jueves, 18 de abril de 2019

Un día especial

» Los personajes no me pertenecen y no hay intenciones de lucro al escribir esta corta historia.«
Manga/Anime: Sekaiichi Hatsukoi
Para mayores de 16 años.
Clasificado: Yaoi
Pareja: Masamune Takano/Onodera Ritsu
Género: Romance.
Aclaración: Escribí esta historia hace mucho y anteriormente, lo había publicado en Amor Yaoi.



Tan solo hacía cuatro meses atrás que había aceptado sus sentimientos hacia Masamune y un mes y medio que había aceptado vivir bajo el mismo techo en condición de pareja con el hombre que normalmente lo hacía enfadar.

Sin embargo, Ritsu Onodera aún no se acostumbraba a la situación porque en todo ese tiempo se había habituado a la soledad de la soltería pero todo cambió cuando entró en la sección Esmeralda de la editorial en la que estaba trabajando actualmente con el fin de demostrarle a todas aquellas personas que lo consideraban el mimado hijo del dueño de la editorial Onodera que no se trataba de ningún engreído y caprichoso hombre en espera de legar la empresa de su padre. Por ello, todas las mañanas desde que decidió dejar de trabajar en la empresa de su familia y comenzar a ser uno de los componentes de la sección Esmeralda se había esforzado en su trabajo con el fin de tener su bien merecido reconocimiento a su labor.

No obstante, Ritsu había tenido que vivir diversas situaciones comprometidas con su superior, Takano Masamune, para darse cuenta de que aún ese hombre seguía haciéndole sentir emociones que le provocaban vuelco a su corazón. Por tanto, Ritsu tenía sus sentimientos revividos aunque en un comienzo pensó haberlos borrado de sí mismo cuando se sintió humillado en su pasado como estudiante por el mismo hombre del que se había enamorado ya que no podía continuar negando sus sentimientos hacia Takano.

Onodera suspiró con hastío cada vez que recordaba todo lo que había pasado en esos últimos meses, era casi irreal, incluso el despertarse cada mañana desnudo en la enorme cama con nuevas marcas en su cuerpo o el inminente dolor en su cadera acompañado de la molestia que sentía en su ano por acceder a los tontos caprichos y deseos de su pareja.

Cuando Ritsu salió de la habitación esperaba encontrarse a Masamune en la cocina pero no estaba allí y lo comprobó con el ridículo post it pegado en la puerta de la nevera que ponía “Estaré reunido todo el día, no me esperes. Te amo”.

– ¿Qué clase de nota es esta?. Ya podía haberme avisado ayer. – Farfulló Ritsu cogiendo el papel con el corto mensaje y arrugándolo en sus manos antes de tirarlo a la basura. – Ni que me preocupara tanto por lo que hagas. – Susurró con enfado mientras abría la puerta del refrigerador para tomar el brick de leche pero esta resbaló de sus manos y cayó al suelo donde comenzó a derramarse. – En realidad, sí que me importa. – Farfulló avergonzado Onodera mirando como el líquido de color blanco se esparcía por el suelo de la cocina.

Ritsu volvió a suspirar esa mañana mientras recogía todo el desastre que había formado por estar pensando, como ya le era frecuente, en Masamune con sus actuaciones y formas de comportarse pero justo había terminado de limpiar el suelo de la cocina su teléfono móvil comenzó a sonar indicando que estaba recibiendo una llamada.

Ritsu corrió hasta el aparato creyendo que se trataría de Masamune pero rápidamente lo olvidó al verificar el nombre con el número telefónico que aparecía en la luminosa pantalla y contestó para escuchar la voz de su madre que lo había llamado para volver a pedirle que reconsiderada su situación con An y le diese una oportunidad recordándole lo buena chica que era para que aceptara aquel estúpido compromiso del cual, él nunca estuvo de acuerdo porque no sentía nada más hacia su amiga de la infancia que un sentimiento de hermandad. A pesar de que su madre era consciente de eso, no dejaba de insistirle en que debía casarse con la chica, por no decir, que últimamente sus peticiones habían comenzado a sonar más como ordenes o una obligación de la que debía responder cuando no era así y solo se trataba de un antojo de su progenitora.

Ritsu decidió no darle más vuelta en su cabeza al asunto con su amiga y las intenciones de su madre para comenzar a pensar nuevamente en Takano, después de todo, ya era un hombre adulto y sabía que tener esa clase de aspiraciones fantasiosas de parejas  comunicativas era solo sueños de adolescentes, que probablemente había fantaseado en aquel entonces antes de sentirse burlado y engañado pero, la realidad, es que él tampoco le hablaba mucho a Takano más que lo indispensable y no podía exigirle a su novio algo que él mismo no ofrecía en la relación. Por ello, en ese momento Ritsu se preguntó con qué palabra podía clasificar su relación con Takano y volvió a suspirar con cansancio por seguir cavilando banalidades.

Los pensamientos de Onodera fueron interrumpidos cuando escuchó como tocaban a la puerta y sin más, fue a abrir para encontrarse con un mensajero que cargaba un paquete.

– ¡Buenos días! traigo este envió para Onodera Ritsu. – Indicó el mensajero.

– Sí, soy yo. – Respondió quitando la cadenilla de la puerta para poder abrir y aceptar el paquete sin percatarse de la forma en que lo miraba el mensajero.

– Por favor, firme aquí. – Señaló el chico de mensajería un poco nervioso.

Onodera no se hizo esperar y firmó en la tablilla que le mostró el mensajero antes de despedirlo para volver a cerrar la puerta y abrir el misterioso paquete.

Observó la caja sellada por un instante pensando en que se trataba de algún regalo por parte de sus padres, ya que acostumbraban a enviarles alimentos, hasta que lo abrió y del paquete sacó un vestido de mucama tradicional.

– ¿¡Qué… qué es esto!?. – No pudo evitar preguntar a la nada al ver el traje de mujer que estaba sosteniendo con sus manos y mirando las reconocida vestimenta popular en muchas cafeterías de la zona cuando se percató de que había un papel doblado en el interior de la caja.

Onodera dejó el vestido de sirvienta nuevamente dentro de la caja y tomó el papel para leer lo que en él estaba escrito.
Estimada señorita:

Vuestro señor os manda este envío urgente de nuestras tiendas.

¡Tenga un buen día!
– ¿Qué significa esto?. – Se preguntaba sin dejar de mirar el papel escrito con tinta dorada y donde había un pequeño sello de la empresa en la que había sido adquirido el pudoroso vestido. – Ese idiota… – Gruñó recordando a Takano mientras visualizaba el rostro divertido de su pareja comprando ese ridículo vestido antes de chasquear la lengua y mirar el reloj porque ese tipo de cosas solo podía ser producidas por la mente de Masamune. – ¡Mierda!. Voy a llegar tarde. – Dijo antes de terminar de vestirse para salir de su casa tan rápido como le fue posible.

Cuando Onodera llegó a la editorial estaba agotado ya que si bien había conseguido abordar el tren subterráneo tuvo que correr para llegar a tiempo a la editorial aunque para su mala suerte, al entrar al ascensor del edificio no se percató que dentro ya estaba  Takafumi Yokozawa y como siempre hacía, lo estaba mirando de manera desagradable haciéndolo poner nervioso.

– ¡Buenos días!. – Saludó Ritsu para escuchar como el otro hombre gruñía.

Por suerte, y tras unos segundos demasiados incómodos para Onodera el elevador llegó a la planta en la que estaba la sección Esmeralda y se dirigió hasta su lugar donde se derrumbó sobre su asiento.

– ¡Buenos días!. – Saludó Onodera sin ningún tipo de ánimo y mirar fugazmente el lugar en donde debía de estar Masamune supervisando a todos ellos.

– ¡Buenos días!. – Le saludaron al unisonó el resto de componentes de la sección Esmeralda.

– Tienes mala cara, Onodera. – Señalo Mino. – No deberías de verte así aún.

– ¡Ah! no tuve una buena noche. – Contestó con nerviosismo y comenzando a coger algunos de los papeles que habían sobre su mesa.

– ¿Tú novia se enfadó contigo y te mandó a dormir al sofá?. – Indagó con meticulosidad Kisa.

Onodera sonrió nerviosismo porque nadie de la editorial, salvo a excepción de  Yokozawa, sabía de que en realidad no era novia lo que tenía sino novio y esa persona no era otra que Masamune y si no había revelado al resto de sus compañeros su relación amorosa con su superior era para que no se viese implicado con su trabajo y creyeran que estaba siendo beneficiado a causa de su relación como había ocurrido con él en la editorial de su padre.

Afortunadamente para Onodera, antes de verse en la obligación de responder a la pregunta comprometedora el teléfono de su mesa sonó.

– ¡Bueno días! – Exclamó al reconocer la voz de la mangaka y con la cual, comenzó una conversación acerca de su trabajo y la aceptación del último volumen publicado. – ¡Maestra Erika!.

La jornada laboral de Onodera terminó agotadoramente, tuvo que llamar varias veces a la imprenta y a los diferentes mangakas que estaban a su cargo para saber cómo iban con sus trabajos, siendo que a esas horas, ya había anochecido, y volvía de regreso a su hogar después de un exhaustivo día de trabajo en el que ofreció su mejor esfuerzo para obtener buenos resultados.

Onodera no tardó en llegar al edificio donde ahora vivía y al abrir la puerta se encontró con el ridículo traje de maid dentro de la caja y con un papel que hacía de cartel para sus ojos que tenía escrito “Póntelo”.

Onodera dejó su abrigo en la percha, cerró con seguro la puerta principal y se quitó sus zapatos despreocupadamente dejándolos en la entrada del apartamento sin dejar de refunfuñar para coger la caja con el vestido en su interior y quitarlo de la entrada de la casa pero en la sala se tropezó con la intensa mirada de Takano que estaba vistiendo un kimono verde oscuro y bebiendo una cerveza, por lo que sin ningún tipo de modales dejó caer la caja de donde el vestido sobresalió a causa de la colisión contra el suelo y el papel voló hasta la pequeña mesa de la sala.

– ¿¡Se puede saber que significa esto!?. – Rugió señalando la caja con el vestido. – ¿Es que me crees ese tipo de persona para ponerme esta clase de ropas?.

Sin embargo, Takano se limitó a recoger el papel en el que había escrito la palabra “Póntelo” y se lo mostró mientras tomaba otro trago de su cerveza.

– ¿¡Pero me estas escuchando!?, no voy a ponerme esto. – Dijo para girarse con intenciones de ir a la cocina en busca de algún tentempié o un refrigerio cuando bruscamente fue cogido por el brazo y forzado a girarse.

– Póntelo, solo esta vez. – Le susurró Takano en el oído.

El cuerpo de Ritsu vibró con el tono de voz que utilizo Masamune junto al cálido aliento que acarició la piel de su oreja para pedirle que se pusiera aquel vestido de sirvienta.

– Sempai… – Farfulló en voz baja con un sonrojo en su rostro.

Sin saber la razón concreta de lo que le había ocurrido para acceder al capricho de Takano, Ritsu se había vestido con el ridículo vestido de mucama que contaba con medias de encaje y cuando salió de la habitación que compartía con Takano estaba completamente sonrojado. Además, se sentía abochornado por estar vistiendo aquellas prendas tan vergonzosas.

Takano miró a Ritsu y se acercó como un depredador sigiloso a su presa hasta que lo capturó con sus brazos para besarlo apasionadamente.

– Estarás contento ahora, así que como ya me has visto voy a quitármelo. – Habló con rapidez Onodera cuando terminó el beso.

– No, aún no puedes quitártelo porque hoy tú eres mi sirviente personal, Ritsu. – Comentó divertido mientras soltaba a su pareja. – Así que has bien tu papel y llámame amo o señor.

– ¿¡Qué…!? – Gritó ante la breve explicación de Masamune. – Esto solo se trata de una fantasía tuya, ¿cierto?. No tengo por qué satisfacerte, así que me voy a quitar est… – Se interrumpió cuando sintió como había sido empujado hacia la pared e inmovilizado con el cuerpo de Takano.

– Solo es un juego y te queda muy bien este tipo de ropa. Compláceme por esta noche, Ritsu. – Murmuró cerca de la oreja derecha de Onodera.

– No… no hagas eso. ¡Ugh…! – Consiguió pronunciar mientras Takano había recorrido con su lengua la unión de su oreja con su cabeza y terminar succionándole el lóbulo.

– ¿Lo harás?. – Inquirió.

– Sí pero deja de comportarte así. – Respondió avergonzado para sentir como Takano se separaba de su cuerpo y lo liberaba.

– ¿Qué desea, amo?. – Preguntó haciendo una reverencia completamente abochornado por la situación.

– ¡Oh!.- Exclamó Takano sin apartar sus ojos de Onodera. – ¿Qué me propones para celebrar esta noche tan especial?. – Interrogó para ver como su pareja levantaba la cabeza dejando ver su sonrojado rostro en el que podía leer perfectamente la pregunta que le estaba haciendo a causa de sus palabras. – Hoy fue el día en que el hombre al que amo volvió a aparecer frente a mí, debería de celebrarlo de alguna manera, ¿cierto?.

Onodera se giró con tristeza por no haber recordado que ese día fue cuando él había entrado a formar parte de la sección Esmeralda y lo había vuelto a ver de nuevo.

Ritsu se llevó una mano a la cabeza para despojarse del complemento del vestido.
– Takano… - Intentó hablar.

– Creo que deseo un servicio especial de ti. – Afirmó cogiendo a Ritsu de la cintura para llevarlo al interior de la habitación sin dejarle oportunidad a Onodera de que continuara hablando.

Onodera gimió cuando sintió como su cuerpo fue empujado para caer sobre la cama y se giró tan veloz como le fue posible pero lo hizo demasiado tarde porque ya tenía Masamune sobre él devorando sus labios.

Aunque ya Ritsu se había habituado al apetito sexual de su pareja cuando llegaban a la intimidad de su hogar pudo sentir que en esa ocasión fue distinta y especial en la forma en que Takano lo besaba o lo tocaba.

– No es como si esto fuese nuestro aniversario. – Farfulló Ritsu cuando había terminado toda la pasión y su respiración había vuelto a la normalidad. – No somos personas que necesitemos hacer este tipo de cosas.

– No importa si no te acordabas de este día o de si no tiene importancia para ti pero para mí es diferente porque tú eres el único que me hace sentir, Ritsu. – Murmuró abrazando a su pareja. – Te amo. – Fue lo último que dijo Takano antes de conciliar el sueño.

Onodera se había quedado pensando todo lo dicho por su compañero, luego solo dejó aflorar un suave murmullo que se perdió en la oscuridad de la habitación antes de viajar al mundo de Morfe.

– Te amo, sempai.


Fin.


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