-Una mala noticia.-
Las
nubes grises cubrían el azul del cielo para dejar sobre la ciudad su cargamento
de nieve que caía en pequeñas motitas blancas.
Los
copos que descendían hacía la superficie terrestre parecían bailar con la
invernal brisa hasta que, finalmente, colisionaban con la extensión helada,
amontonándose y dejando la ciudad cubierta de un blanco puro.
Sin
embargo, el helado clima de invierno no parecía molestarle para nada a la
multitud de niños que correteaban en el parque y utilizaban la nieve para su
diversión, haciendo graciosas esculturas blancas o emprendiendo una batalla de
bolas de nieve mientras sus madres conversaban con un vaso de café caliente
entre sus manos sin dejar de observarlos, y acudir de inmediato en ayuda de su
hijo o hija en el caso de que se hiciera daño mientras jugaban.
Las
parejas y grupos de amigos disfrutaban en la enorme pista de patinaje en la que
se había convertido el congelado lago o saboreando el café, chocolate o té caliente
que vendían en un pequeño puesto cerca de la pista de patinaje.
A Naruto
no parecía importarle lo que estuviesen haciendo todas aquellas personas que
parecían estar disfrutando de la tarde mientras que él, no podía evitar dejar
de mirar su reloj de pulsera ya que se había retrasado, unos veinticinco
minutos de la hora acordada, la persona que lo había citado en el parque.
Naruto
suspiró por tercera vez en lo que llevaba esperando en el lugar para sacar su
teléfono móvil y cerciorar de que en el mensaje que había recibido horas atrás,
indicaba que se encontraba en el sitio correcto y que la hora acordada ya había
pasado unos cuantos minutos.
Volvió
a suspirar antes de dirigir su mirada hasta un grupo de niños que no dejaban de
gritar con euforia mientras hacían un muñeco de nieve.
Se
permitió el sonreír ante los juegos y risas de los menores pero su atención al
grupo de niños fue desviada al escuchar una voz demasiado cercana y conocida
para él que había gritado su nombre.
–
Llagas tarde. – Afirmó Naruto mientras miraba al recién llegado que no dejaba
de jadear y tenía atado a su cuello la correa de la cámara fotográfica que
colgaba y le era útil en su trabajo.
– Lo
siento pero ya sabes cómo está el tráfico en estos días. – Se excusó mientras
se quitaba la mochila de la espalda para poder abrirla y rebuscar en el
interior de la mochila algo que parecía ser importante. – ¡Aquí esta!. – Gritó
emocionado cuando encontró lo que parecía una hoja de periódico demasiado
doblada sobre sí misma. – Toma, creo que te interesa leer esto. – Indicó
desdoblando la hoja de periódico y entregándosela a Naruto que no dudó en
cogerla para comenzar a leerla.
– ¿¡Qué
se supone que es esto!?. – Inquirió apretando los dientes con fuerza mientras
que su cuerpo comenzaba a temblar ante lo que estaba leyendo. – Este asesino no
debería salir de la cárcel, no es ninguna víctima como dice esta reportera. –
Farfulló con rabia.
– Lo
sé pero tú ya no puedes hacer nada al respecto. Los Uchiha han hecho público la
libertad de Obito como si su ingreso en prisión hubiera sido un error judicial.
– Comentó volviendo a acomodarse la mochila a su espalda. – No se trata de
ninguna novedad que una familia tan reconocida como son los Uchiha, quieran
lucir la libertad de uno de sus miembros al ser liberado por buen
comportamiento de la prisión o que busque la manera de exculparse del delito
que ha cometido. Esto ya ha ocurrido antes, ¿recuerdas?. Solo que han pagado de
más a esa novata para que vanaglorie a Obito Uchiha como si fuese un inocente
hombre que ha sido castigado por las circunstancias que lo llevaron a entrar a
la cárcel.
– Tú
no entiendes la gravedad que significa su libertad, Sai. Obito Uchiha es un
asesino en potencia, es un lobo con piel de oveja y si continúan adelante su
liberación, solo provocará que haya otra víctima más, bajo sus manos. – Espetó
Naruto con firmeza. – No hay nada en ese hombre que indique inocencia o bondad
porque hasta la última célula de su anatomía huele a podrida culpabilidad. No
es como en los casos anteriores en que alguien importante ha sido juzgado por
estafa, fraude o robo. Obito Uchiha fue a prisión por matar a una persona.
– Lo
sé pero esa es tu opinión, no la del juez que ha aceptado que Obito Uchiha vaya
a ser libre. Creo que deberías de olvidarte de él. Este tipo de persona es
peligrosa, sobre todo cuando estamos hablando del archiconocido apellido
Uchiha. – Sugirió Sai Shimura poniendo
su mano cubierta por guantes de lana blanca, debido al frío, sobre el hombro
izquierdo de Naruto. – Te he visto mandar cartas a la prisión donde estaba
encarcelado Obito Uchiha para impedir que todas las veces que pidió o se
sugirió su libertad ante su buen comportamiento hayan retrasado este momento.
Sé que escribiste al alcaide de la prisión, al juez que decidía en esta ocasión
si debía de continuar encarcelado o no pero tú ya sabías que esto iba a
suceder. Has hecho todo lo posible, deberías de sentirte conforme y no
presionarte, también tienes una vida que vivir. Tu deber no es estar atado al
dolor del pasado y mucho menos a ese hombre. No conviertas a Obito Uchiha en tu
obsesión personal, Naruto.
– Solo
podré pensar en mi vida y felicidad cuando me asegure que ese hombre no saldrá
del lugar en el que debe estar. – Aseguró Naruto apartando la mano que su amigo
tenía en su hombro. – Solo cuando lo vea nuevamente encerrado en la prisión
seré feliz.
– Sé
que conoces lo que ocasionará tu aparición en Konoha en estos momentos, Naruto.
– Dijo Sai mirando la espalda de su amigo. – Déjalo de una vez y no agraves la
situación más de lo que ya está porque es posible que el único perjudicado en
todo esto seas tú.
– No,
Sai. El dolor que Obito Uchiha impregnó en mi padre y en mí, es una herida que
seguirá abierta si ese hombre es liberado. – Contestó para marcharse del lugar
dejando a su amigo solo.
Sai
chasqueó la lengua inconforme ya que no le gustaba lo que él mismo había
ocasionado en Naruto al enseñarle el artículo referido a la libertad de Obito
Uchiha pero sintió que debía de ser él el que le comunicara la decisión del
juez a Naruto antes de que se enterara por la televisión o cualquier otro medio
informativo ya que presentía que Naruto sería capaz de hacer una disparate si
se encontraba solo a la hora de conocer esa noticia.
Naruto
se bajó del taxi que había tomado desde el parque que minutos atrás se encontró
con Sai para recibir tan horrible noticia. Ahora, se estaba frente al enorme
edificio cuya fachada estaba pintada de verde claro y que poseía grandes
ventanas de cristales oscuros que tan bien conocía, debido a que se trataba de las
oficinas del periódico en el que trabajaba como periodista de actualidad y que
le había bridado la oportunidad de introducirse a la vida laboral justo en el
momento que había logrado terminar sus estudios universitario de periodismo en
la universidad de esa misma ciudad.
Naruto
sabía que siempre estaría agradecido con
“Diario Técnica”, pero sobre todo, con sus superiores que lo acogieron a
pesar de su inexperiencia y, en especial, con Karin, quien le había conseguido primicias
en la que pudo mostrar su capacidad de investigación en ese pequeño periódico
de la Republica del Remolino.
Naruto
saludó al entrar al edificio a la recepcionista que parecía estar ocupada con
las llamadas telefónicas ante de internarse en el ascensor donde pulsó el botón
correspondiente que lo llevarían a la tercera planta para dirigirse al despacho
de su jefa, Karin Uzumaki*.
La
musiquilla que sonaba dentro del elevador solo consiguieron ponerlo más ansioso
ante la lentitud que parecía mostrar el aparato en llevarlo hasta la planta que
deseaba llegar y, por si eso no le fuera suficiente, el ascensor se detuvo en
la segunda planta donde ingreso Shion, una irritante periodista de prensa rosa*
pero que debido al descuido de Naruto, en la fiesta de navidad del año pasado
que acostumbraba organizar el periódico, se había visto enredado con Shion en
unas circunstancias que no había deseado haber tenido. Realmente, no recordaba
mucho de la noche, salvo que había despertado al lado de la chica pero, desde
ese día, Shion no había dejado de perseguirlo en un intento de tener una cita a
pesar de dejarle en claro de que los sucedido esa noche había sido algo
espontaneo y carente de intensiones amorosas y cordura.
–
¡Oh!¡ Hola, Naruto!, ¿pensaba que hoy era tu día libre y no vendrías por aquí?.
– Inquirió Shion acercándose al aludido con premura mientras intentaba que su
voz sonara más dulce y seductora. – Es toda una sorpresa. – Comentó en un
intento de hacer sonreír al hombre.
–
¡Buenos días, Shion!. – Fue el corto saludo de Naruto antes de suspirar rogando
a que el ascensor se apresurara en moverse y llevarlo a su destino ya que en
ese momento, carecía de la paciencia suficiente para escuchar y rechazar a la
mujer de buenas maneras.
Shion
rió grácilmente como si Naruto hubiese bromeado mientras retiraba un mechón de
pelo rubio de su rostro para colocarlo detrás de su oreja coquetamente sin
dejar de mirar a su compañero.
– Eres
tan elocuente como siempre. – Añadió la mujer con ironía. – Pero a mí me gustas
como eres. – Confesó mientras paseaba su mirada por todo el cuerpo de Naruto sin
un ápice de vergüenza. – Si fuera por mí, formaríamos una hermosa pareja y
repetiríamos lo ocurrido el año pasado, en navidad, tantas veces como… – Pero
Shion fue interrumpida.
– Ya
te he dicho que no estoy interesado, sabes que lo que ocurrió aquella vez no
volverá a pasar. – Interrumpió Naruto antes de ver agradecido como las puertas
del elevador se abrían mostrándole su destino. – ¡Adiós, Shion y que tengas un
buen día!. – Se despidió sin escuchar lo que la mujer le decía pero que suponía
debía de ser alguna advertencia a que no podría evitar el destino de enamorarse
de ella como siempre le recordaba para intentar convencerlo de que aceptara
tener una cita con ella.
Naruto
pasó por el pasillo que formaban las mesas y cubículos de sus compañeros hasta
llegar frente a la puerta perteneciente al despacho en el que debía de encontrarse
Karin.
Golpeó
con suavidad la puerta antes de abrir y localizar a la mujer hablando por
teléfono mientras le indicaba con la mano que entrase y cerrase la puerta a su
espalda ya que su conversación telefónica estaba llegando a su fin.
Karin
no tardó en colgar el teléfono para mirar a Naruto.
– Hoy
es tu día libre, ¿qué haces aquí?. – Preguntó Karin con seriedad y rapidez
ignorando el saludarlo.
–
Quiero tomar mis vacaciones. – Respondió Naruto provocando que Karin
entrecerrara sus párpados antes de ajustarse las gafas como si las hubiese
tenido mal puesta.
–
¿Vacaciones?. – Repitió con algo de escepticismo. – Naruto, tú nunca pides
vacaciones. Jamás las aceptas y no dejas de refunfuñar como un anciano cuando
debes tomarlas diciendo que son horas malgastadas para tu trabajo y hoy… ¿hoy
quieres que te deje ir de vacaciones?.
– Así
es. – Afirmó Naruto.
– ¿Por
qué?. – Preguntó Karin recostándose sobre su enorme y cómodo asiento de cuero
negro. – Dame una respuesta convincente para intervenir por ti con los de
arriba y que te sea concedido unos días de descanso cuando sabes que en estas
fechas es cuando un periodista como tú tiene más trabajo.
–
Necesito algunos días para descansar. ¿No eres tú la qué asegura que es la
mejor medicina para revitalizar a un periodista de su agotamiento?, ¿para
lograr qué el estrés desaparezca?. Bien, pues necesito mis vacaciones.
–
Naruto, me estas mintiendo. – Aseguró Karin levantándose de su asiento para
rodear su mesa y quedar frente a frente a Naruto. – Dime la verdad, nos conocemos
desde hace veintidós años y no solo soy
tu compañera de trabajo y amiga. También, soy tú superior. – Le recordó la
mujer.
– ¿Y
qué quieres que te diga?. Necesito marcharme del Remolino con urgencia por
cuestiones que solo me incumben a mí y no me gusta faltar a mi trabajo. En este
momento necesito de esos días libres, necesito mis vacaciones.
– Está
bien, me has dicho parte de la verdad. – Concedió Karin mientras suspiraba por
la vaga respuesta de Naruto. – Sin embargo, intuyo que esto ha de ser por lo
ocurrido con la noticia que implica a la familia Uchiha.
–
¿¡Qué!?. – Casi gritó Naruto ante las palabras de la mujer porque no pensaba
que estuviera al tanto de lo que relacionaba a los Uchiha y a él.
– ¡Ay…
Naruto!, ¿pensaste que no me iba a enterar?. Los Uchiha son una familia
demasiado conocida en todo el mundo como para no recordar el caso que llevó a
Obito Uchiha a la cárcel. – Mencionó Karin llevando sus manos a sus caderas. –
Al principio, cuando me enteré, me resultó difícil el creerlo pero como
recientemente los Uchiha han estado intentando poner en libertad a Obito Uchiha
hasta ayer, que notificaron su pronta salida de prisión, no me quedó otra que investigar un poco y
descubrir que uno de mis compañeros de trabajo está relacionado directamente
con lo sucedido hace cuarenta años atrás y que causó que Obito Uchiha esté
entre rejas. – Declaró Karin antes de apoyar su trasero al borde de la mesa. –
Debiste contármelo.
– No
vi la necesidad de hacerlo. Tampoco es algo que desee recordar. – Contestó
Naruto con simpleza en un intento de no ahondar en el tema que implicaba a su
familia con Obito Uchiha.
– No
sé qué te propones hacer, Naruto. Solo puedo pedirte que tengas cuidado, eres
uno de los mejores periodistas que trabajan bajo mis órdenes, cumples puntualmente
con tu trabajo, sin mencionar que me presentas artículos impresionantes y no
quisiera poder prescindir de ti. – Advirtió Karin mientras lo señalaba con su
dedo índice de su mano derecha. – Haré lo posible para que los de arriba te den
dos semanas de vacaciones, espero te sea suficiente porque dudó que pueda
lograr más tiempo para ti. – Aclaró antes de utilizar su mano derecha como un
peine que deslizó entre sus rojos y largos cabellos. – Ya sabes que si te
ausentas más de ese tiempo y por muy brillante que seas como periodista, así
como si doy todo mi esfuerzo para impedirlo, tu puesto en este periódico se
verá en problemas y podrías ser despedido.
– Lo
sé. Me hago completamente responsable de lo que cause con respecto a mi puesto
de trabajo en “Diario Técnica”. – Confirmó Naruto antes de sonreír. – Gracias,
Karin.
– No
las des, solo apresúrate y no hagas que me arrepienta de mi decisión. – Dijo
Karin para ver como Naruto abandonaba con una sonrisa su despacho mientras ella,
no dejaba de morderse el labio inferior con preocupación, así que decidió
volver a su lugar para hacer una llamada telefónica antes de ir a hablar con
sus superiores para otorgarle a Naruto unos días de vacaciones.
Naruto
salió del edificio para detener a un taxi que lo acercara hasta donde estaba el
inmueble en donde tenía su apartamento y vivía solo desde hacía años ya que
después de haber vendido el pequeño piso que había compartido con su padre
hasta que este murió devastado por la enfermedad en la que había desembocado la
depresión que le había causado la forma en que su madre había sido arrebatada
de sus vidas.
Minato
había sido un buen hombre, un gran trabajador y un estupendo padre hasta que
ocurrió aquella tragedia que destruyó a su familia provocando que Minato partiera
de Konoha, donde había perdido una gran parte de su felicidad, para comenzar un
continuo vagabundeo junto a su hijo por diferentes países y ciudades hasta
llegar a la Republica del Remolino, el lugar en el que había nacido Kushina y
la vida de Minato Namikaze se había apagado como si se tratase de una ironía
del destino.
Sin
embargo, Minato no consiguió reponerse de lo sucedido y había caído presa del
alcohol en busca de un refugio que mitigara su dolor y descuidara los empleos
en los que había sido contratado, causando que Naruto tuviera que esforzarse
mucho en sus estudios para conseguir becas que le permitieron cursar y terminar
la universidad aunque para des fortuna de Minato, jamás pudo ver como su único
hijo terminaba su carrera universitaria ya que había fallecido el segundo año que
Naruto estudiaba periodismo.
No
obstante, Naruto no culpaba a su padre de haberse vuelto un alcohólico o de no
proporcionarle un hogar estable. Sabía de primera mano el sufrimiento que
estaba padeciendo Minato y, también, recordaba todas las veces que se había
despertado a media noche al oír como su padre estaba llorando desconsoladamente
mientras llamaba a su madre en pequeños gimoteos o como cuando el alcohol fue
más fuerte que la propia voluntad de Minato y este, intentaba ocultar la
botella de licor de la que estaba bebiendo porque, a pesar de todo esto, Naruto
siempre recibió un abrazo de su padre cuando lo necesitaba o unas palabras de
apoyo que le animarán a sentirse mejor y a continuar enfrentándose a la vida aunque
Minato estuviese devastado en su interior.
Sin
embargo, cuando Naruto descubrió a su único pariente vomitando sangre en el
retrete del baño, no dudó en obligar a Minato a ir al hospital en el que los
médicos se percataron de lo dañado que estaba su hígado y páncreas. Por mucho
que Naruto ayudó a su padre para dejar el alcohol, el cáncer que se había
extendido en el interior del cuerpo de Minato fue más fuerte y terminó con la
vida de Minato sin darle ninguna oportunidad, dejando a Naruto solo.
Naruto
había llamado a una de sus antiguas vecinas de Konoha, Tsunade Senju, para
pedirle el favor de que se ocupara de que los restos de su difunto padre fuera
enterrado en el mismo cementerio en el que estaba la tumba de su madre y, si
era posible, al lado de Kushina.
La
muerte de Minato había provocado que se rompiera el último lazo que Naruto
mantenía con los habitantes de Konoha, una vez que Tsunade le había confirmado
a Naruto que había logrado que Minato fuese sepultado al lado de Kushina.
El
taxi había llegado a su destino y detrás de que Naruto le pagara el trayecto,
subió al edificio hasta llegar a su apartamento sin encontrarse con ninguno de
sus vecinos por el camino ya que había decidido subir por las escaleras y no
por el ascensor debido a que no tenía el suficiente humor como para comenzar
una charla con alguno de sus vecinos.
Naruto
se disponía a abrir la puerta de su casa cuando su teléfono móvil había
comenzado a sonar pero antes de coger la llamada decidió entrar a su vivienda
encendió la luz y cerró la puerta para sacar el teléfono móvil del bolsillo de
su pantalón y observar el nombre de Sai en la luminosa pantalla.
– ¿Qué
quieres, Sai?. – Inquirió con fastidio mientras se deshacía de la bufanda que
protegía su cuello del frío.
–
Naruto, Karin me ha llamado para decirme que has pedido que te adelantaran las vacaciones. – Contestó Sai con un tono de
voz que indicaba que se encontraba disgustado.
– Sí,
es cierto. – Confirmó antes de caminar
hasta la mesilla donde estaba su ordenador portátil para conectarse a Internet.
– Tengo derecho a pedirlas ya que nunca lo he hecho y, normalmente, soy
obligado a tomar mis vacaciones cuando a Karin le place. ¿Acaso tú no
solicitaste tus vacaciones hace tres meses atrás?.
– No
es lo mismo, Naruto. Yo pedí mis vacaciones para ir a casa de mis padres en el
campo y desconectar de la ciudad pero tú pretendes ir a Konoha, ¿no te das
cuenta qué estas poniendo tu vida en juego?, ¿acaso no me escuchaste cuando te
lo dije en el parque?.
– Sai,
no tienes que decirme lo que debo o no debo hacer, no soy ningún niño. – Naruto
entró en una página web que se ocupaba de hacer reservas de pasajes y después
de indicar que necesitaba un billete para ir desde el país del Remolino al país
del Fuego cliqueó para aceptar la reserva del vuelo que saldría más próximo. –
Te recuerdo que tengo cuarenta y siete años y soy perfectamente consciente de
mis actos.
–
Estas cometiendo un error, Naruto, como tu amigo me preocupo por ti y te pido
que no vayas a Konoha. – Pidió Sai en un intento de hacer desistir a Naruto.
– Ya
es demasiado tarde, Sai. Mi vuelo sale esta noche y no tengo intención de
anularlo. – Informó Naruto mientras se apartaba del ordenador para entrar a su
habitación y abrir el armario.
Sin
embargo, Naruto escuchó como Sai cortaba la llamada y supuso que se habría
enfadado ante lo que le había dicho, así que dejó el teléfono móvil sobre la
mesita de noche mientras comenzaba a sacar su ropa del armario pero los
insistentes golpes en la puerta de su apartamento lo obligó a dejar lo que
estaba haciendo para ir hasta la puerta que estaba siendo aporreada.
Antes
de abrir la puerta de su casa, Naruto miró por la mirilla que tenía la puerta y
vio que se trataba de Sai, así que abrió la puerta para dejarle entrar.
Sai
entró y cerró la puerta con fuerza a pesar de que su respiración estaba
agitada, lo que indicaba que había estado corriendo y, por tanto, debía de
estar cansado, no le impidió empujar a Naruto contra la pared donde lo acorraló
con su cuerpo.
–
Pensé… pensé que no eras tan idiota como para ir a meterte en la boca del lobo.
– La voz de Sai salió compungida como si estuviera intentando retener sus
emociones en lo más profundo de su interior. – Sé que tu madre murió por culpa
de ese tal Obito Uchiha, casi de la misma manera, el dolor que dejó en tu
familia asesinó a tu padre pero tú… ¿qué vas a hacer?. El juez al que le
enviaste la carta pidiéndole que no liberara a Obito Uchiha ha desestimado tu
opinión. Los Uchiha ya hicieron público que Obito saldrá en libertad el lunes por
buen comportamiento y, aún así, vas a ir a Konoha pero ¿para qué?. ¿¡No te das
cuenta que te estás exponiendo!?. – Gritó su última pregunta.
– Sai,
nada de lo que digas va a hacerme cambiar de idea. – Naruto empujó suavemente a
su amigo para liberarse del encierro en que lo tenía para caminar hasta la
sala. – Me gustaría poder hacerte entender lo que siento. Esta necesidad de no
poder quedarte inmóvil observando como un criminal, como lo es Obito Uchiha
sale de la cárcel, que no solo mató a una mujer inocente sino que destruyó a
toda una familia. Necesito ir a Konoha, necesito ir y hablar con el alcaide de
la prisión y el juez Hidan Jashin. Necesito ver con mis ojos como Obito Uchiha
vuelve a ingresar en la prisión estatal de Konoha para no salir en lo que le
queda de vida. Necesito hacerlo por mis padres y, también, por mí porque si no
lo hago siento que nunca podré ser feliz.
– Ya
sabía que daba igual lo que te dijera pero no puedo evitar preocuparme por ti e
intentar convencerte de que no cometas esa estupidez. – Sai se acercó a Naruto.
– Ten cuidado y llámame, no importa la hora a la que sea o si es para contarme
alguna tontería, quiero que me llames aunque sea de un teléfono público para
poder estar seguro de que estás bien. – Pidió Sai extendió su mano derecha hacia
Naruto.
– Está
bien, lo haré porque estoy seguro de que Karin también te llamó para que me
convencieras de no ir a Konoha. – Dijo Naruto estrechando la mano de Sai. –
Aunque en el parque ya habías hecho tu intento infructuoso de que no fuera al
país del Fuego.
– Debía
intentarlo de nuevo y, aunque no lo parezca, ella se preocupa por ti, Naruto.
Karin no solo es tu superior, también es tu amiga. – Aclaró Sai antes de soltar
la mano de su amigo y marcharse de la casa de Naruto recordándole que tanto él como
Karin se preocupaban por Naruto Namikaze.
Aclaración de los términos:
*
Karin Uzumaki: He decidido ponerle el mismo apellido que tiene Naruto y Kushina
debido que en el manga se hizo mención de que Karin pertenece al clan Uzumaki
como Nagato. Además, que vendría a ser un apellido común del Remolino.
*Prensa
rosa: También se conoce como prensa del corazón o prensa amarilla ya que se
trata de entrevistas relacionadas con personajes famosos, tanto locales como
internacionales, en la mayormente son noticias de amores y desamores de actores
de cine o escándalos que han propiciado.
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