viernes, 13 de enero de 2017

El último alfa. -Creciendo-


-Creciendo.-


Este año Sasuke ha comenzado una nueva fase en el colegio ya que ha dejado el preescolar y comenzará una etapa más dura en su educación pero parece emocionado por comenzar a aprender.

– ¿Te portarás bien?. – Le pregunté para ver como Sasuke asentía con la cabeza y esbocé una sonrisa provocando que el pequeño se sonrojara y agachara su mirada.

– ¡Sasuke!. – Escuché como lo llamaba una niña.

– ¡Ve! Seguro que tu amiga querrá contarte un montón de cosas. – Le dije mientras le revolvía el pelo ya que el niño parecía molesto por alejarse de mi lado.

Me quedé observando como Sasuke charlaba con aquella niña mientras me buscaba a cada momento con sus ojos negros y cuando me veía le sonreía provocando un sonrojo en su rostro hasta que la campana sonó. Todos los niños corrieron hacia sus clases pero yo no me fui de inmediato sino que esperé a ver como Sasuke se adentraba en el aula que correspondiente.

Las horas pasaron y cuando llegó el momento de ir a buscar a Sasuke me vi en medio de un atasco, así que tuve que reunir toda mi paciencia para lograr llegar al colegio en el que estaba esperándome el niño.

Sin embargo, cuando llegué me sorprendí de lo que estaba viendo, pues dos niños de cursos superiores a Sasuke lo tenían acorralado y amenazaban con hacerle alguna travesura de mal gusto a Sasuke porque podía ver como el aura de aquellos dos jóvenes se removía inquieta perturbando el ambiente, lo que indicaba que iban a hacer alguna maldad.

Sin pensar, estacioné el coche y corrí hasta donde estaban aquellos niños que agarré a cada uno por un brazo haciendo que soltaran a Sasuke y me percatase de los pinceles y los botes de tinta que tenían en sus manos haciendo que entendiese lo que pretendían hacer.

– ¿No creéis que está mal hacer eso a un niño más pequeño que ustedes?. – Les hablé con seriedad para ver como aquellos críos se amedrentaron al ser pillados segundos antes de cometer su trastada.

– Lo siento, fue idea de Kiba. –  Escuché como uno de aquellos críos acusaba a su amigo cuando ambos eran culpables.

– ¿¡Qué…!? ¿Pero si fuiste tú? Eres un mentiroso. – No tenía tiempo para estar oyendo como se echaban la culpa él uno al otro aunque, ahora, me sintiera mejor por saber que esos niños no consiguieron su propósito en Sasuke.

– Marchaos y será mejor que no vuelva a veros molestando a ningún otro niño. – Les advertí a aquellos dos granujas que asintieron con la cabeza y los solté para que se fueran de una vez. Entonces, miré a Sasuke que parecía estar aún asustado por lo sucedido. – ¿Estás bien, Sasuke?. – El niño no me respondió sino que se abalanzó hacia mí abrazándome y yo le acaricié dulcemente la cabeza. – Perdona, por retrasarme un poco. –  Le susurré antes de irnos al vehículo.

Después de ese día, Sasuke no volvió a ser molestado por aquellos niños pero a partir de ese día, había comenzado a sentir que no estaba haciendo bien en tenerlo junto a mí. En que Sasuke me estaba viendo demasiado como un padre y aunque lo hubiese adoptado, ese no era mi propósito. Por ello, tomé una difícil decisión que nos afectaría a ambos y cuando Sasuke cumplió los diez años nos marchamos de Japón para ir a Alemania, exactamente a la ciudad de Frankfurt, y con todo el dolor que era capaz de sentir, lo dejé en un internado del cual, solo podía salir si yo o alguien que yo autorizara lo fuese a buscar porque a pesar de que deseara tener a Sasuke a mi lado más que nada en este mundo solo mantenía con él comunicación por carta, pues no deseaba utilizar las tecnologías humanas de comunicación a excepción de las llamadas telefónicas, prefiriendo el método tradicional de correo, porque el papel venía impregnado con vestigios de la energía de Sasuke.

Sin embargo, cada vez que era su cumpleaños o navidad le enviaba un regalo por correo. Cuando lo llamaba por teléfono en las vacaciones era para disculparme y decirle que no podría ir a buscarlo pero eso solo provocaba que él y yo sufriéramos aunque estaba en esas fechas en la misma ciudad, hospedándome en un hostal que hay al lado del internado en el que se encontraba.

En ese tiempo que estuvimos separados por las paredes del internado, visité varias ciudades en todo el mundo como Moscú, Nápoles, Boston, Papeete, Río de Janeiro o Sídney entre otras aunque esa separación me estaba matando por dentro porque los alfas somos dependientes a nuestras parejas y yo estaba haciendo un esfuerzo desmesurado por no ir y sacarlo de aquel internado aunque cada veinticuatro de diciembre y veintitrés de agosto estaba en Alemania cerca del internado captando su dolor a través de su aura y embriagándome de su aroma que me torturaba por no estar a su lado, para volver esa tristeza en alegría.

Era consciente de que a Sasuke no le gustaba el internado en el que estaba debido a que había una gran disciplina pero me confortaba saber que había hecho amigos que, casualmente, eran de nacionalidad japonesa pero lo más importante para mí era saber que estaba junto a personas que lo estimaban y eso, podía intuirlo cada vez que me escribía sobre esos chicos o me hablaba por teléfono de ellos.

Sasuke ese año había acabado el último curso del internado y estaba seguro que pensaba comenzar la universidad como cualquier joven de su edad. También sería la primera vez en años que nos viéramos de nuevo cara a cara creando que generara inquietudes porque tal vez, solo tal vez, Sasuke no quisiera saber nada de mí o su molestia haya sido lo suficiente como para demostrarme indiferencia.

Era posible que el comportamiento de Sasuke hacia mí hubiese cambiado debido a que lo había dejado en aquel lugar, sin volver a visitarlo pero no me había quedado otra opción y esperaba que pudiese comprenderme.

Abordé el avión que me llevaría a aquel país europeo sin dejar de imaginar todo lo que había crecido o si estaría dispuesto a escucharme, pues ese día le contaría todo lo que yo sabía sobre su familia e incluso, volveríamos a Japón para acompañarlo hasta donde estaban las lapidas de sus progenitores, si lo deseaba.

No obstante, también, le revelaría quien yo era en realidad porque no quiero seguirle ocultado lo que soy y esperaba con todo mi ser que me aceptara porque si en esta ocasión fuera rechazado sabía que perdería algo importante para mí, algo que no podía exigir u obligar porque en mi naturaleza no estaba esa posibilidad tan egoísta y era por ello, que a veces desearía ser humano.

Después de tres horas y media de vuelo en una aerolínea comercial salí directo a las calles alemanas donde cogí un taxi, ya que la única maleta que tenía era un bolso de viaje con todo lo suficiente. No tardé más que una hora en llegar hasta aquel internado y antes de bajarme le indiqué al conductor que me esperara.

Subí las escaleras de piedra por la que estaban bajando los alumnos de aquel centro junto a sus padres o tutores o el responsable encomendado en irlos a buscar y llegué a la recepción de aquel internado donde aún había muchos jóvenes esperando con sus maletas. Miré a todos lados hasta que conseguí ver a Sasuke en una esquina cerca de la escalera vistiendo el uniforme obligatorio de ese internado alemán.

En realidad, Sasuke había cambiado mucho y aunque no desmerezco los genes de Mikoto, Sasuke se parecía mucho a Itachi salvo porque Sasuke no tenía ojeras bajo sus ojos y su olor y aura eran más intensos y embriagantes, llegando a producirme un estado de atontamiento confortable.

Caminé hacia Sasuke y cuando él se percató de mi presencia le sonreí para ver como agachaba la cabeza, tal vez por rabia pero su aura no me delataba señales de enfado en él o puede que avergonzado pero tampoco vi el que se ajetreara su energía sino que Sasuke tenía un aura cálida como si estuviese contento pero su forma de actuar me hacía pensar lo contrario a lo que reflejaba su energía.

Sin embargo, no me detuve y cuando quedé frente a él no evité el observarlo, percatándome en el joven apuesto que se había convertido con aquel atlético cuerpo y aquellas facciones que despuntaban su masculinidad. Igualmente, estaba seguro que cualquier jovencita humana estaría orgullosa de ser su pareja o, al menos, conseguir que la mirara.

Antes de que pudiese decirle algo, sentí como Sasuke se había abalanzado hacía mí para abrazarme y yo solo me dejé llevar envolviendo aquel cuerpo con mis brazos mientras su cuerpo comenzó a vibrar y un débil gimoteó escapo de sus labios. Fue en ese instante que me percaté de que Sasuke estaba llorando de felicidad. Realmente, Sasuke se sentía contento de volver a verme y eso, conmovió a mí corazón que parecía estrujarse en mi pecho.

– ¿Has crecido mucho, Sasuke?. – Le susurré al oído y sentí como su cuerpo se estremecía ante mi voz, dándome fuerza para poderle comunicar más tarde todo lo que ese día me había propuesto revelarle. – Te he extrañado. – No pude evitar comunicárselo en aquel momento.

– Yo también. – Lo escuché murmurar sin aún deshacer el abrazo y esperé a que calmase sus emociones para volver al taxi mientras lo ayudaba a cargar sus maletas.

– ¡Vamos! o el taxi se marchará sin nosotros. – Le dije sonriendo para ver cómo me asentía con su cabeza y sus ojos aún húmedos por las lágrimas derramadas.

De camino al hotel ambos nos habíamos sentado en el asiento trasero del taxi y lo escuchaba contarme acerca de todo lo que le había ocurrido en ese último trimestre, incluso me contó el discurso de despedida que el director les había recitado a todos los alumnos.

Cuando por fin llegamos al hotel y la puerta de la habitación se cerró, me senté en el sofá mientras rebuscaba una cajita de terciopelo negra en el bolsillo de mi cazadora hasta que la encontré.

– Sasuke, ven un momento y siéntate a mi lado. Quiero hablar contigo de algo importante. – Le pedí sin apartar mis ojos de la pequeña caja.

– ¿Qué ocurre?. – Me preguntó con preocupación cuando por fin tomó asiento y yo le sonreí para coger una de sus manos y ponerle sobre la palma la caja antes de levantarme para ocupar el sillón que estaba frente al sofá en el que Sasuke estaba sentado para dejarle espacio y poder ver su expresión ante el obsequió.

– Puedes abrirla es para ti. – Le aseguré al ver que parecía dudar en averiguar el contenido que ocultaba la pequeña caja y cuando la abrió vi como su cara mostraba confusión, por lo que había encontrado dentro mientras cogía la fina cadena de oro blanco que acababa en aquel raro colgante con forma de abanico japonés mitad rojo mitad blanco.

Me miró con una sonrisa y me acerqué para ayudarle a ponérselo.

– Es muy inusual este colgante. – Cuando escuche sus palabras sonreí y me senté a su lado en aquel sofá dorado.

– ¿Te gusta?.

– Sí.

– Este colgante es la representación del símbolo al que pertenece el clan de tu familia biológica.

– ¿Mi familia?.

– Así es, quiero que sepas quien eres Sasuke Uchiha y cuál es la razón de que te haya acogido bajo mi protección.

Sasuke parecía curioso pero al mismo tiempo, temeroso de saber esas verdades.

– Yo no sé si quiero saber de ellos, no tengo recuerdos aunque mi apellido sea lo único que tengo de esas personas, has sido tú quien se ha hecho cargo de mí desde que tengo memoria. Ellos nunca se han preocupado de mí en todo este tiempo como lo has hecho tú. – Se explicó con un sonrojo pero yo podía ver como aquellas simples palabras escondía algo más que cariño. Podía sentirlo cuando sus ojos se clavaron en los míos y su aura ardió como fuego a su alrededor ahogando mis sentidos, casi haciéndome olvidar mi objetivo de contarle todo.

– No digas eso, Sasuke y deja que te cuente. – Le rogué cogiendo una de sus manos entre las mías y vi como su sonrojo aumentaba en su rostro mientras asentía con la cabeza para que le contara de su familia. – Sabes que la historia en cada continente y país de este mundo es diferente, ¿verdad?.

– Sí. – Respondió en voz baja para que continuase.

– Bien, pues como me imagino que ya tienes una idea de historia universal no tendré que hondar en ello, aunque, sé que tus antepasados fueron campesinos que se convirtieron en ninjas y que por alguna razón, volvieron a convertirse en campesinos. – Sasuke suspiró un poco hastiado por esa información tan vaga. – Bueno, como todos los humanos tus antecesores se adaptaron a la evolución de la sociedad  hasta llegar a tus progenitores. Tu padre trabajaba en una de las empresas más conocidas en Japón mientras que tu madre era ama de casa, ellos se llamaban Fugaku y Mikoto Uchiha. Eran personas agradables, Sasuke, y lo más importante, te querían. – Le afirmé.

– ¿Entonces porque me dejaron en un orfanato cuando aún era un bebé?. Porque supongo que ahí debí de terminar antes de que tú te hicieras cargo de mí. – Pude apreciar el enfado en su voz y el repentino cambio de su aura.

Eso me entristeció porque sabía que Sasuke no conocía nada a causa de que nunca le había hablado de sus padres hasta ahora pero es que no me había percatado de que el chico había engendrado tanto enfado en su corazón hacia sus padres.

– No fue decisión de ellos el que acabarás ahí. – Suspiré antes de continuar. – Una noche un hombre entró a hurtadillas a una casa pero lo que ese hombre no sabía, era que en la casa que había entrado se encontraban los dueños y al verse sorprendido en un acto impulsivo, arremetió contra el matrimonio que vivía allí para luego huir. Una semana después ese hombre fue detenido y juzgado pero en aquella casa en la que entró había extinguido dos vidas y dejado a un pequeño bebé huérfano, sin nadie que pudiese hacerse cargo de él. – Terminé para mirarlo y sentir todo el revoltijo de sentimientos que expresaba el aura de Sasuke por la verdad descubierta.

– ¿E-Ese bebé era yo…? – Consiguió preguntarme en voz baja como si aún dudara lo obvio.

– Sí, Sasuke. Ese pequeño eras tú y cuando me enteré que nadie podía hacerse cargo de ti, yo decidí acogerte porque eres alguien muy importante en mi vida. Lo eres desde el primer momento que te vi. – Le confesé liberando mi mano de la suya para poderle acariciar su cabeza.

– ¿A qué te refieres?. – Me preguntó pero yo sonreí antes de levantarme de ese sofá y caminar un poco mientras pensaba en como continuar.

– Dime, Sasuke… ¿alguna vez te han contado tus amigos historias para no dormir o has visto películas de terror?. – Le pregunté con nerviosismo sin apartar mis ojos de los suyos ya que yo no llegué a mostrarle ese tipo de cinematografías o contarle sobre historias que no lo dejaran dormir, solo quiero y quería su felicidad y el miedo no estaba dentro de esos planes.

– Sí, alguna vez pero ¿no entiendo qué tiene que ver eso ahora?. – Le sonreí.

– ¿Y has oído hablar o has leído en alguna ocasión sobre los alfas?. – Indagué sin responderle para ver como negaba con la cabeza y volví a suspirar mientras me derrumbaba sobre el sillón quedando frente a Sasuke otra vez. – Es normal, ya los humanos se han olvidado del verdadero nombre de mi pueblo, de quién soy en realidad y del pueblo al que pertenezco. Sin embargo, han guardado todas sus mentiras sobre mi raza a la que nombraron de cualquier manera como vampiros, hombres lobo, monstruo de las sombras, brujos, demonios,… demasiados nombres horribles para referirse a lo que soy.

– No… no te entiendo. – Lo escuché murmurar y me percaté de cómo su aura cambiaba por una más fría y ligera.

Sonreí en un intento de calmarlo.

– Sasuke, yo soy un alfa uno de los últimos de mi raza y no debes de temerme porque me conoces. Me has conocido durante mucho tiempo y eres plenamente consciente de que no te haré daño. – Le recordé para acercarme a él y acuclillarme mientras cogía una de sus manos y la llevaba a mi pecho. – Ves, puedes sentirlo, no somos tan diferentes porque yo también tengo corazón. No soy una criatura sin sentimientos. No soy un cascaron vacio que necesite alimentarse de las muertes humanas. – Le aseguraba sin apartar mis ojos de los suyos.

– Me estas mintiendo, ¿cierto?. – Preguntó incomodo y sentía que en cualquier momento iba a empujarme para salir corriendo de aquella habitación de hotel y huir de mí como una liebre huye de los perros de un cazador. Por ello, sin pensarlo dos beses lo besé en los labios porque aunque no me correspondió debido a la estupefacción que le había provocado al besarlo y me separé de él lentamente, sintiendo el abatimiento de su aura confundida.

Sasuke abría y cerraba la boca mientras llevaba una de sus manos a sus labios pero en su rostro pude ver aquel encantador sonrojo.

– No te miento y sabes que no lo haría, Sasuke. Déjame contarte mi historia esta vez. – Le pedí para ver como asentía mientras continuaba palpándose con la yema de sus dedos sus labios, asimilando lo que había acabado de suceder mientras yo me sentaba junto a él cogí entre mis manos la mano de Sasuke que aún continuaba sobre una de sus piernas. – Como te he dicho mi raza no es tan diferente a la de los humanos y ambos procedemos de esa primera criatura que abandonó los árboles para empezar su vida en el suelo donde comenzó a caminar sobre dos piernas. Seguramente, ya te han contado el proceso evolutivo de tu raza, pues los alfas evolucionamos igual, paralelamente unos de otros. – Hice una pausa para levantarme he ir a por una de las botellitas de agua que había en la pequeña nevera de la habitación y ofrecérsela a Sasuke. – Toma. Bebe un poco te hará sentirte mejor. – Le indiqué poniéndole la botellita de agua fría entre sus manos que no dudó en abrir y dar un trago.

– Gracias y no vuelvas a hacer aquello. – Me pidió avergonzado.

– No te preocupes, no lo volveré a hacer si tú no quieres. – Le aseguré para continuar. – Al igual que los humanos, los alfas nos extendimos por todo el planeta y convivíamos en poblados junto a los humanos. – Me detuve un momento mientras pensaba como continuar. – Sasuke, ¿sabes quienes son Demócrito, Anaxágoras o Protágoras?. – Le pregunté antes de continuar.

– Son filósofos.

– Sí pero esos filósofos eran alfas como lo soy yo. Lo que quiero decirte, es que los alfas no solo hemos vivido junto a los humanos en armonía sino que mi pueblo no es violento. No obstante, los humanos comenzaron a desconfiar de los alfas hasta el punto en que no fueron capaces de distinguir la verdad de la mentira y el pueblo al que pertenezco comenzó a ser perseguido y masacrado. – Lo miré en un intento de verle los ojos a Sasuke pero había agachado la cabeza y su aura se sentía fría, así que era mejor que comenzara a hablarle de mí. – Mis padres se llamaban Minato y Kushina, ambos pertenecían a la especie de los alfas. – Era la primera vez que le contaba a alguien sobre mis padres ni siquiera mi difunto amigo Gaara sabía el nombre de mis progenitores y me percaté de que había vuelto a captar la atención de Sasuke. – Nací en mitad de la caza de brujas  y casi toda mi vida me la he pasado escondido de los humanos. Mis padres murieron frente a mis ojos por manos humanas. Aún recuerdo aquella noche en que una horda de humanos se aproximó a mis padres para clavarle en su pecho estacas y flechas. Luego, quemaron sus cuerpos con sus antorchas. – No me percaté que estaba descendiendo el tono de mi voz porque estaba recordado esa fatídica noche en que quedé solo en este mundo. – Todavía escucho los gritos de dolor de mi madre y a mi padre ordenándome que huyera de allí y sobreviviese pero a pesar de que he cumplido las últimas palabras de mis padres no es fácil el no sentirse culpable por no haber intentado ayudarlo aunque yo en ese tiempo aún era un niño sin posibilidades de auxiliarlos.

– Naruto… - Murmuró Sasuke mi nombre con tanta angustia que me hizo volver a la realidad.

– No te preocupes, ya hace mucho tiempo de eso. – Le aseguré mientras sonreía. – Desde ese momento, comencé a sobrevivir por mí mismo y siempre escuchaba mentiras hacia mi gente por parte de los humanos pero, al fin y al cabo, los alfas somos seres condenados, Sasuke.

– ¿A qué te refieres?.

– Los humanos teméis a todo lo que no sea igual a vosotros, ese fue uno de los motivos por lo que los alfas en un tiempo fuimos adorados y terminamos siendo despreciados y perseguidos hasta la muerte. Los alfas tenemos una cualidad, que es la de poder sentir la naturaleza y las auras de cualquier ser vivo, tanto vegetal como animal, y por ello, sabemos que todo está conectado, que en este mundo todo somos una mitad de otro ser y giramos en torno a eso. – Miré a Sasuke que estaba escuchándome atentamente. – Un alfa está condenado porque tenemos una única pareja de vida y una vez nuestra esencia queda unida a ese ser, formamos uno pero cuando nuestra pareja es un humano esto no siempre sale bien y los alfas no podemos vivir mucho tiempo alejados de nuestra pareja, especialmente, una vez nos hemos unido a esa persona.

– ¿Qué ocurre si no llegas a unirte con tu pareja?.

– Seguiré vagando en solitario por este planeta en espera de la muerte porque un alfa no es inmortal, solo vivimos más tiempo que los humanos. Así que no creas esas leyendas fantasiosas sobre la eternidad o el que no convertimos en monstruos que disfrutamos bebiendo sangre humana o de animales y creando matanzas allí a donde vamos porque no es cierto. – Le afirmé con una sonrisa y él también sonrió para permanecer unos segundos en silencio.

– Pero... si tu pareja… es un humano… ¿qué ocurriría… cuando muera el humano?. – Ante esa pregunta volví a sonreír.

– Si nuestra pareja es un humano y somos aceptado por el humano ajustamos nuestra vida a la suya. Envejecemos al mismo tiempo que el humano y respiraremos el último soplo de aire de este mundo a la vez. – Después de decir esto hubo unos minutos que permanecimos en silencio.

Sin embargo, la tranquilidad fue rota por la voz de Sasuke.

– ¿Quieres… decir que yo… yo soy tu pareja o… es otra persona y… la has encontrado?.

No comprendí el por qué Sasuke me hacía esa pregunta porque era demasiado clara su respuesta pero si podía sentir el miedo que comenzaba a emanar del chico.

– Tú eres mi pareja, Sasuke. Ambos seremos uno si me aceptas porque deseas unir tu energía a la mía pero, también, aceptaré si no puedes corresponderme porque esa es tu decisión y lo más que yo anhelo es tu felicidad. – Le respondí para ver como se sonrojaba.

– Pero… tú y yo somos hombres, ¿cómo puede ser un hombre tu pareja?

– ¿Y por qué no?.  Nuestra energía carece de sexo, no hay nada más que esencia intangible.

– Pero tú… has sido como un padre para mí. – Farfulló entre dientes nervioso.

– Fue por eso que te envié aquí. No quería que te apegaras a mí como un hijo porque yo solo puedo verte como la mitad de mí ser. – Cerré los ojos mientras tomaba aire para continuar. – Sé que eres humano y no puedes comprender la magnitud de las palabras que te digo pero tu esencia, tu aura me reconoció desde el momento en que te vi por primera vez pero sé que no harás nada que no estés seguro en hacer y me agrade o no tu decisión, yo la aceptaré.

– ¿Pero no te importa el que no puedas tener un descendiente a tu… raza?. – Me preguntó con incomodidad en su tono de voz que era claramente notorio.

– Así es como debe ser, Sasuke. Si yo no te acepto como pareja y me preocupara por la procreación para que los alfas continuemos vivos, entonces, es que no sería lo que soy. No sería un alfa. Hay miles de especies de insectos, plantas y animales que se extinguen en este planeta constantemente por diferentes motivos y, posiblemente, yo soy el último de mi raza porque hace años que no me encuentro con otro alfa. Sin embargo, mi deseo es tener una vida grata junto a mi pareja porque es lo que todo alfa anhela. – Miré el reloj de la pared cuando escuché como Sasuke bostezaba y ya era muy tarde, pues el tiempo se nos había ido volando mientras hablábamos. – Será mejor que vayas a dormir, estás cansado y ya es tarde.

Vi como Sasuke asintió y fue a la cama mientras yo me quedaba allí para luego dirigirme a la otra cama  que había para descansar.


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