-Sai.-
En uno
de los pocos pasillos solitarios de la universidad, a esas horas del día,
estaban dos chicos hablando. Uno de ellos era de pelo rojo y en su rostro
destacaba un tatuaje en el lado derecho de su frente, además, de tener el
contorno de sus ojos verdes delineado de unas sombras oscuras que acentuaban su
iris. Sin duda, aunque a primera vista no lo pareciera, eran unas ojeras naturales
que le daban un aspecto de misterio.
El
otro chico era más alto que su compañero. Su piel pálida, casi tanto como el
papel, de ojos y pelo bruno no era tan llamativo aunque poseía un porte
elegante en la simplicidad de su aspecto.
̶ Bien, ya estamos solos, ¿Qué
es lo que quieres, Sai?. ̶
Habló parco el pelirrojo, el cuál tenía un semblante serio y de desinterés hacia
el otro joven.
̶ Bueno, quería saber si...
¿te gustaría salir conmigo, Gaara?. ̶
Preguntó el moreno con un pequeño rubor en sus mejillas y los nervios
recorriendo su cuerpo.
El
pelirrojo lo miró escrutadoramente antes de responder. ̶ ¿Hablas en serio?. ̶ Sai afirmó con un cabeceo. Entonces, el
muchacho más bajo giró todo su cuerpo para encarar al otro. – Olvídalo, no pienso
salir con alguien como tú.
̶ Pero... ¿por qué?. Solo
dame una oportunidad para... ̶
Intentó convencer al chico del tatuaje en la frente de que él era una buena
opción y le ofreciera una oportunidad para demostrárselo.
̶ Ya estoy saliendo con
alguien y sin duda es mucho mejor que tú. ̶
Fue la despectiva respuesta de Gaara. ̶
Y no insistas, no tienes posibilidades
conmigo. Tú solo fuiste uno más. ̶
Finalizó con voz severa antes de darle
la espalda y alejarse del de ojos oscuros.
Sai se
quedó inmóvil, mirando como el joven de ojos verdes desapareció por la esquina
del pasillo, quedando solo con su destrozado corazón y sus ilusiones desechas por
el rechazo. Sus ojos comenzaron ha escocer, las lágrimas se aglomeraron,
ocasionando que su visión se volviera borrosa, y el líquido cristalino y salado
comenzó a descender por sus albinos carrillos.
Había
pasado un día pero el pecho del muchacho aún dolía ante el recuerdo cruel
ocasionado por la persona que le gusta aunque eso no era excusa para faltar a
clase. A pesar que en la noche no pudo pegar ojo y se había levantado muy
temprano con la cabeza embotada por el llanto silencioso y el insomnio.
Llegó
a la universidad con tiempo de sobra y lo comprobó al ingresar al aula, la cual
estaba vacía, lo que le ofrecía la opción de sentarse en el puesto destinado al
alumnado que deseara. Caminó por la escalera hasta que se decidió por tomar asiento
en la última fila y sacó un pequeño bloc de dibujo, en el que pasó las páginas
hasta dar con una hoja en blanco y emprendió a hacer trazos gruesos y finos
sobre el papel.
Ya era
casi la hora para que comenzara la clase con el señor Yamato y casi todos los
alumnos habían llegado a la sala. El chico de piel pálida guardo su bloc en la
mochila y sacó su libro junto con su libreta de apuntes, pero en ese mismo
instante sintió como si algo llamase por su atención, levantó su vista de los
útiles para dirigir sus oscuras pupilas a la entrada y ahí se encontraba el
pelirrojo que lo rechazó de una manera tan fría y cruel, acompañado de otro
chico de pelo negro con reflejos azules oscuro y en la parte de atrás de su
cabeza, el peinado cambiaba en tener el pelo de punta. Además, de el aura de
prepotencia que emanaba. No pudo evitar que su corazón se despedazase más de lo
que ya estaba y el dolor aumentara en su pecho. Su mente se inundó de preguntas
del tipo “¿qué tiene ese que no tenga yo?”. Dos lágrimas solitarias brotaron de
sus ojos pero rápidamente las limpió para que nadie percibiera el sufrimiento
que estaba viviendo.
El
chico de ojos verdes miró a la clase con una sonrisa triunfadora, como si
hubiese conseguido el mejor premio de un juego de feria, se volvió a su acompañante
y le plantó un fogoso beso en los labios. Toda la clase observó el espectáculo
y los murmullos no se hicieron esperar. Aunque para uno de los alumnos que
estaba en esa aula, todo eso fue un autentica tortura y lo menos que deseaba
era participar en los susurros de sus compañeros cuyo tema era lo que estaba
haciendo Gaara y el desconocido.
La
pareja se separó y el pelirrojo con aire triúnfate se acercó al moreno
sentándose en el lugar de al lado destilando soberbia e ignorando por completo
el estado anímico de su vecino de pupitre.
La
hora del descanso llegó y como alma que lleva al diablo, salió del salón a toda
prisa. Sus pies lo condujeron a la cafetería y decidió pedir un zumo y un
sándwich de pavo, a pesar de no tener apetito, por lo menos esperaba no
encontrarlos ahí, no deseaba ver nuevamente a Gaara exhibiéndose con su nuevo
novio.
Estaba
terminando de comer su pedido, cuando el chico que acompañó al bermejo en la
mañana apareció en la cafetería junto a una mujer de pelo rosa. Las imágenes de
Gaara y ese sujeto besándose volvieron a su mente y no pudo seguir en el
establecimiento, intuía que no podría presenciar otra escena como en la mañana.
Salió corriendo de la cafetería y un momento más tarde, sin saber cómo, colisionó
con alguien o algo y el sonido de objetos cayendo al piso lo hicieron cerrar
los ojos con fuerza.
Escuchó
una suave voz varonil que se disculpaba desde el suelo. En aquel momento abrió
sus ojos preocupado de haber hecho daño al dueño de esa voz. Se encontró con un
chico más bajo que él, de pelo rubio y alborotado, que recogía sus libros
esparcido por el suelo a causa del incidente. Decidió disculparse al mismo
tiempo que recogía uno de los libros de aquel rubio y leía la portada.
̶ Perdóname a mí, corría sin ver por donde
pasaba. ̶ Se disculpó.
̶ ¡Ah! Estás en la clase del profesor Pain. ̶ Afirmó
un poco sorprendido el moreno.
El
rubio levantó su rostro y entonces, Sai pudo ver los hermosos ojos azules y las
marcas que adornaban las mejillas del chico que le daban un aspecto de
atolondrado. Igualmente, observó el estado de estupefacción que tenia, al mismo
tiempo que lo analizaba inconscientemente con su mirada. Por lo que le hizo
sentir incómodo, así que decidió presentarse para romper esa tensión que había
creado involuntariamente.
̶ ¡Oh!, perdona no me he
presentado. Soy Sai. ̶ Se presentó con una sonrisa forzada y falsa,
pues no había alegría que pusiera compartir en ese momento y el dolor aún
estaba en su corazón.
̶ Si…estoy en la clase del señor Pain y me
llamo Naruto. ̶ Se presentó y confirmó lo dicho por el de
ojos oscuros.
̶ Yo estuve en su clase el
año pasado. Es muy estricto con sus tareas y será mejor que no insultes su
clase. ̶ Hablaba sin saber el por qué mientras le daba
en las manos los libros que aún estaban en el suelo.- Recuerdo que a uno de mis
compañeros le hizo hacer un trabajo. ̶
En su mente apareció la imagen de ese
recuerdo, cuyo protagonista era el muchacho de ojos jades y la tristeza regresó
a él. ̶ Si quería aprobar el curso, ajunto a una
disculpa de cinco páginas firmada por él debido a su mal comportamiento y
leerla delante de toda la clase. Todo ocurrió por no haber entregado su
proyecto a tiempo y por ello se negó a recogerlo. Entonces, el chico le gritó a
la cara que su clase no servia para nada y que solo asistía para rellenar el
horario de su carrera.
̶
Lo tendré en cuenta. ̶ Respondió
el rubio.
̶
Si quieres, te puedo echar una mano con ese trabajo. Yo lo hice el año pasado. ̶
Se ofreció a ayudarlo. ̶ Sería mi forma de disculparme por haber
tirado tus libros. ̶ Aunque
no sabía el por qué se brindaba a hacerlo.
̶
¡Eh! pero si fue un accidente y… ̶ No lo dejó terminar.
̶ ¡Nada de eso!, te espero a
la salida, ¿ok? –Terminó diciendo Sai. A Naruto no le dio tiempo de replicar, pues
el moreno se marchó corriendo a su siguiente clase.
Había
pasado un año… y su relación con Naruto se había forjado en una bonita amistad.
Además, que al estar junto al alegre e hiperactivo rubio había conseguir borrar
a Gaara de su corazón. Ya no le dolía ver al pelirrojo y tampoco sentía odio
por el chico de las ojeras por su falta de tacto cuando lo rechazó o el saber
si estaba con alguien.
Había
pasado un año… en el que conoció a Naruto, aprendiendo muchas cosas con él y
divirtiéndose juntos.
Había
pasado un año… en el que el chico de mirada azul se había hecho un espació en
su corazón. Un rinconcito tan agradable en el interior de Sai, que provocaba un
calorcito en todo su cuerpo. Un ardorcito que pudo reconstruir su corazón con
los trocitos que estaban esparcidos en su pecho, pegándose como por arte de
magia y quedara como nuevo. Un corazón reparado que ahora latía con fuerza cada
vez que veía al rubio. Cada vez que el de ojos azules se acercaba un poco a él,
le sonreía o, simplemente, le hablaba.
Había
pasado un año… en el que Sai se había enamorado completamente del chico de
mejillas marcadas.
Hoy el
moreno había tomado la decisión de confesarle sus sentimientos al rubito a la
hora del descanso. Sai no pudo evitar sentir temor a la posibilidad de volver a
ser rechazado con la misma frialdad que lo habían hecho en el pasado. Sentía el
temor a sentir el punzante dolor, dolor como el que sintió cuando se confesó a
aquel otro chico que deshecho sus sentimientos sin ninguna delicadez pero sabía
que Naruto no era Gaara y esto lo motivaba ha poder confesarse.
La
hora del descanso llegó y, como ya era costumbre, Sai fue en busca de Naruto
con una sonrisa nerviosa en su rostro. El millar de mariposas revoloteando en
su estomago le estaban creando ansiedad pero, para su fortuna, no tardó mucho
tiempo en encontrarlo.
̶ ¿Naruto podemos hablar en
un lugar privado?, quiero decirte algo importante.- Preguntó un nerviosismo
Sai.
̶ Claro, vamos al patio de atrás de la
universidad, allí hay muy pocas personas. ̶ Propuso el de ojos azules y el otro chico
asintió.
Ya en
el patio trasero de la universidad, ambos chicos se sentaron en las grada de
piedra de la vieja cancha de baloncesto. Sai cogió las manos de Naruto entre
las suyas y las apretó un poco dándose valor a sí mismo.
̶ Naruto, se que nos conocemos
desde hace un año y… que terminantes una relación algo larga y que te causó
mucho sufrimiento pero debo decírtelo porque...creo que tienes que saberlo. ̶ Sai tragó saliva con dificultad y en su mente
vino un pequeño fragmento de lo que sucedió cuando se le confesó al taheño sus
sentimientos y lo deshecho rápidamente al decirse mentalmente. ̶ “Naruto no es Gaara.” ̶ Continuó, clavando su mirada a los irises
azules. ̶ Siento algo muy fuerte por ti y me gustaría...
claro si tu quieres, comenzar algo más… profundo. ̶ Terminó
con su confesión el de piel más pálida con un ligero sonrojo en sus cara
y los nervios recorriendo todo su ser, casi podía jurar que estaba temblando
por la tensión.
̶ Sai... me encantaría ser tu
pareja, pues... tú también me gustas mucho pero me gustaría… que fuésemos
despacio, aun tengo presente lo de mi anterior relación y... no creo poder
corresponderte por completo aún. ¿De acuerdo? ̶
Tras estas palabras el rostro del
azabache se iluminó y no logró reprimir abrazarlo con euforia, sintiéndose
demasiado afortunado.
̶ ¡Gracias Naruto!, gracias
por esta oportunidad. ̶ Dijo deshaciendo el abrazo y sonriendo
ampliamente. ̶ Te
quiero. ̶ No pudo reprimir decirlo con las mejillas
arreboladas, ahora que sabía de esa ocasión que el joven de las marquitas en el
rostro le estaba dando no podía desaprovecharla.
̶ Yo también te quiero, Sai. ̶ Respondió el rubito con una pequeña sonrisa.
Cuatro
meses más tarde.
Sai
había llevado a Naruto a un concierto de un grupo nuevo y que ocupaba el primer
puesto de todo el país.
Hace una
media hora que el concierto terminó y de camino a una cafetería con karaoke que
frecuentaban. Naruto no dejaba de hablar del grupo por todo el camino y lo
bueno que eran. Tampoco dejaba de agradecerle a su, ahora, pareja de haber
conseguido las entradas y cuanto lo había sorprendido con ello. El moreno solo
podía sonreír con completa sinceridad al ver lo feliz que se encontraba su
novio.
Cuando
llegaron al establecimiento tomaron la primera mesa libre que vieron. Ya que
debido al concierto la cafetería tenía muchos más cliente de lo habitual. La
camarera tardó un poco en atenderlos para anotar sus pedidos.
̶ Sai voy al baño. ̶ Le
informó el rubio al chico más alto pero antes de irse le dio un suave beso es
los labios dejando una tonta sonrisa en ambos.
El
moreno ya solo en la mesa en espera de su novio y sus encargos dirigió su
mirada a las dos jóvenes que cantaban en el karaoke. Cuando su atención fue
interrumpida por una voz que reconoció al instante.
̶ ¿Sai? ̶ Preguntó la voz al mismo tiempo que se sentaba
sin pedir permiso enfrente del chico de mirada negra.
̶ Buenas noches, Gaara. ̶ Saludó
amablemente, aunque no esperaba encontrarlo ahí y, de hecho, hacía un año que
no sabía del pelirrojo ya que los dos últimos años en la universidad no habían
quedado juntos en alguna de las clases a las que debía asistir.
̶ ¡Hola!, ¿sabes...? He
estado pensando en todo este tiempo. Lo que pasó y quería pedirte disculpas de
la manera en que te traté, la verdad fui muy grosero. ̶ El
pelirrojo agachó la cabeza en señal de arrepentimiento.
̶ No te preocupes. ̶ Le
respondió el de pelo carbón.
̶ Bueno... me preguntaba si
aún sigues sintiendo algo por mí. Podría darte una oportunidad y ¿quién
sabe? Tal vez... bueno, digo no estás
tan mal. ̶ Hablaba el chico del tatuaje en la frente.
Sai se
que quedó con su mente en blanco. Esa confesión por parte del bermejo no la
esperaba. No ahora que no sentía nada por ese chico sentado al frente suyo. No
en ese momento que su vida giraba felizmente junto a su alegre rubito. No esperaba
ya, nada de Gaara. No cuando el dueño de su corazón era Naruto pero el
pelirrojo sentado frente suyo quería una respuesta que el sabía que era un “no”
ha esa proposición que llegó en el momento y lugar equivocado de su vida. No
obstante, antes de abrir la boca para rechazar sutilmente la oferta, el joven
de ojos azules apareció en la mesa.
̶ Hay una cola enorme para ir
al baño. ̶ Dijo el de las mejillas marcadas a su pareja
sin darse cuenta de la presencia del otro chico hasta que se sentó junto a su
novio. ̶ ¡Eh...!¡Hola! ̶ Saludó avergonzado al muchacho de las ojeras
pero este no se preocupó de devolver el saludo. Sencillamente retomó su
atención al pelinegro.
̶ Naruto el es Gaara, un
compañero de clase. ̶ Comenzó
a presentar Sai pero fue cortado inmediatamente por la gélida voz del chico de
ojos esmeraldas.
̶ Eso no es importante. ̶ Dijo con rapidez mientras
le echaba una mirada en la que expresaba un “lárgate idiota” a Naruto.
El
rubio ante esa feroz ojeada no pudo evitar estremecerse y que su estómago se
encogiese. Dirigió sus ojos a su pareja que estaba con la quijada apretada por
lo que agacho la cabeza pensando que estaba molesto con él. Cuando el chico de
las marquitas en las mejillas iba ha levantarse para salir de ese lugar, un
brazo rodeó su cintura y lo acercó al cálido cuerpo que estaba a su lado protectoramente.
̶ Gaara, no puedo negar que es una tentadora
oferta la que me has dado pero antes deja presentarte a Naruto. ̶ Una sonrisa llena rencor apreció en su rostro,
provocada por el escrutinio a su pareja, y su mirada, que permanecía fija al
chico de cabellos fuego, se tornó helada.
̶ No me interesa quién sea
este bueno para nada. ̶ Intervino un poco molesto el chico de ojos
verdes sin inmutarse por el abrazo de los dos hombres frente a él, ni por la
forma en que se dirigió el moreno a su persona o los ojos con los que lo
observaba.
Sin
embargo, Sai continuó hablado con el fuego que estaba quemando sus entrañas y
sus músculos se tensaron de rabia que iba aumentado a cada palabra dicha por el
pelirrojo y la humillación a su pareja por parte del Sabaku no, lo estaba
enfureciendo. ̶ Naruto es mi novio.
El
pelirrojo volvió a mirar al rubio. Lo observó un rato, incomodando al joven de pupilas
azules, y de nuevo puso su atención en el chico de ojos ébanos.
̶ ¿Y qué si es tu novio? No
es la gran cosa, solo míralo parece un zorro asustado en tus brazos, con esas
marcas en su cara. Ni siquiera es atractivo. Debes de reconsiderar lo que te he
dicho. ̶ Escupió con malicia.
̶ Puedes decir lo que quieras
pero él es mejor que tú en muchos sentidos. ̶ Sai casi gritó la oración por la ira que
provocaron las palabras de Gaara. Muchos de los clientes y camareros del
establecimiento se quedaron mirando desconcertado el acontecimiento. Incluso,
las jóvenes que cantaban en el karaoke suspendieron su actuación para verlos.
Naruto
no sabía que hacer o si era bueno o no intervenir, los nervios recorrían todo
su cuerpo debido a la tensión que casi se podía palpar en el aire.
Levantó
su rostro al frente, donde chocó con aquellas pupilas jades que lo hacían
sentirse inferior y seguían humillándolo en silencio. Giró su azules ojos a su
alrededor, encontrando muchas caras observándolos y la sensación de huir de
allí se incrementó pero estaba inmovilizado por Sai y podía sentir como su
novio apretaba su cintura con fuerza, quizás leyendo sus intenciones de huida.
̶ Señores... a-aquí está sus pedidos. ̶ Interrumpió temerosa la camarera pero ninguno
de los chicos la miró y tampoco rompió el pesado ambiente.
̶ G-gracias. ̶ Murmuró el de las marquitas en la cara.
Murmullo que escuchó la chica y salió casi corriendo de allí.
El
joven del tatuaje se levanto de la mesa.
–Entonces
es un no. ̶ Sentenció Gaara entendiendo las palabras de
Sai. El interpelado solo cabeceó en una respuesta afirmativa.
El taheño
se acercó al chico que le había quitado a su admirador, sin ningún tipo de
arrepentimiento y sin que nadie lo esperase le dio un puñetazo en el rostro.
̶ ¡Cabrón! ¿Cómo te atreves a
quitármelo? ¿Cómo te atreves a arruinar mi vida? ̶
Gritó el pelirrojo y con el puño en alto
para golpear de nuevo al joven pero una pálida mano se interpuso bloqueando la
trayectoria del puño y recibiendo un golpe que lo tiró al suelo de parte del moreno.
̶ ¿¡Qué coño te pasa!? Él no
te ha quitado nada y has sido tu solito el que se destruye la vida. NO LO
CULPES POR TUS ACCIONES. ̶
Le gritó con furia Sai.
̶ Sí, sí… que me ha quitado
algo, ese engendro te ha engatusado, TE HA QUITADO DE MI VIDA... ̶ Gritó el muchacho de ojos verdes.
̶ Él no me ha engatusado ni nada por el estilo.
Yo nunca he sido tuyo y sencillamente tu mismo fuiste el que provocó todo. ¿Es
qué no recuerdas lo que pasó?. ̶
Lo interrumpió, escupiéndole cada
palabra en la cara.
El
chico de las ojeras echó una última mirada de odio al rubio que se había
quedado al margen como un espectador con su mejilla enrojecida por el golpe y
salió corriendo del establecimiento.
Sai se
acercó a su pareja y lo abrazo, dejo el dinero de la comida que no llegaron a
probar para marcharse del establecimiento bajo la atenta mirada de la gente que
estaba en el local que aún permanecían en shock por lo ocurrido.
Estaban
cerca del departamento de Naruto, cuando Sai se digno ha hablar con voz queda.
̶ Perdóname...perdóname por lo ocurrido en la
cafetería. ̶ Se disculpó.
̶ No tengo nada que
perdonarte Sai, solo olvidémoslo, ¿Ok?. ̶
Realmente, el rubio no le apetecía hablar del tema y tampoco quería una
disculpa de su acompañante, pues él no podía adivinar que aquél sujeto le golpearía.
̶ Pero fue mi culpa que te golpearan, fue mi
culpa que “ese” te humillara, cuando tú no te mereces ni una sola de esas
palabras. ̶ Arrastró la palabra «ese»
con resquemor al recordar lo sucedido hace unos minutos atrás.
̶ Sai, tú no sabías que iba a
pasar y tampoco que el tal Gaara me iba dar un puñetazo. ̶ Respondió el de ojos
zafiro.
̶ Aún así perdóname... por
favor... ̶ Suplicó el
más alto abrazando y derramando silenciosas lágrimas.
̶ Insisto en que no tengo
nada que perdonar pero te complaceré para que dejes de disculparte. ̶ Limpió las lágrimas del blanco rostro y besó
con dulzura lo finos labios. ̶ Te perdono. ̶ Nuevamente lo besó con ternura.
̶ Gracias...Te amo, te amo
tanto. ̶ Probó una última vez aquella boca, entrelazó
sus dedos con los de su compañero y al separarse, continuaron su camino.
Cuando
llegaron al departamento. El de pelo dorado invitó a pasar a su pareja.
Entraron ambos a la pequeña cocina y sacó un poco de hielo que introdujo en una
bolsa plástica para acercárselo en el hinchado moflete.
̶ ¿Te apetece algo? ̶ Preguntó el anfitrión.
̶ No te preocupes. ̶ Respondió con una triste sonrisa por el magullado
rostro de Naruto.
̶ Es que no comiste nada. ̶ Dijo con un intento de sonrisa
El
moreno se acercó sutilmente al otro chico.
̶ No tengo hambre, así que no te preocupes. ̶ Respondió besado a su novio.
̶ Sai... ̶ Afloró de los labios del chico de las marcas
tras aquel beso.
̶ Naruto... ̶ Dijo para volver a besarlo y al mismo tiempo
recorrer aquel cuerpo con sus manos por encima de la ropa.
El
ambiente se fue caldeando por cada segundo que pasaba con besos y carisias que
mutuamente se repartían cada vez más candente. Las traviesas manos de Sai ya
habían despojado al rubio de toda su ropa y la bolsa de hielo se había perdido
en algún lugar de la pequeña cocina. Los labios pálidos acariciaban la piel
expuesta y los mimos seguían subiendo atendiendo a las mudas demandas del
contrario.
Ambos
cuerpos se volvieron uno y el fuego abrazó hasta sus almas perdidas en el
placer que solo dejó fantasmas de suspiros junto a sus miradas satisfechas que
reclamaron un beso cómplice.
̶ Te amo tanto. ̶
Susurro apretando el agarre y atrayendo
más al cuerpo que aprisionaba.
̶ Yo también te amo, Sai. ̶ Respondió Naruto abrazando igualmente al
moreno, para finalmente volverlo a besar.
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