» Los personajes no me pertenecen y no hay intenciones de lucro al escribir esta corta historia.«
Manga/Anime:Naruto/Naruto shippuden
Para mayores de 16 años.
Clasificado: Yaoi
Clasificado: Yaoi
Pareja: Hashirama Senju /Madara Uchiha
Género: Romance, terror.
Aclaración: Este One fue creado para un evento de un grupo de facebook sobre historias de terror y anteriormente, lo había publicado en Amor Yaoi.
Aclaración: Este One fue creado para un evento de un grupo de facebook sobre historias de terror y anteriormente, lo había publicado en Amor Yaoi.
No dejaba de mirar la luz titilante de aquella habitación de hospital mientras esperaba que algún familiar llegara a por él ya que su menudo cuerpo paralizado por el horror vivido le había quitado la vitalidad que poseía.
Aún seguía cubierto por las sábanas de la cama en la que se encontraba recostado después de despertar adolorido y descubriendo su menudo cuerpo cubierto de vendajes e incluso, le era imposible ver por uno de sus ojos ya que su rostro también estaba cubierta de vendas.
Sin embargo, los recuerdos volvían a su mente en cortas y veloces fracciones que lo atormentaban, inquietándolo en su lugar y que su pequeña mente procediera a preguntarse si él tenía mala suerte o si acaso era cierto lo que decían todos sus compañeros en el colegio al que asistía de que él siempre estaría solo, quizás todo se debiera a casualidades del destino o, sencillamente, no tenía derecho a vivir feliz con personas que le quisieran.
Sintió su ojo descubierto escocer para acto seguido algunas traicioneras lágrimas escurriera por su rostro empapando el vendaje de su cabeza.
— Otra vez, solo. — Murmuró en un hilo de voz cortada por el llanto que retenía en su garganta para que nadie lo escuchara sollozar.
— Es aquí, señor. — La voz de la enfermera se escuchó después de que un suave “clic” que indicaba el que se abría la puerta de aquella habitación interrumpiera el silencio de la que había en el lugar. — Le reconfortará saber que ha venido y está aquí, ha sido una experiencia dura por lo que ha pasado. — Dijo la enfermera con voz compareciente antes de escucharse nuevamente cerrar la puerta con otro “clic”.
— ¡Ey…! ¿Estás despierto?. — Interrumpió una voz severa el silencio en aquella habitación de hospital. - ¿Sabes lo que te ocurrió?. – Preguntó sin ningún tacto tomando asiento en una de las sillas que habían en la habitación y la cual crujió ante el peso del hombre.
— Sí. — Respondió en un hilo de voz apenas audible el chico sin querer ver la cara de la persona que le hablaba mientras los recuerdos de lo ocurrido volvían a llenar su mente.
— Apresúrate con eso Hashirama o llegaremos tarde. — Exigió el hombre de mirada indiferente mientras subía al automóvil, en el lugar del copiloto. — Deja de jugar con ese maldito aparato. — Regañó mirando al adolescente que estaba sentado en el asiento trasero del automóvil jugando a algún videojuego de aquella pequeña videoconsola. — Te dije que pasaras a cortarte ese cabello, lo llevas demasiado largo. – Reprendió mirando al chico que no dejaba de presionar lo botones de la máquina de juegos con velocidad.
— ¿¡Pero…!? — Iba a replicar cuando escuchó la voz de otro hombre proveniente desde el maletero del vehículo, en el que estaba terminando de acomodar el equipaje.
— Deja que juegue, el trayecto será largo y así irá entretenido durante el viaje. Además, nosotros también tenemos el cabello largo. – Increpó antes de cerrar el maletero escuchando un gruñido del hombre sentado en el asiento del copiloto y la risilla del adolescente. — Tobirama, perdona por pedirte otra vez que me hagas el favor de cuidar la casa pero sabes que eres el único en quien confió para esto.
— No debería de aceptar ya que es la tercera vez en este año que te vas con ese, dejándome a cargo de tus pertenecías. — Acotó con rudeza para mirar hacia donde se encontraba el hombre sentado en el asiento del copiloto. — No debiste dejar a Mito para irte junto a ese Uchiha.
— Tobirama, ya hemos hablado de eso y sabes perfectamente las razones de lo que pasó con Mito, sé que Madara y tú tenéis vuestras diferencias pero, al menos, intenta no ser tan evidente. — Se lamentó mientras se llevaba una mano a la cabeza con aspecto agotado.
— ¡Hashirama!. — Llamó el hombre que se encontraba esperando ya dentro del vehículo captando la atención de los otros dos.
— ¡Ya voy Madara!. — Le respondió para luego mirar al hombre frente a él. — Bien, te encargo el cuidado de mi casa, hermano, ya sabes que regresaré en una semana. — Le recordó palmeando levemente uno de los hombros de Tobirama antes de dirigirse al vehículo y ocupar el asiento del piloto para arrancar el automóvil.
— ¡Adiós Tobirama!. — Se despidió con cierta burla Madara del albino mientras el automóvil retrocedía para emprender el viaje. – Cuida bien de la casa.
— ¡Muérete, Uchiha!. — Respondió Tobirama en un gruñido para ver como Madara le hacía un gesto obsceno con su mano.
— Cada vez tengo más ganas de romperle la cara al idiota de tu hermano. – Gruñó Madara cerrando el cristal de la puerta.
— Madara… podrías intentar llevarte bien con él. Al menos, por mí. Tobirama es mi hermano, el único que tengo ahora mismo y me gustaría que las personas que quiero se lleven bien entre ellas. — Murmuró Hashirama mientras conducía el vehículo.
— Ya lo he intentado pero no hay quien pueda agradar a tu hermano, opino que ni el mismo es capaz de soportar su propio reflejo en un espejo. — Afirmó para mirar al asiento trasero. — ¡Obito, deja ya de jugar a esa maldita maquina!.
— Pero si no estoy molestando y Hashirama dijo que… — Se excusaba el adolescente que deseaba continuar jugando a su videojuego.
— Me da igual, te he dicho que ya apagues esa máquina. – Ordenó Madara levantando un poco la voz.
— Madara, cálmate. – Le pidió Hashirama que intentó coger la mano del moreno pero como respuesta tuvo un gruñido de disgusto junto a un manotazo de rechazo provocando que suspirara al saber que el Uchiha ya se había molestado con él.
— Eres demasiado benévolo con él, sabes tan bien como yo que no es bueno que pase jugando a esos juegos casi todo el día. — Recordó comenzando así una discusión en donde Madara reprendía y Hashirama intentaba excusar a Obito que se dedicó a mirar el paisaje por la ventana acostumbrado ya a las discusiones de sus padres adoptivos pero a los que agradecía de tenerlos.
La discusión de Hashriama y Madara duró hasta que se detuvieron en un pequeño restaurante a almorzar antes de continuar con el viaje.
— Ha anochecido. — Murmuró la voz adormilada de Madara que se había dormido unas horas atrás.
— Sí, la pequeña fila de automóviles en la que nos encontramos antes para entrar a la autopista de peaje nos retrasó lo suficiente para que haya anochecido. — Bufó un poco incomodo por estar conduciendo el automóvil por la carretera maltrecha y peligrosa que tenían que atravesar para llegar a su destino. — Es increíble que aún no hagan algo al respecto y tengamos que atravesar esta carretera. — Se quejó Hashirama intentando que el vehículo no se agitase demasiado debido a los socavones que tenía la carretera. — ¿Dormiste bien?.
— Sí. — Bostezó Madara para mirar al asiento trasero donde el adolescente también comenzaba a despertar debido al inevitable balanceo del automóvil.
— ¿Dónde estamos?. — Preguntó Obito un poco desorientado al despertar y solo ver oscuridad que era iluminada por las luces del vehículo que no dejaba de agitarse en su avance por aquella carretera.
— Estamos llegando a Konoha. — Le respondió Hashirama escuetamente. — Pero esta carretera está hecha un desastre, solo espero que no encontremos otro vehículo de frente porque será un problema para pasar ambos. — Suspiró para sentir la mano de Madara en su pierna.
— Si estás cansado puedo conducir yo. — Le recordó al castaño.
— No te preocupes ya estamos llegando solo quedan unos kilómetros y estaremos en Konoha. – Sonrió mientras giraba el volante del automóvil para tomar una curva muy pronunciada. — ¿¡Eh…!? ¿qué es eso?. ¿Un animal?. — Inquirió sorprendido cuando al terminar de girar en la curva las luces del automóvil alumbraron sobre algo que se movía de color blanco.
— Parece una persona. — Murmuró Madara que había entrecerrado sus parpados en un intento de agudizar su visión.
— ¡Es una mujer!. — Gritó Obito levantándose un poco del asiento trasero para señalar a la persona que estaba caminando por la carretera.
— ¡Obito, siéntate!. Te he dicho que es peligroso que hagas eso. – Reprendió Madara ante el acto del adolescente.
A medida que el automóvil se acercaba a la mujer vestida con un traje blanco que caminaba por aquella carretera, se detuvo al apreciar que el vehículo se acercaba a donde se encontraba ella, así que sonrió y sin más alargó su mano con el pulgar hacia arriba en petición de que la llevaran.
— Deberíamos llevarla, esta carretera es peligrosa y hay espacio en el automóvil. — Dijo Hashirama al ver la conocida señal que hacía la desconocida.
— No tenemos por qué y es una desconocida. — Contestó Madara mirando a la mujer con inconformidad.
— ¡Madara, es una mujer!. — Casi gritó como si eso bastara como suficiente. — Esta carretera es oscura y peligrosa, no estaríamos haciendo nada malo en ayudarla a llegar. — Aclaró deteniendo el vehículo Hashirama. — Y no te pongas celoso, sabes que yo solo te amo a ti. — Le susurró al moreno para darle un pequeño beso tomando como oportuno los minutos que tardaría la mujer en subir al automóvil.
— ¡Iught…! — Exclamó Obito al ver como los adultos se besaban levemente, acostumbrado a hacer ese sonido de desagrado cada vez que sus padres adoptivos mostraban alguna señal de cariño.
— Idiota. — Murmuró Madara girando su rostro hacia el cristal de la puerta.
— ¡Gracias por deteneros!, ¿podéis llevarme hasta Konoha?. — Preguntó la mujer que se había acercado a la puerta del conductor.
— Claro, nosotros también nos dirigimos hacia allá. — Respondió Hashirama con una sonrisa amable provocando que la desconocida también sonriera para acto seguido subirse al vehículo y ocupar asiento junto a Obito.
— ¿Cómo te llamas?. — Preguntó Obito una vez se subió la mujer que le provocó un leve sonrojo. — Yo soy Obito.
— Me llamo Kaguya Ōtsutsuki.
— Es un placer Kaguya, él es Madara Uchiha y yo soy Hashriama Senju. — Presentó Hashirama escuchando un suspiro de Madara ante la presentación que provocó una sonrisa nerviosa en el castaño.
— Es un placer, señores.
— ¿Qué hacías caminando sola por esta carretera, Kaguya?. Es peligroso estar caminando por una carretera así en la oscuridad. – Preguntó Hashirama un tanto intrigado por el hecho de encontrar a la mujer caminando a oscuras por ese lugar.
— Pensé que podría llegar, aún caminando, pero anocheció antes de lo esperado. — Contestó la mujer. — Me alegro de haberme encontrado con personas tan amable que me hagan el favor de llevarme hasta Konoha.
— No es nada. — Contestó Madara antes de que lo hiciera Hashirama al que le envió una mirada fiera.
— Aún así os agradezco mucho ya que esta carretera dicen que contiene muchos misterios en ella. — Habló con voz misteriosa Kaguya provocando la intriga en el resto de los ocupantes del vehículo.
— ¿A qué se refiere, Kaguya?. — Preguntó Obito tragando saliva como si pudiera intuir alguna historia tenebrosa que estaba a punto de ser revelada.
— Se dice que esta carretera está encantada. — Sonrió la mujer a Obito que había comenzado a sentirse inquieto.
— Eso solo son fabulas y leyendas que cuentan para aterrar a los críos. Un montón de mentiras que solo los ingenuos creen. – Interrumpió Madara ante el ambiente que estaba creando la mujer y que no le agradaba nada el que estuviera mintiéndole con esos mitos a su hijo adoptivo.
— Perdona a mi esposo, Kaguya pero a Madara no le gusta el escuchar relatos fantasiosos. — Intervino Hashirama para reír un poco nervioso por la actitud recelosa que había adoptado el Uchiha mayor, el cual masculló algo en voz apenas audible para el resto.
— ¿No cree en lugares encantados?. — Preguntó la mujer.
— Por supuesto que no, los niños y las personas supersticiosas son los únicos en creer en magia y encantamientos. — Contestó Madara enojado por tan insulsa pregunta.
— Entonces… — Susurró la mujer con voz ronca que pareció provocar el cambio del ambiente en el interior del vehículo mientras se internaba en otra curva bastante pronunciada en su avance por la carretera. — Sabrá que en esta curva morí yo… — La voz de la mujer salió lúgubre y lastimera.
— ¡AH…! – Fue el grito que se escuchó al aparecer frente al vehículo un ser espectral que se abalanzó de frente al vehículo.
— ¡HASHIRAMA...!— Gritó Madara al ver como el castaño giró bruscamente el volante del automóvil mientras intentaba frenar, provocando que el vehículo perdiera el control y cayera por la ladera dando varias vueltas sobre sí mismo.
Hashirama miró asustado a Madara, que se encontraba igual de aterrado que él y en ese pequeño instante que no fueron más que milésimas de segundo se dijeron muchas cosas con sus miradas.
Obito desde donde se encontraba había cerrado los ojos cuando sintió que el vehículo se despegaba del pavimento ni siquiera escuchó nada pero sintió un fuerte golpe en la cabeza que le nubló la visión y el conocimiento, quedando en medio de un sopor oscuro.
El sonido de charlas junto a un incesante pitido intermitente mezclado con lo que parecía un sonido hueco de aire siendo sorbido, sed, frió y una intensa luz lo habían hecho despertar levemente.
Obito se encontraba desorientado, no sabía que era esa luz pero sentía su cuerpo demasiado pesado, como si estuviera soportando una gran carga que lo impedía moverse y apenas diferenciaba algunas palabras o frases que no dejaban de revolotear a su alrededor.
— ¡Rápido! ¡Se está despertando!. — Gritó alguien con voz masculina.
Los parpados del adolescente pesaban demasiado, intentó girar la cabeza para poder ver algo a su alrededor y que aquella intensa luz no le permitía.
— Doctor, las pulsaciones están descendiendo. – Apuró una voz femenina.
Sin embargo, Obito se encontraba demasiado agotado y no sabía que significaba esas palabras, como si de repente esas palabras formaran parte de un idioma que no conocía pero poco le importaba, pues solo tenía sueño, muchas ganas de dormir.
Obito despertó en aquella habitación de olor a antiséptico donde se encontraba solo, desorientado, confundido, adolorido, agotado pero que pronto descubrió se encontraba en un hospital y al intentar recordar el por qué se encontraba allí aquellos recuerdos aparecieron en su mente con tanta fuerza y crueldad que el adolescente no pudo evitar sentirse culpable al ser el único superviviente del accidente.
— Mañana vendré para poder terminar con los informes para proceder al cambio de hospital, ¿has entendido?. – Preguntó Tobirama levantándose de la silla después de haberle explicado algo a lo que el adolescente no había prestado ningún ápice de atención. – Ya debo irme, se ha terminado la hora de visita.
~ Fin.~
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