sábado, 4 de junio de 2016

Romanticismo roto.

» Los personajes no me pertenecen y no hay intenciones de lucro al escribir esta corta historia.«
Manga/Anime: Haikyuu!!
Para mayores de 16 años.
Clasificado: Yaoi
Pareja: Tetsurou Kuroo / Kei Tsukishima
Género: Romance.
Dedicado: A Desy (Naru) por su cumpleaños, espero te guste.


Ninguno de los dos era bueno para mostrarse filantrópico, al menos, así lo había sentido hasta ese momento ya que no se habían proyectado la posibilidad de derivar en cortesías con el otro anteriormente. Todo entre ellos se había dado sin racionalidad y sin pensamientos de sensiblerías, hasta el punto en el que de alguna manera ya habían dado un paso mudo entre ambos para algo más allá de lo que podría ser lo casual o la más pura necesidad voluptuosa del ser humano pero nada de eso importaba en ese instante que después de aceptar la insistente propuesta del otro para, que justo ese día, viajara hasta Tokio, solo para encontrarse con todo aquel sorpresivo escenario que lo aturdía.

Desde que descendió del tren bala en la estación esa tarde, su estado de turbación no había desaparecido y tal consideraba que no iba a esfumarse, al ver que la persona que lo esperaba estaba vestido elegantemente. Incluso, su peinado había cambiado forzosamente ante el uso de algún linimento de peluquería arrebatándole su apariencia de chico problemático de ciudad, casi le había dejado sin aliento y un poco molesto la nueva apariencia del contrario. En especial porque no le había comentado que tendría que vestir de una forma más selecta y como era de esperar sus ropas eran bastante casuales por lo que, obviamente, aquello estaba llamando la atención de las personas a su alrededor, más de lo normal, mientras se dirigían al destino que era guiado.

No obstante, no todo aquel desconcierto había terminado en la estación o la calle donde habían sido objetivo de miradas curiosas, más que de costumbre, sino que ahora, a pesar de no estar expuestos públicamente, seguía sin salir de su confusión por lo que estaba viendo.

Con sus ojos fijos en la mesa frente a él, perfectamente puesta para dos personas, decorada con pétalos de alguna flor roja que había deshojado para esparcirlos estratégicamente y el aroma a vainilla que embriagaba el aire, producto de algún aromatizador, aunado a la multitud de velas, las cuales parecían ser las únicas encargada de alumbrar la estancia, situadas habilidosamente para crear un pasillo que lo guiaba hasta la dichosa mesa del comedor, -donde incluso había un candelabro de cristal con una vela, de cera entrelazada de color roja y negra, encendida-, estaban creando una atmósfera demasiada romántica que formaría parte perfecta para una película hollywoodiense donde la insulsa protagonista finalmente obtendría algún tipo de propuesta para ver cumplido su ridículo sueño de amor, salvo porque estaba en Tokio, concretamente en la casa de Kuroo, y la situación no se ajustaba con ellos, sin recordar que tampoco pertenecían a una de esas películas que solía causarle somnolencia debido a lo monótonas y previsibles que eran.

Un suspiro salió de sus labios recordándose que no eran chicas para tener fantasías románticas o pensar en cómo impresionar al otro con ambientes amorosas cuando ninguno de ellos se había mostrado en sincronía con lo idílico. Ni siquiera su relación se había basado en caballerosidades o gentilezas para el contrario, de hecho podría asegurar que todo se fundamentaba en molestarse mutuamente, voleibol y follar, esencialmente, en sexo.

Las manos que rodearon sus cinturas parecieron despertarlo de su estupor, ocasionando que se pusiera rígido por la rareza del clima que tenía la estancia mientras el otro apoyaba su cuerpo en él, que de alguna manera debía de resultar un tanto cómico y vergonzosa a ojos ajenos, pues sus físicos y caracteres eran tan diferentes como por quienes eran ambos. Estaba seguro de que si alguien le hubiera predicho el que terminaría junto a Tetsurou en esa extraña relación que mantenía no lo hubiera creído, igualmente, se hubiera burlado por la patética predicción hecha.

– Kei. – La voz de Kuroo salió melosa mientras entrelazaba sus dedos en la mano contraria y Tsukishima no pudo evitar poner sus sentidos más alerta, si es que era posible, al escuchar que lo llamaba por su nombre más que por el tono usado, el cual, normalmente utilizaba después de haber tenido sexo.

En todo ese tiempo Tetsurou le decía «Megane», «Megane-kun»  o simplemente se limitaba a llamarlo por su apellido o la abreviatura de este para irritarlo, incluso, mientras tenían sexo no le había llamado por su nombre o algún apodo, era como si repeliera los sobrenombres o el nombre de la persona con la que estaba teniendo intimidad pero no le había dado importancia. Al fin y al cabo, nunca se habían confesado, tampoco se habían visto en la obligación de presentarse formalmente como pareja ante la sociedad, tan solo actuaban a su ritmo, sabiendo lo que significaba para el otro les bastaba e importándole poco lo que los demás pudieran pensar de ellos, su relación o como hacían las cosas.

– ¿Qué es todo esto, Kuroo-san?. – Preguntó sin dejar proseguir al contrario a lo que fuera a decirle y recibiendo un bufido mientras se separaba un poco de su cuerpo.

– No es obvio, una cena romántica.

– Eso ya se ve, lo que preguntó es ¿por qué algo así?. No es como si esto fuera con nosotros o acaso es alguna secuela de la vejez.

– Por otro lado no te quejas de mi vejez. – Contraatacó con picardía haciendo que chasquera la lengua y la sonrisa del moreno se ampliara ante la acidez que había entre ellos, la cual había sido una de las cualidades que los había atraído irremediablemente, mientras Kuroo le tiraba de la mano para obligarlo a tomar asiento en la mesa. – Solo pensé que estaría bien cambiar un poco las cosas, no porque seamos hombres tenemos que tomarnos todo tan despreocupadamente.

 – ¡Ah…! entonces, ahora quieres que tengamos citas y ese tipo de cursilerías, en vez de entrenamientos para presumir tus habilidades de jugador y sexo. ¿No es un poco tarde ya para eso? Porque si se trata de ello, creo que te has equivocado en el orden de las formas a seguir. Primero es lo ñoño y luego se folla.

– No estaría mal tener citas de vez en cuando, nos hemos perdido de ellas todo este tiempo aunque no puedo quejarme.  – Tetsurou sonrió ocasionando que Kei se sintiera más confundido por la rara actitud que estaba tomando mientras eludía el hincapié de cómo se procedía en cualquier relación sentimental.

– Voy a por la comida. – Indicó Kuroo besando la mejilla de Tsukishima para dejarlo asolas en ese lugar antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

Kei seguía sin comprender que ocurría con Kuroo y millones de preguntas se formaban en su cabeza en busca de una respuesta lógica del por qué el moreno había organizado todo aquello tan minuciosamente, era tan inusual como aterrador el propósito con el que Kuroo había organizado todo eso, incluso, la posibilidad de que se tratase de la forma en que Tetsurou fuera a romper con él lo hacía tensarse más.

Cuando el moreno llegó con la comida, prácticamente, ni siquiera cruzaron miradas o alguna de sus ocurrencias que buscaba irritar al contrario.

Durante la cena no hablaron aunque sintió la mirada de Kuroo sobre él al comer, tan intensa como pesada y cobrando más fortaleza la probabilidad de que Tetsurou iba a darle la patada en el trasero ya que de por sí, al moreno le gustaba de comentarle hasta la más mínima ocurrencia que le pasaba por la cabeza y siendo que estaban comiendo, siempre le azuzaba para que comiera más de lo que realmente podía, lo que hacía que su pensamiento fatalista se fortaleciera.

Después de dos años de relación, era más que realista que solo había sido un noviazgo sexual, no podía definirlo de otra manera, y no dudaba que el moreno quisiera algo más, cosas que él quizás no podría darle. Además, desde el comienzo había sido consciente de que en algún momento sucedería, ya fuera por su parte o por el otro aunque aún sabiendo eso, no dejaba de ser en ese momento algo que le laceraba internamente aunque no podía estar seguro de ello, toda esa inusualidad parecía gritárselo a la cara.

Escuchó la pregunta de Kuroo sobre la comida como si fuera un murmulló casi inaudible y lejano para limitarse a confirmar moviendo la cabeza, recibiendo otro beso superficial, esta vez en los labios, que solo lo hizo sumergirse más en sus pésimos pensamientos que le estaba revolviendo las tripas.

Cuando frente a él se presentó una rebanada de pastel de frutas no pudo evitar fruncir el ceño, era cierto, que en algún momento el tema por sus gustos culinarios había aparecido junto a un montón de bromas irritantes pero si iba a dejarlo así, ofreciéndole algo que le agradaba solo para disminuir lo que sentiría al ser desechado, lo fastidiaba.

– Kuroo-san… ¿por qué tanto detalle almidonado?, nunca hacemos cosas así, pensé que solo era por sexo la urgencia de sus llamadas como siempre, a pesar de que tendría que estar estudiando para presentar mis exámenes de ingreso a la universidad. – Le recordó el por qué había rechazado en primera instancia el ir hasta Tokio aunque había sido su decisión el terminar aceptando o dejarse convencer por el moreno ya que, igualmente, sentía la necesidad de pasar una lujuriosa tarde y noche para descargar el estrés que le ocasionaba esas pruebas finales junto a la presión de sus padres para que entrara en una buena universidad ya que su hermano había desechado la oportunidad para ingresar al ámbito laboral. – Pero si con todo esto, estás tratando de decirme que ya no quiere saber más de mí y romper lo que tenemos, no había necesidad de tanta floritura cuando hubiera sido más sencillo decírmelo por teléfono o en un mensaje.

El rostro de Kuroo se endureció al escuchar las palabras de Tsukishima, incluso podría decirse que se había molestado por lo dicho del rubio pero aquella sonrisa que parecía nunca borrarse de su rostro casi se había afilado más después de desaparecer por un instante de sus labios mientras se levantaba de su lugar obligaba a su acompañante a ponerse en pie, también.

– ¡Ey, ey, ey…! ¡Detente un instante!, ¿de qué estás hablando? Y ¿por qué voy a dejarte?.

– No lo sé, eso quisiera saber yo porque… ¿qué esperas que piense ante todo esto?, de repente me encuentro con algo que no va con nosotros, es para que dude de ti o de todo. – Chasqueó la lengua frustrado. –  ¿Por qué todo esto, Kuroo-san?, no es nuestro estilo.

– ¿Es qué ni siquiera recuerdas que día es hoy?. – Preguntó con su tono burlón pareciendo más calmado mientras lo apegaba más a su cuerpo. – Se supone que deben de pasarse así las fechas especiales. – Ronroneó sobre los labios de Tsukishima después de obligarlo a encorvarse ya que le había ganado considerablemente en altura a Kuroo. – No voy a dejarte, Kei, no lo haría aún me ofrecieran el participar en las olimpiadas como jugador titular y capitán del equipo masculino de voleibol japonés.

– No es como si eso no fuera ya un hecho, excepto por lo de capitán. – Murmuró el de gafas con hastió, al mismo tiempo que sentía como un peso desaparecía de su interior al saber que toda esas cursilerías no se trataba de una forma extraña de romper su relación pero aún así, no sabía a qué se refería Kuroo o el por qué de repente ese día debía de ser “una fecha especial” que mereciera tanta extravagancia en su encuentro cuando podrían ir directamente al punto del asunto para retozar con sus cuerpos en una madeja de calor, sudor, fluidos y placer.

– Cierto, ya me ofrecieron un contrato a pesar de ser universitario para ser parte de la selección de voleibol masculino de Japón aunque no fui el único. – Sonrió hundiendo los dedos en el rubio cabello como si tratara de ser un peine y a la vez una caricia sobre la cabellera dorada. – Kei, ¿de verdad que no recuerdas que día es hoy?.

No pudo evitar resoplar ante aquel tesón mientras la risa de Kuroo pareció un siseo digno de una maraca pero, realmente, no recordaba que ese día pasara algo importante. Arrugó el entrecejo mientras hacía memoria intentando buscar algo importante del pasado que concordara con la fecha.

Comenzó a tener cercanía con Tetsurou por inicios de primavera, si no mal recordaba había sido el 26 de marzo, y a causa del campamento deportivo donde, tanto él como Bokuto le recordaba lo mal jugador que era para bloquear a pesar de contar con las cualidades necesarias para convertirse en un problema para los equipos rivales si aprovechaba su físico a como debía.

La primera vez que acabó en un rincón con el moreno devorando su boca y sus manos se saciaron con toqueteos que no fueron más allá de lo que permitía sus ropas pero no por eso menos satisfactorio fue a finales de la primavera, concretamente el 18 de junio, y después de recrear el partido del basurero que el entrenador Nekomata como el entrenador Ukai parecían emocionados por disputar.

A mediados de verano, 22 de julio, tuvieron su primera intimidad después de una larga comunicación por teléfono y redes sociales, cuando Kuroo le invitó insistentemente a pasar unos días a Tokio con la propuesta de ayudarlo a mejorar con su técnica de bloqueo de vóleibol.

Sin embargo, no fue hasta inicios de otoño, concretamente, el 29 de septiembre que de alguna manera ambos se frecuentaban en busca de algo más que satisfacer el deseo de sexo.

El 28 de noviembre, aún comenzando el invierno ya era un hecho de que eran algo más que simplemente conocido para tener un poco de sexo, por lo que daba esa fecha como el comienzo de su relación sentimental con Tetsurou y aunque ninguno de los dos se hubiera declaración de manera literal al otro, se podía sentir en cada mirada que dedicaban al contrario, así como sus formas de hablarse mutuamente o los pequeños gestos que se dedicaban.

– Ciertamente no lo sabes. – Las palabras desalentadas junto al deshecho  del agarre de Kuroo sacaron a Kei de su meditación en busca de la información que le pedía su compañero.

– No es como si deseara no recordar a lo que te refieres. – Masculló molesto consigo mismo por no ser capaz de encontrar una conexión con ese día y su relación amorosa.

Tsukishima observó como el moreno negaba con la cabeza y sus hombros caían para luego salir de la habitación, dejándolo con la incertidumbre de si debía o no ir tras su novio que parecía haberse decepcionado por no recordar un acontecimiento que le era importante y se cumplía ese día.

Al final, Kei decidió no seguirlo y volver a sentarse en la mesa para distraídamente llevarse un pedacito de pastel a su boca en busca de calmar su incomodidad.

Tetsurou volvió a entrar y su pelo húmedo, peinado como de costumbre junto a las ropas casuales y cómodas, indicaba que se había dado una ducha. No obstante, la sonrisa había vuelto a su rostro como si hubiera olvidado toda la conversación anterior y la importancia que hasta hace unos minutos le estaba dando a la fecha que regía ese día.

– ¡Vaya…! sí que te gusta los pasteles.

No pudo evitar sonrojarse haciendo una mueca de enfado al percatarse que incluso se había comido la porción de su novio pero lo había hecho en un acto inconsciente, como un autoreflejo, mientras aún buscaba en su memoria el recuerdo importante que lo uniera a Kuroo en ese número del calendario.

– Lo siento.

– ¡Ah…! no importa. – Se rascó la nuca mientras encendía la luz y comenzaba a recoger las velas y apagarlas con un soplo. – Debí de suponer que todo esto te causaría un mal entendido aunque solo quería sorprenderte y hacer algo más común de pareja. – Habló como si todo aquel esfuerzo para realizar el escenario perfecto fuera nada e hizo sentir aún peor al rubio. – No hace falta que me ayudes, ¡demonios!, parece que solo he empeorado todo si te has puesto a recoger conmigo.

– Solo lo hago por concernencia a tus padres y no te vayan a matar al ver cómo le has dejado el comedor.

– Yo también te quiero pero ellos no llegarán a casa hasta dentro de dos semanas. Creo que tengo suficiente tiempo para hacer desaparecer cualquier rastro de que he traído a mi novio a la casa a hurtadillas. – Y aquellas palabras que salieron sin pensar causaron un silencio entre ambos mientras un sonrojo se instalaba en sus rostros ya que no habían llegado a referirse al contrario con la palabra “novio”, a pesar de que lo eran pero siempre aludían a la palabra “amigo” como un escape ocasionado por sus mentes que reprimía compartir aquel hecho con el resto del mundo, casi como si celaran su relación. Por lo que nuevamente, Kuroo dijo algo tan inusual para ambos que lo turbó aunque al mismo tiempo una ola de alegría se extendió en su interior hasta el punto de que parecía querer salir de su garganta.

– Creo que voy a vomitar. – Musitó llevándose una mano a la boca y otra al estómago por la extraña sensación en su interior mientras rompía todo aquel enrarecido ambiente que se había formado entre los dos.

Sin embargo, ante todo lo que podía esperarse de reacciones en Kuroo, este solo atinó a estallar en carcajadas y Kei solo pudo confirmar que ambos debían de ser una combinación extraña y única para los ojos de los demás. Así como ellos debían de ser unos paradójicos para poder estar juntos y tener reacciones como aquella que a cualquier otra persona le hubiera parecido una impertinencia o quizás solo Kuroo es quien sufría de ello pero su enamoramiento lo hacía también asumir la locura del contrario.

Lo dejó riendo mientras se dirigió al baño con la necesidad de refrescarse un poco, parecía que esa tarde, ya noche, no dejaría de depararles sorpresas y emociones extrañas. Se sentó sobre la tapa del retrete necesitaba un respiro mientras se preguntaba por qué no había aprovechado el momento para comenzar a lo que había ido hacer hasta ahí y tuvo que soltar una estupidez que había arruinado todo lo que su novio preparó para ambos.

Cerró los ojos mientras se llevaba una de sus manos a la nuca intentando no pensar en nada, ya bastante estrés tenía debido a ser su último año en Karasuno y la presión a las pruebas universitarias a las que debía de asistir, por fortuna sus notas siempre habían sido buenas pero si quería ir a una de las universidades de Tokio tenía que superar esa buena nota por una mucho mejor que no le impidiera conseguir su propósito.

No deseaba salir y enfrentar a Kuroo con algún otro comentario ridículo después de haber destrozado toda situación y ambiente creado. Además, de que aún resonaba en su interior como un eco su nombre y la palabra “novio”, sentía su rostro arder nuevamente pero aquello lo hacía sentir demasiado bien, vergonzoso y, a la vez, lo enfadaba porque lo hacía sentir un imbécil al emocionarse por algo tan normal.

– ¿Estás bien?. – Escuchó la voz de Tetsurou del otro lado de la puerta y se preocupó de haber pasado más tiempo de lo que necesitaría cualquier persona que fuera al servicio.

Se levantó con un suspiro pesadamente antes de abrir y encontrarse frente a él al moreno que parecía haber estado preocupado aunque ahora mostraba nuevamente su característica sonrisa.

– Pensé que ibas quedarte ahí para siempre.

– Tetsurou… – Se atrevió a pronunciar el nombre del otro en voz baja mientras se abrazaba al contrario, sintiendo nuevamente la sangre subirle a la cabeza. – Gracias por todo y lamento el haberlo estropeado.

Sintió como aquel cuerpo se había puesto rígido bajo su dominio pero no deshizo el agarre, pues le encantaba abrazar al contrario pero jamás lo admitiría y percatándose en ese instante de cuanto necesitaba sentir cerca suyo el cuerpo de su novio lo hizo intensificar un poco más el abrazo.

Los brazos del moreno lo rodearon después de unos segundos y correspondiendo el apretón, apreciando como se recargaba sobre él de igual manera que ocasionaba que sus cuerpos se presionaran más entre sí.

– Me gusta escuchar mi nombre de ti. – El susurro del moreno fue acompañado de fútiles besos sobre la piel del cuello de Kei. – No te preocupes por lo de antes, la próxima vez saldrá mejor. – La voz de Tetsurou se iba volviendo más grave y ronca, haciéndolo parecer como si en medio de sus palabras un ronroneo felino se entremezclara, ocasionando que el vello de la nuca de Tsukishima se pusiera de punta. – Ahora me toca demostrarte que no voy a romper contigo, ¿verdad?. – Enfatizó divertido y extasiado mientras le dio una efímera lamida al cuello del rubio antes de separarse para atraparlo en un beso candente.

– Tet… surou…– Jadeó al romperse el beso viendo como su novio pareció extasiado al escuchar que lo llamaba. – A mí también me… gusta escuchar mi nombre proviniendo de ti. – Logró articular como mejor pudo mientras se recuperaba y la sonrisa se volvió enorme en el rostro de su novio, al mismo instante que le tomaba de su mano derecha para dirigirlo a la habitación en la que habían hecho el amor tantas veces.

– Vas a escuchar mi voz diciendo tu nombre hasta cuando duermes, Kei. – Aseguró el moreno con entusiasmo.

Tsukishima sonrió ante aquella respuesta pero volvió a detenerse, la pregunta aún seguía en su cabeza y le molestaba ignorar aquel asunto que parecía ser quien no advertía aún ese detalle del pasado.

– Tetsurou, ¿por qué este día es especial?. – Preguntó haciendo detenerse en medio del pasillo y originando que su novio lo volteara a ver.

– Porque hoy es el mismo día en el que nos vimos por primera vez. Es el mismo día que tuvimos aquel partido de práctica y Hinata no dejaba de pedir jugar un partido tras otro a pesar de que Nekoma ganó cada set.

El entrecejo del rubio se arrugó y cerró los ojos por un momento meditando las palabras del contrario para volver a suspirar.

– Recuerdo ese día pero ni siquiera nos dirigimos la palabra o nos miramos.

– No hablamos pero era inevitable no fijarse en el chico más alto que tenía el equipo rival y cuáles eran sus habilidades. Fuiste el único que se dio cuenta de que debía de marcar a Kenma e incluso de que estaba haciendo tácticas en el juego.

– Era un poco evidente y tampoco fue como si fuera la gran cosa. Kageyama y Hinata eran y son la sorpresa y protagonistas de Karasuno. – Comentó lo evidente mientras apretaba sus puños después de soltar el agarre con el moreno, ante el nombre del ex armador del Nekoma lo molestaba, sabía que era amigo de Tetsurou desde la infancia, además de vecinos pero no podía evitar sentir malestar cuando Kuroo le había comentado que por un tiempo fueron pareja.

El hecho de saber que aquel individuo teñido había sido pareja de Tetsurou lo incomodaba pero no quería influir en las relaciones de amistad de su novio porque intuía que el moreno sentía ciertos celos de Yamaguchi después de confesarle en medio de un juego absurdo que había llegado a tener sexo con Tadashi cuando estúpidamente, se emborracharon al comerse tres cajas de bombones con relleno de licor.

– ¡Tsuki, no dirás eso en serio!, eres el actual capitán del Karasuno por tus propios méritos, esos dos son sorprendentes, cierto, pero tú eres capaz de percatarte rápidamente del estilo de juego y quien es el verdadero peligro del equipo contrario. – Kuroo se acercó al rubio para rodearlo por la cintura. – Este tipo de conversación me trae recuerdo a aquel campamento de entrenamiento.

– En cualquier caso, ¿por qué sientes que ese día debe de ser especial para ambos si ni siquiera hablamos al terminar el partido?. – Inquirió después de chasquear la lengua y sin imponer ninguna resistencia al abrazo pero tampoco lo correspondía.

– ¡Oh…! Yo sí que me fijé en ti pero vuestro capitán me retuvo, impidiéndome hablarte aunque afortunadamente, el entrenador Nekomata aceptó el invitaros al campamento y pude tomar la oportunidad con ayuda de Bokuto para hablarte. – Sintió la mirada del de gafas en espera que le respondiera la pregunta.

– Sabes que si no fuera por Yamaguchi no hubiera vuelto ahí y después ser secuestrado por ustedes, hasta que apareció Hinata con Lev para hacer aquel desigualado partido. – Bufó un poco divertido por recordar la formación de equipo provisional que hicieron.

– Es en lo único que debo de agradecer a tu amigo pero yo ya sabía que encontraría la forma de atraerte a mí lado. – Murmuró con la voz ronca por el deseo.

– Aún no me respondes la pregunta.

– Porque ese día, deseé poder volver a tener la oportunidad de volver a  verte y también, me hice el propósito de que estaríamos juntos.

El de lentes no pudo evitar pellizcar el cachete de Kuroo al escuchar aquella cursilería.

– No inventes.

– Te aseguro que es la verdad y ahora, que he respondido a tus preguntas, que te parece si te retengo esta noche para mostrarte el que no voy a dejar que te vayas de mi lado, Kei.

Tsukishima chasqueó la lengua un tanto divertido por la seguridad que mostraba el moreno aunque se estaba contagiando de la excitación que desbordaba al hablarle su novio para también tomar la cintura de Kuroo y descender su cabeza hasta que sus labios chocaron con los contrario, empezando un beso casto que terminó profundizándose hasta que no le quedó más remedio que separarse por falta de aire.

– Quiero ver cómo vas a intentar retenerme, Tetsurou… - Susurró en el oído de Kuroo cuando había recuperado el aliento para observar como un brillo pícaro se establecía en la mirada contraria y sin más desaparecer tras la puerta de la habitación de Kuroo donde los gemidos, jadeos, suplicas y respiraciones agitadas comenzaban lo que sería una larga y extenuante noche de placer.



~Fin.~

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