-Psicología y pausa.-
Como era de esperar para Naruto, el artículo en el que documentó las palabras de Yahiko y el proceder de su investigación no fue muy bien acogido por su jefa, siendo que apenas tuviera importancia para muchos de los lectores que compraban el periódico o en los medios de comunicación, solo fue mencionado en algunos programas de radio y televisión como un recapitular de los hechos a falta de que no era un profesional capaz de defender su postura acerca de que Obito Uchiha y Ebisu Aoyama estaban mintiendo como dio a conocer Naruto en su anterior artículo de la entrevista realizada a Mizuki Touji, en el que se señalaba a Mizuki como el blanco de la diana en la que los Uchiha habían lanzado sus dardos para limpiar la culpabilidad de Obito con respecto al crimen de Kushina Namikaze.
Sin embargo, todo lo que los defensores, de la adinerada familia Uchiha, decían sobre Naruto, a él le importaba muy poco y estaba concentrado en las preguntas que realizaría a Fu Yamanaka en cuanto el autobús llegara a su destino, las afuera de la ciudad de Konoha y donde, Fu Yamana residía en el pequeño pueblo de Kēki *.
Cuando Naruto llegó al hotel en el que se alojaba, después de la entrevista que mantuvo con Kakashi Hatake, el periodista no pudo esperar al siguiente día para telefonear al número que Kakashi le había ofrecido con la indicación de que Fu Yamanaka había sido el psicólogo de la prisión estatal de Konoha y, luego, de una breve presentación junto a su petición de conocerlo en persona, el ex psicólogo de la prisión estatal de Konoha accedió con algunos remilgos. Por ello, Naruto se encontraba ahora, dos días después de la llamada a Fu, y haber tomado esa tercera línea de autobuses que lo llevarían hasta Kēki, cerca de reunirse con el ex psicólogo.
Naruto despertó de sus cavilaciones al percatarse de que el autobús ya había llegado a Kēki, era un pueblo de casas pequeñas y pintorescas, algunos edificios que no superaban el tener un máximo de cinco planta y calles empedradas que hacía recordar a los visitantes que aquel pueblo contenía zonas históricas que fueron creadas siglos atrás.
El periodista estornudó antes de ponerse en camino de encontrar el lugar que Fu Yamanaka le había indicado y no le fue difícil encontrar la pequeña floristería con el enorme cartel en el que rezaba el nombre de la tienda de flores, el cual no era otro que “Yamanaka”.
Naruto se subió el cuello de su abrigo debido al frío antes de entrar en la pequeña floristería en donde la multitud de flores que lo transportaba a otra estación del año, así como el fresco olor floral abrigaron a Naruto en una calidez que en realidad no podía sentir en mitad del invierno.
– ¡Buenos días!, ¿puedo ayudarlo?. – Preguntó la voz femenina de una chica rubia y ojos azules de aproximadamente veintinueve años que sorprendió al periodista ya que su atención se vio puesta en un hermoso ramo de rosas color naranja y tulipanes amarillos.
– ¡Hola!. He venido para ver a Fu Yamanaka. – Habló Naruto un poco incómodo por tener que decir la razón le hizo entrado a la floristería.
La dependienta se quedó por un momento mirando al periodista antes de volver a sonreír.
– Usted debe ser la visita que el tío Fu está esperando. – Dijo la chica rubia con tono jovial mientras salía de detrás del pequeño mostrador de cristal y se acercaba al periodista. – Yo soy Ino. – Se presentó la jovial dependienta para desatar su delantal y dejarlo sobre el mostrador sin ningún reparo. – Te acompañaré hasta la casa de tío Fu, él nos dijo que vendrías. – Confesó antes de girar su cuerpo hacia un acceso que daba entender que conectaba la tienda con el almacén de la floristería en la que una cortinilla de color gris hacía las veces de puerta. – ¡Papá! ¡la visita del tío Fu ha llegado, voy a acompañarlo hasta la casa del tío!. – Gritó Ino para que al instante saliera un hombre alto con una mandíbula cuadrada, muy parecido a Ino, salvo que su largo cabello rubio ya estaba nevado de canas pero cuya apariencia indicaba que el hombre debía de tener sesenta y tantos años casi llegando a la cifra de los setenta.
– Ino, no des esos gritos para llamarme o ningún hombre querrá casarse contigo si no te comportas como una señorita. – Reprendió el hombre mientras que Ino le sacaba la lengua juguetonamente antes de mirar al periodista. – Disculpe los modales de mi hija pero es una buena chica. – Sonrió mientras que Naruto solo pudo asentir con la cabeza. – Soy Inoichi. – Se presentó por formalidad, más que por querer hacerlo.
– Me llamo Naruto… – Había comenzado a presentarse Naruto cuando fue interrumpido atrozmente por la chica.
– ¡Bien, nos vamos!. – Exclamó Ino mientras se agarraba el brazo de Naruto para comenzar a tironear al periodista y dirigirlo hacia la calle.
Ino condujo a Naruto por la calle hasta llegar a una bonita casa de color azul y una enorme puerta de madera con decoraciones de metal negro que Ino golpeó con sus nudillos fuertemente y llamar de esa manera a los moradores de la casa.
Un hombre muy parecido a Inoichi de ochenta y dos años, aproximadamente, en el que su pelo blanco contaba aún con algunos mechones rubios y ojos azules, fue quien abrió la puerta para atender a las personas que habían llamado a la casa.
– ¡Tío Fu, ha llegado la visita que esperabas!. – Anunció Ino alegremente mientras señalaba a Naruto después de soltar el brazo al que había estado ceñida desde que salieron de la floristería.
– ¡Buenos días, soy Naruto Namikaze!. – Exclamó Naruto un poco abochornado por el comportamiento de la chica que apenas tuvo reparo en estar tironeándole del brazo como si se tratasen de conocidos, cuando la realidad, es que tan solo hacía escasos minutos que se había presentado en la pequeña floristería de los Yamanaka.
– Gracias, Ino. Dile a tu padre que después iré por la tienda. – Habló el hombre a la mujer que asintió antes de irse corriendo por el mismo camino por el que había llevado a Naruto hasta esa casa. – ¡Buenos días, señor Namikaze!. Por favor, pase. No es buena idea que conversemos aquí fuera porque este frío solo indica que volverá a nevar.
El interior de la casa de Fu Yamanaka revelaba que era bastante antigua y se podía apreciar como conservaba en buen estado el suelo de madera aunque los marcos y puertas eran nuevas, al igual que las ventanas, indicando que pudieron ser víctimas de las terminas o posiblemente, no se pudieron restaurar y el deterioro le obligara a su dueño a reemplazarlas por nuevas puertas, marcos y ventanas.
Cuando Naruto entró a la sala en la que Fu Yamanaka lo había conducido, pudo apreciar que la casa contaba con una caldera, que hacía suponer que la morada contaba con un sótano, debido al enrejado que había en una de las paredes difíciles de ocultar y varias cabezas de alces disecadas decoraban una de las paredes mientras que la otra habían varias armas de fuego que se utilizaba para la caza mientras que las dos restantes paredes eran decoradas por los ventanales y cuadros pintados al oleo. También, había arcos y algunas ballestas antiguas. Y no fue extraño el encontrar en el suelo que una piel de oso grizzly* hiciera las veces de alfombra en aquella habitación que infundía un ambiente riguroso e, incluso, intimidador ya que parecía que los animales observaban toda la sala con sus ojos opacados por la muerte.
En los muebles, también se encontraban algunas fotografías enmarcadas de los familiares del señor Yamanaka, un teléfono antiguo pero que parecía seguir funcionando y algunas aves disecadas en posturas que simulaban cuando estaban vivos los pájaros.
– ¿Le apetece tomar algo?. – Preguntó Fu al percatarse del viajar de los ojos de Naruto de un lado a otro de la habitación y que se centraban en cada uno de los animales disecados.
– No… no es necesario estoy bien así. – Respondió el periodista un poco sobrecogido al oír la voz del anfitrión.
– ¿Le gusta?. – Preguntó Fu, señalando los trofeos de caza que estaban expuesto en una de las paredes de la sala pero no dejó que su invitado respondiera. – Son unos buenos premios, tengo entendido, pero yo no cacé ninguno de estos animales aunque quise conservarlos en la casa, estos animales fueron batidos por mi padre, el era un grandioso cazador. Son algo así como un recuerdo a su memoria y a la memoria de esta casa en la que siempre han estado expuestos ya que fue mi padre quién restauró con sus propias manos este edificio. – Fu miró hacia el alce que estaba más cerca del techo de aquel cuarto. – Ese fue el último de los trofeos de mi padre, una gran pieza a la que llamó el “Rey”, es uno de los alces más grandes que se ha cazado por estos parajes pero discúlpeme, parece que lo estoy aburriendo… iré por algo que ofrecerle.
Naruto se quedó mirando la cabeza de animal que Fu le había señalado antes de marcharse de la sala y solo podía sentir como se le ponía la piel de gallina, la caza o los animales disecados no eran de su agrado, solo le provocaba tristeza el ver las miradas detenidas en el tiempo que mostraban miedo y dolor antes de que la muerte llegaran a ellos.
El periodista se sentó en uno de los sillones, sintiéndose exhausto por todas las impresiones que había tenido desde su llegada al pueblo, más que por el largo viaje que había tenido que realizar al tomar tres líneas de autobuses para poder llegar hasta allí y en cierto punto, aquel momento le pareció surrealista porque él estaba ahí, debido a que quería entrevistar a un hombre sobre un asesino cuando ese mismo hombre conservaba partes de las victimas que alguien le había arrebatado la vida porque a pesar de ser animales, estos, continuaban siendo seres vivos que se habían matado con el único propósito de decorar paredes, estanterías o muebles.
Cuando volvió Fu, traía una bandeja con algunos dulces pequeños y dos tazas de café ofreciéndole una a su invitado.
– Cuando usted me llamó, no pude reprimir el ponerme en contacto con el señor Hatake. – Rompió el silencio ex psicólogo. – Él me confirmó que usted había obtenido mi teléfono cuando lo visitó y, también, me pidió que le ofreciera una entrevista pero, señor Namikaze, dudo que yo le sea de mucha ayuda para la recopilación de datos que usted está haciendo para escribir sus artículos. – Aclaró Yamanaka. – Sin embargo, intentaré ayudarle en aquello que sé, más que por mí o por usted, lo hago por un buen amigo y por saldar un poco la culpabilidad que siento con el señor Hatake ya que fue por mi causa que él entró a trabajar a la prisión como guardia pero jamás imaginé que le pudiese ocurrir algo como lo que le pasó. Así que si va a agradecer a alguien, debería de darle sus agradecimientos al señor Hatake. – Indicó antes de sorber un poco de su taza de café con sus ojos perdidos en la culpabilidad del recuerdo, algo que impresión un poco a Naruto ya que lo ocurrido a Kakashi, bien se podía advertir como un accidente del que Fu no debería de sentirse responsable por lo que le había pasado a Kakashi.
– Lo tendré presente, señor Yamanaka, y si no le importa, ¿podemos comenzar con la entrevista?. – Inquirió Naruto para ver como el ex psicólogo de la prisión estatal de Konoha asentía con la cabeza mientras el sacaba de uno de sus bolsillos su teléfono móvil para poner la opción de grabadora y comenzar con la entrevista donde como acostumbraba, Naruto pidió a Fu que se presentase, ya que esa información le era primordial para poder hacer sus artículos.
– Me llamo Fu Yamanaka, nací en Kēki, un pequeño pueblo cercano de Konoha y me licencié en psicología en la Universidad Pública de Konoha. Mi primer empleo fue en el psiquiátrico de Tsubasa y luego, comencé a trabajar en la Prisión Estatal de Konoha hasta el día que decidí retirarme y volver a mi pueblo natal, de eso hace ya bastante tiempo, señor Namikaze. – Hizo su presentación el ex psicólogo.
– ¿Conoció a Obito Uchiha mientras ejercía su trabajo?. – Preguntó Naruto.
– Personalmente, no. Obito Uchiha nunca fue a donde yo estaba pero sí que escuchaba hablar mucho de él por varios presos o los guardias de la prisión.
– ¿Los presos no tienen la obligación de presentarse ante el psicólogo de la prisión para obtener ayuda y poder sobrellevar su estancia en la prisión mientras cumple sus condenas por el delito o delitos por los que han sido juzgados?.
– No se trata de una obligación, se les recomiendan que se presenten, al menos una vez al mes, pero no todos los presos van ante el psicólogo de la prisión en la que están encerrado debido al recelo que les provoca la ignorancia o la presión que les genera el ir con el psicólogo de la cárcel en la que están, debido al acoso que pueden sufrir por parte de los otros reos, señor Namikaze. En muchas ocasiones, cuando un preso visita la consulta del psicólogo de la prisión el resto de reos lo clasifican como un ser débil y esta persona termina siendo el blanco de las humillaciones y barbaridades que son capaces de hacer ese tipo de personas que se encuentran haciendo condena en una cárcel y la Prisión Estatal de Konoha, no es la excepción, señor Namikaze. Tenga en cuenta que la mayoría de la población cree que si alguien entra en la consulta de un psicólogo es porque está desequilibrado, confundiendo lo que es la psiquiatría con lo que es la psicología humana. Hasta que la sociedad no se percate que el visitar a un psicólogo les puede hacer más bien que mal, los prejuicios e invenciones, la ignorancia humana continuará siendo recelosa ante la psicología. – Argumentó con calma Fu. – Los pocos presos que tenían la obligación de visitarme fueron aquellos reos que habían alegado ante el juez el tener algún desequilibrio mental pero que los exámenes que se le realizaron fueron invalidados de que sufrieran algún problema de ese tipo y créame, muchas personas que son juzgadas por el crimen que han hecho, mienten con esta escusa, tan solo porque creen que así se podrán liberar de ser castigado. Pobres ilusos, no se percatan la connotación que tiene esas palabras, solo por temor a ir a la cárcel y no aceptar sus responsabilidades por el delito que cometieron. – Susurró la última oración.
– ¿Algún preso le confesó acerca de alguna situación extraña en la que Obito Uchiha estuviera implicado?.
– Al igual que los sacerdotes, los psicólogos, ya sean buenas o malas personas e incluso, se traten de presidiarios no contamos ni hacemos uso de lo que las personas que entran en nuestras consultas no confían, señor Namikaze. Eso es una obligación que contraemos al graduarnos en la universidad de psicología y para poder otorgarle esa información necesito tener más de un permiso. – Alegó un poco molesto Fu.
– ¿Y podría darme su opinión de lo que le indicaba la conducta de Obito Uchiha a nivel psicológico?. – Preguntó Naruto en espera de que esta pregunta si tuviese una respuesta favorable.
– Como he dicho, no llegué a conocer personalmente a Obito Uchiha pero sí que seguí el caso por los medios de comunicación en los que fue trasmitido y en especial, por el periódico nacional. Además, era un hecho que haría historia, ya que por primera vez se acusaba a alguien de la familia Uchiha como el responsable de un homicidio, creo que por ello, recuerdo bien lo sucedido y el comportamiento de Obito Uchiha mientras era juzgado. – Señaló Fu. – Presentaba una actitud tranquila, algo que me sorprendió bastante porque cualquier persona que esté siendo acusado falsamente o con todos los derechos de ser el culpable se suele mostrar nerviosa. Ya sea porque sabe que todas las pruebas lo van a inculpar o porque se está juzgando su credibilidad y honorabilidad al levantarse una acusación y celebrarse un juicio con el calibre que es el ser acusado de un asesinato. No obstante, Obito Uchiha parecía estar bastante tranquilo, no mostraba otra faceta en él, lo que se puede señalar como un hombre frío al carecer de un lenguaje corporal que diera a entender que lo estaba pasando mal con las acusaciones levantadas a su nombre.
Recuerdo que estaba viendo por la televisión el veredicto que anunció el juez y cuando lo acusó como culpable, ni siquiera se inmutó, al contrario de las personas a su alrededor, el continuaba tan calmado como había estado en todo el juicio. – Recordó Fu. – Cuando llegó a la prisión fue bastante sorprendente y diré que Obito Uchiha es un hombre que no se puede olvidar ni pasar desapercibido ante la gente. Obito entró con la misma frialdad que había mostrado en el juicio y su forma de caminar o los pocos movimientos que hizo eran bastante seguros, parecía no mostrar o tener el estado de miedo, inseguridad o recelo que muestra cualquier persona que está siendo encarcelado por primera vez. Luego, están esas peleas que tuvo con otros presos, puede pensar que es normal el que ocurran en la prisión el primer día pero no que sucedan disturbios todos los días originados por el mismo reo o que estuviese involucradas en todas esas peleas, eso hacia comprender a cualquiera que Obito Uchiha era un hombre violento pero a la vez, mostraba esa apariencia tranquila y señorial que le portaba una imagen calculadora y fría. – Dijo con tono pensativo.
Naruto dejó que un pequeño silencio se formase ante la descripción que estaba haciendo el ex psicólogo sobre Obito Uchiha, hizo que la mente del periodista se formase la conclusión de que era un monstruo, como le había asegurado Kakashi. Después de escuchar lo dicho por Fu Yamanaka y el resultado que llegaba en su pensamiento era que Obito Uchiha debía de ser un autentico “psicópata” porque el periodista solo sentía que la descripción que se le estaba dando a Obito Uchiha era la de un monstruo que sabía lo que estaba haciendo en todo momento y disfrutaba con ello.
– Tengo entendido que Obito Uchiha recibía el nombre del “Intocable” en la prisión ¿usted sabe a qué se debía esto?.
– Sí, así le llamaban tanto los guardias como otros presidiarios, “Obito el intocable”. – Fu rió ante el mote que se había ganado Obito en la prisión, al ser autor de los disturbios pero no llegar a ser castigado por ello. – Se debe a que daba igual lo que Obito hiciera, nunca iba a ser culpabilizado por saltarse las normas establecidas en prisión o por ser el organizador de revueltas o golpear a los guardias o empleados que trabajaban en la prisión.
– ¿No le resulta sospechoso el que Obito Uchiha a pesar de ser el autor de organizar disturbios en la prisión no recibiera ningún castigo y, actualmente, el mismo alcaide de la prisión asegure que ha sido un preso modelo y tranquilo que no ha organizado ningún problema?. – Inquirió Naruto en espera de que Fu supiese algo más que lo que Kotetsu y Kakashi le respondieron acerca de este problema.
– Era de esperar que el alcaide diera tan buena cuenta de Obito Uchiha, en el expediente presidiario de Obito Uchiha nunca fue apuntado nada. – Reveló Fu. –Además, que el actual alcaide está actuando como el anterior alcaide, Zaji Tanzaku, solo puedo decirle que el señor Madara Uchiha, padre de Obito Uchiha, una vez al mes se reunía en la oficina del alcaide de la prisión. No sé de que hablaban y no tengo conocimiento de lo que ocurría en el despacho del alcaide, señor Namikaze, así que le agradecería que no pusiera palabras mal interpretadas de mi parte acerca de este asunto, no quiero verme involucrado en malos entendidos y he decidido vivir sin más preocupación que es lo que acomete a mi familia.
– Tranquilícese, señor Yamanaka, en mis artículos solo aparecerá escrito lo que usted indica, no acostumbro a trasformar las palabras de mis entrevistas. No soy uno de esos periodistas que redacta artículos de los famosos haciéndole especulaciones sin apenas tener pruebas de lo que dicen y si así lo desea, no mostraré su nombre, solo añadiré las iniciales o algún sobrenombre que no lo involucren directamente con sus años de trabajo en la prisión estatal de Konoha. – Le dijo Naruto, pues entendía que no todos tuvieran el valor para que su nombre saliera a la luz junto a sus palabras y afrontar la responsabilidad del peso de aquello que dijesen.
– No, no es eso. Solo que no me gustaría que se me pusiera que he dicho algo indebido o que he confirmado algo que en realidad no tengo conocimiento de causa, como le dije, no tengo conocimiento pleno del por qué jamás se apuntó todos los problemas que causó Obito Uchiha en su expediente presidiario. – Rememoró el ex psicólogo. – Tampoco sé lo que ocurría en el interior del despacho del alcaide cuando Madara Uchiha lo visitaba.
El resto de preguntas que le siguieron hasta terminar la entrevista a Fu Yamanaka carecieron de gran valor y Naruto dio la entrevista por finalizada para acto seguido, despedirse del ex psicólogo y abandonar aquella casa que solo le causaba escalofríos debido a todos los trofeos de caza que formaban parte de la decoración.
Naruto caminó hasta el lugar en el que debía coger el autobús sin importarle que estuviese nevando y la brisa invernal le dificultara un poco el caminar. Cuando su estómago comenzó a rugir de hambre, pues la hora de almorzar ya había pasado y no había ninguna tienda cerca de donde se encontraba, así que el periodista miró su reloj de pulsera percatándose que según el horario de líneas de autobuses, estaba a unos minutos de que se cumpliese la hora y el autobús apareciera. Por lo que Naruto decidió esperar en donde se encontraba ya que suponía que si se marchaba en busca de algún lugar en el que encontrar alguna tienda para comprar algo de comer podía provocarle el perder el autobús y por consiguiente tener que buscar alojamiento en ese pueblo sin poder llegar a la ciudad de Konoha hasta el día siguiente.
Sin embargo, la hora en la que debía aparecer el autobús había pasado desde hacía tiempo y la nevada que estaba cayendo se había hecho más intensa, al igual que la brisa se estaba convirtiendo en un fuerte viento, fue en ese momento que un anciano que paseaba a un enorme perro marrón se acercó a Naruto.
– Joven, si está esperando el autobús, pierde el tiempo. Por la radio han dicho que hay tormenta de nieve en Konoha y cómo ve, está llegando aquí, los autobuses no vendrán por aquí. Tendrá que esperar a mañana.
– Gracias pero ¿sabe usted de algún lugar que pueda pedir alojamiento?. – Preguntó Naruto al amable hombre.
– Ve por esta calle, al final hay una pensión de aguas termales. – El anciano levantó su brazo para indicarle al periodista la ascendente carretera.
– Gracias. – Agradeció Naruto antes de encaminarse hacia la pensión.
Cuando Naruto llegó al lugar que el anciano le había indicado, se percató de que se trataba de una pensión modesta y que al igual que la mayoría de las casas que formaban el pueblo, era un edificio antiguo.
El periodista pidió una habitación para una noche y la recepcionista le indicó que contaba con dos tipos de termas, unas en el exterior y otras en el interior. Además, de que había un baño con todo lo necesario en las habitación, después de eso, Naruto le encargó comida para ir hasta su habitación donde cambió sus ropas por el yukata de la pensión antes de dirigirse a las termas que se encontraban en el interior del edificio, pues necesitaba relajarse un poco.
Cuando el periodista salió después de haber tomado su baño se encontró con un buen festín con platillos típicos del país del Fuego y como bebida tenía el conocido sake de Kēki.
Antes de poder evitarlo, Naruto sintió como el sake ya había comenzado a hacer efecto en él y cuando terminó el último plato que le fue servido, se levantó del comedor para ir a su habitación sin poder evitar el tambaleándose al caminar debido a que todo a su alrededor parecía estar moviéndose a causa del alcohol ingerido.
Naruto estaba cerca de su habitación, cuando sintió que el calor de su cuerpo aumentaba sacándole una risita tonta mientras sus piernas perdían la fuerza suficiente para aguantar su peso y caía sobre su trasero en el suelo haciéndolo estallar en carcajadas sin tener un motivo para reír.
– ¿Naruto…? – Llamó una voz que se le hizo familiar al periodista pero a pesar de ello, Naruto sentía su cuerpo demasiado pesado como para girar su cabeza y ver a la persona que lo estaba llamando. – ¡Vaya!, parece que has probado el sake de Kēki y ha sido una mala decisión de tu parte, por lo que puedo observar. – Comentó alegremente mientras sonreía la persona que se había acercado al periodista y estaba pasando uno de los brazos de Naruto sobre sus hombros mientras enredaba uno de sus brazos por la espalda del periodista para ayudarlo a levantarse del suelo. – ¡Vamos! Te ayudaré a llegar hasta tu habitación.
– G-gr…gracias… – Agradeció Naruto antes de señalar con su dedo índice del brazo que tenía libre la puerta que correspondía al cuarto que había alquilado por esa noche. – A-ahí… esa… e-esa… es mi habitac...ción. – Consiguió decir antes de volver a reír incontrolablemente.
El periodista fue llevado hasta su habitación pero nada más entrar al cuarto, Naruto no pudo reprimir el vomito, ni avisar a su acompañante de lo que su cuerpo se disponía a hacer y terminó devolviendo todo lo que había ingerido en el suelo de su habitación pero lo malo, es que al vomitar no solo se había manchado él sino también a la persona que lo estaba ayudando.
– L-lo sie… ento. – Susurró Naruto con la respiración agitada debido al esfuerzo de vomitar.
– No te preocupes estas cosas pasan, déjame que te ayude ir hasta el baño, así podremos limpiarnos aunque primero, creo que sería mejor limpiar este desastre. – Opinó mientras dirigió al periodista hasta el pequeño baño con el que contaba la habitación donde dejó a Naruto sentado sobre el retrete y se ocupaba de llenar la pequeña bañera con la que contaba para salir del baño con un pequeño cubo que había llenado de agua y unas toallas.
Cuando regresó, cortó el agua, pues la bañera estaba lo suficientemente llena para poder darse un buen baño en ella.
– He llamado a una de las empleadas para contarle sobre el accidente pero yo ya he limpiado gran parte del estropicio, así que dejé el cubo con las toallas que utilice para limpiarlo fuera de la habitación y la empleada se lo lleve cuando venga a terminar de limpiar el desastre que hiciste. – Informó mientras desataba el cinturón que mantenía su yukata cerrada. – Espero que no te moleste que me bañe contigo, no sería correcto que fuese a mi habitación con esta imagen. – Rió mientras que Naruto sacudió la cabeza para indicar que no le incomodaba el que se bañara allí.
– ¿P-por qué… siem… pre apareces… en momen… momentos como es-ste, Sasuke?. – Preguntó Naruto un poco abochornado al sentir como las blancas manos soltaban el lazo del cinturón que mantenía cerrada su yukata.
– Quizás sea el destino él que quiera que te encuentre. – Rió Sasuke ayudando a Naruto a desvestirse. – O puede que se trate de cuestión de suerte, y muy mala suerte diría yo. Volverme a encontrar con un hombre que me ha rechazado dos veces cuando ya me había obligado a dejar de buscarte para intentar tener algo contigo y que aún así, sea tan estúpido como para ayudarlo y poder comprobar que el hecho de que este cerca de mí haga que mi estómago se encoja y retuerza agonizantemente. – Murmuró Sasuke antes de volver a dejar a Naruto sentado sobre el váter. – Este baño no es tradición, así que deberemos bañarnos como en los países occidentales. – Dijo mientras se desvestía con leve sonrojo en su rostro que fue inapreciable para el ebrio periodista.
– Creo… c-creo que voy a… volver a vo… vomitar. – Anunció Naruto llevándose sus manos a su boca para impedir que algo saliera de esta.
Sasuke ayudó al periodista a levantarse del inodoro para abrir la tapa y ayudar a Naruto a que pudiese echar lo poco que debía de quedar en su estómago.
– Toma. – Acercó una toalla a Naruto que no dudó en coger para limpiarse un poco la cara mientras escuchaba el característico sonido que hacía la cisterna del retrete al ser accionada. – Deja que te ayude a entrar en la bañera. – Pidió Sasuke cuando el periodista le regresó la toalla para recibir un leve quejido junto a un asentimiento de cabeza con el que Naruto le estaba dando permiso a que le ayudase.
Sasuke sentó a Naruto en el interior de la bañera para después, él también adentrarse a la estrecha tina.
– No te duermas. – Ordenó Sasuke al observar como los párpados de Naruto cedían ante la relajante y cálida agua.
– No puedo evitarlo, hoy no he tenido un buen día. – Farfulló Naruto en voz baja.
– Al menos espera a que termine el baño y te ayude a ir hasta el futón. Sería un problema el cargar contigo aunque sea unos metros, no eres ninguna chica delgaducha como para poder aguantar tu peso por mucho tiempo. – Indicó tirando del tapón que permitía que la bañera contuviese el agua en su interior para que se vaciase.
Sasuke cogió la esponja en la que vertió el gel de ducha* y comenzó a frotar el cuerpo de Naruto para limpiarlo.
Cuando Sasuke terminó de bañarse y del mismo modo acabó de ayudar a Naruto a bañarse y secarse, tomó dos yukatas del pequeño armario para ponérselo, uno para Naruto y otro para él. Luego, ayudó a que Naruto llegara hasta el futón para que se acostase ya que la empleada, la cual ya no se encontraba en la habitación y que había llamado Sasuke antes de bañarse, había extendido sobre el suelo.
– ¿Te vas a marchar…? – Preguntó el periodista con tono somnoliento al ver que Sasuke se dirigía hasta la puerta para salir de la habitación. – Que…date conmigo… esta noche. – Pidió en un susurró.
– No estaría bien que me quedase, tengo mi propio cuarto y ahora mismo, tú estás demasiado agotado y ebrio como para pedirme esas cosas.
– Q-quédate… – Repitió Naruto. – No me gusta… e-estar solo. – Murmuró casi inconsciente para sentir como Sasuke se acercaba a donde estaba y palpaba su frente para comprobar si el periodista podía tener fiebre, algo que desechó de inmediato al comprobar que la temperatura de Naruto era normal.
– Mañana cuando despiertes me gritarás y me echarás a patada, como has hecho cada vez que te he dicho que me gustas. Seguro que malinterpretaras todo lo que está pasando ahora. – Sonrío Sasuke mientras acariciaba el dorado cabello de Naruto.
– N-nop... lo haré… Te prometo… q-que no te c-correré… Estoy… borracho no d-droga…do como p-para… no recor…rdar… lo que estoy h-hablando. – Alegó el periodista abriendo sus ojos azules para encontrarse con los irises negros de Sasuke. – H-hoy… no quiero… e-estar solo. – Afirmó antes de levantar un poco su cabeza que fue lo suficiente para que sus labios tocaran los contrarios en un casto beso, ya que el estado de Naruto volvió a dejarlo recostado sobre el futón mientras volvía a reír como un niño pequeño.
Sasuke se llevó una mano a sus labios por el leve contacto para luego, bajar su rostro y pegar su boca a la contraria y besar al periodista que dejó que aquel lento beso se formase entre carcajadas que se escapaban en mitad del movimiento de sus bocas.
Cuando el besó se terminó, Sasuke se adentró en el futón y sintió como el periodista se abrazaba a él.
– G-gracias… – Agradeció demasiado cansado Naruto mientras retenía el volver a reír.
Cuando Naruto despertó lo primero que sintió fue un gran dolor de cabeza producto de la resaca pero cuando se sentó sobre el futón se percató de que no estaba solo. Entonces, los flashazos llegaron a su mente de lo que pasó y un fuerte carmesí invadió su cara. Intentando no despertar a su compañero salió del futón y comenzó a vestirse en absoluto silencio y evitando hacer ruidos innecesarios que despertaran a Sasuke.
Cuando Naruto terminó de abrocharse el último botón de su abrigo y girarse para disponerse a abandonar la habitación, se sorprendió al ver que Sasuke lo estaba observando, sentado sobre el futón en el que habían dormido.
– Lo siento, no fue mi intensión despertarte. – Se disculpó un poco avergonzado por lo que había ocurrido.
– No me has despertado, ya estaba despierto cuando te levantaste pero quise seguir recostado a tu lado. – Farfulló Sasuke mientras se ponía en pie.
– Te agradezco todo lo que hiciste por mí. – Agradeció Naruto encaminándose a la salida del cuarto pero antes de salir sintió como Sasuke lo cogió por la muñeca.
– Yo… he comprendido que no siento solo atracción por ti y lo que pasó ayer…
– Sasuke, te agradezco todo lo que has hecho por mí y bueno… es genial el saber que alguien se preocupa por otra persona pero ahora… ahora, yo no puedo aceptar los sentimientos de otras personas. – Contestó Naruto sintiendo como Sasuke soltaba su muñeca. – Lo siento, Sasuke.
– ¿Hay alguien más?. – Preguntó con la voz ronca Sasuke.
– No es eso, es difícil de contar. – Respondió Naruto sin saber muy bien que estaba diciendo.
– No te comprendo, esta es la tercera vez que me rechazas y si no hay alguien, no entiendo que es lo que te detiene, al menos, dame una oportunidad par… – Fue interrumpido abruptamente por Naruto.
– No puedo hacerlo, tú no sabes quién soy y por el momento, es mejor que esto siga así. – Dijo para salir de la habitación hacia la recepción apresuradamente donde pagó su hospedaje antes de caminar hasta la parada del autobús, el cual no tardó en llegar y dejarlo en la siguiente parada de autobuses.
Cuando Naruto llegó al hotel de Konoha donde se hospedaba, la recepcionista lo detuvo para indicarle que había alguien esperándolo en uno de los sofás que habían en el hall.
Naruto se dirigió hacia donde la recepcionista le había indicado para encontrarse con la sorpresa de que la persona que lo esperaba se trataba de Sai.
– ¡Sai! ¿qué haces aquí?. – Preguntó mientras se acercaba a abrazar al fotógrafo.
– Menudo recibimiento que me das, debería de ser “¡Hola, Sai!, no sabes cómo me alegro de verte y te he extrañado”, ese sería la bienvenida adecuada que deberías mostrarme Naruto. – Replicó Sai el saludo que su amigo le había dado. – Estoy aquí por mi trabajo, el periódico quiere a un fotógrafo en Konoha y aquí estoy yo. He sido el elegido para ocupar el puesto. – Informó mientras se señalaba con un dedo a sí mismo.
– ¿Y por qué Karin no me ha llamado para decirme que venias a Konoha?. – Inquirió mientras sacaba su teléfono móvil, el cual estaba apagado debido a que se había quedado sin batería. – ¡Mierda!. – Masculló al ver su teléfono.
– Exactamente, porque no respondías al teléfono, Naruto. Ayer Karin te llamó y también lo hice yo, pero tu teléfono no tenía línea o estaba apagado. Yo pensaba encontrarte acompañado de alguien pero al parecer preferiste pasar la noche en la casa de ese alguien. – Rió Sai.
– ¡No digas tonterías!. – Reprendió mientras se guardaba el teléfono móvil en el bolsillo de su abrigo mientras se sentaba en un sofá frente a su amigo. – Estaba en Kēki, fui a cubrir una entrevista para el artículo y la tormenta de anoche no me permitió regresar a la ciudad hasta hoy.
– Suena muy aburrida tu escusa, creo que prefiero como una respuesta la mentira de que estuvieses divirtiéndote con alguien. – Sonrió Sai. – Me estoy hospedando en el hostal de la calle Ne, se llama Akamaru y el dueño, Kiba Inozuka, tiene cara de perro.
– Deberías de dejar de buscarle motes a la gente, Sai, sabes que no se te da bien hacer eso. – Le recordó Naruto mientras reía un poco de lo dicho por su amigo. – Aún no he ido a visitarlos. – Habló de repente Naruto.
– Era de esperarse de ti pero sabes que tienes que ir, estoy seguro que tus padres se sentirían agradecido de saber que por fin has ido a ver sus tumbas.
– No es que no quiera ir al cementerio ni nada de eso, es que siento que aún no soy digno para acercarme a donde están. Creo… que no voy a ser capaz de darle la cara a esas tumbas porque puede que no acepte aún el hecho de que están muertos. Me siento tan insignificante por ello, solo he sido un cobarde, no he sido capaz en todos estos años de acercarme a esta ciudad y cuando por fin regreso, no me he tomado ni un momento para visitarlos. ¿Crees que soy una mala persona por no ser capaz de afrontarlo?. – Inquirió Naruto con tristeza.
– No, no eres una mala persona, Naruto. – Aseguró Sai que se había levantado para poner sus manos en los hombros de Naruto en un intento de animarlo. – Son tus padres, es lógico que no es fácil el saber que no están, por muchos años que pasen, pero tienes que ir y afrontarlo, tienes que disculparte si así lo sientes pero te harás más daños si evades el ir al cementerio para visitar sus tumbas. – Sai hizo una pausa. – Si quieres, yo puedo acompañarte.
– Gracias, Sai. – Agradeció Naruto forzando una sonrisa en su rostro.
– No las des, Naruto. Además, me presenté voluntariamente a venir a Konoha porque estaba preocupado por ti. Tus últimos artículos son demasiado preocupantes, quería comprobar por mí mismo que te encontrabas bien. – Comentó Sai volviéndose en el sofá del que se había levantado. – Admito que estás haciendo un buen trabajo, no sé cómo has podido obtener el testimonio de Mizuki Touji o como has logrado contactar a ese viejo detective pero han sido buenos artículos y eso me preocupaba.
– Ya ves que estoy bien, no tenías que preocuparte tanto, Sai. – Respondió Naruto.
– Eso es algo que hacen los amigos, ¿cierto?. – Concluyó Sai. – Ten mucho cuidado, Naruto. Los Uchiha habrán leído tus artículos y seguramente no les han gustado, no sé si ya han intentado algo en tu contra pero estate alerta y ten cuidado, ¿de acuerdo?.
– No tienes que decírmelo un centenar de veces, sé que no tengo tiempo para relajarme. Gracias por venir hasta aquí, Sai. Creo que necesitaba hablar con alguien conocido.
– ¿Es qué te ha pasado algo?. – Preguntó Sai mirando curioso a Naruto.
– No, ¿por qué lo dices?.
– Has hablado como si algo te molestase, como si estuvieses desesperado. – Comentó Sai mientras se encogía de hombros quitándole importancia a sus palabras. – Puede que haya sido mi imaginación. – Sonrió mientras se ponía de pie y cargaba su inseparable mochila donde llevaba sus cámaras fotográficas. – Bien, yo tengo que irme ya que tengo trabajo que hacer. – Alegó el fotógrafo. – Vendré aquí por la noche para ir a cenar a algún sitio, ¿te parece bien a las nueve?.
– Sí, claro, es una buena hora. – Respondió Naruto antes de despedir a su amigo, el cual se marchó del hotel y él ir hasta la habitación en la que se hospedaba donde puso a cargar el teléfono móvil y decidió que el siguiente articulo solo sería sobre lo relatado con la información que obtuvo de Kakashi y Kotetsu, sin embargo, no pondría los nombres de estos dos hombres, solo las iniciales de sus nombres y apellidos porque de alguna manera, así Naruto sentía que podía protegerlos, en especial a Kakashi cuya vida se había vista muy afectada por culpa de Obito Uchiha.
Aclaración de los términos:
* Kēki: Pastel. He utilizado esta palabra japonesa para llamar a este pequeño pueblo cercano a la ciudad de Konoha.
* Oso grizzly: Es una de las subespecies de oso pardo más grandes del planeta, suele vivir en las tierras altas del territorio norteamericano.
* Gel de ducha: Por si alguien no lo sabe, es el nombre que recibe el jabón con el que nos lavamos el cuerpo.
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