viernes, 13 de enero de 2017

El último alfa.-No te dejaré.-


-No te dejaré.-


Me desperté y me percaté de que Sasuke continuaba dormido, así que llamé para que subieran el desayuno a la habitación mientras que yo fui a darme una ducha sin poder parar de preguntarme qué era lo que pensaría Sasuke o si podría aceptarme como su pareja. Después de todo, ayer me había sincerado con él.

Cuando salí del baño me encontré a un Sasuke somnoliento abriendo la puerta para que el servicio del hotel dejara las bandejas con nuestro desayuno en la mesa y cuando se marcharon los empleados de aquel hotel donde nos hospedábamos nos sentamos para comenzar a desayunar en silencio.

Una vez Sasuke terminó de desayunar lo vi dirigirse al baño para darse una ducha y cuando salió ya estaba vestido.

Ese día lo dedicamos a hacer turismo en Frankfurt ya que aunque Sasuke llevaba años viviendo en aquel internado de esa ciudad alemana no le había sido permitido salir del edificio, por lo que no había visto la ciudad.

Después de cenar en un restaurante volvimos al hotel y durante una semana continuamos de esa manera tan impersonal en la que solo hablábamos lo necesario aunque yo esperaba su respuesta acerca de si deseaba ser mi compañero y él tenía aspecto pensativo, seguramente, aún estaba asimilando todo lo ocurrido.

Sin embargo, cuando volvió a hablarme nuevamente y sin que fuese nada para elogiar una escultura o una estructura arquitectónica fue para pedirme que fuéramos a Japón porque deseaba conocer el lugar en el que estaban las tumbas de sus padres y así lo hice.

Compré los billetes para el primer vuelo a Japón y cuando llegamos a Tokio nos hospedamos en uno de los hoteles cercanos al aeropuerto aunque en esta ocasión, cada uno estábamos en habitaciones separadas, ya que Sasuke me lo había pedido.

Era consciente de los nervios de Sasuke y su gran confusión, sin hacer mención a la contradicción de sentimientos que debía de sentir porque a pesar de saber que su energía me aceptaba no sucedía lo mismo con su razonamiento y mi deber era esperar. Yo debía esperar a que Sasuke encontrase su armonía y la respuesta que iba a provocar en mí una felicidad inmensa o el dolor más mortífero.

Al día siguiente, acompañé a Sasuke a comprar flores y luego, al cementerio donde lo dejé a solas al frente de las lápidas de sus padres mientras yo sentía la tristeza que desprendía mezclada con su agonía personal. Después de ese día, Sasuke no salió de su habitación de hotel ni siquiera deseaba hablarme o abrirme la puerta para comprobar que estuviese bien físicamente.

Al cabo de tres días de encierro en aquella habitación de hotel, Sasuke dejó su aislamiento en mitad de la noche para decirme que deseaba ir a estudiar a una de las universidades de ese país para estudiar literatura y yo no me opuse sino que lo ayudé. Tuve que buscar la manera de que lo admitieran en una de las mejores universidades de Japón y gracias a mi insistencia lo conseguí.

Sin embargo, cuando Sasuke comenzó su vida en el campus también me pidió tiempo porque necesitaba su espacio, me pidió que le permitiera ese tiempo para poder cavilar bien todo lo que le había contado y yo lo entendí. No era necesario que me lo tuviese que decir, pues podía sentir su aura abatida y carente de aquella estabilidad que normalmente tenía su energía.

Los años pasaron y en ese tiempo no vi a Sasuke aunque pude sentir su aura en varias ocasiones. Además, todos los meses le mandaba dinero para que pudiese pagar el alquiler, comprar todo aquello que necesitase y tuviese dinero extra para que pudiese salir a divertirse con sus compañeros ya que sabía que a los humanos jóvenes le gustaba disfrutar de su tiempo de ocio haciendo multitud de actividades.

En todos esos años, no me había marchado de la ciudad siempre inhalando su penetrante aroma tan único, soñando su rostro e imaginando sus palabras.

Cuando por fin, Sasuke terminó la universidad me acerqué al centro y allí lo vi. Ya era un hombre y su pelo ahora tenía uno de esos peinados extraños que llevaban los humanos, sus facciones marcaban su hombría y su cuerpo había aumentado en masa muscular, por lo que pensé que había estado asistiendo a un gimnasio o practicaba algún deporte en el campus que le habría ayudado a proporcionar aquella anatomía fornida.

Sin embargo, cuando intenté acercarme a Sasuke, él se alejó acompañado de sus amigos humanos e intuí lo que significó aquel acto pero una parte de mí me gritaba que estaba equivocado y yo me agarré a esa voz aulladora. Así, que permanecí durante una hora más en aquella universidad y sentía como mi esperanza se esfumaba a cada segundo mientras que el grito se iba apagando poco a poco hasta solo quedar silencio.

Sasuke no se acercaría a mí otra vez porque él no iba a aceptarme como su pareja. Él ya no era aquel niño asustadizo que necesitase de mi mano para caminar, ni un adolescente capaz de acogerme en su confundido corazón. Sasuke, ya era un apuesto hombre adulto y yo tan solo soy un ser olvidado de este mundo, un ser que había aguardado una pequeña luz y la oscuridad había terminado de apagarla ese día.

Me marché del campus universitario deseándole lo mejor a Sasuke, sintiendo como mi cuerpo se convertía en un farreó  juguete de la tristeza. Me dirigí al pequeño ático que tenía alquilado donde recogí mis pocas pertenecías con la intención de marcharme de aquel lugar que Sasuke sabía que me alojaba.

No quería verlo en brazos de algún humano, no podría soportar que él me viese devastado por mi destino y por todo ello, prefería cambiar de residencia. Allí, donde pudiese conformarme con su olor mezclado en el viento y sentir su aura a lo lejos de vez en cuando. Así que terminé de guardar mi última prenda en la maleta y abrí la puerta pero lo que no esperaba era que al abrir aquella puerta me encontrase con aquel hombre.

– ¿Por qué te marchaste de esa manera?. – Me preguntó con aquella voz gruesa, profunda y segura. – Te ibas a marchar sin decirme nada, Naruto.

Una sonrisa efímera escapó de mis labios ante aquel nombre que me pertenecía siendo pronunciado de una forma tan poca educada, a la vez, que sentía como se clavaba en mi pecho una daga afilada con aquel nombre que me identificaba y era pronunciado tan despectivamente.

– ¿Es algo con importancia?. – Lo miré directo a sus ojos negros e inexpresivo solo su aura era la que me ponía en sobre aviso de la furia que lo embargaba. – Hace años que sé quién soy y cuando debo retirarme, Sasuke. Mi gente no son guerreros, no luchamos solo avanzamos en esta vida deseando la felicidad y la prosperidad. – Dije para pasar a su lado.

– Espera, no puedes marcharte de esta forma si ni siquiera me has dejado explicarte a que he venido hasta aquí. – Sasuke me había cogido del brazo con fuerza y con cada palabra que pronunciaba apretaba su agarre pero yo no emití señales de molestia. No quería verme más derrotado de lo que ya me sentía.

– No es necesario, se perfectamente que no es adecuado que continúe aquí y no vale la pena que prolongue una esperanza tan improbable. – Sentí como soltaba mi brazo y lo miré un momento antes de formar en mi rostro una amarga sonrisa para volver a emprender camino. – Te deseo lo mejor. – Susurré sin detener mi andar.

Sin embargo, antes de que pudiese presionar el botón del ascensor sentí como mi cuerpo fue agarrado por los hombros y en un momento rápido, giré involuntariamente sobre mí mismo y mis labios fueron cazados en un casto beso a la vez que mi cara era abrigada por dos cálidas manos.

– No quiero que te marches, quiero que permanezcas a mi lado. – Fue el susurro que emitió Sasuke cuando cortó el beso.

– Si estás haciendo esto por un deseo egoísta, déjame comunicarte que eso solo traerá consecuencias nefastas para ambos. – Suspiré volviendo a romper el contacto que Sasuke tenía conmigo. – Soy un alfa y tú un humano, ambos somos muy distinto. No lo olvides, Sasuke. – Le recordé para esta vez poder pulsar el botón del ascensor.

– ¡Te estoy aceptado, idiota!. Te estoy diciendo que quiero ser tu pareja y no me importa que seas un ser diferente a mí o me hayas criado como a un hijo porque yo quiero estar contigo. – Hubo una pequeña pausa en la que Sasuke hizo algunas muecas en las que parecía dudar en decir algo más. – Yo siempre he sabido de que te he querido más allá de lo que es una relación filial pero tenía miedo porque pensaba que lo nuestro no podía ser porque creía que me veías como a un hijo y yo… yo rechazaba lo que sentía hasta que me contaste todo y creí, que era todo demasiado bueno. Que todo estaba resultando de una forma tan fácil que me hacía dudar de que todo pudiese ser real, Naruto. Había tantos sentimientos mezclados en mí que no podía percatarme de lo que siempre había sentido. – Murmuró con voz cargada de melancolía. – Sin embargo, no sé porque me ha costaba tanto decirte que sí cuando me percaté de todo y pude poner en orden mis emociones. No entiendo porque aquella noche en Frankfurt había reaccionado de aquella manera después de saber de lo que yo significaba para ti, ya que cuando me dejaste en aquel internado cada noche solo podía pensar en ti y todo este tiempo estaba convenciéndome a mí mismo de que no había soñado tus palabras y estaba buscando la forma de reunir el valor suficiente para decirte pero ahora… ahora… – Su voz se cortó con un quejido que ahogaba su angustia.

Aquellas palabras me paralizaron y enmudecieron hasta que me percaté de que las puertas de los vecinos estaban abriéndose justo cuando el ascensor había llegado, se abrió la puerta y en un movimiento rápido cogí a Sasuke de la muñeca para arrastrarlo adentro del ascensor conmigo.

Miré a Sasuke y pude ver por primera vez desde hacía mucho tiempo aquel sonrojo en su rostro y por algún motivo, sentí que ese sonrojo no debía estar en esa cara, que ese bochorno no me pertenecía mí.

– Tú… no estás jugando, ¿cierto?

– No, yo...

– Espera, déjame decirte algo más que no sabes. – Dejé caer mi espalda sobre la pared del ascensor para seguir mirando a Sasuke mientras pulsaba el botón para que aquel elevador se movieses. – Yo… me siento feliz. – Le susurré. –Pero hay algo en ti que no me permite poder creerte por completo, Sasuke, porque hay algo en tu aura que me impide ver que estés convencido de tus propias palabras. – Le dije y entonces, él se acercó a mí y me besó atrevidamente.

Sentí como su lengua acarició mis labios y sus manos se agarraban a mi chaqueta mientras yo me dejaba llevar por aquel beso, en la que por primera vez, probé el sabor de su boca.

– No… no me dejes. – Farfulló Sasuke cuando el beso acabó.

– Sasuke… yo, yo no te dejaré. – Le afirmé para abrazarlo y volver a unir nuestros labios para, nuevamente, probar aquel sabor exquisito.

Aunque aquel día fue la declaración de Sasuke sobre sus sentimientos, yo había decidido comenzar a salir con Sasuke, tal y como lo hacía los humanos, porque quería esperar un poco más antes de que él y yo nos uniésemos para siempre pero sin lugar a dudas, era extraño.

Sasuke se enfadó mucho conmigo por contarle acerca de mi decisión pero, aún así, aceptó a regañadientes y sé vino a vivir conmigo aunque con la diferencia de que ambos dormíamos junto en la misma cama en la que no pasábamos más allá de besos y caricias.

Sin embargo, una noche después de volver de uno de los tantos restaurantes de la ciudad japonesa, llegamos a la casa en la que habitábamos y yo podía sentir que el momento había llegado. Llevé a Sasuke hasta la única alcoba que había sin dejar de besar fogosamente al chico con el que quería unir mi aura para ser uno.

Mis manos rodaban por su cuerpo en busca de su piel y mi lengua deseaba rodar por toda la piel de Sasuke para degustar los diferentes sabores que tenía.

– Yo… yo quiero ser tu pareja de una vez, Naruto. – Me repitió como tantas veces lo había hecho Sasuke con su respiración agitada cuando rompimos aquel beso. – No puedo soportar más esto. – Me confesó para mirar a mis ojos con un fuerte deseo. – Tengo miedo de que algún día vuelvas a alejarte de mí, de que llegues a abandonarme. –Terminó para volver a besarme con tanta necesidad que pude sentir un sabor agridulce en aquel beso mientras mi corazón latía con fuerza porque Sasuke tenía los mismos miedos y deseos que yo y eso, me agradaba.

Mi lengua se adentró en su boca tanto como pudo y sentí la de Sasuke internarse en la mía con descaro y ambos bebimos la saliva contraria como el mejor licor que existiera en el mundo.

– No habrá marcha atrás, Sasuke. – Le recodé cuando aquel beso concluyó mientras intentaba regularizar mi respiración.

– Lo sé y estoy seguro… de lo que siento y de lo que quiero. Sé… que quiero estar a tu lado para siempre. – Me respondió apretando mi cazadora y yo sonreí al mismo tiempo que sentía nuestras auras desplegarse como una abanico.

Besé otra vez a Sasuke con pasión desmedida, haciéndolo retroceder hasta que tropezó con la cama y ambos nos dejábamos caer sobre el colchón.

Mi lengua jugueteaba, adentrándose en aquella boca para saborearla en medio de un baile que mantenía con la lengua de Sasuke mientras mis manos desesperadamente se deshacían de mi cazadora dejando que Sasuke no dejase de acariciar mi cuerpo por encima de la ropa.

Decidí abandonar aquella boca para que mis labios rodasen por aquella piel blanca hasta encontrar aquella barbilla áspera, debido al afeitado vello facial que tenía Sasuke, para succionarle su pequeña nuez de Adán, al mismo tiempo que mis manos se colaban bajo su ropa para repartir caricias en toda aquella piel.

Escuché como Sasuke gimió con fuerza cuando una de mis manos encontró uno de sus pezones, el cual había pellizcado mientras mi boca había seguido viajando por su cuello dando pequeños mordiscos, lametones y succiones que mostraban el camino que seguían.

Sentía como el aura de Sasuke me abrigaba con tanta calidez que me embriagaba a medida que continuábamos en aquel juego de caricias.

Sin poder esperar más, le arrebaté el suéter junto a la camiseta de manga larga que tenía puesta para poder ver su blanca piel con aquellas dos pequeñas flores rosas donde sus pezones estaban erguidos por la excitación.

Mientras mi boca se ocupaba de probar la textura y sabor de los pezones de Sasuke una de mis manos estaba jugando con la lengua del chico mientras que mi otra mano acariciaba sobre el pantalón el excitado pene de mi compañero con el que iba a forjar aquella alianza.

Cuando terminé de saborear aquellas dos rosas retiré mi mano de la boca del chico para poder besarlo sin dejar de frotar su entrepierna hasta que sentí como su aura explotaba cuando su cuerpo alcanzó el orgasmo mojando su ropa interior y sus pantalones.

Me separé para ver como su cuerpo temblaba y comencé a quitarle los zapatos para luego, retirarle los calcetines y acto seguido, desabrochar su cinturón junto a su pantalón para retirárselos acompañado de su ropa interior.

– Na-Naruto… es mi primera vez en… con un… – Me estaba confesando mientras desabotonaba mi camisa para podérmela quitar.

– Lo sé y sabes que seré cuidadoso no voy a hacerte daño. – Le afirmé terminando de quitarme la camisa y comenzar a quitarme los zapatos y el resto de la ropa que aún cubrían mi cuerpo.

– Sé que lo serás pero no puedo evitar sentir… – Lo besé porque no quería escucharle pronunciar esa palabra mientras estuviera conmigo.

– No tienes por qué tenerlo si estamos juntos. – Le murmuré sobre sus labios cuando corté el beso. Entonces, abrí las piernas de Sasuke, bajé mi cabeza sin apartar mis ojos de su expectante mirada hasta que llegué al lugar al que quería y con suavidad, comencé a repartir besos alrededor de su ano hasta que mi boca se posó en aquel orificio, entonces saqué mi lengua todo lo posible para internarla en el agujero frente a mi boca donde empecé a moverla, lamiendo aquel estrecho lugar.

Escuchaba como Sasuke gemía y pronunciaba mi nombre con excitación solo centrándose en el placer que le estaba proporcionando sin percatarse de que había introducido junto a mi lengua uno de mis dedos.

Finalmente, retiré mi boca cuando tres de mis dedos bailaban en su recto mientras  me dirigí a besarlo hasta que finalmente, terminé de ensanchar aquel agujero y separé mis labios de los suyos.

Yo seguí besándolo y sin avisarle llevé mi pene hasta su ano pero antes de comenzar a introducirlo empecé a recitar una vieja canción perteneciente a mi pueblo que despertaría nuestras auras y cuando me percaté de cómo nuestras energías vitales brillaban con intensidad fue cuando penetré lentamente mi sexo en el interior del cuerpo de Sasuke.

Sasuke se agarró de mi espalda con fuerza mientras que yo continué con la oración y una vez había terminado de adentrar todo mi pene en el interior del recto de Sasuke, mi rezo concluyó.

Miré a Sasuke a la cara y vi sus ojos llorosos, su mueca adolorida en los labios y sentí como una de sus manos había viajado hasta mi cara para acariciarla.

– Sasuke, debes decirme que me aceptas, que quieres ser mi pareja. – Le dije sintiendo como mi aura se comenzaba a introducir en el cuerpo de Sasuke y la energía de Sasuke era absorbida por mi cuerpo.
– S-Sí… yo te acepto… Naruto, quiero… ser tu pareja – Ante su aceptación sentí el fuerte estallido de energía que causaron nuestros cuerpos y como las líneas de las estrellas empezaron a surgir en mi cuerpo.

– Naruto…

– Es normal… Espero, estés listo… – Le hice saber a Sasuke antes de comenzar a moverme hacia afuera para luego volver a adentrarme en su cuerpo con lentitud pero que poco a poco los movimientos  eran más rápidos y potentes.

Todas aquellas marcas que viajaron por mi piel se concentraron en mi estómago, quemándome y haciéndome gemir con fuerza sin poder parar de arremeter contra Sasuke.

Sasuke gemía y me abrazaba con fuerza a cada movimiento que hacía ya fuera para penetrarlo o para retroceder en su interior mientras su pene era estrujado entre nuestros cuerpos por lo que no tardó en volver  a eyacular, provocando que las paredes de su ano apretaran mi pene con fuerza pero yo no dejé de moverme hasta que por fin el orgasmo acudió a mí para liberar mi semen en su interior.

Aquel había sido un orgasmo muy diferente de los que había sentido con Itachi, pues el placer que podía sentir junto a Sasuke había superado con creces mis encuentros con su bisabuelo, pues todo Sasuke era embriagador y especial. Ahora, podía comprender que todo lo ocurrido esos años atrás solo había sido una prueba hasta ese momento.

Salí lentamente de Sasuke para ver cómo un poco de sangre salía mezclado con mi semen desde su ano antes de acostarme a su lado y abrazarlo.

- Ha sido genial, Naruto… Te amo. - Me murmuró y yo sonreí porque ahora estaríamos juntos hasta el día que la muerte viniera a por nosotros y no me importaba haber acortado mi vida por Sasuke porque sin él mi vida seguiría vacía y sin sentido. Mi vida seguiría siendo la de un viajero errante que pasaba inadvertido para un mundo donde solo era un fantasma de películas y libros de ficción.

– Yo también. – Le dije con toda sinceridad mientras observaba como se tocaba su vientre. – No te preocupes, ahora ambos estamos marcados por la misma estrella. Ahora somos una pareja. – Le comuniqué porque sabía que sentía en la panza el mismo ardor que yo, causado por las letras de las estrellas y que mañana amaneceríamos los dos con una marca idéntica que podría parecer un tatuaje ante los ojos humanos pero, que en realidad, era nuestro símbolo de unión, la marca que indicaba que ya éramos un solo ser.

Sasuke apartó su mano de su barriga y me abrazó con ella.

– Sé que no debería preguntarlo ahora pero… ¿Cuántos años tienes?

Sonreí ante esa pregunta tan improcedente y a la vez bizarra que en todo ese tiempo no se había atrevido a hacerme.

– ¿Tanto quieres saberlo?

– Me dijiste que naciste hace mucho tiempo, me gustaría saber tu verdadera edad aunque parezca que tienes cuarenta y tres años. -

– Tengo mil trescientos ochenta y siete años y si te da curiosidad, lo normal es que un alfa viva hasta los mil quinientos años. –

– Eres una momia. – Susurró con una sonrisa en sus labios mientras se acogía al sueño debido al cansancio.

– Soy un alfa, Sasuke. Los humanos sois los únicos que se momificaban y… – Me interrumpí al escuchar su respiración y sonreí para añadir en voz baja. – Ahora, iré a tu ritmo de vida porque somos uno.





Cada vez que me acuerdo de aquella primera vez y por todo lo que tuve que pasar antes de ello, no puedo dejar de pensar en lo hermoso que fue y aún siento como mi boca se curva en una sonrisa que seguramente hace que un millar de arrugas se aparezcan en mi flácida piel.

– ¿Por qué sonríes?. – Me preguntó aquella voz tan conocida para mí y no pude evitar girar mi rostro para ver a aquel anciano de pelo blanco y con unas gafas de cristal grueso que le ocultaban el verdadero brillo de sus ojos negros.

– Estaba recordando el pasado y me acordaba que toda la vida te estuve esperando, Sasuke. – Le dije mientras estiraba mi mano hasta le suya y entrelazábamos nuestros dedos. – Tú has sido siempre el ser por el que he continuado adelante aún y cuando no tenía conocimiento de que ibas a existir. – Y vi como un sonrojo teñía su piel blanca mientras una leve sonrisa se dibujaba en sus labios y plegaba la piel de sus mejillas.

Ambos miramos el cielo azul claro que besaba a lo lejos el océano sin soltar nuestras manos y entonces sentí como una paz me inundaba como un torrente de agua fría.

Miré a Sasuke, que estaba siendo iluminado por aquel rayo de luz,  sin separarse de mi lado y continuábamos con nuestros dedos entrelazados, le sonreí como un joven de veintitantos años al igual que él me sonrió a mí.

– Naruto. – Me susurró y yo le volví a sonreír.

– Sí, lo sé. Debemos irnos ya o se hará tarde. – Le dije para ver como asentía con su cabeza y comenzamos a caminar los dos juntos cogidos de la mano por aquel sendero.







– Disculpen, señores, pero debéis tomar sus medicinas. – Habló una enfermera mientras dejaba la bandeja con los vasos y las pastillas que debían tomar. – ¿Señor Namikaze…? ¿Señor Uchiha…? – Llamó con preocupación al no recibir respuesta y se acercó para mover a los dos ancianos por los hombros pero lo único que consiguió es que el libro que reposaba sobre las piernas de uno de los ancianos se deslizara y callera al suelo. – ¡Oh Dios!. – Exclamó la enfermera para salir corriendo de aquel lugar donde el rostro de aquellos dos ancianos mostraban una sonrisa de felicidad y tranquilidad.



Fin


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