo que encontraría aunque una parte de él le gritaba de que
Jaeger aún continuaba vivo y otra punzada golpeó su estómago, haciéndolo
chasquear la lengua e iba a detenerse cuando vio a la titán huyendo y una
figura de un soldado que pronto se percató de que se trataba de la amiga de
Eren, a la cual cogió por la cintura antes de que siguiera a la titán y le
explicó la mejor forma de perseguirla antes de interceptarla para poder
recuperar a Eren.
Sin
embargo, Rivaille no pasó desapercibido que la chica sentía algo más hacia Eren
que simple cariño de amigos o hermanos y eso lo había molestado pero aún así,
prefirió no decir nada mientras seguían a la titán hasta que fue el momento
oportuno aunque la falta de experiencia y el dejarse llevar por sus emociones
pusieron en peligro a Mikasa aunque, afortunadamente, lograron recuperar a Eren
de la gigante para regresar con el resto de la legión de reconocimiento.
De
regreso con los demás soldados, Levi no pudo evitar sentir punzadas demasiado
dolorosas en su vientre y aunque, quizás no debía de estar cargando el cuerpo
de Eren, tampoco dejaría que una mujer lo cargase por él, siendo que cuando se
reunieron con los demás, Irvin y Mike fueron quienes se acercaron y el capitán
Smith le indicó a Mike que dejara a Eren sobre una carreta para que descansara,
quedando bajo la voluntaria vigilancia de Mikasa y Armin mientras el resto de
soldados se ocupaba de recuperar los cadáveres y los equipos con el que
intentaron atrapar al titán de aspecto femenino.
–
Rivaille. – Llamó Irvin después de escuchar al sargento de lo que había
sucedido con la titán y sabiendo lo ocurrido con los subordinados de Levi. –
¿No tienes algo más que contarme?.
Levi
miró al comandante Smith, sabía que el hombre se percataría de que habría una
mosca cerca de la ventana de una cocina antes de que llegase entrar a esta.
– Te
ves pálido y sé que no se trata por lo ocurrido con tu equipo o Eren. Ya
estabas con ese aspecto antes de salir de Caranés. – Aclaró firmemente para darle
a entender que no tenía manera de mentirle mientras miraba al sargento, ignorando
como los soldados no dejaban de ir de un lado a otro ocupándose de las tareas
antes de regresar a la protección de los muros.
–
Estoy embarazado. – Dijo sin más, sin siquiera mirar al rubio, era consciente
que con ocultar su estado no iba a lograr nada y que el estar gestando no era la
condición más favorables y recomendada para su trabajo de sargento de las
tropas de reconocimiento, no dejaba de dolerle el vientre y las punzadas que
parecieron disminuir aún no se habían ido.
–
¿¡Eh…!? – El rostro perplejo del capitán de la legión de reconocimiento era
digno de ver, el rostro que solía mostrarse amable ante otras personas pero
serio al mismo tiempo y decidido, ahora era una mueca extraña que probablemente
sería capaz de sacar una carcajada a cualquier persona común pero Levi no era
una persona corriente, ni tenía un sentido humorístico destacado.
–
Tengo cuatro meses y nadie más que el estúpido médico que me lo diagnosticó y
tú, saben de ello. – Confesó llevando una mano a su cintura mientras que su voz
no sonaba eufórica como solía ser lo normal en cualquier hombre que fuera a ser
padre aunque tampoco era común el que fuera un hombre el embarazado.
Irvin
rodó sus azules ojos del rostro de Levi a la barriga de este y en ese momento,
pudo jurar el capitán haberse percatado de ver una leve abultamiento en el
vientre de Rivaille.
– ¿Por
qué no me lo contaste antes de llevar a cabo esta expedición?. – Inquirió Smith
sin siquiera cuestionarse el hecho de que no era algo cotidiano el saber de un
hombre embarazado y aún más sorpréndete, que Levi fuese ese hombre. – No es la
primera vez que escucho sobre la posibilidad de hombres que procrean como las
mujeres, aunque no haya visto presencialmente a algún hombre en ese estado,
pero…– Antes de poder proseguir, Irvin fue interrumpido por el sargento.
–
Nadie me preguntó, tampoco es como si fuera una enfermedad mortal, solo se
trata de un… – Una punzada bastante aguda lo hizo callar y llevarse una mano a
su vientre.
– ¿Te
encuentras bien?. – Preguntó preocupado por el leve gesto de dolor que había
hecho Levi.
– Sí…
pasará en un momento. – Murmuró sintiendo como se desvanecía el dolor. – No es
como si fuera a dar algún espectáculo en este momento y frente a todos estos
soldados viendo como un hombre preñado le muestra la magia de la procreación. –
Habló mordaz.
–
Rivaille. – Pronunció el nombre del sargento con severidad. – Cuando regresemos
a Caranés te acompañaré al médico y quedarás suspendido de hacer cualquier
trabajo o actividad como miembro del escuadrón de reconocimiento. – La voz de
Irvin sonó más profunda de lo normal, la voz que lo convertían en el líder de
escuadrón que indicaba que esas palabras eran una orden directa.
Rivaille
miró a otro lado, sabía que debió de informarlo, prácticamente, en el momento
de que le fue confirmado pero si no lo había hecho, había sido precisamente por
lo que Irvin acababa de ordenarle, no quería comportarse como un ser inútil al
que todo el mundo debía de cuidarlo. Además, no le apetecía dar explicaciones
de cómo era que podía embarazarse, de dar a conocer su vida sexual, intima y
privada y mucho menos tener que confesar con quien había dormido para quedar
embarazado porque eso era asunto suyo, todo ese maldito embarazo era asunto
suyo y no quería que los demás interfiriesen porque cabía la posibilidad de que
Eren también quisiera intervenir o, simplemente, cometiera algún estupidez
porque se trataba de un mocoso impulsivo que no sabía siquiera el significado
de ser padre.
Rivaille
chaqueó la lengua en respuesta al comandante antes de alejarse de allí y
terminaban con los preparativos para regresar al resguardo de los muros.
El
camino de regreso al interior del muro Rosa fue calmado ya que no tuvieron tantos
encuentros con titanes por el camino.
Sin
embargo, la preocupación del sargento estaba en Eren que a pesar de solo estar
desmallado, no parecía querer despertar y tampoco deseaba mostrar su apego
hacía Jaeger frente al resto de soldados y su irritación en que Mikasa fuera
quien custodiara celosamente la carreta donde estaba Eren en espera de que
despertara mientras atendía al inconsciente chico.
La
llegada a Caranés fue tan agitada, frustrante y criticada como siempre ocurría,
incluso cuando el padre de Petra se acercó a él para agradecerle y brindarle a
su hija como un prospecto de futura buena esposa, no le fue fácil, a diferencia
de lo que pudiera indicar su actitud, de
darle la noticia al señor Ral y así continuaron el acercamiento de parientes de
soldados que se alegraban de ver que seguían vivos o por lo contrario sentir la
tristeza de la pérdida de sus familiares.
No
obstante, en medio del camino, Eren había despertado pero aún y cuando llegaron
al cuartel de las tropas de exploración, Rivaille no pudo encontrarse con Eren
sino que Irvin lo llamó para que se dirigiera con él a Trost para que el doctor
examinara a Levi, pues el sargento había emitido algún que otro leve quejido
durante el viaje hasta ese lugar y aunque Rivaille no lo acompañaría a
presentar su informe al rey detrás del muro Shina quedando al mando en ausencia
de Irvin, Mike.
La
noche se había cernido sobre sus cabezas cuando llegaron ante la puerta de la
pequeña casa perteneciente al médico que llevaba el seguimiento del embarazo de
Rivaille y la cual, Irvin miró críticamente antes de tocar y tras una charla
breve donde las únicas palabras que parecieron repetirse más fue “negligente” y
“aborto”.
Sin
embargo, aún y cuando el sargento estaba ahí, el doctor parecía haberlo omitido
para dedicar toda su atención a Irvin, contándole todo el proceso de cómo iba a
proceder el embarazo a partir de ese momento, Rivaille se sentía excluido de
esa conversación, a pesar de que él era el afectado ya que él era el
embarazado.
Después
de la extenuante charla con la comprobación de que Rivaille se encontrase bien,
al igual que la criatura que crecía en su interior, y junto a la orden de que
el sargento debía de mantener reposo absoluto, en la que se especificaba que no
podría ni montar a caballo, comandante y sargento, salieron de la casa del
doctor.
–
Rivaille, te quedarás aquí, en el cuartel de Trost. No puedes arriesgarte en tu
estado y yo como tu superior no puedo permitirlo, ya has cometido bastantes
descuidos al no contarme acerca de tu embarazo. – Habló Irvin de manera cordial
pero que no dejaba de tener la entonación de regaño.
Levi
giró el rostro y bufó, sabía que Irvin tomaría ese tipo de medidas desagradables
pero aún y lo comprendiera porque él haría lo mismo ante algún subordinado en
su situación, no dejaba de ser una gran molestia.
– ¿No
preguntarás quien es el padre?. – Inquirió el sargento con voz despreocupada
para escuchar como Irvin se acercaba con su caballo a su lado.
–
Rivaille. – Llamó al sargento para ganar su atención y después de unos segundos
en silencio, Irvin arrugó su entrecejo. – ¿Por qué lo hiciste?.
–
Pensé que sería divertido. – Respondió escuetamente, mirando al comandante de
una manera desafiante.
– ¿Y
ahora, has pensado en él?. – Cuestionó sosteniéndole la mirada a Levi.
–
Constantemente, es por eso que no sabe que espero un engendro, aún es un mocoso
idiota como para que comprenda la situación. – Contestó casi escupiendo cada
palabra ante su mal estar porque el comandante Smith era el único hombre capaz
de leer su pensamiento antes de abrir la boca, era el único que lo conocía lo
suficiente para con una mirada saber todo lo que le pasaba y eso le molestaba
demasiado.
–
Rivaille, deberías de pensar bien en tus palabras, recuerda de lo que es capaz
y lo que puede ocurrir. El que esté ahora a nuestro cuidado no significa que
podamos protegerlo todo el tiempo. – Le recordó al sargento antes de
adelantarse un poco con su caballo.