martes, 4 de julio de 2017

Huellas del pasado

Autora: Yukikosan (yo)                     Título: Huellas del pasado

Resumen:
Uzumaki FamilyNaruto había pasado por la dolorosa tragedia de perder a su madre injustamente cuando tan solo contaba con siete años. Ahora, la misma justicia que había encerrado al asesino de su madre entre rejas lo deja en libertad y busca limpiar su nombre aportando cualquier tipo de argumentos y pruebas que lo absuelvan del asesinato que lo llevó a estar en prisión. No obstante, lo que Naruto no imagina mientras intenta hacer fracasar los planes del asesino de su madre hay diferentes personas con las que tropezará en su camino que podría confundir sus sentimientos. ¿Conseguirá Naruto su propósito?, ¿o sus sentimientos lo alejarán de lograr su objetivo?.

Disclaimer o declaimer: Los personajes pertenecen a  Kishimoto-sama y este relato es de una fan para fan, sin ánimos de lucro.

Categoría: Anime/Manga    Fandom: Naruto    
Clasificación: Yaoi           Edad recomendada: Mayores de17 años
Pareja: Naruto x Sasuke (NaruSasu) y Naruto x Sai (NaruSai) leve
Género/s: Acción, angustia, drama, romántico y suspense.
Advertencia: Muerte de personaje y AU (Universo Alternativo).
Indicaciones: Posiblemente los personajes no poseen su personalidad original (OoC y OCC)
Fecha de publicación inicial: 19/03/2013
Fecha de finalización inicial: 15/07/2013
Web en las que está o estuvo: Amor Yaoi y La burbuja de nieve (mi blog)
Nota: He corregido y actualizado antes de ponerlo aquí, espero os guste
Nota2: Antes de escribir este fanfic, el cual me apetecía mucho abordar esta temática, me he informado y tomado referentes para poderlo llevar a cabo sin desviarme demasiado. He recibido ayuda que me han recomendado libros, películas, series, etc. que me ayudaron a recrear toda esta historia.



Lista de capítulos: [1][2][3][4][5][6][7][8]
                               [9][10][11][12]

Huellas del pasado ~12~

-Dolor del corazón.-

Naruto se había despertado desde hacía treinta minutos y su mirada había permanecido fija en el techo de la habitación sin pensar en nada, solo disfrutando de la agradable sensación de paz con la que había amanecido sin querer aún el tener que afrontar la realidad junto a la amargura que parecía ser su compañera fiel de vida porque el periodista, realmente, necesitaba sentirse sin el peso que cargaba sobre su espalda cada mañana. Era por eso, que podía apreciar con mayor índole el silencio que lo rodeaba y la agradable sensación que casi rosaba a lo que él suponía debía de ser  la alegría.

– ¿En qué estas pensando?. – Preguntó con voz aletargada la persona que se encontraba al lado del periodista y la que hasta hacía unos minutos estaba durmiendo.

– En nada. – Dijo para girar su rostro y mirar a los ojos negros del hombre recostado a su lado en la gran cama cubierta por sábanas de satén y gruesas mantas de lana que cubrían su desnudes.

– ¿Estas molesto por lo que pasó?. – Preguntó en un hilo de voz mientras que una de sus manos se deslizaba por el torso desnudo de Naruto en una caricia lenta.

– No. – La respuesta fue simple antes de levantarse un poco y besar a su compañero en los labios porque, de alguna manera, Naruto sentía que debía hacerlo.

– Naruto… – Jadeó cuando el periodista cortó el beso para sentarse sobre la cama. – ¿Te quedarás a mi lado?. – Inquirió antes de que Naruto se levantase de la cama.

– Sasuke, yo…

– Quédate conmigo. – Pidió Sasuke con voz temblorosa mientras quedaba sentado sobre el colchón. – No creas que después de esto, has hecho que deje de sentir lo que siento porque no es así, no soy ningún crío que no sabe lo que quiere. Yo te quiero.

– Lo sé, me lo has dicho. – La respuesta de Naruto hizo que el silencio volviera a reinar en el cuarto y por la cabeza de Naruto pasó el recuerdo de lo ocurrido en la noche y como había llegado ahí, como había tenido sexo con aquella persona y como lo primero que vio al despertar fue el rostro dormido de Sasuke.

– Para mí… lo que pasó tuvo significado. – Musitó Sasuke y Naruto giró a mirarlo para ver como apretaba las mantas con fuerza. – Sé que no me ves como me gustaría pero…

– No es mi estilo ir creando ilusiones a las personas. – Interrumpió Naruto volviendo a mirar al frente. – No me arrepiento de lo que pasó pero tampoco te puedo prometer que me quedaré a tu lado. Ya te lo dije, en estos momentos no puedo relacionarme con alguien.

– ¿Por  qué…?, ¡maldita sea, dime por qué no puedes estar conmigo!. ¿¡Es por qué tengo veinticinco años!?, ¿es por qué piensas que aún soy demasiado crío para ti?. – La voz de Sasuke salió teñida de furia.

– No seas tonto, Sasuke. No soy esa clase de persona, me importa un pimiento lo que piensen los demás o si eres más joven que yo. – Naruto suspiró. – Solo quiero que no te veas envuelto en problemas, no me encuentro en una buena situación y lo que menos me gustaría es ver que otras personas sufran por mi causa. – Reveló el periodista en un intento de convencer a su compañero.

– ¿Es qué le debes dinero a alguien?, yo puedo dejártelo para que…

– ¡No es eso, joder!. – Gritó Naruto mirando a Sasuke que se había asustado por el improvisado grito con el que lo había interrumpido. – No soy ningún criminal, tampoco ando debiéndole dinero a la gente o algo así, pero estoy trabajando en algo, que el simple hecho, de que hable con alguien podría ponerlo en peligro. Es por eso, que no está bien que esté aquí, que yo… me haya dejado llevar. – El periodista apretó con fuerza las sábanas bajo él. – Tú tienes familia, gente que te quiere. Ellos no merecen que por seguir a alguien como yo pueda ocurrirte algo malo, se preocuparían y no estaría bien hacerlos pasar por ese tipo de sufrimiento.

El silencio volvió a imperar en la habitación mientras que ambos hombres se miraban a la cara pero Sasuke no tardó en desviar su mirada.

– Será mejor que me marche. – Murmuró Naruto comenzando a buscar sus ropas por el suelo de la habitación.

Cuando Naruto se terminó de vestir se acercó a Sasuke, que no se había movido del lugar en el que se encontraba, y lo besó en los labios pero en esta ocasión el beso fue para despedirse de Sasuke ya que el periodista no quería que se implicase en algo que él solito se había metido porque se lo debía a sus difuntos padres.

– Gracias por darme un poco de paz. – Murmuró Naruto antes de acercarse al oído de Sasuke. – Creo que también comencé a quererte. – Le susurró antes de marcharse del apartamento en el que vivía Sasuke sin siquiera mirar al dueño de la vivienda.

Cuando Naruto se encontraba en la calle sintió como la melodía de su teléfono móvil sonaba debido a que alguien lo estaba llamando.

– Sai… – Susurró Naruto.

– Naruto, Karin me ha contado lo que ha hecho Obito y en la situación en la que te encuentras. – La voz de Sai sonó preocupada. – ¿No crees qué has arriesgado suficiente tu puesto de trabajo para continuar con esto?.

– Eso ya deberías de saberlo, Sai. No importa si me quedo sin nada por culpa de Obito Uchiha pero yo voy a buscar la manera de mostrar que no es ningún santo. Simplemente, tengo que hacerlo, no puedo dejar que se salga con la suya, no puedo permitir que siga riéndose de la muerte de mi madre y como me arrebató también a mi padre. Ese maldito tiene que pagar.

– Naruto…

– Escúchame bien, Sai. – Interrumpió al fotógrafo porque sabía lo que iba a decirle y también podía percatarse en la voz de Sai que se encontraba muy preocupado por él. – Hoy tengo una oportunidad para mostrar que Obito no es el inocente que dice ser. Tengo la oportunidad de tomar una información tan valiosa que mucha de esa gente que se deja guiar por las falsas palabras de Obito Uchiha, van a tener que morderse la lengua.

– ¿A qué te refieres, Naruto?.

– Sai, he conseguido convencer a Ebisu Aoyama para entrevistarlo hoy y conseguiré que confiese la verdad. – Declaró Naruto.

– Naruto, eso…

– ¡Déjalo ya, Sai!. – Advirtió Naruto sin dejar de hablar al fotógrafo un poco molesto porque estaba seguro que Sai no aprobaba el hecho de que fuese a hacer esa entrevista y cortó la llamada.

El periodista tomó un taxi que lo acercó al hotel en el que se alojaba, necesitaba darse un baño y ponerse ropa limpia. Además, de que tendría que acercase a una lavandería para lavar sus ropas sucias.

Después de cumplir sus propósitos esenciales, Naruto se quedó paseando por la ciudad en espera a que fuese la hora en la que tendría que ir al colegio Amaterasu para hacer la entrevista, así que almorzó en uno de los tantos restaurantes de la ciudad y se permitió disfrutar un poco de algunos espectáculos de artistas callejeros que, a pesar de la baja temperatura, continuaban haciendo su trabajo.

Las horas pasaron con lentitud para Naruto ya que se encontraba ansioso por entrevistar a Ebisu y debido al comportamiento que parecía tener, Naruto intuía que presionándolo un poco al recordarle que estaba cometiendo un delito, Ebisu soltaría por su boca todo lo que el necesitaba para que Obito Uchiha quedase acorralado.

Naruto tomó el autobús que lo llevaría hasta el barrio en el que vivió durante su infancia y caminó con paso lento hasta el colegio para llegar puntualmente a la hora acordada.

Por el camino, el periodista observó a muchos padres y familiares que regresaban a sus casas después de haber ido a buscar a los niños y niñas del colegio pero no esperó encontrarse con un hombre que ya conocía.

– ¡Hola, Naruto!. ¿Qué hacer por aquí?, ¿recordando viejos tiempos?

– ¡Hola!. Sí, algo así… Gaara. – El periodista pronunció el nombre con vacilación debido a que no recordaba bien de si el pelirrojo frente a él se llamaba así pero cuyas dudas quedaron aclaradas cuando el pelirrojo sonrió complacido.

– Ella es mi hija, Akako, he venido a buscarla. – Presentó Gaara a una pequeña niña de pelo rojo y ojos verdes vestida con el uniforme del colegio al que se dirigía el periodista y sujetaba de la mano a su padre. – Akako. – Murmuró a la niña que se sonrojó antes de asentir a lo que su padre quería que hiciera.

– ¡Hola! Soy Akako no Sabaku, encantada de conocerlo, señor. – Se presentó la niña haciendo una leve inclinación hacia delante un poco violenta.

– ¡Qué educada!. – Sonrió Naruto acuclillándose hasta quedar a la altura de la niña y extender su mano para estrechársela con la pequeña mano de la menor, la cual con algo de vergüenza agarró la mano del periodista. – Yo soy Naruto Namikaze y el placer es mío. – Naruto sonrió haciendo que la niña se sonrojara más por lo poco habituada que estaba a conocer a desconocidos. – Así que aún vives por aquí. – Habló en esta ocasión hacia Gaara

– Sí, a pesar de lo que pasó, este ha sido un buen barrio y he querido que mi familia continúe viviendo aquí. – Afirmó el pelirrojo. – Pensé que te lo había dicho en aquella ocasión. – Musitó Gaara provocando que Naruto sonriera nerviosamente porque a duras penas recordaba el encuentro y lo que habían conversado.

– Papá… – Llamó la niña a su padre para señalarle a un niño castaño que los saludaba unos metros alejado y que debido a su ropa indicaba ser un estudiante de instituto.

– Bueno, Naruto, tengo que marcharme pero estaría encantado de recibirte en mi casa y presentarte a mi esposa. Vivo en la calle Shikaku, número 27. Aunque no tiene confusión, es enorme y de color amarilla. – Indicó Gaara. – ¡Adiós, Naruto!.

– Gracias por la invitación, ¡adiós!. – Se despidió el periodista para continuar su camino después de cerciorarse de que la pequeña conversación no había ocupado mucho tiempo pero sabía que ya llegaría varios minutos pasada la hora acordada al colegio.

Naruto llegó al enorme edificio que no había cambiado mucho de cómo lo recordaba a pesar de que se podía apreciar que su fachada había sido restaurada y habían puesto una pequeña placa en la entrada del colegio pero, a pesar de ello,  habían aumentado el número de aulas debido a que un patio había desaparecido para convertirse en parte del edificio principal del colegio.

Naruto entró si poder apartar la vista a cada rincón que le traían recuerdos de su infancia hasta llegar a donde se encontraba la consejería y esperaba encontrar a Ebisu pero ahí, no había nadie.

El periodista miró el reloj de pared que marcaba las seis y media situado en el interior de la consejería ya que la ventana-mostrador no había sido cerrada, lo que le indicaba a Naruto que Ebisu se debía de encontrar dentro del edificio.

Naruto decidió no perder más tiempo esperando a que Ebisu apareciera por uno de los pasillos y, por alguna razón, su instinto le gritó que accionara la grabadora de su teléfono móvil, así que lo hizo antes de tomar el pasillo de la izquierda para buscar al conserje.

Como era de esperarse el colegio era más lúgubre a esa hora que carecía de niños que le daban la vida al viejo edificio. Las puertas de las aulas que el periodista comprobó estaban cerradas aunque la llave no estaba pasada, por lo que Naruto al accionar el picaporte pudo comprobar que las aulas estaban vacías.

El periodista llegó a una de las escaleras principales sin haber encontrado al conserje, así que no dudó en subir para comprobar en la planta siguiente de que Ebisu no se encontraba allí.

Naruto había comprobado ya dos aulas cuando el sonido de algo al caerse procedente de una de las aulas del piso superior captó su atención.

Sin pensar por un momento, Naruto siguió su impulso y se dirigió corriendo escaleras arriba donde una de las aulas tenía la puerta completamente abierta. En ese momento, Naruto se detuvo un instante para retomar el aire que sus pulmones habían gastado debido a la carrera y caminó hacia el aula mientras llamaba al conserje aunque no recibía respuesta pero el periodista guiado por la curiosidad de saber que aquel salón tenía la puerta abierta no se reprimió en dar pasos para entrar al lugar.

– ¡Señor Aoyama!. – Llamó Naruto antes de entrar a la clase donde encontró a Ebisu, sentado sobre una de las sillas estudiantiles con las manos sobre el pupitre escolar cerca de la ventana donde la vaga luz que aún había le daba una apariencia nostálgica, pues su cabeza estaba baja como si estuviese mirando sus manos o meditando. – Lamento la tardanza pero no pude evitar el entretenerme por el camino… – Había continuado hablando el periodista hasta estar lo suficientemente cerca del conserje que ni siquiera se había dignado a girar la cabeza para mirar al recién llegado o saludarlo. – ¿Se encuentra usted bien?. – Preguntó Naruto al llegar a un lado de Ebisu y percatarse de que no parecía escucharlo ni darse cuenta de su presencia, siendo que un escalofrío surcara la columna vertebral del periodista.

Naruto tragó saliva antes de estirar su brazo derecho y tocar con su mano uno de los hombros del conserje, fue entonces que el cuerpo de Ebisu Aoyama se movió ante la atenta mirada del periodista.

El cuerpo de Ebisu Aoyama se reclino hacia el hombro que Naruto le había tocado y como si fuese un sueño, el periodista observó estupefacto como Ebisu Aoyama caía al suelo, inerte, frío, rígido… Ebisu Aoyama estaba muerto.

Naruto miraba con los ojos muy abiertos, más de lo que alguna vez lo hubiese hecho en su vida, el cadáver de Ebisu Aoyama en medio de la penumbra sin poder salir del shock que no le permitía hablar, le imposibilitaba gritar o moverse.

Sin embargo, en ese estado de estupefacción en el que había entrado el periodista sintió como un fuerte golpe lo sacaba de ese estado catatónico pero antes de que su cuerpo cobrara la misma velocidad que su mente, otro golpe en su estómago consiguió sacarle el aire  de sus pulmones acarreándole el caer al suelo.

Naruto no fue capaz de levantar la cabeza debido a que seguía recibiendo golpes en todo su cuerpo, pareciendo un muñeco siendo vapuleado por un niño y, entonces, escuchó una risa. Una risa, que estaba seguro se le hacía familiar, una risa que indicaba que quien fuese quien estaba apaleándole estaba disfrutando con ello.

El periodista no sabía si tan solo había pasado algunos minutos o unas horas recibiendo aquella tunda sin poder tener la oportunidad de defenderse, solo de protegerse de aquellos lugares de su cuerpo que sabía eran puntos vitales pero no impidió que sintiera como en su pecho llegaran a ocasionarse crujidos que le indicaban que se trataba de algo serio.

Repentinamente, Naruto dejó de sentir golpes y solo escuchaba la carcajada mientras el escupía su propia sangre sobre el suelo de cerámica color ocre.

– Eres tan idiota… – Comentó divertido y Naruto reconoció aquella voz, haciéndole apretar sus puños con fuerza sobre el suelo debido a varios sentimientos guardados en su interior mientras intentaba ponerse de pie, ignorando el dolor que sentía sobre sus costillas. – Tan idiota como para buscar al viejo imbécil y asustarlo lo suficiente que me llamó para pedirme perdón. ¿Cómo si no fuese a pasar nada?.

– O… Obito… – Farfulló Naruto antes de volver a escupir sangre de su boca al recibir una fuerte patada en su tórax que lo hizo caerse y encogerse sobre sí mismo en un acto involuntario con el que pretendía mitigar el dolor que sentía pero sin poder mirar aun a su agresor a la cara.

– Y tú tan idiota como la puta de tu madre. – Dijo apartándose un poco de Naruto con una enorme sonrisa en sus labios. – ¿Qué harás ahora, Naruto?, escribirás otro artículo diciendo que soy una mala persona, qué no me saldré con la mía para poder quedarme con el dinero de mi padre o piensas ir a una comisaría a denunciarme pero deja que te de un dato, estúpido, tu no saldrás de este colegio de mierda. – Le aseguró Obito al periodista sin parecer importarle el confesarle cuáles eran sus motivos verdaderos de lo que estaba haciendo todo aquel teatro después de conseguir la libertad.

– ¡Cabrón…! – Consiguió gritar Naruto cuando logró levantarse con una de sus manos sujetando sus costillas mientras que con su otro brazo lo tenía apoyado en la pared para no perder el equilibrio. – Tú lo mataste. – Pronunció refiriéndose a Ebisu.

– ¿Yo matar a alguien…? Perdona, creo que estas confundido. – Declaró teatralmente antes de propinarle un puñetazo al periodista en el estómago pero no permitió que Naruto cayera al suelo cuando se dobló de dolor ya que le agarró del pelo, obligándole a que le viera a la cara. – ¿Cómo se siente el ser basura?. – Preguntó jocosamente acercando su cabeza a la del periodista y este le escupió en la cara a Obito, provocando que su agresor, nuevamente, estallara en carcajada. – Cuando tu madre estaba así, solo sabía llorar y suplicarme que la dejara, que no le contaría a nadie pero tú no eres tan miserable como Kushina, ¿verdad?. – Inquirió antes de golpear la cabeza de Naruto contra la pared, lo cual causó que el periodista quedara aturdido. – Espero que mi padre tenga los mismos huevos que tú para divertirme un rato antes de ayudarlo a dejar este mundo. – Rió antes de volver a estrellar la cabeza del periodista contra la pared.

– ¿Por qué… ? – Consiguió preguntar Naruto a pesar de su desconcierto.

– ¿Por qué maté a tu madre?, o... ¿por qué te voy matar a ti? o… ¿por qué ese imbécil está muerto? o… ¿quieres saber por qué te estoy contando esto?. Bueno… digamos que es por diversión. – Espetó Obito tirando al periodista al suelo y patearlo para, acto seguido, coger los cabos de la bufanda que Naruto tenía enredada a cuello, de los cuales comenzó a tirar, apretando la garganta del periodista mientras este hacia todo lo posible para no ser asfixiado. – No te resistas, sabes que compartirás el mismo destino que tu madre y yo disfrutaré ver como se extingue tu vida. – Aseguró mientras pateaba la espalda de Naruto y dejaba su pie apoyado y ejerciendo fuerza sobre la espalda del periodista para inmovilizarlo mientras seguía tirando de la bufanda.

Naruto había perdido mucha fuerza y sus energías por impedir el ser ahorcado con su propia bufanda se disminuía poco a poco. Escuchó la risa de Obito como si fuera un rumor cuando la presión alrededor de su cuello fue mayor y su tráquea fue aprisionada.

El periodista intentó tomar aire pero cada vez, era menos posible y solo podía escuchar su corazón, palpitando impetuoso en ese instante en que estaba luchando por su vida.

Naruto oía el sordo ruido de su garganta al intentar tomar aire que no le estaba siendo posible de llevar a sus pulmones debido a que su cuello estaba siendo aprisionado y de repente su visión se comenzó a nublar y la poca luz nocturna que captaban sus pupilas se fue apagando hasta que todo quedó en negrura mientras una explosión pareció dar la señal de que la oscuridad terminara de cernirse.

– Naruto… – Escuchó su nombre en un susurró y el negro que albergaba todo a su alrededor comenzó a dispersarse como un banco de mariposas que revoloteaban para dejar paso a la claridad, una luminosidad que proporcionaba calidez y cegaba los ojos del periodista, por lo que Naruto, se vio obligado a cerrar los ojos por un instante antes de entre abrir sus parpados intentando acostumbrarse a aquel blanco para poder buscar a quien lo llamaba. – Naruto… – Repitió aquella voz dulce.

Naruto se sentía cómodo en ese lugar, a pesar de que no podía abrir bien sus parpados, para ver a su alrededor pero no impedía de que se sintiese reconfortante en medio de la blancura en la que parecía estar flotando.

– Naruto… – La voz se escuchó más cerca del periodista y este al abrir los ojos pudo ver a quien lo llamaba y las lágrimas acudieron a sus ojos mientras sentía su labio inferior temblar. – Naruto, mi tesoro…

– ¡Mamá…! – Exclamó Naruto para abrazar a su madre mientras hundía su cabeza en el arco que hacía el hombro y el cuello de Kushina. – ¡Perdóname, mamá!. Yo… te extrañado tanto… yo lo siento, no he sido un buen hijo, no he podido ir a ver tu… – Pero su voz se ahogó por el llanto.

– Mi niño. – Murmuró Kushina mientras acariciaba la cabeza de Naruto.

– No… yo lo siento… lo siento. He intentado… que ese hombre no… no saliera de la cárcel… pero solo… yo, ahora… – Sollozó Naruto separándose de su madre mientras se limpiaba las lágrimas de su rostro y no dejaba de mirar a Kushina que continuaba igual a como la recordaba.

– Naruto, aún no es el momento de reunirnos. – Dijo otra voz y Naruto vio aparecer a su padre.

Minato había aparecido también en aquel lugar pero se veía joven con buen aspecto y no demacrado como recordaba que se encontraba su padre antes de morir, consumido por su enfermedad y la tristeza dejada por el fallecimiento de su madre.

– ¡Papá…! – Gritó Naruto para también abrazar a su padre.

– Naruto, debes irte ya. Tú aún no debes de estar aquí. – Repitió Minato.

– ¡Papá, perdóname…! Yo debí de ayudarte más… de lo que lo hice… no debí permitir… que tú llevaras toda… la carga de lo… que pasó con mamá… – Naruto miró a su madre antes de abrazar a ambos. – Yo… debí de ser… un mejor hijo… – Sollozó Naruto.

– Naruto, no tenemos nada que perdonarte. – Dijo Minato.

– Para nosotros has sido el mejor hijo que alguien pudiese tener. – Continuó diciendo Kushina.

En ese momento, un millar de pequeñas luces se unieron formando una luz que formó una apertura, pareciendo una especie de túnel que llevaba a alguna parte.

– Hijo, tienes que irte. – Volvió a indicar Minato al ver el túnel dorado que se había formado. – Ahora es tiempo de que seas feliz, de que vivas.

– Yo… – Intentó decir Naruto volviendo a limpiar su cara bañada por las lágrimas.

– Siempre estaremos a tu lado. – Sonrió Kushina mientras se alejaba junto a Minato sin dejar de mirar a su hijo.

El periodista asintió con la cabeza sin poder dejar de derramar lágrimas.

– Os quiero… – Murmuró Naruto antes de internarse en aquella especie de pasadizo dorado.







El ruido de las maquinas medicas fue el primer sonido que captó los odios de Naruto y sus párpados fueron cegados por la intensa luz que entraba por la ventana, intentó moverse pero fue entonces que se percató de que estaba en una cama y el agudo dolor en el costado izquierdo que le punzaba demasiado como para intentar hacer un movimiento brusco.

– Naruto… – Escuchó que decían su nombre y al rodar sus ojos hacia la persona que lo había llamado se dio cuenta de que se trataba de Sai. – Llamaré a un medico. – Dijo el fotógrafo apresuradamente antes de volver a salir por la puerta mientras Naruto emitía una pequeña sonrisa en sus labios resecos.

Posteriormente de una exploración del médico, Sai le contó a Naruto y la policía al enterarse que Naruto había despertado, cobrando la conciencia, le pidieron interrogarlo para solventar el caso.

El periodista no objetó e, incluso, la grabación que su teléfono móvil contenía fue suficiente para mostrar la veracidad de sus palabras y los siguientes días, los medios de noticias se hicieran eco de la inocencia de Naruto Namikaze.

El detective Yahiko Akatsuki había comenzado a buscar a Naruto después de leer su último artículo sobre Obito Uchiha que había publicado en Diario Técnica hasta dar con el periodista, casualmente, en medio del mercadillo de puestos ambulantes en la plaza de Shuriken, cerca del río Suiton. A partir de ese momento había comenzado a seguir a Naruto ya que estaba preocupado por él.

El detective había presenciado cómo Naruto había conseguido convencer a Ebisu para tener una entrevista y, ese día, lo había seguido hasta que se dirigió al colegio, teniendo que aguardar cuando Naruto había iniciado una charla con un vecino del barrio con el que se entretuvo, llagando tarde a su encuentro en el colegio Amaterasu.

En un comienzo, el detective había esperado en el exterior para cerciorarse de que nadie más entraba o salía del edificio pero rápidamente oscureció y se sorprendió al no ver ninguna luz encendida en todo el edificio, así que Yahiko había entrado con su arma en la mano, era un viejo sabueso y sabía que los nervios, a pesar de que ya estaba retirado, no le fallarían como si se tratase de un principiante en el caso de encontrarse con algún inocente.

Yahiko subió las escaleras sin llegar a escuchar nada hasta llegar a la segunda planta, donde una risa parecía disfrazarse con el silencio que rodeaba el lugar.

A paso raudo, el detective Akatsuki se dirigió al lugar de donde procedía la risa y sin pensarlo ni un segundo encendió la luz de aquella aula para ver como Obito Uchiha ahogaba con la bufanda a un maltrecho Naruto Namikaze.

Sin embargo, Obito miró al detective con una enorme sonrisa en su rostro y antes de darle alguna oportunidad de hablar presionó el gatillo de su vieja Colt* y la bala salió propulsada para incrustarse en el cráneo de Obito Uchiha que cayó al suelo sin vida.

Después de esto, Yahiko llamó a los servicios sanitarios y a la policía mientras le desenredaba a Naruto su bufanda y le abría el abrigo para cerciorarse de que no había nada que presionara el pecho del periodista y comenzar a practicarle la respiración artificial, minutos después dos ambulancias y tres vehículos de patrulla se encontraban en el lugar.

Naruto había permanecido dos semanas inconscientes en estado de coma, Yahiko lo visitaba todas las semanas y Sai también le había revelado que sabía de lo sucedido y de que él estaba en el hospital al ver las noticias de la mañana y que en todo ese tiempo, lo había estado visitando.

Naruto había sufrido las fracturas de algunas de sus costillas, lo que lo obligó a permanecer tres meses en el hospital de la ciudad de Konoha pero estaba obligado a llevar un corsé para la recuperación de sus huesos pero antes de volver a la Republica del Remolino, Naruto no solo había entregado su último artículo por fax a Karin con la experiencia vivida al casi morir a manos de Obito Uchiha, sino había ido al cementerio para dejar unas flores a sus padres con la promesa de que volvería.

Había trascurrido tres años y medio desde lo ocurrido con Obito Uchiha y Naruto había escrito un libro autobiográfico que estaba vendiéndose muy bien mientras que el libro de Obito Uchiha que había escrito Deidara Katsu se había retirado del mercado y Madara Uchiha no solo había retirado todos los planteamientos judiciales que había iniciado Obito, sino que, también, se había disculpado públicamente por todo lo sucedido.

Sakura Haruno terminaba de despedir su programa.

– Gracias por venir y concedernos esta entrevista, señor Namikaze. – Agradeció Sakura con una sonrisa. – He leído su libro y si no le importa. – Dijo la famosa presentadora cogiendo el libro de la mesita de cristal que era parte de la decoración del programa.

– ¡Oh…! Claro, no se preocupe. – Respondió Naruto mientras cogía el libro y garabateaba su autógrafo junto a una dedicatoria a la presentadora.

– Muchas gracias. – Agradeció una vez más Sakura pero Naruto no pudo responder cuando su teléfono móvil comenzó a sonar donde el nombre de Karin se leía en la pantalla.

Después de la llamada telefónica en la que su jefa le pedía a Naruto el hacer una entrevista y salir del plató de televisión para ir a comer al restaurante de Nagato donde no solo pudo volver a agradecer a Yahiko por su preocupación que lo había salvado de las garras de la muerte sino, también, disfrutar de una deliciosa comida. Naruto se dirigió a la mansión Uchiha donde lo estaba esperando Madara Uchiha.

– Señor, por favor, espere aquí. – Pidió el mayordomo, dejando al periodista en una elegante sala de grandes ventanales en las que podía ver el jardín donde las flores comenzaban a florecer.

Al cabo de unos minutos, Madara Uchiha apareció saludando a Naruto pero no venía solo, detrás del anciano patriarca, venía un hombre, que Naruto, ya conocía y en los que aquellos tres años habían acentuado un poco más sus rasgos varoniles.

– Naruto… es un honor tenerte en mi casa, sé que puede que estés molesto por lo que pasó con Obito pero antes de que todo acabara como terminó, yo te prometí esta entrevista por eso insistía al periódico en el que trabajas que te enviaran. Tengo que admitir que no ha sido fácil. – Hablaba Madara mientras estrechaba la mano a Naruto con cierto nerviosismo. – Por favor, deja que te presente a mi único nieto. Sasuke Uchiha. – La voz del anciano salió orgullosa de sus labios y Naruto no pudo evitar el mirar a la cara de Sasuke para luego sonreírle.

– Un placer. – Respondió Sasuke pero antes de que Naruto pudiese responder, Madara  se había apresurado a invitarlo a sentarse y comenzaron la entrevista.

Naruto no pudo dejar de mirar a Sasuke cada cinco segundos, aún recordaba todo lo que había ocurrido y aunque al salir del hospital Sai le había ayudado e intentó tener una relación con el fotógrafo, esta no había funcionado.

– Disculpe, señor Madara Uchiha, tiene una llamada importante. – Interrumpió el mayordomo y Madara asintió con la cabeza haciendo que el mayordomo se retirase.

– Gracias, Naruto. Sé que lo que mi hijo Obito hizo no tiene perdón pero solo puedo pedirte que no tenga rencor a mi familia aunque sé que estoy siendo egoísta. – Las palabras de Madara salieron de su boca como un ruego.

– No se preocupe, sé que lo que hizo Obito se trata de algo excepcional. Usted no tiene la culpa de lo que Obito originó. – Contestó Naruto antes de verse apresado por los brazos de Madara que le recordó a cuando su padre lo abrazaba.

– Gracias. – Susurró antes de deshacer el abrazo con el periodista. – Si me disculpa, he de atender una llamada. Estoy seguro que mi nieto le atenderá como debe. – Respondió Madara para ver como Sasuke asentía con la cabeza para luego, Madara abandonar la sala dejándolo a solas con Sasuke.

El silencio se había hecho presente detrás de que Madara se marchara de la habitación y no parecía que ninguno de los dos lo fuera a romper.

– Yo… lo siento… – Sasuke había sido el primero en hablar.

–¿¡Eh!?, ¿por qué te disculpas?. – Preguntó un confundido Naruto.

– Por lo que pasó, yo… no sabía. – Confesó.

– No te preocupes, soy periodista y sé que mi trabajo es bastante peligroso en ocasiones. – Intentó restarle importancia Naruto. – Te ves bien… ¿qué tal te ha ido?.

– Yo… te he estado… bien. – Sasuke levantó la mirada para colisionar con la mirada de Naruto. – Cuando te fuiste esa mañana… yo… yo quería decirte que podía esperarte pero no pude hablar.

– Sasuke...

– Ese día me di cuenta que no solo te quería sino que te amo. – Declaró Sasuke con nerviosismo. – Yo no sabía que eras tú el periodista del que el tío Obito tanto se quejaba pero cuando el abuelo me lo contó, yo corrí al hospital, quería verte, pero no me dejaron visitarte. Luego, te marchaste del país y no sabía el nombre del periódico en el que trabajas o cual era tu apellido para poder localizarte y no podía pedirle ayuda al abuelo, es algo embarazoso. – Confesó sonrojado. – No sabía que el invitado del abuelo eras tú pero estoy feliz de volverte a ver. – Murmuró en un hilo de voz. – Aquel día me dijiste que comenzabas a quererme… ¿aún puedo creer en ese sentimiento tuyo?.

Naruto se sonrojó por la confesión antes de levantarse, sintiendo que Sasuke lo imitaba, también levantándose de su asiento sin dejar de mirar y en espera de una respuesta.

– Ha pasado tres años y en este tiempo han pasado muchas cosas.

– ¿Es por qué Obito era mi tío?. ¿Me odias por eso?. – Se apresuró a preguntar Sasuke. – Si es eso… yo creo que lo entiendo.

– No te odio, Sasuke. En esos días conseguiste darme un poco de paz que necesitaba. – Naruto se sonrojó al decir la verdad.

– Entonces… ¿estaría bien si tú… y yo?. – Insistió Sasuke acercándose a Naruto sin atreverse a tocar al periodista.

– Soy periodista, mi trabajo me exige viajar continuamente e inmiscuirme en asuntos peligrosos. Además, este no es el país en el que resido ni está el periódico en el que trabajo. ¿Estaría dispuesto a abandonar Konoha?. – Preguntó para mirar a los ojos negros de Sasuke para indicarle que hablaba con seriedad.

Sasuke sonrió antes de abrazar el cuello de Naruto y besar después de tres años aquellos labios mientras sentía como las manos del periodista abrazaban su cadera.

– Yo estoy dispuesto a irme contigo. ¿Me das una oportunidad?. – Inquirió después de que el beso terminara.

– Estas teniendo esa oportunidad desde este momento. – Contestó Naruto antes de atrapar la boca de Sasuke en un beso lento y tierno mientras pegaba a Sasuke más a su cuerpo y en ese instante Naruto depositaba la esperanza de intentar encontrar la felicidad a su lado.

Fin.


Aclaración de  los términos:

* Colt: Se trata del nombre de una pistola.

Huellas del pasado ~11~

-Llegando las consecuencias.-

Naruto. Finalmente. había encontrado alojamiento en un hotel que estaba cerca del río Suiton, tal y como había querido poder alojarse desde el momento en que llegó a la ciudad pero debido a las festividades que el frío mes de diciembre tenía no había encontrado una habitación disponible cuando había llegado a la ciudad. Por ello, ahora que habían concluido, hacía días, el último mes del año y enero había comenzado con sus perezosos días, el periodista no tuvo tanto problema de encontrar una habitación bastante cómoda en un modesto hotel a orillas del río Suiton, que ya las personas dejaban la ciudad a la que habían ido para pasar las vacaciones navideñas con la familia.

También, el haberse mudado tan rápidamente había sido como una huida de lo que había ocurrido con Sai, Naruto necesitaba alejarse de su amigo, por el momento, pero antes de marcharse del hostal en el que estaba hospedándose Sai, le había contado al fotógrafo sobre el lugar en el que ahora se alojaría de la misma manera que había llamado a Karin para informarle de su paradero y aunque Sai no abordó lo sucedido aquella noche en que había besado al periodista y confesado sus sentimientos, esto no hacía sentir mejor a Naruto y, mucho menos, dejaba que la cabeza del periodista continuara dándoles vueltas a lo que había pasado entre ellos, ya que el tan solo estar cerca de su amigo del país del Remolino le frustraba porque no sabía cómo debía de comportarse frente al fotógrafo a partir de ese momento.

En ese instante, Naruto se encontraba recostado sobre la cama mientras cambiaba los canales de la pequeña televisión que había en la habitación en la que se estaba hospedando en aquel hotel y no se sorprendió al percatarse que su artículo parecía hacerse eco en cada uno de los programas magazine o noticieros en ese día, después de que Diario Técnica expusiera su escrito en una página doble del periódico con el titular sensacionalista de “Obito Uchiha, el intocable” junto a una fotografía a color del mismo Obito Uchiha que había sido tomada en la rueda de prensa después de que Obito saliese de la prisión estatal de Konoha en la que presentó a Ebisu Aoyama como el testigo que le ayudaría limpiar su nombre de la condena a la que se le imputó.

Naruto dejó de cambiar de canal en el popular programa que presentaba Sakura Haruno, el cual obtenía el más alto índice de audiencia televisiva de todos los programas magazines que se trasmitía en diferentes canales de televisión a esa hora de la mañana.

“– Ayer nos sorprendía la noticia de este periódico del país del Remolino. – La presentadora del programa mostró el periódico a la cámara donde se veía a la perfección el nombre del periódico antes de abrirlo para enseñar la página en la que aparecía el artículo de Naruto. – Este periodista, Naruto Namikaze, ha estado presentando escritos como este que tenemos aquí y con lo que nos muestra al señor Obito Uchiha carente de sentimientos y culpa, el cual tuvimos el placer de conocer hace cuatro días con la presentación del libro biográfico de su historia  hecho por el reconocido escritor Deidara Katsu.  – Rememoró la mujer. – Ante esta noticia, el programa ha tenido la amabilidad de invitar a Obito Uchiha a que nos acompañara hoy. – Detrás de estas palabras el sonido de aplausos embotellados dio paso a la persona invitada que no era otro que el mismo Obito, hacía aparición en el plató de televisión vistiendo un elegante traje gris y corbata de un color azul claro brillante. – ¡Buenos días, señor Uchiha! Es un honor que nos acompañe, hoy. – Saludó la presentadora mientras estrechaba la mano del invitado a su programa mientras un leve sonrojo se extendía en el rostro de Sakura y que el maquillaje no consiguió camuflar en su totalidad.

– El gusto es mío de poder estar aquí nuevamente. – Respondió Obito mientras se sentaba en el sillón que estaba frente al asiento que ocuparía la presentadora.

– ¿Cómo se siente después de haber conocido la publicación de este periodista, señor Uchiha?. – Comenzó la entrevista Sakura cuando ella también tomó asiento en su respectivo sillón.

– Está claro que ese artículo ha sido una amarga sorpresa pero, en especial, para mi familia. – Contestaba Obito mostrando una gentil sonrisa a la presentadora. – Cuando salí, el pasado mes, de la prisión y le pedí a mi familia y abogado el hacer público mi intención de querer iniciar los trámites legales para demostrar que soy inocente después de haber sido acusado injustamente y tenido que pasar varios años de mi vida encerrado y rodeado de criminales sin haberlo mereció. Mi abogado me informó de la posibilidad de que al hacer pública mis intenciones, podría surgir publicaciones como la que ha hecho este periodista, en ese periódico de ese país extranjero en el que trabaja y no se puede imaginar lo duro que es el ver como mi propia familia sufre a causa de las palabras escrita por un hombre sin escrúpulos.

– Y no es para menos, señor Uchiha, esta noticia ha tenido que ser un amargo trago para usted y su familia. Entonces, ¿su abogado ya lo había preparado para afrontar este tipo de situaciones?.

– Así es pero no conté con el dolor que este tipo de publicaciones hiriente provocaría a mi familia y para esto no se está preparado, señorita Haruno.

– Por supuesto, la familia de la persona pública expuesta suele ser la que más sufre al comprobar que un ser querido está siendo calificado tan duramente pero ¿considera este artículo periodístico como un obstáculo a conseguir lo que se propone, señor Uchiha?. – Habló con un tono vacilante Sakura mientras leía uno de los cartoncillos en los que contenía el guión a seguir del programa que presentaba.

– En absoluto, esta publicación solo tiene escritas los deseos de un periodista que no comprende que todos sus artículos publicados tienen escaso valor y, con este último escrito, lo ha demostrado. Solo ha señalado con iniciales las supuestas identidades de las personas a la que corresponde las historia que ha relatado pero si se percata, incluso, afirma acoger las palabras de una persona que él mismo asegura que se trata de un delincuente, las cuales carecen de valor y lo más posible es que esa persona se haya inventado todas las historias de la cual, este periodista se ha hecho eco, solo puedo apreciar que este señor se trata de un aficionado que ha desaprovechado sus años de estudios en la universidad. Estoy seguro de que me entiende, señorita Haruno, no puedo tomarme en serio a alguien que dice ser periodista y carece de profesionalidad en su trabajo, algo, que ha estado demostrando en cada una de sus noticias. – Argumentó Obito con firmeza.

– ¿Está diciendo que está noticia publicada en este periódico del país del Remolino es un gran calumnia inventada por un periodista inmoral?. – Preguntó Sakura mientras sus rasgos faciales indicaba que se encontraba sorprendida por las palabras del invitado al que estaba entrevistando.

– Tengo absoluta certeza, señorita Haruno. – Después de estas palabras de Obito la presentadora tomó un poco de agua de su vaso.”

Naruto apagó el televisor al oír como su teléfono móvil sonaba estruendosamente mientras pensaba que aquella entrevista se estaba convirtiendo en mediocridad a cada respuesta lanzada por Obito en la que estaba acusándolo de mentiroso y era consiente de que esa era la única forma que tendría para defenderse de sus artículos.

– ¡Karin!. – Nombró a la persona que la estaba llamando a su teléfono.

– Naruto, tengo la obligación de hacerte la pregunta porque ya sabes que no dudo de ti ni de tus métodos para obtener fuentes fiables pero… las personas a las cuales no quisiste revelar el nombre en tu último artículo son reales, son una fuente existente, ¿cierto?. ¿Tú tienes pruebas de demostrar que no son infamias o invenciones tuyas lo que has enviado al periódico para dañar a Obito Uchiha solo por rencores de lo que pasó en el pasado?. – La voz de la mujer se mostraba ansiosa y exaltada por tener una respuesta rápida.

– Claro que son personas reales, Karin. Sabes que siempre hago un buen trabajo de investigación y me he asegurado de tener la prueba de que se tratan de historias reales. – Aseguró Naruto recordando sus grabaciones así como los documentos que le había otorgado el ex presidiario.

– Es qué esta mañana, se ha presentado la policía junto a un hombre, que he de suponer se trataba de un letrado, en voz de Obito Uchiha en las oficinas del periódico. ¡Obito Uchiha nos ha puesto una demanda por la publicación de tú último artículo, Naruto!. – Estalló Karin casi sin respirar mientras hablaba.

– ¿Qué…?

– Naruto, tu sección ante el caso de Obito Uchiha en estos momentos no es lo único que está corriendo riesgo de desaparecer, los de arribas se han reunido después de la visita de ese hombre y la policía. Posiblemente, los jefes crean que lo mejor sea el despedirte. – Interrumpió Karin al periodista dejando escapar un angustiado gimoteo. – Hace unos minutos me llamaron a esa junta para preguntarme sobre ti ya que soy tu jefa pero dudo que mis palabras sobre ti como profesional sean tomadas en cuenta, cuando se han tomado trámites legales en el asunto, recuerda lo que pasó con Ameyuri Ringo y el caso de los Gama, no quiero que tú te conviertas en el próximo Ameyuri Ringo.

– Tranquilízate, Karin. Yo cuento con pruebas y estoy seguro que esas personas no van a retroceder en sus palabras, tienen sus motivos para odiar a Obito Uchiha.

– Eso me hace sentir mejor, Naruto, pero aún así, tu sección puede desaparecer y tú ser despedido. Incluso, yo puedo ir a la calle al mismo tiempo ya que soy tu responsable por mucho que sea verdad lo escrito en tus artículos, sabes cómo son los jefazos, a ellos lo menos que le agrada son el tener que vérselas en juicios o pleitos de abogados.

– No tendrían motivos para echarnos a la calle, Karin. Por lo que tengo entendido, mis artículos no solo son los más leídos y polémicos. Últimamente, parecen ser de gran interés nacional e internacional que a tenido Diario Técnica, sino también el periódico se está vendiendo demasiado bien gracias a mi sección, por no recordar que la web está recibiendo más visita de lo acostumbrado y obteniendo más suscriptores, tú misma me los dijiste la última vez que hablamos. Ellos deberían saber que el destruir la sección que me han ofrecido, así como despedirme, no es la mejor decisión en estos momentos ya que sus bolsillos se están llenando gracias a mi trabajo.

– Eso es cierto, seguramente pronto me volverán a llamar porque intuirán que me he puesto en contacto contigo. Le aseguraré que puedes responder a lo que has escrito, ellos también son responsables de que exista tu sección, al fin y al cabo, fueron los que dieron permiso para que esté en el periódico ya que Obito Uchiha no ha dejado de ser noticia desde que salió de la prisión. – Karin hizo una pausa para suspirar. – Gracias por confirmarme eso aunque ya sabía que no era necesario, siempre has tenido los documentos oportunos para defender tus publicaciones, no eres ningún negligente.

– Entonces, esto ha quedado resuelto. Además, no entiendo el por qué se ha molestado en demandar al periódico, si lo consecuente sería que la denuncia recayera sobre mí y por ahora no…

– Es obvio, Naruto. – Interrumpió Karin. – Al denunciar al periódico sería la forma más rápida para suponer que así acabará con el medio en el que expones tú artículos al público. Solo quieren acallar lo que estas contando en cada publicación de Obito Uchiha. En especial ahora, que hace pocos días, no solo apareció a la venta ese libro biográfico de Obito que escribió Deidara Katsu. Eres su mayor obstáculo, Naruto. Es posible, que lo que está pretendiendo conseguir no lo pueda obtener debido a cada una de tus publicaciones y por ello, tenga la necesidad de quitarte del medio como la piedrilla que está dentro de su zapato, dificultándole el caminar.

– En estos momentos, Obito Uchiha está siendo entrevistado por la presentadora Sakura Haruto en su programa televisivo. – Informó el periodista a su jefa. – Ya me está poniendo en duda mi profesionalidad en cada respuesta pero dudo mucho que mencione el hecho de que ha denunciado al periódico por mi causa, más cuando ha asegurado que mis publicaciones no le ha afectando en absoluto y me ha tildado de embustero.

– Eso no lo sabía y dudo mucho que los jefazos lo sepan, tendré que interrumpir antes de que me llamen nuevamente para comunicarles esto, estoy segura de que ellos tampoco están al tanto de que Obito Uchiha está prestando una entrevista televisiva mientras su abogado ha viajado al Remolino para demandarnos.

– Karin, gracias por ponerme al tanto.

– Es lo menos que debo hacer, no solo porque eres mi amigo sino porque eres uno de mis subordinados y tienen que conocer lo que está pasando en el periódico, sobre todo cuando su puesto de trabajo está en la cuerda floja. – Explicó Karin. – Bueno, ya te dejo, sigue trabajando duro por el momento porque si, al final, nos corren de este periódico ya te llamaré para decirte la mala noticia aunque, espero, por nuestro bien que esa siguiente llamada se trate para comunicarte que seguimos empleados en Diario Técnica. Lo cierto, es que me gusta mi trabajo y me encantaría continuar trabajando en este periódico hasta el día que me tenga que jubilar. – Terminó confesando Karin. – Ten mucho cuidado, Naruto, ya sé que lo sabes o que lo tienes presente todo el tiempo pero tal y como está sucediendo todo, ahora se más precavido. No quiero que te pase nada malo porque eres mi amigo y te estimo, también porque tengo miedo a lo que te pueda ocurrir. – Se despidió la mujer antes de cortar la llamada.

Naruto miró su teléfono móvil mientras pensaba en todo lo que estaba aconteciendo y la extraña forma en que estaba actuando Obito Uchiha. Sabía que algo así iba a pasar pero el periodista pensaba que si alguien iba a poner una denuncia en su contra debería de ser el señor Madara Uchiha pero no el mismo Obito. Además, Naruto estaba seguro que Madara no haría nada al respecto, después de haber tenido aquella pequeña charla en la que más de una aspereza había aparecido a flote, el patriarca le había dejado en claro que  no iba a interferir en su trabajo o poner remilgos a sus publicaciones.

Naruto decidió salir del hotel en el que se encontraba, pues sabía que el estarle dándole vuelta a todos los problemas que estaban sucediendo a su alrededor no solucionaría nada, ya que solo podía confiar en que sus superiores apreciaran todos sus años de experiencia y los buenos trabajos que le había otorgado al periódico.

El periodista se dirigió hasta el muro, en el que apoyó la parte superior de su torso con los brazos cruzado entre su pecho y la pared, para enfocar su visión a los barcos que navegaban por las profundas aguas del río Suiton, las cuales no se habían congelado por el invernal clima.

El periodista dejó escapar un suspiro en el que su cálido aliento salió de su boca como una leve estela de vapor que la brisa invernal de ese día se encargó de disipar rápidamente mientras sus ojos permanecían sobre la superficie del río y las embarcaciones que navegaban por él pero Naruto, a pesar de que sus ojos estaban fijos sobre el río, no estaba mirando nada de lo que el gélido paraje le mostraba, solo se había quedado allí, con la mente en blanco sin siquiera estar pensando en algo concreto.

Paso mucho tiempo en aquel lugar, el periodista y para cuando volvió a retomar la consciencia en el sitio que estaba se percató de que ya no había mucha gente paseando por la avenida. Con algo de pereza, Naruto comenzó a caminar sin siguiera pensar en un lugar concreto al que ir, caminó en línea recta hasta llegar a la plaza donde siempre habían un centenar de puestos ambulantes en el que se podía ver una variedad y curiosos objetos expuesto a la venta.

Naruto se percató que en uno del puesto había una extraña figurilla de cristal y como si fuese una ráfaga de luz en su cerebro, el periodista se vio a el mismo, con su cuerpo empequeñecido de niño a la edad de seis años, mirando un adorno de cristal con diferentes colores y oyendo la voz de su madre susurrándole algo acerca del equilibrio que representaba casa uno de esos colores al pequeño objeto decorativo.

Una minúscula sonrisa apareció en los labios de Naruto mientras recordaba aquel pasado en el que era feliz e ignoraba el brutal hecho de cómo su vida dejó de brillar para sus ojos y se había convertido en algo incoloro como si de una película antigua se tratase.

– ¿Le gusta caballero?, está a muy buen precio. – Intentó hacer su trabajo el vendedor de aquel puesto.

– Gracias pero no estoy interesado. – Respondió cortésmente antes de girarse y sin poder evitarlo chocó con una anciana que estaba pasando en ese momento.

La mujer cayó al suelo y la bolsa que llevaba algunas compras que había hecho en aquellos puestos, salió del interior de la bolsa.

Naruto se apresuró a recoger los diversos objetos mientras se disculpaba una y otra vez por haberle hecho tirar su mercancía a la desconocida. En cuanto terminó de recoger las pocas pertenencias de la señora y volverlas a introducir sin ningún cuidado dentro de la bolsa, el periodista se acercó a la mujer para ayudarla a levantar pero, fue en ese justo momento, se percató de quien se trataba la anciana que lo estaba mirando con miedo, sorpresa, incredulidad mientras temblaba y parecía estar paralizada ante la presencia de Naruto.

– Rin Shiranui… – Balbuceó lentamente Naruto sin poder apartar la mirada de la anciana.

– ¡No!. ¡Aléjese de mí!. – Gritó asustada la mujer con tanta fuerza que atrajo la atención de más personas que no se habían percatado de la situación.

– Solo… – Intentó hablar Naruto.

– ¡No, no se acerque!, ¡márchese!. – Interrumpió aterrada la anciana sin bajar el volumen de su voz.

– Cálmese, por favor. Yo… – El periodista intentó tranquilizar a la mujer.

– ¡Déjeme! ¡Auxilio! ¡Alguien que me ayude! ¡Socorro!. – Comenzó a pedir auxilio Rin y, rápidamente, dos hombres que habían estado observando la escena acudieron al lado de la mujer para ayudarla a levantar del suelo.

– ¿Qué está pasando aquí?. – Interrumpió un policía al oír el alboroto ya que se encontraba patrullando en los alrededores.

–¡No deje que se acerqué a mí, agente!. – Exclamó la mujer impidiendo que alguien más hablase mientras retrocedía uno pasos, indicando su temor por el periodista.

El policía miró al periodista en un intento de averiguar lo que estaba ocurriendo y el por qué la anciana se encontraba en aquel estado.

– Oficial, le aseguro que no es lo que está usted pensando, solo quería ayudarla a levantarse cuando comenzó a gritar de esa manera. – Se apresuró a hablar Naruto intuyendo algunas de las conjeturas que podría estar pensando el policía y en las cuales, él no saldría bien librado de la situación.

El policía miró a Naruto antes de volver a dirigir su vista a Rin que estaba llorando mientras seguía suplicando a que alejasen al periodista de ella.

– Está bien, pasaré por alto en esta ocasión lo que haya podido ocurrir aquí, señor. Espero no volverlo a encontrar en una situación parecida por aquí porque no tendré más remedio que detenerlo. – Advirtió el policía.

– Claro, no se preocupe, esto no volverá a ocurrir. – Respondió Naruto conteniendo sus deseos de hablar con Rin y él por qué había reaccionado de esa manera con él. – Oficial, tome. Como ya le dije, le estaba ayudando después de que cayese al suelo pero ella comenzó a gritar. – Naruto le entregó la bolsa al policía para que se la devolviese a la mujer y, acto seguido, marcharse a paso apresurado de la zona.

Antes de percatarse de cómo su pasos se habían apresurado tanto, ya estaba corriendo sin importarle que las aceras podrían tener hielo causando que resbalara o que estuviese nevando, ni siquiera Naruto tomó en cuenta de que no había probado bocado ese día, solo necesitaba correr en ese momento hasta que quedó tan agotado que tuvo que detenerse.

El periodista estaba jadeando después de haber corrido varios metros como si alguien lo estuviera persiguiendo y fue en ese instante, que se percató de que haberse puesto a correr había sido una mala idea.

Había llegado a un parque y las personas que se encontraban allí eran muy pocas, por lo que decidió quedarse un rato en ese lugar mientras comía un bollo de carne al vapor y bebía un café que compró de un pequeño puesto que estaba en el parque.

Naruto permaneció en aquel parque hasta que el atardecer llegó, fue en ese momento que regresó al hotel en el que se alojaba para descansa y con la clara decisión de que al día siguiente iría a buscar a Ebisu Aoyama e intentar hablar con él.

El periodista, esa mañana se dirigió en primer lugar a la pastelería de la familia Touji, donde saludó y desayunó en compañía de Mizuki y su esposa ya que Naruto le había prometido al pastelero el acompañarlo a desayunar ese día y no quería faltar a su promesa. Luego, se encaminó al bar de Torune Aburame, Kikaichuu.

Era, aproximadamente, las ocho menos cuarto de la tarde cuando Ebisu Aoyama hizo su aparición en Kikaichuu.

El hombre caminó directo a la barra con una sonrisa socarrona mientras saludaba con voz jovial a las personas que en esa hora se encontraban dentro del local.

Naruto se levantó de la mesa que había ocupado todo el día en espera de que Ebisu se presentara en local, caminó hasta la barra en la que se encontraba Aoyama pero antes de sentarse en el taburete continuo al que había ocupado el hombre al que había estado esperando. Ebisu giró su rostro para saber quién era la persona que se sentaba a su lado y al reconocer al periodista, las facciones de la cara de Ebisu cambiaron por una de espanto y sin esperar a que Naruto le llegara a decir algo, huyó del bar dejando perplejo al dueño de Kikaichuu que iba a servirle la bebida que había pedido.

El periodista chasqueó la lengua ante lo hecho por Ebisu y con rapidez dejó unos billetes sobre la barra para pagar lo que había consumido ese día en el local aunque sabía que había dejado más dinero de lo que realmente costaba.

Naruto salió apresuradamente del bar para poder alcanzar a Ebisu y consiguió alcanzarlo después de varios intentos de Aoyama de despistar al periodista.

– ¡Suélteme!. ¡Yo no he hecho nada!. – Exclamó Ebisu intentando liberar su brazo, el cual, el periodista le había cogido consiguiendo retenerlo.

– No voy a hacerle nada, solo quiero hablar con usted. – Afirmó Naruto.

– ¡Yo no tengo nada que hablar!. ¡Yo no he hecho nada!.

– Eso no es cierto, solo quiero saber la verdad. – Insistió Naruto. – No voy a dejarlo ir, si no me cuenta la razón por la que mintió. Usted sabe que su acusación es falsa, hay muchos testigos que apoyan a Mizuki Touji de haber estado trabajando todo ese día y no haber visto a Kushina Namikaze en la tarde que desapareció. Sea consiente de que si esto llega a los juzgados como pretende Obito Uchiha y se demuestra que usted está mintiendo, será acusado por ocultación de pruebas y colaboración del crimen. – Aseguró el periodista consiguiendo que el otro hombre quedara quieto mientras su rostro mostraba asombro.

– Yo no he hecho nada malo, yo no tuve nada que ver. – Dijo Ebisu con temor en su voz haciendo que el periodista lo liberase y el hombre trastrabillara hasta apoyarse en la pared que amurallaba un jardín de una de las casas del vecindario en el que se encontraban.

– Entonces, deje de mentir, diga la verdad. Yo solo intento mostrar la verdad y no quiero que salga perjudicado usted a causa de Obito Uchiha, señor Aoyama. No continúe encubriendo a un asesino.

– Está bien, le diré todo lo que quiera saber pero no aquí, no ahora, este no es un lugar seguro para hablar. – Pidió Ebisu mientras miraba a su alrededor para asegurarse de que no hubiese nadie cerca que lo pudiese escuchar. – Mañana, a las seis y media en el viejo colegio del barrio. Trabajo ahí como conserje desde que dejé de servir a los Uchiha.

– Bien. – Fue la corta contestación de Naruto para ver como Ebisu asentía con la cabeza y se marchaba arrastrando los pies como si se tratara de un zombie.

Naruto miró su reloj de pulsera para comprobar la hora y suspiró, no le apetecía volver al hotel aún a pesar de que el crepúsculo del día pronto se convertiría en noche.

El periodista decidió dar un paseo por el barrio hasta que se encontró con una pequeña tienda de ultramarinos a la que decidió entrar.

Naruto estaba caminando por uno de los tres pequeños pasillos que poseía la tienda en busca de una bolsa de cortezas para comer y cerveza cuando escuchó una voz que se le hizo familiar, la cual estaba hablando con otra persona.

– Entonces, ese idiota no solo te rechazó sino que también te utilizó.

– Se encontraba mal y no fue así, lo dices como si hubiera ocurrido algo más que dormir.

– Ahora lo defiendes pero sabes que tengo razón y da igual la condición en la que se encontrase ese extranjero o si tuviste sexo con él o no. Tú lo ayudaste, le confesaste que sentías por él algo más que atracción física y aún así no fue nada amable. Se comportó como un imbécil.

– ¡Cállate y ve a pagar eso!.

– Te molestas conmigo porque sabes que es verdad. Ese idiota no sabe lo que se pierde y yo soy mejor que él, ¿Por qué no me das una oportunidad, Sasuke?.

– Ya te lo he dicho. No me gustas, Suigetsu.

– Solo dices eso porque no quieres darme una oportunidad, si continuas de esta manera te quedarás solo ya ni siquiera el resto de los chicos quieren saber de ti. Desde que conociste a ese extranjero has alejado a todos de ti, ¿acaso no te das cuenta de lo que haces?.

Sin embargo, Sasuke no respondió a las palabras de su compañero.

– Bien, me marcho, no tengo ganas de seguir perdiendo el tiempo intentando que recapacites porque cuando lo hagas te darás de topes con la realidad y al ver que estarás solo vendrás arrastrándote a mis pies a disculparte pero ya será demasiado tarde para ello. – Comentó con cizaña Suigetsu.

Naruto escuchó como Sasuke, al quedarse solo, suspiró pesadamente y el periodista dio la vuelta para percatarse de cómo estaba cogiendo algunos producto de los estantes y metiéndolo en la cesta.

– Está claro que tus amigos no son recomendables. – Dijo Naruto observando al hombre de espalda frente a él.

– Naruto… – Murmuró mientras se giraba hacia donde se encontraba el periodista. – ¿Qué haces aquí?.

– Estaba por el barrio pero pensaba que tú no vivías por aquí. Incluso, creía que estarías en Kēki.

– ¿Estabas escuchando?. – Inquirió Sasuke repentinamente haciendo que Naruto internara sus manos al grueso abrigo que llevaba puesto.

– Fue casualidad, estaba al otro lado del pasillo y ni tú ni tu amigo estaban hablando con discreción como para no escucharos. – Aclaró el periodista. – ¿Tanto quieres estar a mi lado?, ¿por qué?. – Preguntó Naruto entrecerrando los ojos y escrutando a Sasuke en un intento de comprender el por qué el hombre quería estar junto a él después de rechazarlo tantas veces.

– Te lo dije en Kēki, me gustas más de lo que me ha gustado alguien en lo que llevo de vida. – Susurró Sasuke bajando la cabeza y girándola un poco para intentar ocultar el leve sonrojo que había aparecido en su rostro.

– Eso es atracción, nada más.  Es imposible que se trate de un sentimiento más profundo y lo sabes.

– No, no es solo atracción. Quizás al principio, la primera vez que te vi en aquel restaurante… si fue eso pero después… no puedo dejar de pensar en ti. Sé que es ridículo pero yo… – Sasuke mordió su tembloroso labio inferior para no continuar hablando.

– Eso no dice nada.

– ¿Por qué me pediste en Kēki que me quedara contigo?. – Preguntó improvisadamente Sasuke e impidiendo a que Naruto continuara hablando.

– ¿¡Eh…!? – Fue lo único que Naruto pudo pronunciar, pues la pregunta lo había pillado desprevenido.

– Nadie le pide a otra persona que se quede a dormir con él solo por el hecho de encontrarse mal. ¿Por qué?. – Insistió Sasuke.

– Yo… no lo sé. – Farfulló Naruto evitando los ojos negros que lo miraban con intensidad.

– No lo sabes. – Susurró Sasuke como si la respuesta de Naruto hubiese sido un chiste para girarse y con la clara intención de salir de la tienda.

Sin embargo, Sasuke no contó con que Naruto lo cogiera de la muñeca y tirara de él pero antes de que Sasuke pudiese decir algo, el periodista capturó sus labios para besarlo con violencia.

– No sabes nada de mí pero te encuentro a todos los lugares a los que voy, puede que eso hiciera esa noche el pedirte que te quedaras a mi lado. – Dijo con la respiración agitada.

– Mientes. – Susurró Sasuke mirando los ojos azules que estaban congelados en el dolor.

El periodista sonrió antes de volverlo a besar tan demandantemente como el anterior y Sasuke correspondió a aquel beso con más intensidad de lo que lo había hecho antes.