-Dolor y víctima.-
La melodía del teléfono móvil sonaba insistentemente hasta que consiguió despertar al periodista que maldijo internamente por volverse a quedar dormido en la pequeña sala de la habitación de hotel en la que estaba, por haber pasado toda la noche leyendo los recortes de artículos que habían en el pequeño arcón que Shizune le había entregado el día anterior ya que su tía, Tsunade, lo había guardado para él.
Para fortuna de Naruto, en esta ocasión el teléfono móvil se encontraba al lado suyo, oculto por los recortes de periódicos y no tenía que levantarse, así que tan solo apartó todo aquel montón de papeles para ver como en la pantalla del aparato aparecía un número que no reconocía.
– ¿Hola?. – Saludó con duda y esperando que no se tratara de la molesta compañía telefónica para informarle sobre una de sus nuevas tarifas u ofertas que gestaban para sus clientes.
– ¿Naruto?. Soy Shizune, te llamaba para invitarte a almorzar, espero no hayas comido aún.
– No, aún no he comido. – Respondió Naruto para mirar su reloj de pulsera y observando que ya eran las una y cuarto del mediodía. – Estaré encantado de acompañarla en el almuerzo pero, probablemente, me retrase una hora y media, más o menos, en llegar al barrio. – Respondió creyendo que aquella invitación a un almuerzo se trataba para un encuentro donde podría recibir más información que le ayudaría con sus artículos y desmascarar a Obito Uchiha.
– ¡Que alegría me das!. Estaré esperándote. – La voz de la mujer sonó entusiasta por el teléfono como si realmente hubiese temido el que rechazase su oferta.
– Sí, bueno… gracias por su invitación. – Se despidió Naruto antes de cortar la llamada telefónica y estirar sus brazos mientras emitía un sonoro bostezo que había estado reprimiendo.
Después de haberse aseado y vestido decentemente, Naruto abandonó el hotel y en esta ocasión tomó un autobús que lo acercó al barrio y pudo apreciar que a esas horas del día también era bastante tranquilo, solo algún perro que lo había visto pasar cerca de la casa en la que vivía le había ladrado al periodista como advirtiéndole de su presencia.
Naruto no tardó en llegar a la casa de Shizune y está, parecía estarle esperando de hace rato, por algún extraño pensamiento especulaba que la mujer le iba a recibir con un delantal y unas manoplas que indicara que había cocinado algo en el horno pero no fue así.
– ¡Bienvenido, Naruto!. – Saludó Shizune con amabilidad provocando que el periodista también sonriera mientras le dejaba espacio para que entrara a la casa. – Espero que te guste la crema de puerros y la trucha. – Comentó mientras cerraba la puerta una vez su invitado había ingresado en la habitación.
– No se preocupe tanto, señora Kato. Estoy seguro de que es una excelente cocinera, el olor que percibo es delicioso y me ha abierto el apetito. – Respondió Naruto colgando su abrigo y bufanda en el perchero de la entrada de la casa de la mujer.
La mujer rió ante el comentario de su invitado y lo guió como buena anfitriona hacia el pequeño comedor donde Naruto tomó asiento antes de que Shizune le sirviera la crema.
– Ese escritor que ha salido por la televisión, ha venido por aquí. – Comenzó a hablar Shizune. – Es un hombre muy presuntuoso y a todas las preguntas que me hizo le buscó un argumento que, realmente, yo no había pensado o insinuado lo que él decía que estaba diciendo. Me sentí muy mal cuando se marchó gritándome que yo estaba enamorada en secreto de Obito Uchiha y aún lo estaba. ¡Imaginate, como me sentí! Ni siquiera me dio la oportunidad de defenderme a sus acusaciones o explicarme... ¿y qué diría mi difunto esposo de sus palabras?. – Shizune apretó con fuerza el cubierto una vez se sentó en su lugar de la mesa. – Evidentemente, Reki* no se contendría en decirle alguna barbaridad a ese hombre antes de que saliera de la casa. – Luego miró a Naruto mientras calmaba su ira. – Perdona, creo que he hablado de más pero como me contaste que eres periodista y estabas con lo referente a los Uchiha, te llamé. Creo que debí habértelo dicho ayer pero con todo lo que ocurrió, no lo recordé. – Habló como si estuviera disculpándose. – Ese hombre antes de venir hasta aquí ya ha pasado por la casa de algunos vecinos y me habían advertido pero no pensaba que fuera verdad. Además, es probable que tú también estés interesado en tener más información que esos recortes de periódicos que mi tía reunió, así que antes de preparar el almuerzo fui hasta la pastelería que pertenece a la familia Touji, aún sigue abierta y vendiendo pasteles, pues Mizuki acogió el negocio de sus padres. Espero la recuerdes. – Sonrió la mujer. – La esposa de Mizuki me dijo que su marido ante la declaración televisiva, no lo estaba pasando muy bien y entonces le hablé de ti, ella estaría encantada de que fuera a hablar con Mizuki y también me dijo que te ayudaría a ponerte en contacto con Rin Shiranui*, ella en el pasado fue la novia de Obito Uchiha. – Le informó Shizune.
– Gracias. – Susurró Naruto mientras una sonrisa sincera se formaba en su boca porque iba a poder reunirse con personas directas a Obito Uchiha y comprobar cuales son las palabras que le tenían para él.
– Naruto, tengo que advertirte que tengas cuidado. Los Uchiha son muy respetados en el barrio porque han realizado algunas cenas navideñas o de acción de gracias. También, han ayudado a mucha gente del barrio y si les dices a algunos vecinos que no estás de acuerdo con la libertad de Obito, puede ser que salgas perjudicado. – Advirtió la mujer con preocupación.
– No tiene de que preocuparse, soy un hombre fuerte y sé cuidarme de mi mismo. – Respondió Naruto consiguiendo tranquilizar a la mujer que asintió con la cabeza para continuar con el almuerzo.
Previamente a que Naruto se marchara, Shizune le dio un papelito con un teléfono escrito junto a un nombre y una dirección, los cuales pertenecían a la familia de Mizuki Touji. Naruto, aprovechando que estaba en el barrio y después de despedirse de Shizune se dirigió a la pastelería que estaba situada en la parte baja de la casa de los Touji.
Cuando Naruto entró a la pastelería, la campanilla repiqueteó en la pequeña sala y de detrás de una cortinilla creada con pedacitos de bambús que descendían por unos finos hilos, salió una mujer de pelo castaño pincelado por algunas hebras blancas y las arrugas de los ojos junto a las de la boca eran marcadas, asiéndola parecer que estaba sonriendo más de lo que realmente lo hacía.
– ¡Buenas tardes! ¿en qué puedo ayudarle?. – Preguntó cortésmente la mujer.
– ¡Hola!. Soy Naruto Namikaze, corresponsal de un periódico del Remolino, Diario técnica. Estoy cubriendo la noticia de los Uchiha y me han dicho que aquí podría encontrar a Mizuki Touji. – Se presentó al mismo tiempo que indicaba a quien había ido a buscar en aquel lugar.
– ¡Oh! ¡Claro, lo estábamos esperando!. – Exclamó la mujer mientras salía de detrás del mostrador - frigorífico que conservaba frescos todos los pequeños pasteles que estaban a la venta. – Soy Tsubaki Touji y mi esposo, Mizuki, estará encantado de recibirle, ya que ese escritor que anda revoloteando por el barrio ni siquiera se ha acercado aquí porque, después de todo, es a mi marido al que han acusado públicamente de la muerte de Kushina Namikaze. – Resopló la mujer con molestia. – A ese hombre solo le interesa las buenas palabras que tiene la mayoría de los vecinos para los Uchiha pero por favor, pase, pase… – Reveló la mujer indicándole a Naruto que entrara a la habitación por la que había salido escasos minutos.
Naruto se adentró a aquel otro cuarto para encontrarse con una pequeña cocina industrial, propia de un lugar que se encargaba de comercializar sus propias creaciones gastronómicas, pero no fue en aquella cocina a donde quería guiar Tsubaki al periodista sino que condujo a Naruto hasta unas escaleras bien escondidas detrás de donde se encontraban los grandes hornos que cocían los pasteles y subían hasta una puerta que lo llevaron a la modesta sala de estar de la casa de los Touji.
– Por favor, póngase cómodo. – Indicó la mujer señalando el sofá al invitado para ella perderse por un pequeño pasillo.
Naruto observó minuciosamente la estancia, comprobando que la familia Touji era muy humilde y no había mueble u ornamento de mucho valor pero sí, que algunos objetos se veían antiguos, probablemente, eran objetos restauraros o heredados.
El periodista se disponía a tomar asiento en el sofá cuando los pasos procedentes del pasillo por el que la esposa de Mizuki Touji se había marchado, se aproximaron hasta dejar ver frente a Naruto a un hombre bastante añejo, cuya cabeza era presa de la alopecia* y el poco cabello de color blanquecino, rodeaba como una corona de laureles* la cima de la cabeza del hombre que debía de tener unos setenta y dos años, aproximadamente.
– ¡Buenas tarde! Soy Mizuki Touji. – Saludó afablemente el hombre extendiendo la mano hacia el periodista que no dudó en estrechar.
– ¡Buenas tarde, señor Touji!. Soy reportero de Diario Técnica y estoy cubriendo lo que ha sucedido últimamente con la familia Uchiha, me llamo Naruto Namikaze. – Se presentó Naruto observando el rostro de sorpresa del hombre que luego sonrió un poco.
– ¡Vaya!. Shizune habló de un periodista pero no dijo que se tratase del hijo de Minato y Kushina Namikaze. – Comentó mientras escrutaba a Naruto como si estuviera analizando al reportero. – Cuando eras más pequeño te parecías mucho a tu madre pero debo de decirte que tus rasgos paternos han terminado por convertirte en una réplica casi exacta de tu padre. – Apostillo.
– Os he traído un refrigerio. – Interrumpió Tsubaki entrando en la salita de estar con una bandeja que tenía café y algunos pastelitos y galletas.
Luego de que la mujer dejara servido el café con el azúcar al gusto de cada presente, Tsubaki se retiró para volver a atender el negocio y la esperada entrevista comenzó entre Mizuki y Naruto.
Naruto se había visto obligado a utilizar la grabadora de su teléfono móvil para guardar la entrevista ya que su pequeña grabadora se había quedado en el país del Remolino, concretamente, en el escritorio de su casa pero, por suerte, había llevado el cable que le permitiría guardar la entrevista grabada en su teléfono dentro de su ordenador portátil y en ese momento agradecía el tenerlo consigo.
– Comenzaremos por lo básico, ¿si no le molesta, señor Touji?. – Inquirió Naruto a lo que el hombre asintió con la cabeza para indicar que estaba de acuerdo a lo dicho. – ¿Usted conoce al señor Obito Uchiha?.
– Sí. – Afirmó escuetamente Mizuki.
– ¿Llegó a ser un amigo importante de Obito Uchiha como ha declarado Ebisu Aoyama, señor Touji?. – Preguntó Naruto.
– No, él jamás me llegó a considerar su amigo aunque yo si llegué a pensar de que compartíamos una camarería, algo así como la amistad, el se encargó de demostrarme de que no era así. – Aclaró el anciano antes de tomar un poco de café. – Tres meses antes de la desaparición de Kushina Namikaze tuvimos una pelea y desde ese día no volvimos a hablar ni nos encontrábamos para ir a beber unas cervezas o conocer a algunas mujeres para pasar un rato agradable. – Mizuki dejó la taza de café sobre la mesa con torpeza, indicado que se encontraba un poco incomodo con esa conversación para luego mirar al periodista a los ojos. – Discutí y me pelee con Obito Uchiha ese día por una chica. – Respondió a la pregunta que Naruto no había hecho pero si había pensado. – Además, Obito era muy celoso de su vehículo y nadie más que él, conducía ese automóvil, ni siquiera llegué a subirme en ese trasto porque era su “vehículo de seducción”. – Mizuki levantó sus manos y con los dedos hizo los gestos de las comillas al pronunciar las últimas palabras con sarcasmo. – En ese automóvil solo subían mujeres y lo cuidaba demasiado, pasaba horas limpiándolo. Incluso, el mismo Obito hacía las reparaciones mecánicas que necesitaba el automóvil. – Aseguró con firmeza el anfitrión. – Podría apostar a que Obito amaba más esa antigualla que a su novia.
– ¿Está asegurando de que el señor Ebisu Aoyama ha mentido con esa declaración?. – Aunque era una pregunta, Naruto parecía haberlo afirmado.
– Por supuesto que miente, ese hombre es fácil de manipular si se tiene un buen montón de dinero y se le pone delante de sus narices hará y dirá lo que se le ordene. – Dijo como si fuera un hecho ya conocido. – La familia Uchiha tiene mucho dinero, por no recordar que Ebisu ha trabajado desde los quince años para esa familia y no tengo dudas sobre que ese hombre solo está mintiendo, muy pocas veces le he escuchado decir una verdad.
– ¿Por qué cree que se le ha nombrado actualmente como el asesino de Kushina Namikaze?.
– No lo sé, puede que sea el primer sujeto que se le pasó por la cabeza a los Uchiha para limpiar su nombre, necesitaban a un idiota y me escogieron a mí de entre todos los vecinos del barrio. – Refunfuñó el anciano.
– ¿Podría contarme qué fue lo que estuvo haciendo el día que desapareció Kushina Namikaze?. – Inquirió Naruto.
– Por supuesto, mi versión continúa siendo la misma que dije al tribunal y al juez que acusaron a Obito Uchiha del asesino de la señora Namikaze. – Hizo una pausa antes de continuar. – El día que desapareció Kushina Namikaze, yo me encontraba haciendo entregas a domicilios, ya que ayudaba a mis padres con el negocio familiar, el cual he heredado y continuo trabajando en la pastelería junto a mi esposa y una de mis hijas. – Había comenzado a relatar Mizuki los hechos después de escuchar la pregunta del periodista. – Ese día ni siquiera vi a Obito y mucho menos me acerqué a la casa de la familia Uchiha. Por la mañana había estado demasiado ocupado ayudando a mi padre con la repostería, luego con la llegada de las entregas para hacer los dulces e incluso, ayudando a atender a los clientes. Así son de ajetreadas las mañanas en el negocio de la repostería. – Sonrió el hombre como si encontrase divertido la situación de estrés que le provocaba su negocio. – Por la tarde, me encargaba de los repartos y ese día no fue la excepción. – Indicó Mizuki mientras cerraba los ojos como si estuviese rememorando el día. – Recuerdo que ese miércoles había sido un poco caluroso y yo había terminado de ayudar a mi padre a limpiar los hornos y estaba terminando de poner los encargos dentro del viejo vehículo de reparto que teníamos pero antes de marcharme mi madre me había detenido porque un cliente había llamado en ese momento para hacer un encargo. Así que mi tarde de reparto comenzó un poco más retrasada. – Mizuki se cogió el mentón con su mano izquierda en señal de estar rememorando ese instante. – Fui a la casa de los Yuuji, a la de los Sarutobi, a la de la vieja profesora Chiyo y pasé por los restaurantes y las cafeterías a la que le suministramos gran parte de los pasteles que tenían en su carta de postres. Ese día ni siquiera vi a Obito revolotear por el barrio y tampoco recuerdo haberme cruzado con ese idiota de Ebisu. – Añadió Mizuki en tono molesto. – A Kushina Namikaze la vi por la mañana que había entrado a la pastelería a compara algunos dulces pero no había nada inusual en ella, ni yo me comporté diferente a como atendía a otros clientes, solo fue el cotidiano trato que puede esperarse de un consumidor y un vendedor.
Después de que Naruto hiciera las preguntas más importantes, las siguientes interrogantes en esa improvisada entrevista fueron bastante triviales y de escaso interés periodístico por lo que no tardó en concluir el encuentro.
– Muchas gracias, señor Touji, con su declaración podré forma un artículo bastante concluyente que contrarrestará la declaración de Ebisu Aoyama y que la familia Uchiha ha trasmitido por televisión. – Aseguró Naruto confiado. – Yo creo en su inocencia, señor Touji. – Confesó Naruto.
– Se lo agradezco mucho. – Agradeció Mizuki mientras le entregaba un papel doblado al periodista que había sacado del interior de uno de los muebles de la salita y una tarjeta. – Este es el teléfono de la pastelería y en este papel está el número telefónico de varios vecinos que le pueden asegurar de que no soy ninguna mala persona, también le pueden confirmar que todo lo que le he dicho esta tarde es completamente cierto. – Indicó el hombre.
Naruto aceptó lo que Mizuki le ofrecía antes de él mismo apuntarle su teléfono móvil al anciano para estar en contacto y después de despedirse del señor y la señora Touji, el periodista volvió al hotel donde comenzó a redactar su artículo y que antes de enviar su escrito a Karin había confirmado las palabras de Mizuki Touji y pedido el consentimiento de exponer públicamente las entrevistas que había hecho a esas personas que el señor Touji le había facilitado el teléfono y respaldaban la palabras de Mizuki.
Sin embargo, había un número telefónico que no había marcado Naruto ese día y que deseaba tomar su tiempo para hacerle una buena entrevista a la señora Rin Shiranui, la cual en el pasado había sido pareja sentimental de Obito Uchiha.
Naruto había enviado el fax a su jefa y se disponía a concertar una cita con la señora Shiranui cuando su teléfono móvil comenzó a sonar sin permitirle marcar el primer número para hacer la llamada, así que se apresuró a responder al ver el nombre de Karin Uzumaki expuesto en la luminosa pantalla del aparato.
– Karin… – Nombró con molestia Naruto.
– Naruto, ¿sabes lo que acabas de hacer?. – Gritó Karin sin preocuparse de que estaba hablando por teléfono. – Este artículo es una bomba de relojería, ¿cómo lo has conseguido?. Los Uchiha van a tener que encontrar algo realmente bueno, ¡no!, van a necesitar un milagro ahora mismo para enfrentar tu escrito. ¡Va…! No hace falta que me respondas aunque me has enviado prácticamente una página y media pero los de arriba no podrán quejarse en esta ocasión, me has dado una joya y de seguro no pondrán objeciones para que en esta ocasión tu columna se convierta en una sección entera del periódico. – Karin se detuvo unos pocos segundos para tomar aire. – Te felicito, esto sí es típico de ti y los Uchiha van a dar de que hablar con este escrito que revela que Mizuki Touji es inocente y Ebisu Aoyama está mintiendo. Prepárate Naruto porque de seguro que los Uchiha van a responder con algo contra tu integridad en cuanto sepan de este artículo. – Le recordó la mujer.
– Ya te dije que este artículo sería mejor. El primero solo era para poner al corriente de los hechos a los lectores, ahora es cuando comienza el verdadero juego y que mejor forma que tener el permiso de varias declaraciones que apoyan lo contado por Mizuki Touji. – Naruto sonrió divertido. – No tengo miedo, Karin. Que digan de mi lo que quieran pero no les voy a perdonar que insultaran a mi madre porque haré todo lo necesario para que el mundo entero conozca la verdad y que Obito Uchiha no es ningún santo.
– Naruto, sabes que alabo tu determinación pero se cuidadoso, sobre todo después de que este articulo vea la luz pública. – Aconsejó Karin volviendo a tornarse seria.
– No te tienes que preocupar, Karin. Ya me he enfrentado a personajes peores que este y he salido victorioso. – Indicó.
– ¡Está bien!. Dejaré mi actitud de madre guardada bajo llave. ¡Adiós!. – Se despidió Karin antes de cortar la llamada y dejar un estado de felicidad en el periodista al saber que había hecho un buen trabajo en esta ocasión.
Había pasado cuatro días y Naruto no había podido ponerse en contacto con Rin Shiranui solo con su contestador automático en el que se había encargado de dejar más de un mensaje pidiéndole que le telefoneara a su teléfono móvil, el cual le había dejado en más de un ocasión pero que parecía no querer ponerse en contacto con él.
Por otro lado, Naruto sabía que esa semana traería consigo la aparición de su artículo en el periódico de la mañana y por ello, estaba emocionado aunque no podría ver la cara que pondría Obito y Madara Uchiha o Ebisu Aoyama cuando descubrieran su escrito con la redacción de varias declaraciones que afirmaban que Mizuki Touji era inocente de los cargos que se le estaban imputando por parte de los Uchiha.
Naruto, estaba por salir de la habitación de hotel en el que se estaba alojando cuando al meter su mano en uno de los bolsillos de su abrigo para comprobar de que estaba ahí su billetera, encontró un trozo de papel que no dudó en sacar para observar de que se trataba de un recorte de periódico en el que Madara Uchiha hacía público el que su hijo Obito saldría de la prisión y sobre el recorte estaba anotado en rojo un número telefónico.
El periodista recordó que ese trozo de papel se lo habían entregado en la cafetería en la que había desayunado después de salir furibundo de la prisión estatal de Konoha y lo había tomado como una casualidad del momento pero en ese instante, algo en el interior de Naruto le gritaba que telefoneara a la persona que le había dado ese número telefónico y no se hizo esperar.
Naruto tomó su teléfono móvil y llamó a quien fuese que le había aportado aquel misterioso número.
– ¿¡Diga!?. – Inquirió una voz masculina desde el otro lado del teléfono.
– ¡Hola! Hace unos días alguien me dejó este número de teléfono anotado en un recorte de periódico de una cafetería y quería saber si se… – Pero Naruto no pudo continuar hablando.
– He estado esperando su llamada desde entonces. – Interrumpió la voz del individuó con el que hablaba. – Soy Kotetsu Hagane, uno de los tantos guardas que trabaja en la prisión estatal de Konoha y lo vi llegar a la prisión para hablar con el alcaide. – Se presentó el desconocido. – Me gustaría poder hablar con usted personalmente y no atreves de un teléfono. Hay muchas cosas que puedo contarle sobre cierto ex presidiario.
– ¿Por qué hace esto?. – Preguntó Naruto un poco inseguro y a la vez feliz por poder conseguir una información tan actual y valiosa.
– Tengo mis razones como usted, señor Namikaze, y sé lo que está pretendiendo hacer. Hoy mismo he leído su sección en el periódico que trabaja y no me cabe duda de que le interesa lo que tengo que decirle. – Aportó el guarda de la prisión haciendo que Naruto se sorprendiera al escuchar su apellido de la boca del individuo que no conocía.
– ¿Le parece bien si quedamos en un lugar público?, ¿en un café?. – Inquirió Naruto ya que sus instintos le indicaba que toda esa conversación era demasiado misteriosa y sería mejor que esa entrevista se realizara en un sitio en el que hubiese gente paseando alrededor de él, extremando su propia seguridad a sabiendo que su último escrito era un atentado contra la familia Uchiha.
– No tengo objeción en ello, solo quiero charlar con usted. – Aceptó el guarda.
– Entonces, ¿le parece bien si es esta tarde a las seis, en el café Gold de la avenida Nekomata?. – Le preguntó Naruto, sabiendo que la avenida Nekomanta era muy transitada por la gran cantidad de tiendas y el antiguo templo del “Espíritu Del Fuego” que era uno de los atractivos turísticos de la ciudad y recibía la visita de más de cien turista diariamente.
– Ahí estaré, señor Namikaze. ¡Qué tenga un buen día!. – Se despidió Kotetsu antes de cortar la llamada telefónica.
Naruto volvió a guardar en el bolsillo de su abrigo el recorte de periódico con el teléfono de Kotetsu escrito y también su teléfono móvil antes de salir de la habitación que ocupaba en el hotel para tomar el ascensor, sintiéndose un poco aturdido por la extraña conversación telefónica a la que no dejaba de rememorar en su cabeza.
Cuando Naruto llegó al hall del edificio y, apenas, le prestó atención a las personas que se encontraban ahí. Incluso, hubiese pasado inadvertidamente al hombre que se acercaba a él sino fuera porque lo hubiese llamado por su nombre.
El periodista al escuchar su nombre se giró para encarar a la persona que lo llamaba para comprobar que se trataba de un hombre de aproximadamente su edad y un destacado cabello rojizo.
– ¡Naruto!. – Llamó nuevamente el individuó mientras sonreía levemente.
– ¿Nos conocemos?. – Preguntó sin ninguna clase de modales el periodista mientras intentaba recordar la razón de por qué el desconocido conocía su nombre y aspecto.
– Ha pasado tiempo de no vernos pero soy Gaara Sabaku no. Íbamos al mismo colegio y éramos amigos aunque después de que tu padre y tú os marchasteis del barrio no volví a saber de ti pero siempre te he recordado. – Indicó el hombre pelirrojo mientras extendía la mano para estrechar la del periodista como un gesto de saludo. – Hace poco que regresé a la ciudad y ayer me encontré con Shizune, ella me dijo sobre ti y que estabas alojado en este hotel. – Sonrió amigablemente mientras el estrechamiento de manos se deshacía.
Naruto se encontraba un poco sorprendido ante el hombre, pues si levemente recordaba a su amigo de la infancia con el que siempre solía jugar y estuvo a su lado dándole ánimos o apoyándolo cuando otros niños se metían con él debido a lo ocurrido con su madre, no esperaba volverlo a ver después de tantos años y cabía decir que el pelirrojo había cambiado mucho, no solo por su rasgos más maduros y masculinos sino también porque ahora presentaba unas profundas ojeras junto a un tatuaje de un kanji en su frente que no había tenido en aquel entonces.
Naruto y Gaara salieron del hotel para dirigirse a una cafetería cercana donde hablaron sobre banalidades hasta que la conversación tocó el punto clave que había llevado a Naruto de vuelta a la ciudad.
– Entonces, estas reportando a Obito Uchiha. – Afirmó Gaara con preocupación.
– Así es, el mundo debe de conocer la verdad y de que no se trata de ninguna alma piadosa y que todo lo que están contando no es cierto. – Suspiró Naruto. – Tengo suerte de que mi trabajo me permita ocuparme del caso.
– Yo no soy un profesional de la materia, Naruto, pero por tus palabras me haces pensar de que estas llevando esto a un extremo personal y creo que los asuntos emocionales te van a quitar la objetividad necesaria. – Opinó Gaara con seriedad. – No dudo de que seas un buen periodista, es posible que haya leído más de un artículo que hayas escrito pero… ¿Qué ocurrirá si resulta que Obito Uchiha en realidad es inocente y fue imputado injustamente por el asesinato de tu madre?. – Se vio obligado a preguntar. – ¿Estarás preparado para esa posibilidad?.
– Hasta ahora, nada de la información que he reunido sobre lo sucedido con lo que respecta al asesinato de mi madre o la vida que tenía en ese tiempo Obito Uchiha ha sido contradictorio a lo que pensaba. Ese hombre ha mentido y continuará mintiendo, no puedo dejar que haga y diga lo que quiera, mucho menos cuando públicamente ha insultado a mi madre, una persona que murió atrozmente y no está en este mundo para defenderse de las acusaciones que le han profesado. – Gruñó molesto el periodista.
– No te enfades conmigo pero sabes que tengo razón, puede que todas las pruebas que has reunido muestren a Obito Uchiha como un delincuente pero está la posibilidad de que en realidad no haya sido el autor del asesinato, de que Mizuki Touji y esas personas del barrio a las que entrevistaste y lo defendían, te mintieran. Todo queda en simples especulaciones y en la duda de creer o no lo que te han contado. – Le recordó Gaara.
– Fue Obito Uchiha a quien el juez Jiraiya Sannin señaló como autor de la muerte de mi madre y no a Mizuki Touji, Gaara. – Indicó Naruto con frustración. – Y lo que Mizuki me contó al igual que los otros vecinos que entrevisté, concuerdan con lo mismo que declararon en el juicio de hace cuarenta años y que se llevó a cabo para acusar al asesino de mi madre.
– Tranquilízate, Naruto. – Pidió Gaara al ver como el periodista estaba levantando la voz. – No estoy discutiendo el pasado, solo te estoy advirtiendo de que debes de estar preparado para todo, incluso para aquello que no te agrade. – Gaara suspiró. – La familia Uchiha es muy respetada, ha colaborado en muchas campañas y eventos benéficos, ha ofrecido donativos a instituciones de apoyo educativo y orfanatos. Debes de contar de que no será fácil el que la gente olvide y vea a un miembro perteneciente a esta familia como un delincuente. – Añadió intentando hacer entender a Naruto que a pesar de que logre demostrar que Obito ha asesinado a una persona, no será tarea sencilla el que se acepte esa verdad cuando los Uchiha han mostrado ser una familia caritativa y benévola. – Creo que deberías ponerte en contacto con el hombre que investigo el caso de tu madre, opino que esa persona podría ayudarte más de lo que puedan contarte otras personas. – Aconsejó Gaara antes de levantarse y sacar una tarjeta que le extendió a Naruto. – Puedes localizarme en estos teléfonos y la dirección escrita, Naruto, ha sido un placer el haberte vuelto a ver después de tanto tiempo.
– Espera, deja que te de mi teléfono. – Indicó Naruto pero Gaara negó con la cabeza y se despidió del periodista.
Naruto pensó en lo que Gaara le había dicho y decidió hacerle caso, buscaría al detective que llevó el caso del asesinato de su madre, solo esperaba de que no hubiese fallecido, pues le sería de ayuda para saber cómo había cubierto la investigación y encontrado las pruebas que incriminaron a Obito Uchiha. También, Naruto se lamentó por no haber pensado en el detective precariamente.
El periodista miró su reloj de pulsera y se percató de que no había transcurrido tanto tiempo como había estimado, así que regresó a su habitación de hotel para confirmar el nombre del detective que había llevado el caso de su madre en los recortes de periódicos que le había dejado Tsunade dentro del pequeño arcón.
Cuando Naruto confirmó que el detective asignado fue Yahiko Akatsuki buscó la guía telefónica que debía de estar en la habitación en la que se hospedaba y una vez que la encontró, el periodista buscó con frenesí el nombre y apellido del detective hasta localizarlo para telefonearlo.
Sin embargo, al igual que había ocurrido con Rin, el contestador del detective Yahiko Akatsuki fue el que lo recibió y al que le dejó un mensaje junto a su número telefónico para que lo llamase.
Naruto pasó el día esperando una llamada pero la hora de su cita con Kotetsu se acercaba y su teléfono móvil continuaba sin haber resivido una llamada, así que Naruto tan solo cogió y guardó el aparato en su abrigo antes de abandonar el hotel y dirigirse a la avenida Nekomata para esperar la llegada del desconocido que decía ser un guardia de la prisión estatal de Konoha.
– ¡Buenas tardes!. – Interrumpió una voz los pensamientos del periodista mientras tomaba asiento frente a Naruto. – Soy Kotetsu. – Se presentó para estrechar la mano a Naruto que respondió al saludo por costumbre.
– Pensaba que no iba a venir y terminaría siendo todo esto una broma. – Confesó Naruto un poco molesto mientras revisaba la hora en su reloj de pulsera para confirmar que había pasado media hora en aquel café esperando porque llegase el desconocido.
– Tan solo fue un retraso común, tuve que cubrir el turno de un compañero en la prisión y es un largo camino que hay que hacer hasta aquí. – Indicó el hombre mientras llamaba con un gesto de la mano a una camarera para pedir un café. – Lamento el haberlo incomodado, señor Namikaze y debo de felicitarlo por el artículo que escribió, está causando un gran alboroto en todos los canales de televisión al redactar la inocencia de Mizuki Touji. – Señaló la pequeña televisión que había en el fondo de la cafetería y se podía observar como señalaba el presentador un periódico entre sus manos que rápidamente Naruto reconoció como Diario Técnica.
– No estamos aquí para hablar sobre mi trabajo. – Aclaró Naruto antes de sacar el teléfono móvil de su bolsillo. – Espero no le moleste que grabe la entrevista con ayuda de mi teléfono.
– No, claro que no. – Respondió Kotetsu. – Entiendo que tengas que cubrir tus escritos. – Rió como si le resultara divertida la situación de hacer una entrevista para coger el teléfono móvil del periodista y decir. – Me llamo Kotetsu y soy un guardia de prisión estatal de Konoha del país del Fuego, hasta la próxima semana que estaré jubilado y fuera de ese agujero de miserables. – Dijo pero Naruto le arrebató el aparato mientras le dirigía una mirada de enfado.
– Deje que yo comience la entrevista y por cierto, no se ha grabado su presentación. – Indicó Naruto para conectar la grabadora del teléfono mientras el hombre había reído con nerviosismo por lo que había hecho.
– Lo siento, es que estoy un poco nervioso con todo esto. – Se disculpó honestamente el guardia y después de esto, comenzar con las trivialidades de la entrevista hasta llegar a las preguntas importantes.
– Señor Hagane, ¿cuánto tiempo hace que trabaja en la prisión estatal de Konoha?.
– Prácticamente, he trabajado ahí, toda mi vida, comencé desde los veintidós años y ya tengo setenta y seis. En uno días me jubilaré. – Respondió con tono satisfactorio, indicándole al periodista de que se sentía orgulloso.
– Ha tratado con diferentes tipos de presos que habían sido condenados por diferentes crímenes, ¿cómo era el comportamiento de Obito Uchiha en prisión?. – Indagó Naruto.
– Obito Uchiha desde que entró en la prisión estatal de Konoha portaba esa aura que porta todo los niños mimados, sonriendo como si estuviese allí de visita y caminando con petulancia, parecía no importarle nada. – Agregó antes de beber un poco de café. – No se comportaba como otros presos novatos que por primera vez era encarcelado. – Y a pesar de que los días de su condena iba pasando, su actitud no cambiaba. Miraba a los otros presos e incluso, a los guardias que trabajamos manteniendo el control de la prisión como si fuésemos basura.
– ¿Quiere decir que Obito Uchiha no fue un preso modelo como afirma el alcaide, Kisame Goshigaki?. – Naruto fue al grano, a lo que realmente le interesaba saber sobre Obito en esos años que estuvo en la cárcel.
– ¿Obito Uchiha un preso modelo?. – Repitió antes de comenzar a carcajearse como si el periodista le hubiese dicho un chiste muy divertido. – Disculpe por lo que voy a decir pero el alcaide ha debido de recibir alguna comisión no legal por parte de la familia Uchiha para no decir la verdad o puede que ya no quisiera tener bajo su cargo a Obito Uchiha. – Declaró mientras volvía a reponer la seriedad en su rostro y voz. – Obito Uchiha no es ningún angelito. A los pocos días de haber llegado a la prisión se peleó con otros presos, incluso, ha herido a varios funcionarios cuando han intervenido para detener los alborotos que ha creado aunque es cierto, que nunca el alcaide lo sanción a la celda de castigo a pesar de haber sido el que había empezado todo el jaleo. – Explicó Kotetsu. – El estado en el que se encuentra la parte derecha de su rostro es prueba de su comportamiento, pues en uno de los altercados que inició con otros presos mientras estaba limpiando la cocina uno de los presos le lanzó aceite hirviendo en la cara. – Indicó Kotetsu señalándose su cara para referirse al perfil de Obito. – No sé lo que pasó exactamente para que llegara ocurrir ese incidente en el que tuvo que ser llevado al hospital para poderle tratar la quemadura pero como puede imaginar, por lo que le he contado, Obito Uchiha no es el gran hombre que están afirmando que es por la televisión o ese escritor que le está haciendo una autobiografía.
– ¿Considera que el tiempo en el que Obito Uchiha estuvo preso no le sirvió para reflexionar y arrepentirse del crimen que lo había llevado a la cárcel?. – Preguntó Naruto casi saboreando cada palabra de esa pregunta que le había hecho al guardia porque era vital para concluir esa entrevista.
– Ese hombre no sabe lo que es la culpa, por tanto no puede arrepentirse. Intuyo que si cometió ese asesinato, Obito Uchiha no ha mostrado dolor por lo ocurrido, es un hombre frío, señor Namikaze. – Respondió Kotetsu mirando con intensidad al periodista.
– Gracias por otorgarme este encuentro, señor Hagane. – Cerró Naruto la entrevista con el guardia.
– Ha sido un placer, solo espero que con mi confesión metan esta vez a ese hombre en un agujero más profundo. – Dijo con rencor provocando que lo mirará con curiosidad. – No me mal entienda, señor Namikaze, pero usted no es el único que siente desagrado por Obito Uchiha y créame que yo tengo mis motivos para ello.
– Estoy seguro de ello, señor Hagane. – Se limitó a contestar Naruto mientras cortaba la grabación que estaba realizando antes de guardar el teléfono móvil en su abrigo y levantarse de la pequeña mesa de la cafetería en la que se encontraba dejando el dinero justo de lo que había consumido en ese local.
Naruto se marchó de la cafetería ante la atenta mirada de Kotetsu, era ya tarde y el periodista volvía al hotel cuando al pasar frente a una tienda de artículos informático decidió entrar para comprar una memoria externa para pasar las entrevista que había realizado hasta el momento y tener una copia de seguridad de ellas. Después de la compra, Naruto se dirigió al hotel y una vez llegó, puso en práctica su propósito antes de comenzar a escribir su nuevo artículo que enviaría al periódico en el que trabajaba.
Aclaración de los términos:
* Reki: Se trata de un shinobi de Tsuna que apareció en Naruto y formó parte del grupo de rescate al Kazekage (Gaara).
*Rin: El apellido de esta kunoichi, compañera de Kakashi y Obito cuyo nombre se reveló en Kakashi gaiden (el anime también aportó esta historia), es Nohara pero aquí, en el fic, Rin rehízo su vida y el apellido de casada es Shiranui es el que acogió de su esposo.
* Alopecia: Es como se llama a la caída o perdida del cabello. Así que una persona que es calva es porque sufre alopecia, lo cual es hereditario.
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