-No te dejaré.-
Me
desperté y me percaté de que Sasuke continuaba dormido, así que llamé para que
subieran el desayuno a la habitación mientras que yo fui a darme una ducha sin
poder parar de preguntarme qué era lo que pensaría Sasuke o si podría aceptarme
como su pareja. Después de todo, ayer me había sincerado con él.
Cuando
salí del baño me encontré a un Sasuke somnoliento abriendo la puerta para que
el servicio del hotel dejara las bandejas con nuestro desayuno en la mesa y
cuando se marcharon los empleados de aquel hotel donde nos hospedábamos nos
sentamos para comenzar a desayunar en silencio.
Una
vez Sasuke terminó de desayunar lo vi dirigirse al baño para darse una ducha y
cuando salió ya estaba vestido.
Ese
día lo dedicamos a hacer turismo en Frankfurt ya que aunque Sasuke llevaba años
viviendo en aquel internado de esa ciudad alemana no le había sido permitido
salir del edificio, por lo que no había visto la ciudad.
Después
de cenar en un restaurante volvimos al hotel y durante una semana continuamos
de esa manera tan impersonal en la que solo hablábamos lo necesario aunque yo
esperaba su respuesta acerca de si deseaba ser mi compañero y él tenía aspecto
pensativo, seguramente, aún estaba asimilando todo lo ocurrido.
Sin
embargo, cuando volvió a hablarme nuevamente y sin que fuese nada para elogiar
una escultura o una estructura arquitectónica fue para pedirme que fuéramos a
Japón porque deseaba conocer el lugar en el que estaban las tumbas de sus
padres y así lo hice.
Compré
los billetes para el primer vuelo a Japón y cuando llegamos a Tokio nos
hospedamos en uno de los hoteles cercanos al aeropuerto aunque en esta ocasión,
cada uno estábamos en habitaciones separadas, ya que Sasuke me lo había pedido.
Era
consciente de los nervios de Sasuke y su gran confusión, sin hacer mención a la
contradicción de sentimientos que debía de sentir porque a pesar de saber que
su energía me aceptaba no sucedía lo mismo con su razonamiento y mi deber era
esperar. Yo debía esperar a que Sasuke encontrase su armonía y la respuesta que
iba a provocar en mí una felicidad inmensa o el dolor más mortífero.
Al día
siguiente, acompañé a Sasuke a comprar flores y luego, al cementerio donde lo
dejé a solas al frente de las lápidas de sus padres mientras yo sentía la tristeza
que desprendía mezclada con su agonía personal. Después de ese día, Sasuke no
salió de su habitación de hotel ni siquiera deseaba hablarme o abrirme la
puerta para comprobar que estuviese bien físicamente.
Al
cabo de tres días de encierro en aquella habitación de hotel, Sasuke dejó su
aislamiento en mitad de la noche para decirme que deseaba ir a estudiar a una de
las universidades de ese país para estudiar literatura y yo no me opuse sino
que lo ayudé. Tuve que buscar la manera de que lo admitieran en una de las
mejores universidades de Japón y gracias a mi insistencia lo conseguí.
Sin
embargo, cuando Sasuke comenzó su vida en el campus también me pidió tiempo porque
necesitaba su espacio, me pidió que le permitiera ese tiempo para poder cavilar
bien todo lo que le había contado y yo lo entendí. No era necesario que me lo
tuviese que decir, pues podía sentir su aura abatida y carente de aquella
estabilidad que normalmente tenía su energía.
Los
años pasaron y en ese tiempo no vi a Sasuke aunque pude sentir su aura en
varias ocasiones. Además, todos los meses le mandaba dinero para que pudiese
pagar el alquiler, comprar todo aquello que necesitase y tuviese dinero extra
para que pudiese salir a divertirse con sus compañeros ya que sabía que a los
humanos jóvenes le gustaba disfrutar de su tiempo de ocio haciendo multitud de
actividades.
En todos
esos años, no me había marchado de la ciudad siempre inhalando su penetrante aroma
tan único, soñando su rostro e imaginando sus palabras.
Cuando
por fin, Sasuke terminó la universidad me acerqué al centro y allí lo vi. Ya
era un hombre y su pelo ahora tenía uno de esos peinados extraños que llevaban
los humanos, sus facciones marcaban su hombría y su cuerpo había aumentado en
masa muscular, por lo que pensé que había estado asistiendo a un gimnasio o
practicaba algún deporte en el campus que le habría ayudado a proporcionar
aquella anatomía fornida.
Sin
embargo, cuando intenté acercarme a Sasuke, él se alejó acompañado de sus
amigos humanos e intuí lo que significó aquel acto pero una parte de mí me
gritaba que estaba equivocado y yo me agarré a esa voz aulladora. Así, que
permanecí durante una hora más en aquella universidad y sentía como mi
esperanza se esfumaba a cada segundo mientras que el grito se iba apagando poco
a poco hasta solo quedar silencio.
Sasuke
no se acercaría a mí otra vez porque él no iba a aceptarme como su pareja. Él
ya no era aquel niño asustadizo que necesitase de mi mano para caminar, ni un
adolescente capaz de acogerme en su confundido corazón. Sasuke, ya era un
apuesto hombre adulto y yo tan solo soy un ser olvidado de este mundo, un ser
que había aguardado una pequeña luz y la oscuridad había terminado de apagarla
ese día.
Me
marché del campus universitario deseándole lo mejor a Sasuke, sintiendo como mi
cuerpo se convertía en un farreó juguete
de la tristeza. Me dirigí al pequeño ático que tenía alquilado donde recogí mis
pocas pertenecías con la intención de marcharme de aquel lugar que Sasuke sabía
que me alojaba.
No
quería verlo en brazos de algún humano, no podría soportar que él me viese
devastado por mi destino y por todo ello, prefería cambiar de residencia. Allí,
donde pudiese conformarme con su olor mezclado en el viento y sentir su aura a
lo lejos de vez en cuando. Así que terminé de guardar mi última prenda en la
maleta y abrí la puerta pero lo que no esperaba era que al abrir aquella puerta
me encontrase con aquel hombre.
– ¿Por
qué te marchaste de esa manera?. – Me preguntó con aquella voz gruesa, profunda
y segura. – Te ibas a marchar sin decirme nada, Naruto.
Una
sonrisa efímera escapó de mis labios ante aquel nombre que me pertenecía siendo
pronunciado de una forma tan poca educada, a la vez, que sentía como se clavaba
en mi pecho una daga afilada con aquel nombre que me identificaba y era
pronunciado tan despectivamente.
– ¿Es
algo con importancia?. – Lo miré directo a sus ojos negros e inexpresivo solo
su aura era la que me ponía en sobre aviso de la furia que lo embargaba. – Hace
años que sé quién soy y cuando debo retirarme, Sasuke. Mi gente no son
guerreros, no luchamos solo avanzamos en esta vida deseando la felicidad y la
prosperidad. – Dije para pasar a su lado.
– Espera,
no puedes marcharte de esta forma si ni siquiera me has dejado explicarte a que
he venido hasta aquí. – Sasuke me había cogido del brazo con fuerza y con cada
palabra que pronunciaba apretaba su agarre pero yo no emití señales de
molestia. No quería verme más derrotado de lo que ya me sentía.
– No
es necesario, se perfectamente que no es adecuado que continúe aquí y no vale
la pena que prolongue una esperanza tan improbable. – Sentí como soltaba mi
brazo y lo miré un momento antes de formar en mi rostro una amarga sonrisa para
volver a emprender camino. – Te deseo lo mejor. – Susurré sin detener mi andar.
Sin
embargo, antes de que pudiese presionar el botón del ascensor sentí como mi
cuerpo fue agarrado por los hombros y en un momento rápido, giré involuntariamente
sobre mí mismo y mis labios fueron cazados en un casto beso a la vez que mi
cara era abrigada por dos cálidas manos.
– No
quiero que te marches, quiero que permanezcas a mi lado. – Fue el susurro que
emitió Sasuke cuando cortó el beso.
– Si
estás haciendo esto por un deseo egoísta, déjame comunicarte que eso solo
traerá consecuencias nefastas para ambos. – Suspiré volviendo a romper el
contacto que Sasuke tenía conmigo. – Soy un alfa y tú un humano, ambos somos
muy distinto. No lo olvides, Sasuke. – Le recordé para esta vez poder pulsar el
botón del ascensor.
– ¡Te
estoy aceptado, idiota!. Te estoy diciendo que quiero ser tu pareja y no me
importa que seas un ser diferente a mí o me hayas criado como a un hijo porque
yo quiero estar contigo. – Hubo una pequeña pausa en la que Sasuke hizo algunas
muecas en las que parecía dudar en decir algo más. – Yo siempre he sabido de
que te he querido más allá de lo que es una relación filial pero tenía miedo
porque pensaba que lo nuestro no podía ser porque creía que me veías como a un
hijo y yo… yo rechazaba lo que sentía hasta que me contaste todo y creí, que era
todo demasiado bueno. Que todo estaba resultando de una forma tan fácil que me
hacía dudar de que todo pudiese ser real, Naruto. Había tantos sentimientos
mezclados en mí que no podía percatarme de lo que siempre había sentido. –
Murmuró con voz cargada de melancolía. – Sin embargo, no sé porque me ha costaba
tanto decirte que sí cuando me percaté de todo y pude poner en orden mis
emociones. No entiendo porque aquella noche en Frankfurt había reaccionado de
aquella manera después de saber de lo que yo significaba para ti, ya que cuando
me dejaste en aquel internado cada noche solo podía pensar en ti y todo este
tiempo estaba convenciéndome a mí mismo de que no había soñado tus palabras y
estaba buscando la forma de reunir el valor suficiente para decirte pero ahora…
ahora… – Su voz se cortó con un quejido que ahogaba su angustia.
Aquellas
palabras me paralizaron y enmudecieron hasta que me percaté de que las puertas
de los vecinos estaban abriéndose justo cuando el ascensor había llegado, se
abrió la puerta y en un movimiento rápido cogí a Sasuke de la muñeca para
arrastrarlo adentro del ascensor conmigo.
Miré a
Sasuke y pude ver por primera vez desde hacía mucho tiempo aquel sonrojo en su
rostro y por algún motivo, sentí que ese sonrojo no debía estar en esa cara,
que ese bochorno no me pertenecía mí.
– Tú…
no estás jugando, ¿cierto?
– No,
yo...
–
Espera, déjame decirte algo más que no sabes. – Dejé caer mi espalda sobre la
pared del ascensor para seguir mirando a Sasuke mientras pulsaba el botón para que
aquel elevador se movieses. – Yo… me siento feliz. – Le susurré. –Pero hay algo
en ti que no me permite poder creerte por completo, Sasuke, porque hay algo en
tu aura que me impide ver que estés convencido de tus propias palabras. – Le
dije y entonces, él se acercó a mí y me besó atrevidamente.
Sentí
como su lengua acarició mis labios y sus manos se agarraban a mi chaqueta
mientras yo me dejaba llevar por aquel beso, en la que por primera vez, probé
el sabor de su boca.
– No…
no me dejes. – Farfulló Sasuke cuando el beso acabó.
–
Sasuke… yo, yo no te dejaré. – Le afirmé para abrazarlo y volver a unir
nuestros labios para, nuevamente, probar aquel sabor exquisito.
Aunque
aquel día fue la declaración de Sasuke sobre sus sentimientos, yo había
decidido comenzar a salir con Sasuke, tal y como lo hacía los humanos, porque
quería esperar un poco más antes de que él y yo nos uniésemos para siempre pero
sin lugar a dudas, era extraño.
Sasuke
se enfadó mucho conmigo por contarle acerca de mi decisión pero, aún así,
aceptó a regañadientes y sé vino a vivir conmigo aunque con la diferencia de
que ambos dormíamos junto en la misma cama en la que no pasábamos más allá de
besos y caricias.
Sin
embargo, una noche después de volver de uno de los tantos restaurantes de la ciudad
japonesa, llegamos a la casa en la que habitábamos y yo podía sentir que el
momento había llegado. Llevé a Sasuke hasta la única alcoba que había sin dejar
de besar fogosamente al chico con el que quería unir mi aura para ser uno.
Mis
manos rodaban por su cuerpo en busca de su piel y mi lengua deseaba rodar por
toda la piel de Sasuke para degustar los diferentes sabores que tenía.
– Yo…
yo quiero ser tu pareja de una vez, Naruto. – Me repitió como tantas veces lo
había hecho Sasuke con su respiración agitada cuando rompimos aquel beso. – No
puedo soportar más esto. – Me confesó para mirar a mis ojos con un fuerte deseo.
– Tengo miedo de que algún día vuelvas a alejarte de mí, de que llegues a
abandonarme. –Terminó para volver a besarme con tanta necesidad que pude sentir
un sabor agridulce en aquel beso mientras mi corazón latía con fuerza porque
Sasuke tenía los mismos miedos y deseos que yo y eso, me agradaba.
Mi
lengua se adentró en su boca tanto como pudo y sentí la de Sasuke internarse en
la mía con descaro y ambos bebimos la saliva contraria como el mejor licor que
existiera en el mundo.
– No
habrá marcha atrás, Sasuke. – Le recodé cuando aquel beso concluyó mientras
intentaba regularizar mi respiración.
– Lo
sé y estoy seguro… de lo que siento y de lo que quiero. Sé… que quiero estar a
tu lado para siempre. – Me respondió apretando mi cazadora y yo sonreí al mismo
tiempo que sentía nuestras auras desplegarse como una abanico.
Besé otra
vez a Sasuke con pasión desmedida, haciéndolo retroceder hasta que tropezó con
la cama y ambos nos dejábamos caer sobre el colchón.
Mi lengua
jugueteaba, adentrándose en aquella boca para saborearla en medio de un baile
que mantenía con la lengua de Sasuke mientras mis manos desesperadamente se
deshacían de mi cazadora dejando que Sasuke no dejase de acariciar mi cuerpo
por encima de la ropa.
Decidí
abandonar aquella boca para que mis labios rodasen por aquella piel blanca hasta
encontrar aquella barbilla áspera, debido al afeitado vello facial que tenía
Sasuke, para succionarle su pequeña nuez de Adán, al mismo tiempo que mis manos
se colaban bajo su ropa para repartir caricias en toda aquella piel.
Escuché
como Sasuke gimió con fuerza cuando una de mis manos encontró uno de sus
pezones, el cual había pellizcado mientras mi boca había seguido viajando por
su cuello dando pequeños mordiscos, lametones y succiones que mostraban el
camino que seguían.
Sentía
como el aura de Sasuke me abrigaba con tanta calidez que me embriagaba a medida
que continuábamos en aquel juego de caricias.
Sin
poder esperar más, le arrebaté el suéter junto a la camiseta de manga larga que
tenía puesta para poder ver su blanca piel con aquellas dos pequeñas flores rosas
donde sus pezones estaban erguidos por la excitación.
Mientras
mi boca se ocupaba de probar la textura y sabor de los pezones de Sasuke una de
mis manos estaba jugando con la lengua del chico mientras que mi otra mano
acariciaba sobre el pantalón el excitado pene de mi compañero con el que iba a
forjar aquella alianza.
Cuando
terminé de saborear aquellas dos rosas retiré mi mano de la boca del chico para
poder besarlo sin dejar de frotar su entrepierna hasta que sentí como su aura
explotaba cuando su cuerpo alcanzó el orgasmo mojando su ropa interior y sus
pantalones.
Me
separé para ver como su cuerpo temblaba y comencé a quitarle los zapatos para
luego, retirarle los calcetines y acto seguido, desabrochar su cinturón junto a
su pantalón para retirárselos acompañado de su ropa interior.
–
Na-Naruto… es mi primera vez en… con un… – Me estaba confesando mientras desabotonaba
mi camisa para podérmela quitar.
– Lo
sé y sabes que seré cuidadoso no voy a hacerte daño. – Le afirmé terminando de
quitarme la camisa y comenzar a quitarme los zapatos y el resto de la ropa que
aún cubrían mi cuerpo.
– Sé
que lo serás pero no puedo evitar sentir… – Lo besé porque no quería escucharle
pronunciar esa palabra mientras estuviera conmigo.
– No
tienes por qué tenerlo si estamos juntos. – Le murmuré sobre sus labios cuando
corté el beso. Entonces, abrí
las piernas de Sasuke, bajé mi cabeza sin apartar mis ojos de su expectante
mirada hasta que llegué al lugar al que quería y con suavidad, comencé a
repartir besos alrededor de su ano hasta que mi boca se posó en aquel orificio,
entonces saqué mi lengua todo lo posible para internarla en el agujero frente a
mi boca donde empecé a moverla, lamiendo aquel estrecho lugar.
Escuchaba
como Sasuke gemía y pronunciaba mi nombre con excitación solo centrándose en el
placer que le estaba proporcionando sin percatarse de que había introducido
junto a mi lengua uno de mis dedos.
Finalmente,
retiré mi boca cuando tres de mis dedos bailaban en su recto mientras me dirigí a besarlo hasta que finalmente,
terminé de ensanchar aquel agujero y separé mis labios de los suyos.
Yo
seguí besándolo y sin avisarle llevé mi pene hasta su ano pero antes de
comenzar a introducirlo empecé a recitar una vieja canción perteneciente a mi
pueblo que despertaría nuestras auras y cuando me percaté de cómo nuestras energías
vitales brillaban con intensidad fue cuando penetré lentamente mi sexo en el
interior del cuerpo de Sasuke.
Sasuke
se agarró de mi espalda con fuerza mientras que yo continué con la oración y
una vez había terminado de adentrar todo mi pene en el interior del recto de
Sasuke, mi rezo concluyó.
Miré a
Sasuke a la cara y vi sus ojos llorosos, su mueca adolorida en los labios y
sentí como una de sus manos había viajado hasta mi cara para acariciarla.
–
Sasuke, debes decirme que me aceptas, que quieres ser mi pareja. – Le dije
sintiendo como mi aura se comenzaba a introducir en el cuerpo de Sasuke y la
energía de Sasuke era absorbida por mi cuerpo.
–
S-Sí… yo te acepto… Naruto, quiero… ser tu pareja – Ante su aceptación sentí el
fuerte estallido de energía que causaron nuestros cuerpos y como las líneas de
las estrellas empezaron a surgir en mi cuerpo.
–
Naruto…
– Es
normal… Espero, estés listo… – Le hice saber a Sasuke antes de comenzar a
moverme hacia afuera para luego volver a adentrarme en su cuerpo con lentitud
pero que poco a poco los movimientos
eran más rápidos y potentes.
Todas
aquellas marcas que viajaron por mi piel se concentraron en mi estómago,
quemándome y haciéndome gemir con fuerza sin poder parar de arremeter contra
Sasuke.
Sasuke
gemía y me abrazaba con fuerza a cada movimiento que hacía ya fuera para
penetrarlo o para retroceder en su interior mientras su pene era estrujado
entre nuestros cuerpos por lo que no tardó en volver a eyacular, provocando que las paredes de su
ano apretaran mi pene con fuerza pero yo no dejé de moverme hasta que por fin
el orgasmo acudió a mí para liberar mi semen en su interior.
Aquel
había sido un orgasmo muy diferente de los que había sentido con Itachi, pues
el placer que podía sentir junto a Sasuke había superado con creces mis
encuentros con su bisabuelo, pues todo Sasuke era embriagador y especial. Ahora,
podía comprender que todo lo ocurrido esos años atrás solo había sido una
prueba hasta ese momento.
Salí
lentamente de Sasuke para ver cómo un poco de sangre salía mezclado con mi
semen desde su ano antes de acostarme a su lado y abrazarlo.
- Ha
sido genial, Naruto… Te amo. - Me murmuró y yo sonreí porque ahora estaríamos
juntos hasta el día que la muerte viniera a por nosotros y no me importaba
haber acortado mi vida por Sasuke porque sin él mi vida seguiría vacía y sin
sentido. Mi vida seguiría siendo la de un viajero errante que pasaba
inadvertido para un mundo donde solo era un fantasma de películas y libros de
ficción.
– Yo
también. – Le dije con toda sinceridad mientras observaba como se tocaba su
vientre. – No te preocupes, ahora ambos estamos marcados por la misma estrella.
Ahora somos una pareja. – Le comuniqué porque sabía que sentía en la panza el
mismo ardor que yo, causado por las letras de las estrellas y que mañana
amaneceríamos los dos con una marca idéntica que podría parecer un tatuaje ante
los ojos humanos pero, que en realidad, era nuestro símbolo de unión, la marca
que indicaba que ya éramos un solo ser.
Sasuke
apartó su mano de su barriga y me abrazó con ella.
– Sé
que no debería preguntarlo ahora pero… ¿Cuántos años tienes?
Sonreí
ante esa pregunta tan improcedente y a la vez bizarra que en todo ese tiempo no
se había atrevido a hacerme.
– ¿Tanto
quieres saberlo?
– Me
dijiste que naciste hace mucho tiempo, me gustaría saber tu verdadera edad
aunque parezca que tienes cuarenta y tres años. -
–
Tengo mil trescientos ochenta y siete años y si te da curiosidad, lo normal es
que un alfa viva hasta los mil quinientos años. –
– Eres
una momia. – Susurró con una sonrisa en sus labios mientras se acogía al sueño
debido al cansancio.
– Soy
un alfa, Sasuke. Los humanos sois los únicos que se momificaban y… – Me
interrumpí al escuchar su respiración y sonreí para añadir en voz baja. –
Ahora, iré a tu ritmo de vida porque somos uno.
Cada vez
que me acuerdo de aquella primera vez y por todo lo que tuve que pasar antes de
ello, no puedo dejar de pensar en lo hermoso que fue y aún siento como mi boca
se curva en una sonrisa que seguramente hace que un millar de arrugas se aparezcan
en mi flácida piel.
– ¿Por
qué sonríes?. – Me preguntó aquella voz tan conocida para mí y no pude evitar
girar mi rostro para ver a aquel anciano de pelo blanco y con unas gafas de
cristal grueso que le ocultaban el verdadero brillo de sus ojos negros.
–
Estaba recordando el pasado y me acordaba que toda la vida te estuve esperando,
Sasuke. – Le dije mientras estiraba mi mano hasta le suya y entrelazábamos
nuestros dedos. – Tú has sido siempre el ser por el que he continuado adelante
aún y cuando no tenía conocimiento de que ibas a existir. – Y vi como un
sonrojo teñía su piel blanca mientras una leve sonrisa se dibujaba en sus
labios y plegaba la piel de sus mejillas.
Ambos
miramos el cielo azul claro que besaba a lo lejos el océano sin soltar nuestras
manos y entonces sentí como una paz me inundaba como un torrente de agua fría.
Miré a
Sasuke, que estaba siendo iluminado por aquel rayo de luz, sin separarse de mi lado y continuábamos con
nuestros dedos entrelazados, le sonreí como un joven de veintitantos años al igual
que él me sonrió a mí.
–
Naruto. – Me susurró y yo le volví a sonreír.
– Sí,
lo sé. Debemos irnos ya o se hará tarde. – Le dije para ver como asentía con su
cabeza y comenzamos a caminar los dos juntos cogidos de la mano por aquel
sendero.
–
Disculpen, señores, pero debéis tomar sus medicinas. – Habló una enfermera
mientras dejaba la bandeja con los vasos y las pastillas que debían tomar. –
¿Señor Namikaze…? ¿Señor Uchiha…? – Llamó con preocupación al no recibir
respuesta y se acercó para mover a los dos ancianos por los hombros pero lo
único que consiguió es que el libro que reposaba sobre las piernas de uno de
los ancianos se deslizara y callera al suelo. – ¡Oh Dios!. – Exclamó la
enfermera para salir corriendo de aquel lugar donde el rostro de aquellos dos
ancianos mostraban una sonrisa de felicidad y tranquilidad.
Fin