sábado, 7 de enero de 2017

¡Paralelismo! Sai


-Sai.-

En uno de los pocos pasillos solitarios de la universidad, a esas horas del día, estaban dos chicos hablando. Uno de ellos era de pelo rojo y en su rostro destacaba un tatuaje en el lado derecho de su frente, además, de tener el contorno de sus ojos verdes delineado de unas sombras oscuras que acentuaban su iris. Sin duda, aunque a primera vista no lo pareciera, eran unas ojeras naturales que le daban un aspecto de misterio.

El otro chico era más alto que su compañero. Su piel pálida, casi tanto como el papel, de ojos y pelo bruno no era tan llamativo aunque poseía un porte elegante en la simplicidad de su aspecto.

̶ Bien, ya estamos solos, ¿Qué es lo que quieres, Sai?. ̶ Habló parco el pelirrojo, el cuál tenía un semblante serio y de desinterés hacia el otro joven.

̶ Bueno, quería saber si... ¿te gustaría salir conmigo, Gaara?. ̶ Preguntó el moreno con un pequeño rubor en sus mejillas y los nervios recorriendo su cuerpo.

El pelirrojo lo miró escrutadoramente antes de responder. ̶ ¿Hablas en serio?. ̶ Sai afirmó con un cabeceo. Entonces, el muchacho más bajo giró todo su cuerpo para encarar al otro. – Olvídalo, no pienso salir con alguien como tú.

̶ Pero... ¿por qué?. Solo dame una oportunidad para... ̶ Intentó convencer al chico del tatuaje en la frente de que él era una buena opción y le ofreciera una oportunidad para demostrárselo.

̶ Ya estoy saliendo con alguien y sin duda es mucho mejor que tú. ̶ Fue la despectiva respuesta de Gaara. ̶  Y no insistas, no tienes posibilidades conmigo. Tú solo fuiste uno más. ̶  Finalizó con voz severa antes de darle la espalda y alejarse del de ojos oscuros.

Sai se quedó inmóvil, mirando como el joven de ojos verdes desapareció por la esquina del pasillo, quedando solo con su destrozado corazón y sus ilusiones desechas por el rechazo. Sus ojos comenzaron ha escocer, las lágrimas se aglomeraron, ocasionando que su visión se volviera borrosa, y el líquido cristalino y salado comenzó a descender por sus albinos carrillos.

Había pasado un día pero el pecho del muchacho aún dolía ante el recuerdo cruel ocasionado por la persona que le gusta aunque eso no era excusa para faltar a clase. A pesar que en la noche no pudo pegar ojo y se había levantado muy temprano con la cabeza embotada por el llanto silencioso y el insomnio.

Llegó a la universidad con tiempo de sobra y lo comprobó al ingresar al aula, la cual estaba vacía, lo que le ofrecía la opción de sentarse en el puesto destinado al alumnado que deseara. Caminó por la escalera hasta que se decidió por tomar asiento en la última fila y sacó un pequeño bloc de dibujo, en el que pasó las páginas hasta dar con una hoja en blanco y emprendió a hacer trazos gruesos y finos sobre el papel.

Ya era casi la hora para que comenzara la clase con el señor Yamato y casi todos los alumnos habían llegado a la sala. El chico de piel pálida guardo su bloc en la mochila y sacó su libro junto con su libreta de apuntes, pero en ese mismo instante sintió como si algo llamase por su atención, levantó su vista de los útiles para dirigir sus oscuras pupilas a la entrada y ahí se encontraba el pelirrojo que lo rechazó de una manera tan fría y cruel, acompañado de otro chico de pelo negro con reflejos azules oscuro y en la parte de atrás de su cabeza, el peinado cambiaba en tener el pelo de punta. Además, de el aura de prepotencia que emanaba. No pudo evitar que su corazón se despedazase más de lo que ya estaba y el dolor aumentara en su pecho. Su mente se inundó de preguntas del tipo “¿qué tiene ese que no tenga yo?”. Dos lágrimas solitarias brotaron de sus ojos pero rápidamente las limpió para que nadie percibiera el sufrimiento que estaba viviendo.

El chico de ojos verdes miró a la clase con una sonrisa triunfadora, como si hubiese conseguido el mejor premio de un juego de feria, se volvió a su acompañante y le plantó un fogoso beso en los labios. Toda la clase observó el espectáculo y los murmullos no se hicieron esperar. Aunque para uno de los alumnos que estaba en esa aula, todo eso fue un autentica tortura y lo menos que deseaba era participar en los susurros de sus compañeros cuyo tema era lo que estaba haciendo Gaara y el desconocido.

La pareja se separó y el pelirrojo con aire triúnfate se acercó al moreno sentándose en el lugar de al lado destilando soberbia e ignorando por completo el estado anímico de su vecino de pupitre.
La hora del descanso llegó y como alma que lleva al diablo, salió del salón a toda prisa. Sus pies lo condujeron a la cafetería y decidió pedir un zumo y un sándwich de pavo, a pesar de no tener apetito, por lo menos esperaba no encontrarlos ahí, no deseaba ver nuevamente a Gaara exhibiéndose con su nuevo novio.

Estaba terminando de comer su pedido, cuando el chico que acompañó al bermejo en la mañana apareció en la cafetería junto a una mujer de pelo rosa. Las imágenes de Gaara y ese sujeto besándose volvieron a su mente y no pudo seguir en el establecimiento, intuía que no podría presenciar otra escena como en la mañana. Salió corriendo de la cafetería y un momento más tarde, sin saber cómo, colisionó con alguien o algo y el sonido de objetos cayendo al piso lo hicieron cerrar los ojos con fuerza.

Escuchó una suave voz varonil que se disculpaba desde el suelo. En aquel momento abrió sus ojos preocupado de haber hecho daño al dueño de esa voz. Se encontró con un chico más bajo que él, de pelo rubio y alborotado, que recogía sus libros esparcido por el suelo a causa del incidente. Decidió disculparse al mismo tiempo que recogía uno de los libros de aquel rubio y leía la portada.

̶  Perdóname a mí, corría sin ver por donde pasaba. ̶  Se disculpó.  ̶  ¡Ah! Estás en la clase del profesor Pain. ̶   Afirmó un poco sorprendido el moreno.

El rubio levantó su rostro y entonces, Sai pudo ver los hermosos ojos azules y las marcas que adornaban las mejillas del chico que le daban un aspecto de atolondrado. Igualmente, observó el estado de estupefacción que tenia, al mismo tiempo que lo analizaba inconscientemente con su mirada. Por lo que le hizo sentir incómodo, así que decidió presentarse para romper esa tensión que había creado involuntariamente.

̶ ¡Oh!, perdona no me he presentado. Soy Sai. ̶  Se presentó con una sonrisa forzada y falsa, pues no había alegría que pusiera compartir en ese momento y el dolor aún estaba en su corazón.

̶  Si…estoy en la clase del señor Pain y me llamo Naruto. ̶  Se presentó y confirmó lo dicho por el de ojos oscuros.

̶ Yo estuve en su clase el año pasado. Es muy estricto con sus tareas y será mejor que no insultes su clase. ̶  Hablaba sin saber el por qué mientras le daba en las manos los libros que aún estaban en el suelo.- Recuerdo que a uno de mis compañeros le hizo hacer un trabajo. ̶  En su mente apareció la imagen de ese recuerdo, cuyo protagonista era el muchacho de ojos jades y la tristeza regresó a él. ̶  Si quería aprobar el curso, ajunto a una disculpa de cinco páginas firmada por él debido a su mal comportamiento y leerla delante de toda la clase. Todo ocurrió por no haber entregado su proyecto a tiempo y por ello se negó a recogerlo. Entonces, el chico le gritó a la cara que su clase no servia para nada y que solo asistía para rellenar el horario de su carrera.

 ̶  Lo tendré en cuenta. ̶  Respondió  el rubio.

 ̶ Si quieres, te puedo echar una mano con ese trabajo. Yo lo hice el año pasado.  ̶  Se ofreció a ayudarlo.  ̶  Sería mi forma de disculparme por haber tirado tus libros. ̶   Aunque no sabía el por qué se brindaba a hacerlo.

 ̶ ¡Eh! pero si fue un accidente y…  ̶ No lo dejó terminar.

̶ ¡Nada de eso!, te espero a la salida, ¿ok? –Terminó diciendo Sai. A Naruto no le dio tiempo de replicar, pues el moreno se marchó corriendo a su siguiente clase.



Había pasado un año… y su relación con Naruto se había forjado en una bonita amistad. Además, que al estar junto al alegre e hiperactivo rubio había conseguir borrar a Gaara de su corazón. Ya no le dolía ver al pelirrojo y tampoco sentía odio por el chico de las ojeras por su falta de tacto cuando lo rechazó o el saber si estaba con alguien.

Había pasado un año… en el que conoció a Naruto, aprendiendo muchas cosas con él y divirtiéndose juntos.

Había pasado un año… en el que el chico de mirada azul se había hecho un espació en su corazón. Un rinconcito tan agradable en el interior de Sai, que provocaba un calorcito en todo su cuerpo. Un ardorcito que pudo reconstruir su corazón con los trocitos que estaban esparcidos en su pecho, pegándose como por arte de magia y quedara como nuevo. Un corazón reparado que ahora latía con fuerza cada vez que veía al rubio. Cada vez que el de ojos azules se acercaba un poco a él, le sonreía o, simplemente, le hablaba.

Había pasado un año… en el que Sai se había enamorado completamente del chico de mejillas marcadas.

Hoy el moreno había tomado la decisión de confesarle sus sentimientos al rubito a la hora del descanso. Sai no pudo evitar sentir temor a la posibilidad de volver a ser rechazado con la misma frialdad que lo habían hecho en el pasado. Sentía el temor a sentir el punzante dolor, dolor como el que sintió cuando se confesó a aquel otro chico que deshecho sus sentimientos sin ninguna delicadez pero sabía que Naruto no era Gaara y esto lo motivaba ha poder confesarse.

La hora del descanso llegó y, como ya era costumbre, Sai fue en busca de Naruto con una sonrisa nerviosa en su rostro. El millar de mariposas revoloteando en su estomago le estaban creando ansiedad pero, para su fortuna, no tardó mucho tiempo en encontrarlo.

̶ ¿Naruto podemos hablar en un lugar privado?, quiero decirte algo importante.- Preguntó un nerviosismo Sai.

̶  Claro, vamos al patio de atrás de la universidad, allí hay muy pocas personas. ̶  Propuso el de ojos azules y el otro chico asintió.

Ya en el patio trasero de la universidad, ambos chicos se sentaron en las grada de piedra de la vieja cancha de baloncesto. Sai cogió las manos de Naruto entre las suyas y las apretó un poco dándose valor a sí mismo.

̶ Naruto, se que nos conocemos desde hace un año y… que terminantes una relación algo larga y que te causó mucho sufrimiento pero debo decírtelo porque...creo que tienes que saberlo. ̶  Sai tragó saliva con dificultad y en su mente vino un pequeño fragmento de lo que sucedió cuando se le confesó al taheño sus sentimientos y lo deshecho rápidamente al decirse mentalmente. ̶  “Naruto no es Gaara.” ̶ Continuó, clavando su mirada a los irises azules. ̶  Siento algo muy fuerte por ti y me gustaría... claro si tu quieres, comenzar algo más… profundo. ̶  Terminó  con su confesión el de piel más pálida con un ligero sonrojo en sus cara y los nervios recorriendo todo su ser, casi podía jurar que estaba temblando por la tensión.

̶ Sai... me encantaría ser tu pareja, pues... tú también me gustas mucho pero me gustaría… que fuésemos despacio, aun tengo presente lo de mi anterior relación y... no creo poder corresponderte por completo aún. ¿De acuerdo? ̶  Tras estas palabras el rostro del azabache se iluminó y no logró reprimir abrazarlo con euforia, sintiéndose demasiado afortunado.

̶ ¡Gracias Naruto!, gracias por esta oportunidad. ̶  Dijo deshaciendo el abrazo y sonriendo ampliamente. ̶ Te quiero. ̶  No pudo reprimir decirlo con las mejillas arreboladas, ahora que sabía de esa ocasión que el joven de las marquitas en el rostro le estaba dando no podía desaprovecharla.
̶ Yo también te quiero, Sai. ̶  Respondió el rubito con una pequeña sonrisa.



Cuatro meses más tarde.

Sai había llevado a Naruto a un concierto de un grupo nuevo y que ocupaba el primer puesto de todo el país.

Hace una media hora que el concierto terminó y de camino a una cafetería con karaoke que frecuentaban. Naruto no dejaba de hablar del grupo por todo el camino y lo bueno que eran. Tampoco dejaba de agradecerle a su, ahora, pareja de haber conseguido las entradas y cuanto lo había sorprendido con ello. El moreno solo podía sonreír con completa sinceridad al ver lo feliz que se encontraba su novio.

Cuando llegaron al establecimiento tomaron la primera mesa libre que vieron. Ya que debido al concierto la cafetería tenía muchos más cliente de lo habitual. La camarera tardó un poco en atenderlos para anotar sus pedidos.

̶  Sai voy al baño. ̶  Le informó el rubio al chico más alto pero antes de irse le dio un suave beso es los labios dejando una tonta sonrisa en ambos.

El moreno ya solo en la mesa en espera de su novio y sus encargos dirigió su mirada a las dos jóvenes que cantaban en el karaoke. Cuando su atención fue interrumpida por una voz que reconoció al instante.

̶ ¿Sai? ̶  Preguntó la voz al mismo tiempo que se sentaba sin pedir permiso enfrente del chico de mirada negra.

̶  Buenas noches, Gaara. ̶  Saludó amablemente, aunque no esperaba encontrarlo ahí y, de hecho, hacía un año que no sabía del pelirrojo ya que los dos últimos años en la universidad no habían quedado juntos en alguna de las clases a las que debía asistir.

̶ ¡Hola!, ¿sabes...? He estado pensando en todo este tiempo. Lo que pasó y quería pedirte disculpas de la manera en que te traté, la verdad fui muy grosero. ̶  El pelirrojo agachó la cabeza en señal de arrepentimiento.

̶  No te preocupes. ̶  Le respondió el de pelo carbón.

̶ Bueno... me preguntaba si aún sigues sintiendo algo por mí. Podría darte una oportunidad y ¿quién sabe?  Tal vez... bueno, digo no estás tan mal. ̶  Hablaba el chico del tatuaje en la frente.

Sai se que quedó con su mente en blanco. Esa confesión por parte del bermejo no la esperaba. No ahora que no sentía nada por ese chico sentado al frente suyo. No en ese momento que su vida giraba felizmente junto a su alegre rubito. No esperaba ya, nada de Gaara. No cuando el dueño de su corazón era Naruto pero el pelirrojo sentado frente suyo quería una respuesta que el sabía que era un “no” ha esa proposición que llegó en el momento y lugar equivocado de su vida. No obstante, antes de abrir la boca para rechazar sutilmente la oferta, el joven de ojos azules apareció en la mesa.

̶ Hay una cola enorme para ir al baño. ̶  Dijo el de las mejillas marcadas a su pareja sin darse cuenta de la presencia del otro chico hasta que se sentó junto a su novio. ̶ ¡Eh...!¡Hola! ̶  Saludó avergonzado al muchacho de las ojeras pero este no se preocupó de devolver el saludo. Sencillamente retomó su atención al pelinegro.

̶ Naruto el es Gaara, un compañero de clase. ̶ Comenzó a presentar Sai pero fue cortado inmediatamente por la gélida voz del chico de ojos esmeraldas.

  ̶ Eso no es importante. ̶ Dijo con rapidez mientras le echaba una mirada en la que expresaba un “lárgate idiota” a Naruto.

El rubio ante esa feroz ojeada no pudo evitar estremecerse y que su estómago se encogiese. Dirigió sus ojos a su pareja que estaba con la quijada apretada por lo que agacho la cabeza pensando que estaba molesto con él. Cuando el chico de las marquitas en las mejillas iba ha levantarse para salir de ese lugar, un brazo rodeó su cintura y lo acercó al cálido cuerpo que estaba a su lado protectoramente.
̶  Gaara, no puedo negar que es una tentadora oferta la que me has dado pero antes deja presentarte a Naruto. ̶  Una sonrisa llena rencor apreció en su rostro, provocada por el escrutinio a su pareja, y su mirada, que permanecía fija al chico de cabellos fuego, se tornó helada.

̶ No me interesa quién sea este bueno para nada. ̶  Intervino un poco molesto el chico de ojos verdes sin inmutarse por el abrazo de los dos hombres frente a él, ni por la forma en que se dirigió el moreno a su persona o los ojos con los que lo observaba.

Sin embargo, Sai continuó hablado con el fuego que estaba quemando sus entrañas y sus músculos se tensaron de rabia que iba aumentado a cada palabra dicha por el pelirrojo y la humillación a su pareja por parte del Sabaku no, lo estaba enfureciendo. ̶  Naruto es mi novio.

El pelirrojo volvió a mirar al rubio. Lo observó un rato, incomodando al joven de pupilas azules, y de nuevo puso su atención en el chico de ojos ébanos.

̶ ¿Y qué si es tu novio? No es la gran cosa, solo míralo parece un zorro asustado en tus brazos, con esas marcas en su cara. Ni siquiera es atractivo. Debes de reconsiderar lo que te he dicho.  ̶  Escupió con malicia.

̶ Puedes decir lo que quieras pero él es mejor que tú en muchos sentidos. ̶  Sai casi gritó la oración por la ira que provocaron las palabras de Gaara. Muchos de los clientes y camareros del establecimiento se quedaron mirando desconcertado el acontecimiento. Incluso, las jóvenes que cantaban en el karaoke suspendieron su actuación para verlos.

Naruto no sabía que hacer o si era bueno o no intervenir, los nervios recorrían todo su cuerpo debido a la tensión que casi se podía palpar en el aire.

Levantó su rostro al frente, donde chocó con aquellas pupilas jades que lo hacían sentirse inferior y seguían humillándolo en silencio. Giró su azules ojos a su alrededor, encontrando muchas caras observándolos y la sensación de huir de allí se incrementó pero estaba inmovilizado por Sai y podía sentir como su novio apretaba su cintura con fuerza, quizás leyendo sus intenciones de huida.

̶  Señores... a-aquí está sus pedidos. ̶  Interrumpió temerosa la camarera pero ninguno de los chicos la miró y tampoco rompió el pesado ambiente.

̶  G-gracias. ̶  Murmuró el de las marquitas en la cara. Murmullo que escuchó la chica y salió casi corriendo de allí.

El joven del tatuaje se levanto de la mesa.

–Entonces es un no. ̶  Sentenció Gaara entendiendo las palabras de Sai. El interpelado solo cabeceó en una respuesta afirmativa.

El taheño se acercó al chico que le había quitado a su admirador, sin ningún tipo de arrepentimiento y sin que nadie lo esperase le dio un puñetazo en el rostro.

̶ ¡Cabrón! ¿Cómo te atreves a quitármelo? ¿Cómo te atreves a arruinar mi vida? ̶  Gritó el pelirrojo y con el puño en alto para golpear de nuevo al joven pero una pálida mano se interpuso bloqueando la trayectoria del puño y recibiendo un golpe que lo tiró al suelo de parte del moreno.

̶ ¿¡Qué coño te pasa!? Él no te ha quitado nada y has sido tu solito el que se destruye la vida. NO LO CULPES POR TUS ACCIONES. ̶  Le gritó con furia Sai.

̶ Sí, sí… que me ha quitado algo, ese engendro te ha engatusado, TE HA QUITADO DE MI VIDA... ̶  Gritó el muchacho de ojos verdes.

̶  Él no me ha engatusado ni nada por el estilo. Yo nunca he sido tuyo y sencillamente tu mismo fuiste el que provocó todo. ¿Es qué no recuerdas lo que pasó?. ̶  Lo interrumpió, escupiéndole cada palabra en la cara.

El chico de las ojeras echó una última mirada de odio al rubio que se había quedado al margen como un espectador con su mejilla enrojecida por el golpe y salió corriendo del establecimiento.

Sai se acercó a su pareja y lo abrazo, dejo el dinero de la comida que no llegaron a probar para marcharse del establecimiento bajo la atenta mirada de la gente que estaba en el local que aún permanecían en shock por lo ocurrido.

Estaban cerca del departamento de Naruto, cuando Sai se digno ha hablar con voz queda.

̶  Perdóname...perdóname por lo ocurrido en la cafetería. ̶  Se disculpó.

̶ No tengo nada que perdonarte Sai, solo olvidémoslo, ¿Ok?. ̶ Realmente, el rubio no le apetecía hablar del tema y tampoco quería una disculpa de su acompañante, pues él no podía adivinar que aquél sujeto le golpearía.

̶  Pero fue mi culpa que te golpearan, fue mi culpa que “ese” te humillara, cuando tú no te mereces ni una sola de esas palabras. ̶  Arrastró la palabra «ese» con resquemor al recordar lo sucedido hace unos minutos atrás.

̶ Sai, tú no sabías que iba a pasar y tampoco que el tal Gaara me iba dar un puñetazo. ̶ Respondió el de ojos zafiro.

̶ Aún así perdóname... por favor... ̶ Suplicó el más alto abrazando y derramando silenciosas lágrimas.
̶ Insisto en que no tengo nada que perdonar pero te complaceré para que dejes de disculparte. ̶  Limpió las lágrimas del blanco rostro y besó con dulzura lo finos labios.  ̶ Te perdono. ̶  Nuevamente lo besó con ternura.

̶ Gracias...Te amo, te amo tanto. ̶  Probó una última vez aquella boca, entrelazó sus dedos con los de su compañero y al separarse, continuaron su camino.

Cuando llegaron al departamento. El de pelo dorado invitó a pasar a su pareja. Entraron ambos a la pequeña cocina y sacó un poco de hielo que introdujo en una bolsa plástica para acercárselo en el hinchado moflete.

̶ ¿Te apetece algo? ̶  Preguntó el anfitrión.

̶  No te preocupes. ̶  Respondió con una triste sonrisa por el magullado rostro de Naruto.

̶  Es que no comiste nada. ̶  Dijo con un intento de sonrisa

El moreno se acercó sutilmente al otro chico.

̶  No tengo hambre, así que no te preocupes. ̶  Respondió besado a su novio.

̶  Sai... ̶  Afloró de los labios del chico de las marcas tras aquel beso.

̶ Naruto... ̶  Dijo para volver a besarlo y al mismo tiempo recorrer aquel cuerpo con sus manos por encima de la ropa.

El ambiente se fue caldeando por cada segundo que pasaba con besos y carisias que mutuamente se repartían cada vez más candente. Las traviesas manos de Sai ya habían despojado al rubio de toda su ropa y la bolsa de hielo se había perdido en algún lugar de la pequeña cocina. Los labios pálidos acariciaban la piel expuesta y los mimos seguían subiendo atendiendo a las mudas demandas del contrario.

Ambos cuerpos se volvieron uno y el fuego abrazó hasta sus almas perdidas en el placer que solo dejó fantasmas de suspiros junto a sus miradas satisfechas que reclamaron un beso cómplice.

̶  Te amo tanto. ̶  Susurro apretando el agarre y atrayendo más al cuerpo que aprisionaba.


̶ Yo también te amo, Sai. ̶  Respondió Naruto abrazando igualmente al moreno, para finalmente volverlo a besar.

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