-Cavilaciones y furia.-
El
periodista había estado escuchando la grabación de la entrevista de Kotetsu desde
el momento que había llegado a su habitación de hotel y Naruto presentía que
aquella entrevista no era suficiente, que necesitaba algo más que completara
aquel artículo sobre el tiempo que estuvo Obito Uchiha en prisión, pues si
comenzaba a redactar la noticia para enviarla al periódico era consciente de
que Karin le reclamaría de que se trataba de un articulo a medio hacer, en el
que estaría dándole todo el protagonismo a un solo testimonio al que se le
asumiría de dudosa credibilidad, por lo que le hacía falta tener apoyo de otras
personas que confirmaran las palabras de Kotetsu para que su artículo
consiguiera la importancia que contendría esa información sin ser tachada de
calumnias.
Naruto
miró su reloj de pulsera para cerciorarse de que podría llamar con tranquilidad
al guardia de la prisión estatal de Konoha sin temor a que fuese demasiado
temprano, así que una vez comprobó este hecho, marcó el número telefónico de
Kotetsu para ponerse en contacto con él, mientras tanto, no podía dejar de
recriminarse el no haberse percatado de tal situación al entrevistar al anciano
guardia, que por alguna razón, le tenía sin cuidado despotricar sobre el nombre
de Obito Uchiha.
–
¡Buenos días, Midori!. – Saludó Kotetsu al aceptar la llamada de Naruto,
dejando en claro al periodista de que se encontraba en un lugar inadecuado para
que otros supieran con quien se estaba comunicando el guardia. – ¿Por qué me
llamas a estas horas?, sabes que estoy en el trabajo. – Aclaró el guardia como
si estuviera reprendiendo a un familiar o a un o una conocido/a.
– Disculpe
por llamarlo en este momento tan inoportuno pero antes de poder aportar sus
palabras a un artículo, necesito saber si hay más guardias o presos que puedan contribuir
con más información sobre lo que me ha dicho. No puedo presentar su entrevista
así sin más, como comprenderá, señor Hagane, no sería considerada válida su
entrevista por ser la única al respecto ante la opinión pública sobre el
comportamiento que presentaba Obito Uchiha mientras estuvo encarcelado. – Se
apresuró a informarle Naruto.
– Sí, dejé
las llaves donde siempre, de seguro que se han caído por detrás del mueble. –
Continuó Kotetsu hablando como si se tratase de una conversación trivial. – De
todas formas, ya sabes que pronto saldré del trabajo. – Terminó cortando la
llamada el veterano guardia mientras dejaba a un Naruto perplejo porque no
entendía si aquellas palabras significaba un “lo llamaré cuando esté en un
lugar apropiado” o “lo lamento, no hay nadie que pueda ayudar a indicar que lo
que le he contado es cierto”.
El
periodista chasqueó la lengua con molestia e iba a dejar el teléfono móvil
sobre la pequeña mesa de noche cuando comenzó a sonar con su estridente melodía
el pequeño aparato.
Naruto
miró la luminosa pantalla pero no reconoció el número telefónico que lo estaba
llamando a primera vista, aún así, decidió responder a la llamada telefónica.
–
¿¡Hola!?.
–¡Bueno
días!, ¿estoy hablando con el señor Naruto Namikaze?. Soy Yahiko Akatsuki y el
señor Namikaze ha dejado varios mensajes en mi contestador pidiéndome que lo
telefoneara a este número. – Se apresuró a decir la voz varonil y calma de la
persona que había telefoneado a Naruto.
– Sí,
soy Naruto Namikaze, periodista de Diario Técnica, y quería concertar una cita
con usted, señor Akatsuki ya que usted fue el responsable de la investigación
sobre homicidio de un caso que ocurrió hace cuarenta años, el asesinato de
Kushina Namikaze. – Señaló Naruto. – ¿Espero lo recuerde?.
– Sí,
sé de qué me está hablando aunque no tengo mucho que decir sobre lo ocurrido en
ese caso y mucho menos por teléfono, no es adecuado hablarlo por aquí. ¿Le
parecería bien si nos encontramos a la hora del almuerzo en un pequeño
restaurante llamado Rinengan?, se encuentra en la calle Edo Tensei. – Solicitó
Yahiko al periodista.
–
Sería perfecto encontrarme con usted en ese lugar, señor Akatsuki, gracias por
su amabilidad. – Se despidió Naruto con una sonrisa al percatarse de que había
conseguido una fuente de información tan importante en ese momento como era el
detective que se ocupó de encontrar las pruebas que incriminaron a Obito Uchiha
sobre el asesinato de su madre.
–
¡Adiós!. – Se despidió con formalidad Yahiko antes de dar por finalizada esa
llamada telefónica.
Después
de la llamada del detective Yahiko Akatsuki, Naruto decidió preparar las
preguntas que le formularía al detective, sin percatarse del trascurso de las
horas hasta el momento en que su teléfono móvil volvió a sonar.
–
¿Hola?. – Preguntó Naruto sin haber prestado la más mínima atención al número
que aparecía en la pantalla del aparato y miraba su reloj de pulsera, pues se
encontraba muy concentrado en cómo realizarle la entrevista al detective.
–
Señor Namikaze, sabía que me volvería a llamar. – La masculina voz de la otra
línea le hizo saber al periodista de que se trataba de Kotetsu. – Lamento mucho
lo ocurrido anteriormente pero como comprenderá, mi lugar de trabajo no es
seguro para hablar con usted de un tema tan delicado como es Obito Uchiha
aunque por fortuna, debido a mi edad ya hace algunos años que quedé relegado de
guardia de control de patio y solo moritoneo desde la sala de vigilancia donde
las cámaras de seguridad me advierten que todo vaya bien entre los presos en
las diferentes estancias de la prisión. – Kotetsu rió al percatarse de que
estaba hablando de más sobre sus funciones en la prisión estatal de Konoha. –
Con respecto a su pregunta, conozco a un hombre que sufrió un incidente con
Obito Uchiha. Creo que le conté sobre ese accidente aunque no sé los detallen
del por qué sucedió. Intentaré que acepte ponerse en contacto con usted, señor
Namikaze, porque le aseguro que ese hombre si tiene una buena historia que
contarle para su periódico y no solo confirmará mis palabras de que Obito
Uchiha no es ninguna buena persona.
– Me
alegra escuchar eso, señor Hagane, estaré esperando conocer la historia de su
amigo y a su amigo, también. ¡Qué tenga un buen día!. – Se despidió Naruto con
una sonrisa triunfante en los labios, todo parecía estar marchando bien y si
podía confirmar las palabras de Kotetsu con el testimonio de ese hombre sería
como dar en el centro de la diana y ganar con creces a Obito Uchiha en su
intento de mostrarse como un ciudadano ejemplar que fue castigado erradamente.
–
Igualmente, señor Namikaze. – Se despidió Kotetsu antes de que Naruto cortara
la llamada para salir apresuradamente del hotel en el que se alojaba para
encontrarse con Yahiko Akatsuki.
Naruto
pagó al taxista que lo había acercado al restaurante Rinengan y al que entró
con premura para buscar con la mirada a un hombre que hacía cuarenta años que
no había visto pero el reconocer a un hombre que ya estaría rozando los ochenta
y tantos de edad, le sería imposible, puesto que aquel restaurante habían
varias familias almorzando y muchos más ancianos de lo que se hubiera imaginado
que podría haber en el interior del restaurante.
–
Disculpe, ¿puedo ayudarle?. – La voz procedente de un hombre que se había acercado
al periodista sin que este se percatara provocó que Naruto diera un pequeño
saltito. – Lo siento, no era mi intención asustarlo. – Se disculpó haciendo una
reverencia un hombre de extraños ojos ondeantes y a pesar de que entraría en la
edad madura de los ochenta y muchos, conservaba su pelo cano largo hasta la
altura de los hombres.
– No
se preocupe, no me había percatado de usted. Disculpe, creo que le estoy
ofendiendo a pesar de que solo quiero disculparme por preocuparlo. – Habló con
nerviosismo Naruto.
–
Tranquilo, joven. Soy Nagato, el dueño de este restaurante. – Se presentó el
anciano mostrando una sonrisa amable en sus secos labios. – Si está buscando
mesa, le recomiendo aquella que está en la esquina, es bastante tranquila y
está desocupada. – Recomendó Nagato.
–
Gracias pero esperaba que estuviera aquí una persona.
– Si
tiene reserva, indíqueme el nombre y yo lo llevaré hasta su mesa.
–
Verá, es que no creo que haya una reserva. – Respondió Naruto rascándose la
nuca con cierta torpeza por la situación que se estaba dando en ese momento y
que sentía ser el foco de todas las miradas de los clientes y empleados del
restaurante en el que estaba en ese momento.
–
Nagato, creo que este joven me está buscando a mí. – Habló con cierta tonalidad
alegre otro hombre que se acercó a Naruto y Nagato. – Eres Naruto Namikaze, has
cambiado mucho. Yo soy Yahiko Akatsuki. –
Afirmó estirando su mano derecha que el periodista no dudó en estrechar con un
leve rubor.
– Sí, ha
pasado ya mucho tiempo. – Anunció viendo como la sonrisa del hombre se
agrandaba.
–
Bien, como veo que ya se resolvió el problema y debido a las molestia que le he
causado a tu acompañante, le pediré al chef que os prepare el plato especial de
la casa. – Declaró Nagato antes de marcharse hacia la cocina dejando a Naruto y
Yahiko solos.
– Ven,
será mejor que nos sentemos porque pronto aparecerá Nagato con la comida. –
Aseguró Yahiko con una sonrisa.
El
periodista y el anciano se sentaron en la mesa en la que, anteriormente, Yahiko
había estado sentado esperando la llegada de Naruto.
– Me
has contactado porque Obito Uchiha ha salido de la prisión y ahora quiere
borrar el hecho por el que fue encarcelado, ¿cierto?. – Inquirió perspicazmente
el detective borrando su sonrisa de su rostro y tornar todas sus facciones
faciales en serias. – Señor Namikaze, cuando era pequeño me percaté de que era
un buen niño y, ahora, que lo vuelvo a ver frente a mí como el adulto en que se
ha convertido, veo a un buen hombre. Usted no debería de verse implicado con
los Uchiha, tampoco, a mi parecer, debería de estar tomando partido con lo que
está ocurriendo con Obito Uchiha por mucho que estén intentando remover el
pasado, señor Namikaze. – Comentó Yahiko antes de poner frente al corresponsal
el periódico con el último artículo que había publicado Naruto. – He sido
detective por más de cuarenta años y me preocupa cuando las buenas personas se
inmiscuyen en terreno peligroso porque, quizás, no puedan salir de ahí con la
misma facilidad en la se adentraron.
–
Gracias por su preocupación, señor Akatsuki, pero sé perfectamente a lo que me
estoy enfrentando. No es la primera vez que estoy escribiendo sobre una
actualidad como es lo que representa para el mundo Obito Uchiha. – Apuntó
Naruto haciéndole recordar a Yahiko, cuál era su profesión.
–
Siempre he pensado que los periodista y los detective nos parecemos bastante,
señor Namikaze. – Sonrió Yahiko mientras entrelazaba sus dedos. – Ambos oficios
tienen como objetivo mostrar y esclarecer la verdad aunque ambos tenemos
nuestros propios métodos para conseguir ese propósito. Solo diferimos en que yo
quiero mostrar ante un juez y la sociedad quien es el culpable, un periodista
quiere mostrarle al mundo a las malas personas que hay y cueles fueron todos
sus crímenes. No obstante, debería tener en cuenta que todo humano tiene su
parte de culpabilidad y de inocensia. – Confesó Yahiko con voz solemne. – Usted
es aún joven y no se ha percatado que con lo que me ha contestado antes, me
está dando a conocer que está llevando este asunto de los Uchiha más allá de
los niveles profesionales, debería de pensar por usted y darse cuenta de que
debe abandonar su trabajo de investigación sobre los Uchiha, señor Namikaze. No
es bueno cuando alguien ocupa un caso en el que se está entremezclando los
sentimientos porque eso solo sirve para entorpecer y no esclarecer la verdad
oculta tras las numerosas cortinas de humo.
– Yo
decidiré si estoy o no capacitado para cubrir los reportajes de los Uchiha,
señor Akatsuki, y no he venido hasta aquí para escuchar una reprimenda de si
estoy haciendo bien o mal mi trabajo. – Contestó con molestia mientras miraba
el rostro impasible del detective sentado frente a él. – Y usted mismo lo ha
dicho, mi trabajo es mostrarle al mundo que también hay personas malvadas en él,
capaces de hacer atrocidades. No voy a apartarme de esta noticia por muchos contratiempos
que me encuentre en este camino que estoy siguiendo, mi misión es darle a conocer
al mundo la verdad sobre Obito Uchiha.
– Me
recuerda a mí de joven, señor Namikaze. – Reveló Yahiko para sonreír. – Era tan
impulsivo y obstinado como usted pero hace mucho que mi entusiasmo cambio por
culpa de mis convicciones, debido a ello, puse en peligro a muchas personas
hasta que terminé pagando mi cabezonería cuando perdí a alguien importante. Espero
y rezaré para que usted no tenga que padecer por una situación parecida a la
que yo viví. – Detrás de estas palabras se produjo un silencio incomodo entre
los dos hombres en la que solo quedaba como un rumor lejano el ruido que hacían
el resto de personas que estaban en ese momento en el restaurante.
– Aquí
tenéis, el plato especial de la casa. – Interrumpió Nagato el silencio en el
que se habían sumido el periodista y el detective mientras dejaba dos
deliciosos platos de comida frente a los dos hombres. – Espero, les guste.
–
¡Gracias!. – Respondieron a la vez Yahiko y Naruto haciendo sonreír al dueño
del restaurante que después de asentir con la cabeza se marchó para dejarlos
nuevamente solos.
– ¿Fue
a causa de los Uchiha?. – Se atrevió a preguntar Naruto mientras jugueteaba con
el tenedor removiendo los vegetales.
– ¿Le
gustaría escuchar que estuvieran implicados en mi historia y fueran los
causantes de haber perdido a esa persona?. – Yahiko sonrió mientras contestaba
con otra pregunta que provocó que el periodista clavara sus ojos azules en él.
– Creo que se sentirá defraudado porque la realidad es que no, los Uchiha no
tuvieron nada que ver en arrebatarle la vida a esa persona. Ya hace muchos años
de ello pero el dolor sigue tan reciente como cuando me enteré de la muerte de
Konan. – El detective cerró con fuerza sus párpados ante el dolor que parecía
causarle el pronunciar ese nombre. – Estaba siguiendo el caso de unos
pandilleros que estaban colaborando con un grupo de yakuzas para vender drogas
y justo cuando tenía todas las pruebas que delataba sus tratados con los
yakuzas de la ciudad y la venta ilegal de estupefacientes, en ese momento que
los tenía arrinconados con el grupo especial de policías bajo mi mando para
llevarlos detenidos, uno de los miembros perteneciente a ese grupo de
pandilleros consiguió escapar, en su huida no se le ocurrió mayor venganza
contra mí que el secuestrar a mi hermana. Hice todo lo posible por rescatarla,
por llegar a tiempo pero no fui lo suficientemente rápido y cuando llegué
descubrí que todos mis esfuerzos por encontrarla sana y salva se habían
destruido en un segundo. – Yahiko apretó con fuerza los cubiertos aunque su
rostro solemne permanecía inmutable pero el tono de su voz indicaba que aún estaba
adolorido por la pedida. – Sé que el caso no es lo mismo pero usted tendrá
también gente valiosa a su alrededor y el meterse con Obito Uchiha puede
producir que esas personas salgan dañadas, señor Namikaze, porque ningún hombre
en este mundo está preparado para el dolor que provoca una perdida. – Yahiko se
señaló el centro de su pecho con el pulgar de su mano derecha. – Los Uchiha es
una de las familias más ricas de este país, ir en contra de ellos es casi como
intentar ganarle al diablo en una partida de ajedrez y lo que pasó hace
cuarenta años fue un golpe de suerte en el que Obito Uchiha terminó entre rejas
porque así lo designó el juez pero los tiempos han cambiado, señor Namikaze. Hoy
en día, el dinero es capaz de convertir en cervatillos a los tigres para que el
resto de animales no huyan despavoridos.
–
Señor Akatsuki, con lo que me ha contado solo me ha dejado con más ganas de
continuar adelante, de no permitir el que Obito Uchiha intente limpiar sus
sucias manos utilizando mentiras o la honorabilidad que ha creado su familia,
mucho menos cuando las personas más importantes para mí están muertas. No hay
nada ni nadie en esta ciudad que Obito Uchiha pueda utilizar para causarme más
dolor del que ya me ha hecho. Yo… yo solo podré retomar mi vida y permitirme
ser feliz cuando el mundo conozca la verdad, cuando pueda demostrar que Obito
Uchiha es un lobo que se viste con la piel de una oveja para pasar
desapercibido entre el resto del rebaño de carneros, como una víctima en vez de
cómo el verdadero culpable. ¡No quiero que se salga con la suya! – Argumentó
Naruto mientras sacaba el teléfono móvil del interior de sus ropas para ponerlo
sobre la mesa. – Si me lo permite, me gustaría que comenzáramos la entrevista.
– Naruto agitó un poco la cabeza. – Además, hace mucho tiempo un desconocido le
prometió a un niño que la persona que le había apagado la vida de su madre
recibiría su castigo. – Farfulló el periodista recordando aquellas palabras que
en el pasado le habían sido dichas por el detective y Yahiko no pudo evitar
sorprenderse. – Lo que ese niño no sabía es que ese criminal también se
cobraría la vida de su padre y, ahora, solo busca ayuda para mostrar que esa
mala persona no debió haber salido de la cárcel en la que fue encerrado.
– Es
ese caso, estaré dispuesto a aportar todo lo que pueda proporcionarle sobre mi
investigación pero no crea que lo hago porque su discurso me haya convencido
sino porque una vez le prometí a un niño a que le ayudaría a que el hombre que
le había arrebatado a su madre sería castigado. – Susurró Yahiko antes de beber
un poco de agua que se había servido en su vaso. – Un hombre joven como usted
no debería estar viviendo aún en el pasado, debería de tener personas más
valiosas que su propia vida y mi carácter no me permite darle la espalda a una
persona que grita por poder vivir una vida como merece, solo asegúreme que
consiga lo que consiga con su trabajo y sus artículos sobre Obito Uchiha va a
comenzar a vivir. No se quede atrapado con el pasado o a la sombra de Obito
Uchiha, usted aún es joven, señor Namikaze, tiene que disfrutar su tiempo y
también… no deseo que usted arruine su vida como me ha ocurrido a mí.
Naruto
asintió después de escuchar a Yahiko antes de conectar la grabadora de su
teléfono móvil comenzar con la entrevista con el detective.
– Por
favor, ¿podría presentarse?. – Indicó Naruto.
– Me
llamo Yahiko Akatsuki, he sido detective durante más de cincuenta y tres años
pero, actualmente, estoy retirado. – Comenzó a presentarse el detective. – Una
de las investigaciones más importantes en las que trabajé, fue en el conocido
asesinato de Kushina Namikaze, que había desaparecido repentinamente de su
hogar y encontrado el cuerpo cerca de la abandonada granja de pollos de los
Rock por un vecino de la ciudad que paseaba fortuitamente con su mascota por el
lugar.
–
¿Podría indicarme cual era su función en esta investigación?.
– Mi
trabajo consistía en recrear lo hechos, indagar sobre lo que había estado
haciendo la victima el día que había desaparecido y de esta manera, descubrir
al asesino de Kushina Namikaze. – Respondió el detective después de haber
masticado y tragado la porción de pescado que se había llevado a la boca.
– ¿Le
sería posible indicar cuáles fueron los pasos que siguió para encontrar al
responsable?.
–
Después de haber obtenido los resultados de los estudios forenses, en los que
explicaban la crueldad con la que fue asesinada Kushina Namikaze y ponerse en
marcha la investigación para encontrar al homicida, mi primer destino fue el
entorno familiar de la víctima. En estos casos es importante saber cómo era su
convivencia familiar, el trato de los vecinos y las amistades o enemistades de
la víctima ya que todos eran dignos de ser señalados como sospechosos del
crimen. – Indicó Yahiko para volver a beber un poco de agua. – Los
interrogatorios tuvieron que ser muy exhaustivo, en especial, con el señor
Minato Namikaze, al ser el esposo de la víctima podría cumplir con el perfil de
maltrato marital o un asesinato por cuestiones de celos, repulsión y etc. –
Explicaba el detective. – Sin embargo, este quedó descartado de inmediato ya
que al señor Minato Namikaze le fue
exigido el hacerle una valoración psicológica que descartó el que se
tratara de un hombre violento o contara con el conocido perfil de un
maltratador y, por lo tanto, fuera el culpable de la muerte de su esposa. – Se
apresuró a decir. – Entonces, el circulo se cerró en el entornó de los vecinos,
amistades y posibles enemigos del matrimonio Namikaze pero la familia Namikaze
parecía no tener problemas con sus conocidos o el haber personas que quisieran
hacerle daño, así que toda la investigación se terminó centrando en la
reconstrucción del día en que desapareció Kushina Namikaze y a los testigos que
la vieron durante ese día y horas antes a que desapareciera. – El detective
hizo una pausa. – Muchos testigos aseguraron que vieron a Obito Uchiha hablar
con Kushina Namikaze horas antes de que Minato Namikaze se percatara de la
desaparición de su esposa, así que ante esto no me quedó opción que ir en busca
del testimonio de Obito Uchiha, quien afirmó haber visto a Kushina Namikaze ese
día pero desmentía lo dicho por varios testigos de haber estado conversando con
la víctima. Debido a esto, comencé a investigar el entorno de Obito Uchiha y
sobre lo que había hecho en el día que sucedieron los hechos. – Yahiko se llevó
una mano al mentón mientras cerraba los párpados con fuerza en un claro indició
en que estaba exprimiendo su cerebro para recordar algún acontecimiento
importante que había sucedido en su historia. – Una chica, no recuerdo su
nombre, pero que parecía estar manteniendo una relación sentimental con Obito
Uchiha, se mostraba muy nerviosa y me había asegurado que ella había estado
todo ese día en compañía de Obito Uchiha. No obstante, esto era una contradicción
a muchos de los testigos que había interrogado y afirmaban que ese día Obito
Uchiha había estado paseando de un lado a otro del barrio en solitario, por lo
cual, tomé lo dicho por esa joven como falso. – Yahiko suspiró. – Entrevisté a
muchos de los empleados de la familia Uchiha y me sorprendí mucho cuando
ninguno había asegurado no haber visto a Obito Uchiha en su propia casa ese
día, pero que al día siguiente, sí que se había pasado el día en la casa. Una
de las mujeres que se ocupaba de la limpieza y colada aseguró que se había
sorprendido al ver hecha la colada la mañana siguiente en la que había
desaparecido la víctima, pues el señor Obito se había dignado a poner la
lavadora para lavar sus ropas del día anterior, algo que no hacía y
acostumbraba a burlarse de la mujer por el trabajo que ocupaba en la casa de su
familia. Después de este testimonio, me vi en la obligación de obtener los
papeles necesarios que me permitieran hacer un registro exhaustivo en la casa,
despachos y vehículos de la familia Uchiha donde encontré en el interior de uno
de los maleteros de los automóviles que poseían la familia Uchiha un pañuelo
cubierto de sangre, así como manchas de sangres en el propio maletero del
vehículo. – Yahiko se tocó el mentón con una de sus manos. – Recuerdo que el
vehículo en el que estaban las pruebas incriminatorias, estaba en medio de un
tratado en el que los Uchiha intentaban venderlo desde hacía unas semanas ya
que se trataba de un automóvil bastante caro de la época. El juez encontró este
punto como un acto incriminatorio de deshacerse y ocultamiento de las pruebas
que inculpaban a Obito Uchiha como el autor del crimen.
–
¿Cree que el juez Jiraiya Sannin se equivocó en su dictamino?.
– No,
los abogados mostraron todas las cartas que tenían, hubo muchos testigos que
comparecieron en el juicio que se llevó a cabo y el haber encontrado las
pruebas del delito, justo a tiempo, en el maletero del vehículo, fue una clara
señal de que Obito Uchiha era el responsable de acabar con la vida de Kushina
Namikaze. – Afirmó con rotundidad Yahiko.
– Sin
embargo, Obito Uchiha se le ha concedido la libertad y ha logrado un testimonio
después de bastante tiempo de lo ocurrido, Ebisu Aoyama, asegura que todo fue
una treta de Mizuki Touji en la que el señor Obito Uchiha salió culpabilizado
erróneamente, ¿cree que este testimonio es fiable?.
– No,
en su día, tanto Mizuki Touji como Ebisu Aoyama fueron interrogados y llamados
a testificar en el juicio. Mizuki había afirmado que se había pasado el día
ayudando en el negocio familiar y, Ebisu, recuerdo que había dicho algo de que
se dedicaba a hacer diligencias a la familia Uchiha.
El
resto de preguntas que Naruto realizó al detective carecieron de gran valor y la
comida, como la entrevista terminó.
– Le
agradezco su ayuda, al ofrecerme esta entrevista. – Agradeció el periodista
mientras abría su cartera para dejar el dinero de la comida.
– No
se preocupe y ni se moleste en pagar, yo me haré cargo de la cuenta del
almuerzo. – Indicó Yahiko con una sonrisa. – A cambio, le pido que haga una
buena crítica de este restaurante y la buena comida que sirve ya que ha tenido
usted el gusto de probar. Nagato es un gran amigo mío y el negocio no le está
marchando muy bien. Digamos, que sería la compensación por ofrecerle la
entrevista e invitarle a comer. – Sonrió el detective con picardía.
– Yo
no soy crítico culinario pero puedo hacer que uno de los mejores críticos
gastronómicos venga a este restaurante, Chouji Akimichi me debe un favor, y él
sí que podrá hacer un artículo recomendando el restaurante. – Sonrió Naruto
extendiendo su mano como si estuviera a punto de sellar un contrato con Yahiko.
– Eso
sería genial, señor Namikaze. – Contestó mientras estrechaba la mano del
periodista.
Después
de este acuerdo y antes de que Naruto abandonara el local, el periodista se vio
en la obligación de cumplir su promesa llamando a Chouji Akimichi frente al
detective para que fuera a “Rinengan” a comer y, una vez, se había puesto fecha
en la que Nagato recibiría a un importante crítico culinario de Konoha, Naruto
se despidió del detective y el dueño del restaurante para volver al hotel.
Naruto
había llegado al hotel cuando su teléfono móvil comenzó a sonar con su
estridente melodía y apresuradamente cogió la llamada, quería guardar la
entrevista hecha al detective Akatsuki en su ordenador portátil y en la memoria
que había comprado para tener más seguridad sobre esas entrevistas con
información bastante importante que estaba seguro desmoronaría el castillo de
arena que Obito Uchiha estaba intentando construir con falacias.
–
¿Diga?. – Preguntó sin saber quién era la persona que lo estaba telefoneando.
–
Señor Namikaze, soy Kotetsu Hagane y lo llamo, nuevamente, para indicarle que
el conocido del que le hablé, ha aceptado encontrarse con usted. Espero que no
le moleste pero le he organizado la cita y él ha estado de acuerdo de que se
encuentren en el número 23 de la calle Raikiri, a las seis de la tarde de hoy.
– Informó el guardia con cierto tonó jactasioso.
Naruto
dirigió su mirada a la hora que marcaba su reloj de pulsera y comprobar que
solo disponía de una hora y media para que fuesen las seis, tiempo justo que
tendría para guardar la grabación en el ordenador portátil y en la memoria de
seguridad antes de tomar un taxi que lo acercara a la dirección que le había
dado Kotetsu.
– No
hay problema, señor Hagane, le agradezco lo que ha hecho. – Indicó antes de
colgar la llamada y, a toda prisa, ir hasta el ascensor que lo llevaría hasta
la planta del hotel en la que estaba la habitación en la que se hospedaba.
Después
de transferir la entrevista que hizo a Yahiko, Naruto se percató que había
ocupado más tiempo del que había calculado y aunque había corrido para poder
tomar un taxi, el embotellamiento del trafico debido a que estaba nevando y lo
cual, jugaba en su contra, siendo que el periodista llegara a la dirección
indicada por el guardia de la prisión estatal de Konoha con veinte minutos de
retraso.
La
dirección que Kotetsu le había facilitado a Naruto era la de una vieja y
pequeña casa que estaba aprisionada por un edificio y otra casa de aspecto
similar a la que él se dirigía.
Naruto
tocó el timbre ya que carecía del conocido telefonillo y detrás de unos minutos
la puerta fue abierta por un hombre alto, al que apenas pudo ver el rostro
debido a la capucha del suéter que tenía puesto y una bufanda que envolvía gran
parte de su cara, solo quedando a la vista algunos cabellos de color gris.
– Soy
Naruto Namikaze, reportero del periódico Diario Técnica. El señor Kotetsu
Hagane me dio esta dirección para encontrarme con un amigo suyo aunque me he
retrasado un poco debido al clima y el tráfico. – Habló con nerviosismo Naruto
ya que la mirada que sentía estar puesta sobre él de aquel desconocido le inquietaba
bastante.
– Lo
estaba esperando, señor Namikaze. – Agregó el misterioso hombre mientras abría
más la puerta de la casa para dejar entrar al periodista. – Me llamo Kakashi
Hatake y Kotetsu ya me contó sobre que está escribiendo artículos sobre Obito
Uchiha. También me tomé la molestia, mientras lo esperaba, de leer sus
artículos por la página de internet que dispone el periódico en el que trabaja.
– Confesó Kakashi mientras estrechaba la mano de Naruto. – Por favor,
acompáñeme a la sala, ahí estaremos más cómodo. – Indicó después de cerrar la
puerta de la casa mientras comenzaba a caminar por el estrecho pasillo con
paredes lisas y carentes de decoración.
Cuando
el anfitrión llegó a la sala seguido de su invitado, Naruto pudo observar que
la pequeña chimenea que había en la estancia estaba encendida y si hubo algo
que llamó la atención de Naruto, además, del fuego de la chimenea, fue el que
en la habitación no hubiesen fotografías porque si había algunos cuadros de
paisajes que carecían de la presencia de algún humano pintado en ellos.
–
¿Quiere café, té, algún refresco?. – La voz de Kakashi sacó a Naruto de su
sopor ante el extraño decorado de la sala.
– Café,
estaría bien. – Dijo en voz baja para ver como Kakashi se perdía por el pasillo
a preparar el café mientras él se quedaba en la habitación carente de rostros
de los familiares del dueño de la casa o del propio dueño.
Cuando
Kakashi regresó a la sala, traía consigo una bandeja con una taza de café, la
azucarera llena de terrones de azúcar y algunas galletas, las cuales ofreció a
Naruto, siendo otro acto que captase la atención del periodista al percatarse
de que el misterioso hombre no iba a acompañarlo con otra taza de café como era
lo habitual.
–
Señor Namikaze, leí su último artículo de Mizuki Touji, también he visto varios
programas de televisión que no han hecho más que comentarlo e incluso, llamarlo
a usted difamador sin escrúpulos pero yo le creo. Creo en sus entrevistas y en
sus artículos solo porque un grupo de personas quieran pensar que Obito Uchiha
es una blanca paloma, estoy dispuesto en ayudarlo para que se percaten que ese
hombre no es lo que se empeña en vender. – Kakashi hizo una pausa. – Cuando
Kotetsu me llamó contándome sobre que se había puesto en contacto con usted y
revelado información que jamás se pensaría que saldría de las paredes de la
prisión estatal de Konoha no pude negarme, yo no quiero que ese hombre esté
libre por ahí cuando no es ningún animalillo desvalido sino un monstruo con
garras demasiado afiladas. – Afirmó golpeando el reposabrazos del sillón en el
que se había sentado. – No puedo echarme a un lado, cuando Kotetsu me propuso
el reunirme con usted, si mi historia ayuda a que Obito Uchiha no se salga con
la suya no puedo eludir el intentarlo. ¡Quiero que la gente le tema!, ¡quiero
que lo miren y señalen como el monstruo despiadado que es!.
– Entonces,
si le parece bien, podemos comenzar con la entrevista. – Acotó Naruto sacando
su teléfono móvil y marcando la opción de la grabadora que disponía el aparato
mientras veía como Kakashi asentía con la cabeza.
Después
de las formalidades y presentaciones que tenía cada una de sus entrevistas,
Naruto comenzó con las preguntas más intensas y las cuales serían el punto con
el que su artículo sobre los años de Obito Uchiha en prisión tomaría mayor
fuerza y credibilidad.
–
Señor Hatake, ¿por qué conoce a Obito Uchiha?. – Preguntó el periodista.
–
Trabajé en la prisión estatal de Konoha durante tres años. Cuando comencé con
mi empleo de guarda de control de reos en actividades de mantenimiento de
prisión, Obito Uchiha ya se encontraba allí cumpliendo su condena y me
advirtieron sobre él desde el momento en que comencé a trabajar en ese lugar. –
Expresó Kakashi.
–
¿Podría decirme que edad tenía cuando estaba trabajando en la prisión estatal
de Konoha?. – Inquirió un poco intrigado por conocer este dato el periodista.
–
Tenía treinta y siete años y mi edad actual es de sesenta y dos años, señor
Namikaze. – La respuestas de Kakashi sorprendió un poco a Naruto, prácticamente
Kakashi tenía la misma edad que Obito Uchiha.
–
¿Podría contarme como era Obito Uchiha en prisión?, ¿cuál era el comportamiento
que tenía con el personal de seguridad y otros reos?.
– No
hay una simple palabra que defina a Obito Uchiha, señor Namikaze, porque es
peor que un demonio. Él no respetaba a nadie, ya fuese el mismo alcaide de la
prisión, no tenía un buen comportamiento ni actitudes y cada vez que podía
formaba una pelea con el resto de los presos, parecía disfrutar con ello. Sin
mencionar, que en esos tres años que estaba nunca fue culpado o castigado por
los problemas que daba en prisión y muchos guardias y presos lo llamaban como
el “intocable”. – Manifestó mientras rechinaba los dientes con fuerza. – Si me
permite, me gustaría contarle el por qué no volví a trabajar en ese lugar.
–
¿Obito Uchiha es causa de que dejase su empleo?. – La curiosidad en la voz de
Naruto fue palpable.
– No
sabe usted cuan culpable es. – Contestó Kakashi mientras se retiraba la capucha
para dejar a la vista un extraño peinado y un parche que lentamente retiró para
mostrar la cuenca vacía de su ojo izquierdo, acto seguido, se quitó la bufanda
para mostrar un deteriorado lado izquierdo de su rostro con una enorme cicatriz
que descendía desde su ojo izquierdo hasta su boca y la cual contenía multitud
de cicatrices. – Obito Uchiha fue el causante de que mi vida haya acabado hace
años, de que toda mi vitalidad se esfumase ese día y ahora, esté así. Ese
hombre se encargó de destrozar lo poco que tenía. – Habló Kakashi mientras
acariciaba la parte destruido de su cara. – Sé que se preguntará porque no me
he hecho la reconstrucción facial ya que la cirugía plástica ha avanzado
bastante pero ¿cómo hacerlo?. Es mucho dinero y el seguro que portaba mi
contrato no contaba con que algo así pasara, nadie previó que esto ocurriría y no
tenía, ni tengo, el dinero suficiente para que mi rostro vuelva a ser el de
antaño y por culpa de esto he acabado en mi casa, solo y olvidado. – Kakashi miró
a Naruto. – Mi esposa se fue de mi lado llevándose a mi hija porque no podía
aguantar la situación y mucho menos mirarme a la cara como si fuera un
monstruo, señor Namikaze. La gente que me ve por la calle se asusta o me señala
como si en realidad fuese una criatura aterradora, por eso siempre tengo que ir
ocultando mi cara. No obstante, el verdadero monstruo es ese demonio, es Obito
Uchiha, y si algo quiero hacer es que la gente se dé cuenta que Obito Uchiha es
el autentico monstruo, que las miradas de horror y los dedos lo señalen a él y
marquen su existencia como él se ha encargado de condenar mi vida.
– ¿Qué
fue lo que ocurrió?. – Preguntó automáticamente Naruto, sin siquiera percatarse
de la pregunta que había hecho al hombre sentado frente a él debido a que aún
se encontraba estupefacto ante la imagen del rostro de Kakashi.
– Hace
años de lo sucedido pero ¿cómo olvidarlo? cuando ese día mi vida se volvió en
este infierno en el que estoy viviendo. – Kakashi rió levemente como si le
causara gracia sus propias palabras amargas.
Kakashi se encontraba en la cocina de
la prisión estatal de Konoha,
controlando que los presos terminaran su actividad de limpieza en absoluta
tranquilidad sin provocar ningún disturbio aunque era consciente de que ningún
reo contaba en la cocina con cuchillos o utensilios de cerámica, cristal o
porcelana ya que eso podría suponerse como objetos peligrosos en un lugar como
era la prisión estatal de Konoha donde estaba lleno de todo tipo de criminales.
– Kakashi, ya solo queda Obito y Yuura por
terminar con la limpieza de la cocina y yo necesito ir al servicio, ¿crees que
te será un problema si te dejó solo por unos minutos?. – Pregunto Izumo
Kamizuki, otro de los guardias que trabajaban en aquella prisión y que ese día
era el compañero de Kakashi en que todo fuera normal entre los reos.
– No te preocupes. Además, tan solo será unos
minutos.
– Lo sé pero de todas maneras, ten cuidado
con Uchiha, ya sabes que aprovecha cualquier oportunidad para hacer de las
suyas. – Izumo chasqueó la lengua. – No entiendo porque el alcaide le perdona
todas sus impertinencias y conflictos, debería de estar en la celda de castigo
por todo lo que ha hecho. – Reprochó Izumo con molestia. – Bueno, te dejo al
cargo. – Dijo antes de marcharse después de que Kakashi asintiera.
Kakashi caminó hasta donde estaba el
fregadero, una vez desapareció su compañero de vigilancia para mojarse un poco
la cara para refrescarse un poco ya que el ambiente estaba caldeado debido a
que estaban en pleno verano y estaba secándose la cara con una servilleta
cuando sintió un golpe en su rostro que le hizo trastrabillar y caer al suelo
pero apenas tuvo tiempo de recobrarse y levantarse cuando sintió como un peso
se posicionaba sobre él, reteniéndolo y aprisionándolo en el suelo.
– No sabes cuánto he esperado esto. – La voz
ronca le hizo saber al guardia que su agresor era Obito Uchiha.
– ¿Qué pretendes Uchiha?. Suéltame, de una
vez. – Exigió Kakashi mientras sentía como la lengua del preso lamía su nuca y
su pelo estaba siendo tironeado por una de las manos de Obito para levantar su
cabeza, tanto como podía.
– No es obvio, yo aquí soy el amo y quiero
divertirme. – El tono divertido y lujurioso no escondió las intensiones de
Obito.
Kakashi sabía que debía actuar rápido y sus
nervios se dispararon cuando sintió como la mano libre de Obito Uchiha se
enroscó en su garganta donde comenzó a presionar con fuerza indicándole que
pretendía estrangularlo.
En un acto reflejo, el guardia agitó
fuertemente su cabeza hacia atrás con la intención de golpear y aturdir a su agresor, consiguiendo su
propósito al golpear a Obito en su nariz, que debido al improvisado y
sorpresivo movimiento del guardia, comenzó a sangrar y que el preso se llevase las
manos a su nariz para calmar su dolor y detener su hemorragia nasal. Este acto,
fue aprovechado por Kakashi que con velocidad se giró un poco su torso y empujó
a Obito consiguiendo apartar a su captor de su cuerpo.
Sin embargo, Kakashi no espero que Obito
consiguiera agarrar una de sus piernas para no dejarlo escapar.
– Esto se está poniendo divertido, ahora he
cambiado de planes contigo. – Farfulló el Uchiha que mostraba un rostro sombrío
mientras su boca mostraba una gran sonrisa de disfrutar con lo que estaba
pasando y sus ojos parecieron brillar con una luz roja provocando un escalofrío
en el guardia.
Kakashi no respondió, solo se limitó a
patear a Obito para liberarse del agarre y alejarse más de aquel hombre, el
cual ahora le infundía un gran temor porque el rostro que estaba viendo frente
a él no podía ser humano.
– No te escaparas, lindo Kakashi. –
Canturreó Obito también levantándose del suelo para perseguir al guardia
mientras de debajo de sus ropas sacaba lo que parecía ser un punzón de marquetería.
Kakashi buscó la porra en su cinturón y
cuando la encontró se detuvo para hacer frente a el hombre que lo perseguía y
poder reducirlo como le habían explicado que debía hacerlo.
– Obito, no te acerques. – Ordenó el guardia
pero eso no detuvo al preso que parecía estar disfrutando con la escena.
Kakashi golpeó con la porra a Obito en uno
de los costados pero no esperó que el preso agarrara la porra con su mano libre
y ni siquiera llegase a soltar un quejido por el fuerte golpe haciéndolo creer
con más fuerza de que aquella persona no debía de ser humana mientras que con
la mano en la que sujetaba el punzón golpeó su rostro, justó en donde se
encontraba el ojo de izquierdo de Kakashi profiriéndole un gran dolor al
guardia que gritó ante el dolor de sentir como su ojo izquierdo era destrozado
de un solo golpe.
Kakashi soltó la porra para empujar a su
agresor pero lo que el guardia no se percató de que al hacer eso, el preso no
soltaría el punzón incrustado en su cara y este objeto rodara por su carne
cortando su piel con tanta facilidad como si se tratase de papel.
Obito rió al ver como el guardia se llevaba
las manos a su rostro mientras retrocedía mirándolo con rabia, miedo, asombro,
dolor, eran tantos sentimientos mezclados que reflejaban el rostro de Kakashi
que Obito pareció estar más excitado ante ello y no dudó en volver a
abalanzarse sobre el guardia empuñando su arma en alto.
La pérdida de sangre y el sentirse cada vez más
agotado le hicieron pensar de que iba a morir allí, a manos de Obito Uchiha pero fue entonces que
vio frente a él la sarten con aceite, aún caliente, sobre los encendedores
apagados y no dudó en agotar sus fuerzas
en alcanzar la sarten y cuando consiguió alcanzarlo lanzó el aceite
hacia Obito para sin esperar ni un solo minuto golpear con la sarten al preso
que se quejaba y maldecía de dolor en el suelo, justo en el momento que escuchó
la voz de Izumo y otro guardia llegar a donde se encontraba Kakashi y Obito.
–
Después de que llegara Izumo no pude seguir consciente y cuando desperté me
encontraba en el hospital donde mi mujer me miraba con lastima mientras que no
paraba de llorar. Ahí, mientras estaba en el hospital, Izumo me visitó para
darme dos noticias, una que estaba despedido y no se me ocurriera el denunciar
el insidente ya que Obito Uchiha estaba cumpliendo condena y no serviría de
nada el que lo hiciera y la otra noticia fue para contarme, que pudo llegar a
tiempo a donde me encontraba porque Yuura fue quien le dio el aviso de lo que
estaba ocurriendo, lástima que no pude agradecerle a Yuura porque una semana
después de lo que me hizo Obito Uchiha, Yuura se suicidó en el interior de su
celda. – Kakashi apretó los puños con fuerza. – Un año después, mi mujer me
dejó y se llevó a mi hija con ella porque decía que no podía vivir conmigo, que
ya no era el hombre del que se había enamorado y desde ese día no he vuelto a
verlas. Tampoco es que las cosas me hayan ido mejor desde ese momento. – Se
lamentó Kakashi. – Por suerte, gracias a una amistad estoy trabajando como
guardia de seguridad nocturno en una embotelladora de agua.
–
Señor Hatake, ¿no teme que al revelar esta historia su vida pueda estar en
juego?. – Preguntó con preocupación Naruto, podía entender a Kakashi pero aún
así, se vio obligado a formular esa pregunta.
– No
tengo nada que perder, señor Namikaze. Desde que me ocurrió esto. – Kakashi
puso su mano sobre la parte deformada de su rostro. – Yo morí, mi vida llegó a
su fin lo que ve frente a usted, lo que yo soy ahora, solo soy un cascarón
vacío al que le han arrebatado todo lo que tenía. – La voz del ex guardia salió
en tono monótono como si estuviese acostumbrado a decirlas constantemente.
Naruto
estaba pensando en terminar aquella entrevista porque después de lo que Kakashi
le había contado se sentía compungido por lo que le había ocurrido.
–
Señor Namikaze. – Llamó nuevamente y rompiendo el silencio, Kakashi. – Debería
encontrarse con Fu Yamanaka, él era el psicólogo de la prisión estatal de
Konoha, ahora está retirado y junto a Kotetsu, son los únicos de aquel lugar
con los que conservo contacto. – Dijo Kakashi mientras se levantaba de su
cómodo asiento y sacaba su teléfono móvil para buscar el número telefónico de
Fu Yamanaka y apuntarlo en un pequeño papel que luego le entregó al periodista.
– Estoy seguro que le será un gran aporte para sus artículos el que vaya a
visitarlo. – Aseguró confiado Kakashi.
– Lo
tendré presente, señor Hatake. – Contestó Naruto antes de hacer algunas preguntas
más de menor importancia para poder concluir la entrevista y volver al hotel en
el que se alojaba después de despedirse de Kakashi.
Cuando
Naruto llegó a su habitación y después de trasferir la grabación de la
entrevista que estaba en su teléfono móvil al interior de su ordenador portátil
como a la memoria de seguridad que había comprado, decidió que el artículo que
le enviaría a Karin para esa semana sería sobre la investigación que había relizado
el detective a cargo del caso de Kushina Namikaze y la cual, había obtenido de
primera mano por el detective Yahiko Akatsuki que no era más que una pequeña
parte de lo que el próximo artículo que escribiría con la historia de Kakashi,
la opinión de Kotetsu pero que aún necesitaba la particularidad de lo que le
contaría el psicólogo de nombre Fu Yamanaka sobre Obito Uchiha para crear una
gran conmoción, no solo a los medios de comunicación, sino a la misma familia
Uchiha.
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